La Serpiente de Bronce

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Números 21:4-9; Juan 3:1-18.

LA SERPIENTE DE BRONCE.

“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía
a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9).

Mientras viajaban los Israelitas por el desierto se volvieron impacientes y rebeldes.


Empezaron a hablar contra Dios y contra Moisés. Dijeron: “¿Por qué nos hiciste subir de
Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene
fastidio de este pan tan liviano” – el maná que Dios les envió para que comieran (Números
21:5).

“Pese a recién haber obtenido una victoria gloriosa sobre los Cananitas…ellos [hablaron]
con disgusto de lo que Dios había hecho por ellos y fueron desconfiados de lo que Él
haría…Tenían pan demás, pero todavía se quejaban de no tener pan”. ¡También tenían
agua, pero aun así murmuraban contra Dios!

Por la incredulidad y rebelión de ellos, Dios les envió serpientes ardientes para morderlos.
Las serpientes se llamaban “serpientes ardientes” por su color, y porque sus mordidas
causaban una inflamación ardiente en el cuerpo, “que le causaba una fiebre alta de
inmediato”

“Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová,
y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el
pueblo” (Números 21:7). Luego Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente ardiente y
la pusiera en una asta. Luego Moisés le dijo al pueblo que mirara a la serpiente en la asta y
viviría. “Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna
serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9).

“¡Mira las serpientes venenosas, mortíferas, deslizándose por el pasto! Dios había sacado a
Israel fuera de Egipto con la más grande variedad de milagros jamás vista en esta tierra. Y
qué bendiciones Dios les dio para mostrarles Su favor: maná, agua de la roca, ser librados
de Amalec. Pero aquí nos asombra ver que no hay alabanza en los labios de esta…multitud.
¡Aquí se hallan el pecado y el Salvador manifestado en el desierto
I. Primero, la causa del juicio.

“Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para
que muramos en este desierto?” (Números 21:5). Sus quejas eran resultado de la
incredulidad. ¡Ellos simplemente no le creyeron a Dios, ni a Su siervo Moisés!

“¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos
cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a
aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad”
(Hebreos 3:17-19).

“Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las
serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos
a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (I Corintios 10:9-11).

Yo se que hay algunos pecadores aquí esta noche que se quejan contra Dios. Algunos
piensan que Dios no ha hecho suficiente por ustedes, o que hace la salvación muy difícil de
obtener. En tu corazón murmuras y te quejas. “¿Por qué tengo que creer en Jesús, a quien
no puedo ver?” dices tú. “¿Por qué tengo que venir a Jesús sin ningún sentimiento, sin
ninguna prueba?” Y algunos de ustedes dicen: “¿Por qué tengo que apartarme de mis
pecados secretos hacia Cristo?” Pero estas quejas son malvadas y pecaminosas. Salen de un
corazón malo de incredulidad. El Apóstol Pablo dijo: “Ni tentemos al Señor, como también
algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes” (I Corintios 10:9).

Esta noche te advierto, si rehúsas venir a Jesucristo morirás en tus pecados. Si sigues
quejándote y voluntariamente rechazando al Salvador, “ya no queda más sacrificio por los
pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego” (Hebreos 10:26-
27). El juicio caerá sobre ti. Si sigues rechazando a Jesucristo voluntariamente y a
proposito, de repente Él vendrá, “en llama de fuego, para dar retribución [a ti]…que
no…[obedeces] al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (II Tesalonicenses 1:8). Sufrirás
“pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (I
Tesalonicenses 1:9).

¿No fue eso exactamente lo que les sucedió a los Israelitas que se rebelaron y rehusaron
creer en el desierto? ¿No fueron mordidos por serpientes ardientes? ¿No murieron y fueron
al Infierno? ¿No son dados como ejemplo de lo que te sucederá si sigues in rebelión
deliberada, rehusando venir a Cristo?

“Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas
malas, como ellos codiciaron” (I Corintios 10:5-6).
La causa del juicio de ellos fue su incredulidad pecaminosa y rebelión contra Dios.

II. Segundo, el clímax del juicio.

Cierto día, en cierta hora, Dios envió serpientes ardientes a morderlos y matarlos. Matthew
Henry dijo: “El desierto por el que pasaron estuvo infestado de esas serpientes ardientes,
como aparece en Deuteronomio 8:15, pero [antes de eso] Dios los había preservado
maravillosamente de ser dañados por ellas, hasta ahora que murmuraban… Estas
[serpientes], que [antes] habían evitado su campamento, ahora lo invadían. Es justo que a
los que no son agradecidos con Dios por sus misericordias se les haga sentir los juicios de
Dios. Estas serpientes [quemaban] el cuerpo, poniéndolo de inmediato en fiebre alta,
quemándolo con sed insaciable. Ellos se habían quejado injustamente de falta de agua (v.5),
para castigarlos por ello Dios les mandó esta sed, que ningún agua podía apagar” ¡al ser
mordidos por aquellas serpientes ardientes! (Henry, ibid., pp. 519-520).

La mano de Dios había mantenido a aquellas serpientes fuera del campamento de ellos.
Pero ahora, por su pecado e incredulidad, estas serpientes invadieron su lugar, los
sorprendieron, y los pusieron en convulsiones de dolor, muerte y tormento eterno.
¡Aquellas serpientes les aparecieron de repente! Y en el Nuevo Testamento se nos advierte
que “vendrá sobre ellos destrucción repentina…y no escaparán” (I Tesalonicenses 5:3).
¿No fue ese el caso del rico del cual contó Cristo? Se dijo a si mismo: “Alma, muchos
bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate” (Lucas 12:19).
“Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma” (Lucas 12:20). Él disfrutaba
mucho, pero de repente su alma fue arrancada de su cuerpo. ¡Aquella noche, en un
momento de tiempo, su alma fue arrancada de su cuerpo y echada a las llamas eternas! ¿No
fue ese el mismo destino del hombre en Lucas 16? Él murió de repente, “Y en el Hades [el
Infierno] alzó sus ojos, estando en tormentos” (Lucas 16:23).

El juicio puede tardar en venir, pero cuando viene, viene de repente. Como las serpientes
llegaron de repente, después que la gente había resistido a Dios mucho tiempo, así tu juicio
vendrá de repente, ¡y no te escaparás!

Nota que aquellas serpientes son tipos, retratos de Satanás y sus demonios. Dios quizá te
proteja por muchos años de ataques mortales de “el gran dragón, la serpiente antigua, que
se llama diablo y Satanás” (Apocalipsis 12:9). Pero de repente, cierto día (porque
“determina un día” – Hebreos 12:9), en aquel “cierto día” Dios soltará aquella Serpiente
antigua, al Diablo, sobre ti con plena furia – si sigues en rebelión contra el Señor Jesucristo.
¡Eso es lo que sucede cuando Satanás y sus demonios azotan a los pecadores que no se
arrepienten y no vienen a Cristo!

“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y
no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla
desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores
que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el
primero”
(Mateo 12:43-45).
¡Oh, lo he visto muchas veces! Una persona está en la iglesia, limpia su vida, pero todavía
rechaza a Cristo y Su misericordia. Cierto día, a cierta hora vuelven los espíritus inmundos
y lo atacan hasta la muerte, “y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el
primero” (Mateo 12:45). ¡Te puedo contar una historia tras otra de eso sucediéndole a
jóvenes que se rebelaron y rehusaron venir al Señor Jesucristo!

Él dijo: “Estoy bien”. Pero miré en su ataúd y vi que la mitad de su cabeza había sido
destrozada por una escopeta. Él dijo: “Estoy bien”. Pero se tiró un clavado en el agua. Era
menos hondo de lo que él creía. Su cabeza pegó en el fondo con toda la fuerza. Se quebró la
nuca, y quedó paralítico hasta el día que murió. Él dijo: “Estoy bien”. Pero se metió debajo
de un árbol y fue atacado por un asaltante. Lo oyeron gritar. Antes de llegar donde él ya
había sangrado hasta la muerte – gritando a todo pulmón. Él dijo: “Estoy bien”. Pero fue
fulminado de repente y se sofocó en su propio vomito hasta que murió. Ella dijo: “Estoy
bien.” Pero su auto se salió de la carretera, hacia abajo en un barranco. Todavía estaba viva
cuando él llegó a ella, pero sus entrañas quedaron en las manos de él, mientras trataba de
respirar, luchando por un momento, antes de que su alma se hundiera en las llamas eternas.
Cuando lo vi unos minutos después su cara estaba pálida y le temblaban las manos. Dijo
repetidamente “No pude salvarla. No pude salvarla. No pude salvarla”. Estas son historias
verídicas. ¡Dios sabe que no he exagerado en nada!

¡ “Oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible”!


(Nehemías 1:5).

¡“Señor, Dios grande, digno de ser temido”! (Daniel 9:4).

“Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho
pueblo de Israel” (Números 21:6).

Así como esas serpientes de repente envenenaron a aquellos pecadores, así de repente
vendrá el juicio sobre ti – ¡a menos que te arrepientas y mires a Cristo antes que sea para
siempre demasiado tarde!

Hemos visto la causa de su juicio, y el clímax de su juicio, pero ahora llegamos al último
punto.

III. Tercero, la cura para el juicio.

“Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová,
y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el
pueblo.

Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera
que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso
sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de
bronce, y vivía” (Números 21:7-9).
Dios proveyó una manera de que estos pecadores fueran salvos. “Y cuando alguna serpiente
mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9).

No pondríamos ninguna atención especial a este evento si Jesús no lo hubiera usado de


ilustración cuando habló con Nicodemo, como dice en el tercer capítulo de Juan. Nicodemo
era el principal maestro de Israel, pero no había nacido de nuevo. Jesús le contó la historia
de Moisés y la serpiente de bronce. Como escolar de la Biblia, Nicodemo sabía el relato en
Números 21 muy bien. Jesús le dijo:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado [en la Cruz], para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eternal” (Juan 3:14-15).

Para que seas salvo del juicio, no se requiere nada excepto una mirada de fe a Jesús,
levantado en la Cruz, como la serpiente de bronce fue levantada. “Y cuando alguna
serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9). Jesús
dijo:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
(Juan 3:14-15).

¡No te mires a ti mismo! ¡No mires tus propios pensamientos, sentimientos y dudas! ¡Mira
a Jesús y serás salvo! Él dijo: “Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22). Detén tu rebelión e
incredulidad – y mira a Jesús en la Cruz, muriendo en tu lugar, para pagar la pena completa
por tus pecados. ¡Mira a Él en el Cielo, a la diestra del Padre, orando por ti! Mira a Jesús y
cree en Él. Así como los Israelitas miraron a la serpiente de bronce y fueron salvos, ¡así te
ruego que veas a Jesús y seas salvo esta noche! El Sr. Griffith canto un viejo canto antes de
este sermón. “Look and Live” [Mirad y Vivid]. Descubrí que los “decisionistas” del siglo
veinte cambiaron las palabras de “mira y vive, pecador” a “mira y vive, mi hermano”. Pero,
si no has mirado a Jesús, ¡no eres mi hermano! Eres un pecador perdido en rumbo al
Infierno. Por lo tanto cantaremos con las palabras originales, “Mira y vive, pecador”.
Escúchalo de nuevo. Mira a Jesús. Cree en Él quien fue levantado en la Cruz para pagar por
tus pecados. Mira a Él y se salvo de la mordida de la serpiente y del poder del pecado.
¡Mira a Jesús y vive!

Es mensaje del Señor, ¡Aleluya!


El mensaje que te doy a tí;
En Su Palabra lo escribió, ¡Aleluya!
Que tan solo “miréis y viváis”.
Mira y vive, pecador,
A Jesús mira y vivid,
En Su Palabra lo escribió, ¡Aleluya!
Que tan solo “miréis y viváis”.

La vida se te ofreció, ¡Aleluya!


La vida eterna tú tendrás.
Si tan solo mirareis, ¡Aleluya!
A Jesús el único que salva.
Mira y vive, pecador,
A Jesús mira y vivid,
En Su Palabra lo escribió, ¡Aleluya!
Que tan solo “miréis y viváis”.

Cómo vine te diré, ¡Aleluya!


A Jesús quien me salvó;
Al creer en Su Nombre, ¡Aleluya!
Le confié y mi alma Él salvó.
Mira y vive , pecador,
A Jesús mira y vivid,
En Su Palabra lo escribió, ¡Aleluya!
Que tan solo “miréis y viváis”.
(“Look and Live” por William A. Ogden, 1841-1897;
letra original, 1887).

(FIN DEL SERMÓN)


Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

You may email Dr. Hymers at [email protected], (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.

La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: Números 21:4-9.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Mira y Vive” (por William A. Ogden, 1841-1897, versión original).

EL BOSQUEJO DE
LA SERPIENTE DE BRONCE

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a
alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:9).

(Números 21:5, 7)

I. Primero, la causa del juicio, Números 21:5; Hebreos 3:17-19;


I Corintios 10:9-11; Hebreos 10:26-27; I Tesalonicenses 1:8, 9;
I Corintios 10:5-6.

II. Segundo, el clímax del juicio, I Tesalonicenses 5:3;


Lucas 12:19, 20; 16:23; Apocalipsis 12:9; Hebreos 4:7;
Mateo 12:43-45; Nehemías 1:5; Daniel 9:4; Números 21:6.

III. Tercero, la cura para el juicio, Números 21:7-9; Juan 3:14-15;


Isaías 45:22.

“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta;y cuando alguna serpiente
mordía a alguno, miraba

a la serpiente de bronce, y vivía.”

Números 21:9.

este mismo domingo, en cientos de lugares en los que no se dispone de

un ministro; sermones que Dios ha bendecido para conversión de multitudes

de almas. Puedo y debo alegrarme y regocijarme por esta gran

bendición que atribuyo de todo corazón al favor inmerecido del Señor.

Pensé que la mejor manera en la que podía expresar mi agradecimiento,

sería predicar otra vez a Jesucristo, y presentarlo en un sermón en el

que el simple Evangelio sea expuesto tan claro como el alfabeto de un

niño. Yo espero que al completar la lista de mil quinientos discursos, el

Señor me dará una palabra que será más bendecida que cualquiera otra

que la hubiere precedido, para la conversión de aquellos que la oigan o la

lean. Que los que están sumidos en tinieblas porque no entienden la gratuidad

de la salvación y el fácil método por el cual puede ser obtenida,

sean llevados a la luz por el descubrimiento del camino de la paz a través

de la fe en Cristo Jesús. Perdonen este preludio; mi agradecimiento no

me permitiría que me abstuviera de expresarlo.

Vamos ahora a nuestro texto y a la serpiente de bronce. Si buscan en


el Evangelio de Juan, notarán que su inicio contiene una especie de lista

ordenada de tipos tomados de la Santa Escritura. Comienza con la creación.

Dios dijo: “Sea la luz,” y Juan comienza declarando que Jesús, la

Palabra eterna, es “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, y

que venía a este mundo.” Antes de concluir su primer capítulo, Juan ha

introducido un tipo suministrado por Abel, pues cuando el Bautista vio

que Jesús se acercaba a él, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el

pecado del mundo.” Y no se ha terminado el primer capítulo antes de que

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se nos recuerde la escalera de Jacob, pues descubrimos que nuestro Señor

le declara a Natanael: “De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los

ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”

Cuando llegamos al tercer capítulo, ya hemos avanzado tan lejos como lo

hizo Israel en el desierto, y leemos las jubilosas palabras, “Y como Moisés

levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre

sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas

tenga vida eterna.”

Vamos a hablar de este acto de Moisés esta mañana, para que todos

nosotros podamos contemplar a la serpiente de bronce y comprobar que

la promesa es verdadera, “Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,

vivirá.” Pudiera ser que ustedes, que la han mirado antes, obtengan un

beneficio renovado al mirarla otra vez, mientras que algunos que no han

vuelto nunca sus ojos en esa dirección, pudieran mirar fijamente al Salvador

levantado, y pudieran ser salvados del veneno abrasador de la serpiente

en esta mañana, de ese veneno mortal del pecado que acecha ahora
en su naturaleza, y engendra muerte en sus almas. Que el Espíritu

Santo haga que esta palabra sea eficaz para ese misericordioso fin.

I. He de invitarles a considerar el tema, primero, viendo a LA PERSONA

EN PELIGRO MORTAL, para la cual la serpiente de bronce fue hecha

y alzada. Nuestro texto dice: “Y cuando alguna serpiente mordía a alguno,

miraba a la serpiente de bronce, y vivía.”

Notemos que las serpientes ardientes llegaron en medio del pueblo,

antes que nada, porque ese pueblo había despreciado el camino de Dios y

el pan de Dios. “Y se desanimó el pueblo por el camino.” Era el camino de

Dios, Él lo había escogido para ellos, y lo había elegido en sabiduría y

misericordia, pero ellos murmuraron contra el camino. Como afirma un

viejo teólogo: “era solitario y prolongado,” pero, aun así, era el camino de

Dios, y, por tanto, no tenía que ser aborrecible: Su columna de fuego y

de nube iba delante de ellos, y Sus siervos, Moisés y Aarón, los conducían

como un rebaño, y debieron haberles seguido alegremente. Cada paso

de su recorrido previo había sido ordenado rectamente, y debieron

haber estado sumamente seguros de que ese rodeo de la tierra de Edom,

fue también ordenado rectamente.

Pero, no; ellos altercaron con el camino de Dios, y querían que fuera a

su manera. Esta es una de las permanentes necedades de los hombres;

no pueden contentarse con esperar en el Señor y guardar Su camino, sino

que prefieren una voluntad y un camino propios.

El pueblo también altercó con la comida de Dios. Él les suministró lo

mejor de lo mejor, pues “pan de nobles comió el hombre”; pero ellos se

refirieron al maná con un título oprobioso, que en el hebreo contiene un

matiz de ridículo, y aun en nuestra traducción, transmite la idea de desprecio.


Decían: “Nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano,” como

si lo consideraran insustancial y útil sólo para inflarlos, porque era

de fácil digestión, y no producía en ellos ese calor de la sangre y la tendencia

a las enfermedades que una dieta más pesada habría producido.

Estando descontentos con su Dios, ellos altercaron con el pan que puso

sobre su mesa, aunque sobrepasaba a cualquiera que el mortal hubieSermón

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re comido jamás antes o después. Esta es otra de las necedades del

hombre; su corazón rehúsa alimentarse de la palabra de Dios o creer en

la verdad de Dios. El hombre apetece el alimento de carne de la razón

carnal, los puerros y los ajos de la tradición supersticiosa, y los pepinos

de la especulación; no puede tolerar que su mente se rebaje a creer en la

Palabra de Dios, o a aceptar una verdad tan simple, tan adecuada a la

capacidad de un niño.

Muchas personas demandan algo más hondo que lo divino, más profundo

que lo infinito, más liberal que la gracia inmerecida. Altercan con

el camino de Dios, y con el pan de Dios, y por eso se presentan entre

ellos las serpientes ardientes de la concupiscencia maligna, de la soberbia

y del pecado.

Yo me podría estar dirigiendo a algunas personas que hasta este momento

han altercado con los preceptos y con las doctrinas del Señor, y

quisiera advertirles afectuosamente que su desobediencia y su presunción

conducirán al pecado y al abatimiento. Los rebeldes contra Dios son

propensos a volverse peores y peores. Las modas del mundo y las corrientes

del pensamiento alientan los vicios y los crímenes del mundo. Si


anhelamos los frutos de Egipto, pronto nos enfrentaremos a las serpientes

de Egipto. La consecuencia natural de volverse en contra de Dios,

como serpientes, es encontrar serpientes que acechan nuestro paso. Si

abandonamos al Señor en espíritu, o en doctrina, la tentación pondrá

una emboscada en nuestro camino y el pecado morderá nuestros pies.

Les pido que observen cuidadosamente que aquellas personas para

quienes la serpiente de bronce fue alzada especialmente, habían sido ya

mordidas por las serpientes. El Señor envió entre aquellas personas serpientes

ardientes, pero no fue que las serpientes estuvieran entre ellas lo

que involucró el izamiento de una serpiente de bronce, sino que fue que

las serpientes en realidad las mordieran, lo que condujo a la provisión de

un remedio. “Y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.” Las

únicas personas que efectivamente miraban y obtenían un beneficio de la

portentosa curación levantada en medio del campamento, eran aquellas

que habían sido ya mordidas por las víboras.

La noción común es que la salvación es para la gente buena, que la

salvación es para quienes luchan contra la tentación, que la salvación es

para los que están espiritualmente sanos: pero cuán diferente es la palabra

de Dios. La medicina de Dios es para los enfermos, y Su salud es para

los que sufren dolencias. La gracia de Dios, otorgada por medio de la

expiación de nuestro Señor Jesucristo, es para los hombres que son efectiva

y realmente culpables.

Nosotros no predicamos una salvación sentimental de una culpa imaginada,

sino un perdón real y verdadero de ofensas reales. A mí no me

importan nada los supuestos pecadores: ustedes, que nunca hicieron

nada malo, ustedes, que son tan buenos interiormente que están perfectamente
bien, yo no tengo nada que ver con ustedes, pues soy enviado a

predicar de Cristo a aquellos que están llenos de pecado, y son dignos de

la ira eterna. La serpiente de bronce era un remedio para aquellos individuos

que habían sido realmente mordidos.

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¡Qué cosa tan terrible es ser mordido por una serpiente! Me atrevería a

decir que algunos de ustedes recuerdan el caso de Gurling, uno de los

guardas de los reptiles en el Jardín Zoológico. El hecho sucedió en Octubre

de 1852, y, por tanto, algunos de ustedes podrán recordarlo. Ese

desdichado individuo estaba por despedirse de un amigo que iba a viajar

a Australia, y de acuerdo a la costumbre de muchos, tenía que tomar

unas copas con su amigo. Bebió cantidades considerables de ginebra, y

aunque probablemente se habría enojado mucho si alguien le hubiese

dicho que estaba borracho, sin embargo, la razón y el sentido común

habían sido evidentemente sometidos. Regresó a su puesto en el zoológico

en un estado de excitación. Unos meses antes había visto una exhibición

de encantamiento de serpientes, que todavía permanecía en su pobre

cerebro entontecido. Debía emular a los egipcios, y jugar con las serpientes.

Primero sacó de su jaula a una serpiente venenosa de Marruecos,

que puso alrededor de su cuello, se la enroscó y dejó que rodeara su

cuerpo. Felizmente para él, no llegó a despertarse bien como para morderle.

El guarda asistente gritó: “por Dios, regresa la serpiente,” pero el

insensato replicó: “estoy inspirado.” Esta serpiente letal estaba un poco

aletargada por el frío de la noche anterior, y, por tanto, el atolondrado

individuo la puso en su pecho hasta que revivió, y se deslizó hacia abajo


y su cabeza emergió en la parte trasera de su chaleco. La tomó por el

cuerpo, como a un pie de distancia de la cabeza, y luego, con la otra mano

la tomó de un poco más abajo, intentando sostenerla por la cola para

hacerla girar alrededor de su cabeza. La sostuvo un instante contra su

cara, y como el fogonazo del rayo, la serpiente le mordió en medio de los

ojos. La sangre corrió a torrentes por su rostro, y llamó pidiendo ayuda,

pero su compañero huyó horrorizado; y, según declaró al jurado, no supo

cuánto tiempo estuvo ausente, pues estaba ‘perplejo’. Cuando llegó la

ayuda, Gurling estaba sentado en una silla, después de regresar la cobra

a su jaula. Comentó: “soy hombre muerto.” Lo pusieron en un carruaje, y

lo transportaron al hospital. Primero perdió el habla, y sólo podía señalar

su garganta y gemir; luego la visión le falló, y finalmente perdió su oído.

Su pulso disminuyó gradualmente, y en el plazo de una hora desde el

momento en el que había sido mordido, era un cadáver. Sólo había una

marca pequeñita sobre el puente de su nariz, pero el veneno se dispersó

por el cuerpo, y murió.

Les cuento esta historia para que la usen como una parábola y aprendan

a no jugar nunca con el pecado, y también para presentar vívidamente

ante ustedes en qué consiste ser mordido por una serpiente. Supongan

que Gurling hubiera podido ser curado si hubiese mirado a un

trozo de bronce, ¿no habrían sido buenas noticias para él? No hubo remedio

para esa pobre criatura infatuada, pero sí hay un remedio para

ustedes. Jesucristo es levantado para los hombres que han sido mordidos

por las serpientes ardientes del pecado: no únicamente para ustedes,

que todavía están jugando con la serpiente, no únicamente para ustedes,

que la han cobijado en su pecho, y la han sentido deslizándose sobre su


piel, sino para ustedes, que han sido realmente mordidos, y que están

mortalmente heridos. Si alguien es mordido de tal forma que se enferma

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Volumen 25 www.spurgeon.com.mx 5

por el pecado, y siente el mortífero veneno en su sangre, Jesús es expuesto

hoy para él. La gracia soberana provee un remedio aun para los

casos considerados extremos.

La mordedura de la serpiente era dolorosa. El texto nos informa que

estas serpientes eran serpientes “ardientes,” lo que podría referirse, tal

vez, a su color, pero más probablemente se refiere a los abrasadores efectos

de su veneno. Calentaba y encendía la sangre de tal forma, que cada

vena se convertía en un río hirviente, crecido por la angustia. En algunos

hombres ese veneno de áspides que llamamos pecado, ha inflamado sus

mentes. Están intranquilos, descontentos, y llenos de temor y de angustia.

Escriben su propia condenación, están seguros de que están perdidos,

y rehúsan todas las buenas nuevas de esperanza. No se puede lograr

que presten una atención calmada y sobria al mensaje de la gracia.

El pecado produce en ellos tal terror, que se rinden como hombres muertos.

En su propia aprensión son, como dice David: “Abandonados entre

los muertos, como los pasados a espada que yacen en el sepulcro, de

quienes no te acuerdas ya.” La serpiente de bronce fue levantada para

los hombres mordidos por las serpientes ardientes, y Jesús es predicado

a los hombres envenenados de hecho por el pecado. Jesús murió por

aquellos que se encuentran totalmente desesperados: por aquellos que

no pueden pensar rectamente, por aquellos cuyas mentes son sacudidas

de arriba abajo, por quienes ya están condenados; por esos fue levantado
el Hijo del hombre en la cruz. Qué cosa tan confortable es que podamos

decirles esto.

La mordedura de esas serpientes era, como les he dicho, mortal. Los israelitas

no podían tener ninguna duda al respecto, pues en su propia

presencia “murió mucho pueblo de Israel.” Vieron morir, por las mordeduras

de las serpientes, a sus propios amigos, y hasta ayudaron a enterrarlos.

Sabían por qué habían muerto, y estaban seguros de que era debido

a que el veneno de las serpientes ardientes corría por sus venas. No

tenían ninguna excusa para imaginar que podrían ser mordidos y, sin

embargo, vivir.

Ahora, nosotros sabemos que muchos han perecido como resultado

del pecado. No tenemos ninguna duda acerca de lo que el pecado hará,

pues la palabra infalible nos enseña que “la paga del pecado es la muerte,”

y, también que, “el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”

Sabemos, asimismo, que esta muerte es una miseria sin fin, pues la Escritura

describe a los perdidos como siendo arrojados a las tinieblas exteriores,

“donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.”

Nuestro Señor habla de los condenados que van al castigo eterno, donde

habrá llanto y lamento y crujir de dientes. No hemos de tener ninguna

duda al respecto de eso, y la mayoría de quienes profesan dudarlo, son

aquellos que temen que será su propia porción, que saben que van a

descender al dolor eterno, y, por tanto, tratan de cerrar sus ojos a su inevitable

condena.

Ay, qué terrible es que encuentren aduladores en el púlpito que favorezcan

su amor al pecado tocando la misma melodía. Nosotros no somos

de su clase. Nosotros creemos en lo que el Señor ha dicho en toda su so6


Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada Sermón #1500

6 www.spurgeon.com.mx Volumen 25

lemnidad de terror, y, conociendo los terrores del Señor, persuadimos a

los hombres que escapen de eso.

Pero era para los hombres que habían experimentado la mordedura

mortal, para los hombres sobre cuyos pálidos rostros la muerte comenzaba

a poner su sello, para los hombres cuyas venas estaban ardiendo

internamente con ese terrible veneno de la serpiente; para ellos fue que

Dios dijo a Moisés: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta;

y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.”

No hay ningún límite establecido para la etapa de envenenamiento: sin

importar cuánto hubiese avanzado, el remedio tenía todavía poder. Si

una persona hubiera sido mordida un instante antes, aunque sólo viera

unas cuantas gotas brotando, y sólo sintiera un pequeño dolor, podía

mirar y vivir, y si hubiera esperado, infelizmente esperado, aun por media

hora, y el habla le fallara, y el pulso se debilitara, pero, si podía mirar,

viviría de inmediato. No se estableció ningún límite para el poder de

este remedio divinamente ordenado, o para la libertad de su aplicación a

quienes lo necesitaran. La promesa no contenía ningún cláusula condicional:

“Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá,” y nuestro

texto nos dice que la promesa de Dios se aplicó en cada caso, sin excepción,

pues leemos: “Y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba

a la serpiente de bronce, y vivía.” Así, entonces, he descrito a la persona

que se encontraba en peligro mortal.

II. En segundo lugar, consideremos EL REMEDIO PROVISTO PARA

ESA PERSONA. Este era tan singular como efectivo. Era puramente de
origen divino, y es claro que su invención, y su empoderamiento eran enteramente

de Dios.

Los hombres han prescrito diversos fomentos, cocciones, y operaciones

para las mordeduras de serpiente: yo no sé qué tanto se pueda depender

de ellos, pero esto sí sé: preferiría no ser mordido para no tener

que probar ninguno de ellos, incluso aquellos que estén en boga.

No había ningún remedio de ningún tipo para las mordeduras de las

serpientes ardientes en el desierto, excepto este que Dios había provisto,

y, a primera vista, ese remedio debe haber parecido disparatado. ¡Una

simple mirada a la figura de una serpiente sobre una asta! ¡Qué improbable

era que funcionara! ¿Cómo y por qué medios podría efectuarse una

curación al mirar simplemente a un trozo de bronce retorcido? Parecía,

en verdad, que era casi una burla que se les pidiera a los hombres que

miraran a lo mismo que había provocado su desgracia. ¿Acaso se podría

curar la mordedura de una serpiente, mirando a una serpiente? ¿Traería

también vida aquello que ocasionaba la muerte? Pero en esto radicaba la

excelencia del remedio, que era de origen divino, pues cuando Dios ordena

una cura, está obligado, por ese mismo hecho, a poner una fuerza en

ella. Él no concebirá un fracaso, ni prescribirá una burla. Siempre nos

bastará saber que Dios ordena un camino de bendición para nosotros,

pues si Él ordena, ha de cumplirse el resultado prometido. No necesitamos

saber cómo funcionará; nos basta que la gracia poderosa de Dios

esté comprometida a hacer que produzca un bien para nuestras almas.

Sermón #1500 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada 7

Volumen 25 www.spurgeon.com.mx 7

Este remedio particular de una serpiente levantada en un asta era


sumamente instructivo, aunque no supongo que Israel lo hubiese entendido.

Nosotros hemos recibido la enseñanza de nuestro Señor y sabemos

su significado. Se trataba de una serpiente empalada a un asta. Así como

tomarías un asta aguda y la atravesarías en la cabeza de una serpiente

para matarla, de igual manera esta serpiente de bronce era exhibida como

muerta, y colgada como exangüe ante la vista de todos. Era la imagen

de una serpiente muerta.

Es una maravilla de maravillas que nuestro Señor Jesús condescienda

a ser simbolizado por una serpiente muerta. La instrucción para nosotros,

después de leer el evangelio de Juan, es esta: nuestro Señor Jesucristo,

en infinita humillación, se dignó venir al mundo, y aceptó ser

hecho maldición por nosotros. La serpiente de bronce no tenía veneno en

sí, pero adoptó la forma de una serpiente ardiente. Cristo no es un pecador,

y no hay pecado en Él. Pero la serpiente de bronce tenía la forma de

una serpiente; y de la misma manera, Jesús fue enviado por Dios “en

semejanza de carne de pecado.” Él vino bajo la ley, y el pecado le fue imputado,

y, por tanto, cayó bajo la ira y la maldición de Dios por causa

nuestra. En Cristo Jesús, si le miran en la cruz, verán que el pecado es

herido de muerte y colgado como una serpiente muerta: también allí la

muerte es abolida, pues “Jesucristo… quitó la muerte y sacó a luz la vida

y la inmortalidad”: y allí también la maldición es cancelada para siempre

debido a que Él la soportó, siendo “hecho por nosotros maldición (porque

está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).” Así estas

serpientes son colgadas en la cruz como un espectáculo para todos los

espectadores, todas muertas por nuestro agonizante Salvador. El pecado,

la muerte, y la maldición son ahora como serpientes muertas.


¡Oh, qué espectáculo! Si pudieran verlo, qué goce les proporcionaría.

Si los hebreos hubieran entendido el significado de esa serpiente muerta,

colgada de un asta, les habría profetizado el glorioso cuadro que nuestra

fe contempla en este día: Jesús inmolado, y el pecado, la muerte y el infierno

muertos en Él. Entonces, el remedio que debía ser contemplado

era sumamente instructivo, y conocemos la instrucción que tenía el

propósito de comunicarnos.

Por favor recuerden que en todo el campamento de Israel no había sino

un remedio para la mordedura de serpiente, y ese remedio era la serpiente

de bronce; y sólo había una serpiente de bronce, y no dos. Israel no

podía hacer otra. Si hubiesen hecho una segunda serpiente, no habría

tenido ningún efecto: había una serpiente, y sólo una, y esa fue levantada

en alto en el centro del campamento, para que si alguien fuera mordido

por una serpiente, pudiera mirarla y viviera.

Hay un Salvador, y sólo uno. No hay otro nombre bajo el cielo, dado a

los hombres, en que podamos ser salvos. Toda la gracia está concentrada

en Jesús, de quien leemos, “Agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”

Cristo soportó la maldición y terminó con la maldición; Cristo fue

herido en el calcañar por la serpiente antigua, pero hirió la cabeza de la

serpiente: es a Cristo únicamente que hemos de mirar, si queremos vivir.

8 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada Sermón #1500

8 www.spurgeon.com.mx Volumen 25

Oh pecador, mira a Jesús en la cruz, pues Él es el único remedio para

toda forma de heridas envenenadas de pecado.

Sólo había una serpiente sanadora, y esa era resplandeciente y lustrosa.

Era una serpiente de bronce, y el bronce es un metal reluciente. Se


trataba de un bronce recién forjado, y, por ello, no estaba empañado, y

siempre que el sol brillaba, se reflejaba un resplandor que provenía de la

serpiente. Podría haber sido una serpiente de madera o de cualquier otro

metal, si Dios lo hubiese ordenado así; pero Él mandó que debiera ser de

bronce, para que estuviera rodeada de brillo.

¡Qué brillo hay alrededor de nuestro Señor Jesucristo! Si simplemente

lo exponemos en Su propio metal verdadero, es lustroso a los ojos de los

hombres. Si predicamos simplemente el Evangelio, y no pensamos nunca

en adornarlo con nuestro pensamiento filosófico, veremos que hay suficiente

brillo en Cristo para captar el ojo del pecador, ay, y en verdad capta

el ojo de miles de personas. El Evangelio eterno fulgura desde lejos en

la persona de Cristo. Así como el estandarte de bronce reflejaba los rayos

del sol, así también Jesús refleja el amor de Dios por los pecadores, y

viéndolo, miran por fe y viven.

Además, este remedio era duradero. Era una serpiente de bronce, y yo

supongo que permaneció en medio del campamento a partir de ese día.

No era de ninguna utilidad después de que Israel entró en Canaán, pero,

mientras se encontraba en el desierto, era probablemente exhibida en el

centro del campamento, muy cerca de la puerta del tabernáculo, sobre

un estandarte elevado. En alto y abierta a las miradas de todos, pendía

esa imagen de una serpiente muerta: la perpetua cura para el veneno de

serpiente. Si hubiese sido hecha de otros materiales, podría haberse

quebrado, o podría haberse arruinado, pero una serpiente de bronce duraría

en tanto que las serpientes ardientes importunaran el campamento

en el desierto. En tanto que hubiese un hombre mordido, allí estaba la

serpiente de bronce para sanarle.


Qué consuelo es este, que Jesús salve todavía perpetuamente a todos

los que por Él se acerquen a Dios, viviendo siempre para interceder por

ellos. El ladrón moribundo contempló el resplandor de esa serpiente de

bronce cuando miró a Jesús colgado a su lado, y le salvó; y de igual manera

ustedes y yo podemos mirar y vivir, pues “Jesucristo es el mismo

ayer, y hoy, y por los siglos.”—

“Desfallecida mi cabeza y enfermo mi corazón,

Herido, lacerado por todas partes,

Siento el aguijón ardiente de Satanás

Envenenado con la soberbia del infierno:

Pero si al borde de la muerte,

Dirijo mis ojos a lo alto,

Veo a Jesús levantado,

Y vivo por Él, que murió por mí.”

Yo espero no anublar mi tema con estas figuras. No deseo hacer eso,

sino más bien deseo presentárselos claramente. Para todos ustedes que

sean realmente culpables, para todos ustedes que han sido mordidos por

la serpiente, el remedio seguro es mirar a Jesucristo, que cargó sobre Sí

nuestro pecado, y murió en el lugar del pecador, “Al que no conoció peSermón

#1500 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada 9

Volumen 25 www.spurgeon.com.mx 9

cado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos

justicia de Dios en él.” El único remedio de ustedes está en Cristo y en

ninguna otra parte. Mírenlo a Él y sean salvos.

III. Esto nos lleva a considerar, en tercer lugar, LA APLICACIÓN DEL

REMEDIO, o el vínculo entre el hombre mordido por la serpiente y la


serpiente de bronce que había de curarle. ¿Cuál era el vínculo? Era del

tipo más simple imaginable. La serpiente de bronce hubiera podido ser

llevada, si Dios lo hubiese ordenado así, a la tienda donde estaba el enfermo,

pero no fue así. El remedio podría haber sido aplicado por frotación:

podría haberse esperado que el mordido repitiera una cierta forma

de oración, o que el sacerdote realizara una ceremonia, pero no había

nada de eso; el enfermo sólo tenía que mirar.

Era bueno que la cura fuera tan simple, pues el peligro era muy frecuente.

Las mordeduras de la serpiente se daban de diversas maneras;

un hombre podía estar recogiendo varas, o simplemente caminando en

los alrededores y era mordido. Incluso ahora, en el desierto, las serpientes

son un peligro. El señor Sibree comenta que en una ocasión vio lo

que parecía ser una piedra redonda, hermosamente marcada. Extendió

su mano para tomarla cuando, para su horror, descubrió que era una

serpiente viva que estaba enrollada.

Durante todo el día, cuando las serpientes ardientes eran enviadas en

medio de ellos, los israelitas debían haber estado en peligro. En sus camas

y cuando comían, en sus tiendas y cuando salían, estaban expuestos

al peligro. Estas serpientes son llamadas por Isaías “serpientes voladoras,”

no porque volaran realmente, sino porque se contraen y luego

súbitamente saltan, hasta alcanzar una considerable altura, y un hombre

puede ser sorprendido y atacado en su pierna cuando aún está lejos

del alcance de estos malignos reptiles.

¿Qué debía hacer un hombre? No tenía que hacer nada sino pararse

fuera de la puerta de su tienda, y mirar hacia el lugar donde resplandecía,

lejos, el fulgor de la serpiente de bronce, y en el instante en que miraba,


era sanado. No tenía que hacer otra cosa sino mirar; no se necesitaba

de ningún sacerdote, ni de agua bendita, ni de un abracadabra, ni de

misal, ni de ninguna otra cosa excepto una mirada.

Un obispo de la iglesia romana le dijo a uno de los primeros reformadores,

cuando predicó la salvación por la fe simple: “Oh señor doctor,

abra ese portillo a la gente y estaremos arruinados.” Y arruinados están,

en verdad, pues el negocio y el comercio del sacerdocio están terminados

para siempre si los hombres simplemente confían en Jesús y viven.

Pero así es. Crean en Él, ustedes que son pecadores, pues este es el

significado espiritual de mirar, y de inmediato su pecado es perdonado, y

lo que todavía es más, su poder mortal cesa de operar dentro de su espíritu.

Hay vida en una mirada a Jesús; ¿acaso no es esto lo suficientemente

sencillo?

Pero, por favor, noten cuán estrictamente personal era. Un hombre no

podía ser curado por cualquier cosa que alguien más hiciera por él. Si

era mordido por la serpiente y hubiese rehusado mirar a la serpiente de

bronce, y se hubiese retirado a su cama, ningún médico le hubiera podi10

Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada Sermón #1500

10 www.spurgeon.com.mx Volumen 25

do ayudar. Una madre piadosa podría arrodillarse y orar por él, pero no

serviría de nada. Las hermanas podrían entrar y suplicarle, los ministros

podrían ser llamados para que vinieran para orar para que el hombre

pudiese vivir; pero tendría que morir a pesar de sus oraciones si no mirara.

Sólo había una única esperanza para su vida: debía mirar a esa serpiente

de bronce. Sucede exactamente lo mismo con ustedes. Algunos me

han escrito pidiéndome que ore por ellos: así lo he hecho, pero de nada
serviría a menos que ustedes mismos crean en Jesucristo. No hay debajo

de las bóvedas del cielo, ni en el cielo, ninguna esperanza para ninguno

de ustedes a menos que crean en Jesucristo.

Quienquiera que seas, por muy mordido que estés por la serpiente, y

por cercano que estés a la muerte, si miras al Salvador, vivirás; pero si

no hicieras eso, debes ser condenado, tan ciertamente como vives. En el

último gran día, deberé dar testimonio en contra tuya, que te he dicho

esto directa y claramente. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo;

mas el que no creyere, será condenado.” No hay otra ayuda para eso;

puedes hacer lo que quieras, unirte a la iglesia que te plazca, tomar la

Cena del Señor, ser bautizado, aplicarte severas penitencias, o entregar

todos tus bienes para alimentar a los pobres, pero eres un hombre perdido

a menos que mires a Jesús, pues Él es el único remedio; e incluso el

propio Jesucristo no puede ni quiere salvarte, a menos que lo mires a Él.

No hay nada en Su muerte que te salve, no hay nada en Su vida que te

salve, a menos que confíes en Él. Se reduce a esto: debes mirar, y mirar

por ti mismo.

Y luego, además, es muy instructivo. ¿Qué significaba esa mirada?

Significaba esto: la autoayuda ha de ser abandonada, y ha de confiarse

en Dios. El hombre herido diría: “no debo quedarme aquí para mirar mi

herida, pues eso no me salvaría. ¡Mira allí donde la serpiente me atacó, la

sangre está brotando, teñida de negro por el veneno! ¡Cómo arde y se inflama!

Mi propio corazón desfallece. Pero todas estas reflexiones no me

aliviarán. Debo mirar lejos de allí, a la serpiente de bronce que ha sido

levantada.” Es inútil mirar a cualquier otro lado excepto al único remedio

ordenado por Dios.


Los israelitas deben haber entendido tanto como esto: que Dios requiere

que confiemos en Él, y que usemos este instrumento de salvación.

Debemos hacer conforme nos ordene, y confiar que Él obrará nuestra cura;

y si no queremos hacer esto, hemos de morir eternamente.

Esta forma de curación tenía la intención de que magnificaran el amor

de Dios, y atribuyeran su salud enteramente a la gracia divina. La serpiente

de bronce no era meramente un cuadro, tal como les he indicado,

que mostrara a Dios quitando el pecado al aplicar Su ira en Su Hijo, sino

que era una demostración del amor divino. Y esto lo sé porque Jesús

mismo dijo: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario

que el Hijo del hombre sea levantado… Porque de tal manera amó

Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”: afirmando claramente

que la muerte de Cristo en la cruz era una demostración del amor de

Dios a los hombres; y cualquiera que mire a ese sumamente grandioso

Sermón #1500 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada 11

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despliegue del amor de Dios al hombre, es decir, Su entrega de Su

unigénito Hijo para volverse una maldición, ciertamente vivirá.

Ahora, cuando un hombre era sanado por mirar a la serpiente, no

podía decir que se había curado a sí mismo, pues él únicamente miraba

y no había poder en una mirada. Un creyente nunca reclama ningún

mérito u honor en razón de su fe. La fe es una gracia que niega el yo, y

nunca se atreve a jactarse. ¿Dónde está el grandioso crédito de creer

simplemente la verdad, y confiar humildemente en Cristo para que nos

salve? La fe glorifica a Dios, y, así, nuestro Señor la ha escogido como el

instrumento de nuestra salvación.


Si un sacerdote se hubiera acercado y hubiera tocado al hombre mordido,

este habría podido atribuir algún honor al sacerdote; pero como no

había ningún sacerdote involucrado en el caso, como no se requería de

nada excepto mirar a esa serpiente de bronce, el hombre era llevado a la

conclusión de que el amor y el poder de Dios le habían sanado.

Yo no soy salvo por nada que hubiere hecho, sino por lo que el Señor

ha hecho. Dios quiere que todos nosotros lleguemos a esa conclusión;

todos hemos de confesar que si somos salvos, es por la gracia gratuita,

rica, soberana e inmerecida, mostrada en la persona de Su amado Hijo.

IV. Concédanme un momento en cuanto al cuarto encabezado, que es

LA CURA EFECTUADA. El texto nos informa que “cuando alguna serpiente

mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”; es decir,

era sanado de inmediato. No tenía que esperar cinco minutos, ni cinco

segundos.

Querido lector, ¿oíste esto alguna vez antes? Si no lo hubieras oído,

podría sorprenderte, pero es cierto. Si has vivido en el pecado más negro

posible hasta este preciso instante, pero si ahora crees en Jesucristo,

serás salvado antes de que el reloj suene su próximo tictac. Esto es llevado

a cabo con la presteza de un relámpago; el perdón no es una obra

del tiempo. La santificación necesita de toda una vida, pero la justificación

no necesita más que un instante. Si crees, vives. Si confías en Cristo,

tus pecados desaparecen, y eres un hombre salvo en el instante en

que crees.

“Oh”—dirá alguien—“eso es una maravilla.” Es una maravilla, y seguirá

siendo una maravilla por toda la eternidad. Los milagros de nuestro

Señor, mientras estuvo en la tierra, fueron casi en su mayoría, instantáneos.


Él los tocaba y los que padecían de fiebre eran capaces de levantarse

y ministrarle. Ningún doctor podría curar una fiebre de esa manera,

pues queda una debilidad resultante después de que el calor de la

fiebre es abatido. Jesús obra curaciones perfectas, y quien crea en Él,

aunque sólo hubiere creído un minuto, es justificado de todos sus pecados.

¡Oh, la gracia incomparable de Dios!

Este remedio sanaba una y otra vez. Muy posiblemente, después de

que un hombre había sido curado, podía regresar a su trabajo, y ser atacado

por una segunda serpiente, pues había camadas de ellas por todos

lados. ¿Qué tenía que hacer? Pues, mirar otra vez, y si era herido mil veces,

tenía que mirar mil veces.

12 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada Sermón #1500

12 www.spurgeon.com.mx Volumen 25

Tú, amado hijo de Dios, si has pecado contra tu conciencia, mira a

Jesús. La manera más sana de vivir donde las serpientes proliferan, es

no quitar nunca tu ojo de la serpiente de bronce en absoluto. Ah, ustedes,

víboras, ustedes pueden morder si quieren; en tanto que mi ojo esté

clavado en la serpiente de bronce, yo desafío a sus colmillos y a sus bolsas

de veneno, pues tengo un remedio permanente obrando dentro de

mí. La tentación es vencida por la sangre de Jesús. “Esta es la victoria

que ha vencido al mundo, nuestra fe.”

Esta curación era de eficacia universal para todos los que la usaban. No

había ningún caso en todo el campamento, de un hombre que mirara a

la serpiente de bronce y sin embargo muriera, y nunca habrá ningún caso

de un hombre que mire a Jesús, que permanezca bajo condenación.

El creyente debe ser salvo. Algunas de las personas debían mirar desde
una larga distancia. El asta no podía estar a una igual distancia de todos,

pero en tanto que pudieran ver la serpiente, sanaba tanto a quienes

estaban lejos como a los que estaban cerca. Tampoco importaba si sus

ojos eran débiles. No todos los ojos tenían igualmente una mirada aguda,

y algunos podrían haber sido bizcos, o tener una visión débil, o únicamente

un ojo, pero si miraban, vivían. Tal vez el hombre difícilmente podía

discernir la forma de la serpiente cuando miraba. “Ah”—se decía—“no

puedo discernir las roscas de la serpiente de bronce, pero puedo ver el

resplandor del metal”; y vivía.

Oh, pobre alma, tal vez no puedas ver a todo Cristo ni todas Sus bellezas,

ni todas las riquezas de Su gracia, pero si puedes ver que fue hecho

pecado por nosotros, vivirás. Si dices: “Señor, yo creo; ayuda mi incredulidad,”

tu fe te salvará; un poco de fe te proporcionará a un gran Cristo, y

tú encontrarás vida eterna en Él.

De esta manera he procurado describir la cura. Oh, que el Señor quiera

obrar esa cura en cada pecador que está aquí en este momento. Pido

que lo haga.

Es un pensamiento agradable que si miraban aquella serpiente de

bronce bajo cualquier tipo de luz, vivían. Muchos la contemplaban al

resplandor del mediodía, y veían sus relucientes roscas, y vivían; pero no

me sorprendería que algunos fueran mordidos de noche, y bajo la luz de

la luna se acercaban y miraban hacia arriba y vivían. Tal vez era una noche

oscura y tormentosa, y no era visible ninguna estrella. La tempestad

retumbaba en lo alto, y de la lóbrega nube se desprendía el rayo, partiendo

las rocas. Por al resplandor de esa súbita llama, el moribundo

descubría a la serpiente de bronce, y aunque viera sólo un instante, vivía.


De igual manera, pecador, si tu alma está envuelta en la tormenta, y

si de la nube se desprende un solo rayo de luz, mira a Jesucristo con la

ayuda de ese rayo y vivirás.

V. Concluyo con este último asunto de consideración: aquí hay UNA

LECCIÓN PARA QUIENES AMAN A SU SEÑOR. ¿Qué debemos hacer nosotros?

Debemos imitar a Moisés, cuya responsabilidad consistió en colocar

a la serpiente de bronce sobre un asta. Es tanto su responsabilidad

como la mía poner en alto el Evangelio de Cristo Jesús, para que todos

puedan verlo. Todo lo que Moisés tenía que hacer era colgar a la serpienSermón

#1500 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada 13

Volumen 25 www.spurgeon.com.mx 13

te de bronce a la vista de todos. Él no dijo: “Aarón, trae tu incensario, y

trae contigo a muchos sacerdotes, y formen una nube de perfume.” Tampoco

dijo: “yo mismo iré vestido con mis ropas de legislador, y me pondré

allí.” No, Moisés no tenía nada que ver con lo que era pomposo o ceremonial.

Sólo tenía que mostrar a la serpiente de bronce y dejarla desnuda

y disponible a la mirada de todos. No dijo: “Aarón, trae aquí un manto

de oro, envuelve a la serpiente en azul y carmesí y lino fino.” Un acto así

habría sido claramente contrario a sus órdenes. Él debía mantener a la

serpiente descubierta. Su poder radicaba en sí misma, y no en lo que la

circundaba. El Señor no le dijo que pintara el asta, o que lo decorara con

los colores del arcoíris. Oh, no. Cualquier asta serviría. Los moribundos

no necesitaban ver el asta, ellos necesitaban contemplar únicamente a la

serpiente. Me atrevería a decir que hizo un asta nítida, pues la obra de

Dios debe hacerse decentemente, pero aun así, la serpiente era lo único

que había que mirar.


Esto es lo que tenemos que hacer con nuestro Señor. Hemos de predicarlo

a Él, enseñarlo a Él, y hacerlo visible a Él para todos. No debemos

ocultarle por nuestros intentos de involucrar la elocuencia y el conocimiento.

Hemos de terminar con el palo de lanza bruñido de la elocuencia,

y esos trocitos de carmesí y azul, en la forma de grandiosas frases y estrofas

poéticas. Todo ha de hacerse para que Cristo sea visto, y no debe

tolerarse nada que lo esconda.

Moisés se puede ir a casa y acostarse una vez que la serpiente es levantada.

Todo lo que se requiere es que la serpiente de bronce esté visible

tanto de día como de noche. El predicador se puede ocultar, hasta el

punto de que nadie sepa quién es, pues si ha expuesto a Cristo, es mejor

que no se interponga.

Ahora, ustedes maestros, enseñen a Jesús a sus hijos. Muéstrenles a

Cristo crucificado. Mantengan a Cristo delante de ellos. Ustedes que son

jóvenes e intentan predicar, no intenten hacerlo grandiosamente. La verdadera

grandeza de la predicación consiste en que Cristo sea mostrado

grandiosamente en ella. No se necesita de ninguna otra grandeza. Mantengan

el yo en el trasfondo, pero pongan a Jesucristo en medio del pueblo,

evidentemente crucificado entre ellos. Nadie sino Jesús, nadie sino

Jesús. Él ha de ser la suma y la sustancia de toda su enseñanza.

Algunos de ustedes han mirado a la serpiente de bronce, yo lo sé, y

han sido sanados, pero ¿qué han hecho con la serpiente de bronce desde

entonces? No han pasado al frente para confesar su fe y unirse a la iglesia.

No han hablado con nadie acerca de su alma. Meten a la serpiente

de bronce en un baúl y la esconden. ¿Es correcto eso? Sáquenla, y

pónganla en un asta. Publiquen a Cristo y Su salvación. La intención


nunca fue que fuera tratado como una curiosidad de museo; el propósito

es que sea exhibido en las calzadas para que aquellos que han sido mordidos

puedan mirarlo a Él.

“Pero yo no tengo un asta adecuada”—dice uno. El mejor tipo de asta

para mostrar a Cristo es la que sea muy alta, para que pueda ser visto

desde lejos. Exalten a Jesús. Hablen bien de Su nombre. No sé de ninguna

otra virtud que pueda estar en el asta sino su altura. Entre más

14 Número 1500, o, La Serpiente de Bronce Levantada Sermón #1500

14 www.spurgeon.com.mx Volumen 25

puedan hablar en alabanza de Su Señor, entre más alto puedan levantarlo,

será mejor, pero de todos los otros estilos de lenguaje no hay nada

que decir. Levanten en verdad a Cristo.

“Oh”—dice uno—“pero yo no tengo un estandarte largo.” Entonces

levántalo con el que tengas, pues hay a tu alrededor personas de baja estatura

que serían capaces de ver por tu medio.

Creo que les he hablado una vez de un cuadro que vi de la serpiente

de bronce. Quiero que los maestros de la escuela dominical escuchen esto.

El artista representaba a todo tipo de personas juntándose alrededor

del asta, y cuando miraban, las horribles serpientes se desprendían de

sus brazos, y vivían. Había tal multitud alrededor del asta que una madre

no se podía acercar a ella. Cargaba a un bebé que una serpiente había

mordido. Se podían ver las señas azules del veneno. Como no podía

acercarse más, la madre sostuvo en alto al niño, y volvió su cabecita para

que pudiera contemplar con su ojo infantil a la serpiente de bronce y pudiera

vivir.

Hagan esto con los pequeños niños a su cargo, ustedes que son maestros
de la escuela dominical. Aun cuando todavía sean muy pequeñitos,

oren para que miren a Jesucristo y vivan; pues no hay un límite establecido

para su edad. Ancianos mordidos por la serpiente venían tambaleándose

sobre sus muletas. “Tengo ochenta años de edad”—dice uno—

“pero he mirado a la serpiente de bronce, y he sido sanado.” Pequeños

niños era llevados por sus madres, aunque todavía no podían hablar claramente,

y gritaban en su lenguaje infantil: “miro a la gran serpiente y

me bendice.”

Todos los rangos, y sexos, y personalidades y disposiciones miraban y

vivían. ¿Quién quiere mirar a Jesús en esta buena hora? Oh amadas almas,

¿quieren tener vida o no? ¿Despreciarán a Cristo y perecerán? Si es

así, su sangre sea sobre sus propios vestidos. Yo les he hablado del camino

de la salvación de Dios, y ustedes han de apegarse a él. Miren a

Jesús de inmediato. Que Su Espíritu los conduzca dulcemente a hacerlo.

Amén.

Porciones de la Escritura leídas antes del sermón:

Números 21:4-9;

Juan 3:1-18.

‘Yo me gozaría grandemente si este sermón pudiera ser ampliamente distribuido.

Le he pedido a los impresores, los señores Passmore y Alabaster,

que lo publiquen en forma de libro. Puede obtenerse a un precio sumamente

adecuado’. Charles Haddon Spurgeon.

“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y


cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de
bronce, y vivía.” Números 21:9.
En cierta ocacion habalba con un cliente llegamos al tema de la
aoracion y creencia de imágenes de Dios abomina, le preguntaba si
alla en el seminario para sacerdote donde estudio en puerto rico,
porque studio para cura, pero no lo es, no le habían enseñado el
salmo 115, que los ídolos d3l mndo tinen ojos y no ven, bocan tienen
mas no hablan , pies tienen mas no caminan etc,,, y
sorprendentememnte me dijo que la bib lia si permitia el uso de
imágenes, por que Dios había creado una sepiente de bronce paraq
qu el pueblo de Israel la adorara.

Me desarmo con tal ignorancia,jamas había escuchad dosparate tan


grande, como dicen por hai, la saco del estadio.

Le dije mira manito tu no sabes que las cosas del antiguo testamento
son sombras , símbolos y figuras de lo que había de venir. Tod sestos
sucesos era el advenimiento o la llegafa del salvador que Dios había,
Dios nos e contradice, el dijo no te haras imagen ni semejanza de lo
que esta rriba en cielo y debajo en la tierrta en las aguas y debajo
delas aguas, , moises quebró las tablas de la ley por la indigncio que
l pueblo se hiciera un becerro de oro y loa dorase.
2 Reyes 18:4: El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de
Asera, e hizo pedazos la SERPIENTE de bronce que había hecho Moisés, porque hasta
entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.

Buscar el verso de hebreos donde dicen que son sombras.

Vamos ahora a nuestro texto y a la serpiente de bronce.

Si buscan en nel Evangelio de Juan, notarán que su inicio


contiene una especie de lista ordenada de tipos tomados de la
Santa Escritura. Comienza con la creación.
Dios dijo: “Sea la luz,” y Juan declara que Jesús, la Palabra
eterna, es “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, y
que venía a este mundo. Ojo con el oreden de juan juan 3 “Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mastenga vida eterna.”

la serpiente de bronce y comprobar que la promesa es


verdadera, “Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,
vivirá.” Pudiera ser que ustedes, que la han mirado antes,
obtengan un beneficio renovado al mirarla otra vez, mientras
que algunos que no han vuelto nunca sus ojos en esa
dirección..

oh ojala pudieran mirar fijamente al Salvador levantado, y


pudieran ser salvados del veneno abrasador de la serpiente en
esta hora, satanás ha mordido a todos los seres humanos,
mordió a Adán y Eva en el huerto del Edén, y toso nosotros
nacimos contaminados, nacimos envenenados, y mirar hacia la
cruz del calvario es el antídoto para ese veneno, Jesús sana,
salva…de ese veneno mortal del pecado.

Paralelo:

La serpiente de bronce fue diseñada e izada con un propósito


que quien miraba a ella vivía y se le quitaba el veneno,
Jesucristo es figura de aquella serpiente y todo el que lo mira a
el izado en la cruz vivirá.

Nota: serpientes ardientes quiere decir venenosas

La anécdota de la boa. Hay muchos tipos de serpiente injusticia,


forrnicacion, perversidad, avaricia, amlda, envidia, engaño, las
malignidades, los aborrecedores de Dios, los necios , los
impoalcblea, los sin misericirdia, los que practican las obras de
la cvarne, fornicación, adulterio, idoliatria, el afeminado, el q se
hecha con hombrees, cualquiera que halla sido mordido por
algunas de estas serpientes venenosas sirta a cristo izado en
aquella asta será salvo, el aldrond e la cruz esta mordido de
muerte, y miroa cristo colgado en el amdero y fue salvo, arti te
digo desde hot estars conmigo ene el pariso.

Las serpientes sis e les corta la cabeza quedan vivas y si sepisa


la cabeza morderá, asi las epiente antigua q es tipod el diablo
Dios le corto la cabeza le aplasro la cabeza al diablo en la cruz
delñ calvario, pero esa serpiente sigue mordiendo y elq ñla pise
lo morderá, portanto no camines por sus predios q es eñl
desierto del mundo.
la cobra de satanas. Busacr el nombre d ela serpiente q se
camufla.

“Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; el


asta es la cruz del calvario el desierto es el mundo.

¿Cómo y por qué medios podría efectuarse una curación al


mirar simplemente a un trozo de bronce retorcido? Porque la
salvaciones por la fe.

Sólo había una serpiente sanadora, y esa era resplandeciente y


lustrosa. Era una serpiente de bronce, y el bronce es un metal
reluciente. Se trataba de un bronce recién forjado, y, por ello, no
estaba empañado, y siempre que el sol brillaba, se reflejaba un
resplandor que provenía de la
serpiente. Asi jesucristoe sla luz del mundo y cualquiera q el
crea no andar en tinieblas

serpientes son llamadas por Isaías “serpientes voladoras,”

Temo pued como la serpiente…hay quienens han sido mordido


por la serpiente de la apostacia se le ha presentado otro jesusu
que noems el jesusu de la biblia, quien halla sido ordido aunq
nis e aun borracho pero esta ene l error tambine tinen que
mirara cristo izado ene lc alvario

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no


creyere, será condenado

Jesucristo dijo: “Como Moisés levantó la serpiente en el


desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado….”
El que miraba la serpiente era sanado de inmediato. No tenía
que esperar cinco minutos, ni cinco segundos.

Hay quienens toman petróleo por el venenbpod elas serpientes ,


no tomes petróleo toma a ceite el aceite del Espiritu Santo, este
es el antídoto,

Busacr concordancias, buscar elementos d ela mordedura.


Testimonio del misionero.

Moisés su responsabilidad consistió en colocar a la serpiente de


bronce sobre un asta. Es tanto su responsabilidad como la mía
poner en alto el Evangelio de Cristo Jesús, para que todos
puedan verlo.

La serpiente estaba desnuda cristo estaba desnudo quitaron


sus vestidutas.

1 El pueblo: una raza de pecadores, muriendo a causa del pecado Nm 21.6

2 La provisión un Redentor sufriente Nm 21.8

una serpiente «levantada» Jn 3.14

una criatura maldita: Cristo fue hecho maldición Gl 3.13

levantado en un madero, el Hijo del hombre levantado Jn 3.14

hecha de bronce, que podía resistir el fuego Heb 12.2

una serpiente ardiente, (la misma palabra que «serafín» en Is 6) Is 6.6

El propósito una recuperación segura Nm 21.8; Jn 3.15 «Mirad y vivid», «creed y vivid».

Por una serpiente ent el veneno y por uan serpiente terminaría.

Número 21:6: Y Jehová envió entre el pueblo SERPIENTEs ardientes, que mordían al
pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Número 21:7: Entonces el pueblo vino a Moisés
y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que
quite de nosotros estas SERPIENTEs. Y Moisés oró por el pueblo.
Número 21:8: Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una SERPIENTE ardiente, y ponla sobre
una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.

Número 21:9: Y Moisés hizo una SERPIENTE de bronce, y la puso sobre una asta; y
cuando alguna SERPIENTE mordía a alguno, miraba a la SERPIENTE de bronce, y
vivía. Cuando el pecado te muerda mira haci al cruz.

Eclesiastés 10:8: El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la
SERPIENTE.

Isaías 14:29: No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería;
porque de la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto, SERPIENTE voladora.

Jeremías 8:17: Porque he aquí que yo envío sobre vosotros SERPIENTEs, áspides contra
los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jehová.

Miqueas 7:17: Lamerán el polvo como la culebra; como las SERPIENTEs de la tierra,
temblarán en sus encierros; se volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán
a causa de ti.

Mateo 23:33: ¡SERPIENTEs, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la


condenación del infierno?

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