Trabajo Sexualidad

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INTRODUCCIÓN

La importancia que tiene hoy en día el tema de la sexualidad hace que merezca
mayor atención, sobre todo algunos de sus aspectos, como el embarazo no
deseado en la adolescencia, las relaciones sexuales a temprana edad, las
infecciones de transmisión sexual, el aborto etc., fenómenos cuyos causantes
son la falta de información, o que ésta sea inadecuada, así como la falta de
confianza en la familia, por mencionar algunos.

Todo lo anterior involucra varias dimensiones de la sexualidad, tales como la


educación sexual en la familia, las amistades, las relaciones de pareja e incluso
la formación escolar. Todo influye de manera rotunda en las decisiones y formas
de vida que llevamos a cabo.

A través del tiempo, el concepto de sexualidad ha sido moldeado según la


cultura, ideología y forma de vida de cada sociedad. El estudio de la historia de la
sexualidad tiene doble importancia: primero porque nos enseña cómo un mismo
tema puede ser considerado y visto de diferente manera en función de factores
como el nivel socioeconómico, la religión y la cultura; y, segundo, porque nos
permite comprender las actitudes y conceptos del presente en relación con el tema
de la sexualidad.

La sexualidad no debe apartarse de dos principios fundamentales: el mutuo


consentimiento y la superación de la autocensura.

Este último para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque ello exija a veces
lograr un equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y
atavismos sociales. A partir de las consideraciones anteriores es que surgió la
necesidad de diseñar este taller que tiene como finalidad, en un sentido amplio,
difundir y promover información adecuada sobre la sexualidad, que amplíe los
conocimientos de los jóvenes a través de la reflexión y sensibilización de los
problemas que en este aspecto le afectan o pudieran cambiar sus vidas en un
momento determinado.
OBJETIVOS

Objetivo general

 Contribuir con la formación y orientación de madres y madres de familia en


temas de educación sexual integral, de manera que favorezcan el desarrollo
y ejercicio d una sexualidad plena, saludable y responsable de sus hijos e
hijas.

Objetivo específicos

 Fortalecer conocimientos, habilidad y desarrollar actitudes favorables con


respecto a la sexualidad en las madres y padres de familia.
 Favorecer el reconocimiento del derecho de todas las personas a una
vivencia plena, saludable y responsable de su sexualidad.
 Brindar orientaciones para establecer espacios de diálogos con sus hijos e
hijas en temas de sexualidad.
NUESTRA SEXUALIDAD ES FUENTE DE BIENESTAR INTEGRAL

Nuestra sexualidad se expresa integralmente mediante los afectos, el cariño, el


conocimiento de sí mismo, la confianza, el amor, la reproducción, la familia, el
placer, las relaciones con los demás y los roles que desempeñamos en la sociedad,
entre otras manifestaciones. El bienestar, el goce y el placer son elementos
característicos de nuestra sexualidad y se vinculan con la realización personal, la
intimidad y el bien común.

En nuestra vida familiar es posible evidenciar que la sexualidad es fuente de


bienestar integral cuando nos preocupamos tanto por nosotras como por el
desarrollo de nuestra pareja. Es decir, lo fundamental de la comunicación es el
respeto en la relación con el otro.

Todas las formas saludables de relación entre seres humanos generan


sentimientos, emociones y producen bienestar. Es importante destacar que el placer
está presente en cada persona desde el nacimiento. Por ejemplo, la lactancia,
aunque tiene una función nutricional básica, genera un vínculo entre la madre
y el bebé muy importante, y constituye una experiencia placentera que influye en
el desarrollo socio-afectivo y sexual.

Como parte de sus actividades de autoconocimiento, las niñas, niños y


adolescentes exploran placenteramente su cuerpo. Esta práctica –indispensable
para su desarrollo integral– los conduce, en forma progresiva hacia un
encuentro intencionado con el placer como fuente de bienestar. En nuestra época
se han superado mitos y tabúes que rodearon por siglos a la masturbación,
reconociéndose, en este sentido, que no ocasiona ningún tipo de daño físico o
emocional a mujeres o varones, a ninguna edad.

De igual forma, la convivencia en el hogar genera aprendizajes fundamentales con


respecto a la sexualidad. Dichos aprendizajes deben darse dentro de un clima
democrático para ser interiorizados como experiencias que benefician a todos los
miembros del grupo familiar y permiten un encuentro enriquecedor con el otro.
Como resultado de estos procesos de socialización se evidencian actitudes y
comportamientos saludables que tienen efectos en la sexualidad, la relación entre
los géneros, la convivencia social, así como en la educación de las hijas e hijos.

LA SEXUALIDAD, ENTRE LA PIEL Y LA CULTURA

¿Te has fijado que a los varones, sean jóvenes o adultos, se les permiten más
libertades que a las mujeres? ¿O que algunas personas se avergüenzan al sólo
escuchar hablar sobre sexualidad? ¿Sabías que hay países en áfrica donde las
mujeres llevan descubierto el pecho y nadie las agrede? ¿O que en otras
sociedades, por ejemplo las musulmanas, las mujeres deben cubrirse la cara para
evitar que alguien las mire? ¿Te has preguntado por qué en nuestras sociedades
existe un enorme abuso contra las mujeres o por qué se cometen terribles
crímenes contra los homosexuales?

Reflexiona en estas preguntas y situaciones, piensa en tus propias experiencias,


y acompáñanos a descubrir por qué decimos que la sexualidad humana es un
tema muy amplio que trasciende la piel y se pinta del color de la cultura y los valores
que la sociedad e incluso cada quien tenga.

Esas preguntas se refieren a situaciones que se explican o son causadas por la


cultura, las normas o reglas que cada sociedad le atribuye a la sexualidad. Por
ejemplo, los crímenes homofóbicos muchas veces obedecen a un odio contra los
homosexuales (o sea aquellas personas que tienen relaciones sexuales con
personas de su mismo sexo) que algunas personas tienen debido a prejuicios o
mitos que aprendieron sobre la sexualidad, en el sentido de que lo único “natural” y
permitido debe ser la heterosexualidad (o sea las relaciones sexuales entre
personas de diferente sexo).

Otro caso sería el de las actitudes de castidad que supuestamente las mujeres
deben tener frente a la sexualidad como, por ejemplo, mantenerse vírgenes
hasta el matrimonio. Este es un valor que se aplicaba antes particularmente a las
mujeres y, aunque actualmente esta creencia se ha relajado entre algunos
adolescentes y jóvenes, para otros y especialmente para algunas chavas y sus
familias siguen siendo muy importante.

Esas situaciones, como también el nerviosismo o miedo de hablar sobre algo


que nos inquieta tanto, el pudor que sentimos al referirnos a nuestra sexualidad no
son reacciones naturales, sino aprendidas. ¿Cómo que aprendidas?

Bueno, porque a diferencia de los animales, que reaccionan instintivamente


para satisfacer sus necesidades vitales (comer, dormir o copular), los seres
humanos reaccionamos físicamente pero siempre mezclando o tejiendo los
impulsos primarios con nuestros pensamientos, con nuestros sentimientos,
obedeciendo a nuestras creencias, es decir, a todo aquello que nos han enseñado
y hemos aprendido consciente o inconscientemente.

En otras palabras, los animales reaccionan solo de acuerdo a su naturaleza animal,


o ¿por qué crees que los animales copulan sin mayor restricción (seguro has visto
copular perros o burros) que la que su naturaleza o su entorno les imponga?
Nosotros le agregamos a esta reacción instintiva el factor cultural, un conjunto de
creencias, opiniones y sentimientos que vamos aprendiendo desde la infancia.

La cultura es un producto de la vida en sociedad que nos ha permitido organizar las


relaciones entre los hombres y las mujeres (relaciones sociales) de acuerdo
con determinadas creencias, costumbres y principios para asegurar la
convivencia. La cultura es distinta de una sociedad a otra, y cambia con el paso
del tiempo. Incluso dentro de una misma sociedad. Los cambios en una cultura
se hacen necesarios cuando las creencias, costumbres, prejuicios y modos de
pensar ponen en peligro la salud, la convivencia y la vida de las personas y de la
sociedad.

El silencio, la vergüenza, el miedo, el nerviosismo o el pudor que manifestamos


en torno al tema de la sexualidad es algo que debemos cambiar en nuestra
cultura, no para vivir un libertinaje sino para tener la posibilidad de hablar más
claramente de este tema con quienes nos pueden dar información seria, científica,
y para que las y los adolescentes tengan todos los elementos para ser más
responsables con su sexualidad.

EL SEXO Y LA SEXUALIDAD HUMANA

Todas las personas son sexuadas, es decir, tienen un cuerpo sexuado en femenino
o en masculino que les permite pensar, entender, expresar, comunicar, disfrutar,
sentir y hacer sentir. El cuerpo sexuado es, por tanto, el lugar donde la sexualidad
reside y se hace posible.

La sexualidad está íntimamente relacionada con el placer, la comunicación y el


intercambio afectivo. Es algo que, según la Organización Mundial de la Salud, “nos
motiva a buscar afecto, placer, ternura e intimidad”.

El sexo (el cuerpo sexuado) y la sexualidad van unidos; y no son sólo aspectos
importantes de la vida humana, sino que la constituyen desde que nacemos hasta
que morimos. La sexualidad es, por tanto, algo más que una dimensión de la
persona; forma parte de lo esencial del ser humano: es algo que somos. De ahí que
favorecer el desarrollo sano y placentero de la sexualidad sea favorecer el desarrollo
integral de una persona.

EL SEXO Y LA DIFERENCIA SEXUAL

El sexo es la primera información que solemos tener sobre una criatura; es algo que
nos viene dado (se nace siendo niño o niña) y que nos acompaña a lo largo de toda
la vida. La palabra sexo hace referencia, por tanto, a la existencia de cuerpos
sexuados en masculino y cuerpos sexuados en femenino.

El hecho de vivir en un cuerpo de hombre o en un cuerpo de mujer puede implicar


experiencias variadas y diversas y puede tener diferentes interpretaciones. Éstas
variarán en función de la cultura, el contexto y la singularidad de cada persona.

La diferencia sexual hace referencia al sentido y el significado que cada cual le da


al hecho de nacer siendo de un sexo o de otro. Vivir este hecho con interpretaciones
impuestas o bien como si el propio cuerpo no tuviera ninguna significación hace casi
imposible vivir a gusto en la propia piel. Esto es así porque dar un sentido libre y
singular al sexo que se tiene es una necesidad existencial: es poder realizar deseos
propios y originales sin caricaturizar ni renunciar a aquello que se es (un hombre o
una mujer).

La diferencia sexual, al contrario que el sexismo, no es un conjunto de


características establecidas acerca de cómo son o deben ser los hombres y las
mujeres y el papel que deben jugar en la sociedad.

Dar un sentido y significado al propio sexo no es algo que se haga de una vez para
siempre, ni en un momento o momentos determinados de la vida, sino que se va
haciendo desde el nacimiento, a medida que un niño o una niña crecen y viven su
vida.

La manera en que cada cual desde su nacimiento va dando significados a su sexo


será más libre en la medida en que comprenda que hay multitud de formas de ser
niña y de ser niño (tantas como niñas y niños existen) y no una sola; que el sexo es
algo que nos viene dado y que es para siempre; que un sexo no tiene más valor que
el otro; que la diferencia sexual no es motivo de inquietud y mucho menos de
discriminación.

MITOS E IDEAS FALSAS

Existen algunos mitos e ideas que, aun siendo falsos, han circulado con fuerza en
nuestra cultura. Se trata de nociones abstractas que no se corresponden con la
realidad y, por ello, cuando han estado muy presentes, han dificultado la
comprensión del hecho sexual humano en toda su complejidad. Son ideas que han
supuesto restricciones a la expresión libre y no violenta de la sexualidad y, por este
motivo, han dado lugar a mucho sufrimiento.

¿Hay una sola manera correcta de ser mujer y de ser hombre?

A partir del sexo, las sociedades han construido la teoría de los géneros, que
consiste en una serie de características que definen lo masculino y lo femenino. Han
dicho que los hombres son “hombres de verdad” cuando son capaces de hacer uso
de la fuerza física, el control, el poder y el dinero; y que las mujeres son “mujeres
de verdad” cuando son capaces de sostener las necesidades afectivas, sexuales y
fisiológicas masculinas. La teoría de los géneros, además de dictaminar un rol
diferenciado para unas y para otros, ha considerado que el sexo masculino tiene
más valor e importancia que el femenino.

¿El sentido de la sexualidad es reproductivo?

Una parte de nuestra tradición cultural ha entendido que la sexualidad tiene como
único fin la reproducción de la especie, y que ésta sólo tiene sentido dentro del
matrimonio, que, a su vez, tiene como principal finalidad traer hijos e hijas al mundo.
Dentro de esta perspectiva se considera también que lo correcto y natural son las
relaciones heterosexuales.

Esta concepción de la sexualidad hace entrever que la sexualidad está centrada en


las prácticas coitales y que, por tanto, la sexualidad infantil no existe. Es más, hace
pensar que es necesario proteger a las criaturas de la sexualidad para no pervertir
ni ensuciar la infancia.

Pero hoy se sabe que esto no es así, que se dan y siempre se han dado muchas
manifestaciones sexuales que nada tienen que ver con el deseo de reproducción;
expresiones que también suponen experiencias positivas y gratificantes y que van
cambiando de formas y significados a medida que una persona va cumpliendo años.

EDUCACIÓN DE LA SEXUALIDAD

Siempre se hace educación sexual: Cualquier persona adulta que se relacione


con una niña o un niño está educando la afectividad y la sexualidad, quiera o no
quiera. Se hace educación sexual con las palabras que se dicen y que no se dicen,
con los gestos, abrazos, caricias o muestras de afecto que se dan y que no se dan...;
y todo ello son elementos que siempre están presentes en las relaciones que
establecemos con las criaturas desde que nacen.

Asimismo, las personas adultas educamos con la actitud hacia nuestra propia
sexualidad. Por ejemplo, con la forma en que vivimos nuestro cuerpo sexuado, o la
forma en la que expresamos nuestra sexualidad en público. Pero también educamos
con nuestras actitudes y con nuestras formas de sentir, pensar y actuar ante las
expresiones de la sexualidad infantil.

Las criaturas son como esponjas, atienden a todo lo que ven y oyen; perciben los
sentimientos y pensamientos más allá de las palabras. Por ejemplo, un niño sentirá
el beso de una maestra o sus palabras de aprecio, pero sobre todo las ganas o
desganas con que ese beso ha sido dado o esas palabras han sido dichas.

Los niños y las niñas, por tanto, siempre aprenden hechos, actitudes y conductas
sexuales de las personas adultas que les educan, tengan éstas o no conciencia de
ello; incluso cuando lo que predomina es el silencio o el hermetismo, ya que no
hablar de estas cuestiones es ya un modo de comunicar mensajes.

No hay que olvidar que la gran mayoría de los aprendizajes infantiles se dan por
imitación, y esto es válido también para el aprendizaje sobre cómo son y deben ser
las relaciones. Los modelos que ven, perciben e intuyen tienen, por tanto, mucha
trascendencia.

Tomar conciencia de estos hechos es el primer paso para empezar a hacer positivo
este aprendizaje, y ayudar a que los mensajes insanos, represivos o negativos no
formen parte del pensamiento infantil.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN SEXUAL

La educación de la sexualidad comprende el desarrollo de las niñas y los niños


como seres sexuados de una forma sana, libre, feliz y responsable. Esta finalidad
se traduce en los siguientes objetivos:

● Conocer, aceptar y cuidar el propio cuerpo sexuado.

● Dar un sentido y un significado propio y singular al cuerpo sexuado.

● Reconocer y valorar la diferencia sexual.


● Vivir y expresar la sexualidad en relación, es decir, teniendo en cuenta al otro o a
la otra.

¿Quién puede y debe hacer educación sexual?

Aunque todas las personas adultas que se relacionan con niños y niñas hacen, de
un modo u otro, educación sexual, es común la reflexión sobre qué personas son
las que están realmente autorizadas para hacerlo; y también cuáles son la
preparación y los conocimientos necesarios.

Familia o escuela

Tradicionalmente se ha creído que la familia es el único lugar realmente autorizado


para hacer educación sexual. Se ha afirmado además que no todas las familias
están preparadas para ello, ya que aquellas que se desvían de la norma imperante
pueden dañar la sensibilidad y el desarrollo del niño o de la niña.

Sin embargo, hoy en día, el concepto de familia ha variado mucho confluyendo en


él muchos tipos de convivencia: familias sólo con padre o sólo con madre, familias
que tienen a sus abuelos y abuelas compartiendo la casa, familias constituidas por
parejas homosexuales y otras por parejas heterosexuales, etc. Y en todas se
pueden hacer educación sexual de calidad, porque en todas se puede crear vínculos
afectivos sólidos y sanos que ayuden a las criaturas a crecer con seguridad y
confianza.

Asimismo, la información y la educación sexual han pasado de ser una tarea


considerada propia del ámbito privado de la familia y del entorno más íntimo, a
formar parte también de la vida social, cultural, política y educativa. De tal modo
que, hoy en día, se acepta y se considera necesario que la escuela también juegue
un papel importante en esta tarea.

Colaboración entre escuela y familia

Si aceptamos que la educación sexual es responsabilidad tanto de las familias


como de las escuelas, se hace evidente la necesidad de intercambio entre quienes
educan en los dos ámbitos, lo que conlleva intentar superar barreras y dificultades
que pueden limitar esta comunicación.

Para algunas familias, no es fácil aceptar que en la escuela se trabaje la sexualidad


con sus hijos e hijas. Asimismo, para algunas madres y/o padres, hablar de lo que
viven sus hijas e hijos en casa no siempre supone una tarea fácil, ya que muchos
de sus comportamientos y sufrimientos tienen que ver con determinados
acontecimientos familiares. Les cuesta ahondar en todo ello, entre otras cosas,
porque temen la culpabilización, los posibles reproches o la falta de comprensión
por parte del profesorado.

Por todo ello, para que ambas instituciones colaboren entre sí, hace falta crear
relaciones de confianza en las que sea posible decir la verdad, nombrar y ahondar
en estas dificultades sin negarlas ni esconderlas, y encontrar los modos de
colaborar que tengan en cuenta los miedos, necesidades y deseos de todos y todas.

SEXO Y GÉNERO, DOS CONCEPTOS DIFERENTES

Mujeres y hombres poseemos por naturaleza cuerpos y características físicas que


nos hacen diferentes desde que nacemos. Tomando en cuenta esas
particularidades biológicas de nuestros cuerpos, socialmente se han establecido
funciones y roles diferentes para ambos sexos.

Como resultado de la diferencia que se establece socialmente entre hombres y


mujeres, se generan condiciones de marginación, discriminación, y por lo tanto de
desigualdad en todos los ámbitos, las cuales se manifiestan y afectan de manera
diferente a unos y a otras.

Debido a que ser distintos no significa ser desiguales, es importante reconocer


la diferencia entre el concepto de sexo y el de género, palabra muy utilizada en los
últimos años a la cual se le han dado interpretaciones erróneas pues se suele
relacionar únicamente con cuestiones de mujeres.
Sexo y género: dos conceptos diferentes

Desde el momento en que nacemos, dependiendo de si se es niña o niño,


empezamos a recibir un trato diferenciado por parte de quienes nos rodean.

Además, se nos inculcan valores y creencias que desde pequeños delimitarán los
atributos y las aspiraciones sociales que según nuestro sexo debemos tener; se nos
educa para comportarnos de cierta manera a partir de la diferencia sexual sin que
esto se relacione con las capacidades reales de los individuos. Por ejemplo, se
promueve la destreza física, el liderazgo y la fuerza en los varones; mientras que en
las niñas se fomenta la dulzura y la pasividad.

Según la antropóloga Marta Lamas, el género es el conjunto de ideas sobre la


diferencia sexual que atribuye características femeninas y masculinas a cada
sexo, a sus actividades y conductas, y a las esferas de la vida; mientras que el sexo
se refiere a las diferencias biológicas y naturales que las personas tenemos al nacer.

De esta forma, el sexo está determinado por las características genéticas,


hormonales, fisiológicas y funcionales que a los seres humanos nos diferencian
biológicamente; y el género es el conjunto de características sociales y culturales
asignadas a las personas en función de su sexo.

Por ejemplo, cuando una persona nace con determinadas características


biológicas o sexuales, se le designa determinadas actividades, valores, roles y
comportamientos diferenciados, unos que deben cumplir las mujeres y otros que
deben cumplir los varones.

Por ello, la forma en que nos relacionamos mujeres y hombres está determinada
por las normas de orden jurídico, social, religioso, tradiciones, reglas y roles que son
las bases de una cultura en un momento histórico determinado.
IDEAS PARA COMPARTIR

La sexualidad es inherente a la persona humana, es decir, propia y característica


de la misma. En ella se integran la dimensión biológico-reproductiva, socio-afectiva,
ética y moral.

La sexualidad está presente desde el nacimiento hasta la muerte, expresa


características distintas de acuerdo a cada cultura y a cada etapa del desarrollo de
las personas: niñez, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad.

Algunas de sus características se relacionan con: la reproducción, el


establecimiento de lazos afectivos, los compromisos entre las personas, y el placer,
entre otras (Vinnar, 2008)

En nuestra época la sexualidad se asocia cada vez más al bienestar, al goce


individual e interpersonal que al temor, culpa o vergüenza.

El hogar, la escuela, los pares y los medios de comunicación son agentes de


socialización que establecen normas y pautas sobre cómo debemos vivir y
expresar nuestra sexualidad. Por esta razón, las madres y los padres de
familia trasmiten mensajes, representaciones, mandatos sobre la sexualidad
mediante sus palabras, comportamientos y actitudes.

El ser humano es fundamentalmente un ser social, todo su desarrollo está ligado a


esa condición, por lo tanto, las bases del desarrollo sexual se fundan en la
afectividad y en el establecimiento de vínculos confiables y seguros con nuestra
madre, padre y otras personas significativas del entorno durante la infancia.

En la niñez los juegos exploratorios que involucran el cuerpo favorecen el


autoconocimiento y el conocimiento del otro. De estas actividades, se deriva
el autoconcepto y la autoimagen.

En la adolescencia se producen cambios acelerados en los aspectos físicos,


psicológicos y sociales. Los mismos que se expresan en el logro progresivo de la
autonomía; el interés por el otro, que contribuye al establecimiento de relaciones
de pareja y el desarrollo de la capacidad para tomar decisiones, entre otros
aspectos.

Asimismo, los cambios en el pensamiento permiten el desarrollo del juicio crítico


para tomar decisiones que involucran los proyectos personales. Todos estos
aspectos conforman el nuevo escenario de la sexualidad en la adolescencia.

En todas las etapas del ciclo vital la sexualidad debe ser fuente de placer,
goce y bienestar en la relación de la persona consigo misma y con los demás.

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