Trabajo Práctico Leibniz
Trabajo Práctico Leibniz
Trabajo Práctico Leibniz
TRABAJO PRÁCTICO Nº 7
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Para esta síntesis biográfica hemos utilizado las siguientes fuentes: Reale, G., Antiseri, D., Historia del
pensamiento y científico, Barcelona, Editorial Herder, 1988, p. 380.
Echeverría, J., Leibniz, Madrid, Editorial Gredos, 2011, pp. 11-75.
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Carta de Leibniz a Vincentius Placcius, marzo de 1696. En: Echeverría, J., Óp. Cít. P. 12.
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racionalista trató de armonizar e integrar con el empirismo y trató de conciliar con el
pensamiento filosófico de los antiguos.
Un rasgo peculiar de su pensamiento fue el de su afirmación radical del pluralismo
ontológico que lo aplica a todos los ámbitos menos a la teología. Su pluralismo lo llevó a
afirmar la existencia de una pluralidad de mundos posibles y que el mundo existente está
conformado por una infinitud de sustancias individuales plenamente discernibles entre sí.
De acuerdo a ello estableció una pluralidad de principios lógicos y filosóficos para
investigar esos mundo y sustancias. Por ello podemos decir que Leibniz fue un filósofo
racionalista, inclusivo y pluralista.
Fue capaz de mantener una estrecha interrelación entre la reflexión filosófica y la
investigación científica. Una de sus preguntas más célebres muestra hasta qué punto
confiaba en dicha facultad humana para conocer el mundo:
Por qué hay algo más bien que nada. Pues la nada es más
simple y más fácil que algo. Además, supuesto que deben existir
cosas es preciso que se pueda dar razón de por qué deben existir
así y no de otro modo3.
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Principios de la naturaleza y de la gracia fundados en la razón.
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Tanto Jorge I como la princesa Carolina de Gales y los ministros de la corte
trataron de impedir que siguiera polemizando con los newtonianos. Se le prohibieron todo
tipo de viajes y de publicaciones, su salario fue retenido por dos años y medio. Ante esto
Leibniz tuvo que acatar la orden y permaneció en arresto domiciliario.
La Monadología fue escrita dos años antes de morir. Murió en 1716 a los 70 años
en plena soledad y debido a un ataque de gota, enfermedad que padecía desde hace
muchos años. Su secretario fue la única persona que asistió a su funeral y solo la
Academia de Francia recordó sus méritos. Sus restos fueron enterrados en una tumba sin
nombre.
En el año 1713 se suscitó una polémica por la Royal Society de Londres por la
prioridad del descubrimiento del cálculo infinitesimal realizado por Newton. Leibniz
había llegado a dicho descubrimiento en el año 1675 y lo hizo público en el año 1684 con
independencia de Newton que lo había obtenido con antelación y por un procedimiento
distinto, es decir se trataba de hallazgos autónomos. Frente a esta situación la Royal
Society y el deseo de Jorge I hicieron que se le conociera el mérito a Newton y no a
Leibniz.
Leibniz escribía en la meditación nocturna, todos sus escritos son breves y
ocasionales de modo que no exigían una elaboración demasiado esforzada, escribió en
latín y francés.
Sus obras fueron: En 1686 Discurso de metafísica, 1695 Nuevo sistema de la
naturaleza, 1710 Ensayos de teodicea, 1710 Nuevos ensayos sobre el intelecto humano,
1714 Principios de la naturaleza y de la gracia, 1714 Monadología y numerosas epístolas.
La revolución científica de Descartes y Bacon produjeron un giro radical en el
pensamiento occidental ya que la filosofía antigua y la medieval parecían superadas
siendo los parámetros en de las ciencias matemáticas y físicas.
Dos conceptos se hallaban en situación comprometida.
- El del “fin”.
- El de la “substancia”.
Justamente estos dos conceptos son los que Leibniz replantea y reivindica su
validez sino también su perennidad (philosophia perennis) desde la filosofía antigua y
medieval hacia la modernidad (philosophia novi).
La clave para conciliar el ámbito de la filosofía antigua con la filosofía moderna
se encuentra en una rigurosa distinción entre el ámbito filosófico y el ámbito científico.
De esta forma cuando los antiguos apelan a las formas substanciales para explicar los
fenómenos científicos caen en un error y cuando los filósofos modernos niegan las formas
substanciales también.
Leibniz triunfó sobre Descartes ya que este sostenía que lo que permanece
constante en los fenómenos mecánicos es la cantidad de movimiento, pero Leibniz
demuestra que lo que permanece constante es la energía cinética por ello esto lo lleva a
sostener que, por encima del espacio, del tiempo y del movimiento se encuentran los
elementos constitutivos de la realidad, es decir aquellas substancias tan criticadas por los
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modernos. De esta forma Leibniz introduce nuevamente el concepto de substancia y para
él el término más correcto para denominar estas substancias es el de “mónadas” que
significa unidad.
Como consecuencia de lo descripto por Leibniz se tiene que:
- El espacio es el resultado de una relación que nosotros captamos
como existente entre las cosas y no a la manera cartesiana donde el espacio
coincide con la naturaleza de los cuerpos.
- El tiempo también es producto de la sucesión de las consecuencias
fenómicas de las cosas y no como algo subsistente con un transcurso ontológico.
Con estos conceptos cae el mecanicismo cartesiano, es decir desaparece la visión
cartesiana del mundo.
MONADOLOGÍA
Según Leibniz la realidad está constituida por centros de fuerza, centros de
actividad, puntos o átomos metafísicos e inmateriales. Estos centros son substancias
simples que las denominó mónadas o entelequias. Todo lo que existe es una mónada
simple o un conjunto de mónadas, las mónadas son los elementos de todas las cosas de
modo que si logramos conocer la naturaleza de las mónadas conoceremos asimismo la
naturaleza de toda la realidad.
Ya en su primera obra llamada “Sobre el principio de individuación” había
afirmado que la existencia de individuos se justifica por sí misma al ser sustancias. Esta
fue una idea constante en su pensamiento filosófico que quedó planamente desarrollada
en su Monadología. Con gran justicia Leibniz puede ser llamado el filósofo de los
individuos ya que distingue varios tipos de individuos, pero afirmando la estricta
singularidad por ser todos ellos sustancias simples. Es contrario a Descartes quien orientó
a la filosofía moderna hacia el sujeto trascendental, Leibniz se opuso a ello en base a la
noción de individuo que difiere de la cartesiana.
Para Leibniz el mundo está formado por una infinita cantidad de sustancias
individuales (las mónadas) y cada una de ellas habita en un microcosmos en el que se
desarrolla su vida y dicho microcosmos es también un mundo aparte completo por sí
mismo. Esa infinidad de mónadas y de microcosmos están estrechamente trabados entre
sí en virtud de la armonía preestablecida.
Los sucesos y los acontecimientos en el espacio tiempo no es más que la expresión
de las relaciones metafísicas que las mónadas tienen entre sí y con Dios. A pesar de ello
y aun siendo entidades metafísicas siempre están vinculadas a algún cuerpo tanto en la
vida como luego de la muerte formándose así una primera armonía la armonía del cuerpo
con el alma.
Las mónadas son eternas, no pueden comenzar ni perecer por medios naturales y
únicamente Dios puede crearlas y aniquilarlas. Son sustancias completas a las que nada
puede venirles desde el exterior. Leibniz lo expresó mediante la metáfora: “…las
mónadas no tienen ventanas por las cuales algo pueda entrar o salir”.
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Todas las mónadas son diferentes entre sí y esta es la base del principio e
individuación tomado de los escolásticos medievales desarrollándolo a su modo mediante
el principio de los indiscernibles que establece que no hay nada igual a otra cosa.
Las mónadas cambian o se despliegan y se pliegan y en eso consiste la vida y sus
ciclos y también la muerte a partir de la cual las mónadas devienen físicamente
imperceptibles, pero nunca dejan de existir. Las mónadas cambian en virtud de su de su
propio impulso o conatus pero dichos cambios se expresan por sus dos cualidades que
son la percepción y la acción.
La percepción permite que cada mónada vea los cambios que experimentan las
demás y se relacione con ellas en el mundo natural, diferencia la percepción de la
apercepción que es la percepción de un modo consciente. La apercepción se da en
situaciones particulares como los espíritus o inteligencias.
La acción o apetito es lo que le permite a la mónada expresarse a sí misma
haciendo cosas en el mundo, es decir desarrollando su propia esencia en el espacio y en
el tiempo.
Como consecuencia de ese efecto de despliegue cada mónada genera un
microcosmos que las demás mónadas solo perciben parcialmente gracias a sus encuentros
o relaciones mutuas. Cada mónada representa a todas las demás, es decir a todo el
universo. Cada mónada es un microcosmos. En palabras de Leibniz: “…cada mónada es
un espejo viviente y perpetuo del universo…”.
Cada mónada representa todo el universo, pero desde una perspectiva diferente y
tal perspectiva es lo que diferencia una mónada de otra de aquí surge el principio de la
identidad de los indiscernibles por el cual no hay dos substancias idénticas ya que si lo
habría serían una única e idéntica substancia. Esto sirve para explicar la individualidad
de cada substancia y da razón a la existencia de infinitas substancias y de la armonía del
universo.
Tras la muerte las mónadas dejan de percibirse y esos microcosmos representan
la totalidad del universo, tesis que caracteriza la concepción leibniziana de individuo al
universalizarlo sin que por ello deje de ser singular ya que cada individuo se encuentra
situado en un determinado punto de vista que depende del lugar y de la época en que la
mónada vive.
El principio de individuación de Leibniz tiene un fuerte componente sistémico ya
que la parte se asemeja al todo diferenciándose de otras concepciones.
Los microcosmos son autónomos, pero están estrictamente vinculados entre sí
porque se refieren a un mismo macrocosmos con el que de alguna manera son homólogos.
Aquello que permite esta compleja relación entre los individuos es el concepto de
armonía. Esta noción de armonía preestablecida permite explicar la relación entre los
individuos y de ellos con Dios.
La naturaleza está compuesta por una infinidad de microcosmos que van
cambiando a lo largo del tiempo y difieren entre sí según los lugares donde están
ubicados. Cada mónada tiene su propia ubicación o temporalidad sin posibilidad de
moverse de ella por lo cual Leibniz negó la transmigración de las almas. Por el principio
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de individuación el mundo se ve de manera diferente según la época que a uno le toco
vivir y también según la etapa de la vida.
Ahora bien, como cada individuo puede moverse a lo largo del espacio,
cambiando de lugar, tienen capacidad para situarse en diferentes puntos de vista en
relación al mundo. Su propio mundo vital va cambiando según los lugares y tiempo en
que viven. La universalidad queda completada con una singularidad estricta basada en el
principio de los indiscernibles que garantiza a cada individuo un cuerpo singular e
intransferible.
“Así, aunque cada mónada creada represente todo el universo, representa con
mayor distinción el cuerpo que le esta particularmente asignado y cuya entelequia le
pertenece”.
Otra de las peculiaridades del pensamiento es la de proponer que en cada
microcosmos por pequeño que sea contiene otros microcosmos mas pequeños y sin
embargo homólogos a la totalidad, esta afirmación del encapsulamiento de mundos es un
resabio de la filosofía perennis:
“Cada porción de la materia puede ser concebida como un jardín lleno de plantas
y como un estanque lleno de peces. Pero cada rama de la planta, cada miembro del
animal, cada gota de sus humores es también un jardín o un estanque similar”.
Cada mónada expresa la totalidad del mundo y lo único sustancial que existe en
dicho mundo son las mónadas cada una de las cuales tiene su propia esencia individual
distinta de las demás y por ello mismo un cuerpo estrictamente singular que nunca
coincide en todo con otro cuerpo, aunque pueda parecerse mucho.
El espacio y tiempo no son sustanciales sino unidades relacionales y existen
también mónadas animales y vegetales entendiendo Leibniz la existencia de grados de
perfección donde el hombre es la mónada con inteligencia.
Únicamente Dios es la unidad o mónada primitiva, la substancia originaria y
simple. Todas las demás son producidas o creadas por Dios. Son creadas por
“fulguración” que es un término neoplatónico que significa la creación de la nada.
La mónada es centro metafísico de actividad, pero toda actividad es solo pura y
absoluta en Dios en todas las demás esa actividad es limitada e imperfecta y en eso
consiste su materialidad. La materia prima de las monadas es ese halo de potencialidad
que les impide ser acto puro. Los cuerpos son agregados de mónadas que entran en
relación entre sí. Es un fenómeno y no algo metafísico.
1 ¿Cómo caracteriza la idea de sustancia?
Leibniz caracteriza la idea de sustancia bajo la forma de mónada que son las
sustancias individuales simples (sin partes) cuyo conjunto integra los compuestos. Las
mónadas son los verdaderos átomos de la naturaleza y son los elementos de las cosas.
No se originan naturalmente ni perecen naturalmente, comienzan por la creación
y perecen por el aniquilamiento. Cada una de ellas habita en un microcosmos en el que
desarrolla su vida y a su vez ese microcosmos es un mundo aparte. Todas las mónadas
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son diferentes entre sí siendo esta la base de individuación de Leibniz. No solo existe la
mónada inteligente (hombre) sino la mónada vegetal y animal.
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Leibniz denomina percepción al estado pasajero que comprende y representa una
multitud en la unidad y lo distingue de la apercepción que consiste en el modo en que se
representan en la conciencia estos cambios.
No habiendo nada en el material en la mónada todo cambio queda reducido a un
dinamismo psíquico, todos estos cambios que parecen darse en las sustancias no son más
que representaciones psíquicas de distinto grado.
Leibniz critica la noción cartesiana de dar por verdaderas sólo las cosas que vienen
al pensamiento claras y distintas debido a que no tiene en cuenta las cosas que se escapan
a la conciencia, por otra parte, el cartesianismo consideraba el alma separada y
radicalmente diferente por naturaleza al cuerpo, todo aquello que no tiene vida intelectual
es considerado como un autómata sin vida mientras que para Leibniz las mónadas
intervinientes en este proceso son almas individuales.
Este principio interno de cambio, la percepción toma acción mediante la apetición,
este proceso nos muestra el pasaje de un estado a otro si bien el apetito no siempre puede
alcanzar la precepción en su totalidad.
De este modo las monadas contienen internamente la percepción y el apetito.
3. ¿Qué relación hay entre mónadas y maquinismo?
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En función del principio de razón suficiente cada mónada produce en sí según las
leyes del movimiento una serie de modificaciones de la que la siguiente tiene su razón de
ser en la que la precede, por lo tanto, el futuro está contenido de algún modo en el
presente.
De este modo Leibniz se distancia del cartesianismo que considera a la máquina
en el ámbito de lo corporal, los autómatas cartesianos son todos aquellos cuerpos
sensibles que no tienen razonamiento intelectual, para Leibniz en cambio sus mecanismos
operan dentro de las simples, son autómatas incorpóreos, son partes del dinamismo
psíquico que produce la percepción y sus cambios.
Para Descartes la sustancia corpórea y la racional sólo se unen de manera
accidental, para Leibniz la sucesión de percepciones está fundamentada en el principio de
razón suficiente que une una percepción con la siguiente.
4. ¿Cuál es el concepto de relación entre mónada?
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percepciones provenientes de la multitud de percepciones precedentes o de una de gran
magnitud que les deja huella.
Sin embargo, ésta, dice Leibniz, debe distinguirse de la razón. El hombre actúa
como las bestias y en tanto se guía por la consecución de sus percepciones empíricas
guiadas por el principio de la memoria casi todo el tiempo, Leibniz lo designa como actuar
por los Medios Empíricos, los considera una práctica sin teoría. Por eje. Cuando se espera
que amanezca un nuevo día se actúa en Empírico porque siempre ha ocurrido de esa
manera.
Pero el conocimiento de las verdades necesarias y eternas es lo que nos distingue
de los animales y nos hace tener la razón y las ciencias y nos hace tener el conocimiento
de dios. A esto lo llama Alma Razonable o Espíritu.
De este modo queda conformada la distinción entre las mónadas: Mónadas
desnudas que sólo tienen, percepción sin conciencia (estado de sueño o de desmayo),
mónadas que tiene percepción acompañada de conciencia y memoria (animales) y
mónadas que además de tener la conciencia y la memoria son razonables (almas y
espíritu) y la mónada suprema Dios.
5. ¿Cómo puede conectarse la idea de sistema de mónadas y la combinatoria?
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cosas del mundo y en tanto esta razón última es una sustancia necesaria, no puede no
ser verdadera y a esto lo llamamos dios.
De este modo Dios está en todas las mónadas, participa de ellas en su
perfección mientras que la imperfección de estas está en su naturaleza.
Como se ha establecido que las mónadas no pueden ejercer ninguna acción
una sobre la otra, sólo dios puede disponer de todas las acciones y reacciones entre
ellas por lo tanto la acción de la mónada esta acordad de antemano con todas las del
universo y como no puede ser de otra manera esta comunicación entre las sustancias
es armónica viniendo de Dios.
Esto nos lleva directamente a lo que se conoce como la teoría “del mejor de
los mundos posibles”.
Leibniz plantea que hay infinidad de universos posibles en las ideas de Dios,
pero solamente puede existir un solo de ellos por lo tanto es necesario que exista una
razón de la elección de Dios para determinar un mundo antes que otro.
Esta razón no puede encontrarse más que en la conveniencia o en los grados
de perfección que estos mundos contienen por lo tanto el mundo existente es el mejor
posible.
La intervención de dios en el sistema total de las monadas y los grados de
conveniencia en su combinatoria determinan la existencia del universo según la
bondad de dios para elegirlo y la potencia del mismo para realizarlo.
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