Trabajo Sexualidad
Trabajo Sexualidad
Trabajo Sexualidad
La importancia que tiene hoy en día el tema de la sexualidad hace que merezca
mayor atención, sobre todo algunos de sus aspectos, como el embarazo no
deseado en la adolescencia, las relaciones sexuales a temprana edad, las
infecciones de transmisión sexual, el aborto etc., fenómenos cuyos causantes
son la falta de información, o que ésta sea inadecuada, así como la falta de
confianza en la familia, por mencionar algunos.
Este último para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque ello exija a veces
lograr un equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y
atavismos sociales. A partir de las consideraciones anteriores es que surgió la
necesidad de diseñar este taller que tiene como finalidad, en un sentido amplio,
difundir y promover información adecuada sobre la sexualidad, que amplíe los
conocimientos de los jóvenes a través de la reflexión y sensibilización de los
problemas que en este aspecto le afectan o pudieran cambiar sus vidas en un
momento determinado.
OBJETIVOS
Objetivo general
Objetivo específicos
¿Te has fijado que a los varones, sean jóvenes o adultos, se les permiten más
libertades que a las mujeres? ¿O que algunas personas se avergüenzan al sólo
escuchar hablar sobre sexualidad? ¿Sabías que hay países en áfrica donde las
mujeres llevan descubierto el pecho y nadie las agrede? ¿O que en otras
sociedades, por ejemplo las musulmanas, las mujeres deben cubrirse la cara para
evitar que alguien las mire? ¿Te has preguntado por qué en nuestras sociedades
existe un enorme abuso contra las mujeres o por qué se cometen terribles
crímenes contra los homosexuales?
Otro caso sería el de las actitudes de castidad que supuestamente las mujeres
deben tener frente a la sexualidad como, por ejemplo, mantenerse vírgenes
hasta el matrimonio. Este es un valor que se aplicaba antes particularmente a las
mujeres y, aunque actualmente esta creencia se ha relajado entre algunos
adolescentes y jóvenes, para otros y especialmente para algunas chavas y sus
familias siguen siendo muy importante.
Todas las personas son sexuadas, es decir, tienen un cuerpo sexuado en femenino
o en masculino que les permite pensar, entender, expresar, comunicar, disfrutar,
sentir y hacer sentir. El cuerpo sexuado es, por tanto, el lugar donde la sexualidad
reside y se hace posible.
El sexo (el cuerpo sexuado) y la sexualidad van unidos; y no son sólo aspectos
importantes de la vida humana, sino que la constituyen desde que nacemos hasta
que morimos. La sexualidad es, por tanto, algo más que una dimensión de la
persona; forma parte de lo esencial del ser humano: es algo que somos. De ahí que
favorecer el desarrollo sano y placentero de la sexualidad sea favorecer el desarrollo
integral de una persona.
El sexo es la primera información que solemos tener sobre una criatura; es algo que
nos viene dado (se nace siendo niño o niña) y que nos acompaña a lo largo de toda
la vida. La palabra sexo hace referencia, por tanto, a la existencia de cuerpos
sexuados en masculino y cuerpos sexuados en femenino.
Dar un sentido y significado al propio sexo no es algo que se haga de una vez para
siempre, ni en un momento o momentos determinados de la vida, sino que se va
haciendo desde el nacimiento, a medida que un niño o una niña crecen y viven su
vida.
Existen algunos mitos e ideas que, aun siendo falsos, han circulado con fuerza en
nuestra cultura. Se trata de nociones abstractas que no se corresponden con la
realidad y, por ello, cuando han estado muy presentes, han dificultado la
comprensión del hecho sexual humano en toda su complejidad. Son ideas que han
supuesto restricciones a la expresión libre y no violenta de la sexualidad y, por este
motivo, han dado lugar a mucho sufrimiento.
A partir del sexo, las sociedades han construido la teoría de los géneros, que
consiste en una serie de características que definen lo masculino y lo femenino. Han
dicho que los hombres son “hombres de verdad” cuando son capaces de hacer uso
de la fuerza física, el control, el poder y el dinero; y que las mujeres son “mujeres
de verdad” cuando son capaces de sostener las necesidades afectivas, sexuales y
fisiológicas masculinas. La teoría de los géneros, además de dictaminar un rol
diferenciado para unas y para otros, ha considerado que el sexo masculino tiene
más valor e importancia que el femenino.
Una parte de nuestra tradición cultural ha entendido que la sexualidad tiene como
único fin la reproducción de la especie, y que ésta sólo tiene sentido dentro del
matrimonio, que, a su vez, tiene como principal finalidad traer hijos e hijas al mundo.
Dentro de esta perspectiva se considera también que lo correcto y natural son las
relaciones heterosexuales.
Pero hoy se sabe que esto no es así, que se dan y siempre se han dado muchas
manifestaciones sexuales que nada tienen que ver con el deseo de reproducción;
expresiones que también suponen experiencias positivas y gratificantes y que van
cambiando de formas y significados a medida que una persona va cumpliendo años.
EDUCACIÓN DE LA SEXUALIDAD
Asimismo, las personas adultas educamos con la actitud hacia nuestra propia
sexualidad. Por ejemplo, con la forma en que vivimos nuestro cuerpo sexuado, o la
forma en la que expresamos nuestra sexualidad en público. Pero también educamos
con nuestras actitudes y con nuestras formas de sentir, pensar y actuar ante las
expresiones de la sexualidad infantil.
Las criaturas son como esponjas, atienden a todo lo que ven y oyen; perciben los
sentimientos y pensamientos más allá de las palabras. Por ejemplo, un niño sentirá
el beso de una maestra o sus palabras de aprecio, pero sobre todo las ganas o
desganas con que ese beso ha sido dado o esas palabras han sido dichas.
Los niños y las niñas, por tanto, siempre aprenden hechos, actitudes y conductas
sexuales de las personas adultas que les educan, tengan éstas o no conciencia de
ello; incluso cuando lo que predomina es el silencio o el hermetismo, ya que no
hablar de estas cuestiones es ya un modo de comunicar mensajes.
No hay que olvidar que la gran mayoría de los aprendizajes infantiles se dan por
imitación, y esto es válido también para el aprendizaje sobre cómo son y deben ser
las relaciones. Los modelos que ven, perciben e intuyen tienen, por tanto, mucha
trascendencia.
Tomar conciencia de estos hechos es el primer paso para empezar a hacer positivo
este aprendizaje, y ayudar a que los mensajes insanos, represivos o negativos no
formen parte del pensamiento infantil.
Aunque todas las personas adultas que se relacionan con niños y niñas hacen, de
un modo u otro, educación sexual, es común la reflexión sobre qué personas son
las que están realmente autorizadas para hacerlo; y también cuáles son la
preparación y los conocimientos necesarios.
Familia o escuela
Por todo ello, para que ambas instituciones colaboren entre sí, hace falta crear
relaciones de confianza en las que sea posible decir la verdad, nombrar y ahondar
en estas dificultades sin negarlas ni esconderlas, y encontrar los modos de
colaborar que tengan en cuenta los miedos, necesidades y deseos de todos y todas.
Además, se nos inculcan valores y creencias que desde pequeños delimitarán los
atributos y las aspiraciones sociales que según nuestro sexo debemos tener; se nos
educa para comportarnos de cierta manera a partir de la diferencia sexual sin que
esto se relacione con las capacidades reales de los individuos. Por ejemplo, se
promueve la destreza física, el liderazgo y la fuerza en los varones; mientras que en
las niñas se fomenta la dulzura y la pasividad.
Por ello, la forma en que nos relacionamos mujeres y hombres está determinada
por las normas de orden jurídico, social, religioso, tradiciones, reglas y roles que son
las bases de una cultura en un momento histórico determinado.
IDEAS PARA COMPARTIR
En todas las etapas del ciclo vital la sexualidad debe ser fuente de placer,
goce y bienestar en la relación de la persona consigo misma y con los demás.