Carol Lynne

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Hermanos y compañeros, los policías Cole y Morgan

siempre han tenido que ocultar su amor. Cuando rescatan


al joven Robby, un chico prostituto, encuentran a alguien
con quien compartir. Robby tiene sus propios problemas,
problemas que podrían poner en peligro a todos.

Todos estos hombres se han endurecido por el


dinero, pero ¿podrán enfrentarse a sus dificultades y
encuontar un final feliz?
Capítulo 1

C on una sonrisa en su cara, Cole Caldwell


empezó a caminar hacia su casa después de
una fantástica noche con los amigos. Amaba a su hermano,
pero era agradable tener tiempo para él mismo. No era que
a Morgan no le gustaran los amigos de Cole, sino que su
hermano raramente abandonaba su imagen de poli lo
suficiente como para permitir soltarse, y Cole siempre se
soltaba. También podía ser un poli, pero eso no significaba
que no supiese cómo dejar el trabajo en la oficina y
divertirse ocasionalmente.

Sonrió pensando en Morgan, el gran poli malo. Cole


quizás le daba a Morgan momentos duros, pero amaba que
su hermano fuera tan apasionado en su trabajo. Aunque
Cole disfrutaba siendo un policía, sus trabajos no podrían
haber sido más diferentes. Mientras Morgan recorría las
calles como detective, Cole trabajaba como policía de
servicio a tiempo completo en el instituto local. Había
algunos en el departamento quienes llamaban a su trabajo
canguro baby, pero Cole no estaba de acuerdo. Persuadir a
niños antes de que empiecen por el mal camino era
increíblemente gratificante para él.

Con las manos en los bolsillos de su sudadera con


capucha, Cole se acercó a su apartamento, todavía flotando
en su buen humor. Un sonido desde el callejón a su
izquierda llamó su atención. Pensó que era un animal
herido u hambriento, pero cuanto más escuchaba, más se
percataba de que eran los gemidos de un hombre. Su
primer pensamiento era que alguien había tenido suerte en

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el callejón, pero los sollozos que pronto lo siguieron
alejaron esa creencia inmediatamente.

Cole se aventuró en el callejón, con sus manos


apretadas a los lados.— ¿Hola?

Él lloró, paró, y Cole esperó por una respuesta.


Cuando ninguna vino, se dirigió a la fila de containers.
Reconoció una forma acurrucada y arrodillada contra el
sucio muro de ladrillos.— ¿Necesitas ayuda?

La sombra se acurrucó más cerca del muro.— No.

Un resplandor fugaz de la cara estropeada ante él fue


todo lo que necesitó Cole para entrar en modo profesional.
Trataba con niños todo el tiempo y sabía cómo hablar con
ellos.

— Mi nombre es Cole,— dijo en un tono gentil.—


Comprendo que no me conoces, pero me estoy ofreciendo a
ayudarte. Si te quedas aquí, tan accesible, serás un
objetivo bastante fácil para otros que quieran herirte.

Observó la cabeza del chico girarse en la dirección


por donde había venido Cole.

— No, no hay nadie detrás de mí,— Cole apaciguó.—


Estás a salvo por ahora.

Intentando minimizar su vocación, Cole optó por


decir,— Trabajo en un colegio, de modo que sé que puedo
ayudarte si me dejas.— Cole aprovechó la oportunidad y le
ofreció su mano.— Vamos a limpiarte y a poner algo de
comida en tu barriga. Prometo no hacer nada que tú no
quieras.

— Ni polis, ni hospitales,— la sombra del chico


murmuró. Cole sonrió. Bien, él no podía prometer lo de los
polis, pero podía prometer no contactar con el
departamento de policía.— Prometo que no llamaré a la

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policía, pero creo que necesito echarle un vistazo a tus
heridas antes de prometer nada sobre los hospitales.

— Nada roto.— Cole soltó un suspiro de alivio.

— Entonces, ¿me dejarás ayudarte?— El chico herido


finalmente se acercó y cogió la mano de Cole.— ¿Cómo te
llamas?— Cole preguntó, ayudando al chico a levantarse.

— Robby.— Cole podía decir cuán inestable estaba


Robby cuando estuvo en pie. ¿Está bien si envuelvo mi
brazo alrededor de tu cintura para ayudarte a caminar
hasta mi apartamento?— Se encontró con un largo silencio
durante unos momentos.— Te prometo que no voy a
hacerte daño.

—De acuerdo.— No fue hasta que Cole envolvió


tentativamente un brazo en la cintura de Robby que sintió
la piel desnuda del chico y se preguntó si éste llevaba algo
de ropa.

— ¿Robby? Voy a quitarme la sudadera y ponerla a tu


alrededor, ¿está bien?

— Sí.— Cole rápidamente se quitó la sudadera con


capucha y ayudó a Robby a ponérsela. Fue evidente,
cuando intentó abrochar la cremallera, que Robby estaba
desnudo de cintura para abajo. Por suerte la sudadera le
llegaba por debajo de la ingle. Después de los primeros
pasos, Cole pudo ver que Robby estaba sufriendo. Paró.—
¿Estás seguro de que no hay nada roto?

— Estoy seguro. Umm, es, umm, me puso alguna


cosa. Duele cuando ando.— Bilis empezó a subir por la
garganta de Cole.— Fuiste violado…

— No quiero hablar sobre eso,— murmuró Robby.

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Llevar a Robby hasta su casa en lugar de al hospital o
a la estación de policía más cercana iba en contra de su
educación, pero había hecho una promesa.

Aunque las heridas de Robby no amenazaban su vida,


Cole sabía que no podía retractarse de su palabra. Lo mejor
que podía esperar era convencer a Robby de hacer una
denuncia, pero primero tenía que ganarse la confianza del
chico.

— Mi casa está a un bloque y medio. ¿Crees que


puedes hacerlo?

— Síp.— Jadeó Robby cuando intentó dar otro paso.

Para cuando alcanzaron la acera, Robby tenía


lágrimas otra vez.

— Lo siento. No puedo soportarlo más,— dijo Cole,


cogiendo a Robby en brazos.— Bájate la camiseta tanto
como puedas, y me daré prisa.

Cole estaba sorprendido cuando Robby no protestó, y


lo tomó como un buen signo. Aunque no era tan fuerte
como su hermano, Cole estaba lleno de fuerza en su metro
ochenta centímetros y ochenta y seis kilogramos para llevar
a Robby esa corta distancia. No estaba seguro cuánto
pesaba el chico, pero Cole supuso que no más de cincuenta
y cinco kilos. Tenía que equilibrar a Robby usando su rodilla
y un brazo para poder alcanzar el bolsillo de sus vaqueros y
recobrar sus llaves.

— Casi llegamos,— dijo Cole, abriendo la puerta.


Estaba agradecido de que el vestíbulo estuviera vacío
cuando se dirigió al ascensor. Las puertas se abrieron
inmediatamente y entraron. Una vez que las puertas se
cerraron, Cole tuvo su primera buena vista de Robby y notó
que no era un chico del todo. No pensaba que el chico

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tuviese más de veinte años, pero Robby definitivamente no
tenía los dieciséis que Cole sospechaba.

Los ojos de Robby estaban magullados e hinchados.


Había también una larga área negra y azul en el lado
derecho de su cara. Era fácil entender por qué Robby no
había hablado mucho; ambos labios estaban cortados y
sangrando.

Cole no estaba seguro qué otras heridas tenía Robby,


pero si el resto de su cuerpo estaba tan magullado como su
cara, pasaría al menos una semana antes de que estuviera
lo suficientemente bien para estar de pie por sí mismo otra
vez.

La idea de dejar al frágil hombre fuera, en el mundo


que lo había dañado en primer lugar, comprimía el corazón
de Cole. No te encariñes.

El ascensor se abrió y Cole llevó a Robby a la puerta


de su apartamento.— Aquí estamos. Te dije que no estaba
lejos.

Robby observó la puerta y el pasillo


cautelosamente.— ¿Vives sólo?

Cole abrió la puerta y sacudió su cabeza.— Vivo con


mi hermano, pero él está trabajando.

Mantuvo la respiración esperando que Robby no


preguntara nada más sobre Morgan. Aunque sabía que
Morgan no se molestaría por tener al hombre herido, pero
Robby no sabía eso.

Cole, de pie en el comedor y con Robby en sus brazos,


intentó entender qué haría después. La sangre de dentro de
los muslos de Robby, desde su ingle hasta sus rodillas, le
preocupó al principio, pero Cole se dio cuenta de que no
estaba fresca, de modo que, cualquier daño que había sido
hecho, estaba empezando a sanar. — ¿Quieres descasar o

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puedo prepararte un baño? Estoy seguro de que al menos
querrás limpiarte esa sangre.

Robby miró a Cole, y aunque éste apenas podía abrir


sus ojos alrededor de la hinchazón, podía decir que eran de
un color verde oscuro...

— ¿Por qué estás haciendo esto?— preguntó Robby.

— Porqué me lo estás permitiendo,— contestó Cole,


llevando a Robby al cuarto de baño y dejándolo de pie al
lado del fregadero.— Aguanta y empezaré a prepararte el
baño.

— ¿Cuántos años tienes?— Preguntó Cole, abriendo la


cortina de la ducha.

— Veintidós.

Cole notó que Robby se miró en el espejo y respingó.


No lo culpaba, la cara del chico se veía como si hubiera
tenido diez rondas con un boxeador de los pesos pesados.
Cole pensó en poner un poco de aceite de baño en el agua,
pero rápidamente desechó la idea, ya que no estaba seguro
del daño que tenía Robby en el culo, pero era mejor
prevenir que curar.

Girándose hacia Robby, Cole le ayudó a quitarse la


sudadera. Veintidós parecía una exageración, pero supuso
que no tenía razones para mentir. Notó que Robby parecía
no tener problema en exponer su desnudo cuerpo a los ojos
de Cole.

Al principio de su carrera, Cole había sido oficial de


patrulla y las cosas que vio en ese puesto habían empezado
a amargarlo en contra de los hombres, de modo que fue a
trabajar donde sintió que podía hacer algo mejor. Estaba
casi claro que sabía la razón de la falta de modestia de
Robby, y lo hacía sentir incluso más protector.

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Ayudó a Robby a entrar en el agua caliente antes de
dar un paso atrás.— Te dejaré limpiarte un rato, pero
después me gustaría echarle una mirada más cerca a
algunas de tus heridas.

— Sin hospitales,— Robby le recordó.

— No, si no es absolutamente necesario,— Cole


estuvo de acuerdo. Le pasó a Robby un paño de la
estantería y cerró la puerta, dejándola abierta unas dos
pulgadas.— Grita si me necesitas.

Cole retrocedió hacia la habitación principal y cerró la


puerta. Tenía miedo de llamar a Morgan, pero sabía que
estaría incluso en más problemas si no lo hacía.
Sentándose en el borde de la cama, levantó el teléfono y
llamó al móvil de su hermano.

— Hey, bebé,— Morgan contestó.

— ¿Tienes prisa?

— No, pero desearía tenerla. He estado de vigilancia


toda la noche. ¿Te has divertido con Justin y Rick?

— Sí, hemos pasado un buen rato.— Cole jugueteó


con las almohadas tiradas en la cama.— Necesito hablar
contigo sobre algo importante, pero necesito tu palabra de
que no te pondrás todo poli conmigo.

— ¿Qué has hecho?— Morgan preguntó, su voz


poniéndose más profunda de lo usual.— Bien, estaba yendo
a casa desde Le Grands y, más o menos, encontré a un
chico al que habían dado una paliza. Creo que quizás es un
trabajador sexual y fue su cliente quien se lo hizo.

— Dime que no lo llevaste a casa,— Morgan gruñó.


Cole se acobardó, mordiendo su labio inferior.

— ¿Hubiera sido mejor que lo dejara en el callejón


sufriendo?

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— Cole, maldita sea. Hemos hablado sobre esto antes.
No puedes continuar llevando a vagabundos a casa.

— Lo siento, pero no podía dejarlo y le prometí no


llamar a los polis o llevarlo al hospital. ¿Qué se suponía que
tenía que hacer?

Morgan le dio a Cole uno de sus famosos suspiros de


estoy-cabreado-pero-te-quiero-de-todos-modos.— Saldré
en dos horas y discutiremos la situación entonces.

— Te quiero,— Cole añadió antes de que Morgan


colgara.

— También te quiero, aunque a veces eres un dolor


en el culo.— Cole terminó la llamada y colocó el teléfono en
la mesilla de noche. Se dirigió al baño y llamó
suavemente.— ¿Estás bien?

— Sí.

— Voy a prepararte la cama de repuesto y algo de


comer.— Después de algunos latidos de corazón, Robby
contestó.— Gracias.

Robby se apoyó contra la bañera y se pasó el paño


por la cara. ¿Qué diablos iba a hacer? Con su cara como se
veía, sabía que no tendría trabajo pronto, y Vince no era el
tipo de alcahuete que daba una mierda por ese motivo.

Robby sabía que no le importaría a Vince, incluso


aunque éste había sido el que había organizado el
encuentro con el John. ¡Infiernos! Si Robby conocía a Vince,
el John había pagado mucho por utilizarlo de la manera que
quisiera. Era como si Vince hubiera estado de acuerdo con
algo como eso.

Mierda, estoy tan jodido.

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Sabía que Vince hacía daño permanente a los chicos
que lo desafiaban. En gran parte, Robby había hecho lo
mejor para permanecer del lado más favorecedor del
hombre, pero eso era definitivamente un juego de
ganancias que dependía de su potencial. ¿Cómo se suponía
que pagaría su alquiler?

Después de secar la sangre, que empezó a enjuagar


con la ayuda del caliente trapo, Robby limpió su cara
gentilmente. Un ruido desde la cocina le recordó dónde
estaba. ¿Detrás de qué iba Cole? Él sabía que tenía que
haber algo, ya que la gente no ayuda a los demás sin
querer algo a cambio.

Si era el sexo tras lo que iba el hombre, Robby sabía


que podía ayudarle, pero no hasta que su cuerpo sanara.
No sería desagradable, de eso estaba seguro. Cole era
hermoso, con su cabello marrón oscuro cortado en un corto,
pero sexy estilo, y esos ojos marrones imposiblemente
grandes, Robby se lo haría gratis cualquier día de la
semana. ¿Pero qué si era algo más? Acabó con su cara, y
se movió entre sus piernas para empezar a limpiar en el
interior de sus muslos y subió lentamente. Cogiendo aire,
Robby tentativamente cubrió su doloroso y abusado
agujero, sin atreverse a rozar el paño por la piel lastimada,
en cambio lo sostuvo allí.

El jodido enfermo que le hizo eso debería ir a la


cárcel, pero desafortunadamente recurrir a la policía no era
opción. Sabía que había ciertos Johns más peligrosos que
otros, pero nunca se había imaginado ser golpeado, atado y
violado con objetos caseros normales.

La puerta se abrió y Cole asomó la cabeza en el


cuarto, apartando la mirada de Robby.— ¿Está bien si
entro?

¿Qué puedo perder?— Seguro.

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Cole entró y cerró la tapa del váter antes de
sentarse.— ¿Cómo lo llevas?

—Bien, supongo,— Robby contestó, todavía


manteniendo el paño en su ano.

— Te he hecho una olla de sopa y un sándwich por si


estás hambriento.

— Gracias.

Cole señaló la parte inferior de Robby.— Um, ¿te


importa si le doy una mirada a eso para asegurarme de que
no hay daños serios?

Robby entrecerró los ojos. Sabía que un hombre


hetero no se ofrecería a inspeccionar su culo, por lo que no
sabía si ese conocimiento lo hacía sentir mejor o peor.—
¿Tienes algún tipo de pomada? Creo que es todo lo que
necesita.

— Sí tengo, realmente.— Cole abrió un pequeño


armario y sacó una gruesa toalla azul.— ¿Por qué no te
secamos? Puedes vestir mi bata hasta que estés lo
suficientemente curado para ponerte ropa.

Cole ayudó al chico a salir de la bañera. Robby se


sorprendió cuando Cole empezó a secarlo tiernamente. El
hombre no lo miraba a los ojos, como si intentara darle a
Robby toda la privacidad que podía.

La simple acción lo enterneció. ¿Había alguien dando


alguna mierda por cómo se sentía? De pie, frente a Robby,
era prácticamente un extraño el que le ofrecía más respeto
que el que nadie en su joven vida le había dado. Robby
sacudió su cabeza, tratando de descubrir si Cole era único
en su clase o había más gente en el mundo como él.

— ¿Estás bien?

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Robby asintió.— No estoy acostumbrado a que la
gente sea amable conmigo.

Cole lo miró por algunos momentos. Robby habría


jurado que vio lágrimas en las profundidades de los ojos
marrón oscuro de Cole.

— Eso es vergonzoso,— Cole susurró. Se giró y estiró


un albornoz del gancho de detrás de la puerta,
reemplazándolo por la toalla que tenía en su mano.

Cambió de un pie a otro claramente nervioso.

— Odio pedirte que hagas esto, pero creo que sería


más fácil para mí aplicarte la pomada si estás sobre tus
manos y rodillas.

Robby sabía que Cole estaba más avergonzado por la


situación que él.

Empujar su culo en el aire era un suceso diario. Si


estuviera avergonzado por algo así, todavía estaría viviendo
en el refugio.

— ¿Dónde me quieres?— preguntó.

— Umm, ¿en la cama de mi antigua habitación?—


Cole sacudió su cabeza.— Lo siento, de verdad.

Robby agitó la preocupación de Cole.— Está bien.

La habitación no era del todo lo que esperaba.


Aunque Cole había dicho que era su antigua habitación, se
veía como si nunca hubiera sido ocupada. Robby miró a
Cole, con algo preocupándole en su mente.

— Aquí, déjame extender una toalla de modo que no


ensuciemos las sábanas.— Cole dejó el lado de Robby y
volvió con una toalla limpia.

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— Podemos usar ésta si no quieres ensuciar otra,—
Dijo Robby, sacándose la toalla que tenía alrededor de su
cintura y sosteniéndola en alto.

Cole rápidamente apartó sus ojos.— Ésta bien. La


colada es una de las tareas de la casa que realmente
disfruto.

Después de poner la larga toalla sobre las sábanas,


Cole se alejó. Con lentos y cómodos pasos, Robby subió a
la cama tamaño Queen sobre sus manos y rodillas.

— Joder,— Escupió Cole, dándole un primer vistazo al


maltratado agujero de Robby.

— ¿Es malo?— preguntó Robby.

— Se ve mal, sí, pero todavía está rojo e hinchado.


No hay manera de decir cuánto daño ha sido hecho.
¿Puedes decirme dónde tienes más dolor?

— ¿Qué quieres decir?— Robby preguntó, mirando


por encima del hombro.

La mirada de Robby se encontró con la de Cole y casi


jadea. La firme preocupación en esas profundidades marrón
oscuro lo derribaron y se movió intranquilo en el colchón.

— Bueno, como no puedo ver el interior, preguntaba


si el daño estaba contenido en la piel de la superficie o si
dolía más adentro.— Contestó Cole, apoyando su mano en
la pequeña espalda de Robby.

Robby pensó en la pregunta. Sabía que el


movimiento rápido podía haber hecho mucho daño interno,
pero el maldito objeto que había utilizado el tipo, lo había
herido de peor forma que cualquier otra cosa. Aunque el
rodillo de amasar era más grueso que muchas pollas,
dudaba que le hubiera causado ninguna herida. Robby,

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sistemáticamente, pensó en los otros objetos que el John
había usado en él.

— No duele dentro, de modo que creo que quizás sea


sólo lo que ves.

Cole se veía incómodo.— ¿Te importa si te limpio un


poco más antes de aplicarte la pomada?

Robby no podía mantener más el contacto visual y se


giró para mirar el estampado de cachemir, sacudiendo su
cabeza.— Haz lo que necesites hacer.

Escuchó a Cole dejar la habitación y cerrar sus ojos.


Se sentía como si su mundo se hubiera puesto del revés en
unas horas y no pudo evitar preguntarse qué pensaba Cole
de él. El tipo parecía genuinamente preocupado, pero eso
no quería decir que Cole diera una mierda por él cuando
descubriera qué hacía exactamente Robby para vivir.

¿Quizás debería decírselo? ¿Qué si dejo que crea que


realmente soy una víctima?

¿Me dejará quedarme lo suficiente para descubrir


qué hacer después?

— Te he traído algunos analgésicos,— Cole dijo


cuando volvió, sosteniendo tres pastillas y un vaso de agua.

Robby quería pedir algo más fuerte, pero se mordió la


lengua.— Gracias.

Después de tomarse las píldoras, dejó el vaso de


agua y se preparó para el dolor que estaba seguro que
vendría. Cole sostuvo la toalla caliente contra el culo de
Robby por algunos momentos antes de limpiar la sangre de
forma gentil.

— Se ve como si tuvieras dos fisuras pequeñas, pero


deberían sanar mientras las mantengamos medicadas.

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Llamaré a Morgan y le pediré que vaya a la farmacia de
guardia. Creo que los laxantes ayudarían.

— De acuerdo, haré cualquier cosa que me digas.—


Por favor no me eches todavía…

Cole tiró la toalla al suelo y cogió la redonda lata de


pomada.— Seré tan gentil como sea posible.

Robby no dudaba de que Cole tendría cuidado extra


de no herirlo. Sintió la fría pomada hacer contacto con su
dolorosa carne, pero no fue hasta que la medicina tocó el
sitio más torturado que gimió de dolor.— Escuece.

Sintió aire caliente en su culo cuando Cole


cuidadosamente bufó en el área para mitigar el dolor. Era
algo que pensó que una madre haría. No es que él tuviera
alguna experiencia con el cuidado de las madres, pero
había visto cosas como esas por la televisión antes.

El escozor empezó a convertirse en algo más cuando


Cole continuó bufando. Increíblemente, Robby sintió su
polla que empezaba a hacerse notar.¿Qué diablos?
Avergonzado por la reacción de su cuerpo, Robby miró por
encima de su hombro otra vez.— Es suficiente. Todavía
está mal, pero gracias.

Cole se apartó y se levantó. Tenía una rara expresión


en su cara que Robby no pudo leer. Cole ayudó al chico a
levantarse y le puso el albornoz por encima de sus hombros.
Cuando Cole se giró, Robby aprovechó la oportunidad de
inhalar el olor del blanco tejido de rizo. Olía como Cole y
algo más que Robby no podía identificar.

— ¿Te apetece comer?— preguntó Cole, saliendo por


la puerta de la habitación.

— Sí.— Extendió la mano y la puso sobre el hombro


de Cole.— Realmente aprecio todo lo que estás haciendo.

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Cole asintió pero no se giró para mirarlo.— No me lo
agradezcas. Sólo estoy intentando hacer lo correcto.

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Capítulo 2

C ole estaba sentado en el sofá cuando Morgan


llegó a casa del trabajo.

Había estado sentado allí reprendiéndose a sí mismo


durante casi una hora, intentando entender qué diablos
pasaba con su líbido.

Los instintos protectores que sentía por Robby eran


bastante difíciles de tratar, pero no podía superar la traición
de su cuerpo cuando intentó administrarle los primeros
auxilios. Por encima de todo, había entrado en la habitación
y observado al hombre dormir por casi veinte minutos.

Cole había estado fascinado por la hermosa cara que


podía percibir bajo la magullada e hinchada piel. Era obvio
por la pequeña y sexy cicatriz, que bajaba desde el labio
inferior de Robby hasta casi su barbilla, que había sido
herido anteriormente. ¿Otro John lo había herido?

— Hey,— Dijo Morgan, de pie frente a él.

Cole parpadeó y sonrió a su amante.— Hey.

Morgan dobló su cuerpo de casi un metro noventa


centímetros hasta que sus ojos estuvieron al mismo nivel
de Cole.— Puedo ver por tu expresión que necesitamos
hablar.

Cole asintió, inseguro de qué decirle a su hermano.

— Déjame coger una cerveza primero,— dijo Morgan,


lanzando la bolsa de la farmacia sobre la mesa.

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Cole observó la espalda musculosa de su hermano
mientras se retiraba hacia la cocina. Aunque no eran
gemelos, sabía que se parecía a Morgan. Tenían la misma
hendidura en la mandíbula, el mismo color oscuro de pelo y
los mismos ojos, pero sus cuerpos eran infinitamente
diferentes. Donde Cole era lo que consideraba largo y
escasamente musculoso, Morgan era tan ancho y bien
construido como una casa.

Sintió un movimiento en sus pantalones. Sólo con


pensar en ese musculoso cuerpo lo ponía caliente y se
acarició su polla a través de sus pantalones.

Era la tercera vez esa noche que había estado duro.


El pensamiento le trajo de nuevo la vergüenza que sintió
antes.

Morgan volvió a la sala, con su corbata fuera y su


camisa desabrochada.

Sentándose al lado de Cole, Morgan tomó un sorbo


de su cerveza.— Entonces, ¿dónde está tu paciente?

— En la habitación de invitados. Lo he limpiado,


alimentado y acostado en la cama,— Cole explicó, bajando
un dedo desde el cuello de Morgan hasta sus esculpidos
pectorales.

Morgan capturó la mano de Cole y la llevó a su boca


para un tierno beso.— Entonces, ¿Qué está mal?

— Nada,— Dijo Cole, ahogado.

— Mentira. Te conozco como a mí mismo. Empieza a


hablar.— Morgan tomó otra bebida y colocó a Cole más
firmemente contra su costado.

Envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de


Morgan, Cole descansó su cabeza en el hombro de su
hermano.— No sé qué decir. Desde que fuimos lo bastante

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mayores para hacernos pajas has sido la única persona que
he querido, pero...

— ¿Estás diciendo que te sientes atraído por ese


vagabundo que trajiste a casa?— Morgan refunfuñó,
mientras sus músculos se movían.

— No es un vagabundo.— Cole defendió a Robby.


Sacudió su cabeza e intentó entender sus propios
sentimientos.— Hay algo sobre él que no puedo explicar.
No sé, parece tan perdido, casi frágil.

— Entonces ayúdalo si es lo que quieres. Puede no


gustarme, pero no puedo decirte qué hacer.

Cole cerró sus ojos fuertemente. No se atrevía a


decirle a Morgan que deseaba al hombre herido. Ninguno
de los dos había tenido otro amante durante los años que
habían pasado juntos, nunca. Cole no podía creerse que
estuviera pensando en Robby de un modo sexual,
especialmente por lo que el hombre hacía para vivir.

En lugar de enterrarse a sí mismo más hondo en el


agujero, Cole pasó su pierna por encima de Morgan y se
sentó a horcajadas en su regazo.

Mirando la cara tan parecida a la suya, su corazón se


ablandó. No debió decirle a Morgan que encontraba
atractivo a Robby, pero era obvio por la mirada en los ojos
de su hermano que Morgan ya lo sabía.

— Te amo.— Susurró Cole antes de inclinarse para


darle un profundo beso.

Los brazos de Morgan se envolvieron apretadamente


alrededor de Cole cuando lo besó, deslizando su lengua en
las profundidades de la boca de éste.— También te amo.

Un suave gemido tras su espalda llamó la atención de


Cole, lejos de su amante. Robby estaba de pie en la puerta,

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con la bata atada de forma segura alrededor de su cintura y
su mano sobre la boca.

— Lo siento. Creí escuchar voces,— Robby empezó a


disculparse.

Cole salió del regazo de Morgan y se levantó.— Está


bien. Me gustaría presentarte a Morgan.

Supo el momento en el que Robby registró el nombre.


Cole y Morgan habían pasado toda su vida de adultos
escondiendo su verdadera relación de todos, excepto de
algunos amigos cercanos. Ambos sabían que su amor no
era sólo poco convencional, sino uno de los peores tabús
sociales. Extrañamente, Cole pensó que no estaba asustado
de dejar entrar a Robby en su secreto familiar.

— Lo siento. Supongo que debí haber mencionado


que Morgan y yo también somos amantes.

Robby sacudió su cabeza.— No te disculpes. De entre


toda la gente, soy el que menos está en posición de juzgar
a nadie por su estilo de vida.

Cole sonrió y caminó hacia Robby.— No estaba


disculpándome exactamente por amar a mi hermano, más
bien por no decírtelo.— Tomó la mano de Robby y lo llevó
al sofá donde Morgan todavía estaba sentado con la boca
abierta.— Morgan, me gustaría presentarte a Robby...
¿Tienes apellido?

Robby se aclaró la garganta y extendió la mano hacia


Morgan.— Miller.

Morgan estrechó la mano de Robby, pero no dejó de


mirar fijamente a Cole. La expresión en la cara de Morgan
confirmaban los anteriores pensamientos de Cole. Síp, su
hermano sabía que se sentía sexualmente atraído por
Robby.

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Los dos hombres estrecharon sus manos más tiempo
del necesario.

Cole podía decir que Morgan intentaba medir a su


competencia, lo que era claramente estúpido.— ¿Necesitas
algo?— preguntó Cole, intentando romper el hechizo entre
los dos hombres.

Robby soltó su mano.— Creo que tomaré otro vaso


de agua.— La mirada de Cole cayó en la bolsa de la
farmacia.

Realmente necesitaba poner algo de crema medicinal


en Robby, pero repentinamente se sentía mal ofrecerlo.

— Te traeré un vaso. Probablemente debas tomarte


uno de los laxantes que ha traído Morgan.

— Gracias. Yo, um, volveré a la cama,— Robby dijo,


cambiando de un pie a otro. Cole no estaba seguro de si su
relación con Morgan hizo que Robby se sintiera incómodo o
si la mirada investigadora de Morgan lo hizo, pero de nuevo
sintió la necesidad de calmarlo.— Sí, ve y vuelve a la cama.
Te llevaré el agua y la pastilla.— Robby asintió y se arrastró
fuera de la habitación. Cole cogió la bolsa y se dirigió a la
cocina, donde llenó un vaso con agua y abrió la bolsa.
Gruñó cuando sacó una de las cajas.

Un cuerpo duro se presionó contra él por detrás, y


sintió los labios de Morgan en su cuello. Cole inclinó su
cabeza a un lado y miró fijamente la caja de supositorios.—
Pensé que esos ayudarían, pero ahora no estoy tan
seguro,— Morgan refunfuñó.

— Lo siento,— susurró Cole, sintiendo la necesidad de


disculparse con su amante por sus vigorosos pensamientos.
Los brazos de Morgan lo abrazaron.— No.

Deja pasar la noche. Quizás las cosas se vean


diferentes a la luz del día.— Dios, eso esperaba. Lo último

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que Cole quería en el mundo era herir a Morgan de algún
modo.

Morgan estudió el sexy culo de Cole mientras corría


de un lado para el otro preparándose para ir a trabajar.
Morgan odiaba el pensamiento de estar solo todo el día con
su invitado, pero sabía que no podía evitarlo. Le costó
horas dormirse después de que finalmente se derrumbaran
en la cama la noche anterior. Siempre había sido el tipo de
hombre que no podía dormir hasta que el mundo estuviera
bien.

— Oh, estás despierto,— dijo Cole, parando al lado de


la cama tamaño king.

— Apenas,— Morgan masculló en su profunda y


áspera voz mañanera. Abrió sus brazos y esperó que su
amante se le uniera. Cole miró el reloj y sonrió.— Sólo
tengo quince minutos antes de irme. Si ocupas todo mi
tiempo tendrás que hacerle el desayuno a Robby.

— Lo haré. Ven aquí.— Cole se lanzó encima de él.—


uff,— Morgan gruñó.— ¿Estás engordando?

—No. Tú te estás haciendo viejo,— Cole se burló,


dándole a Morgan un beso de buenos días. Morgan sabía
que necesitaban hablar sobre Robby, pero quería unos
minutos con su amante sólo para él primero. De repente se
dio cuenta de que Cole no llevaba puesto su uniforme.—
¿Qué pasa?

—¿Hmmm?— Cole continuó lamiendo y besando la


cara y el cuello de Morgan.— ¿Por qué vas vestido de
civil?— Cole se alzó y miró a Morgan.

— Me cambiaré cuando llegue a la escuela. No quiero


asustar a Robby en caso de que me vea antes de que me

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vaya.— Morgan suspiró.— Tan amable como estás siendo
con él, dudo que se asuste como crees pensar.

— Cole se encogió de hombros.— Se lo diré, pero


primero quiero que nos conozca mejor.

Morgan sintió una presión en su pecho por el


comentario.

Había llegado a buen término con la mayor parte de


la atracción de su hermano por el otro hombre, pero
todavía dolía.— Si tienes que esconder quien eres
realmente de Robby, no funcionará de ningún modo.

— Ser un poli no es quien realmente soy. Fui honesto


sobre la cosa más importante en mi vida.— Cole pasó su
lengua por los labios de Morgan antes de empujar dentro
de su boca para un caliente beso.— Sabes que te amo y
esa es la cosa más importante para mí.

Morgan se pasó la mano por su corto pelo.— No


quiero verte herido. Robby parece un chico bastante
amable, y sí, es jodidamente caliente incluso magullado,
pero es un prostituto, bebé. ¡Infiernos!, no sabes nada
sobre él.

Cole empezó a protestar, pero Morgan lo calló con


otro beso.— Sólo estoy asustado de que este camino no
dirija a nada excepto a problemas, eso es todo.

— Pero tú no lo viste cuando lo estaba ayudando a


limpiarse, Morgan. Estaba agradecido y triste a la vez. No
creo que nadie le haya mostrado algo de ternura. Te lo
estoy diciendo, rompió mi corazón.

Cole se apartó y se sentó en un lado de la cama.—


¿Dónde estaríamos si la tía Sandy no nos hubiera acogido
cuando mamá y papá fueron asesinados? Y no sólo la
tuvimos a ella, tuvimos a otros. Tengo la sensación de que
no es el caso de Robby.

24
— ¿Y sabes todo eso por haber estado con él una
noche? No creo que Robby sea muy hablador.

Cole sacudió su cabeza.— No lo es, pero sigue


agradeciéndomelo, y además, me dijo que no estaba
acostumbrado a que la gente fuera amable con él. Pude ver
la verdad en sus ojos.

Pasando una mano por la espalda de Cole, Morgan


abordó un tema sensible.— ¿Esto tiene algo que ver con lo
que pasó?

La espalda de Cole se tensó.— No lo sé.


Probablemente. Pero no es el motivo por el que estoy
extrañamente atraído por él. ¡Infiernos!, no puedo
explicarlo, sólo está ahí.

Morgan no estaba seguro de si estaba


verdaderamente simpatizando con Robby, o si la convicción
en la voz de Cole estaba empezando a influir en él, pero
finalmente sonrió y estiró a su hermano para otro beso.—
Vamos a ver cómo van las cosas antes de empezar a
hacernos ilusiones. Por todo lo que sabemos, Robby tal vez
no quiera dejar su trabajo por una pareja de pervertidos
como nosotros.

Tan pronto como lo dijo, Morgan deseó no haberlo


dicho. El normalmente animado hombre a su lado se
entristeció ante sus ojos.— Hey, no te enfades conmigo.
Intentaba ser gracioso. Lo siento, no debí decirlo.

Cole asintió, pero se rehusó a mirarlo.— Sé que


estabas bromeando. Sólo he oído esa palabra en particular,
lo suficiente para toda la vida.

— Lo sé, bebé. Lo siento.— Dios, Morgan se sentía


fatal.

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— De acuerdo. Mejor salgo de aquí o llegaré tarde a
la escuela,— dijo Cole con una media sonrisa. Morgan podía
decir que era forzada, pero era suficiente por ahora.

— Cuidaré de tu paciente hasta que llegues a casa,—


se ofreció Morgan.

— Gracias.— Cole se levantó y ordenó sus ropas


antes de recuperar la bolsa de tela del armario.

Con un último rápido beso, Cole había salido por la


puerta y Morgan acabó sintiéndose como la mierda. No
podía creer que había llamado pervertido a su amor.

La noche después de que sus padres fueran


asesinados, un asustado y lloroso Cole de once años había
subido a la cama de Morgan buscando consuelo, siendo
éste casi cuatro años mayor. Los dos habían seguido
durmiendo juntos, no obstante, recibieron comentarios
sarcásticos de sus amigos y otros miembros de la familia
que sabían que todavía los hermanos dormían en la misma
cama.

Tía Sandy nunca había tenido problemas con su


disposición para dormir.

Ella le había preguntado a Morgan si algo sexual


estaba pasando entre ellos, y él rápidamente alivió la
mente de su tía negándolo. Había sido la verdad. Aunque
habían compartido la ocasional paja uno al lado del otro,
Morgan nunca había tocado a su hermano de un modo
sexual.

Eso pasó mucho más tarde, después de que se


graduó en la academia de policía.

Una vez que Morgan empezó a trabajar, alquiló un


pequeño apartamento y trasladó a su hermano de diecisiete
años con él. Tía Sandy no había hecho demasiado alboroto,

26
ya que se estaba haciendo mayor y había estado buscando
algún retiro con el sueño de mudarse a algún sitio cálido.

Con mucha intimidación, Morgan había conseguido


que Cole acabara el instituto. Durante esos años,
normalmente trabajaba en el turno de noche, de modo que
Cole había tenido que dormir solo. Morgan no se lo había
dicho a nadie, pero prefería ese turno porque le daba una
buena excusa para romper el inusual hábito de dormir
compartiendo la cama con Cole.

No era que no hubiera amado tener a Cole entre sus


brazos, pero sus sentimientos por su hermano habían
empezado a cambiar con los años.

¿Cuántas veces se había levantado en medio de la


noche moliendo su dura polla contra el culo de Cole? Eso
había asustado a Morgan lo suficiente como para buscar
excusas para no estar en casa por la noche.

Había sabido que para Cole la separación nocturna


había sido difícil, pero Morgan no se había dado cuenta de
cuán difícil había sido, hasta que volvió a casa del trabajo
una mañana para encontrar a Cole manchado de sangre en
su cama.

Morgan había entrado en pánico. Aunque no había


estado en el cuerpo mucho tiempo, había visto bastante
para saber que necesitaba llevar a Cole al hospital.

Cole, por supuesto, había intentado protestar, pero


Morgan sabía que era más por vergüenza que por otra
cosa.

Había llevado a Cole en sus brazos, tirando una


manta sobre el cuerpo desnudo de su hermano, llevándolo
a la sala de emergencias más cercana.

La culpa que sintió cuando el doctor confirmó las


suposiciones de Morgan de que Cole había sido violado, lo

27
destrozó. Había intentado persuadir a Cole de
comprometerse a encontrar al violador, pero su hermano
no quería hacer nada con ello.

En un acto de desesperación, Morgan se había


enfrentado a Cole por su resistencia a atrapar al hombre
responsable. Éste se había puesto a llorar y le dijo a
Morgan que no podía castigar al hombre que lo violó porque
había sido culpa suya. Cole le explicó a Morgan que estaba
enamorado de Morgan y que había salido para encontrar a
alguien para reemplazarlo en la cama. Cuando el hombre
que había llevado a casa se puso brusco, Cole intentó parar
las cosas cuando habían empezado. Mientras lloraba, Cole
confesó que no quería a nadie más que a Morgan.

Los dos se habían abrazado el resto de la noche y


Morgan también había llorado. Él tenía algunas confesiones
propias, y las reveló todas. Le dijo a Cole por qué había
cogido el turno de noche, y que se había avergonzado de
sus sentimientos durante años.

Morgan no recordaba quién empezó, pero después de


hacerle el amor a Cole por primera vez, supo que nunca
desearía a otro.

El sonido de la cisterna del lavabo devolvió a Morgan


al presente. El hombre en el cuarto de baño amenazaba
con romper todo su mundo, pero le prometió a Cole darle a
Robby una oportunidad.

Decidió intentar y persuadir a Robby de que se


abriera a él. Quizás si aprendía más de él, podría resolver el
problema más pronto que tarde.

Deslizándose en un par de pantalones, Morgan fue al


cuarto de baño antes de aventurarse en la cocina. Sin
signos de Robby, miró fijamente la jarra de café y buscó en
la nevera algo para hacer el desayuno.

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Metió algo de bacon en la sartén y llenó dos tazas de
café y dejándolas encima de la mesa, fue a la habitación de
invitados y llamó ligeramente a la puerta.— ¿Robby? ¿Estás
levantado?

— Sí.

— Tengo el desayuno en el fuego.

— No tengo hambre,— vino la mascullada respuesta.

Preocupado, Morgan abrió la puerta lo suficiente para


comprobar a su invitado.— ¿Está todo bien?

Robby giró su cabeza lejos de la puerta, pero antes


de que lo hiciera, Morgan vio los efectos del ataque de la
noche anterior. Era obvio que Robby había visto sus
magulladuras e hinchada cara en el espejo del cuarto de
baño cuando fue antes.

Entrando en la habitación, Morgan se sentó a un lado


de la cama.— Tardará un tiempo pero se curará.

— Quizás,— Robby murmuró.— ¿Pero qué haré


mientras tanto?

La angustia en la voz de Robby indujo una respuesta


inmediata de Morgan.— Eres más que bienvenido para
quedarte aquí hasta que vuelvas a estar como antes.

Robby reopló.— Sí, estoy seguro de que Vince lo


entenderá.

— ¿Vince? ¿Es tu chulo o tu novio?— Morgan


preguntó, su personalidad de poli salió.

Robby rió.— No le dejes saber a Vince que lo has


llamado chulo. Él se considera un agente. Supongo que
piensa que suena más digno.

— ¿Sabes el apellido de Vince?— preguntó Morgan.

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Robby se giró para estudiar a Morgan.— ¿Por qué
quieres saberlo?

Mierda.— Sólo pensé que quizás podría llamarlo y


decirle que estás a salvo, pero que necesitarás un tiempo
para curarte.

Robby alcanzó y tocó la mano de Morgan.— Eres tan


ingenuo como tu hermano. Si Vince descubre que no le
haré ganar dinero, me dejará libre.

Sólo que él no lo hace de un modo amable.

Los ojos de Robby se llenaron de lágrimas.— Todo


por lo que he trabajado me será arrebatado. Vince posee el
apartamento en el que vivo. Me cobra una fracción de lo
que realmente costaría a cambio de un largo porcentaje...—
Sacudió su cabeza.— No importa. En veinticuatro horas no
tendré nada por lo que volver de todas formas. Limpiará mi
casa y mudará a algún otro para tomar mi lugar.

— Wow. Parece un fantástico chico para el que


trabajar.

Robby se encogió de hombros y se enroscó sobre sí


mismo.— Vince es mejor que la mayoría. Usualmente me
hace viajar en barco con hombres viejos y ricos. El trabajo
de anoche fue un favor para un amigo suyo.— Las lágrimas
volvieron a sus ojos.— Debería haberlo sabido mejor.

Cuando las lágrimas de Robby empezaron a caer


libremente, Morgan automáticamente intentó ofrecerle
consuelo. Empujó a Robby a sus brazos y empezó a
mecerlo adelante y atrás, murmurándole palabras
tranquilizadoras.

— Lo descubriremos. Vince nunca necesitará saber


que estás aquí. Estás a salvo con Cole y conmigo.

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Robby buscó el pecho de Morgan como un gatito
aferrándose a su madre.— ¿Podrías llevarme a mi
apartamento antes de que Vince sepa que me he ido? Me
gustaría como mínimo coger mi ropa y mis cosas antes de
que se lo dé al siguiente chico.

Otra vez Morgan se puso en modo poli.— ¿Qué pasa


si Vince está allí esperando? ¿Qué hará?

Robby rió.— Mirarme y decirme que es mi problema,


no suyo. Haría un infierno de cosas peores si fuera solo, por
eso te he pedido que me acompañes, pero no tienes que
hacerlo. Tú y Cole ya habéis hecho suficiente.

— No te llevaré a un sitio donde estarás en peligro,


pero si me das la llave y la dirección puedo traerte tus
cosas.

Robby sacudió su cabeza.— No puedo permitirte


hacer eso. Si Vince está allí no sé qué hará, y no quiero que
tenga la oportunidad de herirte.

Morgan plantó un beso encima de la cabeza de Robby,


los negros rizos cosquilleando en su nariz.— Puedo
protegerme. No hay necesidad de preocuparse por eso.

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Capítulo 3

M organ miró otra vez el papel en su mano.—


¿Aquí es dónde vives? —Robby asintió,
acabándose sus huevos. El bacon había quedado un poco
crujiente mientras Morgan estado haciendo lo mejor para
consolar a Robby, pero ambos estaban callados.— No me
pregunto por qué estás tan enfadado. St Regis es el edificio
más elegante del centro.

Robby se acabó la leche y dejó el vaso a un lado.—


Vivir allí tiene un precio más alto del que comprendí cuando
estuve de acuerdo con el arreglo. En el mundo de Vince, si
te hace un favor, le pertenecen tu vida y tu culo.

Morgan ni siquiera conocía a Vince, pero la idea


esencial de ser propiedad de ese tipo no le sentó bien.
Estudió la lista en su mano.— Entonces, ropa, los dos
cuadros del comedor, y la escultura de la habitación. ¿Es
eso?

— Sí, excepto que la cosa en la habitación no es


realmente una escultura, más como una estatua de
cerámica de El Pensador que encontré y de la que me
enamoré. Si Vince está allí y no te deja llevarte nada más,
asegúrate de conseguirla.— La lengua de Robby se asomó
para toparse con una de las costras sobre los cortes de su
labio.— No tienes por qué hacer esto.

Morgan estiró su mano.— Lo sé, pero no te voy a


dejar volver allí.

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Llevó los platos sucios al fregadero.— Me iré ahora.
Con suerte, contra antes llegue, menos probabilidades de
encontrarme con Vince.

Robby se levantó, claramente incómodo con que


Morgan se marchara.— No sé por qué tú y Cole estáis
siendo tan amables conmigo, pero gracias.

Morgan ahuecó la magullada mejilla de Robby en su


mano.

Después de pasar la mañana con Robby, Morgan


entendía el deseo de Cole de protegerlo. Plantó un beso en
la magullada mejilla de Robby.— Lo superaremos, no te
preocupes por nada. Los ojos de Robby estaban cerrados
cuando Morgan se apartó. Dios, el hombre está
hambriento de cariño.— Debería estar de vuelta en un par
de horas. He dejado encima de la cama un par de
sudaderas de Cole por si quieres ponértelas. Si es doloroso,
no te preocupes.

— No te olvides de la lista,— Robby le recordó,


extendiéndole el papel.

Morgan sonrió y negó con la cabeza.— No la necesito.


Una vez que leo algo suelo recordarlo.

— De acuerdo. Llamaré al portero y le diré que te dé


mis llaves de repuesto.

— Deberías mencionar que me llevaré algunas de tus


cosas. Lo último que queremos es que algún vecino
entrometido llame a la policía.

Robby se estremeció visiblemente.— Si, sin polis.

Tan pronto como entró en el coche, Morgan llamó a


Cole.— Hey,— Cole contestó.

— Hey, bebé. Estoy yendo al apartamento de Robby


a recoger sus cosas.— Cole jadeó.

33
— ¿Eso significa que vas a hacer que se mude con
nosotros? ¿Es eso?

— No. Le he dicho que se puede quedar hasta que se


cure. Está asustado de que su chulo tire todas sus cosas.—
Morgan continuó diciéndole a su hermano todo lo que se
había enterado durante el desayuno. Cole silbó.

— Suena como si fuese un chico-juguete caro. Debe


ser malditamente bueno.— Aunque el comentario debería
atormentarlo, la polla de Morgan se agitó. Él había pensado
exactamente lo mismo una o dos veces esa mañana.— Pon
tu polla de nuevo en tus pantalones. Aunque él esté
interesado, Robby no será capaz de hacer mucho durante
un tiempo.

— No jodas, Sherlock. Sólo estaba haciendo una


observación.

— Mmmhmm, seguro. De todas formas, ahora me


estoy deteniendo fuera del apartamento. Voy a llamar a la
estación y ver si estoy de vigilancia otra vez. Si no, me
tomaré el día libre.

— Ooh, eso suena bien. Cogeré alguna película y algo


para cenar de camino a casa.

— De acuerdo, bebé. Te veo luego.— Morgan colgó y


dejó su móvil en su bolsillo.

Se acercó a zancadas a la doble puerta de cristal y


esperó a que el portero las abriera.

— Hola, soy Morgan. Robby Miller de la 1014 se


supone que ha llamado.

— Sí, señor.— El portero le dio la llave a Morgan.—


Por favor dígale al Sr. Miller que espero que se recupere
pronto.— Morgan estaba un poco perplejo de que Robby le
hubiera confiado tanto al portero.

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— Lo haré. Gracias.— En la subida en el ascensor
hasta el décimo piso, Morgan sacó su placa de su bolsillo y
se la colgó del cuello con la cadena añadida
permanentemente. El portero no había mencionado que
Vince estuviera en el apartamento de Robby, pero Morgan
tenía la fuerte sensación de que conocería al pedazo de
porquería antes de que acabara el día.

Alcanzó la 1014 y abrió la puerta. De pie en la


entrada, no podía creer lo que veían sus ojos. El
apartamento quitaba el aliento con las vistas del horizonte
a lo largo de todo el muro de atrás. Ponía a su apartamento
en deshonra.

Morgan se encogió. Como mínimo no tengo que


vender mi culo por esto. Tan pronto como las palabras
saltaron a su cabeza, se sintió como una mierda.

Juzgar a Robby era la última cosa que debería estar


haciendo. Después de sólo unas horas con el hombre,
Morgan sabía instintivamente que Robby era una buena
persona. No sabía las circunstancias que rodeaban la
carrera del chico, pero apostaría que no fue una elección.

Reconoció una de las pinturas originales al óleo


inmediatamente.

—Magnífico,— susurró, mirando el retrato desnudo de


Robby. Sacando la pintura de su gancho, Morgan no pudo
evitar mirar la salvaje belleza del cuerpo en toda su
artística exhibición. Cada músculo, vena y sombra hacía
que le faltara el aliento.

Morgan sintió su cuerpo responder a la pintura y


sacudió su cabeza.— Contrólate, hombre.

Dejando el retrato en la entrada, sus ojos examinaron


la larga y abierta habitación, llena de cuadros de veinte por
veinte completamente diferentes del retrato de Robby. En

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ése, una casa de listones con pintura desconchada hacía un
duro relieve contra el follaje otoñal de los alrededores. En
los rotos e inclinados escalones se sentaba un pequeño niño
de pelo oscuro con su perro.

Donde el primer retrato agitaba su cuerpo, este


particular cuadro agitaba su alma. Acercándose, Morgan
pasó sus dedos sobre la triste cara del niño.— Éste eres tú,
¿no es así, Robby?

Lágrimas cayeron de sus ojos cuando inspeccionó la


pintura más a fondo.

La casa parecía completamente abandonada, con


cartones donde algunos cristales de las ventanas deberían
estar y un panel de la puerta rasgado.

Morgan se preguntaba quién más vivía con Robby y


su perro.

Descolgando la pintura de la pared, Morgan se


encontró cara a cara con la imagen sombría de Robby.—
Joder,— murmuró.

Lo que pensó que eran sombras eran en realidad


magulladuras, las cuales estropeaban la piel, de otro modo
sin defectos. ¿Quién querría capturar un recuerdo tan
triste?

Morgan llevó el retrato con el corazón pesado. En su


mente, no importaba qué más sacara del apartamento
mientras los dos cuadros permanecieran a salvo en
posesión de Robby. Recordó al chico diciéndole que se
asegurara de coger la estatua de cerámica de su habitación.

De pie en frente de la puerta de la habitación con las


pinturas, Morgan entró en guerra consigo mismo.

Finalmente dejó los retratos abajo y corrió a la


habitación.

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La estatua no fue difícil de encontrar; estaba
visiblemente en el vestidor. La colocó bajo sus brazos y la
llevó a la puerta principal.

Equilibrando los tres artículos, se las arregló para


pulsar el botón del ascensor y entrar cuando las puertas se
abrieron.

Cuando las puertas se abrieron en el vestíbulo, un


hombre mayor y distinguido estaba esperando.

— Disculpe,— Morgan dijo, intentando pasar


alrededor del hombre.

El hombre empezó a apartarse, pero paró cuando se


dio cuenta de lo que Morgan llevaba.— ¿Qué estás haciendo
con esas cosas?

La pregunta tomó a Morgan por sorpresa. ¿Vince? El


tipo se veía más como un jodido banquero, no un chulo.
Salió del ascensor y dejó los artículos en el suelo
cuidadosamente. Elevando su placa, entrecerró los ojos al
hombre de pelo gris.

— Robby me pidió que pasara y recogiera sus cosas.


Él no volverá.

Los ojos de Vince estudiaron la placa alrededor del


cuello de Morgan.— ¿Dónde está Robby? Precisamente
venía a verle.

Dejando la placa, Morgan agarró la parte de delante


del traje de sastre de Vince y lo empujó contra las puertas
cerradas del ascensor.— Escucha, pedazo de mierda. No
disfrutaría nada más que arrestar tu culo, pero Robby se
rehúsa a presentar cargos. Ahora, voy a llevarme estas
cosas a mi coche y volver a buscar el resto de sus cosas. Si
intentas detenerme de cualquier modo, te arrestaré,
indiferente a lo que Robby quiera, ¿lo captas?

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Vince sonrió.— Sólo inténtalo y comprueba cuán lejos
llegas, Detective. No he sobrevivido en este negocio
durante unos veinte años siendo un estúpido.

Morgan soltó su agarre del traje de Vince y se dobló


para recoger las cosas de Robby.— Estaré de vuelta en
menos de cinco minutos. Asegúrate de que no vea tu
zalamera cara.

Vince estuvo intentando alisar las arrugas de su traje


de diseñador cuando Morgan se giró y salió. El tipo era
definitivamente afable, Morgan le daría eso. Parecía que
Morgan necesitaría hacer una pequeña investigación sobre
Vince y quién era realmente.

— No puedo creer que te dejara entrar y llevarte


todas mis cosas,— Robby dijo, sacudiendo su cabeza.

— Te dije que podía cuidarme a mí mismo,— Morgan


contestó, sintiéndose como la mierda por mentir. Dejó la
última maleta y señaló el sofá.

Morgan no quería nada más que empujar a Robby a


sus brazos. Si no hubiera estado en el borde antes sobre si
llevar su atracción y la de Cole al siguiente nivel o no, ver
la pintura del chico afianzó su necesidad de conocer más a
Robby.

Robby se sentó y Morgan se le unió.— ¿Puedo


hacerte una pregunta?

Vestido con los pantalones sueltos que Morgan le


había dejado, Robby asintió.— Probablemente.

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Todavía es receloso conmigo. Lo último que quería
Morgan era alejar a Robby, pero necesitaba algunas
respuestas.

Los dedos de Morgan empezaron a picar por recorrer


el pecho liso de Robby. En cambio, entrelazó sus dedos con
los de Robby.

— ¿Los retratos que me pediste que trajera? ¿Los


pintaste tú?

La mirada de Robby cayó a sus manos unidas.— Sí.


Esas fueron las dos únicas piezas que conseguí acabar
antes de que tuviera que dejar la escuela de arte.

— ¿Ibas a una escuela de arte?— Morgan sonrió.


Entonces en algún punto de su joven vida, Robby había
pensado en hacer algo diferente a venderse al mejor postor.

Robby miró a Morgan a través de sus negras


pestañas imposiblemente largas. Dios, el hombre era
hermoso.

Morgan sabía que podía perderse completamente en


esos ojos verde oscuro. Una preciosa lengua rosa se deslizó
fuera de la boca de Robby y recorrió su labio partido.

— Vince utilizó mi deseo de ir a la escuela de arte


para hacerme trabajar para él. Pero después de sólo unas
cinco semanas, empezó a enviarme fuera en esos largos
trabajos. Seguí perdiendo clases hasta que finalmente lo
dejé.

Una lágrima lentamente bajó por la mejilla de Robby.

— Estoy seguro de que crees que soy un grandioso


jodido perdedor por lo que soy, pero creo que puedo
trabajar y vivir de mi arte. Estúpido sueño, pero es el único
que tengo.

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Los brazos de Morgan se deslizaron alrededor de la
cintura de Robby, acercándolo más. Secó la lágrima con su
pulgar y sacudió su cabeza.— No creo que seas un
perdedor. Cole y yo lo sabemos todo sobre como la vida
puede volverse del revés en un segundo.— Pasó sus labios
por la frente de Robby.— Tus pinturas me quitaron el
aliento.

La cara de Robby pareció arrimarse contra Morgan,


buscando contacto.— ¿Te gustaron?

Pasando sus dedos por los rizos negros de Robby,


Morgan lo sostuvo por detrás del cuello cuando plantó un
gentil beso en los hinchados labios de Robby. Éste gimió
cuando empezó a provocar la boca de Morgan con la lengua.
Sabiendo que la pasión entre ellos se les podría escapar de
las manos rápidamente, Morgan se apartó.

— No estás preparado para esto,— suspiró.

Robby sacudió su cabeza.— Estoy más que listo. De


hecho, nunca había sentido esto por un simple beso.

Morgan sucumbió a la tentación y pasó su mano por


el pecho sin pelo de Robby hacia la suave área justo debajo
del ombligo.— Fuiste violado. Eso es una cosa bastante
dura con la que tratar. Te llevará un tiempo llegar a un
acuerdo con lo que te ocurrió.

Robby resopló, atrapando la mano de Morgan y


sosteniéndola contra su estómago.— Sé que lo sabes bien,
pero en mi línea de trabajo, ser follado forzosamente por
alguien que no deseas es un suceso mensual. Concedo que
la mayoría de los hombres que están en este tipo de cosas
no usan utensilios de cocina para follarme, pero no estoy
mal de la cabeza por eso.

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— ¿Qué? ¿Eso es lo que usaron?— Morgan sacudió su
cabeza.— ¿Cómo puedes no estar jodido después de algo
como eso?

Robby se encogió de hombros.— ¿Jodido? No.


¿Seriamente asustado? Oh, sí. No me importa si tengo que
pedir dinero en las calles. No volveré a esa vida.

Esas fueron las mejores noticias que Morgan había


escuchado en todo el día. Gentilmente deslizó a Robby a su
regazo.— No hay necesidad de pedir en las calles. Sé que
mi relación con Cole no es ortodoxa, pero eres más que
bienvenido a quedarte con nosotros tanto tiempo como
quieras.

Robby empezó a arrimarse al pecho de Morgan pero


se paró. Mirando fijamente a Morgan, Robby entrecerró los
ojos.— ¿A cambio de qué?

La pregunta no sorprendió a Morgan. Dudaba que


alguien hubiera hecho algo por Robby porque realmente le
gustara. En lugar de ofenderse, Morgan se encogió de
hombros.— No sé, puedes ayudar a mantener el lugar
limpio, cocinar la cena cuando te toque, cosas como esas.—
Morgan rozó su nariz con la de Robby.— Eso es todo lo que
esperamos de ti. Si pasa algo más entre nosotros tres, es
porque todos nosotros así lo queremos, no como un modo
de pagarnos. ¿Entiendes?

Robby estudió a Morgan por unos momentos antes de


moldearse contra el pecho de Morgan.— De acuerdo.
Gracias.

Morgan pasó su mano por la desnuda espalda de


Robby.— De nada.

41
Abriendo la puerta, Cole entró en la casa y observó la
escena del sofá.

Morgan puso sus dedos en su boca en el signo


universal para “silencio”.

Cole se giró y cerró la puerta antes de llevar las


bolsas de comida a la cocina.

Se preguntaba qué había pasado mientras estaba en


el trabajo. Con Robby durmiendo en los brazos de Morgan,
sabía que tenía que ser algo bastante grande. Morgan no
dejaba nunca a nadie a parte de Cole que se acercara tanto
a él, ni siquiera a la tía Sandy. De hecho, Cole apostaba
que podía contar con los dedos de una mano el número de
personas a las que había abrazado su hermano.

Sacando el DVD del bolsillo de su chaqueta, Cole


volvió al sofá y se sentó al lado de Morgan.— ¿Qué ha
pasado?

Morgan distraídamente besó la cabeza de Robby.—


Te lo cuento después, primero ve a la habitación de
invitados y mira las pinturas de Robby. Creo que eso debe
explicar mucho.

Confuso, Cole se inclinó para un rápido, pero


profundo, beso.— Ahora vuelvo.

Se levantó y miró las maletas esparcidas por el suelo


del comedor.— ¿Debería llevarlas conmigo?

Morgan asintió.— Sí. Creo que Robby se quedará un


tiempo.

Sonriendo, Cole cogió tres de las bolsas y las llevó a


la habitación de invitados. Dejándolas delante del armario,
se giró para estudiar las pinturas apoyadas contra la cama.
Su primera reacción fue caer de culo delante de ellas.

42
Mientras el desnudo mostraba el talento artístico de
Robby, el otro mostraba su dolor.— Wow.

Cuanto más estudiaba los retratos, más profundos


eran sus sentimientos por Robby. Ahora entendía el
repentino cambio en el corazón de Morgan. El agarre
desesperado que tenía el chico sobre el perro de raza mixta
negro casi le hace llorar. Me preguntó ¿que le pasó al
perro? Ya sabía en qué se había convertido Robby.

Cole no sabía cuánto tiempo había estado sentado allí,


pero finalmente se levantó y se reunió con Morgan y Robby
en el sofá. Asintió a la pregunta en los ojos de su
hermano.— Lo entiendo.

Morgan plantó otro beso en la cabeza de Robby.—


¿Dulce corazón? Cole ha traído la cena a casa. ¿Tienes
hambre?

Observar el tierno modo de Morgan al intentar


despertar a Robby hizo que Cole se volviera a enamorar de
nuevo de su hermano. Le recordó el modo en que Morgan
había estado con él cuando era joven. Aunque aún era
increíblemente dulce y un atento amante, Cole no
necesitaba a menudo ser mimado. Parecía que su hermano
echaba de menos tener a alguien a quien cuidar.

Observó cómo los ojos de Robby se cerraban más


antes de frotar su dormida cara contra la camiseta de
Morgan. El respingo que dio cuando las magulladuras se
rozaron contra el algodón pareció acabar de despertar a
Robby.

Sus largas pestañas aletearon varias veces antes de


abrirse. Cole fue la primera persona que Robby vio, y
sonrió.

— ¿Cómo fue el trabajo?— Robby preguntó.

43
— Aburrido como siempre.— Cole no quería hablar de
su trabajo.

Esperanzadamente Robby dejaría el tema.— Traje


algunos filetes de cerdo de Chubby's. ¿Estás interesado?

Robby se levantó y observó la mancha de baba de la


camiseta de Morgan.

Limpió la mojada mancha.— Lo siento.

Morgan rió.— Un pequeño precio a pagar.

Cole observó cómo la mano de Morgan empezó a


moverse hacia el culo de Robby, pero paró antes de
alcanzar su deseado objetivo. Cole rió. Morgan era un
hombre estúpido, y amaba darle una cachetada a Cole
cuando quería decir algo importante.

—¿Preparado para comer?— preguntó Morgan,


ahuecando con su mano la delgada cintura de Robby.

Robby asintió y lentamente bajó del regazo de


Morgan. Al ver ese respingo de nuevo, Cole apretó sus
dientes.

— ¿Todavía te duele?— preguntó.

— Sólo cuando me muevo,— Robby contestó. Miró a


Cole y guiñó.— Quizás podrías ponerme más de esa
pomada después de cenar.

La polla de Cole se endureció inmediatamente.— Si


quieres. Aunque Morgan pone esas cosas mejor.

Robby se giró para frotar su mano contra la de


Morgan.— Gracias.

La tensión sexual en la habitación era bastante densa


para cortarla con un cuchillo. Cole tenía que seguir
recordándose que Robby no estaba en condiciones de
seguir su flirteo. Observó cuando Morgan llevó a Robby a la

44
cocina de la mano. Cole reconoció esos viejos pantalones
en la diminuta constitución de Robby. El suave material
estaba descolorido y roto en algunos lugares, pero la
maldita prenda nunca se había visto mejor.

Quedaban tan abajo de las caderas de Robby, que la


parte de arriba de la raja de Robby era visible.

Cole se lamió los labios y los siguió de cerca. Deseaba


poder hacer algo más para cenar, pero se conformó con el
mejor sándwich de la ciudad.

Para cuando Cole aplicó la pomada en el adolorido


culo de Robby, estaba más duro de lo que recordaba haber
estado en mucho tiempo. Aunque ambos, él y Morgan,
habían tocado, acariciado y tranquilizado a Robby durante
la película, sus conciencias no les dejaban ir más lejos.

Cole rápidamente se quitó la ropa y estaba con los


brazos y piernas en cruz en la cama cuando Morgan salió
de la ducha.

— ¿Has cuidado de Robby?— Morgan preguntó con


una sonrisa.

Lentamente masturbando su polla, Cole resopló.—


¿Tú qué crees?

Morgan tiró su toalla al suelo y se arrastró a la cama.

Acercándose amenazante a la erección de Cole, abrió


y tomó la cabeza en su boca.

Dios bendijera a su amante. Cole necesitaba alivio, y


lo necesitaba rápido.

45
Cuando la talentosa boca de Morgan trabajó en su
polla, alcanzó el lubricante.— No voy a durar.

— Mmmhmm,— Morgan gimió, trabajando el eje de


Cole con los músculos de su garganta.

— ¡Oh joder!— Cole chilló, vaciando sus bolas. Gimió


por la tierna manera en la que Morgan limpiaba su polla y
sus bolas, bañándolas en besos, era más de lo que Cole
podía manejar. Una imagen de Morgan tratando a Robby
del mismo modo se elevó en su mente.

— No importa qué pase, siempre me amarás,


¿verdad?— No pudo evitar preguntar.

Morgan liberó el eje de Cole y se estiró a su lado.—


¿Cómo podría pasar un día sin amarte?

Cole sonrió y le pasó el lubricante a su hermano.—


Sólo me aseguraba,— dijo, minimizando su preocupación.

Atrajo la cabeza de Morgan y le besó, empujando su


lengua dentro para lamer el sabor residual de la corrida. El
lubricante abriéndose sonó fuerte en la silenciosa
habitación, y Cole se preparó para el paraíso en los dedos
de Morgan. La invasión era tan dulce como sabía que sería,
ya que Morgan era un experto en estirarle. Nunca, en todos
los años que habían estado juntos, su hermano le había
dado un momento de dolor.

Cole se relajó con el beso mientras Morgan se movió


entre sus piernas. Su cuerpo aceptó la polla de Morgan
cuando ésta lentamente estiró su cuerpo incluso un poco
más.

Rompiendo el beso, miró en los ojos tan parecidos a


los suyos.— Te amo.

— Estoy feliz de que lo hagas, o estaría metido en un


pequeño lío, porque no quiero pasar un solo día sin ti en mi

46
vida.— Morgan siempre sabía decir lo correcto. Una vez
completamente dentro, Morgan gimió.— Dios, amo este
culo.

Cole rió cuando movió sus piernas más alto en el


torso de Morgan.— Y él te ama a ti.— Se preparó para lo
que sabía que venía. Morgan podía entrar con tierno amor,
pero una vez allí, el hombre se convertía en un animal.

Morgan salió y empujó de vuelta hacia dentro.

— Sí,— Cole chilló cuando Morgan repitió el proceso


una y otra vez. Cada estocada era más profunda y más
dura que la anterior, hasta que Cole estaba jadeando por
aire.— Voy a follarte tan bien,— Morgan gruñó, mientras el
sudor escurría por su cara.

La polla de Cole estaba otra vez dura. La alcanzó


entre sus piernas y se acarició al ritmo ya establecido por
su hermano, presionando el dulce lugar bajo su corona,
corriéndose de nuevo.— ¡Joder!

— Sí, bebé, dámelo todo,— Morgan jadeó. El sonido


de las bolas de Morgan golpeando contra el culo de Cole era
ensordecedor, y éste se preguntaba si Robby estaba
escuchándolos hacer el amor o no. Tenía la sensación que
la mano de Robby estaba rodeando su propia polla. Con
una traviesa sonrisa, Cole giró su cabeza hacia la puerta.—
¡Vente por mí, Robby!

Un ahogado gemido vino de la habitación de al lado


como señal. El sonido de Robby gritando su clímax hizo que
Morgan se corriera instantáneamente.

Cole sintió el calor de la semilla de Morgan llenarle y


suspiró. Sabía más allá de toda duda que ellos tres estaban
hechos para estar juntos. Cuando Morgan se derrumbó en
la cama, Cole se giró para acercarse contra su sudoroso
lado.— ¿Lo has escuchado?

47
— Joder sí,— Morgan murmuró.— ¿Intentas
matarme?

Cole rió y pellizcó los sensibles pezones de Morgan.—


¿Por qué no vas y traes a Robby aquí donde pertenece?

Morgan se movió al lado de la cama y alcanzó la


toalla que había descartado antes. Después de limpiarse, se
giró y empezó a cuidar de Cole, como siempre había
hecho.— ¿Morgan? ¿No quieres a Robby aquí con nosotros?

— Sí, pero no hasta que tengas la intención de ser


honesto y le digas qué hacemos para ganarnos la vida.

— Sólo necesitamos más tiempo para que él nos


conozca.

— Entonces necesitamos más tiempo antes de traerlo


a nuestra cama.

— De acuerdo. Intentaré encontrar una


oportunidad.— Alcanzó con su mano la polla flácida de
Morgan con la esperanza de que sea más pronto que tarde.

48
49
Capítulo 4

R obby estaba dormitando cuando sintió el lado


de su cama hundirse. Abrió sus ojos mirando
a un cansado Morgan.— Hey.

Morgan desató su corbata, pero la dejó colgando


alrededor de su cuello.— ¿Te sientes bien?

Había pasado una semana desde que fue golpeado.


Sus magulladuras estaban finalmente empezando a
desaparecer, pero no podía sacudir del todo su cansancio.—
Sí. Sólo cansado.

Robby alcanzó y recorrió con su mano el brazo


musculoso de Morgan.

Amaba tocar a los dos hombres con los que se estaba


viviendo. Amaba incluso más cuando ellos lo tocaban a él
en respuesta.— ¿Y qué hay sobre ti? ¿Cómo ha sido tu día?

Morgan gruñó y se sacó los zapatos. Subió sus


piernas a la cama y se tumbó de cara a Robby.— Pesado. El
papeleo apesta.

Morgan abrió sus brazos y Robby rápidamente buscó


la comodidad de sus brazos. Robby se arrimó contra el
cuerpo de Morgan, sintiéndose más seguro de lo que nunca
se había sentido. El tercer día después de su paliza, Morgan
le había preguntado a Robby sobre la pintura de él y Lucky.
Era un tema del que no le gustaba hablar, nunca había
hablado realmente sobre ello con nadie, pero se sintió
bastante seguro explicándole a Morgan cómo era su vida
antes de huir de casa.

50
Ambos, Morgan y Cole, habían escuchado cuando
Robby les habló sobre el abuso que sufrió de la mano de su
madre soltera. Ellos no juzgaron u ofrecieron falsa
compasión. En cambio, lo sostuvieron cuando les contó
sobre cómo huyó a la gran ciudad cuando tenía quince años,
y cuán duro fue permanecer seguro.

Robby incluso les habló sobre el día que empezó a


venderse, como le hizo sentir y que lo único bueno que
había venido de ello era el dinero que recibía de modo que
podía comer y alquilar una habitación barata por una noche.
Estaba sorprendido de que Morgan y Cole parecían saber
mucho de por qué tenían que esforzarse los niños en la
calle. Incluso les preguntó sobre ello, pero ellos
rápidamente cambiaron de tema.

— He hecho una cazuela de atún para cenar, está en


la nevera. Debería ir y ponerla en el fuego,— dijo Robby.

— En un minuto. Sólo déjame sostenerte un poco


más,— contestó Morgan.

Robby se acercó de nuevo, y Morgan le besó en la


cabeza.— ¿Has tenido la oportunidad de comprobar por
internet lo de las clases de arte ?— preguntó Morgan.

— Sí. No estoy seguro de si puedo entrar en alguna


de las clases abonadas, ya que fue Vince quien movió los
hilos para mis anteriores cursos, pero tienen algunas clases
especiales que me gustaría tomar.

— Sólo déjanos saber a Cole y a mi cuánto cuestan y


podemos ayudarte con la matrícula.

Robby cerró sus ojos y se mordió el labio inferior.


Tenía que ser claro con sus salvadores sobre su situación
financiera, pero estaba asustado de que esperaran que se
mudara fuera si sabían que tenía una estatua de cerámica
llena de billetes de cien dólares.

51
— Gracias, pero tengo suficiente para cubrir las
clases.

Morgan se apartó lo suficiente para mirar a Robby a


los ojos.— ¿Cómo? Cuando Cole te encontró, ni siquiera
tenías una cartera.

Robby se arrastró fuera de la cama y recuperó la


estatua del vestidor.— No he sido completamente honesto
contigo. Estaba asustado de que me sacaras de aquí si
sabías que tenía esto.— Giró la estatua de El Pensador del
revés y sacó lo que parecía una etiqueta de debajo.— He
estado ahorrando esto desde que empecé a trabajar para
Vince. Sabía que no era el tipo de vida que quería.—
Cuando sacudió la estatua, tres largos fajos de dinero
salieron.— Debería haber unos trece mil,— confesó, sin
encontrarse con los ojos de Morgan.— Si quieres que
encuentre otro lugar, puedo.

Morgan rió y atrajo a Robby a sus brazos.— Parece


que Cole y yo no éramos los únicos con un secreto.—
Robby miró la hermosa cara del hombre del que se había
enamorado.— ¿Huh?— Morgan de repente se veía
incómodo.— Debo esperar y dejar que Cole te lo cuente. Él
es el que está más asustado de tu reacción, pero creo que
ahora nos conoces lo suficiente para escuchar la verdad.—
Robby aguantó la respiración mientras esperaba que
Morgan continuara. ¿Ellos sólo estaban jugando con él?—
La noche que Cole te encontró, realmente quería ayudar,
pero fuiste tan inflexible sobre lo de sin polis. Está asustado
de que cuando descubras que los dos somos oficiales de la
policía, te cierres.

¿Polis? — Espera. ¿Qué?

Morgan asintió.— Soy detective y Cole trabaja a


tiempo completo en un instituto. Es un oficial allí y todo.

52
La mente de Robby estaba retrocediendo con las
noticias. Había pasado toda su vida asustado de los polis.
Ahora descubría que los dos hombres que fueron tan
amables eran policías.

— Probablemente no habrás tenido las mejores


experiencias con la policía en el pasado, pero no todos
somos imbéciles,— Morgan añadió.

— No. Tú y Cole no habéis sido más que amables


conmigo. Me tomará algún tiempo acostumbrarme a la idea,
ya que durante toda mi vida he estado huyendo de ellos y
todo eso.

Morgan asintió.— Sabes que nunca haremos nada


para herirte.

Robby ya sabía eso, pero era bueno escucharlo.


Empezó a recoger los fajos de dinero y los devolvió a la
estatua.— Debería ir a poner la cazuela al fuego.

— ¿Te importa si te ayudo?— preguntó Morgan.


Robby podía ver la incertidumbre en la cara de Morgan, y lo
odió. Cole y Morgan le habían dado más en una semana de
lo que nadie en toda su vida, de modo que ¿Qué importaba
si eran polis? Infiernos, él era un puto, ¿Quién era para
juzgar a alguien por lo que hacían para vivir? Antes de salir
de la cama, Robby se estiró y le dio un beso a Morgan.
Empezó como uno de agradecimiento, pero rápidamente se
volvió en mucho más. Cuando sus lenguas entraron en
duelo, Robby empezó a moverse más cerca hasta que
estaban apretujados juntos.

Robby recorrió con su mano la longitud del torso de


Morgan, dejándola en la cadera del hombre. Morgan gimió
cuando Robby ahuecó la longitud de la erección de Morgan.
Éste quería complacer a ese grande y hermoso hombre
tanto como necesitaba su siguiente respiración.

53
Cuando el beso continuó, Robby bajó la bragueta de
Morgan y alcanzó el interior. La longitud y el contorno de la
polla de Morgan eran asombrosos.

Maldición, necesitaba probarla. Robby rompió el beso


y empezó a moverse hacia la parte inferior del cuerpo de
Morgan.

— Espera,— dijo Morgan, sosteniendo a Robby bajo


sus brazos.— No podemos hacer esto todavía.

— ¿Por qué?— Preguntó Robby.

— Cole no está aquí, y no estás lo suficientemente


bien,— contestó Morgan , jadeando. Robby presionó su
erección contra el muslo de Morgan— Créeme. Estoy más
que suficientemente bien.— Morgan sacudió su cabeza.—
No estaría bien sin los tres. Como mínimo, no la primera
vez.

Robby gimió, bajando la cabeza para que descansara


en el estómago de Morgan. La idea de complacer a ambos
hombres al mismo tiempo casi lo llevó al borde.—
¿Después?

— Oh, definitivamente,— Morgan dijo con una sonrisa.

Cuando Cole caminó por la entrada principal, los


sonidos de risas que venían de la cocina le hicieron sonreír.
Estaba feliz de que Morgan y Robby se llevaran tan bien
solos.

Con Morgan de vigilancia tres de las últimas siete


noches, Cole había empezado a preguntarse si su hermano
estaba evitando estar solo con Robby.

Por las buenas bromas que escuchó, Cole creyó que


no necesitaba preocuparse más sobre eso. Se metió en la

54
habitación para cambiarse a un par de pantalones y una
camiseta antes de ir a la cocina.

— ¿Qué es tan divertido?— preguntó. Morgan colocó


su cerveza en la mesa y sonrió.— Hey, bebé.

Cole fue hacía Morgan y le dio un beso.— ¿Entonces?


¿Qué es tan divertido?— Morgan señaló a Robby.— Robby
nos ha hecho una cazuela de atún para cenar.

— ¿Y?

— Y olvidé añadir el atún,— Robby masculló,


claramente avergonzado.

Robby se veía tan malditamente lindo, que Cole no


pudo evitar darle un abrazo.

— Está bien, podemos comer una cazuela de fideos.

Robby hizo girar sus ojos.— No puedo creer que la


jodiera. Intenté seguir las instrucciones al pie de la letra.—
Cole asumió que Robby no tenía mucha experiencia en la
cocina

La metida de pata fue parcialmente culpa suya por no


preguntarle a Robby si sabía cómo cocinar. El hecho de que
el hombre se hubiera esforzado tanto significaba más para
Cole que una comida de gourmet.

— ¿Queréis salir?— Robby preguntó.

— No,— Morgan dijo rápido.— Tenemos demasiadas


cosas que hacer para perder tiempo encontrando un lugar
sin esperar mucho tiempo.

— ¿En serio? ¿Qué tenemos que hacer?— Cole


preguntó.

No podía pensar en una maldita cosa en su agenda.

55
Morgan se lamió los labios y miró a Robby. Los dos
compartieron una caliente mirada antes de devolver su
atención a Cole.— Le conté a Robby lo que hacemos para
vivir,— Morgan confesó.

— ¿Tú qué?

Morgan asintió.— Está bien. Ambos compartimos


cosas y ahora todo está aclarado.

Cole miró hacia Robby.— ¿Estás enfadado?— Robby


sacudió la cabeza.

—¿Cómo puedo estar enfadado? Ambos habéis


cambiado mi vida sin pedir nada a cambio.

Cole envolvió un brazo alrededor de la cintura de


Robby.— Te engañé, lo siento.— Robby descansó su cabeza
contra el pecho de Cole.

— Comamos algunos fideos a la cazuela.

— Me beberé esto,— Morgan concordó, acabándose


su cerveza.

Después de acabar su segunda porción, Cole se


recostó en la silla y acarició su estómago.— No estaba del
todo mal, Robby.

Robby se sonrojó, sus ojos mirando abajo, hacia su


plato.

Todavía asombraba a Cole cuán vergonzoso podía ser


Robby cuando se trataba de cumplidos.— ¿Película?— Cole
sugirió.

— Síp, después de que tú y yo limpiemos la cocina.—


Morgan se levantó y empezó a limpiar la mesa. Cole rió y le
sacó la lengua a Morgan antes de girarse a Robby.— ¿Por
qué no vas y decides la película? — Robby sonrió y salió de
la cocina.— Si cocinar me evita limpiar, cocinaré todas las

56
noches.— Cole llevó su plato y el de Robby al fregadero.—
Había un rumor corriendo por el instituto hoy.

Morgan cerró la nevera y se giró hacia él.— ¿Sobre


qué?

— He escuchado que alguien llevó una pistola al


instituto, pero no tengo un nombre. Hicimos la rutinaria
inspección de taquillas, pero nada.— Cole empezó a
enjuagar los platos y a ponerlos en el lavaplatos.
Realmente le preocupaba pensar que algo tan mortífero
como una pistola estuviera en manos de un alumno de
octavo.

— ¿Llamaste a la estación?— preguntó Morgan,


limpiando la mesa.

— Sí. Dijeron que sin algo más no podían seguir, no


estaba de suerte.— Morgan enjuagó el paño y lo tiró al
fregadero.— Asegúrate de llevar tu chaleco a la escuela.

— ¿Sí? ¿Y qué pasa con las dos mil cien personas que
no tienen chaleco antibalas?— Morgan envolvió sus brazos
alrededor de Cole.— No estoy enamorado de esas dos mil
cien personas. Apesta, pero mantenerte a salvo es mi
mayor prioridad.

— Hey, chicos, nunca he visto esta película: Chitty


Chitty Bang Bang. ¿Les importa si vemos ésta?— Preguntó
Robby, entrando en la cocina. Cole le dio a Morgan una
rápida mirada que decía que Robby no necesitaba saber
sobre la situación de la pistola. Morgan asintió y le dio a
Cole un rápido beso.

Ambos se giraron y caminaron hacia Robby.— Es una


película fantástica,— dijo Cole.— Creo que deberíamos
construir una cama en el suelo como solíamos hacer cuando
éramos niños.

57
— Buena idea. Traeré las mantas, Robby, trae las
almohadas, y Cole, tú mueve los muebles.

Cole le dio a Morgan un saludo de burla antes de


separarse para hacer sus tareas asignadas. Cole empezó a
preguntarse qué pasaba con Morgan cuando su hermano
salió de la habitación con nada más que unos anchos
pantalones de yoga.

Las cejas de Cole se alzaron cuando notó la erección


haciendo una tienda de campaña en los pantalones de un
fino material blanco.— Uh, ¿hay algo que necesite saber?

Morgan lanzó el montón de mantas al sofá y sonrió.


Miró por encima de su hombro antes de acercarse más a
Cole.— ¿Recuerdas que estuvimos de acuerdo en no llevar
a Robby a nuestra cama hasta que todas nuestras cartas
estuvieran sobre la mesa?

La mandíbula de Cole cayó cuando Robby entró en la


habitación llevando los brazos llenos de almohadas. Robby
se había cambiado a un par de pantalones de pijama de
seda. ¿Robby y Morgan ya habían discutido eso?

— Parece que tengo un poco de exceso de ropa.— Se


sacó la camiseta y la tiró al sofá. Aunque su cuerpo no
tenía nada que ver con el de Morgan, Cole estaba en una
maldita buena forma, y se mostró ante los ojos de Robby.

Mientras Cole se apresuró a poner la película, Morgan


extendió las mantas.

Morgan colocó a Robby en el centro


intencionadamente, aunque Robby estaba empezando a
verse un poco inseguro.

Tomando su lugar al lado de Robby, Cole se inclinó y


le dio un rápido beso.— ¿Algo va mal?

58
Robby sacudió la cabeza.— No puedo creer que esté
aquí.

Cole se giró, apoyando su cabeza en la palma de su


mano.— Esto es lo que quieres, ¿no es así?

Robby asintió. La gran mano de Morgan se apoyó en


el pecho desnudo de Robby. Presionó y susurró en su
oreja.— No hay nada por lo que estar nervioso. ¿Recuerdas
lo que dije antes?¿Todavía no estás listo para algo más que
ligeros mimos?

¿Qué pasó antes? Cole miró en los ojos de su


hermano. Morgan siempre había sido capaz de leer a Cole
como a un libro abierto y fue rápido en aliviar su mente.

— Hablábamos sobre cosas y entonces nos besamos.


Empezó a salirse de nuestras manos, de modo que
paramos hasta que tú pudieras unirte a nosotros.

Cole sonrió. Decía mucho del amor de Morgan por él


que hubiera sido capaz de detenerse. Normalmente, una
vez que empezaba, Morgan era como un tren directo. Cole
miró la extensión de piel delante de él. Podría apostar que
estaba más nervioso que Robby. La última vez que tocó a
otro hombre aparte de Morgan, había acabado con él en la
sala de emergencias.

La mano de Morgan se trasladó del pecho de Robby


hasta ahuecar la mejilla de Cole.— ¿Estás bien?

Maldición, sabía que estaba actuando como una


virgen asustada.— Sí.— Giró su cabeza y besó la palma de
Morgan.— Sólo he recordado algunas cosas por un segundo,
pero estoy bien.

Usando la mano de Morgan como un tope, Cole


dirigió la mano de su hermano arriba y abajo del torso
desnudo de Robby. Morgan parecía saber lo que Cole

59
estaba haciendo, y sacó esa expresión preocupada de
nuevo.

Los pre-estrenos terminaron, y la película empezó.


Miró a Robby, cuyos ojos estaban cerrados.

— ¿Te gustaría guardar la película para otro


momento?— preguntó Cole, arrimándose a la cara de
Robby.

— Quizás,— Robby masculló.— No puedo pensar en


nada más aparte de ustedes dos tocándome.

Cole sonrió, sintiéndose mejor con la situación. Besó


a Robby en el cuello y fue bajando antes de enterrar su
cara en la suave axila. Algunos pelos rasparon sus labios,
sorprendiéndolo.

— Está empezando a crecer,— Cole rió.

Robby abrió un párpado y sonrió.— ¿En serio? Ha


pasado tanto tiempo desde que se me permitió tener pelo
corporal que olvidé cómo se sentía.

— Entonces aquí, déjame recordártelo.— Con una


diabólica sonrisa, Morgan frotó el pelo de su pecho contra el
suave torso de Robby, haciendo que Robby riera
tontamente.

El sonido llenó a Cole de ternura. Dudaba que Robby


hubiera hecho mucho de eso en veintidós años.

Sintiéndose mucho mejor, Cole empezó a recorrer


con sus manos el cuerpo de Robby. Empezó con los
pezones gemelos marrón oscuro, dándoles a cada uno un
tentativo apretón antes de inclinarse para envolverlos con
su lengua.

Robby gimió cuando Cole arañó ligeramente uno con


sus dientes. Desde su posición en el pecho de Robby, Cole

60
miró arriba para ver a Morgan sondeando la boca de Robby
con su lengua. Joder, eso es caliente.

Cole empezó a lamer su camino hacia abajo por el


cuerpo de Robby, sólo para ser detenido por un gran brazo
en su camino. Echándose hacia atrás, reconoció el
problema.

Morgan tenía su mano contra la parte delantera de


los pantalones del pijama de seda de Robby, acariciándolo
a través del delgado material. Joder. Eso es incluso más
caliente.

Cole estaba empezando a pensar que eso de un trío


no era una mala idea.

Observó a Morgan presionar su pulgar contra la


corona del eje de Robby, creando una deliciosa mancha
mojada.

Cole se dobló y cubrió el trozo húmedo con su boca,


lamiendo el pulgar de Morgan al mismo tiempo. Podía sentir
las venas de la polla de Robby a través de la fina y mojada
seda. Empezó a bajar los pantalones de Robby para llevar
la boca alrededor de la cosa real cuando Morgan lo golpeó
en la cabeza.

— Ow— lloró, mirando a su hermano.— ¿Qué


infiernos está mal contigo?

— No, ¿qué infiernos está mal contigo?— Morgan se


opuso.— Tanto como ambos queremos chupar la polla de
Robby, no es seguro. Necesita hacerse una prueba.

Mierda. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Bueno, fácil,


realmente. Nunca había chupado a nadie más que a Morgan,
y su seguridad nunca fue una cuestión. Incluso el tipo que
lo violó hace tantos años había llevado condón.

61
La mano de Robby bajó y cubrió su polla.— Morgan
tiene razón., y aunque Vince traía a un tipo para que nos
hiciera una prueba cuatro veces al año, he estado activo
desde el último.— La última parte de la frase fue dicha en
un tono más suave de voz, con culpa.

Cole hizo su camino de vuelta al cuerpo de Robby


hacia sus labios, finalmente teniendo la oportunidad de
entrar dentro.— Dios, sabes bien.— La mano de Robby
presionó contra la parte delantera de los pantalones de
Cole. Éste gimió, y Morgan se aclaró la garganta.

— Esta noche es tuya,— dijo Morgan.— Sólo


recuéstate y déjanos cuidarte a cambio.

Robby soltó una risotada.— Ustedes chicos no han


hecho otra cosa que cuidar de mi desde que me trajieron
aquí. Cole dudaba que Robby hubiera estado en la posición
de sólo recibir. En su pasado, Robby era pagado por actuar.
Ese era el motivo por lo que esta noche era increíblemente
especial y Cole quería darle algo que nadie más hubiera
hecho.— Esto es diferente. Ésta es la primera noche de lo
que esperamos sea una larga relación. Una vez que te
cures, habrá mucho tiempo para corresponder.

Cole había empezado a besar su camino en el cuerpo


de Robby hacia abajo cuando la película tras él llamó su
atención.— Oooh, esta es una de mis canciones favoritas.—
Se levantó y empezó a quitarse el resto de su ropa al ritmo
de la canción de la película y, extendiendo su mano, instó a
Morgan a que se le uniera.— Vamos, enseñémosle a Robby
nuestro baile.

Morgan empezó a reír.— Te ves ridículo, y si


continúas saltando así, tu polla se romperá.— Cole apretó
su polla por la base y la apuntó hacia él.— No hay nada
roto aquí.

— Además, ¿cuántos años tienes?— Morgan rió.

62
— Vamos, no seas así.

Sacudiendo su cabeza, Morgan devolvió su atención


a Robby.— ¿Crees a este tipo?

Robby rió.— Creo que es divertido.

Cole tomó la oportunidad de hacer un gran final. “…


nuestros buenos cuatro guardabarros…amigo”. Cole se aseguró de
cantar la última palabra de la canción del mismo modo que
Morgan lo hacía cuando eran niños. Robby aplaudió, y Cole
colapsó en la cama de mantas.— Eso fue divertido.

Morgan sacudió la cabeza y lentamente dirigió su


mano hacia arriba y abajo de la erección de Robby.— Sí,
bien, mientras estabas haciendo tu demostración, yo
estaba ocupado cuidando a Robby.

El humor de Cole era demasiado bueno para permitir


que nada de lo que dijera Morgan lo estropeara.— Quizás.
Mientras tú cuidabas del cuerpo de Robby, yo estaba
llenando su alma de puro gozo de Dick Van Dyke(1).

Robby tomó la iniciativa de atraer a Cole a sus brazos


para un profundo beso.— Y yo te lo agradezco. Mi corazón
está lleno de ti y de Dick.— Cole besó a Robby otra vez.
Amaba la aterciopelada sensación de la lengua de Robby.
Otros labios se unieron, y Cole abrió sus ojos para ver a
Morgan.

Sonriendo, se movió a un lado para dejarle a Morgan


más espacio para jugar. Una mano se cerró sobre su polla y
Cole gimió en el beso a tres bandas. Sabía que la noche se
suponía que sería para Robby, pero maldición, esa mano se
sentía bien. Sintió las caderas de Robby embestir contra el
toque de Morgan. Rompiendo el caliente beso, Cole miró
hacia abajo y observó cómo Morgan continuaba
complaciendo a Robby. Cole sabía exactamente cómo se

(1) Actor de cine

63
sentía la mano de Morgan, lo cual hizo que mirarlo todo
fuera más placentero.

— Córrete para nosotros,— Morgan gimió, deslizando


su lengua a través del labio superior de Robby.

La mano de Robby apretó la polla de Cole cuando se


corrió sobre sí mismo.

Salpicaduras de espesa semilla blanca en el brazo de


Cole, y era todo lo que podía hacer para no lamerla toda.
Cole devolvió su atención al hermoso rostro de Robby.—
Eso fue caliente.

Escuchó a Morgan gemir otra vez, y se inclinó sobre


Robby para besarlo. Sabía que la mano derecha de Robby
le estaba dando el mismo tratamiento a Morgan que el que
él estaba obteniendo de la izquierda.— ¿Qué pasó con lo de
que esta noche sería toda para Robby?

— Shh,— Morgan susurró.

Cole intentó contener la risa con una respiración


cuando el pulgar de Robby se presionó contra el lado
inferior de su corona.— Oh, joder, sí, justo ahí.

Robby lo hizo de nuevo, y la polla de Cole hizo


erupción en una sucesión de espeso semen— Sí, de eso es
de lo que hablaba.

Estaba empujando con la nariz adormilado contra el


hombro de Robby cuando escuchó a Morgan deslizarse por
el borde. Se sintió tan en paz con el mundo, que pensó que
se dormiría en cualquier momento.

Un suave ronquido señaló el acuerdo de Morgan. Cole


abrió sus ojos y sonrió a Robby.— ¿Una pequeña siesta?

— Suena bien,— Robby masculló, cerrando los ojos.

64
Tanto como le preocupaba, la noche había sido un
completo éxito. Había superado su miedo a hacerle el amor
a otro hombre, y aprendió que ver a Morgan hacerle el
amor a Robby no lo ponía celoso. Perfecto.

65
Capítulo 5

R obby caminó una y otra vez delante del


edificio de Jimmy. Aunque no tenía muchos
amigos, Jimmy había sido uno de los niños de la calle como
él cuando era joven. Cuidaron el uno del otro, volviéndose
tan cercanos como hermanos. ¿Entonces por qué era tan
difícil tocar el timbre? Porque él me recuerda lo que solía
ser. Con la ayuda de Cole y Morgan, Robby ya no se
avergonzaba de la vida que tenía antes de conocerlos, pero
eso no significaba que estuviera listo para afrontar su
pasado. Habían pasado cuatro meses desde que Cole había
encontrado a Robby en el callejón.

Cuatro meses desde que había visitado a Jimmy.

Robby mordió la uña de su pulgar, mirando hacia el


tercer piso dónde Jimmy vivía con dos compañeros
más.¿Estaba solo o había tenido suerte?

Había una parte de Robby que esperaba que Jimmy


volviera a ser como antes, vendiendo su culo por cincuenta
dólares, pero algo le decía que ese no era el caso. Incluso
desde que Morgan había mencionado que un chico
prostituto había sido encontrado muerto fuera de uno de
los hoteles en Myers Boulevard, Robby había tenido un
presentimiento.

Con una profunda respiración y sacudiendo sus


manos, llamó al sucio timbre.— ¿Quién está ahí?— Una voz
preguntó a través del altavoz.

— Soy Robby. ¿Está Jimmy?

66
— Nop. No lo hemos visto desde hace un par de días.
Inténtalo más tarde.— Las rodillas de Robby fallaron y se
hundió en el escalón. ¿Por qué no había visitado a Jimmy?
Debería haberlo alejado de esa vida tan pronto como
estuvo a salvo con Cole y Morgan.

Cuando las lágrimas empezaron a derramarse, sacó


el móvil que Cole le había propuesto comprar y llamó a
Morgan.

— Caldwell,— Morgan contestó en su profunda y sexy


voz.

— Morgan,— Robby dijo a través de sus lágrimas.—


Creo que sé la identidad de ese prostituto muerto.

— ¿Robby? ¿Dónde estás, dulce corazón?

— La sexta con Stallworth.

— ¿Qué? ¿Qué estás haciendo tan abajo?

— Tomé un autobús. Necesitaba hablar con mi amigo,


Jimmy Chow. Creo que es el hombre que encontraste.—
Odiaba llorar, especialmente sentado allí fuera, pero la
culpa era demasiada. Era culpa suya que Jimmy hubiera
muerto.

— ¿Puedes venir y recogerme?— Preguntó Robby,


secándose la nariz con la manga de su chaqueta negra de
cuero de quinientos dólares

— Estoy saliendo del aparcamiento ahora. Estaré allí


en quince minutos como mucho.

— De acuerdo.— Robby empezó a colgar, pero


Morgan lo detuvo.

— Quédate en el móvil conmigo, dulce corazón.


Háblame. Háblame de Jimmy. ¿Cuánto lo conoces? ¿Erais
cercanos? —Morgan continuó lanzándole preguntas. Robby

67
sabía que su amante estaba intentando mantenerlo
hablando hasta que llegara, pero de repente todo se sentía
tan abrumador.

— Jimmy era dos años mayor que yo. Me ayudó a


salir de un aprieto con un tipo que estaba intentando
robarme el dinero, antes cuando vivía en las calles. Jimmy,
más o menos, me tomó bajo su ala después de eso. Me
enseñó el modo seguro de conseguir clientes y qué hacerles
para que volvieran por más. Solía decirme que tener
clientes regulares era sólo la manera de permanecer a
salvo en el trabajo.

Robby apartó el móvil de su boca cuando un sollozo


salió.— Él, Jimmy, me presentó a Vince. Escuchó que Vince
estaba buscando a un nuevo chico.Le pregunté por qué el
no iba con él, y Jimmy dijo que prefería trabajar por sí
mismo. Dijo que sería bueno para mí tener a alguien que
cuidara de mí cuando él no podía.

La idea de Jimmy muriendo en una habitación de


hotel, o peor, en un callejón solo, dejó a Robby sintiéndose
vacío. Colocó el móvil a su lado y enterró su cara en sus
manos. ¿Por qué él había tenido la bastante suerte de ser
encontrado por un maravilloso hombre como Cole, cuando
Jimmy era una persona mejor de lo que Robby podría
esperar ser?

Escuchó el chirrido de las llantas y entonces Morgan


estaba allí, atrayendo a Robby en un fuerte abrazo.

Robby no se preocupaba por la gente en la calle que


lo miraba. Se sostuvo en Morgan como si la vida
dependiera de ello, permitiendo a Morgan levantarlo y
llevarlo al coche.

Después de tener a Robby abrochado de forma


segura, Morgan salió de la multitud que se había juntado.

68
— Necesito verle,— Robby murmuró, con su cabeza
apoyada en la ventana del pasajero.

— No, dulce corazón. Les daré a los detectives


designados al caso el nombre que me has dado. Pueden
poner su nombre en el sistema y relacionarlo con las
huellas dactilares una vez recuperadas. Los forenses no
trabajan tan rápido en la vida real como en la tele. ¿Sabes
si Jimmy fue alguna vez arrestado?

— Sí, una vez. Quizás hace cinco, o cinco años y


medio, pero no fue declarado culpable.

— No importa. Igualmente tendrán la información


que necesitan.

— Si es Jimmy, diles que me llamen para hacer los


arreglos para el entierro,— Robby informó a Morgan. Nunca
había pagado un funeral y no tenía ni idea de cuánto
costaba, pero no importaba, Robby le debía a Jimmy la vida,
y Jimmy recibiría el respeto que merecía en su muerte, si
no lo tuvo en vida.

Morgan paró fuera de su edificio.— ¿Estás bien para


caminar dentro?

— Sí. Vuelve al trabajo. Estaré bien.

— Un infierno lo haré,— Morgan respondió, saliendo


del coche. Morgan abrió la puerta del pasajero y extendió
su mano.— Al único lugar al que iré es arriba contigo.—
Robby permitió a Morgan ayudarle a salir del coche y
llevarlo escaleras arriba. Tan pronto como entraron al
apartamento, se quitó la chaqueta encogiendo los hombros
y la colgó en el armario.

— Necesito que compruebes a Vince.— Morgan paró


en el proceso de quitarse la chaqueta.

69
— ¿Qué? No hemos escuchado una palabra de él
desde que hablé con él ese día en tu apartamento.

— Exactamente. Vince no es el tipo de hombre que


deja que un artículo tan valioso como yo se vaya y se
aleje.— Los ojos marrón oscuro de Morgan se entrecerraron.

— ¿Crees que tiene algo que ver con la muerte de


Jimmy?— Cuanto más pensaba sobre ello, más seguro
estaba.

Vince sabía bien que no debía ir contra Robby. No


dudaba que Morgan probablemente dio un show real ese
día en su apartamento. Lo más cercano a matar a Robby
era herir a alguien por quien se preocupaba.

Robby tragó.— ¿Qué si va contra ti y Cole?— Morgan


caminó hacia Robby y lo recogió en sus brazos.

— ¿No crees que es el momento de que me digas el


apellido de Vince?

— Castellanos. Posee Babbas play Yard en el centro


en Archer.

— Sí, lo sé. Infiernos, llevé a Cole allí por su


cumpleaños hace dos años.

— De modo que sabes qué tipo de lugar es.— Babbas


era la base de operaciones de Vince aunque no llevaba el
lugar personalmente. Vince era demasiado elegante para
ser el hombre al frente de una operación que abastecía a
hombres gays.

— Sí, sé qué tipo de lugar es. Cole y yo nos


quedamos por una hora antes de sentir la necesidad de
volver a casa y darnos una ducha. Ese lugar es
nauseabundo.

Robby sonrió.— Apuesto a que nadie sabe que es el


mismo hombre que posee Castellanos’s en la Calle Primera.

70
— Joder. ¿Alguien lo hace?

Castellanos’s era uno de los principales restaurantes


en la ciudad. Era imposible conseguir mesa sin tener
conexiones. ¿Cuántas veces había estado con Vince en
Babbas? Oh, un millón. ¿Cuántas veces Vince lo había
llevado a Castellanos’s? Nunca.

Algo finalmente se le ocurrió.— Apuesto a que su


mujer no sabe nada sobre Babbas.

— ¿Está casado?— Morgan se veía aturdido.

— Síp. Con su novia del instituto.

Al principio de su asociación con Vince, Robby había


estado realmente celoso de la mujer de Vince. Nunca había
sido lo bastante estúpido para enamorarse del tipo, pero
por primera vez en su vida había tenido una figura paterna,
y no le gustaba compartir. ¿Cuántas veces habían estado
en medio de una “lección” sólo para ser interrumpidos por
la llamada de la mujer de Vince? Dios, había odiado el
modo en que Vince lo dejaba y se apresuraba a casa con
ella.

Robby había estado realmente contento cuando Vince


empezó a mandarlo fuera, con los clientes ricos. Aunque la
mayoría estaban casados, al menos durante un corto
tiempo estaban juntos en viajes de trabajo y sus papis
mayores eran todos suyos. Había perfeccionado el arte de
vivir el momento.

No fue hasta que fue rescatado por Cole que


descubrió cómo se sentía el amor. Miró a Morgan a los ojos.
Amaba a ambos, y estaba asustado de muerte de que se
cansaran de él si se convertía en un gran problema.

— Vuelve al trabajo. No quiero que tengas problemas


con tu capitán por mí.

71
Morgan se inclinó y lo besó— Prometí solemnemente
hace mucho tiempo que mi familia estaría antes que mi
carrera. Tú eres parte de mi familia.

Robby sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas


una vez más. — ¿Qué pasa con Jimmy?

— Llamaré a los detectives del caso y les diré que


escuché un rumor. Eso debería dejarlos en el buen
camino.— Morgan llevó a Robby al dormitorio.

Morgan recorrió con sus manos la piel de Robby como


si no estuviera cubierto.— Eres verdaderamente hermoso.

Robby había escuchado esas mismas palabras dichas


por algunos de los hombres más ricos de la ciudad, pero
sabía que Morgan verdaderamente quería decirlas. Incluso
sabía que no era todo lo que Morgan veía en él, y eso era lo
que le llenaba de afecto.

Antes de desnudarse, Morgan cogió el teléfono y


llamó a los detectives a cargo de la muerte del prostituto
desconocido. Robby encontró a Morgan increíblemente sexy
con su personalidad de poli. ¿Quién sabía que se
encendería por un hombre de la ley?

Totalmente desnudo, Robby se sentó en el borde de


la cama y abrió los pantalones de vestir de Morgan. Con
hábiles manos, empezó manipulando la parte delantera de
los bóxers ligeros de Morgan. Su amor lo miró con una
oscura ceja elevada cuestionándolo.

Robby sonrió y bajó la ropa interior, lamiendo la


gruesa y venosa polla cuando estuvo destapaba. La
mención del nombre de Jimmy le causó una pausa
momentánea antes de chupar la bulbosa cabeza en su boca.

Los dedos de Morgan se enredaron el los rizos de


Robby cuando su amante empezó a tragarla en su garganta,
metiéndola dentro y fuera de su boca. El tono de la voz de

72
Morgan se fue profundizando, y emocionó a Robby saber
que era el responsable.

Alcanzando la mesilla de noche, Robby cogió la


botella de lubricante y un condón. Así como disfrutaba
chupar la polla de Morgan, también quería sentirla en su
culo. Saltando encima de la cama, Robby se posicionó de
modo que Morgan pudiera observar cómo se preparaba.

— Te lo estoy diciendo Phil, sólo investígalo,— dijo


Morgan, observando a Robby como un halcón cuando le
envolvió el condón hacia abajo sobre la longitud de su
erección.

Cuando Robby sacó sus dedos y meneó su culo,


Morgan se arrodilló en la cama tras él y entró
relajadamente como era su costumbre, empalando
lentamente a Robby

— Sé que es un respetado hombre de la comunidad,


pero estoy seguro que si hurgas más profundo, encontrarás
algunos esqueletos en el armario.— Morgan empezó a dar
estocadas dentro y fuera del culo de Robby.

— Gracias. Lo aprecio.— Morgan tiró el teléfono a la


cama y agarró las caderas de Robby cuando la intensidad
de su follada aumentó.

— No te creyeron, ¿o si?— preguntó Robby,


agarrando sus manos alrededor de las barras del cabecero.

— Después,— gimió Morgan.

— Necesito — Robby suplicó. Con Morgan follándolo


como un loco, no había modo de que Robby pudiera liberar
su agarre para masturbarse.

El cuerpo de Morgan se presionó más cerca cuando


rodeó con una mano la necesitada polla de Robby. Éste

73
sintió el arañazo de los dientes de Morgan entre sus
omóplatos.

— ¡Joder!— chilló cuando disparó su carga en la


mano de Morgan.

Morgan mordió la tierna carne de la base del cuello


de Robby mientras enterraba toda la longitud de su polla
tan profundo como pudo. Un gruñido y el estremecimiento
del cuerpo cubriendo a Robby señaló la liberación de
Morgan. Los finos brazos de Robby colapsaron bajo él con
todo el peso de su compañero. Morgan empezó a
apartarse.— No, quédate ahí,— Robby ordenó.

Morgan besó y lamió la marca de mordedura que


había hecho.— Lo siento, dulce corazón, no puedo con el
condón. Hey, ¿No se supone que estarías en clase?

— No, tuve una clase temprano, antes de ir a casa de


Jimmy. Se suponía que estaría buscando un trabajo, creo.
Espero que mis compañeros no se enfaden conmigo.

Morgan se sacó el condón y lo tiró a la papelera.


Llevó a Robby a sus brazos.— Creo que lo entenderán.—
Robby estaba contento, porque realmente no sabía si sería
capaz de encontrar un trabajo. Suspiró, pensar en trabajar
por siete billetes por hora cuando había estado
acostumbrado a hacerlo por mil al día.

— ¿Qué va mal?— Morgan preguntó, percibiendo la


pena de Robby.

— Nada.— Robby contestó, acercándose más al


abrazo de Morgan.

— No me mientas,— Morgan lo regañó.

— Es sólo... oh, no lo sé, no soy bueno en nada con


excepción de pintar y follar. ¿Qué tipo de trabajo puede

74
hacer un tipo como yo?— Los dedos de Morgan se
enredaron en el pelo de la nuca de Robby.

— No quiero decir nada hasta no estar seguro, pero


creo que tengo una esperanza para ti. La paga apesta, pero
creo que es algo en lo que eres realmente bueno.

— Si la paga apesta, ¿Cómo se supone que pondré mi


parte aquí? Y ¿Cómo pagaré mis cuentas si ustedes se
cansan de mí y me echan?

— Hey,— Morgan dijo con un aspecto amenazador.


Tiró a Robby hacia arriba para que estuvieran al mismo
nivel.— Primero, Cole y yo no nos cansaremos de ti, y
segundo, esto es una familia. No es sobre quién gana más
dinero.— Robby mordió su labio. Ser incluido en la familia
de Cole y Morgan lo significaba todo para él.

— ¿De qué va el trabajo?

— Dirigir un programa de arte en él Y. Supongo que


puedes hacerlo y tener tiempo para tus clases. Quizás si
hablas con el director...

— De acuerdo,— Robby fue rápido en decir. Amaba la


idea de ayudar a niños a explorar el arte.

— Bien.— Morgan le dio a Robby un profundo beso.—


Vamos a tomar una corta siesta antes de que tenga que
volver a la estación.

Los ojos de Robby estaban cerrándose antes incluso


de que Morgan acabara la frase.— Te amo, susurró.

— También te amo, dulce corazón

— Hey, ¿Milo? ¿Puedo coger otro?— Robby preguntó


al lindo barman.

75
Conocía a Milo desde hacía años y esperaba que
pudiera confiar en que el gran griego no mencionara su
aparición en Babbas a Vince. Milo le pasó la cerveza por la
barra de madera con cicatrices.

— ¿Estás bien? Hace mucho que no te veo por aquí.

— Seis meses,— Robby corrigió.— He estado


ocupado.— Milo movió el rizo negro de la frente de Robby y
le levantó la barbilla.

— ¿Pasa algo?— Robby apartó su cara y sacudió su


cabeza.— He encontrado un hogar real.

— Eso es fantástico, ¿Entonces por qué estás aquí?—


Milo preguntó, cruzando sus musculosos brazos.

— Porque no los merezco. He estado mintiéndoles por


casi dos meses, y no puedo mirarlos más a los ojos.

— ¿Quiénes son ellos?

— No importa.— Robby debía estar borracho, pero


sabía lo suficiente como para no darle demasiada
información a Milo.

Sabía que estaba arriesgándose volviendo al Babbas,


pero era apropiado para su humor. Había sido un prostituto,
y no importaba lo que hiciera, el mundo siempre lo vería de
ese modo. El móvil en su bolsillo sonó de nuevo. Robby
intentó ignorarlo.

Cole y Morgan habían llamado a su móvil cada veinte


minutos durante las últimas tres horas. Respondió la
primera llamada, diciéndole a Cole que salía esa noche y
que necesitaba algo de tiempo solo. Lo que no dijo era que
no podía manejar el mentirles más.

Una mano en su culo llamó su atención. Robby miró


por encima de su hombro al altísimo velludo.— Lo siento,
no estoy interesado.

76
— Creo que puedo hacer que cambies de opinión,—
dijo el tipo, apretando el culo de Robby.

— No puedes— Robby se movió un par de taburetes


más allá, llevando su bebida con él. Cuando el tipo empezó
a seguirlo, Robby le dio a Milo una suplicante mirada.

— Piérdete — El tipo se enojó un poco pero


finalmente siguió su camino.

Robby sonrió a Millo.— Gracias.

— Ve a casa, Robby. Ya no perteneces aquí.— Robby


miró alrededor del club. Dentro de Babbas, el sexo era
común.

Antes de que empezara a trabajar para Vince, éste


había sido su lugar favorito de caza. Normalmente podía
ganarse la paga de una noche sólo con su boca. Sintió una
mano apoyarse contra su espalda.— ¡He dicho que la-
saques-de-mi-espalda,hombre!— Robby giró para apoyar
su punto, y se encontró cara a cara con Cole y Morgan.
Mierda.

Los dos hombres tomaron posiciones a cada lado de


Robby.— ¿Qué está pasando?— Cole preguntó.— De todos
los sitios que miramos, este era el último lugar en que
pensaba encontrarte. — Robby estaba tan avergonzado que
ni siquiera podía mirar a su hermoso amante. Cole y
Morgan no habían sido más que amables con él. Le dieron
la bienvenida a su casa y a sus corazones, y Robby sabía
que no merecía a ninguno de ellos.

Morgan se levantó y dejó algunos billetes en la barra


frente a Robby.— Vamos. Vámonos a casa...

— No puedo— Dijo Robby bruscamente.

— Entonces mejor empieza a hablar antes de que te


tire sobre mi hombro y te saque de aquí,— Morgan bufó.

77
Robby sabía que si les decía a Cole y Morgan la verdad, lo
verían como el pedazo de mierda que era realmente, pero
no parecía tener muchas opciones.— He estado mintiendo
sobre cómo me estoy ganando mi parte de la renta.— Cole
boqueó y Morgan se quedó inmóvil. Leyendo sus mentes,
Robby sacudió su cabeza.— No, no he vuelto a vender mi
culo, si eso es lo que están pensando.

— Entonces, ¿qué has estado haciendo?— Cole


preguntó con una mano en el muslo de Robby. La expresión
preocupada en su cara estaba destruyendo a Robby.—
Limpiando coches.

— ¿Qué pasó con el trabajo en Y?— preguntó Morgan.

— No lo conseguí. Fue culpa mía. El tipo parecía


realmente amable, y quería ser sincero con él, y le expliqué
más o menos lo que solía hacer para vivir. Dijo que no
podía correr el riego de contratarme para trabajar con
niños menores.

Robby se encogió de hombros.— Estaba tan


avergonzado de mí mismo para decírcelos que, entonces,
mentí.— Morgan se levantó de nuevo.

— Casa, ahora.— Robby nunca había escuchado ese


particular tono de Morgan antes, y se puso en alerta. Se
alejó de él, lo que pareció molestar más a Morgan. Sin otra
palabra, Morgan se giró y salió del club a zancadas.

Robby se sentó, asustado de moverse. ¿Había jodido


lo mejor que le había pasado? Su mirada cambió a Cole.—
Estoy en problemas, ¿no?

Cole se mordió su labio inferior y asintió.— Temo que


sí, pero será peor si no sales de aquí.

Robby no se había peleado con Morgan antes y no


estaba seguro de qué esperar. Si el hombre quería, Robby
sabía que Morgan podía matarlo con sus manos desnudas.

78
Robby se restregó la cara y se acabó su cerveza.— De
acuerdo.No es como si no hubiera estado al final de la
dirección de un puño antes.

Empezó a levantarse, pero Cole le paró con una


mano alrededor de su brazo. En voz baja pero llena de
enfado, dijo,— Nunca, nunca digas algo como eso sobre
Morgan otra vez. ¿Estoy siendo claro?— Robby tembló.
Mierda.

Ahora tenía a ambos enfadados con él.

— Sí, señor,— contestó automáticamente.

Cole sacudió la cabeza, sus ojos entrecerrándose en


meras ranuras.— No soy tu “señor”. Pensé que habías
entendido eso.

Entonces fue el turno de Cole de levantarse y seguir a


Morgan, viéndose tan enfadado como su hermano. Robby
miró a Milo quien había observado toda la escena. El
barman se encogió de hombros y acabó secando el vaso en
su mano.— ¿Lo tomaré como qué es la familia de la que me
hablaste?— Robby asintió.— Eres muy duro con ellos, ¿no
crees?

— ¿Yo? Sólo les dije la verdad. Es la razón por la que


mantuve mi boca cerrada tanto tiempo.— Milo sacudió la
cabeza.

— Puedo decir sólo mirando a ese tipo grande que


nunca habría herido un pelo de tu cabeza, más bien lo
heriste escondiéndote de él.

Milo tenía razón. Morgan nunca le había dado una


razón para temerle.

Sabía que eran sus propias inseguridades las que


habían impulsado esa reacción. Deslizándose de su

79
taburete, le dio una media sonrisa a Milo.— Creo que no
volveré a verte más si todo va bien.

Milo rió.— Vuelve a venir, y sacaré tu culo.

— Gracias, Milo.

Robby zigzagueó a través de la multitud, esperando


poder arreglar las cosas con sus hombres. Estaba
intentando calcular qué debería decir cuando un puño en su
cara lo tiró sobre su culo.

Cubriendo su mandíbula, miró hacia arriba y se


encontró cara a cara con Vince.

¡Santa jodida! Robby sabía que Vince tenía que estar


fuera de sí para atacarle en medio de la multitud del bar. La
comprensión de que Vince estaba dejando caer su
cobertura no presagiaba nada bueno para Robby y lo sabía.
Vince nunca perdía su calma delante de testigos.

— ¿Qué infiernos estás haciendo aquí?— Vince


escupió, veneno en su voz.

Robby se encogió a sus pies.— Lo siento. No volverá


a pasar.

Vince se alzó y esta vez con la mano deliberadamente


abierta golpeó el mismo lugar de la cara de Robby que
había recibido el primer golpe. Otra vez, Robby cayó.
Escupió sangre de su boca en el suelo, rehusándose a mirar
a la cara de su atormentador de nuevo.

Robby sabía en su corazón que esa era precisamente


la razón de que viniera a Babbas. Había una enorme parte
de él que sabía que no podía avanzar con su vida estando
asustado de que Vince algún día viniera tras él.

Aunque la policía había, de hecho, identificado al


prostituto muerto como Jimmy, fueron incapaces de
conectar a Vince con el asesinato. Robby sabía la verdad

80
con cada fibra de su ser. Vince había cortado la garganta de
Jimmy para castigar a Robby por dejarlo.

Escuchó a Morgan decir su nombre y miró hacia la


puerta.

A través de la multitud, podía ver a Morgan y Cole


yendo hacia él. Un flash de la insignia de Morgan y los
clientes del bar se dispersaron, dejando a Vince de pie
sobre él.

Cole sacudió su cabeza.— No lo matará, pero


malditamente seguro que le enseñará una lección.

Robby se levantó con la ayuda de Cole. Era todo


culpa suya. Rompió el contacto con Cole y se dirigió hacia
los hombres luchando.— Paren. Por favor, paren.

Los brazos de Cole rodearon a Robby como un tornillo


y lo alejó lejos.— Voy a sacarte de aquí. Tenemos un plan
para tratar con Vince.

— No,— Robby chilló.— Vince no lucha justo. Matará


a Morgan si tiene la oportunidad.

Cole renunció a intentar forcejear con Robby para


sacarlo del club y lo cogió. Con Robby colgado sobre su
hombro, Cole lo llevó al coche.

Cuando se dio cuenta de que el coche estaba cerrado,


Cole no tuvo otra opción que dejar a Robby en el capó.—
Quédate aquí.

Cole volvió dentro. Robby luchó consigo mismo


mientras esperaba.

¿Debería entrar o debería hacer lo que le dijeron?

La pregunta se le salió de las manos por la presencia


de Cole y Morgan saliendo del club. Robby podía ver

81
sangre corriendo por la nariz de Morgan y bajando por el
lado de su amante.— Oh Dios mío, estás herido.

Morgan sacó las llaves de su bolsillo y pulsó el botón,


abriendo las puertas.— Entra.

— Dame las llaves. No estás en condiciones de


conducir,— ordenó Cole, extendiendo su mano.

Morgan le pasó las llaves a su hermano y ayudó a


Robby a entrar al asiento de atrás, arrastrándose tras él.
Antes de que Cole hubiera encendido el coche, Robby fue
empujado al regazo de Morgan.

Robby se preparó para la paliza que estaba seguro


que vendría, pero fue tomado con la guardia baja por los
labios que se cernieron a los suyos. Después de la
completamente probada de lengua, Morgan lo apartó del
beso y miró a Robby a los ojos.

— Ése era yo estando agradecido de que no estés


peor de tus heridas, pero tenemos mucho de qué hablar
cuando lleguemos a casa.

Robby asintió. No sabía qué decir a parte de:—Lo


siento.

La gran mano de Morgan señaló la mejilla adolorida


de Robby.— Vince no te molestará más. Los polis quizá no
encontraron bastante para acusarlo de asesinato, pero le he
dicho que si simplemente mira en tu dirección otra vez,
tendría una conversación exquisita con los periódicos y su
mujer.

La mandíbula de Robby cayó.— ¿Le dijiste de su


esposa? Ella da miedo, casi tanto como Vince.

Haré lo que tenga que hacer para mantenerlo lejos de


ti. Esa parte de tu vida ha acabado. Cuanto antes lo

82
aceptes y llegues a buenos términos con tu pasado, antes
podremos continuar con nuestras vidas juntos.

— Eso es difícil de hacer. Siempre seré juzgado por lo


que hice.

— ¿A quién le importa el asunto de lo que hiciste en


el pasado a excepción de a nosotros? No eres la misma
persona que eras entonces— Dijo Cole desde el asiento del
conductor. Robby descansó su cabeza contra el ancho
pecho de Morgan. Sabía que lo que Morgan había dicho era
verdad. No se había perdonado a sí mismo por su pasado,
ya que no había conocido una vida sin abusos de algún tipo.
Seguro que sabía que estaba rompiendo la ley, pero no
conocía otro modo de vivir. Ahora sí.

Robby quería ser más de lo que era. Se preguntaba si


era demasiado tarde para aprender a cambiar su vida a
algo mejor.— Creo que quiero conseguir mi graduado,—
susurró. Sabía que sin el diploma del instituto nunca sería
capaz de hacer algo por sí mismo. Incluso si su carrera de
arte no tenía éxito, sabía que ese pedazo de papel haría
más por su autoestima que nada más.

— ¿En serio?— Cole sonaba esperanzado cuando


aparcó delante de su edificio.

— Sí. Si no les importa ayudarme. No soy un lector


muy bueno.

— Amaremos ayudarte,— Morgan estuvo de acuerdo,


besando a Robby otra vez.

Robby permitió que Morgan lo entrara en el edificio


con Cole tras ellos. Tanto tiempo como tuviera a esos dos
hombres especiales a su lado, estaba empezando a creer
que podría hacer cualquier cosa que pasara por su mente.

83
Epílogo

C ole sonrió cuando arregló el ramo de flores que


había cortado del jardín de atrás. No podía
esperar a que Morgan llegara a casa con la gran sorpresa
de cumpleaños de Robby. Aunque su familia había pasado a
través de alguna mala racha, las cosas finalmente se
resolvieron bastante bien para añadir a otro miembro a la
familia.

Colocó los ridículos sombreros de papel en cada lugar


y miró alrededor. Su pequeña casa en el campo no era
lujosa, pero verdaderamente se sentía como un hogar.

Cole no se había dado cuenta de cuánto odiaba la


vida de la ciudad hasta que se mudaron a las afueras hacía
casi dos años, Justo después de que Vince fuese
encontrado flotando en el río.

Como la muerte de Jimmy, la policía nunca resolvió el


asesinato de Vince, pero Robby había escuchado que la
esposa de Vince no estaba feliz cuando irrumpió y vio a
Vince con uno de sus chicos juguete. Cole no sabía si era
verdad, pero otra muerte cercanamente relacionada con el
pasado de Robby motivó su mudanza al campo. El viaje que
realizaban Morgan y él para ir al trabajo era de unos treinta
minutos, pero lo llevaban bien.

Su casa no era grande, sólo tres acres, pero era


suficiente para darle una habitación con espacio de sobra a
Robby para un pequeño estudio. Fue el regalo de
graduación de Cole y Morgan para su amante.

84
La carrera de arte de Robby no había quitado tanto
tiempo como esperaban, pero aún se las arregló para ganar
suficiente dinero para pagar su parte, con algunas sobras.
La mejor parte era, que a Robby no parecía importarle.
Amaba lo que hacía y se mostraba en cada pieza que
pintaba. Empezaba a tener comisiones para ayudar a
completar su lado creativo, y con el dinero adicional, había
empezado las clases a tiempo parcial.

La puerta principal se abrió, y Morgan entró.

— ¿Lo conseguiste?— Cole preguntó, saludándolo con


un beso.

— ¿Dónde está Robby?— Morgan preguntó,


acariciando ociosamente el culo de Cole.

— En el estudio, ¿dónde sino?— Cole rió.

Morgan levantó un dedo y desapareció fuera. Volvió


pronto.

— ¡Oh Dios mío!, es perfecto,— Cole chilló,


alcanzando el cachorro de mezcla de razas de la perrera.—
Hey, pequeño hombre,— susurró, besando al cachorro.

Morgan se aclaró la garganta.— Mira otra vez.

Cole elevó al cachorro y rió.— Oops, perdón pequeña


dama.

— Pensé que tres machos en una casa era


suficiente.— Morgan sonrió.

— Bien.— Cole elevó al cachorro de modo que


estuvieran cara a cara.— Es realmente una linda y pequeña
cosa.

— Vamos. Sorprendamos a Robby.— Cole llevó a la


nueva adición cuando se dirigieron al estudio. Morgan abrió

85
la puerta silenciosamente y Cole colocó al cachorro en el
suelo, entrándolo.

Robby estaba profundamente concentrado con su


perfil a la puerta. Cole se preguntaba en qué estaba
trabajando tan duro. Había estado callado en el estudio
todo el día sin parar para descansar.

La pequeña niña dejó ir un aullido, y Robby casi salta


de su taburete.— ¿De dónde has venido?— Robby preguntó,
dejando el pincel. Se inclinó y recogió al cachorro antes de
notar a Cole y Morgan.— ¿Ustedes dos hicieron esto?

— Síp. Feliz cumpleaños,— dijo Morgan, envolviendo


su brazo alrededor de Cole y dirigiéndose hacia Robby.
Éste restregó la cara contra el pelaje negro y suave del
cachorro y el perro empezó a lamer la cara de Robby,
provocándole una sonora carcajada.— Había olvidado lo
dulces que son.

— Ella necesita un nombre,— Cole señaló.

— Hmmm, de modo que es chica. ¿Qué tal te queda


Molly?— La cola de Molly empezó a moverse furiosamente.

— Creo que le gusta,— Morgan rió.

Robby se alzó de su taburete y se situó delante de


Cole y Morgan.— Es el mejor regalo que nadie me ha
dado.— Los besó a ambos, tomándose su tiempo con cada
hombre.

— ¿Estás listo para dejarlo por hoy? He hecho todas


tus comidas favoritas.— Cole rascó a Molly detrás de las
orejas.

— Síp. ¿Por qué no se llevan a Molly y yo limpiaré las


cosas?

— ¿En qué estás trabajando?— Cole preguntó,


caminando hacia el lienzo.

86
— Todavía no está acabado,— Robby dijo
rápidamente.— Tengo que añadirle algunas cosas aún.

Cole la miró. La pintura era fantástica. Miró a Robby y


sonrió.— Me encanta.

Sus ojos volvieron a la pintura de su granja con los


tres sentados en el porche. Era un marcado contraste con
la primera pintura de Robby que Cole había visto. Su cara
ya no se veía triste. Los ojos verdes de Robby parecían
brillar de felicidad, y Cole y Morgan estaban cada uno a
cada lado de él.

Cole le guiñó un ojo a Robby.— ¿Soy realmente tan


guapo?

Morgan gruñó y le dio una palmada a Cole en el


culo.— Para.— Cole estudió su imagen. Como Robby, se
veía más feliz de lo que había sido nunca.— Creo que el
amor me sienta muy bien.

Robby envolvió sus pinceles en plástico antes de


girarse hacia el lienzo.—Creo que se ve malditamente bien
en todos nosotros.— Morgan le extendió la mano a Robby.

— ¿Empezamos oficialmente tu vigésimo sexto


cumpleaños?— Robby entrelazó sus dedos con los de
Morgan.

— ¿Qué más me conseguisteis?— preguntó,


caminando hacia la casa.

Caminando tras ellos con Molly en sus brazos, Cole


no escuchó la respuesta de Morgan, pero debió ser una
buena.— ¡Maldición!— Robby gritó.— ¿Podemos saltarnos la
comida e ir directamente por el postre?

Todavía llevando su sombrero de fiesta, y


ligeramente achispado por las dos botellas de vino que

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habían bebido, Robby cayó en la cama de tamaño king.—
Oh, sí— gimió.

— ¿Estás empezando sin nosotros?— preguntó


Morgan, entrando en la habitación.

Robby sonrió y se frotó la ingle.— No, pero puedo si


quieres que lo haga.— Abrió los ojos a tiempo para ver a
Morgan y a Cole, ambos uniformados de cuero, sonriéndose
el uno al otro.

Oh mierda.— De pie contra la pared,— Morgan


ordenó, con la porra de policía en la mano. Robby estaba
seguro que sus ojos, que se iban a salir de su cabeza, se
centraron en la gran vara negra en la mano de su amante.

— Umm... sobre ese palo...

— Escuchaste al oficial, gamberro. De pie contra la


pared,— Cole enfatizó, haciendo oscilar un par de esposas
en sus dedos.

Seguramente no llevarían esto tan lejos, ¿o lo harían?


Robby decidió seguir el juego, entrando en el personaje de
un buen chico que había sido falsamente detenido. Saliendo
de la cama, Robby levantó las manos.— Esto debe ser un
error, oficiales.

— ¡Contra la pared y asume la posición!— Morgan


gruñó, golpeando esa maldita vara de policía contra su
pierna. Robby hizo lo que le ordenaron, mirando la pared
con las manos y piernas extendidas. ¿Cuántas veces había
estado asustado de acabar en esa misma posición? Decía
mucho de su amor y confianza en su nueva familia de que
el estúpido escenario no le afectara.

Sintió a Morgan inclinarse tras él, sus labios rozando


la oreja de Robby.— Extiéndelas más.

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Robby ensanchó su posición como ordenaron,—
Señor, debe haber cometido un error. Sólo estaba
volviendo a casa de una fiesta de cumpleaños.

— Mmmhmm, ¿Y supongo que no llevas un paquete


caliente?— dijo Morgan.

Robby podía jurar que sintió la lengua de Morgan en


el lóbulo de su oreja esa vez.— No, señor, no caliente.

— ¿De verdad? ¿Entonces qué es esto?— Preguntó


Cole, agarrando la erección que Robby no era consciente de
tener.

— Uhh, siento eso. Supongo que con todo el vino que


había en mi fiesta...

— ¿El licor causa esto?— Cole apretó el paquete de


Robby.— Oficial Cladwell, ¿habías escuchado alguna vez
que el vino causara erecciones de este tamaño?

La mano de Morgan se unió a la de Cole. Dos manos


sobando su polla a través de sus pantalones casi envía a
Robby por el borde. No pudo evitar que se le escapara un
gemido.— No estoy convencido,— Morgan contestó,
bajando la cremallera de Robby. Cole se arrodilló y bajó los
pantalones de Robby y se los quitó.

— Nop. Es definitivamente una polla.— Robby miró


cómo la boca de Cole cubría la corona de su polla. Sus
piernas empezaron a temblar cuando sintió la gran vara
negra de policía empezar a deslizarse arriba y abajo de la
raja de su culo.

— ¿Señor?

— Sólo permanece quieto, chico.— Morgan lamió el


lado de la cara de Robby.— Hey, Cole, creo que necesitaré
hacer un registro de cavidades.

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La caliente boca de Cole salió de la polla de Robby,
haciendo que quisiera gritar en protesta.— En la cama,—
Cole ordenó.— En tus manos y rodillas.— Acostumbrado a
la posición, Robby empujó su culo en el aire cuando se
apoyó en sus codos.

— En serio, oficial, no he hecho nada malo. Estoy


seguro de que ha atrapado al tipo equivocado.

Robby fue sacudido en una dirección y después en la


otra cuando ambos hombres subieron a la cama. Sintió una
mano en su culo, acariciando una de sus nalgas para luego
bajar entre sus muslos.

— ¿Me estás esperando?— Cole preguntó,


posicionándose con su espalda en el cabecero.

Cole era un sueño húmedo con su camisa


desabrochada y su polla sobresaliendo de la bragueta
abierta de sus pantalones. Poniendo una mano en la parte
de atrás de la cabeza de Robby, Cole separó sus muslos.—
Chúpala.

Usando toda la habilidad que poseía, Robby se acercó


poco a poco entre las piernas de Cole y lamió la longitud de
la larga polla delante de él.

— Ooh, maldito chico, eres bueno. ¿Eres uno de esos


chupadores de pollas?— preguntó Cole, tomando su eje por
la base y golpeando a Robby en la cara con él.

Robby miró esos conmovedores ojos marrones.


Decidió que si sus hombres querían atormentarlo con su
pequeño juego de roles, se lo devolvería.— Sí, oficial.
Aunque normalmente prefiero dos pollas que sólo una. No
hay nada como una polla grande y gorda bombeando
profundo dentro de mi culo, mientras la otra se desliza por
mi garganta.

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Las fosas de la nariz de Cole se inflaron, y Robby
sabía que sus palabras habían hecho efecto. Escuchó un
suave gemido viniendo desde detrás de él cuando una
lengua mojada empezó a girar en una de sus nalgas.

Desabrochando el botón de los pantalones de Cole,


Robby los bajó. Si iba a chupar polla, necesitaba tener
rienda suelta. Bajó la ofensora prenda y esperó a que Cole
se los quitara.

Vio el paquete de Cole y lamió sus labios. Robby


husmeó el sacó de Cole, inhalando la esencia del hombre
que amaba. Acogió las bolas colgantes en su boca, una
cada vez, tomándose su tiempo en chupar cada una hasta
que recibió un gemido de su amante.

La lengua de Morgan encontró su camino al arrugado


agujero de Robby y empezó a probarlo. Los ojos de Robby
se cerraron con fuerza. Su polla estaba derramando
abundante cantidad de pre-semen en la cama bajo él, pero
correrse tan pronto en su juego no era una opción.

Lamiendo su camino hacia arriba de la longitud de la


erección de Cole, Robby cerró su boca sobre la bulbosa
cabeza.

— Sí, eso es realmente exquisito,— Cole dijo,


alcanzando los pezones de Robby para pellizcarlos y jugar
con ellos.

Lubricante artificial se unió a la saliva de Morgan


cuando un dedo se deslizó dentro del culo de Robby. Joder.
Robby meneó su culo, importunando a Morgan.

Creo que es necesaria una investigación más


profunda,— dijo Morgan.— He leído artículos sobre gente
escondiendo cosas en su canal. ¿Tienes algo aquí, chico?—
Morgan introdujo otro dedo y empezó a moverlos en
círculos.

91
— S...Sí, señor. Pero tiene que ir muy profundo para
encontrarlo,— Robby confesó.

Sintió el frío deslizamiento de un gran bastón cuando


Morgan le recorrió su columna. Robby tragó. Había tomado
todo tipo de cosas en su culo antes, pero definitivamente
nunca una vara de policía.

— ¿Señor?— preguntó, nerviosamente.

— Sólo relájate. Deja al oficial Caldwell hacer su


trabajo,— Cole murmuró, dirigiendo la boca de Robby de
vuelta a su polla.

Robby se preparó para la invasión cuando sintió la


punta roma presionando contra su agujero. Morgan la
introdujo lentamente como siempre hacía, y Robby suspiró
de placer. El sexo con sus dos hombres nunca era aburrido.

Con tres, siempre había alguien que rascara cualquier


particular picazón que tuviera. Continuó trabajando en la
polla de Cole cuando el gran instrumento fue insertado
tanto como podía entrar.

Jadeó cuando una chispa de placer alcanzó su


columna, poniéndole la piel de gallina.— Ése es un bastón
enormemente grande, señor.

Morgan rió. El bastón estaba repentinamente contra


el pecho de Robby cuando Morgan lo usó para despegarlo
de la polla de Cole a sus rodillas.— No hay bastón, chico,
soy todo profundo en tu culo.

Morgan acabó la frase con una dura embestida de sus


caderas, conduciendo su polla aún más profundo en el culo
de Robby. Con la fuerza superior de Morgan y el bastón
presionando contra la parte superior del torso de Robby, no
se podía mover. Ciegamente alargó la mano hacia abajo
buscando lo que quería.

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La suave piel del saco de Cole le decía que estaba
cerca de su meta final. Siguió la bolsa hasta que su dedo
encontró su meta.

Presionando contra el agujero de Cole, Robby esperó.


Su paciencia fue recompensada cuando Cole encontró el
lubricante y deslizó una buena cantidad bajo la raja de su
propio culo.

El dedo de Robby empujó dentro y rápidamente se le


unió uno de Cole.

— Fóllame,— Cole gimió, deslizándose en la cama


para estar a la altura de la polla de Robby.

El bastón contra su pecho se apartó antes de


desaparecer completamente.

Libre para inclinarse, Robby agarró la base de su


polla y la guió al estrecho agujero de Cole. Hundiéndose en
su culo, Robby gimió, todas las apariencias de su juego
abandonaron su mente.

— Te amo,— susurró, mirando los ojos de Cole.

Cole sonrió.— Y yo te amo.

Una dura estocada de Morgan condujo la polla de


Robby dentro hasta la empuñadura. Les llevó algunos
momentos, pero los dos encontraron un ritmo compatible.
El sudoroso pecho de Morgan cabalgaba contra la espalda
de Robby cuando estaban en un frenesí de gemidos y de
follada.

Cole fue el primero en correrse, disparando en su


estómago.

Robby miró abajo a las espesas y blancas gotas y


sonrió.

93
Quería ser el último en resistir, lo que significaba que
sólo necesitaba acabar con Morgan antes de poder disfrutar
de su propia liberación.

Había aprendido hacía tiempo que hablarle sucio a


Morgan era un enorme encendedor para el hombre, de
modo que Robby se soltó.

—Fólleme, oficial. Golpee a este inocente culo con la


vara de la justicia.— ooh, esa última fue realmente mala,
pero parecía que funcionaba. Morgan prácticamente gruñó
cuando mordió el cuello de Robby. Oh, sí, su amante estaba
malditamente cerca.

— ¿Quiere dármelo, señor? ¿Disparará esa carga de


crema de poli profundamente en mi ano?

Con un gruñido demoníaco, Morgan empujó su polla


dentro de Robby una última vez. Las paredes del culo de
Robby ordeñaron el semen de la polla de Morgan cuando
Robby finalmente se permitió deslizarse por el borde,
lanzando su semilla en Cole.

Morgan mordió una vez más antes de lamer la herida


que le infligió.— Te amo, dulce corazón.

— Mmm,— Robby gimió cuando ambos colapsaron


encima de Cole.

Feliz cumpleaños para mí.

Fin

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Carol Lynne

Carol Lynne es una ávida lectora desde hace años, un día


decidió escribir sus propios libros de romance erótico. Carol
hace malabarismos entre ser madre a tiempo completo y
una escritora a tiempo completo. En estos días, por lo
general podemos encontrar a Carol o limpiando la alfombra
o situada en su silla favorita escribiendo escenas de amor
a todo vapor.

Correo electrónico: [email protected]

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Pervi

Verónica

Ashram / Gaby

Hime-chan

Gaby
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¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos


disfrutar de todas estas historias!

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