Biologia. - Curtis - Barnes 7º Ed. Regulación de La Glucosa Sanguínea

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Conductos del hígado, la vesícula biliar y el páncreas, que se fusionan poco antes de vaciarse en el intestino

delgado a través de un esfínter en su paredes.

En la figura anterior, las flechas indican los sitios en que se alojan generalmente los
cálculos biliares. Éstos, que consisten principalmente en colesterol y sales biliares,
se forman cuando se altera el delicado equilibrio en las concentraciones relativas de
los componentes de la bilis.

El hígado, el órgano interno más grande del cuerpo, es una verdadera fábrica
química que presenta una extraordinaria variedad de procesos y productos de
síntesis o transformación. Almacena y libera carbohidratos, desempeñando un
papel central en la regulación de la glucosa sanguínea. En el hígado también se
procesan aminoácidos, que se convierten en carbohidratos, o que son canalizados a
otros tejidos del cuerpo donde sirven de materia prima para la síntesis de proteínas
esenciales, tales como enzimas y factores de coagulación. El hígado fabrica las
proteínas del plasma que tornan a la sangre hipertónica en relación con los fluidos
intersticiales, lo cual impide el movimiento osmótico de agua desde el torrente
sanguíneo a los tejidos.

Es la fuente principal de las lipoproteínas del plasma, incluyendo LDL y HDL, que
transportan colesterol, grasas y otras sustancias insolubles en agua por el torrente
sanguíneo, y es de importancia central en la regulación del colesterol sanguíneo.
Almacena vitaminas solubles en grasas, como las A, B y E. Produce bilis (que se
almacena luego en la vesícula biliar) con componentes que participan del proceso
de digestión de los lípidos. Degrada la hemoglobina de los glóbulos rojos muertos o
dañados a bilirrubina. El hígado inactiva diversas hormonas, desempeñando así un
papel importante en la regulación hormonal. También degrada una variedad de
sustancias extrañas, algunas de las cuales -como el alcohol- pueden formar
productos metabólicos que dañan a las células hepáticas e interfieren en sus
funciones.

Regulación de la glucosa sanguínea

La principal función de la digestión es, naturalmente, suministrarle a cada célula del


cuerpo las moléculas orgánicas que puedan servir como fuente de energía y
materias primas.

Aunque los vertebrados raramente comen durante todo el día, la concentración de


glucosa en sangre -que es la principal fuente de la energía de la célula y la
molécula estructural fundamental- permanece extraordinariamente constante. El
hígado desempeña un papel central en este proceso crítico.
Esquema general de los procesos que ocurren en el hígado integrando el metabolismo de hidratos de carbono,
lípidos y proteínas.

La glucosa y otros monosacáridos entran en la sangre desde el tracto intestinal y


pasan directamente al hígado a través del sistema porta hepático. El exceso de
glucosa es convertido en glucógeno -proceso denominado glucogenogénesis - y se
almacena en las células hepáticas. Cuando hay un exceso de glucógeno, los
monosacáridos que llegan al hígado son metabolizados por otra vía, la de la
glucólisis lo que da, entre otros productos, acetil-coA. El acetil-coA puede ser
convertido en glicerol y ácidos grasos y, posteriormente, formar grasas. Las grasas
son almacenadas en el hígado, en general, en las vacuolas lipídicas de los
hepatocitos. El acetil-coA también puede ser usado como materia prima para la
síntesis de aminoácidos. También, el hígado degrada los aminoácidos en exceso
(que no se almacenan) y los convierte en piruvato y luego en glucosa -proceso
denominado gluconeogénesis-. El nitrógeno de los aminoácidos es excretado en
forma de urea por los riñones, y la glucosa es almacenada como glucógeno.

Cuando es necesario, el glucógeno se degrada y libera glucosa -proceso


denominado glucogenolisis-. La absorción o la liberación de glucosa por parte del
hígado está determinada primariamente por su concentración en la sangre. La
concentración de glucosa, a su vez, está regulada por diversas hormonas y está
influida por el sistema nervioso autónomo.

Entre las hormonas que intervienen en este proceso están la insulina, el glucagón y
la somatostatina, todas ellas producidas por el páncreas. La insulina promueve la
absorción de glucosa por la mayoría de las células del organismo, y disminuye, así,
la glucosa sanguínea. De esta forma, el principal estímulo para la secreción de
insulina es el aumento de la glucemia. El glucagón promueve la degradación del
glucógeno en glucosa, que pasa a la sangre. Por ende, la hipoglucemia -una baja
concentración de glucosa en sangre- resulta el estímulo dominante para la
secreción de glucagón. La somatostatina, tiene una variedad de efectos inhibitorios
que colectivamente ayudan a regular la tasa a la que la glucosa y otros nutrientes
son absorbidos desde el tubo digestivo.

Algunos requerimientos nutricionales

En virtud de la actividad del hígado, que convierte varios tipos de moléculas en


glucosa, y dado que la mayoría de los tejidos pueden usar ácidos grasos como
combustible alternativo, los requerimientos energéticos del cuerpo pueden ser
satisfechos por carbohidratos, proteínas o grasas, que son los tres tipos principales
de moléculas alimenticias.

Además de las calorías, las células del cuerpo necesitan 20 tipos diferentes de
aminoácidos para ensamblar proteínas. Cuando falta cualquiera de los aminoácidos
necesarios para la síntesis de una proteína particular, ésta no puede producirse y
los otros aminoácidos son convertidos en carbohidratos y oxidados o almacenados.
Los vertebrados no pueden sintetizar los 20 aminoácidos, que se conocen como
aminoácidos esenciales.Las plantas son la fuente última de aminoácidos esenciales.
Mediante una buena combinación de legumbres, granos y cereales una persona
vegetariana puede obtener los aminoácidos que necesita.

Los mamíferos también requieren, pero no pueden sintetizar, ciertos ácidos grasos
poliinsaturados y un grupo de hormonas de acción local: las prostaglandinas.

Las vitaminas son un grupo adicional de moléculas requeridas por las células vivas
que no pueden ser sintetizadas por las células animales. Muchas de ellas funcionan
como coenzimas y son generalmente requeridas sólo en cantidades pequeñas.

Deficiencias vitamínicas graves, como las que pueden ocurrir en regiones donde la
malnutrición es crónica, pueden tener consecuencias pasmosas.

Nuestro cuerpo también necesita nutrientes que cumplen la función de


antioxidantes, es decir, que son capaces de neutralizar la acción oxidante de una
molécula inestable -un radical libre- sin perder su propia estabilidad electroquímica.

Los radicales libres dañan las membranas de nuestras células, y son capaces de
destruir o provocar mutaciones en el DNA, facilitando el camino para que se
desarrollen diversos tipos de enfermedades. La acción de los radicales libres está
ligada al cáncer y al envejecimiento, así como al daño causado en las arterias por el
colesterol "oxidado"; esto relaciona directamente a esas moléculas con las
enfermedades cardiovasculares.

El cuerpo, además, tiene un requerimiento dietario de varias sustancias


inorgánicas, o minerales. Éstas incluyen el calcio y el fósforo para la formación de
huesos, el yodo para la hormona tiroidea, el hierro para la hemoglobina y los
citocromos, el sodio, el cloro y otros iones esenciales para el balance iónico.

Problemas nutricionales

El principal problema nutricional en muchos países desarrollados es la obesidad.


Cuando se ingiere alimento cuya degradación genera más calorías de las que se
pueden acumular en forma de glucógeno, el exceso se acumula en forma de grasa
en células especializadas, los adipocitos.

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