El Hombre. Metáfora de Si Mismo
El Hombre. Metáfora de Si Mismo
El Hombre. Metáfora de Si Mismo
Introducción
E
l estudio del léxico puede estar orientado en múltiples direc-
ciones. El propósito de la lexicología es el estudio sistemático
de los significados de las palabras, las relaciones entre los di-
versos sentidos de las mismas y su conexión con el mundo concep-
tual. En el presente trabajo tomo expresiones del habla popular
chilena1 que responden, a mi juicio, a un único patrón conceptual
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No necesariamente chilenismos. De hecho, con variaciones, algunas de estas expre-
siones están presentes en otras regiones de habla hispana.
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JORGE OSORIO
La noción de dominio
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JORGE OSORIO
Como los autores señalan, esta definición implica asumir que los
dominios son guías para la segmentación del mundo. En semántica
cognitiva, un dominio corresponde a un ámbito de experiencias que
posee un estatus cognitivo tal que es posible delimitarlo en contraste
con otros. Estos ámbitos de experiencias constituyen estructuras
unitarias en las que rige algún tipo de organización, incluso algún
tipo de lógica experiencial o situacional.
Si bien, la conducta social es un dominio complejo, con varias
dimensiones interrelacionadas, me interesa considerarla básicamente
como materia de moralidad, en la medida que concierne a la rela-
ción entre los individuos, cómo es el trato entre ellos y la valoración
que se hace de ese trato (Premack y Premack 1994, 149). Como se-
ñalan también estos autores, la habilidad para hacer juicios morales
acerca de la conducta social es parte de la competencia social huma-
na. De allí que resulte relevante, a mi juicio, que la conducta social y
su valoración sea figurada léxicamente tomando como dominio
fuente el territorio y los movimientos de los cuerpos en el territorio.
Como expondré en las secciones siguientes, la metáfora conceptual
la conducta social es movimiento resulta central. Siguiendo a
Johnson (1993), tomo en consideración el principio de que las co-
munidades construyen imaginativamente el significado moral. Esta
construcción social y cultural se revela a través del lenguaje, en espe-
cial, a través del vasto repertorio de expresiones figurativas. Asimis-
mo, esta construcción del significado moral no es, sin embargo,
inmotivada. Al contrario, se advierte un continuo entre las formas
físicas de movernos en el mundo y las formas simbólicas (incluidas
las lingüísticas) de relacionarnos socialmente. Dicho de otro modo,
existe un anclaje corporal que promueve los modos de figurar. Como
he adelantado, éste es uno de los principios de la semántica cogniti-
va, respecto del cual es necesario detenerse un momento.
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Id., 1994, 21. Mi adaptación.
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PAT U D O S , E N T R A D O R E S Y M E T I D O S
Anclaje corporal
Esquemas de imagen
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Los esquemas tienen un carácter relacional, en el sentido de que están constituidos
por el par forma-significado; esta noción ha derivado en la concepción de los esquemas
como estructuras que poseen una configuración abstracta que es instanciada en situacio-
nes concretas. Una imagen, a su vez, tiene una naturaleza más particular, por cuanto re-
presenta de modo analógico hechos u objetos específicos. Las personas podemos
representarnos mentalmente un objeto individual o una escena particular mediante una
imagen bastante precisa, que incluya detalles observados una única vez.
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En Chile, la expresión “No estar ni ahí” (“no estoy ni ahí contigo”; “los jóvenes no
están ni ahí con la política”) refiere normalmente la idea de desinterés absoluto.
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En este punto me baso en la propuesta general de Krzeszowski (1989).
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Sigo de cerca la proposición original de Lakoff (1987).
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Metido - “¿Por qué el vecino es tan metido? ¡Quiere saber hasta qué
comemos!”
Modelo absoluto
Modelo relativo
Figura 2. Corto
“Corto”
“Patudo”
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Esta es una constatación basada en las observaciones más generales presentadas por
Hall (1976), quien ha definido a la especie humana como un animal de “no contacto”. Si
se considera que nos movemos en el mundo evitando los peligros que son inherentes al
contacto, es posible entender que constantemente debemos hacer ajustes a la extensión
de nuestro radio de acción con el fin de no invadir el territorio de los otros. Si alguien
transgrede la distancia personal sin la aprobación del otro, estará violando el principio
regulador del no contacto. Existen situaciones límite en las que factores físicos impiden
el mantenimiento de la distancia personal y el contacto se acerca peligrosamente a la
distancia íntima. Por ejemplo, en un bus repleto, las personas deben hacer muchos es-
fuerzos para que la cercanía no sea percibida como invasión.
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Son sinónimos de “patudo”, “balsa” y “balsudo” que remiten a la figura derivada de
una persona con pies tan grandes como balsas.
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PAT U D O S , E N T R A D O R E S Y M E T I D O S
Figura 3. Patudo
“Metido”
El sujeto se mueve hacia el interior del territorio ajeno y permanece
allí. Esta invasión se da, socialmente hablando, como la intromisión
en los asuntos ajenos. De allí que el metido se entienda como im-
pertinente y sólo eventualmente como abusivo, como sí lo es el pa-
tudo. La axiología es negativa, pues meterse en territorio ajeno
constituye una violación de las normas que regulan el comporta-
miento social ideal.
Figura 4. Metido
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Figura 5. Lanzado
“Lanzado”
Esta expresión codifica centralmente la aplicación de mayor fuerza
en la entrada al territorio ajeno (lo que se muestra en las flechas de la
figura 5). Se entiende, entonces, como la categoría léxica más ade-
cuada para expresar el traspaso de todos los límites. Da cuenta de los
abusos típicos, especialmente los relativos a las pretensiones amoro-
sas y sexuales, que se dan sin consentimiento y, a veces, súbitamente.
La carga axiológica es normalmente negativa.
“Entrador”
El atributo relativo a la capacidad para ingresar a territorio ajeno,
codificado en esta unidad, se considera un rasgo más permanente.
El “entrador” es socialmente más desinhibido, sociable y asertivo.
Estos rasgos suelen ser considerados positivos, en la medida en que
hacen posible la interrelación. No se integran en esta conceptualiza-
ción eventuales fuerzas que contrarresten la entrada, por lo que el
“entrador” resulta ser básicamente alguien que aprovecha la oportu-
nidad de ingresar. La figura 6 representa la acción del “entrador”
como algo recurrente.
Conclusiones
Figura 6. Entrador
Bibliografía citada
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