Tipos Textuales
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Tipos Textuales
de Cuyo
Ciclo de Licenciatura en Literatura Infantil y Juvenil
Análisis del Discurso I, 2011 – clase 5
Profesor Enrique Menéndez
I. La Tipología de Werlich
Objetivos
Análisis de discursos de acuerdo con la tipología de Werlich
Tema
Los géneros discursivos (La Retórica y la Teoría Literaria). Los géneros en la Teoría Bajtiniana. La
problemática de las tipologías textuales. Tipología de Werlich.
El concepto de género discursivo tiene una historia que comienza de muy antiguo y que, en
muchos momentos ha estado íntimamente relacionada con la del concepto de tipo de texto.
Con el paso del tiempo y con casi la desaparición de la vida pública durante la Edad Media, la
retórica quedaría reducida a los ámbitos religioso y jurídico. Pero, las propuestas de la Retórica se
desplazaron al discurso artístico –la literatura. Los estudios de crítica y teoría literaria han tenido
como base la tradición de la retórica y de la poética. Así, desde la Antigüedad clásica quedaron
establecidos los géneros literarios llamados mayores:
a)Líricos-poéticos
b)Épicos-narrativos
c)Dramáticos-teatrales
Una de las preocupaciones del investigador ruso Bajtín gira alrededor de los géneros. Para él lo
que condiciona la existencia de determinado género son cuatro factores: los temas, la estructura
interna, el registro y la relativa estabilidad de estos. Dado que Bajtín insistirá en que los cambios
históricos en los estilos de la lengua están indisolublemente vinculados a los cambios de género
discursivo.
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Este investigador distinguía entre los géneros primarios o simples (la conversación en todas sus
formas) y los secundarios o complejos, producto de la elaboración intelectual (literarios,
periodísticos y científicos).
Uno de los propósitos prioritarios de los estudiosos del texto ha sido clasificar los textos según
tipos. Sin embargo, dado que los textos evolucionan según las etapas históricas, como dice Bajtín,
no existe aún una tipología abarcadora de todos los textos.
Guiomar Ciapuscio, investigadora y docente de la UBA aporta, en 1994, una valiosa investigación
sobre las tipologías desde la década del 70 hasta la actualidad. De estas vamos a estudiar la
tipología de Werlich. Luego, en el 2003, Ciapuscio va a desarrollar una tipología más abarcadora y
con la que ella está más de acuerdo que es la de Heinemann 2000, la que también estudiaremos.
Otra tipología, no desarrollada por Ciapuscio, que vamos a tener en cuenta es la de los niveles
textuales de van Dijk.
Werlich combina lo que corresponde al orden cognitivo (modos de abordar la realidad) con el
orden lingüístico (modos de representar la realidad).
El concepto central de su propuesta es el de base textual. Según él, estas se pueden reducir a
cinco: base descriptiva, base narrativa, base expositiva, base argumentativa y base instructiva.
La primera categorización que realiza Werlich se vincula con la referencia: los textos se
diferencian fundamentalmente entre sí por la manera en que se refieren a un mundo real o
pensado. La distinción es, sin duda, problemática, ya que la frontera entre ficción y no ficción es
difícil de delimitar en textos concretos.
Werlich traza esa frontera distinguiendo entre la referencia a una situación común al hablante y
oyente, que es única, texto no ficcional y la referencia a una situación “creada” y autónoma, a la
que puede retornarse una y otra vez (por ejemplo una novela).
De acuerdo con esta gran distinción, los textos pueden caracterizarse con los rasgos + - ficcional;
la clasificación de los textos en ficcionales o no ficcionales es relevante desde el punto de vista de
la producción y la recepción textuales, ya que cada grupo presupone en los usuarios diferencias
en el tipo de conocimiento previo requerido para la comunicación efectiva.
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secuencias directivas o instructivas: las que están vinculadas con una planificación para
actuar en un futuro inmediato, suele haber al comienzo del texto una oración con verbo en
imperativo o un inifitivo equivalente.
Bibliografía
Calsamiglia Blancafort, H. y Tusón Valls, A. (2004). Capítulo 9 Los géneros discursivos y las
secuencias textuales. En: Las cosas del decir. Manual de análisis de discurso (págs. 251 a 259).
Barcelona: Ariel Lingüística.
-Ciapuscio, Guiomar Elena (1994). La tipología de Werlich. En: Tipos textuales (pág. 74 a 87).
Bs. As.: Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras, Cátedra de Semiología, Ciclo
Básico Común, Universidad de Buenos Aires.
Actividades
1. Comprobar con los textos trabajados en clase si se cumple esta clasificación de Werlich.
La intrusa
Ella tuvo la culpa, señor juez. Hasta entonces, hasta el día que llegó, nadie se quejó de mi
conducta. Puedo decirlo con la frente bien alta. Yo era el primero en llegar a la oficina y el último
en irme. Mi escritorio era el más limpio de todos. Jamás me olvidé de cubrir la máquina de
calcular, por ejemplo, o de planchar con mis propias manos el papel carbónico. El año pasado, sin
ir más lejos, recibí una medalla del mismo gerente. En cuanto a esa, me pareció sospechosa
desde el primer momento. Vino con tantas ínfulas a la oficina. Además, ¡qué exageración!,
recibirla con un discurso, como si fuera una princesa. Yo seguí trabajando como si nada pasara.
Los otros de deshacían en elogios. Alguno, deslumbrado, se atrevía a rozarla con la mano. ¿Cree
usted que yo me inmuté por eso señor juez? No. Tengo mis principios y no los voy a cambiar de
un día para el otro. Pero hay cosas que colman la medida. La intrusa poco a poco me fue
invadiendo. Comencé a perder el apetito. Mi mujer me compró un tónico, pero sin resultado. ¡Si
hasta se me caía el pelo, señor, y soñaba con ella! Todo lo soporté, todo. Menos lo de ayer.
“González –me dijo el gerente- lamento decirle que la empresa ha decidido prescindir de sus
servicios”. Veinte años, señor juez, veinte años tirados a la basura. Supe que ella fue con la
alcahuetería. Y yo, que nunca dije una mala palabra, la insulté. Sí, confieso que la insulté, señor
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juez, y que le pegué con todas mis fuerzas. Fui yo quien le dio con el fierro. Le gritaba y estaba
como loco. Ella tuvo la culpa. Arruinó mi carrera, la vida de un hombre honrado, señor. Me perdí
por una extranjera, por una miserable computadora, por un pedazo de lata, como quien dice.
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integrador de los fenómenos sociales, semióticos y psicológicos tiene una capital importancia hoy
en día, transcurrido medio siglo desde su muerte.
En: Wertsch, James (1988). Vigotsky y la formación social de la mente. Barcelona: Paidós., págs.
32 a 34.
Si observamos los textos dados, que pertenecen a la clase textual infografía, llegamos a la
conclusión, por nuestro saber sobre clases textuales, que nuestro conocimiento no sólo nos permite
entenderlos sino también producirlos y hasta clasificarlos. Este conocimiento tipológico sobre clases
textuales consiste en representaciones prototípicas en los distintos niveles o módulos de los textos. Los
textos concretos realizan valores de niveles y parámetros. Realizar una tipología o tipologizar un texto
consiste en comparar sus diferentes niveles: la integración de sus rasgos y de los valores de sus distintos
niveles dará como resultado una caracterización tipológica del texto.
Este enfoque en el estudio textual pertenece a la denominada tipología de impronta cognitivo-
comunicativa que contempla sistemas de multinivel o de varias dimensiones o módulos. Se trata de las
tipologías de Heinemann y Viehweger (1991) y Heinemann (2000). Este autor refuncionaliza el concepto de
tipología de años anteriores y Ciapuscio (2003) añade el concepto de especialista, semilego y lego aplicado
a los textos de especialidad.
a- Nivel funcional: se trata de las funciones textuales que aparecen en el texto. Esto significa que la
función de los textos se explica como el efecto de los textos en el contexto de la interacción social,
en su funcionamiento para la solución de tareas individuales o sociales sobre la base de los tipos de
actitudes existentes y de las constelaciones de objetivos de las personas involucradas en la
comunicación que se produjo. Existen cuatro funciones básicas: expresarse, contactar, informar y
dirigir. Es de destacar que estas funciones se conciben en una relación de inclusión y con zonas de
transición y de solapamiento. Los textos pueden ser monofuncionales, es decir, tener una sola
función o ser plurifuncionales, con más de una función. Porque generalmente presentan más de una
función, se hace necesario analizar los textos desde sus funciones principales o dominantes y
subsidiarias.
b- Nivel situacional: este nivel se refiere a los conocimientos prototípicos de una determinada clase
textual que están vinculados con la situación comunicativa. Todo hablante posee un saber implícito
sobre determinadas clases textuales que actualiza a la hora de producir y de interpretar textos. En
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este nivel situacional se tienen en cuenta factores tales como tiempo, espacio; modalidad de la
comunicación; conocimientos sobre esferas comunicativas, instituciones y formaciones sociales.
Mencionamos los siguientes parámetros situacionales: 1- tipos de marcos interaccionales; 2-
contexto social de las actividades comunicativas (ciencia; iglesia; cultura; fútbol; etc); 3- factores de
lugar y tiempo; 4- número y papel social de los hablantes. Se introducen las categorías de lego,
semilego y especialista para que están definidas a partir de de su grado de competencia en el
conocimiento. Semilego es una categoría que puede considerarse difusa y que por lo tanto puede
variar. En términos generales, semilego puede ser un periodista científico, un estudiante avanzado,
etc. La simetría o asimetría entre los interlocutores estará dada por las diferencias en el grado de
competencia en el tema específico.
c- Nivel del contenido semántico: se trata de qué información incluye el texto y cómo se la incluye.
Por lo tanto, en este nivel podemos hablar de la selección semántica y de su disposición y
organización.
El qué incluyo se refiere al tema del texto, es decir, para la lingüística del texto, el núcleo conceptual
del texto en una macroproposición. Deben tenerse en cuenta parámetros del tipo: actitud temática,
perspectiva sobre el tema y distinción entre formas primarias y derivadas.
La actitud frente al tema o actitud temática se refiere a la manera, explícita o implícita, en la cual el
productor textual expresa su actitud frente al contenido textual. En términos gramaticales, la actitud
está relacionada con la modalidad. Por ejemplo, si el productor se expresa con respecto a la verdad
o probabilidad del contenido textual (saber, dudar, creer) y al grado de certeza de su saber
(seguramente, evidentemente, quizás; etc). También puede señalar su valoración positiva o
negativa (considerar bien, considerar mal), el grado de su interés (desear, proponerse, preferir,
querer) o su actitud psíquica (lamentar, alegrarse). Puede decirse que, en términos gramaticales, la
actitud temática corresponde, en un amplio sentido, a la modalidad.
La perspectiva sobre el tema se refiere al punto de vista a partir del cual se encara el tema en el
texto. Partimos de un concepto que es el siguiente: resulta casi imposible abarcar la totalidad de los
puntos de vista posibles sobre un tema. Para los textos especializados, son relevantes los
siguientes temas: perspectiva teórica o básica, aplicada, didáctica y divulgativa. La perspectiva
teórica o p. básica es aquella que expande un tema, para lograr conocimiento nuevo y, como
resultado, modificar el estado previo de conocimientos sobre el tema. La clase textual prototípica de
esta perspectiva es el artículo de investigación. La p. aplicada sobre un tema supone un tratamiento
en función de su utilidad. La p. didáctica se dirige a los marcos propios de la enseñanza, a fin de
que el conocimiento sea comprendido por estudiantes o por aprendices. La p. divulgativa es aquella
en la cual el conocimiento especializado se transmite a un destinatario lego, con el fin de que éste
conozca la información y, si es posible, la tenga en cuenta para su vida cotidiana. Obviamente que
este parámetro de la perspectiva está muy relacionado con el nivel funcional (y entonces
destacamos la relación entre semántica y función de los textos). En relación con los textos es
importante distinguir (Gläser ,1993) entre formas primarias y formas derivadas, de acuerdo con el
grado de originalidad de los contenidos de los textos. Las formas textuales primarias son las
originales o primeras en un área determinada de trabajo. Las formas derivadas son aquellas en las
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cuales el tema, los conceptos y la terminología dependen de otros textos, los textos “fuente”. Un
ejemplo es el de los textos de divulgación científica.
El cómo, es decir, la disposición y la organización de la información, se estructura en partes más o
menos estandarizadas; y su denominación, que está en conexión con la clase textual, indica el
contenido que incluye. Por ejemplo, para cartas comerciales, es frecuente: encabezamiento, cuerpo
y cierre; para artículo científico, introducción, materiales y método, discusión y conclusiones.
También es de destacar que las clases textuales menos estandarizadas presentan mayor libertad
en la distribución de su información.
Los tipos de procedimientos básicos para el avance del tema o de la información son secuencias o
estructuras semánticas que repercuten en su forma lingüística. Werlich (1975) realizó la vinculación
entre “tipos ideales de estructuración lingüística” y los modos de conceptualizar y de verbalizar los
sucesos o estados de cosas. Distinguió cinco tipos básicos de secuencias: secuencia descriptiva:
relaciones espaciales; secuencias narrativas: relaciones temporales; secuencias expositivas:
representación conceptual, con análisis y síntesis; secuencias argumentativas: capacidad de juzgar
y de valorar y secuencias directivas: vinculadas con el futuro y la actividad de planear. Recordamos
que las secuencias aparecen combinadas en los textos, con predominancia y subordinación en los
mismos, de acuerdo con el tipo de texto en particular.
d- Nivel formal-gramatical: este nivel hace referencia a la superficie del texto, es decir, a la manera
en la cual se combinan y se seleccionan sus recursos verbales y no verbales. En primer lugar, se
reconocen las máximas retórico-estilísticas de la clase textual: la claridad, precisión, economía y
concisión, entre otras características, son propias del estilo científico. Estas máximas nos orientan
a la hora de formular y de comprender un texto. Son las normas nombradas las que se combinan y
condicionan la inclusión de elementos no verbales, como ilustraciones, cuadros, etc. Además,
determinadas fórmulas léxicas prototípicas son propias de algunas clases y no de otras y
condicionan los aspectos sintácticos y léxicos de los textos.
Actividades:
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TEXTO Nº 4: Los piropos, esa poesía en extinción. La Nación, sábado 26 de marzo de 2011
El verso callejero fue desterrado de las veredas de la ciudad y reemplazado por palabras que
ofenden a quien las recibe; hay una organización dedicada a combatir a los acosadores verbales,
que aconsejan no callar ante una grosería
Evangelina Himitian
LA NACION
Tiene un tiempo, un ritmo, una cadencia. Para que surta efecto, debe ser espontáneo, impensado y certero,
deslizado justo cuando la mujer que pasa puede oír, pero no ver a quien lo pronuncia. La aspiración de
máxima es hacer brotar una sonrisa incontenible en el rostro de quien lo recibe. Se habla del piropo, aquella
poesía fugaz y callejera que en algún tiempo fue parte fundamental de la identidad porteña, pero que por
estos días parece estar en extinción en las veredas de la ciudad.
Los poetas de mitad de cuadra, aquellos que tenían la agilidad mental para sorprender y halagar a la mujer
que pasaba, fueron reemplazados, hace ya años, por hombres de poco ingenio que apenas pueden articular
una grosería en una sola palabra. "El piropo fue reemplazado por una expresión frontal y agresiva. Se
perdió la sutileza. El piropeador de antaño era un celebrador de la belleza femenina. Tenía una visión
caballeresca de la feminidad, que implicaba respeto y deseo. Era una reacción espontánea producida por
un encuentro que le inspiraba poesía. Hoy, en cambio, existe una visión pornográfica del piropo, por ser
fragmentaria. La destinataria no es la mujer, sino alguna parte de su cuerpo", explica el filósofo Santiago
Kovadloff.
Tampoco por estos días las mujeres andan con la cabeza gacha, sonrojándose indefensas, cuando
caminan por ahí. No son pocas las que, al oír un comentario que las ofende o que las coloca en la categoría
de objeto sexual, pegan la media vuelta y encaran, insultan y hasta ponen en ridículo a quien les dirigió la
ofensa.
Para darse una idea, hace un mes comenzó a funcionar en Buenos Aires la versión local de una
organización internacional que se dedica a denunciar a los acosadores verbales callejeros.
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Tienen una página web www.atreveteargentina.org , en la que las mujeres pueden denunciar en un Google
Map la cuadra en la que se encuentra el acosador y hasta subir imágenes. También se publican
experiencias de lectoras que se sintieron agredidas y distintos consejos sobre cómo reaccionar. "Si
incomoda, no es un piropo: es acoso", enfatiza Inti María Tidball-Binz, impulsora local del proyecto.
Contrariamente a lo que puedan hacer creer los prejuicios, no son los barrios donde hay un boom
inmobiliario aquellos en los que las mujeres se sienten más agredidas. Según el mapa, la mayor cantidad de
acosadores callejeros se encuentra en el microcentro. Claro que la información todavía es escasa, ya que la
página lleva poco más de un mes online .
¿Los hombres se sorprenden cuando una mujer se da vuelta y les retruca? "Creo que no se lo esperan. Es
común esperar el silencio, porque siempre ha sido así. Ahora, las cosas están cambiando. No aconsejamos
respuestas fuertes. Un simple «No me interesa» o «Basta» es suficiente para demarcar los límites. Si la
persona no respeta esos límites, sugerimos que es mejor irse que ponerse en una situación de peligro",
apunta Tidball-Binz.
Todo esto podría llevar a pensar que a las mujeres no les gusta que les dirijan piropos. Sin embargo, una
encuesta que realizó La Nacion entre sus lectores online arrojó que el 63% de las personas cree que a las
mujeres les gusta recibir piropos, el 16% que les molesta y que el 19% dice que ya no los escucha y el 2%
no sabe o no contesta.
"Lo que a las mujeres no les gusta es la falta de respeto y, sobre todo, de ingenio", apunta Kovadloff.
Un estudio realizado en España por la consultora Ausonia, sobre la base de una encuesta con más de 1200
mujeres, 8 de cada 10 encuestadas declararon que su autoestima sube cuando reciben un piropo, pero 7 de
cada 10 reconocieron que los piropos subidos de tono les desagradan.
El piropear no es el único de los hábitos que cayeron en desuso. También está el silbar en la calle o el
conversar con vecinos.
"Lo que ocurre es que la calle dejó de ser un lugar de encuentro. Hoy, el otro se convirtió en una amenaza.
La caída en desuso del piropo es un síntoma del vaciamiento de sentido de los vínculos. Para decir un
piropo, hay que estar presente, ver, ser inspirado por una presencia y decir algo. Hoy somos más
pragmáticos y directos. Se va directo a los bifes. Ya las relaciones no exigen metáforas", considera el
especialista en vínculos Sergio Sinay.
"El piropeador se apropia simbólicamente de la belleza que celebra", explica el escritor dominicano José
María Fernández Pequeño, que distingue dos clases: la primera es el piropeador instintivo, de quien brota
una impensada reacción admirativa que envuelve a quien lo pronuncia. La mayoría de las veces, sólo atina
a decir una palabra, que puede ser desde un elogio o una grosería.
Después está el piropeador de estilo, aquel que cultiva el piropo por el piropo mismo. Lo elabora con
meticulosa delicadeza, a veces sutil, a veces intelectual, a veces irónica o veces de doble sentido. Es un
competidor nato, un verdadero cultor de la palabra. Precisa un público que respalde y celebre su arma
predilecta: la originalidad. Debe tener un diestro manejo de los verbos, los tonos, las cadencias, la
gesticulación. Se juega el prestigio cada vez que habla.
Sin embargo, hay un elemento que parece ser clave para entender por qué el piropeador parece una
especie en extinción. El piropo es cosa de dos: de quien lo da y quien implícitamente está dispuesto a
recibirlo.
Si Cristóbal Colón viviera y te viera, diría: “Santa María”, ¡qué “pinta” tiene esa “niña”!
¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Qué tenés que hacer el resto de tu vida?
Bibliografía
Publicado en: Entre la terminología, el texto y la traducción (2002), J. García Palacios y M. Teresa
Fuentes (editores), Salamanca, Almar. 37-73.
Hacia una tipología del discurso especializado: aspectos teóricos y aplicados
Guiomar Ciapuscio (UBA-CONICET)
Inés Kuguel (UNGS-UBA)
TERMTEX1
(texto abreviado)
DELIMITACIONES TEÓRICAS
El texto
Una reunión constructiva de las distintas etapas de la Lingüística del Texto y de sus respectivas
concepciones del objeto texto permite definirlo, tanto desde el punto de vista de los procesos de producción
y comprensión como desde el punto de vista del resultado (es decir, como producto de esos procesos),
como un objeto lingüístico-comunicativo complejo, en el que interactúan o se plasman distintos tipos de
conocimientos. Nuestra concepción del objeto texto se basa, por un lado, en los aportes de distintos
modelos de la lingüística textual de orientación cognitiva (De Beaugrande y Dressler, 1981; Heinemann y
Viehweger, 1991); por el otro, en trabajos de la lingüística del texto, centrados en la producción textual, que
conciben este proceso como una “tarea” de orden cognitivo-comunicativo (Antos 1982, Antos 1997). Esta
dirección se opone a la visión de la psicología cognitiva que considera los textos
como “meros vestidos del pensamiento” y subraya el hecho de que con los textos se crea conocimiento, no
solo se lo “representa” (Antos 1997). Producir o comprender un texto implica poner en juego variados
sistemas de conocimientos interrelacionados: conocimiento enciclopédico (conocimiento sobre el mundo),
conocimiento lingüístico (léxico y gramática), conocimiento interaccional-situacional y conocimiento sobre
clases de textos (Heinemann y Viehweger, 1991). Producir un texto puede concebirse como un proceso
complejo –básicamente un proceso de solución de problemas de distinto orden (Antos, 1982)–, que implica
para el productor o hablante realizar elecciones y tomar decisiones de diferente naturaleza. El texto, ya sea
como resultado de esos procesos de selección en los que interactúan los diversos sistemas de
conocimiento o como objeto de análisis, puede concebirse y analizarse como un sistema modular. Se trata
de un sistema dinámico en el que, por un lado, las unidades y relaciones en el nivel de la microestructura
(léxico y gramática) están condicionadas por factores de tipo textual superior (básicamente, factores
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funcional-comunicativos y temáticos) y por otro lado, estos factores de orden superior son parcialmente
asequibles y sistematizables a partir de los rasgos del nivel microestructural.
El texto especializado
La definición de texto especializado está sujeta, por un lado, a la concepción del objeto texto y, por otro, al
paradigma y los intereses de la investigación. Las orientaciones, dentro de la lingüística aplicada, que se
han centrado en los textos especializados han sido, principalmente, aquellas dedicadas al estudio del uso
de la lengua con propósitos específicos (Schröder, 1991; 1993; Hoffmann, Kalverkämper y Wiegand 1998).
El objeto de estudio ha sido denominado de diversos modos: „lenguajes de especialidad‟, „lengua
especializada‟, „lenguas para propósitos específicos‟ (LSP), etc. Si bien es claro que “lengua especializada”
y “texto especializado” se implican mutuamente, en tanto conjunto de recursos, por un lado, y productos
verbales que resultan del empleo de esos recursos, por el otro, en nuestra presentación preferimos el
término texto especializado, dado que coincidimos con distintos autores en que el empleo de „lengua‟ o
„lenguaje‟ resulta abusivo (Cabré, 1998).
El objeto “texto especializado” ha sido definido por diferentes investigadores y escuelas: la abundante
bibliografía específica muestra que las diversas definiciones coinciden en señalar como determinantes el
ámbito comunicativo y social en que estos textos se insertan, el carácter específico de la temática y sus
usuarios privilegiados (especialistas). A modo de ejemplo, véase la siguiente definición de R. Gläser (1981),
general y abarcativa, que le permite incluir una amplia variedad discursiva dentro del campo: [El texto
especializado consiste en] “Una expresión coherente y completa en una esfera social de actividad, que trata
de un tema específico de una especialidad o estados de cosas, empleando recursos lingüísticos generales y
específicos e incluyendo elementos visuales no lingüísticos opcionales que transmiten más información (por
ejemplo, símbolos, fórmulas, gráficos).”
Una de las preocupaciones tradicionales en este ámbito ha sido la demanda por trazar una línea
demarcatoria entre lengua especializada y general. Dicho de manera algo esquemática, las posiciones
pueden agruparse en dos corrientes: aquellos que intentan establecer un corte nítido entre ambas
modalidades y aquellos que postulan un continuum (Balboni, 1986). En trabajos fundacionales en lengua
inglesa, como el de Sager y Dungworth (1980), los intentos por delimitar y caracterizar las lenguas de
especialidad frente al llamado lenguaje general son una constante. Sager y Dungworth (1980), por ejemplo,
sostienen que el carácter especial de un texto está dado por la participación en la comunicación solo de
especialistas, quienes han adquirido el conocimiento especializado a través de un aprendizaje o
entrenamiento específicos:
“Los lenguajes especiales son sistemas semióticos complejos semiautónomos basados y derivados del
lenguaje general; su empleo presupone educación especial y está restringido a la comunicación entre
especialistas en el mismo campo o en uno estrechamente relacionado.” (p. 69).
Esta visión excluye, por tanto, todas las modalidades de la comunicación de la ciencia en las que
intervengan no especialistas y, aplicada de manera estricta, se ciñe a clases textuales privativas de un
ámbito más especializado: artículos de investigación, ponencias, patentes, etc. Delimitaciones nítidas como
ésta pueden justificarse sobre la base de la perspectiva general y de los propósitos del trabajo, pero no
debe pasarse por alto que son decisiones teórico-metodológicas del investigador.
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La posición opuesta la representan las corrientes funcionalistas que sostienen una visión “amplia” y que
postulan un gran ámbito discursivo, el discurso especializado, en el que incluyen diversas modalidades de la
comunicación, incluida la divulgación científica (Gläser, 1981; Gläser, 1993; Jacobi, 1984; Loffler-Laurian,
1983; Loffler-Laurian, 1984; Spillner, 1989). Más recientemente, se ha planteado la problemática de los
límites entre los textos especializados y no especializados desde la lingüística variacionista y se ha discutido
cómo podrían analizarse los textos especializados desde esta perspectiva (Adamzik, 1998).
Coincidimos en términos generales con estas direcciones, ya que consideramos que una visión
empíricamente adecuada debe reconocer las dificultades de establecer “cortes de navaja” entre lo
especializado y lo general y tender, en todo caso, a visiones en términos de continuum (Balboni, 1986).
Puesto que existen zonas de transición poco nítidas, creemos que, como lingüistas, resulta más interesante
interrogarse acerca de cómo determinar con fundamento lingüístico-textual grados de especialización.
Definimos los textos especializados como productos predominantemente verbales de registros
comunicativos específicos, que se refieren a temáticas propias de un dominio de especialidad, y que
responden a convenciones y tradiciones retóricas específicas; por lo tanto, en dependencia del tipo de
disciplina pueden ser más o menos dependientes de la cultura y la época dada (Gnutzmann y Oldenburg,
1991). Los textos especializados se realizan en clases textuales específicas del discurso de especialidad
(artículo de investigación, ponencia, artículo de divulgación científica, comunicados científicos a la prensa,
etc.). Concebimos el ámbito de los textos especializados en términos de continuum (con polos imaginarios
describibles como + especializados/- especializados) y nos proponemos establecer “criterios” y grados de
especialidad con fundamento lingüístico. En nuestra perspectiva, los grados de especialización son
asequibles no solo sobre la base de criterios contextuales –como usuarios y situación comunicativa– y
temáticos, sino que también pueden explicitarse y justificarse a partir de indicios lingüísticos. El sistema de
clasificación de textos –la tipología– debería proveer un marco teórico-metodológico confiable para la
determinación fundada de grados de especialidad.
El término clase textual, asociado conceptualmente con el de género, acuñado por Bajtin, y posteriormente
reelaborado y difundido en el ámbito de la lingüística aplicada especialmente por Swales (1990), es
empleado por la Lingüística Textual para referirse a las clasificaciones de los textos que realizan
intuitivamente los hablantes y que pueden describirse y sistematizarse con las herramientas teórico-
metodológicas de la lingüística, con el fin de construir tipologías.
Los intentos de construir tipologías para sistematizar clases textuales han acompañado el desarrollo teórico
de la lingüística: las distintas concepciones sobre el objeto texto condicionan las propuestas de tipologías.
Así, los modelos transfrásticos proponen tipologías basadas en rasgos exclusivamente lingüísticos (por
ejemplo, Harweg, 1968); los modelos funcionalcomunicativos propusieron tipologías basadas en amalgamas
de rasgos internos y externos a los textos (Sandig, 1972) o en una jerarquía de criterios funcionales,
situacionales y estructurales (Brinker, 1988); los enfoques interaccionales sostienen la necesidad de relevar
y describir los conocimientos sobre clases de textos que tienen y emplean los hablantes para, solo sobre
esa base, comenzar a diseñar tipologías empíricamente consistentes (Gülich, 1986); por último, los modelos
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cognitivos proponen tipologías de varias dimensiones, en las que se reflejan “los conocimientos sobre
estructuras globales mediante ordenamientos multidimensionales de representaciones prototípicas en
distintos niveles” (Heinemann & Viehweger, 1991:147). En armonía con nuestra definición de texto, nos
decidimos por una tipología de impronta cognitivo-comunicativa que contempla sistemas de multinivel o de
varias dimensiones (o módulos), que representan los distintos aspectos de los textos. Se trata de tipologías
complejas (Heinemann & Viehweger, 1991; Heinemann 2000) , “integradoras” (Gläser, 1993) o
“modulares” (Weise, 1993). La tipología refleja el conocimiento sobre clases textuales de los hablantes que
los habilita para producir y comprender textos. Este conocimiento tipológico consiste en representaciones
prototípicas en los distintos niveles o módulos de los textos. Los textos concretos “instancian”, es decir,
realizan valores de niveles y parámetros.
LA PROPUESTA DE TIPOLOGÍA
Dado que nuestra preocupación es proveer fundamento teórico y empírico para determinar grados de
especialidad de los textos, hemos elaborado una tipología para el ámbito del discurso especializado. Como
punto de partida hemos tomado la tipología de textos de Heinemann y Viehweger (1991) y Heinemann
(2000), puesto que no rehúye la complejidad del objeto, por un lado, y por el otro, es flexible y abierta a los
cambios. Sobre esta base hemos incorporado resultados de investigaciones propias, que incluyen estudios
empíricos de corpora de textos especializados en el campo de la genética molecular y la ecología. El
concepto de texto en tanto sistema complejo y dinámico que subyace a los trabajos de nuestro equipo nos
llevó a abordar los textos desde una doble perspectiva: del texto hacia el término y del término hacia el
texto.
Proponemos la siguiente tipología, que explicamos más abajo:
Nivel I. Funciones
• expresar / contactar / informar / dirigir
• jerarquía funcional: estructura ilocutiva (funciones dominantes / subsidiarias/complementarias)
• secuencialización funcional
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La hipótesis básica es que el saber sobre clases textuales se origina a través de ordenamientos
multidimensionales de representaciones prototípicas en distintos niveles. El punto de partida es el nivel del
actuar conjunto de los interlocutores, que corresponde al concepto de función textual. La función de los
textos se concibe como el efecto de los textos en el contexto de la interacción social, en su funcionamiento
para la solución de tareas individuales o sociales sobre la base de los tipos de actitudes y constelaciones de
objetivos de los involucrados en la comunicación. Se postulan cuatro funciones básicas: 1) expresarse
(liberarse, descargarse psíquicamente, autopresentarse), 2) contactar (tomar o mantener el contacto con el
interlocutor); 3) informar (recibir o transmitir información), 4) dirigir (hacer que el interlocutor haga algo o
asuma determinada actitud). Lo novedoso en esta propuesta de funciones es que se conciben en una
relación de inclusión con zonas de transición y solapamiento: dirigir incluye informar, informar presupone el
contactar, el contactar incluye alguna forma de expresión. De allí que los textos puedan ser mono o
plurifuncionales. En este último caso será relevante analizar la jerarquización y secuencialización de las
funciones en los textos (Brandt y Rosengren, 1992).
En cuanto al nivel de situación, se parte del supuesto de que el hablante ha almacenado un “saber sobre
modelos de situaciones” que se activa para la solución de tareas comunicativas específicas. El concepto de
situación incluye no sólo factores ambientales directos (tiempo, lugar) sino también los conocimientos sobre
esferas comunicativas, instituciones y formaciones sociales. Algunos parámetros situacionales son: los tipos
de marcos interaccionales, el contexto social de las actividades comunicativas (ciencia, comercio, salud,
cultura, iglesia, relaciones internacionales, etc.), factores de lugar y tiempo (coincidencia temporal/espacial o
no) y el número y el papel social de los hablantes.
En cuanto al papel social de los interlocutores, distinguimos tres categorías, definidas a partir del grado de
competencia sobre determinada área del conocimiento: especialista, semilego y lego. La categoría que
agregamos, el semilego, es una categoría compleja: con ella designamos al interlocutor que posee ciertos
conocimientos sistematizados sobre el área específica y que puede comprender distintos perfiles: el
aprendiz de especialista (estudiante avanzado), el periodista científico, e incluso, el especialista de áreas de
conocimiento cercanas. En este sentido, el concepto de función textual supera concepciones anteriores,
centradas exclusivamente en la perspectiva del hablante.
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Diferencias de competencia en el tema específico que determinan esos papeles condicionan además la
simetría o asimetría de la relación de los interlocutores en el texto. El módulo correspondiente al contenido
semántico se relaciona principalmente con la selección y la disposición temática (información semántica).
Trabajos anteriores han incluido en este nivel factores relativos a la estructuración del texto en “partes” más
o menos estandarizadas y los tipos de procedimientos para el despliegue del tema textual en el texto (las
llamadas secuencias: descriptivas, narrativas, expositivas, argumentativas, y directivas, Werlich, 1975).
Tales tipos de estructuración se vinculan con el modo de conceptualizar (y verbalizar) el suceso o estado de
cosas.
Una distinción que presenta Gläser (1993) nos parece útil para esta esfera de discurso: aquella que
categoriza los textos en formas primarias y formas derivadas, según el grado de originalidad de los
contenidos. Las formas primarias son contribuciones originales (“primeras”) a un área específica; las formas
textuales derivadas se basan en textos subyacentes y, por lo tanto, tanto su tema como su sistema
conceptual y terminológico dependen de los textos “fuente”. Un ejemplo claro lo presentan los textos de
divulgación científica, que son intrínsecamente formas derivadas o textos “secundarios” (ver Mortureux,
1985).
Con perspectiva sobre el tema nos referimos al punto de vista a partir del cual se trata el tema del texto. Es
evidente que es casi imposible abarcar la totalidad de los puntos de vista posibles sobre un tema; en
nuestro caso se manifiestan en principio como relevantes para el dominio del discurso especializado los
siguientes: teórica o básica, aplicada, didáctica, divulgativa. La perspectiva teórica o básica implica el
tratamiento de un tema para expandirlo, esto es, para lograr conocimiento nuevo, que modifique el estado
de conocimientos previos. La perspectiva aplicada sobre un tema supone su tratamiento en función de su
utilidad; la didáctica se dirige a la transmisión en marcos de enseñanza, a fin de que sea comprendido por el
estudiante o aprendiz.
Un texto es divulgativo cuando el contenido especializado se retoma para ser transmitido a un destinatario
lego, con el fin de que conozca esa información y, eventualmente, la tenga en cuenta en su vida cotidiana.
Por último, el nivel formal se refiere a la superficie textual, esto es, a la selección de recursos verbales y no
verbales. Este nivel contempla, en primer lugar, las máximas retórico-estilísticas de la clase textual en
cuestión: existe un saber (llamado por muchos autores “estilístico”), que nos orienta cuando formulamos y
cuando comprendemos un texto. El estilo científico “clásico” se orienta en normas generales como
precisión, concisión, economía, etc. Estas normas generales condicionan a su vez la decisión de incluir
elementos no verbales (ilustraciones, gráficos, fotos) y la preferencia por determinados modelos de
formulación que condicionan los aspectos sintácticos y léxicos. Para el caso del discurso especializado,
cobra especial relevancia el nivel léxico. La cantidad relativa de terminología, el hecho de que sea o no
sometida a operaciones de tratamiento, como reformulaciones o definiciones, son factores relevantes para
la determinación de grados de especialidad (cfr. Ciapuscio, 1998a).
Esta tipología refleja resultados de distintas investigaciones empíricas sobre textos de distinto grado de
especialidad, que nos llevaron a ampliar, respecto de propuestas anteriores, los módulos funcional,
situacional y semántico así como a incluir algunos parámetros (como el tratamiento específico de la
terminología) en el nivel formal. La necesaria ampliación de estos. Así, en el caso de los textos
periodísticos, no todo texto que porte contenido especializado será necesariamente un texto de divulgación:
por ejemplo, un texto que trate las repercusiones, en el ámbito eclesiástico, de la clonación no adopta una
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perspectiva divulgativa, sino general. El concepto de los módulos surgió de la doble aproximación
complementaria que caracteriza los trabajos de nuestro grupo: del nivel microestructural (centrado en el
término y su comportamiento formal y su variación conceptual) hacia los niveles macroestructurales (el texto
en su totalidad) y desde los módulos textuales superiores hacia el término.
En la sección que sigue ilustraremos la tipología propuesta, sobre la base de un corpus de textos que tratan
el mismo tema.
Nivel I. Funciones
En los cuatro textos puede reconocerse con claridad una presencia dominante del propósito informativo,
que se señala especialmente por indicios lingüísticos como verbos preformativos explícitos, esquemas
oracionales, estructuración textual, tiempos verbales, entre otros. La lectura del corpus en su totalidad
resulta en la adquisición de informaciones nuevas para los distintos perfiles de destinatario. Sin embargo,
esta función informativa se combina y solapa con una función subsidiaria, con mayor o menor grado de
explicitud en los distintos textos: la función que hemos llamado genéricamente dirigir y que se realiza como
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convencer, evaluar o formar opinión en los distintos textos. Son precisas, por lo tanto, algunas
especificaciones.
En el caso del abstract, la función informativa se realiza con una clara valoración positiva hacia el tema
textual, que puede percibirse especialmente en la selección léxica (significativa disminución, esta es la
primera evidencia, etc.). La presentación positiva de la información sugiere el solapamiento con la función
subsidiaria y menos explícita de dirigir, en el sentido de crear en el destinatario una actitud positiva hacia el
contenido y así lograr la aceptación del hallazgo por la comunidad de pares.
En el comentario crítico, la información se contextualiza en el desarrollo más actual del área y tema
específico, se contrapone con otras investigaciones y se evalúa críticamente el avance de manera explícita.
Como corresponde al género, la intención de dirigir la opinión sobre el avance es transparente. Algunos
ejemplos:
En este número de Nature Medicine, Leda y Colaboradores informan sobre el excitante hallazgo de (...). El
estudio de Leda ha identificado una vía a través de la cual SPARC podría regular la capacidad de formación
de tumores (...)
Del análisis de los textos destinados a especialistas se desprende que las funciones predominantes son
informar y dirigir, con el propósito de lograr la aceptación de los pares (abstract) y formar opinión crítica en
esa comunidad (comentario).
En la entrevista al científico, la función informativa se realiza con un claro ímpetu didáctico: el especialista
recurre a distintas estrategias y procedimientos para lograr la comprensión del lego. El descubrimiento se
enmarca en los antecedentes académicos del investigador, por un lado, y en la presentación del “estado del
arte” de los conocimientos sobre terapia génica. La contextualización del hallazgo facilita, evidentemente, la
posibilidad de comprensión y valoración por parte del lego.
En la noticia de prensa, con las modalidades propias del género, domina el propósito
informativo que se traduce en indicios lingüísticos claros (ver ANEXO 1), pero también es perceptible el
esfuerzo por la presentación positiva de la información: la selección léxica (trascendente, hallazgo,
resultados notables, etc.) explicita la función de dirigir, destinada a lograr la valoración por el descubrimiento
y despertar el interés por los temas científicos (ver por ejemplo el título: Descubren en el país cómo destruir
células cancerosas).
En resumen, desde el punto de vista funcional es común en el corpus la funcionalidad informativa
dominante, junto a la función de dirigir menos explícita. El análisis más detallado muestra que esta segunda
función genérica se realiza con distintas modalidades que se explican a partir de las competencias de los
interlocutores y el ámbito discursivo, como se especifica en la siguiente sección.
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universitaria, pero lego en el tema. Los interlocutores son un especialista (el director del equipo de
investigación) y un periodista no especializado (lego en el tema). De esto se desprende una relación
asimétrica entre ambos. Por último, la noticia ocurre en el ámbito periodístico y se trata por tanto de
comunicación masiva; el productor textual es un periodista especializado (semilego) que se dirige al gran
público, por lo que es evidente una desigualdad de competencias entre los interlocutores.
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discurso referido, uso de tiempos narrativos, etc. Como nota característica de la noticia de ciencia, el texto
muestra el esfuerzo del periodista por evitar el uso de terminología.
Por ejemplo, en lugar de “la glicoproteína SPARC”, la mención se realiza mediante una paráfrasis con léxico
general: “un subproducto de las células cancerosas que impide que éstas se adhieran a las células sanas
del organismo”. Cuando la terminología no puede evitarse, se explica: “tumores de melanoma, un tipo muy
agresivo de cáncer”.
En resumen, el análisis tipológico permite describir de manera completa los textos y sistematizar los
resultados en los diversos módulos. Esta sistematización permite ordenarlos en “grados de especialización”
con fundamentos textuales y lingüísticos. Una agrupación de mayor a menor nivel de especialización según
los resultados alcanzados es la siguiente:
I. Abstract y comentario crítico
II. Entrevista al científico
III. Noticias periodísticas
En la sección que sigue presentamos y evaluamos los resultados del trabajo, en relación con los objetivos
que nos habíamos propuesto y discutimos sus alcances y limitaciones.
CONCLUSIONES
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relevante la oposición entre el punto de vista teórico, de orientación básica (producción de conocimientos) y
divulgativa.
Por otra parte, nos parece importante subrayar que el análisis da fundamento empírico adicional a la
concepción de texto y de texto especializado que sostenemos. En efecto, la activación de determinados
valores de parámetros en un módulo particular, determina la activación de valores específicos de
parámetros en otros módulos. Para ejemplificar: la selección de los valores “especialista” + “especialista” en
el módulo situacional, habilita en el nivel formal la selección abundante de terminología en el campo
específico, sin que ésta necesite, en principio, de tratamiento reformulativo. Por el contrario, una selección
en este mismo nivel de “especialista” + “lego”, condicionaría decisiones diferentes en el módulo formal. Así,
máximas de formulación del tipo: “evite en lo posible terminología”; “si no puede evitarla, defínala o
explique” etc., desencadenan la selección de reformulaciones o metáforas en el nivel léxico-gramatical. En
el módulo semántico, por ejemplo, la perspectiva divulgativa sobre el tema coadyuva con las activaciones
en el módulo situacional y provoca el recurso a procedimientos de despliegue temático determinados
(descriptivo-expositivo) con sus realizaciones lingüísticas correspondientes. Esto confirma la relación de
mutuo condicionamiento que existe entre los distintos módulos de los textos y su carácter de objeto
complejo y dinámico.
Creemos que una tipología como la propuesta permite, a su vez, distinguir con fundamento lingüístico-
textual grados de especialización y que, en este sentido, avanza sobre trabajos previos que parten de
caracterizaciones más “externas” o a priori o que consideran un amplio universo de textos pero no ofrecen
sustento analítico-textual.
Por otra parte, la tipología permite determinar la pertenencia al ámbito de los textos especializados de
ejemplares textuales particulares. En el caso de la divulgación de ciencia (las noticias periodísticas) su
pertenencia al ámbito está dada no solo porque el tema provenga del ámbito de especialidad, sino también
y, especialmente, porque la perspectiva divulgativa sobre el tema –transmisión de conocimiento científico a
un lector lego– lo justifica. Sin embargo, no hay que minimizar la dificultad de establecer cortes nítidos y en
cierto sentido arbitrarios entre lo especializado y no especializado y más bien trabajar con conciencia del
“handicap” que conlleva esa dificultad. Es necesario tener presente que las delimitaciones responden a
decisiones teórico-metodológicas de los analistas.
En suma, en cuanto a las consecuencias teóricas, creemos que una tipología de varias
dimensiones como la presentada contribuye no solo a los estudios del texto mediante el establecimiento de
criterios fundados para caracterizar textos de especialidad, sino también a la terminología de base
comunicativa, a partir del análisis de los factores contextuales que influyen en la variación del término, tanto
denominativa como conceptual, en su ámbito natural de empleo.
Desde el punto de vista más aplicado, la tipología puede verse como un instrumento confiable para el
trabajo de selección y evaluación de textos para la conformación de corpora de investigación, destinados
tanto a estudios de orden discursivo-textual como terminológico. En este último caso, ofrece criterios sólidos
para la clasificación y el marcaje de textos de vaciado de modo de postular relaciones específicas entre
fenómenos ligados a las unidades léxicas especializadas –la variación denominativa, la variación
conceptual, la frecuencia de fraseología y la presencia de reformulación– y el grado de especialización del
texto en que estos ocurren.
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Por último, el conocimiento más profundo y completo de la naturaleza de los textos de especialidad
redundará positivamente en la tarea de los traductores especializados en la medida en que el
reconocimiento de ciertos indicadores en uno de los niveles permite predecir el funcionamiento en los otros
módulos. De este modo, un texto técnico destinado a legos abre la posibilidad de recurrir a paráfrasis en los
casos en que sea difícil encontrar equivalentes léxicos en la lengua meta. Para la traducción de un texto
clasificado como más especializado, en cambio, se deberá consultar a un especialista para encontrar un
equivalente exacto o crear un neologismo aceptable por la comunidad de hablantes de la disciplina en
cuestión.
En este trabajo hemos presentado reflexiones teóricas sobre la tipologización de textos especializados y las
hemos ilustrado en un análisis ejemplar de textos. Somos conscientes de las limitaciones que todo trabajo
sobre una unidad compleja como el texto implica y de la necesidad de profundizar el análisis y probar la
capacidad descriptiva y explicativa de la tipología en otros corpora, a fin de realizar los ajustes que sean
precisos y así poder ampliar su validez.
Actividades
1.1-A partir de esta lectura elaborar una línea del tiempo señalando la aparición de las corrientes
lingüísticas del siglo XX.
1.2-Señalar cuáles disciplinas son los antecedentes del análisis del discurso.
2-Comparar una clase de lengua de la escuela secundaria (en manuales o carpetas) con alguno
de los temas desarrollados en la asignatura
Antecedentes
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No obstante que Calsamiglia y Tusón Valls incluyen las disciplinas de las que hablamos a
continuación como investigaciones que tienen como unidad de análisis el discurso, Beaugrande y
Dressler las consideran como antecedentes del Análisis del Discurso, porque se desarrollaron
antes en el tiempo.
Retórica Aristóteles, S IV a C, tiene, a su vez, sus orígenes en el año 485 a. C., en procesos
judiciales por expropiaciones. En estos procesos se movilizaban jurados populares a los
cuales, para convencerlos, había que ser “elocuente”. Aristóteles recoge de esa tradición
esos procesos persuasivos en su Retórica, a la que define como “el arte de extraer de todo
su tema el grado de persuasión que encierra”. Aristóteles se refiere en ella a los discursos
de la vida diaria, no a los poéticos. En su máxima extensión, la Retórica aristotélica
comprende cinco operaciones principales: 1-INVENTIO: encontrar qué decir.2-DISPOSITIO:
ordenar lo que se ha encontrado.3-ELOCUTIO: agregar el adorno de las palabras, de las
figuras. 4-ACTIO: representar el discurso como un actor (importancia de los gestos y la
dicción).5-MEMORIA: recurrir a la memoria. Es decir, Aristóteles pone el acento sobre el
razonamiento, la elocutio, o el arte de usar recursos, es solo una parte de aquel. La fusión
de la Retórica y la Poética es consagrada por el vocabulario de la Edad Media, en que
las artes poéticas son artes retóricas y donde los grandes retóricos son poetas. Pero, desde
entonces, el estudio de la elocutio ha evolucionado. Según Barthes, la oposición principal
sobre la que los antiguos griegos y el mismo Aristóteles basaban la elocutio era la del
paradigma versus sintagma, porque reconocían en esta operación dos procesos: electio
(elegir las palabras) y synthesis o compositio (reunirlas).La electio implicaba que en el
lenguaje se puede sustituir un término por otro, como en el caso de la sinonimia, o varias
palabras, es decir construcciones, por otras, y consideraban que, además, esta sustitución
podía producir un segundo sentido (un significado que no era el literal). Les llamaban
tropos, cuando se sustituía una sola palabra (por ejemplo, la catacresis, el brazo del sillón),
y figuras cuando la conversión exigía varias palabras (por ejemplo, la perífrasis: “los
retretes de la conversación”). Ambos se constituían en adornos o colores, que estaban del
lado de la pasión, del cuerpo, porque tornaban deseable el lenguaje. Llamaban
compositio, en cambio, a la asociación de las palabras en el texto. Para ello pensaban que
se debía tener en cuenta la construcción “geométrica” del periodo (ya que una frase tiene,
por ejemplo, un comienzo, un fin, una extensión que se puede abarcar fácilmente), y el modo
de presentarse el movimiento (ascenso, descenso) en ella, si era de oposiciones violentas, o
suave y ajustado, o, por el contrario, fluctuante. Esta concepción se apoyaba en la idea de
que existían dos lenguajes, uno propio y otro figurado, con un segundo sentido, y, por lo
tanto, la retórica en su parte elocutiva, era un cuadro de los desvíos del lenguaje. A ese
“desvío” del lenguaje se le llamó más tarde “connotación”, se hablaba entonces de un
lenguaje neutro, el que nombraba a los entes unívocamente, que se oponía a un lenguaje
connotativo, el que sugería otras interpretaciones. En la Edad Media este estudio forma
parte del TRIVIUM, junto a la GRAMÁTICA y a la LÓGICA. Más tarde los procedimientos
retóricos se incluyen en los estudios literarios. Actualmente estos estudios han sido
retomados por la PRAGMÁTICA.
Estilística Quintiliano, S.I d C, identificó cuatro cualidades estilísticas corrección, claridad,
elegancia, adecuación. El estilo es el resultado de una determinada elección entre opciones
diversas que se ha realizado durante el proceso de producción de un texto. Este estudio se
relaciona con las máximas de Grice.
Estudios literarios Siempre se interesaron -desde los comienzos de la literatura (para la
civilización occidental en el S XI a.C, con la Ilíada y la Odisea-) por los textos, e influyen más
en esta corriente que el estructuralismo y la gramática transformacional generativa. Los
primeros estudios de los lingüista del texto, como Teun van Dijk, son sobre textos literarios, y
sobre la relación de la Lingüística y la Literatura. Más tarde, por el interés hacia los textos de
la vida cotidiana, el análisis de textos literarios se deja a la Literatura.
Antropología Se atiende a los mitos y cuentos folclóricos –Propp, Lévi-Strauss-, o sea a
discursos de diversas culturas; el método lingüístico de la Tagmémica, aplicado por Kenneth
Pike y Longacre, estudia culturas poco conocidas. (El método tagmémico, usado por la
investigación antropológica –Pike, Longacre- es un método lingüístico centrado en el estudio de
culturas poco conocidas. Se interesan en objetos de estudio enormemente complejos, que van más
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allá de la frontera de la oración y del texto mismo. Se caracteriza por reunir y analizar datos a partir de
un cuestionario previo, el que se reserva una serie de huecos que han de ser rellenados por unas
determinadas unidades susceptibles de ocupar esas posiciones. Para ello, se utilizan estrategias de
obtención de muestras lingüísticas que estimulen a los hablantes nativos a producir enunciados con
características peculiares buscadas por el investigador.)
Sociología Se interesa por el discurso, sobre todo la conversación, como interacción social.
Según Eugenio Coseriu, los estudios lingüísticos alternan, desde la Antigüedad clásica hasta
nuestros días los estudios diacrónicos, con los sincrónicos. La característica de la Lingüística
contemporánea (S.XX y lo que va del XXI) es el estudio en sincronía; la única disciplina lingüística
que estudia la diacronía es la Filología.
Desde la Antigüedad clásica al Renacimiento predominan los problemas de definición y
de descripción. Se teorizaba sobre el lenguaje y se describían las lenguas.
Durante el Renacimiento S. XV y XVI predomina una actitud histórico-comparativa. Se
cotejan lenguas diversas o también fases históricas de una misma lengua, por ejemplo, por
qué y de qué manera el latín se transformó en español, italiano, francés, etc.
S XVII Chomsky declara en “Lenguaje y entendimiento” ser heredero de este siglo, y,
creemos, que también lo es Saussure. Según Chomsky, los cartesianos se propusieron
demostrar que, cuando se lleva la doctrina de la materia extensa a su máximo límite de rigor
y claridad, resulta incapaz de explicar ciertos hechos que son evidentes para la introspección
y que aparecen también confirmados por nuestra observación de la conducta de los demás
hombres. En particular dicha doctrina no puede explicar el uso normal del lenguaje humano,
e igualmente es incapaz de aclarar las propiedades fundamentales del pensamiento. Por
consiguiente se hace necesario apelar a un principio totalmente nuevo, en términos
cartesianos, hay que postular una segunda substancia, cuya esencia es el pensamiento,
además de la substancia corpórea, caracterizada por las propiedades de la extensión y el
movimiento. Ese nuevo principio tiene un “aspecto creador”, que se manifiesta con particular
claridad en lo que podemos describir como “el aspecto creador del uso del lenguaje”, o sea
la capacidad por la que el hombre se distingue de los demás animales, de expresar
pensamientos nuevos y entender expresiones del pensamiento enteramente nuevas, y eso
dentro del marco de una “lengua“instituida”, una lengua que es un producto cultural sujeto a
leyes y principios que le son en parte peculiares y en parte son el reflejo de las propiedades
del entendimiento. Una de las innovaciones de la “Gramática de Port-Royal” de 1660 –que
es la obra que inició la gramática filosófica- fue su reconocimiento de la importancia de la
noción de la frase como unidad gramatical. La gramática precedente se había ocupado
sobre todo de las clases de palabras y flexiones. En la teoría cartesiana de Port-Royal la
frase corresponde a una idea compleja y la oración se subdivide en frases, y así
sucesivamente, hasta que se llega al nivel de la palabra. De ese modo derivamos lo que
podría llamarse la “estructura superficial” de la oración del caso. Para citar un ejemplo que
vino a hacerse típico, la oración “Dios invisible creó el mundo visible” contiene el sujeto “Dios
invisible” y el predicado “creó el mundo visible”, este último contiene la idea compleja “el
mundo visible” y el verbo “creó”, y así sucesivamente. Según la teoría de Port-Royal, la
estructura superficial corresponde solo al sonido, al aspecto corpóreo del lenguaje; pero
cuando se produce la señal, con su estructura superficial, tiene lugar el correspondiente
análisis mental de la misma en términos de lo que podemos llamar estructura profunda, que
es cierta estructura formal que se relaciona directamente no con el sonido sino con el
sentido. En el ejemplo que acabamos de mencionar “Dios invisible creó el mundo visible”, la
estructura profunda consiste en un sistema de tres proposiciones “Dios es invisible”, “que Ël
creó el mundo”, “que el mundo es visible. Con la filosofía de Descartes, se instaura,
también, un sistema binario: mente/cuerpo, razón/pasión.
En el siglo XVIII de nuevo se discute sobre teoría y descripción, es la época de la gramática
general, también llamada tradicional, de la descripción pormenorizada de algunas lenguas.
Gramática histórica comparada S XIX, se estudia la evolución de las lenguas y se llega a
la conclusión de que todas derivan de un tronco común, el indoeuropeo.
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Bibliografía
-Barthes, Roland (1974). Investigaciones retóricas I. La antigua retórica. Ayudamemoria Buenos Aires:
Editorial Tiempo Contemporáneo
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-de Beaugrande, Robert y Dressler, Wolfgang (1997, primera edición en inglés 1972). Capítulo II, La
evolución de la Lingüística del Texto. En: Introducción a la Lingüística del Texto (págs. 49 a 68) Madrid:
Ariel.
-Calsamiglia Blancafort, Helena y Tusón Valls, Amparo (2004, primera edición 1999). Capítulo 1 El análisis
del discurso. En: Las cosas del decir. Manual de Análisis del Discurso. (págs. 15 a 26) Barcelona: Ariel.
-Chomsky, Noam (1971, primera edición en inglés 1968). El Lenguaje y el Entendimiento. Barcelona: Seix
Barral.
-Coseriu, Eugenio (1986). Capítulo I Premisas históricas de la Lingüística moderna. En: Lecciones de
Lingüística General (págs. 15 a 32). Madrid: Gredos
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