MICO J., Comentario A La Regla de 1223 (I) - Selecciones de Franciscanismo 75 (1996) 376-404
MICO J., Comentario A La Regla de 1223 (I) - Selecciones de Franciscanismo 75 (1996) 376-404
MICO J., Comentario A La Regla de 1223 (I) - Selecciones de Franciscanismo 75 (1996) 376-404
Tsc CUATRIMESTRAL
m
FRANCISCANISMO
Vol. XXV SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 1996 N.° 75
Publica:
Provincia Franciscana de Valencia, Aragón y Baleares
Redacción y Administración:
Apartado 7.017; 46080 Valencia; Teléfonos 391 20 31 y 391 96 51
forma de vida y regla, sirviéndose, sobre todo, de textos del santo Evangelio,
cuya perfección solamente deseaba. Añadió, con todo, algunas pocas cosas
más, absolutamente necesarias para poder vivir santamente. Entonces se
trasladó a Roma con todos los hermanos mencionados queriendo vivamente
que el señor papa Inocencio III le confirmase lo que había escrito» (1 Cel 32).
La «forma del santo Evangelio» que Francisco adopta y trata de plasmar en
un escrito tiene unas características especiales que enlazan con los Movimien
tos de espiritualidad laica y no con los de tradición monástica o eremítica, más
bien clericales.5 El Evangelio de Misión, común a todos ellos, es el marco en el
que se organiza la «forma de vida» alumbrada por Francisco y que se concreta
en una confianza inmensa en Dios providente que los hace caminar por el
mundo preocupados solamente en agradarle y comunicar la Buena Noticia del
Evangelio.6 El «Propositum» originario de Francisco se concibe como una
«vida»; por tanto, la base sobre la que se apoya la Fraternidad Franciscana más
que jurídica es evangélica.7
La imagen social que da la nueva Fraternidad contrasta enormemente con
el entorno en que aparece. Asís primeramente y después los alrededores
donde vive y actúa el grupo los reciben como provocadores de un orden socio-
religioso que estaba fraguándose en los Comunes y del que se desligan para
ofrecer una alternativa pauperística basada en el Evangelio.8*
La Curia romana tampoco los aceptaba mucho mejor. Inocencio III estaba
aprobando por aquellos años diversos grupos religiosos. En 1201 a los Humi
llados;* en 1208 a los Pobres Católicos de Durando de Huesca;10 en 1210
mención del papa Inocencio III a quien Francisco promete obediencia, muerto
en Perusa en julio de 1216.17
Estas anomalías de la Regla de 1221 se explican por la praxis legislativa de
la Fraternidad.18 La acomodación de la Regla a las necesidades concretas se
realizaba en los Capítulos generales con la aportación de los frailes y los boni
homines que controlaban la Fraternidad por parte de la Curia. Su método era,
más bien, acumulativo, por lo que Hardick insinúa como forma de aproxima
ción al «Propositum» primitivo el desmantelamiento de normas y demás
textos cuyo tiempo de inserción conocemos.
Así, habría que suprimir los textos escriturísticos añadidos por Cesáreo de
Espira; las prescripciones relativas al noviciado y a la posibilidad de pasarse a
otra Orden, según la bula de Honorio III Cum secundum consilium de 1220.
Además habría que añadirle al capítulo I la perícopa de Lucas 9,3 sobre la
Misión de los discípulos, suprimida en un Capítulo general; así como anular
también la concesión hecha por el mismo Capítulo sobre el uso de una segun
da túnica y la posesión de libros.19 Pero, como el mismo Hardick reconoce, la
absoluta integridad del texto es imposible de recuperar, por lo que todo se
reduce a conjeturas.
L a R egla de 1221
17 Cf. A. Q uaglia, «II Prologo delta "Regola non bollata"», Laurentianum 9 (1968)
8 5 -9 1 ; D. F lood, La naissance d'un charisme, 78 ss.
18 Cf. J. de V itry, San Francisco de Asís, 964; 2 Cel 128.
19 L. H ardick, «La Regla franciscana y su primitiva observancia», Verdad y Vida 20
(1962) 402.
20 Además de la nota 16, cf. L. H ardick, «La Regla franciscana», 403; P. B eguin, «La
Regla de 1221», Cuadernos franciscanos de renovación IX (1976) 210.
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 381
21 J. de G iano, Crónica, intr., trad. y notas de J. V. C iurana, Sel Fran 25-26 (1980) 243.
22 «Para que la excesiva diversidad de Ordenes no desemboque en una grave
confusión dentro de la Iglesia de Dios, prohibimos firmemente que, en adelante, nadie
funde una nueva Orden, y si alguien quiere entrar en Religión, lo haga en una de las
aprobadas. Igualmente, quien quisiera fundar una nueva casa religiosa tendrá que
adoptar la regla y las normas de conducta de las Órdenes ya aprobadas» (J. D. M ansi,
Sacrorum Concilium, vol. XXII, 1002).
23 Sobre la influencia del cardenal Hugolino en la organización de la Orden, según
el testimonio de un curial romano —Juan de Campania—, que hace de Hugolino el
estructurador de una Orden que ante Roma aparece como «informe», puede verse: L.
L emens, Testimonia minora saeculi xu de S. Francisco Assisiensi, Collectanea Philosophica-
Theologica III, Quarachi 1926,13 s.; S. da C ampagnola, «La provertá nelle "Regulae"»,
226.
382 JULIO MICÓ
L as exposiciones de la R egla
28 Cf. L. H ardick, «La Regla franciscana» 407 ss; I. J. L ipinski, Regola e legislazione dei
Frati Minori nel secolo xm, Roma 1975, 40 ss.; S. L ópez, «Cometario a la Regla», 442 ss.
29 Cf. S. da C ampagnola, «La povertá nelle "Regulae"», 245 ss.; K. V. Selge, «Franz
von Assisi und Hugolino von Ostia», San Francesco d'Assisi nella ricerca storica degli
ultimi ottanta anni. Atti del IX Convegno del Centro di Studi sulla Spiritualitá medievale,
Todi 1971, 157-222; G. M iccoli, «La storia religiosa», Storia d'ltalia, 2/ 1: Dalla caduta
dell'impero romano al secolo xvm, Einaudi 1974, 757 ss.
30 L P 106; E P 11. Puede verse también R. B. B rooke, Scripta Leonis, Rufini et Angelí
sociorum s. Francisci, Oxford 1970, 202-222; L. I riarte, «L o que san Francisco hubiera
querido decir en la Regla», Estudios Franciscanos 77 (1976) 375-391; Ibid., Sel Fran 17
(1977) 165-178; S. da C ampgnola, «La povertá nelle "Regulae"», 245 ss.; R. M anselli,
«Nos qui cum eofuimus». Contributo alia questione francescana, Roma 1980,193.
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 385
un documento jurídico que emane obligatoriedad,31 sino por verla como una
expresión de su carisma aceptado por la Iglesia; expresión más o menos
incompleta, pero que le es suficiente para recordarle la «forma del santo
Evangelio».
Desde que la Fraternidad se vio obligada, por necesidades de evolución, a
darse una constitución que la definiera, los intentos de formular el carisma
dentro del marco jurídico utilizado por la Curia romana para organizar los
nuevos Movimientos sólo pudieron ser controlados por la tenaz insistencia de
Francisco en mantener su «forma de vida» lo más coherentemente posible con
su inspiración original. La advertencia del Testamento de que «no introduzcan
glosas en la Regla ni en estas palabras diciendo: Esto quieren dar a entender»
(Test 38) indica la tendencia de la nueva Orden por «leer» la Regla en un
contexto jurídico. Una vez desaparecido el Santo, esta propensión ya no conta
rá con obstáculos importantes que la frenen, llegando ya en 1230, solamente
cuatro años después de morir Francisco, a pedir al papa Gregorio IX que les
aclare si la Regla obliga al cumplimiento de todo el Evangelio o solamente a los
preceptos que en ella se contienen.32
La respuesta, después de descalificar el Testamento anotándolo entre los
documentos no jurídicos y, por tanto, no vinculantes para los frailes, trata de
sosegar los ánimos aduciendo que sólo «obliga» lo que está contenido en la
Regla.33Las posteriores interpretaciones auténticas de los Papas, referentes a la
Regla, discurrirán por ese mismo camino del juridicismo,34 y las primeras
exposiciones de la Regla intentarán, igualmente, hacerla inteligible a una
Orden preocupada por su «cumplimiento» desde una óptica jurídica.35
Las exposiciones de los Cuatro Maestros,36 Hugo de Digne,37 San Buena
ventura38 y Ángel Clareno,3940por no citar otros/0 son una muestra del interés
con que abordan la Regla las primeras generaciones de frailes; un interés
condicionado por la nueva situación de la Orden dentro del estatuto eclesial.41
Posteriormente seguirán apareciendo exposiciones de la Regla, todas con el
mismo matiz canónico-jurídico/2 hasta llegar a los años cincuenta en que
comienza a percibirse un giro más espiritual en el tratamiento de este docu
mento.434
Pero será el comentario histórico-espiritual de Esser el que marque el
cambio definitivo en la forma de abordar la Regla/4 En realidad había sido
resiente de cierto juridicismo. Cf. Expositio Hugonis super Regulam Fratrum Minorum
(Ed. A. S isto), en Figure del primo francescanesimo in Provenza, Ugo e Douceline di Digne,
Florencia 1971.
38 Expositio super Regulam Fratrum Minorum, en Opera omnia VIII, 391-437.
39 Expositio Regulae Fratrum Minorum auctore Fr. Angelo Clareno, quam nunc primum
adidit notisque illustravit P. Livarius Oliger, Ad Claras Aquas 1912.
40 J. de P eckam, «Expositio Regulae Fratrum Minorum», Firmamentum trium ordinum,
Venecia 1513, pars III, f. 72ra-76vb; P. J. O livi, «Declaratio super Regulam Fratrum
Minorum», ibid. 196ra-124va. Sobre todo el conjunto puede verse el trabajo de F.
E lizondo en la nota 35.
41 La inserción de la Orden en los cuadros apostólicos de la Iglesia condicionó no
sólo sus estructuras, sino también la mentalidad de los frailes. A este respecto puede
verse: P. M. Gy, «Le statut ecclésiologique de l'apostolat des Précheurs et des Mineurs
avant la querelle des Mendiants», Rev. Se. Ph. Th. 59 (1975) 79-88; Y. M.-J. C ongar,
«Aspects ecclésiologiques de la querelle entre mendiants et séculers dans la seconde
moitié du xiii s. et le début du xiv», Arch. d'hist. doct. et lit du moyen age 36 (1961), 35-151.
42 Cf. F. E lizondo, «Exposiciones de la Regla franciscana publicadas por Capuchi
nos españoles», Estudios Franciscanos 79 (1978) 202-262. En este mismo artículo apare
cen varios títulos de otras exposiciones no españolas. Igualmente puede verse otro
artículo del mismo autor relacionado con el tema: «Los primeros Capuchinos y la
observancia de la Regla franciscana», Estudios Franciscanos 80 (1979) 1-42. También
pueden consultarse: A. G hinato, La Regola dei Frati Minori nel contesto degli Scritti di San
Francesco, Roma 1974, 256 ss. (ciclostilado), donde aparecen las principales exposicio
nes del presente siglo.
43 Pueden considerarse como precursores de este nuevo estilo: G. H aselbeck, Aus
Quellen franziskanischen Geist. Einfürung in den Sinn und das Wesen der Regel des hl.
Franziskus, Mergentheim 1923; V an der L uur, Regel en Leven van den Minderbroeder,
Provinciale Durkkerij, Alvernia 1948. Pero el que abre el nuevo modo de abordar la
Regla, en un amplio trabajo no demasiado riguroso, es: A. G arra, La meta del Serafino; I
«Ostium Regulae». La Regola dei Frati minori nella disciplina e nello Spirito secondo San
Francesco; H «Ostium Ordinis». Legislazione preventiva della Regola francescana; V «Christi
vinea». Legislazione formativa della Regola francescana; VI «Me solum». Legislazione finalistica
della Regola francescana, Ispica (Ragusa), 1952-1953. Los volúmentes III y IV, dedicados
a la Regla como legislación fundamental y disciplinar, no llegaron a aparecer.
44 K. E sser, «La Regla definitiva de los Hermanos Menores a la luz de las recientes
investigaciones», El franciscanismo en renovación, Cefepal 1970,123-161.
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 387
a) La Regla y Vida
La Regla, para los que nos encontramos con ella como un documento
anterior y precedente a nuestra opción religiosa, nos aparece como un manojo
de leyes y preceptos dispuestos a organizar y «regular» nuestra vida. Sin
embargo, las Reglas antes de ser normas han sido vida. Una vida alumbrada
por grandes hombres de fe profunda y carismática que han atraído en torno
suyo a otros hombres deseosos de compartir tal experiencia.
A las grandes Reglas monásticas, como norma de conducta, preceden
siempre la Vida de los Padres que, escritas por alguno de sus discípulos,
pretenden mantener por medio de sus enseñanzas la fuerza de cohesión que
ejercieron cuando estaban vivos. Las Reglas siempre sustituyen a las Vidas de
estos carismáticos y, por tanto, expresan solamente aquellos rasgos institucio
nales que son posible mantener en la fijación de un carisma, por mucho
empeño que se ponga en detallarlo y regularlo. Si para conservar las experien
cias magistrales de estos guías espirituales ha sido necesario concretarlas en
fórmulas normativas, como son las Reglas, no podemos olvidar su sentido
relacional y de referencia que contienen respecto a aquellas Vidas que las han
motivado.
Las Reglas aparecidas durante la baja Edad Media, aunque en formas
distintas, también mantienen estas características de expresión escrita de una
Vida. El paso de una vida religiosa monástica, entendida como contemplación
serena del misterio, a otra de tipo evangélico-pauperístico, inquieta e itinerante,
se refleja en las Reglas de estos Movimientos medievales. Envueltas en un
evangelismo comunicativo que les hace prescindir de los monasterios como
lugares exclusivos de realización espiritual, sus Reglas no fijarán con tanto
detalle la organización cotidiana, sino que se limitarán a esbozar a grandes
rasgos los principios espirituales que fundan su experiencia.
Dentro de este contexto hay que colocar la regla de Francisco para aproxi
marnos a su significado y alcance. Más que un reglamento, es la descripción
programática de la «forma de vida» intuida por el Santo como revelada por el
Señor y aprobada por la Iglesia. Una descripción hecha en y para un contexto
preciso, lo cual supone la omisión de muchos detalles obvios para ellos. De ahí
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 389
nidad como una Orden eclesial, pues uno de los elementos que definían a las
Ordenes propiamente dichas, distinguiéndolas de otros grupos también apro
bados por la Iglesia, era tener una Regla.
b) Hermanos Menores
Pero donde con mayor efervescencia aparece este deseo radical de vivir el
Evangelio es en los nuevos grupos de base laical. En 1179 se dirigía a Roma
Pedro Valdo y sus compañeros para que el Papa les aprobara el poder vivir, de
forma absoluta y literal, según la doctrina del Evangelio.74Al comenzar el siglo
x iii acudirán también a Roma para reconciliarse y ser aprobados por la Iglesia
80 Cf. L'Ordine della Penitenza di san Francesco d'Assisí nel secolo xm. Atti del Convegno
di Studi Francescani, Assisi, 3-5 Iuglio 1972, Collectanea Franciscana 43 (1973) 5-334; J. V.
C iurana, «La Orden de Penitencia de san Francisco», Sel Fran 22 (1979) 19-54.
81 Cf. J. Mico, «Francisco, testigo de Dios», Sel Fran 50 (1988) 169-192.
82 Cf. T. M atura, «Francisco y la llamada de la fe», El proyecto evangélico de
Francisco de Asís, Madrid 1978,13-23; «Cómo Francisco lee e interpreta la Escritura», en
ibid., 46 ss.
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 397
83 Cf. L. Iriarte, «L o que san Francisco hubiera querido decir en la Regla», Sel Fran
17 (1977) 170 ss.
84 Regla de san Benito, c. 58,17-18.
85 «La profesión se hará de este modo: Yo, fray..., hago profesión, y prometo
obediencia a Dios, y a Santa María, y a ti, N., Maestro de la Orden de Predicadores, y a
tus sucesores, según la Regla del bienaventurado Agustín y las Instituciones de los
frailes de la Orden de Predicadores, que seré obediente a ti y a tus sucesores hasta la
muerte» (Libro de las costumbres, 15, en Santo Domingo de Guzmán, ed. de M. G elabert y
J. M. M ilagro, BAC, Madrid 1986, 750 s.); cf. L. de A spurz, «El rito de la profesión en la
Orden franciscana - apuntes históricos», Laurentianum 8 (1967) 178-212; 183.
398 JULIO MICO
Con toda seguridad, esta tríada no formaba parte del «Propositum» origi
nario de 1210,88 pues aunque aparece en la Regla de 1221 corresponde a un
estrato de elaboración posterior.89 El «vivir en obediencia, castidad y pobreza»
responde, incluso en el orden de enumeración, a la fórmula incluida por la
Curia romana en las reglas de los Trinitarios y del Espíritu Santo.90La relega
ción de la pobreza al último lugar y la precedencia concedida a la obediencia
pudo estar sugerida por el temor curial de que la Fraternidad se contagiase de
ideas y actitudes heréticas.91 Lo cierto es que la Regla bulada resume de nuevo
la fórmula, pero cambiando el orden. Si Francisco acepta y se acomoda a las
normas canónicas que la Curia le propone, sin embargo continúa moldeando
la vida de la Fraternidad «según la forma del santo Evangelio» en vez de
hacerlo «según la forma de la santa Iglesia romana».
92 Cronistas franciscanos primitivos y otros documentos franciscanos del siglo xm, 231.
93 Cf. J. Mico, «La santa madre Iglesia», Sel Eran 53 (1989) 275-307.
94 Cf. T. M atura, «La Iglesia en los escritos de Francisco de Asís», Sel Fran 40
(1985) 27-44.
400 JULIO MICÓ
95 Cf. J. M. P owell, «El papado y los primeros franciscanos», Sel Fran 23 (1979)
265-276.
96 Cf. M. M accarrone, «Riforma e sviluppo della vita religiosa», 58.
97 En el Concordato de 1177 entre el Emperador y el Papa se lee: «El señor
Emperador Federico prestará la debida reverencia a Alejandro III y a sus sucesores
canónicamente elegidos» (Pactum praevium ínter Imperatorem et Ecclesiam, en MGH
Const. 1, 362). Las Decretales Gregorianas traen también la fórmula de promesa al
pontífice de los obispos (Forma iuramenti secundum quam iurant papae episcopi,
Decr. Greg. IX, c. 4, II, 24). La misma fórmula valía también cuando se trataba de
asuntos sociales (Iuramentum fidelitatis, MIGNE, PL 217, 286).
98 Cf. L. de A spurz, «El rito de la profesión», 187, aunque no parezca aceptable,
como pretende el autor, que esta promesa fuera una «verdadera profesión»; M.
M accarrone, «Riforma e sviluppo della vita religiosa», 59.
99 O. Schmucki, «Líneas fundamentales», 219; M . M accarrone , «Riforme e
innovazione di», 221-337, especialmente 300-306.
EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 401
103 J. de G iano, Crónica, 14; TC 64; E. P asztor , «S. Francesco e il cardinale Ugolino
nella "Questione francescana"», Collectanea franciscana 46 (1976) 209-239.
104 P. S abatier, Vie de saint Franqois d'Assisi, París 1931, p. XXXIX. La traducción
antes citada no incluyó el prólogo.
105 MGH, SS, XXIII, 376.
106 J. de S pira, Officium rhytmicum, Anal. Fran. X, 375.
107 Cf. K. E sser, «Das "ministerium generale" de hl. Franziskus von Assisi», Franz.
Stud. 33 (1951) 329.348; K. V. Selge, Franz von Assisi, 188.
EL CAR1SMA DE FRANCISCO DE ASÍS 403
Pero con los Menores la fuerza aglutinante es de tipo personal, de ahí que sea
necesario asegurar el vínculo que los cohesiona haciéndolos Fraternidad, como
es la obediencia. En el primer encuentro con la Curia romana, los hermanos
que acompañan a Francisco, según el precepto del Papa, ya le prometen
«obediencia y reverencia» (TC 52), juramento que recoge el prólogo de la Regla
de 1221 (1 R pról. 4).
Cuando la Fraternidad contaba todavía con pocos miembros y podían
relacionarse personalmente con Francisco, esta promesa mantenía un valor de
realidad práctica; pero con el aumento de los frailes y la división territorial de
la Fraternidad, la obediencia se tuvo que limitar, la mayoría de las veces, a los
superiores respectivos, quedando así la obediencia prometida al General como
símbolo de unidad y disponibilidad de los hermanos a la Iglesia. No obstante
debemos tener en cuenta que el gobierno de la Orden hasta 1239, en que fue
destituido fray Elias, se realizó en términos centralistas,108 acumulando el
General poderes casi absolutos.109
La Regla recuerda la obligación de que la Fraternidad tenga siempre un
Ministro general a quien obedezcan todos.110 Por eso Francisco, según cuenta
Celano en plan ejemplar, después de su renuncia al generalato promete obe
diencia al nuevo Vicario, P.edro Catáneo. La dificultad práctica que existía en
la obediencia directa al General resulta evidente por la resolución que toma
Francisco de pedirle al Vicario un guardián haga sus veces y a quien pueda, en
todo momento, obedecer (2 Cel 151). Esta delegación simbólica en el guardián
de la autoridad del Ministro general se refleja en el Testamento cuando dice:
«Y quiero firmemente obedecer al ministro general de esta Fraternidad y al
guardián que le plazca darme» (Test 27). Sin embargo, al exigir a los hermanos
que obedezcan a sus superiores, sólo hace referencia a los guardianes (Test 30).
La fórmula de juramento de fidelidad por la que se obliga a todos los
hermanos a obedecer a Francisco y a sus sucesores responde a un concepto de
Fraternidad de tipo piramidal en el que su cabeza representa a todo el grupo, y
a través de ella se relaciona con el cabeza de otra entidad, el Papa, estructurada
también de la misma forma, que es la Iglesia. Una fórmula parecida de obe
diencia al Ministro aparece en la Regla de los Trinitarios de 1198 en la que
intervino, como he dicho antes, Inocencio III.111
108 Cf. A. Q uaglia, «II centralismo dell'Ordine», Stui. Fran. 45 (1949) 110-115.
109 Cf. B. R. B rooke, Early Franciscan Governement, Elias to Bonaventure, Cambridge
1959.
1,(1 2 R 8, 1; cf. K. E sser, La Orden franciscana, 91 ss.
111 M igne, PL 217,445.
404 JULIO MICO
(Continuará.)