ANACRONÍA
ANACRONÍA
Anacronía analepsis.
La anacronía analepsis es una figura literaria, figura retórica, consistente en alterar una
secuencia narrativa, es un salto al pasado, cambiando el momento presente a una visión
retrospectiva o un recuerdo del pasado, que se presenta de forma repentina y luego volver
al momento temporal de la historia. Éste recurso literario sirve para acentuar hechos
ocurridos antes y que no fueron relatados, pero tienen una importancia dentro de la historia,
o simplemente para recordarle al lector un suceso importante acontecido con anterioridad
en el relato.
Se utiliza generalmente para narrar eventos que sucedieron en un momento previo al segmento
temporal principal de la historia.
Flashback
Cuando en una narración, ocurre un desplazamiento brusco hacia el pasado por un
tiempo breve se denominan flash back. Es una técnica utilizada tanto en el cine como en
la literatura que altera la secuencia cronológica de la historia, conectando momentos
distintos y trasladando la acción al pasado.
Podemos distinguir entre la analepsis interna, que sucede cuando el tiempo vuelve a un
momento del pasado ya narrado en la historia, y la analepsis externa, que sucede cuando el
tiempo viaja a un momento del pasado previa al inicio de la narración.
La técnica de la analepsis se utiliza con bastante frecuencia para añadir suspenso a una historia,
o para desarrollar más profundamente el carácter de un personaje.
Racconto:
Se conoce como racconto a toda aquella extensa retrospectiva al pasado, que conforme
vaya pasando el tiempo va progresando lentamente de forma lineal hasta llegar al momento
inicial del recuerdo, el punto de partida de la historia pudiendo prolongarse por varios
capítulos del relato.
Ejemplo de racconto:
Hace diez minutos que llegué a la ciudad en que nací, y me maravillo de ver todo lo que
ha cambiado. Vengo a pie, por la Avenida del Rio, y Voy a dar vuelta en la Calle de Lago
Viejo, que era mi camino a la escuela. Mientras camino suena la campana de salida de la
escuela. Vuelven a mi mente los recuerdos de aquél día en que Blanca y yo nos
despedimos. Hacía varios días que no había ido a clases, así que cuando me vio me
saludó y me preguntó por qué no había ido; con tristeza le dije que mi familia se iría a otro
estado. No dijimos nada más, y me abrazó, un abrazo tan cálido y sincero que hasta
ahora no he sentido otro igual. La algarabía de los niños me despierta de mis recuerdos,
mientras llego frente a la escuela. Doy vuelta a la izquierda y me dirijo al Nuevo centro
comercial que voy a supervisar.
En bastardilla el racconto
Ejemplos de Analepsis:
1. Hace diez minutos que llegué de nuevo aquí, a ciudad donde nací. Todo ha cambiado
demasiado. Voy caminando por la Avenida del Río. Ahora doy vuelta en la calle del Lago
Viejo, caminando rumbo a mi vieja escuela. Apenas falta una cuadra para llegar, suena la
campana de la escuela. Sigo caminando y mientras más me acerco, me envuelve el
barullo de los estudiantes. Blanca me ve y me saluda, preguntando por qué no he ido a
clases. Con toda la tristeza del mundo le digo que he estado preparando mis cosas,
porque mi familia y yo nos iremos a otro Estado. Me mira con tristeza, mientras por su
mejilla rueda una lágrima. No decimos nada más, sólo nos abrazamos. Un sentido y
cálido abrazo que no he olvidado en estos quince años de ausencia. Llego a la escuela y
doy vuelta a la izquierda, rumbo al nuevo centro comercial que voy a supervisar.
En bastardilla la analepsis
2. "Yo, señor hidalgo, soy natural de la Fuenfrida, lugar conocido y famoso por los ilustres pasajeros
que por él de continuo pasan; mi nombre es Pedro del Rincón; mi padre es persona de calidad,
porque es ministro de la Santa Cruzada; quiero decir que es bulero o buldero, como los llama el
vulgo. Algunos días le acompañé en el oficio, y le aprendí de manera que no daría ventaja en
echar las bulas al que más presumiese en ello; pero habiéndome un día aficionado más al
dinero de las bulas que a las mismas bulas, me abracé con un talego, y di conmigo y con él
en Madrid, donde, con las comodidades que allí de ordinario se ofrecen, en pocos días
saqué las entrañas del talego, y le dejé con más dobleces que pañizuelo de desposado."
En negrilla la analepsis
Fijémonos en que en los dos casos siguientes el autor o autora ha tenido cuidado de no
desorientar al lector. Tanto en el inicio de la analepsis (el paso de la parte no subrayada a
la parte subrayada) como en el retorno a la escena principal (el paso de la parte
subrayada a la parte no subrayada) hay alguna palabra o expresión, o un punto y aparte,
que le permite al lector entender que la narración ha pasado a referirse a otro período de
tiempo. Así, en el primer ejemplo, el verbo "me acordé" deja claro que lo que se menciona
tras él es algo que sucedió en el pasado, mientras que el punto y aparte posterior marca
el regreso de la narración a su tiempo principal. En el segundo ejemplo, la expresión "ayer
a esta misma hora" hace saltar la narración al día anterior, mientras que el "Ahora estaba
aquí, en este pueblo" y el punto y aparte que lo precede la llevan de vuelta a la escena
que había quedado interrumpida por la analepsis.
El mar entero era un gemido y una ráfaga y volantes de olas y yo atrapado y arrojado, y
atrapado, escupido y engullido y abrazado a mi tablón. Todo estaba negro, el mar y la
noche, y el Cristina hundido, y los gritos de los que morían en el agua ya no se
escuchaban [...] y entonces, con todas aquellas nubes encima, me sentí chupado hasta
muy adentro, más adentro que las otras veces. Descendía, entre remolinos y peces
alarmados que me rozaban las mejillas [...] y cuando el agua se calmó y fue bajando poco
a poco, la cola de un pescado más grande que los demás me golpeó en la pierna [...]
Cuando intenté levantarme para andar por el suelo, resbalaba, y aunque ya me figuraba
dónde estaba, preferí no pensar, pues me acordé de lo que mi madre me había dicho en
su lecho de muerte. Yo estaba a su lado, muy triste, y mi madre, que se ahogaba, tuvo
fuerzas para levantarse de medio cuerpo para arriba y con el brazo largo, largo y seco
como un mango de escoba, me pegó un tremendo guantazo y me gritó aunque apenas se
la entendía: ¡no pienses! Y murió.
Me agaché para tocar el suelo con las manos. Estaba resbaloso [...]
Era la hora en que los niños juegan en las calles de todos los pueblos, llenando con sus
gritos la tarde. Cuando aun las paredes negras reflejan la luz amarilla del sol.
Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer a esta misma hora. Y había visto
también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se
desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños
revoloteaban y parecian teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras
redondas con que estaban empedradas las calles.
Es importante marcar de esta manera el inicio y el final de las analepsis para evitar que el
lector se nos pueda despistar.
1. “(…) Porque no puedo olvidar que la muchacha que los aqueos me otorgaron como
galardón, después de haberla conquistado con mi lanza, en una poderosa ciudad, me ha
sido arrebatada por el rey Agamenón, que me ha tratado como si yo fuese mas que un
pobre advenedizo. Pero dejemos ya las cosas pasadas, porque no es posible ni justo ni
quiero guardar por más tiempo la cólera en mi corazón, aunque me había hecho el
propósito de mantenerla hasta que el griterío y la batalla llegaran junto a mis
navíos. (…)”.
2. “¡Mirmidones! Que ninguno de vosotros se olvide de las amenazas que dirigíais a los
troyanos desde las naves mientras duró mi rencor, ni de las recriminaciones con que me
abrumabais. Me decíais: ¡Implacable hijo de Peleo! ¡No perece sino que tu madre te
haya alimentado con hiel!¡Despiadado!, que retienes a la fuerza con las naves a tus
compañeros, que suspiran por el combate. ¿Qué hacemos aquí? Embarquémonos en los
navíos y volvamos a la patria, ya que la funesta cólera anida en tu corazón. Así
es como acostumbrabais a increparme en cuanto os reuníais. (…).”.
Analepsis en La Odisea:
1. “Se acerco ella a su amo y se puso a lavarlo y vio al punto la señal
que dejó un jabalí con su blanco colmillo una vez que el Parnaso corrió con
los hijos de Autólico, de quien la madre de él era hija, y este héroe
brillaba en hurtar y jurar, dones estos dados por Hermes, a quien, para
tenerlo propicio, quemábale muslos de cabritos y ovejas, y el dios le
asistía benévolo.”
2. A partir del canto IX Odiseo comienza a contarle sus aventuras a los
feacios. Esta regresión al pasado, que se extiende hasta el canto XIII,
puede ser considerada una analepsis.
ANACRONÍA PROLEPSIS
Lo contrario de analepsis es la prolepsis y se refiere a una anticipación. El narrador
anticipa una objeción del lector o adelanta hechos posteriores. En inglés se conoce como
flash-forward . También puede ser un salto brusco hacia el futuro que altera el orden
cronológico de los sucesos.
(1)Anacronía. Ruptura en el orden cronológico de una historia con saltos hacia adelante
(prolepsis) o hacia atrás (analepsis).
Ejemplo de prolepsis
"El día en que lo iban a matar, Santiago Nassar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar
el buque en que llegaba el obispo".
Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez:
Una prolepsis puede usarse para generar expectativa, como hizo Gabriel García Márquez en el
siguiente ejemplo
En el inicio de la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, el narrador
anticipa qué le sucederá a uno de los personajes:
Una prolepsis puede usarse para dar una cierta información adicional que venga al caso,
como hizo en este segundo ejemplo Gabriel García Márquez en Cien años de soledad
Melquíades [...] era un hombre lúgubre, envuelto en un aura triste, con una mirada
asiática que parecía conocer el otro lado de las cosas. Usaba un sombrero grande y
negro, como las alas extendidas de un cuervo, y un chaleco de terciopelo patinado por el
verdín de los siglos. Pero a pesar de su inmensa sabiduría y de su ámbito misterioso,
tenía un peso humano, una condición terrestre que lo mantenía enredado en los
minúsculos problemas de la vida cotidiana. Se quejaba de dolencias de viejo, sufría por
los más insignificantes percances económicos y había dejado de reír desde hacía mucho
tiempo, porque el escorbuto le había arrancado los dientes. El sofocante mediodía en que
reveló sus secretos, José Arcadio Buendía tuvo la certidumbre de que aquel era el
principio de una grande amistad. Los niños se asombraron con sus relatos fantásticos.
Aureliano, que no tenía entonces más de cinco años, había de recordarlo por el resto de
su vida como lo vio aquella tarde, sentado contra la claridad metálica y reverberante de la
ventana, alumbrando con su profunda voz de órgano los territorios más oscuros de la
imaginación [...]
Aureliano [...] había de recordarlo por el resto de su vida como lo vio aquella tarde,
sentado contra la claridad metálica [...]
Prolepsis en La Ilíada de Homero :
1. “(…) ¡Insensato! No se le ocurrió que los dones de los dioses no pueden ser
deshechos fácilmente por los hombres, ni siquiera ceder a su violencia. Así pues, no
puedo atravesarlo la lanza de Eneas porque lo impidió la lámina de oro que el dios puso
en el centro… (…)”
Prolepsis en La Odisea:
Conclusión:
Tanto la analepsis como prolepsis son recursos que podemos utilizar cuando necesitamos
hacer una reconstrucción de lo ocurrido o de lo que va a suceder; sin embargo debemos
utilizarlo teniendo en cuenta sus complicaciones. Por su parte, ----- nos sirve para ordenar
los hechos según
los queramos narrar y para generar distintas sensaciones en el lector, ya sea de
suspenso, misterio, ansiedad. Según el tipo de narración que elijamos, seleccionamos y
jerarquizamos los hechos en la historia que nos convengan, es por este motivo que
suprimimos algunas acciones de texto a texto, ya que nos resultaban insignificantes y
dificultaba la comprensión de los mismos.
Ab Ovo:
El 12 de octubre de 1999, Delia esperaba a su amante como todas las noches en la puerta
de su casa. Le llamaba la atención que ya siendo las once y media de la noche el no llegara
a buscarla. Últimamente se estaba retrasando un poco, ya que antes solía ir a buscarla a
las diez, mientras sus padres dormían. Siempre le traía un ramo de flores o una caja de
bombones y solían ir al puerto a pasar parte de la noche. Pero estos últimos días las cosas
no eran como antes. Delia lo sentía distante, casi ausente, y solía pensar que él la
engañaba, pero pronto borraba esa idea de su mente. Ella no esperaba lo que él le iba a
contar esta noche, ni siquiera lo imaginaba; el pobre
moriría en pocas horas.
Ya eran las doce y él no llegaba, entonces comenzó a desesperarse. Tenía que verlo
porque debía contarle una noticia muy importante. No esperó más y salió a buscarlo.
Agarró sus cosas y salió sola por calles inundadas de la oscuridad de la noche.
Caminó durante media hora y llegó al departamento donde vivía su amante. Allí lo encontró,
tirado sobre su cama casi inconsciente. Al verlo se desesperó y corrió a abrazarlo. Al
instante intento llevarlo a un hospital, pero él se negó. Estaba casi inconsciente y su mirada
estaba perdida. Juntó
sus fuerzas y le contó a Delia de la enfermedad que lo estaba matando poco a poco. Ya los
médicos le habían dicho que le quedaban pocas horas de vida.
Delia al enterarse de esto derramó varias lagrimas; en unos segundos mas le contaría de
su embarazo, pero debía buscar la forma. Pocos segundos mas tarde le contó que iba a
ser padre, pero a el pareció no importarle. En realidad, si le importaba, pero ya estaba
agonizando, sus músculos no respondían y su corazón latía cada vez con menos fuerzas.
La miró a los ojos
y no hizo falta decir mas nada. En ese momento murió. Delia no logró superar su muerte y
le aterrorizaba tener que cuidar de su hijo sola. Entonces secó las pocas lágrimas que
quedaban en sus ojos, tomó un cuchillo de la cocina y terminó con su vida y la de su hijo.
In media res:
Eran las doce y él no llegaba. A ella le aterraba que le halla pasado algo, entonces
comenzó a desesperarse. Tenía que verlo, quería contarle de su embarazo, pero no sabía
que él iba a morir. Llevaba ocultándolo hace un mes para que sus padres no se enteraran.
Tuvo que hacerse sola los estudios, y cuando descubrió que estaba esperando un hijo
varias sensaciones corrieron por su cuerpo.
Tomó sus cosas y salió en su búsqueda. Caminaba sola por la noche y miles de cosas
extrañas se le cruzaban por la cabeza. Decidió no pensar más y se dejó llevar hasta
terminar en el departamento de su amante. Recorrió varias habitaciones hasta verlo tirado
sobre su cama casi inconsciente. Corrió a abrazarlo e intentó llevarlo a un hospital, pero él
la detuvo. Sus miradas
se perdieron una junto a la otra, pero él detuvo ese momento para hablar con su mujer.
Recobro fuerzas y le contó a ella que los médicos le diagnosticaron solo algunas horas
más de vida y que su enfermedad lo estaba consumiendo. Delia no pudo contener sus
lágrimas y luego de unos segundos le contó que estaba embarazada. El se mantuvo
distante ante la gran noticia,
pero todo por culpa de la agonía que ya no lo dejaba reaccionar. Pocos segundos
después murió. Delia no pudo superar la muerte de su amante y no podía pensar que
debía cuidar sola de su hijo. Entonces no dudó un segundo mas, tomó un cuchillo de la
cocina, se recostó junto a su amante y en ese momento acabó con su vida y la de su hijo
que descansaba en su vientre.
In extrema res:
Cuando Delia llegó a la casa de su amante ya era demasiado tarde. Lo vio tirado en la
cama, semiinconsciente y agonizando. Desesperada, se apuró a darle la noticia de que
ambos estaban esperando un hijo, y le explicó brevemente los motivos por los cuales no
le había contado antes. En ese momento Delia se percató de que el amante estaba
demacrado, con aspecto de haber estado enfermo durante mucho tiempo. Y fue allí
cuando comenzó a atar cabos, y se dio cuenta de que, por culpa de estar encerrada y
ensimismada durante este último tiempo, había olvidado cuidar de su amante, y no fue
capaz de reconocer en él una enfermedad crónica.