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Resumen
Por último, se presentarán algunas reflexiones respecto de los desafíos que debe enfrentar el
Trabajo Social en el actual contexto contradictorio de crecimiento económico / desigualdad
social, es decir, la necesidad de una “comprensión social compleja” y una apuesta por la
innovación y calidad de la intervención que rescate lo más valioso de nuestra tradición
disciplinar y el acervo de conocimientos logrados en cien años de historia.
1
Aplicando libremente al campo disciplinar la expresión utilizada por: de SOUSA SANTOS,
BOAVENTURA (2006): Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social (Encuentros en
1
acervo de conocimientos y experiencias profesionales.
Palabras claves:
Fundamentos filosóficos, teórico-metodológicos - Contexto de surgimiento del Trabajo Social,
Género- historiografía
Acerca del contexto de desarrollo del proceso de profesionalización del Trabajo Social:
nuevos elementos para su problematización
La Guerra Civil (1861-1864), tuvo como consecuencia una verdadera revolución dando lugar al
surgimiento de una nación moderna, donde el Norte fijó las condiciones para una acelerada y
profunda expansión económica, política y cultural. Ello se vio reflejado en el veloz crecimiento
de las ciudades, a raíz de la inmigración masiva y al hecho que Norteamérica se convirtió en
una esperanza de paz y progreso para a millones de inmigrantes del Viejo Mundo. Así, el
Trabajo Social surge en una época de profundas transformaciones de tipo:
2
- Problemas sociales vinculados al crecimiento acelerado de las ciudades, como
hacinamiento, insalubridad, violencia urbana, alcoholismo, desintegración familiar, entre
otros.
Frente a esta situación, que atentaba contra los principios fundantes de la Nación basados en
la libertad, igualdad y democracia, surge el denominado movimiento reformista, conformado
por importantes grupos políticos, sindicales e intelectuales, los cuales logran instalar las
problemáticas mencionadas en la agenda pública. Entre ellos se destacan: los conformados
por feministas y sufragistas2, abolicionistas3, pacifistas4, antiimperialistas5, corrientes
progresistas dentro del protestantismo como el Social Gospel (Evangelio Social)6, el
movimiento para la creación de las Cortes Juveniles, la protección contra el maltrato infantil , la
defensa de los derechos civiles y sociales de mujeres y niñas/os, ligas de defensa del
consumidor, etc. Sus resultados fueron los numerosos avances en cuanto a legislación social y
creación de diversas instituciones de asistencia social, defensa y protección de derechos. A la
vez que se crean instituciones vinculadas tanto con el ejercicio como con la formación
profesional en Trabajo así como numerosas asociaciones profesionales relacionadas con la
historia, economía, matemática, filosofía, sociología, ciencias políticas.
Así, el corto período comprendido entre 1900 y 1920, será denominado la Era progresista a
raíz del fuerte cuestionamiento del sistema imperante y de la consolidación de trascendentes
reformas sociales. Es en este contexto y en el marco de dicho movimiento de base
profundamente humanista, inspirado por los principios democráticos de la época, que emerge
el Trabajo Social profesional y en el cual sus precursoras/es tuvieron un papel predominante.
A lo largo de este período, se producen cambios significativos en el mundo de las ideas, que
según los expertos7 cambiarán las formas de ver y pensar la sociedad. Se trata del surgimiento
de nuevas y originales perspectivas teórico-filosóficas, como el pragmatismo y el
interaccionismo simbólico, desarrollados a través de las figuras de C. Peirce, W. James, J.
Dewey y G. Mead, a quienes puede deberse, en términos de Louis Ménand (2003;12) “el
ingreso del pensamiento americano en el mundo moderno”. Coincidiendo con este autor, estos
2
Surge en 1848 con la Convención de Séneca Falls.
3
Se logra la abolición de la esclavitud.
4
Las pioneras del Trabajo Social tuvieron un papel central en el movimiento contra la participación de
EEUU en la primera guerra mundial. Entre ellas se destaca Jane Addams, galardonada con el Premio
Nobel de la Paz en 1931.
5
Como respuesta a los intentos de invasión de EEUU a Cuba.
6
Movimiento que se desarrolló en los Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
formado principalmente por el movimiento de cristianos intelectuales y liberales. Estos consideraban al
sistema capitalista como injusto, que sus instituciones particulares y los sistemas económicos llevaban al
individuo hacia el fracaso y le imponían estilos de vida pecadores; con lo cual el individuo era una víctima
del sistema. Asimismo, consideraban que el reino de Dios debía realizarse en la tierra y por ello lucharon
por una ética social religiosa que implicaba trabajar para mejorar las condiciones de los pobres,
enfermos y oprimidos. En vez de considerar al individuo como culpable, lo creía imperfecto, por lo cual
comenzó a tener importancia la noción de regeneración. Estos cristianos se vieron llamados a crear un
entorno conducente a desarrollar al máximo potencial al individuo y a la comunidad en un contexto
relacional. Es importante mencionar la vinculación que se produce entre Richmond y el Social Gospel a
raíz de la Iglesia Unitaria en Baltimore. En sintonía con la orientación reformista del espiritualismo liberal
y la igualdad social “la teología unitaria prestó apoyo a una amplia serie de causas de reformas sociales
y unió diversas congregaciones de Baltimore que incluía a luteranos, católicos y judíos junto con
filántropos y miembros de la clase obrera” (Agnew, E. 2004: 46-7).
7
Sobre Historia de las ideas en EEUU consultar: MENAND, Louis (2001): El Club de los Metafísicos.
Historia de las ideas en Estados Unidos. Ediciones Destino. Buenos Aires.
3
pensadores tuvieron una influencia decisiva en la interpretación del mundo que les tocaba vivir,
sin embargo, no puede atribuírseles “una justificación” o aceptación del sistema imperante.
Tanto en sus obras, en su vida académica y en particular, en su activa participación política,
quedan claramente explícitas sus duras críticas a la sociedad del momento. Siguiendo esta
línea, C. Wright Mills (1968:23) considera que el pragmatismo fue “una filosofía de la protesta
del intelectual”, “el nervio del pensamiento norteamericano progresivo durante las primeras
décadas del siglo XX”, motivo por el cual, desde las perspectivas conservadoras y liberales fue
“acusado de izquierdista” (20). Puede considerarse que los pragmáticos influyeron sobre
“públicos selectos, que absorbieron sus lecciones”, que se interesaban por los “problemas
sociales” y por la demostración de las consecuencias posibles de la “acción pública”
Vinculado a este tema, el ámbito en el aparecen los hallazgos más sorprendentes en las
investigaciones es el referido a “la situación de la mujer”.
Sin dudas, en especial para las mujeres de clase media y alta, la participación en las diversas
asociaciones y movimientos surgidos en la época, representaron una alternativa frente a las
escasas posibilidades de inserción en la vida pública (Ménand, L., 2001:316) y a su vez,
significaron espacios de emancipación aunque con altos costos personales y familiares.
Muchas de ellas tuvieron que optar entre su “vocación” y su destino de ser una “buena esposa”
como alternativas irreconciliables.
8
Para mayor información ver: TRAVI, B. - DAVIDSON, M. (2007) y TRAVI, B. (2009).
4
y en miembro, fundadora o directora de numerosas instituciones públicas o privadas.
Sin embargo, esta participación en la vida pública, fue sólo aceptada por los sectores
conservadores como una forma de deber ético de las mujeres –el deber de trasladar sus
valores maternales y domésticos para el progreso de la sociedad, y no como un derecho a la
igualdad desde una ética universal. Esta irrupción en la vida pública y el reclamo por mayores
derechos, fue ampliamente cuestionado instalándose en la agenda del debate político y
científico de la época.
Los estudios históricos coinciden en que un punto de inflexión en sus trayectorias fue el
acceso a la educación superior, ya que contribuyó al surgimiento de “una clase media de
mujeres educadas y profesionales, fundamentalmente solteras: -la Mujer Nueva- que será
cantera del feminismo norteamericano del XIX” y del movimiento de reforma social10.
Como dijimos, en un principio ello fue aceptado socialmente con la idea conservadora de que
la educación convertiría a las mujeres en mejores madres.
Pero una vez que accedieron a la Educación superior, no se conformaron con ello y el paso
siguiente paso fue demandar un nivel más elevado de instrucción, lo cual se concreta con la
apertura diversas instituciones “para mujeres” como el caso del Vassar College (1865) en
Poughkeepsie (Nueva York). A partir de 1870, y de forma lenta y progresiva, algunas
universidades estatales como Cornell o Michigan comenzaron también a aceptar a sus
primeras estudiantes mujeres. Asimismo, entre 1870 y 1880, se crean varios colleges de
mujeres como el Smith College (1871), Wellesley College (1875), Bryn Mawr y Goucher
College (1885), en los cuales no sólo se las introducía en el mundo de la ciencia sino que las
empleaban, (GARCIA DAUDER, S. 2005)
Las oportunidades para aquellas mujeres que quisieran dedicarse profesionalmente a la
actividad científica comenzaban a ampliarse. Mujeres pioneras científicas como la astrónoma
de Vassar María Mitchell o Emily Talbot sirvieron de ejemplo a futuras generaciones y lucharon
para conseguir la aceptación de mujeres en las principales universidades. (Op. Cit.)
Las reacciones en contra de estos avances desde diversos ámbitos científicos e intelectuales
no se hicieron esperar, ya que lejos de formar “mejores madres”, la inserción en la universidad
las alejó cada vez más del matrimonio y la maternidad.
Prueba de ello es que en EEUU el 75 % de las mujeres egresadas de los colegios de
educación superior, entre 1870 y 1900 no se casará (Dauphin, C.1993: 139-140). La opción por
el celibato, el vivir solas y bastarse económicamente, el descenso de la fecundidad, la irrupción
en el mercado de trabajo y en las instituciones educativas entre otros aspectos, dará lugar a
9
Sobre “La historia de pioneras olvidadas de la psicología” ver el excelente trabajo y tesis doctoral de
GRACIA DAUDER, (2005) y sobre las mujeres del Dto. de sociología de la Universidad de Chicago, las
obras de M. Jo Deegan.
10
Para ampliar este tema: DUBY Georges y PERROT Michelle (comp.) Historia de las Mujeres. Tomo
VIII – Siglo XIX. Editorial Taurus, Madrid
5
nuevos horizontes y perspectivas de desarrollo para estas transgresoras de mujeres. .
Asimismo, en un porcentaje altamente significativo, muchas de ellas elegirán otra mujer como
pareja y compañeras de vida, lo que llevó a denominar esas relaciones de pareja estables
entre mujeres como “matrimonio bostoniano”11 o “matrimonio Wellesley”. Jessie Tatf en cuya
tesis doctoral dirigida por George Mead analiza esta cuestión lo expresa con claridad:
“por todas pares encontramos a la mujer soltera buscando la compañía de otra mujer,
construyendo con ella un auténtico hogar encontrando en ella la amistad y la comprensión, el vínculo de
criterios y valores similares, así como los intereses estéticos e intelectuales que con frecuencia son tan
difíciles de encontrar en un marido, especialmente aquí en América donde los negocios se amotinan por
encima de la cultura” (1916:10, citada por GARCIA DAUDER, Op. cit.).
“Uno era intervenir en el área reproductora mediante operaciones quirúrgicas, el otro se centraba en
atacar directamente al cerebro hasta desactivarlo. Las curas de reposo mediante aislamiento total,
privación sensorial, inmovilidad y descanso físico y psicológico se utilizaron preferentemente frente a
cerebros inquietos (Ehrenreich y English, 1990). Tanto Jane Addams –reformadora social y fundadora de
la Hull House- como Charlotte Perkins –escritora y teórica feminista- sufrieron las famosas curas de
reposo del doctor Weir Mitchell, las dos a una edad parecida, a principios de los veinte -en la década de
1880-. Jane Addams se sometió a la cura de reposo durante la cual estuvo literalmente atada a una
cama en casa de su hermana. Como reconocería más tarde, simplemente estaba harta de ella misma,
de no saber qué hacer con su vida, con su energía de mujer joven educada de clase media-alta, en una
indecisión paralizante entre la exigencia de una vida familiar dedicada al culto de la domesticidad, o sus
anhelos de una vida autónoma e independiente dedicada al activismo social. Las curas del doctor
Mitchell no fueron precisamente lo que sacaron a Addams de su enfermedad, sino la decisión de fundar
junto con Ellen Gate Starr la Hull House.
Esa misma tensión entre perseguir los propios deseos y la necesidad de aprobación social que
determinaba que las mujeres no debían tener agencia ni deseos propios, fue lo que llevó a Charlotte
Perkins en 1887 después del nacimiento de su hijo a visitar al mayor especialista en nervios del país.
Perkins más tarde describiría así las prescripciones que estuvieron peligrosamente cerca de llevarla a
perder la razón:
«Llevé una vida lo más hogareña posible. Tenga a su hija con usted todo el tiempo.” “Échese durante
una hora después de cada comida. No tenga más que dos horas de vida intelectual al día. Y no vuelva a
tocar nunca una pluma, un pincel ni un lápiz en lo que le quede de vida»”. (en Ehrenreich y English,
1990: 120).
(…) “Charlotte Perkins no se olvidó ni mucho menos de Mitchell ni de sus curas y en 1892 escribió The
11
También fue reflejado en la literatura y en el cine como el caso del libro Las bostonianas del escritor
Henry James.
6
Yellow Wallpaper un relato donde magníficamente describió el ambiente angustioso y claustrofóbico que
experimentó con las curas y que casi le llevó a la completa locura: «Obedecí estas indicaciones durante
tres meses, y llegué tan cerca de los límites de la completa ruina mental que pude ver el otro lado.
Entonces, usando los restos de inteligencia que me quedaban... lancé al viento los consejos del
especialista y volví al trabajo de nuevo –trabajo, la vida normal de cualquier ser humano... al fin
recuperando alguna medida de poder.» (Elaine Showalter, 2000: 141)”.
El surgimiento simultaneo del Trabajo Social y las Ciencias Sociales: sus vínculos
relaciones y tensiones
Otros aspectos a considerar sobre el tema central de esta ponencia son por una parte, la
relación/tensión, reciprocidad y el estrecho vínculo que el Trabajo Social tuvo en su origen en
EEUU con otras disciplinas también incipientes como la sociología, la psicología social, la
filosofía; y por otro lado, la importancia de la construcción de la visibilidad de la riqueza de las
producciones escritas, los temas en debate, el desarrollo de métodos y de ciertas categorías
teóricas que aún hoy tienen absoluta vigencia.
Los historiadores de la ciencia coinciden en que estas disciplinas se originan por del afán de
conocer científicamente la sociedad, revertir los problemas sociales que emergieron como
consecuencia de la revolución industrial, y debido a los grandes cambios sociales, políticos,
culturales que atravesaron Europa y EEUU hacia mediados y fines del siglo XIX. Inspiradas en
el “éxito” de las ciencias exactas, en relación al conocimiento de los fenómenos naturales, su
poder explicativo, sus aplicaciones prácticas a la industria, la medicina, entre otros, los
primeros “cientistas sociales” tomarán este modelo para aplicarlo al conocimiento de la
sociedad.
Así, el Trabajo Social en palabras de M. Miranda (2004;37) “nace como parte del proyecto
global de las Ciencias Sociales, ni antes ni después, y por los mismos motivos, en el mismo
contexto social y político y en permanente dialogo con ellas” siendo el factor determinante para
su profesionalización fue su vínculo con la ciencia como herramienta para la resolución de los
problemas sociales de la época y no una mera “ilusión” de ayudar al prójimo o la “intención” de
reproducir un sistema social injusto.
Según Coser, L. (2001;329) las tensiones y la oposición a esta corriente se visualiza entre
1870-1880 con el surgimiento de diversas asociaciones de ayuda social como la Asociación
Nacional de Prisiones y la Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección 12, orientadas a
la inmediata aplicación de los conocimientos científicos a la asistencia social u otras
actividades prácticas. Es justamente aquí, donde las pioneras del Trabajo Social tendrán un
papel protagónico al instalar y defender las diferencias entre el trabajo voluntario y el
científico/profesional, basado este último en teorías y métodos.
La corriente que se orientó al “estudio de problemas” tiene entre sus referentes a la
Universidad de Columbia en la cual, en los fundamentos para la creación de una cátedra de
12
Que luego dará lugar a la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales.
7
sociología elaborados por Giddings, se manifestaba que “se hace cada vez más evidente que
el progreso industrial y social enfrenta a la comunidad moderna con cuestiones sociales de
mayor magnitud, cuya solución requerirá del mejor estudio científico y del más honesto empeño
práctico”. Así en su concepción del término “sociología”, éste hace referencia a la importancia
del estudio teórico para lograr un tratamiento eficaz de los problemas sociales, y en tal sentido,
se ofrecen “cursos de instrucción sobre pauperismo, leyes de pobres, métodos de
beneficencia, delitos, penología y ética social”13. Fue justamente esta Universidad, uno de los
primeros centros de formación donde se dictaron “bajo el nombre de sociología” diversos
cursos que versaban sobre “problemas sociales” a los que asistieron nuestras antecesoras en
busca de nuevos conocimientos.
De manera que consideramos que el Trabajo social, surgió, al igual que la sociología “del
moderno fervor de mejorar la sociedad” según palabras de sus fundadores, Albion Small y
George Vincent. En el marco de la discusión entre quienes consideraban que la sociología
debbía alejarse de su inclinación por la práctica inmediata, Small apeló a que la condición de
“eruditos” no se contraponía a la condición de ciudadanos que reclamen y tengan un papel
activo en el logro de una sociedad más justa, dado que según sus palabras, “hay en la
sociedad moderna un irresistible conflicto entre las presunciones del capital y los valores
supremos de la humanidad. Nuestros científicos sociales académicos servirían mejor a su
generación si disminuyeran la parte de atención que prestan a refinamientos que solo son
interesantes para sus colegas y se aplicaran a abordar este problema moral fundamental de los
hombres en general”14.
Con respecto a George Mead, fundador de la corriente que en los años „30 Blummer denominó
“interaccionismo simbólico”, sus principales contribuciones teóricas son las nociones de
“historicidad del individuo como autoconciencia”, que el sujeto se constituye como tal a partir de
una matriz de relaciones sociales, sus teorías relativas a la adopción de papeles sociales, el
estudio del “proceso de convertirse en persona”, su noción de reflexividad como esencia del sí
mismo. A su vez, la “teoría del yo ampliado”, será para Mary Richmond una de las “piedras
angulares del Servicio Social de casos individuales” (1993;87 y 1917;365). Opuesto al
funcionalismo, el interaccionismo simbólico supone que la realidad social se conoce
primariamente a partir de las acciones y las interacciones de los actores sociales, esto es, a
través del vínculo de la comunicación; y afirma que el individuo se comporta activamente frente
al medio social y que éste, a su vez, influye en el individuo a través de la acción social, la cual
se distingue por su carácter comunicativo y reflexivo. También se destaca su Teoría de la
democracia. Sus contribuciones a la filosofía, equiparan su obra a la de John Dewey (1859 -
1952), de quien fuera íntimo amigo y estrecho colaborador.
Este pensador, es considerado como uno de los filósofos y pedagogos más destacados del
siglo XX y principal representante del “pragmatismo” en Estados Unidos. Entre sus principales
producciones teóricas puede señalarse la “Teoría de la Unidad de conocimiento” y según la
cual el “pensar y el actuar son dos nombres de un mismo proceso” y ello “lo ejemplificaba en su
propio quehacer de intelectual y militante político” (Ménand,L.328,366). Con respecto a su
teoría de la democracia, “su pensamiento se basaba en la convicción moral de que
“democracia es libertad”, por lo que dedicó toda su vida a elaborar una argumentación filosófica
para fundamentar esta convicción y a militar para llevarla a la práctica. Su compromiso se
19
“Por muy miserable o inhumana que sea la vida de un hombre, lo primero que ha de hacerse es
comprenderlo para poder descubrir cómo nuestra común naturaleza humana ha llegado a una situación
semejante. Este método exige paciencia, inteligencia, firmeza y confianza en los hombres, cortando el
paso al egoísmo denunciador de cierta clase de reformadores. Este método se usa cada vez más en el
tratamiento de la intemperancia, la delincuencia, la avaricia y, de hecho, de todas aquellas cuestiones
respecto de las que tanto nosotros mismos como nuestros semejantes tratamos de mejorar. (citado por
Richmond M.; 2005: XVII Epígrafe).
9
expresó n a lo largo de su carrera como reformador de la educación y como fundador o director
de diversas asociaciones (profesionales o políticas) vinculadas con la defensa de los derechos
de diversos grupos20.
Otro autor que no puede dejar de mencionarse por su vínculo directo e influencia en el Trabajo
Social, es W. I. Thomas quien desarrollara los fundamentos de la especificidad de la sociología
norteamericana. Su aporte central lo constituyó, el concepto de “definición de la situación”, que
luego derivará en los planteos referidos al “punto de vista o perspectiva del actor”, “actor en
situación”.22.
Por último, F. Znaniecki junto a Thomas desarrollan los primeros trabajos etnográficos y
“estudio de casos”. Por su parte, R. Park y E. Burguess, centrarán su objeto de estudio en los
fenómenos urbanos. Todos estos autores, a quienes pueden atribuírseles las más importantes
innovaciones en el campo de la sociología aplicada y de las metodologías cualitativas para el
diseño de estudios abocados a las dimensiones culturales del cambio social, se encuentran
citados en la obra de M. Richmond y otras pioneras como sus autores de referencia o como
directores de estudio o tesis doctorales.
La adhesión a estas corrientes de pensamiento, que se observa con claridad en las primeras
conceptualizaciones en Trabajo Social, obliga a un análisis más profundo sobre los supuestos
epistemológicos subyacentes. Desde un inicio el Trabajo Social cuestionó la existencia de un
único método para todas las áreas de conocimiento y la consecuente sujeción a las estrictas
“reglas del método científico”, apelando a los autores que justamente harán una severa crítica
al positivismo como George Mead y John Dewey entre otros. De hecho, en su primera
propuesta científica se plantea que la base del método está en las “comprensiones” y las
“acciones”, estableciendo una relación dinámica y recíproca entre conocer-intervenir-
transformar, considerando los “valores” como guía y dirección de la intervención, propiciando a
su vez un rol activo y participativo tanto del profesional como del sujeto (Mary Richmond;1922;
retomado por G. Hamilton y H. Perlman).
En tal sentido, los primeros desarrollos teóricos estarán en coincidencia con las corrientes
interpretativistas de la época (representadas entre otros por W. Dilthey, G. Simmel, H. Rickert y
M. Weber) que plantean que las ciencias que estudian el comportamiento del hombre y la
sociedad no admiten “los mismos recursos ni teóricos ni metodológicos que las ciencias
naturales” (Guber; R.1991:53). La principal razón que esgrimen es que el estudio del hombre y
la sociedad implica comprender el sentido de sus acciones, los valores, motivaciones,
prejuicios que las dotan de sentido. De manera que conocer es sinónimo de comprender.
20
Fue famoso por encabezar la “Comisión Dewey” (John Dos Passos, Sidney Hook, Mary McCarthy,
entre otros) que investigaría los cargos de Stalin contra León Trostky y en diciembre se publica el
informe absolutorio sobre él y su hijo.
21
Entre otros autores, P. Bourdieu reconocerá la influencia de Ch. Peirce y J. Dewey en la elaboración
de su noción de “habitus”, y G. Mead, influenciará decisivamente a J. Habermas, en su Teoría de la
acción comunicativa.
22
De este autor y de Edwin Thomas, también de Chicago, M. Richmond toma el concepto de “hombre
en situación”, luego ampliado por G. Hamilton, que como resaltará M. Miranda, es “un concepto
plenamente interaccionista” (2004:227).
10
Comprensión social compleja y fundamentos de la intervención: Desafíos actuales para
el Trabajo Social en el contexto contradictorio de crecimiento económico y desigualdad
social.
Como en sus orígenes, hoy el Trabajo Social está inmerso en un contexto de grandes
transformaciones de tipo económicas, socio-demográficas, culturales, políticas y está llamado a
actuar un escenario contradictorio de crecimiento y desigualdad. Esta situación lo interpela
respecto de la “urgencia” de lograr una “comprensión social compleja”23 y el despliegue de su
potencial para encontrar nuevas maneras de intervención que permitan el abordaje eficaz y de
calidad de los problemas y necesidades acuciantes que afectan a millones de personas en el
nuestro continente.
El capitalismo24, sistema de producción imperante al momento del surgimiento del TS, fue visto
en sus orígenes como una forma de resolver los problemas centrales de la época (esto es
pobreza masiva y despotismo), pero ya en los inicios del Siglo XX la mirada era diferente, y la
inequidad del sistema tal como se había configurado era, a todas luces, observable. Es decir
que, al momento del nacimiento del Trabajo Social y las Ciencias Sociales, la democracia y el
capitalismo habían seguido caminos diferentes e inclusive, éste se había desarrollado bajo
formas políticas no democráticas produciendo a su vez, grandes porcentajes de indigentes en
sociedades con economías capitalistas.
Esta tensión entre crecimiento e igualdad es hoy observable en los países latinoamericanos y a
pesar del aumento favorable en los indicadores de desarrollo económico, estos no se
condicen con mejoras en las condiciones de vida de la población, ni con un descenso de los
indicadores de desigualdad, observándose una notable situación de desprotección y violación
de los derechos humanos, vinculados con la desigual distribución de la riqueza que genera el
aumento de la brecha entre ricos y pobres.
“En el informe “Alerta Argentina: Informe sobre los Derechos Humanos en Argentina”
presentado por la independiente agencia “Periodismo Social” en abril de 2006, se da cuenta de
que, según el INDEC25, el 56,4% de los menores de 18 años del país son pobres (7.730.708) y
el 23,6% son indigentes (3.234.835). Más de la mitad de ellos se concentran en los tres
distritos más populosos, es decir, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. A la vez, en el mismo
informe puede observarse como según dicho organismo oficial, en igual período las
exportaciones aumentaron un 16% más que en el mismo mes del año anterior y la balanza
comercial registró entonces un superávit de 1.011 millones de dólares: un alza de 4,2 por
ciento respecto a lo sucedido en igual mes del ano previo. Mayores ingresos, mayor superávit
y… mayor pobreza; una contradicción sobre la que TS no puede ser indiferente.
Con lo anterior, podemos señalar que el problema argentino, al igual que el de muchos países
de la región, no es la incapacidad de incrementar la riqueza que se produce, sino la profunda
desigualdad que organiza hoy su funcionamiento económico” (TRAVI, B. GIRIBUELA, W.
2006).
Por lo tanto consideramos que al igual que ayer, las inhumanas condiciones de vida que
padecen millones de personas en el continente, deberían ser un eje central sobre cual
consolidar y resignificar, en función de los nuevos escenarios y la complejización de la vida
social, el sentido y fundamentos de la Intervención profesional, instalando en un primer plano
los valores y principios sobre los que se erigió la profesión. Es decir, compromiso y
competencia profesional y una ética basada en la defensa irrestricta de los derechos humanos
y el respeto por la dignidad de la persona, que estén presentes como “categorías operativas y
23
En términos de Teresa Matus Sepúlveda
24
Es importante marcar la distinción que se establece entre la noción de una sociedad de clases y la de
sociedad capitalista. La diferencia radica en que la primera (sociedad de clases) hace referencia a un
sistema económico “en el que los productores no controlan la utilización del excedente” (Op cit: 64)
mientras que la segunda (sociedad capitalista) hace exclusiva mención a una de las formas posibles que
adopta un sistema económico con las características señaladas.
25
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, dependiente del Ministerio de Economía de la República
Argentina.
11
movilizadoras” 26 orientando la producción de conocimientos en cada instancia de intervención,
posibilitando lecturas argumentadas acerca de la situación que padecen los sectores más
desprotegidos y el desarrollo de acciones pertinentes y eficaces que contribuyan al acceso a
una ciudadanía plena de los más postergados
Por todo lo expuesto, y sin desconocer las condiciones precarias y hasta degradantes en las
que se ejerce la profesión en ciertas instituciones, creemos imprescindible reflexionar y volver
la mirada sobre ciertos mitos y “hábitos” instalados que operan como "limitaciones auto-
impuestas”. En tal sentido, consideramos como lo planteábamos hace ya una década:
Hoy como hace más de un siglo, nuestra profesión existe porque existen los problemas
sociales y la desigualdad, ante los cuales no alcanza sólo con una “mirada crítica”, sino que se
impone un ejercicio profesional con vocación y convicción en su potencial, asumido con
autonomía y responsabilidad27
Todas las formas de desigualdad son políticas, resultado de relaciones estructurales de poder,
26
Pensar en “categorías operativas y movilizadoras” surge del planteo realizado por M Rozas (1998)
donde hace referencia en esos términos a la ética.
27
Del latín respondere, responder, que referido a «actos» significa que se asumen como autor. En
sentido amplio, madurez psicológica de una persona que la hace apta para realizar adecuadamente una
tarea determinada y capaz de tomar las decisiones pertinentes. El derecho distingue entre
responsabilidad civil, por la que se atribuye a alguien como a su autor la obligación de reparar por las
consecuencias dañosas que se deriven de su acción, y responsabilidad penal, por la que se imputa a
alguien la autoría de una acción delictiva, por la que es obligado a recibir una pena. La responsabilidad
moral obliga a uno a reconocerse autor de sus actos, ante la propia conciencia y ante la sociedad.
Tradicionalmente se vincula la existencia de responsabilidad moral a la afirmación de libertad, de modo
que ésta es condición necesaria de aquélla. Una persona es moralmente responsable de lo que ha
hecho sólo si hubiera podido actuar de forma distinta a como lo ha hecho, y podría haber actuado de
forma distinta, si los motivos que la movieron a actuar no la indujeron de forma determinista. Cortés
Morató, J-Martínez Riu, A (1996) Diccionario de filosofía Herder. Barcelona.
12
dominación y privación, por lo tanto si el Trabajo Social quiere cumplir algún papel de
relevancia en la modificación de dicha situación deberá ser un profesional competente,
constituirse en un actor político, en un interlocutor válido, con capacidad de argumentar en la
discusión sobre cuestiones de su especificidad, es decir, un sujeto profesional autónomo,
creativo, y con iniciativa para encarar los desafíos históricos de su tiempo y desplegar el
conocimiento y las acciones que requiere un ejercicio digno, eficiente y comprometido de su
profesión.
Necesitamos entonces más que nunca “volver a las preguntas, a los conceptos, por un
despliegue de definiciones”, en el sentido que el empleo correcto de la palabra no sólo será
una cuestión de gramática lógica, sino de perspectiva histórica, puesto que cierta sordera a
los significados lingüísticos, ha tenido como consecuencia, un tipo de ceguera ante las
realidades a las que corresponden (Arendt, H., 1997).
“Es verdad que condiciones desfavorables - una salud deficiente, la injusticia, la falta de
oportunidades- pueden aplastar al ser humano hasta el punto de que le sea imposible sentir
necesidades progresivas. Apreciar los dones naturales y las posibilidades futuras de un
hombre sin tener en cuenta estas circunstancias, sería tan injusto como pronunciarse sobre el
crecimiento de una planta mantenida constantemente en la oscuridad” (Mary Richmond,1917).
Reflexiones finales
A lo largo del trabajo hemos señalado que la magnitud de los problemas sociales emergentes
hace más de un siglo XIX y su complejidad, hicieron poner en tela de juicio los principios y la
efectividad de los sistemas de atención a la pobreza basados en la caridad y la beneficencia.
Como producto de ello, pioneras como Mary E. Richmond, Jane Addams, Julia Lathrop,
Grace y Edith Abbott, Charlotte Towle, Sophonisba Breckinridge, Ida Cannon entre tantas
otras, sentarán las bases para la profesionalización del Trabajo Social y la formación
académica, acudiendo a las más innovadoras teorías de su época en el campo de la filosofía,
sociología, psicología, medicina y antropología, en particular el pragmatismo y el
interaccionismo simbólico, ya mencionados. A su vez, formarán parte de una generación y de
un movimiento intelectual, para quienes la resolución de los problemas sociales no podía estar
escindida de la investigación y de una práctica política y académica coherente con los
principios ético-políticos de igualdad, libertad, el respeto por la dignidad de las personas, la
tolerancia a la diferencia, y defensa irrestricta de la democracia. Asimismo, en el esfuerzo de
integrar pensamiento y acción, darán un lugar central a la “experiencia” de los sujetos y a la
dimensión ética, criticando las teorías generales o abstractas de la acción.
Para concluir, este viaje al pasado que emprendimos hace años yendo a la búsqueda de
“nuestros origenes y de los fundamentos que sustentaron la intervención profesional nos
permitió “ reencontrarnos y reafirmarnos en nuestro presente.
En la actualidad y paradójicamente desde las perspectivas “más progresistas” en la profesión,
podemos observar el uso de conceptos como “reflexividad”, “situación”, “perspectiva del actor”,
“participación activa de los sujetos en el proceso de intervención”, la relación dialéctica
“individuo-sociedad”, la democracia como “hábito”, etc. Su utilización y transmisión en los
ámbitos académicos, llega al Trabajo Social contemporáneo de la mano de autores de otras
disciplinas y corrientes de pensamiento como el constructivismo o la teoría crítica (ninguno de
los cuales podría ser considerado como conservador, a-crítico o a-teórico).
Sin embargo, muchos de los que utilizan dichas categorías, desconocen que esas nociones
constituyeron la base del esquema teórico-conceptual en el inicio de la profesión, articuladas
entre sí en una coherente relación entre una determinada concepción de la ciencia y valores
humanistas democráticos.
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Nos preguntamos entonces ¿cómo puede subsistir una profesión / disciplina que re-niega de
sus orígenes y que considera que todo lo que “viene de afuera” es mejor, más crítico, más
comprometido? ¿Cómo podremos construir un sólido aparato teórico-conceptual sobre los
temas de nuestra incumbencia y especificidad si no reconocemos ni valoramos nuestro acervo
de conocimientos y experiencias acumulados y vivimos pendientes de las “modas” para correr
a “comprar” las últimas novedades que producen otras disciplinas, sin ni siquiera desentrañar
sus orígenes?
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