Reflexion y Aplicacion Pastoral Del Texto de La Zarza Ardiendo

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LA REVELACION DEL SEÑOR A MOISES A TRAVES DE LA ZARZA ARDIENDO

Apacentando Moisés las ovejas de Jetró su suegro, sacerdote de Madián, llevó las
ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció
el Angel de Yahvé en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio
que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré
yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo
Yahvé que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés,
Moisés! Y él respondió: Heme aquí (Ex 3, 1–4)

El suceso de la zarza ardiente (Ex 3, 1 ss.) es conocido por todos los estudiosos
de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, lo que ya no es tan familiar es el hecho
de que en el período helenístico, en tiempos del Nuevo Testamento y después, se
desarrolló una tradición exegética sobre la zarza ardiente. De hecho, el símbolo
más característico del judaísmo durante el período del Nuevo Testamento no es la
Estrella de David, los Diez Mandamientos o el Candelabro, sino la zarza ardiente (1)
Por tanto, para entender el espíritu, la teología, la visión del mundo y la mentalidad
del judaísmo clásico y de los antiguos cristianos es importante conocer esta
tradición. El simbolismo exegético de la zarza ardiente en Éxodo capítulo 3 resulta
esencial para comprender las enseñanzas que los antiguos judíos y
judeocristianos obtuvieron del Antiguo Testamento. Así, esta tradición permanece
aún viva en los sermones y homilías de la Iglesia y de la Sinagoga.

Adicional al texto del relato de la zarza presente en el capítulo 3 del éxodo,


podemos apoyarnos en el relato que realiza san Lucas en el capítulo 7, 30 – 31
del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Lo primero que vemos presente en el texto es la imagen del pastor: “Apacentando


Moisés... (Ex 3, 1)”. Este detalle biográfico es narrado debido a que Dios vio que
Moisés era manso y bondadoso: era el tipo de pastor que sacrificaría su propia
vida para salvar a cualquiera del rebaño de Dios. Aunque no fuera una de sus
ovejas la que se extraviase en Madián, Moisés iría a rescatarla. En mi vida estoy

(1) El simbolismo exegético de la zarza ardiente, Etan Levine. 1986, págs. 355-384
dispuesto a sacrificar muchas cosas, pero generalmente con intereses ocultos,
difícilmente puedo decir que estaría dispuesto a desgastarme por alguien más sin
ningún tipo de interés.

La caridad de Moisés: “Apacentando Moisés las ovejas de Jetró su suegro,


sacerdote de Madián... y ascendió a la montaña de Dios (Ex 3, 1)”. Incluso siendo
Jetró un idólatra pagano; como él había tratado a Moisés con benevolencia
amorosa; Moisés atendió su rebaño con dedicación y compromiso, no limitando
esfuerzos para llevarlo a los mejores pastos. En este pasaje me veo confrontado
por el hecho de que no dedico el tiempo suficiente a las cosas del Señor, me
ocupo en múltiples tareas relegando a un segundo plano mi compromiso con mi
comunidad.

La revelación constante de Dios: “y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no


se consumía (Ex 3, 2)”. La revelación de Dios es continua mediante nuevos
elementos de la Sagrada Escritura constantemente expuestos. Así, cuanto más la
estudiamos más se desarrolla. El mensaje del evangelio se renueva cada día, a
pesar de haber sido escrito hace muchos siglos, al meditarlo siento que me habla,
que se dirige directamente a mi realidad, a mi vida.

La curiosidad de Moisés: “Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande
visión, por qué causa la zarza no se quema (Ex 3, 3)” Moisés es un hombre que
deja que surjan en él preguntas, no es el hombre que tiene ya todas las cosas
sistematizadas y catalogadas, el que lo ha entendido todo; es más bien una
persona capaz de plantearse preguntas que exigen una respuesta cuidadosa. De
la misma manera permito que el Señor me sorprenda, me maravillo con muchas
situaciones y personas que se presentan en mi vida, y que se muestran como la
manifestación viva y eficaz de Dios.

Dios llama con amor: “lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés,
Moisés!... (Ex 3, 4)”. Como ocurre en todas las ocasiones en la Biblia, siempre que
Dios llama a una persona repite su nombre dos veces “Abraham, Jacob, Samuel y
Moisés (Gen 32, 11; 46, 2; 1Sam 3, 10)”; aquí también hay una llamada de cariño,
pero a la vez con urgencia, al ver Dios que su pueblo sufría se valió de Moisés
para mostrar su misericordia por quien sufría. Igualmente, Dios se quiere valer de
mi para llegar a otros, a quienes sufren, están solos o esclavizados del mundo.
EN LAS SANDALIAS DE MOISES

Era un día como lo había sido cualquier otro durante los últimos cuarenta años.
Estaba yo apacentando el rebaño en el desierto cerca del monte Horeb. Tal vez
pensaba en todas las cosas a las que había renunciado en Egipto, por haber
matado al capataz egipcio. Había sido miembro de la familia real, con
posibilidades de llegar a ser faraón; ahora era yo un apestoso arreador de ovejas.

El arrear ovejas significaba para mí el tener que quedarme afuera en el campo con
las ovejas, y estar viajando. En el estéril desierto tenía que mantener a mis ovejas
en constante movimiento con el fin de hallar alimento para ellas. Fue aquí, en el
monte Horeb, en el extremo opuesto del desierto, donde recibí el llamado de Dios:

… lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió:


Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham,
Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo
miedo de mirar a Dios. Dijo luego Yahvé: Bien he visto la aflicción de mi pueblo
que está en Egipto, y he oído su clamor… (Ex 3, 4–10).

LA VOCACIÓN DE MOISES, MI PROPIA VOCACIÓN

El relato del llamado de Moisés por parte de Dios, guarda un asombroso parecido
con mi llamado a Cristo y mi llamado al servicio cristiano.

Dios no me habla desde zarzas ardientes, ni a través de ángeles para obtener mi


atención, sino que me llama a través de su palabra. A través de esta puedo saber
cuál es Su voluntad para mí. Él desea que llegue a ser su fiel seguidor. Dios me
llama a ser cristiano fiel todo el tiempo, pero especialmente en momentos difíciles
de mi vida: una enfermedad o una muerte en mi familia, una dificultad financiera,
un fracaso de negocios o un período de desánimo

Las excusas de Moisés, son también mis excusas en la actualidad. La primera


excusa de Moisés fue un «No puedo»: ¿Quién soy yo para que vaya al Faraón, y
saque de Egipto a los hijos de Israel? (3.11). «¡Señor, no puede ser! Soy un
arreador de ovejas, de ochenta años de edad. No tengo influencia alguna sobre el
Faraón ni sobre el pueblo de Israel. A esta excusa prosiguió una segunda: ¿No
tengo conocimiento suficiente, y que les voy a decir? Y por ese estilo de Moisés
fueron aflorando múltiples excusas para negarse a cumplir lo que el Señor le
pedía: El pueblo no me creerá, ellos no me escucharan, …

El ser cristiano implica que tome múltiples decisiones, seguramente muchas de


ellas difíciles de aceptar y defender, pero quizá ese es el pedido que me hace el
Señor en el camino de seguirle. Mi vocación no puede ser solo algo del día
domingo, ni de algunos momentos, por ejemplo, la pastoral de los días sábados;
mas bien debe ser de todo momento, los días difíciles, las situaciones complejas
de mi trabajo, el estar con mi familia y mi comunidad.

UNA APLICACIÓN PASTORAL DEL LLAMADO

CUÁLES SON MIS EXCUSAS ANTE EL LLAMADO QUE ME HACE DIOS

 Dirigido a: Niños que se están preparando para recibir el sacramento de la


eucaristía o que pertenecen a la pastoral infantil.
 Objetivo de la actividad: Mostrar a los niños la importancia que tiene ser
obedientes frente a nuestras tareas diarias.
 Duración: 30 minutos

1. Para captar el interés

Dialogar con los niños sobre diferentes tareas que han recibido. A los pequeños se
pide que hagan cosas sencillas. Cuando los niños son mayores pueden recibir
encargos que demandan más esfuerzo. Les contaría alguna experiencia personal
sobre algo que se me haya encargado hacer. Por ejemplo: enseñar la presente
lección es un importante encargo. ¡En esta parte debo poner mucho amor y
entusiasmo!

2. Compartir el texto de Éxodo 3, 1-10


3. Reflexión acerca del texto leído (5 minutos):

Dios llamó a Moisés para un trabajo muy especial y muy difícil. Desde un principio
le dio una promesa: “Yo estaré contigo”.

Cuando Dios le habló, Moisés no quiso obedecer. ¿Te pasó a ti algo similar?
Mamá te pide que le hagas un favor y tú le dices que no. Tal vez quieres que lo
haga tu hermano. Es muy importante que aprendas a obedecer a tus padres,
maestros y demás personas mayores. Así te será mucho más fácil obedecer a
Dios. Moisés ya era un anciano de 80 años cuando Dios lo llamó. No tienes que
esperar hasta ser anciano para que Dios te use. En la Biblia Dios nos ha
encargado lo que tenemos que hacer. Debemos contar a todo el mundo del amor
de Jesús.

4. Desarrollar la guía para la actividad (2)

a. Desde el texto

Revisa los versículos propuestos y completa la información:

Pasaje bíblico Las excusas de Moisés Las respuestas de Dios

Ex 3, 11

Ex 3, 13

b. Desde mi vida

Ahora piensa las excusas que tú dirías ante algunas situaciones y la respuesta
que escucharías de Dios:

Cual seria la respuesta


Situación Cuál es mi excusa
de Dios

Ayudar a mi mamá con


las tareas de la casa

Visitar a un familiar
enfermo
Invitar a comer a alguien
necesitado

Invitar a mis amigos a la


Iglesia

5. Puesta en común: Compartir con los niños cuales son las excusas mas
comunes que ponemos frente a situaciones en que podemos ayudar a
alguien y como el Señor actúa a través de otros, al tiempo que los invitamos
a reconocer el rostro de Jesús en los necesitados.

EDGARDO SEPÚLVEDA OSORIO


CANDIDATO AL DIACONADO PERMANENTE

(2) Moisés, el llamamiento de un héroe, covchurch.org

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