El Fenómeno Místico Juan María Velasco

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Notas

César Herrero Hernansanz



El fenómeno místico 
Estudio comparado 

Juan Martín Velasco 

Editorial Trotta, 3ª edición, 2009, 509 páginas

Notas 
César Herrero Hernansanz 

INTRODUCCIÓN 

Pongo a su disposición mis notas de la lectura de El fenómeno místico, de Juan Martín 
Velasco. Es un buen análisis del complejo fenómeno místico, hoy tan cuestionado, al menos en 
su aspecto trascendente, aunque nuestro tiempo no puede obviarlo, porque, si bien carece de 
herramientas adecuadas para evaluarlo por aproximación a métodos científicos, son evidentes 
los resultados, sus frutos en las personas. 

Proporciona excelentes perspectivas y caminos para acercarnos a  ese fenómeno de la 
Presencia de Dios en nosotros, que puede darse en todas las personas. 

No  olviden  que  les  ofrezco  síntesis  y  notas,  en  las  que  he  procurado  seleccionar  lo 
mejor  de  cuanto  nos  ofrece,  evitar  repeticiones  y  ser  lo  más  claro  posible,  saliéndome  en 
ocasiones  de  los  textos,  redactándolos  a  mi  manera,  incluso  introduciendo  algunos  de  mi 
cosecha, señalados en rojo para resaltar, completar el sentido o indicar mis críticas. 

Si  después  de  leer  mis  notas  desean  profundar  en  algún  asunto,  les  recomiendo 
recurrir al texto del libro impreso. 

Asimismo,  les  adjunto  un  índice  de  mis  notas,  sincronizado  con  el  del  texto  original, 
para  que  puedan  percibir  a  vista  de  pájaro  una  panorámica  de  los  temas  tratados  y  su 
paginación. Índice y paginación, que les facilitarán la búsqueda fácil de temas de su interés y 
ubicación. 

Murcia, 2012 


ÍNDICE 
 
 
 
I CUESTIONES PRELIMINARES  ………………………………………………………………………… 4 
1 Mística. Uso y abuso de un término impreciso   …………………………………………….. 4 
2 Fenómeno religioso y fenómeno místico   …………………………………………………….. 4 
     Religiosidad mística y profética.   …………………………………………………………………. 4 
     El elemento místico en la religión, Fr. Von Hügel   ………………………………………… 5 
3 Búsqueda de método para estudio del fenómeno místico   …………………………… 5  
     Modelos epistemológicos. Existencialismo y constructivismo   ……………………. 5 
     Método fenomenológico aplicado al estudio de la mística   …………………………. 6 
4 La mística, fenómeno humano   …………………………………………………………………….. 6 
     Rasgos que caracterizan el lenguaje místico   ……………………………………………….. 6 
     Génesis del lenguaje místico   ………………………………………………………………………. 8 
     Fenómenos extraordinarios de la mística   …………………………………………………… 9 
   
II EL HECHO MÍSTICO EN SUS FORMAS PRINCIPALES   …………………………………….. 10 
1 Tipología en filosofía y fenomenología de la religión   ……………………………………. 10 
2 Formas no religiosas de mística   ……………………………………………………………………. 11 
     Plotino, la obra   …………………………………………………………………………………………… 11 
3 La mística en las grandes religiones orientales   …………………………………………….. 13 
     La mística en el budismo   …………………………………………………………………………….. 13 
     La mística del Tao   ……………………………………………………………………………………….. 15 
4 Mística en las grandes religiones proféticas   …………………………………………………. 16 
     Consideraciones previas de historia y método   ……………………………………………. 16 
     Elementos místicos en la Biblia judía.   …………………………………………………………. 18 
  Mística teosófica de Zóhar   …………………………………………………………………………. 18 
  Conclusión   …………………………………………………………………………………………………. 18 
  Metafísica cristiana   ……………………………………………………………………………………. 18 
  Rasgos característicos de la mística cristiana   ……………………………………………… 19 
  Dimensión eclesial de la mística cristiana   ………………………………………………… 21 
  Mística volcada hacia la ética  ……………………………………………………………………… 21 
   
III ESTRUCTURA DEL FENÓMENO MÍSTICO   ……………………………………………………. 22 
1 Raíz y origen permanente del fenómeno místico   …………………………………………. 22 
     Elementos para una antropología mística   …………………………………………………… 23 
2 De presencia originante a vida teologal que acoge la Presencia   …………………… 25 
3 De experiencia de fe a experiencia mística   …………………………………………………… 26 
     La experiencia mística, hecho extraordinario en la vida   ……………………………… 26 
4 El proceso místico   ………………………………………………………………………………………… 27 
     El camino místico y etapas   …………………………………………………………………………. 27 
     Vía purgativa en islamismo y cristianismo   ………………………………………………….. 27 
     El camino de las prácticas místicas en las religiones orientales   ………………….. 27 
     Técnicas del éxtasis, prácticas para obtención de experiencias místicas   …….. 28 
5 Rasgos característicos de la experiencia mística   …………………………………………… 28 
     Características globales   ………………………………………………………………………………. 28 
     Experiencia inmediata por contacto con la realidad experimentada   …………… 28 
     Simplicidad de la experiencia mística   …………………………………………………………. 29 
     Inefabilidad de la experiencia mística   …………………………………………………………. 30 
     Experiencia cierta y oscura   …………………………………………………………………………. 30 
6 Núcleo originario de la experiencia mística   ………………………………………………….. 30 
     Contemplación en la tradición cristiana   ……………………………………………………… 31 
     Contemplación y sentidos espirituales   ……………………………………………………….. 32 
     Éxtasis   ………………………………………………………………………………………………………… 32 
     Naturaleza del éxtasis según Santa Teresa   …………………………………………………. 33 
     Problemas que plantea la existencia del éxtasis místico   ……………………………… 33 
     Estado teopático   ………………………………………………………………………………………… 33 
7 Resultados y apertura del fenómeno místico   ……………………………………………….. 36 
     Interpretaciones teológicas de orientación supranaturalista   ……………………… 36 
     Modelo diferente para interpretaciones filosófico‐teológicas   ……………………. 37 
   
IV PERFIL DEL MÍSTICO CONTEMPORÁNEO   ……………………………………………………      39 
     ¿Formas de mística o formas místicas y no místicas de religión?   ……………….. 39 
     Ética y mística   …………………………………………………………………………………………….. 39 
     Mística en pluralismo religioso   …………………………………………………………………… 40 
     Mística y futuro de la religión   …………………………………………………………………….. 41 


 
I CUESTIONES PRELIMINARES

1 Mística. Uso y abuso de un término impreciso

- Místico en sentido espiritual y teológico se refiere a verdades inefables,


profundas y ocultas del cristianismo. En teología mística comporta rasgos
peculiares del hecho religioso: escondido, experimental e inmediato, a partir de
la vivencia con Dios y su operación en nosotros en oposición al conocimiento
deductivo y racional. Pag 20.

- No cabe una mística abstraída del sistema a que pertenece. El místico


anarquista de su propia religión es invención sin fundamento. Los grandes
místicos han sido fervorosos adeptos de su religión. No hay discurso universal
sobre la mística. Pag 22.

- Con mística nos referimos en términos generales e imprecisos a experiencias


interiores, inmediatas, fruitivas, que, cualquiera que sea la forma en que se
viva, tienen lugar en el nivel de conciencia que supera la que rige en la
experiencia ordinaria y objetiva de la unión del fondo del sujeto con el todo, el
universo, el absoluto, lo divino, Dios o el Espíritu. Pag 23.

- Mística es la expresión de la tendencia innata del espíritu humano a la


completa armonía con el orden trascendente, sea cual sea la fórmula teológica,
con que se comprende este orden, R. C. Zaehner. Si la palabra mística tiene
algún sentido, significa la realización o toma de conciencia de unión o unidad
con o en algo inmensa e infinitamente mayor que el yo empírico, E. Underhill.
Mística es conciencia directa de la presencia de Dios, B. McGinn. Pag 23.

- El contexto religioso o no en que se produce la experiencia mística, la


configuración del término de esa unión y el conjunto del sistema, religioso o no,
en que esa experiencia se inscribe, determinarán formas muy diferentes de
mística a las que sólo analógicamente pueda aplicarse el mismo nombre. La
delimitación del significado, que acabamos de proponer, se refiere a una
determinada forma de experiencia. Pero este elemento, por más central que
sea, no agota la realidad a la se refiere la mística, que hoy designa un hecho
humano sumamente complejo y presente en innumerables formas. Pag 23-24.

2 Fenómeno religioso y fenómeno místico

Religiosidad mística y profética.

- Son evidentes las diferencias entre piedad mística, de carácter personal y


pasiva, y piedad profética, dinámica y evangelizadora.
Si tomamos mística en sentido de toque inmediato del espíritu finito por Dios
infinito en el fondo del alma, toda religión es mística, Heiler.


 
El ideal religioso hay que buscarlo en una síntesis creadora entre las dos
grandes corrientes de la mística y la revelación, llamadas a corregirse y
completarse mutuamente en la religiosidad del futuro, Heiler. Pag 27-28.

El elemento místico en la religión, Fr. Von Hügel

- En religión se dan tres elementos en tensión constante, integrantes por igual


de la esencia religiosa: especulación racional o elemento doctrinal, institución
comunitaria y social e impulso místico. Cada uno de los cuales se asienta en
una facultad del hombre. Los tres se dan en todo tiempo y persona, pero cada
uno de ellos puede predominar en diferentes épocas, grupos y personalidades
religiosas. En sus formas perfectas, la religión consiste en el equilibrio
armónico de las tendencias representadas por estos tres elementos. Pag 30.

- El elemento místico se basa en la presencia ontológica y penetración activa


del Espíritu infinito en el espíritu finito. Presencia, que se manifiesta
indirectamente en el sentido de contingencia y finitud, que sobrecoge al hombre
cuando considera el alcance de su querer, inteligencia y actos más
propiamente humanos. Es un elemento especial, irreductible a cualquier otro
elemento, que cristaliza en una actitud innata de recogimiento, intuición,
emoción, originada por esa presencia y activada por su acción. No se trata de
una facultad especial del alma, ni consiste en una intuición directa del infinito
como la afirmada por doctrinas ontologistas, sino en un sentido
complementario, que actúa en grados infinitamente variados en toda alma
suficientemente abierta y le hace presentir, desear, echar vagamente de
menos, llamar y, en los últimos grados, tocar por experiencia directa, en los
bienes finitos que la rodean y después en ella misma, el Infinito que sostiene
esos bienes por dentro, los penetra y los desborda. En este sentimiento
consiste la experiencia mística fundamental. Pag 30.

- La mística siempre es religiosa y la religión siempre es mística.


En toda persona existe una predisposición ontológica y sicológica de algo que
la experiencia mística propiamente dicha desarrollaría en plenitud. La
existencia de esa apertura ontológica y de la consiguiente predisposición
sicológica daría lugar a una estructura de la persona, que se actualizaría de
forma diferente antes esas realidades análogas, que son las diferentes formas
de manifestación del Absoluto.
La apertura al infinito, que está en la base del elemento místico, tendría su
origen en la presencia ontológica de Dios en el sujeto, base del encuentro con
él en la fe. Esto explicaría la conexión entre misticismo en general y mística
cristiana, para Hügel su más elevada manifestación. Pag 30-31.

3 Búsqueda de método para estudio del fenómeno místico

Modelos epistemológicos. Existencialismo y constructivismo

- Bajo diferencias religiosas subyace un núcleo esencial de religión, identificado


como religión natural, teísmo y religión moral o experiencia y sentimiento de
infinito. Dicho núcleo constituye, más allá de diferencias superficiales de


 
instituciones religiosas, una experiencia radical, idéntica en todas las religiones
y que constituiría su fundamento esencial: la experiencia de contacto directo y
unión estrecha del hombre con la verdadera realidad, representada bajo formas
diferentes como Absoluto, Divino, Dios, Uno o Brahman por las diferentes
doctrinas religiosas o teológicas. Esa experiencia constituiría la esencia de la
mística que la comparación de los diferentes fenómenos místicos permitiría
captar con facilidad.
Por detrás de variadas expresiones: Brahman, Yahveh, Ahura, Mazda, Allah,
late la misma intención, impulso y fe. Todas las religiones brotan del suelo
sagrado de la mente humana y están animadas por el mismo espíritu. Los
diferentes sistemas son intentos más o menos satisfactorios de ajuste a la
realidad espiritual, S. Radakrishman.
El ser humano solo puede conocer a Dios si aparta sentidos y mente del
mundo de la experiencia externa y concentra sus energías en la realidad
interior. El hombre percibe su verdadera naturaleza en esa penetración de su
propia intimidad. Cuando se posee en el conocimiento de sí mismo, todo en él
queda iluminado, destruidas las ataduras de su corazón y trascendida su
finitud. El valor actual de la religión estriba en su capacidad para activar esas
potencialidades, S. Radakrishman.
Principio epistemológico común: presupuesto de que todas las manifestaciones
de la mística son expresiones variadas de idéntica experiencia, al menos de un
reducido número de experiencias, Ph. C. Almond. Pag 36-38.

Método fenomenológico aplicado al estudio de la mística

- La experiencia de  x, sea Dios o nirvana, está condicionada lingüista y


cognitivamente por variedad de factores, incluida la expectación de lo que será
experimentado. En relación con esas expectativas son orientadas también
actividades como meditación, ayuno, abluciones rituales, automortificación …,
que crean nuevas expectativas a las que se acomodarán ulteriores estados de
conciencia, St. Katz.
Toda experiencia es síntesis de presencia e interpretación, P. Ricoeur.
La toma de conciencia de pluralidad de formas no debe ocultarnos la existencia
del hecho humano, que todas ellas constituyen, y la necesidad de dar cuenta
racionalmente de él de forma que se haga justicia al mismo tiempo a la
pluralidad de formas y su convergencia en un hecho común. Pag 43-44.

4 La mística, fenómeno humano

- La mística constituye una experiencia en lo más profundo de la persona de


una realidad sobrehumana, que excede el campo de cuanto se percibe en la
vida ordinaria y se hace presente en el mundo humano a través de
manifestaciones, que la convierten en hecho histórico, en magnitud humana.
Estos aspectos visibles, que la hacen presente, nos ofrecen la primera
aproximación al hecho místico. Pag 49.

Rasgos que caracterizan el lenguaje místico


 
- En mística el saber que viene del evangelio no es superado, sino
interiorizado. El sentido de la mística cristiana no es sustituir el saber de la
Revelación por un nuevo saber, superar el conocimiento dado en Jesucristo. Si
hay progreso, éste si sitúa íntegro del lado de la transformación del que conoce
bajo influjo de la iluminación, que sólo Dios puede dar, P. Agasse y M. Sales.
Lo que describe el lenguaje místico es la experiencia mística, experiencia de fe
vivida de forma peculiar, que llamamos mística, y podemos resumir como
experiencia intensa de unión con Dios. Experiencia esencialmente subjetiva e
interior y que se refiere a un contenido que no se deja expresar por medio de
términos, cuyo sentido sería fijado por referencia a la percepción externa, M.
Baldini. Pag 52.

La transgresividad es la propiedad del lenguaje místico, en que más se


manifiesta la peculiaridad de la experiencia mística. La transgresividad consiste
en la constante tendencia a llevar el sentido primero de los vocablos hasta el
límite de su capacidad significativa y utilización simbólica de todos ellos. Las
expresiones de transgresividad son tan variadas como numerosas. Aparece
sobre todo en el recurso permanente a las más atrevidas metáforas, en que se
realiza de manera más perfecta la metáfora viva: Es mucho más que figura
estilística, comporta innovación semántica … un testimonio a favor de la virtud
creativa del discurso, P. Ricoeur.
La función central del símbolo en el lenguaje místico le confiere indudable
afinidad con el lenguaje poético.
La transgresividad propia del lenguaje místico aflora en otras características de
su modus loquendi. La profusión de superlativos, que confiere a muchos
discursos místicos estilo hiperbólico, Garrigou-Lagrange. Pag 52-53.

- Pero junto a metáforas, sus recursos más expresivos son paradojas y


antítesis.
La razón de ser de las paradojas está en la condición, trascendente a la mente
humana y conceptos ordinarios con que piensa, del término de su experiencia,
y la necesidad que el místico experimenta de romper con las ideas recibidas y
propagadas como expresión de la naturaleza de Dios, como primer paso para
despertar a la eminencia de la realidad con que, más allá de conceptos pero a
su través, ha entrado en contacto por medio de la experiencia contemplativa.
La paradoja tiene, pues, algo de transgresión intencionada destinada a romper
el nivel de pensamiento en que se produce la antinomia para despertar a la
nueva forma de conocimiento, que corresponde a una realidad inefable en el
nivel conceptual. El recurso a la paradoja sería, pues, la confesión de un
fracaso …, la renuncia a satisfacer el espíritu a fin de que su misma
insatisfacción le turbe y transporte más allá de las imágenes en una búsqueda
personal de lo inefable, H. Plard. Pag 54-55.

- Las antítesis desempeñan funciones parecidas. Referidas al fondo del alma, a


Dios, a su acción sobre el hombre o a la respuesta de éste a su presencia, son
una nueva forma de expresar la incapacidad de referir con términos de la
experiencia ordinaria, la experiencia singular que él mismo vive y
especialmente el contenido de la misma. Pag 55.


 
- El lenguaje místico, en relación con el uso del lenguaje por el sujeto, se
caracteriza como autoimplicativo y testimonial.
En el lenguaje autoimplicativo el sujeto siempre habla en primera persona,
incluso cuando evita género autobiográfico. Por eso, siempre que habla de
Dios, habla de mi Dios. En cuanto dice no está en juego un saber general, sino
su propia vida, iluminación y salvación. Y añade a estos aspectos evocar la
experiencia, que supone describirla desde fuera y hacerla aflorar a la
conciencia, asumirla como verdadera, reconociéndose en ella y
comprometiéndose a dar cuenta de su verdad.
El lenguaje testimonial da cuenta de algo que el sujeto ha vivido, ha visto y
oído, y por eso no puede callar, Hch 4, 20. En casos extremos el silencio,
último recurso del lenguaje, se hace testimonial. Pag 57-58.

Génesis del lenguaje místico

- La experiencia mística, como toda experiencia humana, exige para existir


como tal aflorar a la conciencia, lo cual acontece en el lenguaje. Esta toma de
conciencia sucede en acontecimientos expresivos de carácter simbólico, en los
que palabras o gestos, dotados ya de su propia significación en el lenguaje
ordinario, se cargan de sentido nuevo, surgido de la experiencia original y
afloran a la conciencia en ellos. Pag 59-60.

- En el místico se ha producido una vivencia anagónica, toma de conciencia de


ruptura, desproporción o verticalidad constructiva de la condición humana,
perceptible en la analogía de palabras del lenguaje ordinario, que se cargan de
significado nuevo. Por eso, aunque el lenguaje místico sea por naturaleza
transgresivo y simbólico, sus niveles más originarios son aquellos en que
aparecen símbolos con su enorme concreción, inmediatez, viveza, en los que
aflora la ruptura anagónica, que suscita tal lenguaje. Tras este primer nivel
expresivo y explosivo, J. Wach, vendrán textos descriptivos, explicativos e
interpretativos más claros.
Los símbolos pueden estar tomados de significantes, cosmos, elementos y
fenómenos naturales más próximos a la experiencia humana: agua, fuego,
viento, luz, noche … y pueden basarse en experiencias humanas
fundamentales: vida, nacimiento, amor, muerte, gozo, tristeza … Suelen tener
su raíz más profunda en la toma de conciencia de sí mismo en referencias
propias de orientación: alto, bajo, profundo; en referencias de movimiento:
entrar, salir, subir, bajar … Y por debajo de todas ellas, como raíz de todas las
desproporciones, la que emerge en la conciencia de ser y ser así, en la
conciencia de la infinitud realizada bajo formas incurablemente finitas. Pag 60.

- El simbolismo nos revelaría, acaso directamente, un hecho que ningún otro


modo de pensamiento nos hubiese permitido alcanzar. Por tanto, ya no habría
traducción de una experiencia por un símbolo, habría en sentido estricto,
experiencia simbólica, J. Baruzi.
El símbolo es el lenguaje, que permite a la realidad transparentarse en las
realidades. En él se manifiesta la experiencia de lo real, que persiguen místico
y metafísico, experiencia que se muestra en el lenguaje y, primariamente, en la
condición simbólica del lenguaje, lugar de encuentro de lo material y metafísico,
de sonido y sentido, de sentido y realidad, G. Morel.


 
Las palabras del místico sin la sencillez del espíritu de amor e inteligencia que
llevan, más parecen dislates que razonamientos, E. Pacho. Pag 62-63.

Fenómenos extraordinarios de la mística

- La estigmatización podría ser una somatización, efecto corporal de la emoción


intensa, producida por un agente estresante excepcional: el éxtasis místico, P.
Adnès.
Cabría hablar de origen sobrenatural del fenómeno desde el momento, en que
es la presencia de Dios intensamente percibida y sufrida por la conciencia la
que desencadenaría el proceso de somatización, que desemboca en los
estigmas, A. Michel.
Místicos y autores espirituales, sin detalles de las explicaciones sicofisiológicas
aludidas, abren caminos que parecen desembocar en ellas. San Juan de la
Cruz los interpreta como manifestación o consecuencia de heridas de amor,
aunque producidas no sin intervención sobrenatural, H. Thurston. Santa Teresa
se ha referido a la intensidad de la experiencia y debilidad de nuestra
condición. Pag 78-79.


 
II EL HECHO MÍSTICO EN SUS FORMAS PRINCIPALES

1 Tipología en filosofía y fenomenología de la religión

- Existen tres formas de mística: experiencia pan-en-hénica, todo-en-uno o


mística de la naturaleza; monista: unidad con el Absoluto; y teísta: unión del
alma con Dios por amor.
La forma pan-en-hénica es una experiencia de expansión de la personalidad,
en que parece se borra la distinción entre sujeto y objeto. El sujeto de la
experiencia parece fundirse en el objeto experimentado, designado con
frecuencia por el término general todo. Una experiencia, en que irrumpe en la
conciencia individual una conciencia cósmica, en la que lo exterior y lo interior
son una sola cosa, los lazos del yo se aflojan y la personalidad, liberada, se
expande en tal medida que abarca y abraza a la naturaleza entera. Es como si
cuanto parecía exterior se convirtiera súbitamente en mi interior. El mundo
entero parece estar dentro de mí, R. C. Zaehner. Pag 88-89.

- La forma monista consiste en la experiencia de unidad con el Absoluto,


principio de todo, el Brahman del Vedanta, la única realidad existente y eterna
más allá de espacio, tiempo y dependencia causal, sin posibilidad de ser
afectada por las demás cosas, que desde su punto de vista no tienen
existencia. El alma individual es sustancial y esencialmente idéntica con el
Absoluto, que está más allá de todas las determinaciones. Esta experiencia
supone carácter apariencial, puramente fenoménico, del mundo de los
sentidos, por lo que no cabe identificarla con la forma pan-en-hénica. Pag 89-
90.

- La forma monista comprende las experiencias de unión de alma y persona


con Dios por amor. Pag 90.

- Las experiencias místicas se caracterizan por estos rasgos: sentido de


objetividad o realidad, felicidad, paz … conciencia de lo sagrado o divino,
condición paradójica e inefabilidad, W. T. Stace. El místico cree ser principio
básico y último del mundo, Mcmillan.
La experiencia de la unidad da lugar a dos grandes tipos de mística:
extroversiva e introversiva. La extroversiva, mística de fusión con la naturaleza
envuelve la aprehensión de un Uno o Mismidad, Self universal, a través de la
visión unificadora del mundo exterior. La introversiva envuelve la aprehensión
de una unidad indiferenciada de pura conciencia, de la que ha sido excluida la
multiplicidad de todo contenido sensitivo o conceptual, de forma que quede
solamente una unidad vacía y llena de luz, Ph. C. Almond.
La mística introversiva constituye el núcleo esencial de la experiencia mística, y
que el resto de formas, que de hecho se presentan, se origina por las
diferentes interpretaciones, que los sujetos ofrecen de la única experiencia
mística realmente vivida por los sujetos, que es la introversiva. Pag 90-91.

- Tipologías místicas:
1, de la naturaleza, del universo.
2, del yo, sí mismo, sujeto metaempírico.
10 
 
3, del Absoluto, divino, Dios personal.
4, del vacío, de la nada. Pag 96.

2 Formas no religiosas de mística

Plotino, la obra

- Dispersos en cuidados y preocupaciones cotidianas, podemos concentrarnos


en nuestro interior, dirigir la mirada a las cosas de arriba, retomar conciencia de
nosotros mismos. Entonces descubriremos que podemos elevarnos a una
unidad más perfecta, en la que alcanzamos nuestro yo verdadero y real en
presencia divina. Llegados a este nivel, accedemos a un estado de unidad
indecible, en el que coincidiremos misteriosamente con la simplicidad absoluta,
de donde procede toda vida, pensamiento y conciencia, P. Hador. Por tanto, el
primer resultado del movimiento de conversión es la recuperación de la propia
persona en los niveles más hondos, ocultos a los ojos de la conciencia
ordinaria. Pag 120.

- Tras este primer paso el alma aparece ya como realidad fronteriza que linda
con el mundo material, del que forma parte por su condición sensible, y con el
mundo del espíritu, inteligencia y el Uno del que de alguna manera ya forma
parte. Es, pues, el último grado del mundo espiritual y el primero del mundo
sensible. De ahí su condición anfibia y posibilidad de vivir en dos mundos,
siendo en cada nivel de acuerdo con aquello a que se refiere. En el nivel animal
es percepción; en el del hombre pensamiento conceptual y discursivo; y en el
nivel superior, en la unión con el νους, pensamiento puro. El fin ético-religioso
del alma es separarse del mundo sensible y convertirse hacia su origen. Pag
120-121.

- Para Plotino el Bien es verdaderamente el Absoluto, sin sombra de


multiplicidad potencial o virtual en total ausencia de relaciones consigo mismo y
seres, que emanan de él. El Bien no es un objeto superior, que se situaría por
encima de otros objetos, ni un objeto que se pueda pensar y del que se pueda
hablar. Cuando hablamos de él, hablamos de nosotros, de nuestra relación con
él. Lo cual supone que no se puede coincidir con él, sólo experimentarle como
Presencia pura, que nos invade, P. Hador. Pag 121-122.

- Éxtasis significa para Plotino suspensión del ejercicio de los sentidos externos
e internos, superación del orden de representaciones y conceptos, una forma
de conocimiento, que excluye de su campo de visión el yo contingente del que
procede para fijarse exclusivamente en algo inmutable que al mismo tiempo
penetra íntimamente y supera infinitamente al yo que conoce. El éxtasis no
significa, sin embargo, un salto en el vacío, porque surge de una Presencia
interior sobre la que descansa la mente y a la que llega al hacerse transparente
a ella. Pag 123.

- Otra característica de la contemplación plotiniana es la inmediación. Es una


forma de conocimiento, que requiere la presencia inmediata de lo contemplado.
Tal inmediatez significa que no basta la presencia exterior, ni la intencional.

11 
 
Para expresar la nueva forma de relación surgen las imágenes del contacto, el
toque, que acompañan a la visión. Pero la inmediación es tal que llega un
momento en que, superadas las metáforas, Plotino arriesga la expresión
suprema: El alma y su objeto trascendente-inmanente se hacen uno. El
coexistir vigente entre los seres se hace aquí ser-uno. Es decir, el éxtasis
realiza la perfecta simplificación del alma, en la que ésta llega a la unidad, en la
medida de lo posible. Debidamente preparada y purificada, el alma verá a Dios
resplandecer de repente en ella. Ningún velo se interpone. No hay dos
términos, sino que los dos son uno, el alma se hace Dios. Si el que ve, buscase
contemplar la forma del Uno, no la conocería. Por lo cual, Plotino, para
designar la aprehensión de lo informe, prefiere el término contacto a visión. Pag
123.

- El éxtasis es un estado puntual, súbito, imprevisible, que se apaga


rápidamente, porque el alma no está en disposición de mantenerlo por falta de
la debida liberación.
La unidad, en que culmina el éxtasis no comporta eliminación o extinción el
sujeto, sino que el supremo desasimiento de sí coincide con la plena
realización de sí. El alma se hace Dios, no por naturaleza, sino por
conocimiento, sin agotar la inteligibilidad del Uno, K. Kremer.
La naturaleza del éxtasis aparece claramente expresada en el símbolo de la
luz. El éxtasis es vivido y descrito por Plotino como experiencia luminosa. Dios
es la luz, que no puede dejar de iluminar y no puede ser visto más que en su
propia luz. El hombre ve las cosas en la luz divina y, si se desprende de las
cosas y se fija únicamente en aquello por lo que ve, verá la luz misma. Para lo
cual necesita volver sobre sí. Sólo en la fina cima de alma, pensamiento, νους,
espíritu puede brillar la luz en su pureza y brilla de tal forma que es la misma
inhabitación de Dios en ella: El alma vacía de luz está vacía de Dios; iluminada,
tiene el objeto de su deseo, el alma se ha hecho lo que era. Pag 123-124.

- La gracia es ese no sé qué, movimiento, vida que viene a añadirse a la


belleza para provocar el amor. P. Hador.
La gracia expresa el carácter gratuito, injustificado que el Bien otorga a los
seres para abrirles posibilidad de amor infinito. Es, además, ese más
inexplicable e injustificado, que se añade a la belleza para provocar el amor,
esa disponibilidad, presencia siempre presente, que es la propia del Bien, lleno
de dulzura, benevolencia, delicadeza, siempre a disposición de quien lo desea.
La gracia es la atracción, que ejerce sobre nosotros la presencia del Bien y nos
abre la posibilidad del amor, P. Hador. Pag 126.

- Esas formas de experiencia, contemplación luminosa y contacto amoroso,


pondrían en contacto con dos modos de ser del νους, del espíritu. Uno al que
llega la contemplación como coincidencia del espíritu consigo mismo, que se
posee a sí mismo y posee en sí todas las formas, y otro el supremo, la
inteligencia amorosa, espíritu amante, ebrio de amor y gozo, espíritu que aún no es
espíritu, sino que emanando del Bien, del Uno, en estado de pura virtualidad,
se vuelva hacia él, estando en contacto inmediato con él, en una especie de
contacto inintelectual, de mera transparencia de sí. A este último nivel llegaría la
experiencia mística en su último grado, superando la intuición intelectual,
propia del espíritu pensante, de la inteligencia racional, para elevarse al espíritu

12 
 
amante y vivir con él el contacto embriagador con el Bien del que todas las
cosas emanan, P. Hador. Pag 126-127.

3 La mística en las grandes religiones orientales

- La religión de la India se caracteriza por hacer de la experiencia mística la


verdadera base de la religión. Pag 132.

La mística en el budismo

- La eliminación de referencias a lo divino en la experiencia religiosa budista no


priva al sistema de su condición religiosa. Si el budismo puede ser llamado por
algunos religión atea, en cambio la búsqueda de la salvación, omnipresente, le
confiere función análoga a la de otras religiones. La razón es porque el silencio
de Dios, que el Buddha practica tan consecuentemente, es la forma más
radical de preservar la condición de misteriosa de lo último, supremo, a lo que
toda religión apunta, con la que no siempre se es consecuente. El hecho de
callar sobre Dios, de no afirmar ni negar su existencia y eludir la respuesta a la
pregunta por él, por saber que la pregunta es incorrecta, indebida, lesiva de la
trascendencia de la realidad a que se refiere, es la forma paradójica, tal vez la
única posible, de hacerse eco de una presencia que sólo puede darse de forma
elusiva y producirse bajo la forma de ausencia, de silencio. Pag 161-162.

- La naturaleza de la experiencia mística budista, el silencio de Buddha sobre


Dios, eco del silencio de Dios como manifestación, revelación de su
trascendencia, ahuyenta el peligro del que son conscientes los místicos de
todas las tradiciones, al que no siempre escapan, de convertir a Dios en objeto
de experiencia del hombre y así caer en la forma más peligrosa por atractiva de
idolatría, perversión, ocultamiento y negación de los divino.
Por tanto, la experiencia mística en el budismo de este hecho negativo que
muestra la descripción del descubrimiento que la origina, no es experiencia de
Dios. Pag 162.

- El culmen de la experiencia budista es el nirvana, que, aplicado a la


existencia, significa la extinción de la existencia considerada como negativa y
contingente, consumación de la temporalidad, muerte de todo lo mortal, de
cuanto áun puede nacer, R. Panikkar. Los fuegos que se extinguen en el
nirvana son descritos como apego, odio, ilusión, nacimiento, vejez y muerte.
Son causas y formas de sufrimiento. El nirvana no es un ser, sustrato, realidad
metafísica, situable más allá de mundo o vida, que explique o sustente la
realidad perecedera, en que está sumido el hombre. Pag 168-170.

- El nirvana es la culminación de la experiencia, que contiene como pasos o


aspectos anteriores la constatación de universalidad del sufrimiento, intuición
de la insustancialidad e impermanencia del sujeto, experiencia de la ley de
interdependencia de los factores que componen la realidad y su radical
contingencia. El nirvana será, pues, la consumación de esa experiencia, que al
descubrir la ignorancia espiritual que origina el estado de dolor en que consiste,
lo extingue, extinguiendo el dolor de su raíz, no como aniquilamiento de la

13 
 
realidad que la experiencia ha percibido en su radical contingencia. Extinción,
que comporta la eliminación de aspectos negativos concentrados en dolor y
sujeto sufriente, que origina la ignorancia espiritual. Nada puede decirse de esa
extinción en términos positivos, por lo que, al referirse al nirvana, predominan
en los textos fórmulas negativas: cesación de sufrimiento dukkha, no nacido, no
devenido, no hecho, incondicionado, inmortal, desapego, no construido, y, con
un término que se repite cuando se pretende expresar el contenido de la
experiencia que conduce al nirvana: el vacío, la vacuidad de apego, odio,
ilusión, sujeto sustancial, a la que conduce el conocimiento interior de los
fenómenos. Pag 170-171.

- Sin embargo, cabe la comprensión positiva de la experiencia de des-virtuar,


des-entrañar la realidad, en que vive inmerso el hombre en la ignorancia y
sometido al sufrimiento. Pero tampoco la mera negación, en términos de
nihilismo metafísico o aniquilamiento existencial, da cuenta de una experiencia
de liberación y salvación, a la que Buddha invita con resistencia: operad con
diligencia vuestra salvación.
Esta cima de la experiencia budista podría caracterizarse como la más
consecuente realización de la radical transformación que supone encaminarse
hacia lo último. Este encaminarse supone captar la inexistencia de lo real tal
como aparece a los ojos cegados de ignorancia espiritual e iniciar el
movimiento hacia su negación radical. Se trata, pues, de vaciar el conocimiento
ordinario, deseos y vida, que origina como único medio de salvación. Nunca se
ha expresado con tanta claridad la necesidad de perder la vida para salvarse.
Pero la negación sólo es posible desde la luz, la que produce la iluminación,
que permite ver el deseo que es el hombre por debajo de deseos concretos,
que le llevan a los objetos y le permiten entrar en la dinámica de negación de
deseos como camino para la salvación. La luz que opera en la iluminación
descubre al hombre la insustancialidad de lo que la ignorancia hace aparecer
como ser, y hace posible el esfuerzo de negarlo, como medio para la
realización.
Una feliz imagen resume lo esencial de esta experiencia paradójica: El
individuo humano puede ser comparado con una gota de agua … que al final
de la existencia temporal se une al mar de la Divinidad, R. Panikkar. El temor a
la pérdida de individualidad puede conducir a la pretensión de prepararla como
única forma de realizarla. Pero, ¿qué somos? ¿La gota de agua o el agua de la
gota? La experiencia mística, y la del budismo de forma particularmente clara,
proponen el vaciamiento de sí mismo, la desaparición del propio ego como
condición esencial para alcanzar al Absoluto, la otra orilla, el nirvana, R.
Panikkar. Pag 171-172.

- El óctuplo camino en el Sermón de las cuatro Verdades se ha


institucionalizado con la instauración del camino monástico. El noble óctuplo
camino, camino de ocho ramas o elementos, comporta disposiciones, que se
pueden agrupar en torno a tres frases, que señalan el itinerario espiritual que
conduce a la liberación: el 1º estadio comprende palabra justa, acción justa y
medios justos de existencia, constituyen la moralidad, sila, predisposición
indispensable para iniciar el recorrido; el 2º estadio comprende esfuerzo justo,
atención justa y concentración justa, constituye el samadhi, desarrollo de

14 
 
corazón-espíritu por meditación; el 3º estadio comprende visión o comprensión
justa y pensamiento o intención justa, constituye la sabiduría, panna, P. Harvey.
Por tanto, la conducta ética, sila, es fundamento de la disciplina mental,
samadhi, y ésta fundamento de la sabiduría, panna. La sabiduría conduce al
individuo a la libración de manchas e impurezas, vimutti, y a comprender y
realizar la realidad última, M. Wijaratna. Pag 172-173.

- En este ideal de vida desempeña un papel central el ejercicio de meditación,


medio por excelencia para la realización de la experiencia liberadora. El valor
supremo en la práctica del budismo no está en la especulación, doctrina o
práctica de ritos, sino en la meditación entendida como quietud de la mente,
silencio y vacío interior. No se puede hablar de budismo, hay que meditarlo.
Pag 173.

La mística del Tao

- Muchos fenómenos identificables como religiosos en la historia de China


suelen agruparse en cuatro tipos importantes: religión tradicional, designada
campesina; religión feudal de carácter urbano y jerarquizada; religión oficial,
centrada en torno a las enseñanzas de Confucio; y movimientos de reforma,
entre los que se encuentran taoísmo y budismo, asimilados por la cultura china,
M. Granet. Pag 175.

- El primer rasgo del Tao es su condición trascendente. Trascendente por ser


superior y anterior a todos los seres y desprovisto de sus atributos. Es
inaccesible a las formas ordinarias de pensamiento, imposible de ser captado
por medio de conceptos y de ser nombrado con nombre alguno: el que le
conoce, no habla y el que habla, no le conoce, Tao Te Ching, 56.
El Tao se afirma, a la vez que actúa en todos los seres, inmanente al mundo y
presente en todos los seres, a los que anima y ordena. Por tanto, es más que
un principio. Subyace a la multiplicidad y mutación de seres, rigiendo el ciclo
natural del universo. En este camino el mundo parcelado, la creación de que
formamos parte, encuentra su unidad. El Tao no está lejos, está en mi cuerpo,
K.Schipper.
La afirmación de la trascendencia no lo ha alejado de la realidad, a la que
ordena y anima desde dentro. La afirmación de su inmanencia y unidad no le
confunde con los seres. Él unifica lo múltiple, pero no es él mismo el Uno. El
Tao engendra al Uno, el Uno engendra al Dos, el Dos engendra al Tres y el
Tres engendra a los diez mil seres, Tao Te Ching, 42. Pag 177.

- Al conocimiento, que permite acceso al Tao sólo de accede a través del olvido
del conocimiento de las cosas y de sí mismo. Sentarse y olvidar, ayuno del
espíritu, diferente del ayuno del cuerpo. Ayuno, que requiere el vacío de los
sentidos, incluso del espíritu, Chuang Tzu. Dejemos a nuestras orejas y ojos
comunicar con el interior … Entonces, incluso los dioses y espíritus vendrán a
habitar, J. Ching. Este olvido persigue la liberación del alma de toda influencia
externa, incluso interior, hasta llegar a la unificación con el principio, J. Blofield.
Pag 178.

15 
 
- Wu-wei, no-acción. Su verdadero significado no es inacción, falta absoluta de
acción, sino actitud de respeto hacia la autonomía de la realidad. Mediante esta
contención el taoísta es invitado a conformarse al Tao, del que se dice que es
sin acción, pero produce realidad. Por tanto, tal actitud contiene una ética de
alcance universal, que rige también las relaciones con el mundo material. Su
rasgo peculiar es una actitud, por la que el hombre se conforma a la realidad
siguiendo, abandonándose a su espontaneidad natural. Lao Tzu compara el
poder de esa actitud fundamental a la acción callada, penetrante, constante y
sumamente eficaz del agua. Actitud, que consiste en adaptarse tan
perfectamente como sea posible a la naturaleza de las cosas. Y es que la
perfección para quien accede al Tao consiste en adaptarse a la naturaleza de
la realidad, coincidir con el camino que rige al ser y la marcha del universo. Pag
179-180.

- Vivir según la naturaleza es respetar sus leyes, incluida la muerte. Al sabio


que ha accedido a esta sabiduría superior no le afectan ni conmueven los
cambios de este mundo, lo que no significa que haya perdido sensibilidad, sino
que se ha elevado por encima de ella, J. Ching y H. Küng. Por eso, el estado
natural del sabio es serenidad perfecta, que le otorga conformidad con la ley,
que rige el universo, G. Schmid. Una serenidad activa: el Tao en su ser habitual
no obra y nada deja de hacer … Si los príncipes, los hombres, observaran esta
regla los seres evolucionarían espontáneamente … sin ambiciones hay paz y el
mundo se concierta espontáneamente, Tao Te Ching, 37. Pag 180-181.

- El logro de esta sabiduría asegura a quien la posee serena iluminación, que le


sitúa por encima de contradicciones y hace al sabio invulnerable.
El final y objetivo de la vida religiosa es éxtasis, que permite una aprehensión
directa de la virtud primera e identificación con el todo. Para su obtención se
señalan etapas precisas, que comienzan por el retiro que capacita para
iluminar los objetos exteriores. En el estado de este éxtasis la identificación con
la virtud primordial se distingue por el sentimiento de poder indefinido sobre
todas las cosas, disolución del cuerpo e integración de la potencia mental, que
corresponde a la desaparición de toda gravedad y permite cabalgar sobre el
viento, M. Granet.
Tal estado confiere un poder, que se deriva de la incorporación de la Potencia
primera y hace al sujeto superior a la muerte, que le permite participar de
alguna manera en la inmortalidad. La identificación del ritmo vital con el de
fuerzas naturales le permite participar en la infinitud y persistencia del universo
y le concede un nivel de vida superior, que ya no es meramente biológico, sino
que le hace vivir la vida del Tao.
En la más radical forma de expresión mística, centrada en la liberación
personal, aparece un rasgo: servicio, compasión y atención a los demás,
reservado en exclusiva a la experiencia mística de religiones de orientación
profética. Pag 181-182.

4 Mística en las grandes religiones proféticas

Consideraciones previas de historia y método

16 
 
- La mística es una forma particular de experiencia religiosa, en que la religión
llega a su nivel más agudo, intenso y vivo, que se caracteriza sobre todo por su
carácter experiencial y se resume como experiencia de unio mystica, J. Jones.
Si por mística se entiende unificación directa, inmediata con Dios, entonces no
existe mística en absoluto dentro del judaísmo … pero si se entiende como
conciencia o percepción experiencial de realidades divinas, entonces existe
una mística judía en formas múltiples y con múltiples facetas, E. Schweid. Pag
184-185.

- Dos rasgos de la mística, que han sido asumidos ampliamente:


El primero, la multiplicidad de formas históricas, en que aparece la mística, la
inserción en fenómenos religiosos concretos y la importancia de definir la
esencia de la mística en abstracto, al margen de formas históricas particulares,
en que aparece realizada.
El segundo, la inserción de los místicos en el seno de las tradiciones religiosas
en que nacen, que habían ofrecido algunas consideraciones anteriores, lo cual
desacredita la imagen del místico como anarquista religioso, Scholem. Pag
185.

- La mística constituye una etapa determinada en el desarrollo de la religión y


toda religión pasa por tres estadios sucesivos.
El primer período de evolución religiosa lo constituye el estadio mítico en forma
espontánea e inocente de vivir la religión, en que no hay lugar para la mística.
El segundo estadio en la historia religiosa de la humanidad corresponde a la
religión institucionalizada, en que tampoco se dan condiciones para la mística.
El tercer estadio corresponde a la reacción de alejamiento, a que se ha visto
sometido el sujeto de la religión institucional. Este paso hacia la interioridad no
supone necesariamente la salida de la concha institucional en la que aparece,
sino que puede suponer el desarrollo desde dentro de valores presentes en la
fase anterior, Scholem.
La mística es una fase reflexiva, que constituye reinterpretación de los
elementos fundamentales de la religión institucionalizada. En ella el Dios de las
afirmaciones dogmáticas se convierte en experiencia inédita, y desde esa
experiencia surge una reinterpretación del conjunto de la religión institucional:
Dios, la revelación y el camino que conduce a él. Pag 186-187.

- La diferencia fundamental entre filosofía y mística en relación con la Torá y la


tradición está en que, mientras que la filosofía propone una interpretación
alegórica de la Torá, la mística contiene una interpretación simbólica,
entendiendo alegoría y símbolo en términos, a mi juicio, semejantes a los de
algunas corrientes hermenéuticas recientes, G. Durand.
La alegoría consiste en una red de relaciones, en la que cada cosa puede
representar a otra, permaneciendo en los límites de lenguaje y expresión, en la
que significante y significado pertenecen al mismo orden de realidad, al que el
pensamiento del filósofo tiene acceso directo. Para los cabalistas, en cambio,
en el símbolo, una realidad que no tiene forma ni contorno se nos hace
transparente, visible, por medio de otra realidad que descubre su contenido con
un sentido visible y expresable, Scholem. Pag 189.

17 
 
- El símbolo, o se comprende inmediatamente por intuición o no se comprende
en absoluto. Con otros términos, al significado del símbolo sólo se tiene acceso
en la mediación del significante, que lo expresa con la transparencia opaca del
enigma, P. Ricoeur, o como el rostro humano expresa la persona. Todo el
mundo es, pues, para el místico corpus symbolicum. Para él, a través de la
realidad de la creación, sin que ésta quede anulada, el misterio inefable de la
divinidad se hace visible. Esta es la diferencia capital de actitud: los filósofos
interpretan alegóricamente la religión, los místicos judíos la comprenden
simbólicamente, Scholem. Pag 190.

Elementos místicos en la Biblia judía.

- Mística es conciencia experiencial de realidades divinas, Scholem. Pag 192.

Mística teosófica de Zóhar

- Distinción entre dos niveles de la misma realidad de Dios:


El Dios escondido, Íntimo, Infinito, Indecible, sin cualidades ni atributos, En-Sof.
El Dios de los atributos, Sefirot, plural Sefira, número. Los diez atributos o cara
de Dios: suprema corona de Dios, sabiduría, inteligencia, amor, poder de juzgar
y castigar, misericordia, paciencia constante, majestad, base de todas las
fuerzas activas de Dios y realeza.
Teogonía y cosmogonía representan dos aspectos del mismo acto. Nada existe
aislado, aunque haya eslabones ocultos. Desde el mundo creado se puede
influir sobre el mundo de la divinidad: el abajo despierta el arriba, Ch. Mopsik.
El Zóhar constituye una mezcla de teología teosófica, cosmogonía mítica y
antropología mística, Las grandes tendencias. Pag 201-203.

Conclusión

- Percibimos en la espiritualidad profética los rasgos de una experiencia mística


en: los patriarcas, especialmente Abrahán en el relato de la fe y Jacob en el
sueño de escalera y pelea, Moisés que pide ver el rostro de Dios, Elías que
descubre a Dios en la brisa suave, Isaías en su visión del templo, Jeremías en
la experiencia de su vocación, el autor de Job que exclama ahora te ha visto
mis ojos, los Profetas, David y otros autores de Salmos y Cantar de los
Cantares … Pag 208-209.

Metafísica cristiana

- El corpus paulino y el corpus joánico permiten afirmar la dimensión mística en


el cristianismo desde sus inicios.
En el corpus paulino avalan tal afirmación el carácter experiencial de los
términos con se designa el conocimiento de Dios; la referencia al amor, como
forma más perfecta de conocimiento; la comprensión de la fe como contacto
vivido, aunque en la oscuridad, con el misterio de Dios; la referencia al ver, que
acompaña al creer y la nueva forma de relación con Jesucristo que instaura,
que lleva a Pablo a utilizar la expresión vivir en Cristo, pertenecer a su cuerpo,
y a expresiones de sabor místico como: no vivo yo, sino que es Cristo quien
vive en mí, Ga 2, 20.

18 
 
El corpus joánico se refiere al contacto experiencial con el Verbo de la vida, a la
fe como forma de ver y a la nueva relación del creyente con Dios en términos
de inhabitación, permanencia en Él y relación estrecha como la de vid y
sarmientos. Pag 212.

- Historia mística del cristianismo:


Destaca en lugar eminente la figura intensamente mística, de Jesús; vidas y
escritos de Pablo y Juan.
Clemente de Alejandría, 150-215 y Gregorio de Nisa con su vida de Moisés;
cuanto más cerca de Dios llega el alma más consciente se hace de su
incognoscibilidad;
Monacato oriental: Evagrio Póntico; Simeón de Mesopotamia; Efrén Sirio;
Diodoco de Fotice.
Monacato occidental: San Agustín; Juan Casiano; Seudo-Dionisio Areopagita.
Bizancio: Máximo el Confesor; Simeón el Nuevo Teólogo; Gregorio Palamas.
Edad Media: Juan Escoto Eríugena; San Bernardo de Claraval, iniciador dela
via affectiva, del amor, como camino a Dios; San Buenaventura; Hugo de
Palma, Ramón Llul, San Francisco de Asís.
Beguinas: Hildegarda de Bingen; Isabel de Schönau; Hadewijch de Amberes;
Beatriz de Nazaret; Matilde de Magdeburgo; Margarita Porete; Ángela de
Foligno; Catalina de Siena; Catalina de Génova; Juliana de Norwich …
Mística de la esencia, del ser: Maestro Eckhart; J. Tauler; E. Suso; Jan Van
Ruusbroec; E. Herp.
Mística española: Santa Teresa de Jesús; San Juan de la Cruz.
Mística francesa: Teresa de Lisieux; Isabel de la Trinidad; Edith Stein. Pag 213-
217.

Rasgos característicos de la mística cristiana

- La mística cristiana interioriza constantemente el Misterio, le debe su vida y le


hace vivo … Fuera del misterio acogido por el creyente la mística se degrada
en misticismo, H. de Lubac.
El Misterio cristiano es, en primer lugar, el Dios personal de tradición
monoteísta y profética. Al mismo tiempo es el Misterio del Dios encarnado:
Jesucristo, en quien tenemos acceso al Padre en el Espíritu. En tercer lugar es
el Misterio, que en virtud de la encarnación y en continuidad con la revelación
veterotestamentaria de Dios, se desvela en la historia de los hombres y la
encamina hacia sí como su término escatológico. Además, es el Misterio al que
el hombre se adhiere por la fe como única forma de respuesta. Por último es el
Misterio que convoca a los creyentes en la comunión de la Iglesia como
germen del reino de Dios, meta de la historia. Pag 217-218.

- La experiencia mística cristiana está en la lógica de la vida de la fe … La


experiencia mística cristiana es fruto de la fe. No es un intento de evasión por
el interior, es el cristianismo mismo, H. de Lubac.
La experiencia mística islámica es radicalización del Islam, sumisión
incondicional a Allah. La hindú, entrega incondicional y amorosa en brazos del
propio Dios. La cristiana está en la peculiaridad de la adhesión a Dios, que
llamamos fe-esperanza-caridad.

19 
 
La fe es promesa de experiencia, San  Bernardo; promesa de inteligencia, San 
Agustín. Fuera de la mística, el Misterio se exterioriza y corre el riesgo de
perderse en pura fórmula, H. de Lubac. Pag 218-219.

- La importancia de la relación entre mística y fe está en que la mística se


mueve siempre en el interior de la fe y nunca pretende suplantarla y en que la
experiencia mística realiza en su nivel la misma armonía de aspectos
aparentemente contrarios, que constituyen la originalidad de la fe cristiana. Pag
219.

- Entre la Escritura y el alma hay connaturalidad. Las dos son templo, en que
reside el Señor, paraíso por el que pasea. Las dos son fuente de la misma
agua viva. El Logos, que está en una como Palabra, está en la otra como
Razón. Por tanto, las dos encierran el mismo Misterio. Así, la experiencia de
una está previamente de acuerdo con la doctrina de la otra, estando ésta
destinada a expresar a aquella y reencontrarse con ella. Lo que en la Escritura
llamamos sentido espiritual, en el alma lo llamamos imagen de Dios. El alma y
la Escritura, gracias a la referencia simbólica de una a otra, se esclarecen
mutuamente, y sería una pérdida descuidar el estudio de una y otra. Son dos
libros que hay que comentar el uno por el otro. Si tengo necesidad de la
Escritura para comprenderme, también comprendo la Escritura cuando la leo
en mí mismo. A medida que penetro su sentido, la Escritura me hace penetrar
en el sentido íntimo de mi ser, pues el signo que normalmente se me revela en
el alma. Y también la recíproca tiene verdad. La una sirve de reactivo a la otra.
Cada vez que soy fiel al espíritu de Dios en la interpretación de las Escrituras,
mi interpretación es válida en alguna medida. Cada vez que redescubro mi
pozo, cegado constantemente por los filisteos, estoy abriendo al mismo tiempo
el pozo de las Escrituras. Al agua que brote de uno, le corresponderá el agua
que brotará del otro, H. de Lubac.
La correspondencia brillantemente expuesta entre experiencia y revelación
cristalizada en la Escritura caracteriza la mística cristiana de la época patrística.
La experiencia en ella se ignora a sí misma, absorta en lo contemplado. Por
eso, la experiencia, más que narrarse en relatos autobiográficos, se remite
constantemente a los modelos de la Escritura: éxodo, subida de Moisés al
Sinaí, entrada en la nube … Pag 219-220.

- La configuración vivamente personalizada y personalizante de la experiencia


de los místicos cristianos, eco y repercusión subjetiva del carácter
eminentemente personal de la configuración del contenido de esa experiencia,
que viene dada por la fe cristiana y su representación del misterio de Dios en
los términos del Dios único creador del mundo y orientador de la historia,
revelado en el Nuevo Testamento, que como Padre, por la acción del Hijo, nos
ha comunicado su Espíritu. Es esta configuración trinitaria del contenido de la
experiencia lo que la distingue de las místicas del Absoluto de la mayor parte
de las tradiciones orientales y de la mística sólo monoteísta del islamismo, por
más parentesco que con ellas puedan tener las expresiones de algunos
místicos cristianos.
Donde este nuevo elemento brilla de manera inequívoca es en la ineliminable
dimensión cristológica de todas las formas de mística cristiana, A. Scheitzer.

20 
 
Los hechos ponen de manifiesto la permanencia de la referencia a la fe y su
forma de conocer y, más concretamente, la permanencia de la referencia a
Jesucristo en la vivencia y descripción por los místicos incluso de sus más
elevados estados de unión y transformación en lo divino, A. Léonard. Pag 221-
222.

- La fe y saber, que vienen del Evangelio, no quedan superados en la


experiencia de los místicos cristianos. Su mística no les procura un saber
superior al contenido en la Revelación. Pero este saber queda interiorizado en
la contemplación, gracias a la transformación que sufre el sujeto bajo influjo de
la iluminación que el contacto oscuro, que permanece en el régimen de la fe, le
procura.
El rasgo distintivo y fundamental de la mística cristiana, ya apuntado, es la
originalidad de la referencia a Jesucristo, que le confieren propiedades y
peculiaridades diferentes, exclusivas. Pag 230-231.

Dimensión eclesial de la mística cristiana

- La mística no cristiana, especialmente la helenística, es individualista,


orientada únicamente a la relación con Dios, por el hecho de afirmar la
superioridad de lo íntimo y privado sobre lo externo y social. Frente a ella la
mística cristiana comportaría un elemento social, eclesial.
La dimensión eclesial de la mística cristiana se deriva de la naturaleza eclesial,
en su modo de realización, de la fe experienciada por el místico y, en definitiva,
del hecho de que la unión con Dios que procura, tiene lugar en Jesucristo,
opera la incorporación del creyente a su muerte y resurrección y le hace formar
parte de su cuerpo místico, que constituyen cuantos por el don del Espíritu son
incorporados a Él.
La experiencia de las mujeres místicas cristianas subraya con gran insistencia
la plenitud desbordante del amor de Dios, que adquiere una especie de
dimensión misionera. La unión con Dios ocurre en beneficio de otros y el amor
de Dios, que las inunda y corre a través de sus vidas, es de extraordinario valor
para la humanidad, A. Louth. Pag 231-232.

Mística volcada hacia la ética

- La mística paulina del ser  en  Cristo, mantiene estrecha relación con la ética,
porque comporta una comprensión de la redención, de la que se sigue de
forma inmediata, como función natural, una forma de ética, de actuar, derivada
del hecho de que Cristo actúa en el creyente. De ahí que la ética de Pablo es
su mística del ser en Cristo, comprendida desde la referencia del querer, Mohr-
Siebeck.
La experiencia mística para los místicos cristianos consiste sobre todo en la
unión de semejanza, que tiene su raíz en la vida teologal y se encarna en la
unión de la voluntad con la de Dios, concretamente en el amor al prójimo, como
expresión y medio de realización del amor de Dios, Vida de Moisés, II. Pag
233.

21 
 
III ESTRUCTURA DEL FENÓMENO MÍSTICO

1 Raíz y origen permanente del fenómeno místico

- El místico vive personalmente la religión, a que pertenece, y ha tomado


contacto experiencial con la realidad última, el Misterio, Dios, lo Divino, a quien
remiten todos los elementos de la religión. Pag 253.

- Sólo desde la conciencia de estar radicalmente puesto en cuestión por Él, la


pregunta del hombre por Dios se pregunta por Dios verdaderamente. A partir
de la reorientación radical de la mirada, que supone la toma de conciencia de la
procedencia absoluta de Dios, el análisis de las dimensiones fundamentales de
existencia humana, conocimiento y deseo, los convierte en lugares, en los que
se percibe la Presencia de la que no podemos prescindir, pero que no
podemos apresar, abarcar, ni poseer.
El hombre, gracias a sus preguntas, abre el campo inabarcable de incontables
saberes, por los que se hace cargo del mundo en todos sus aspectos. Pero
todas sus preguntas están precedidas y surgen de una pregunta radical. No se
pregunta cómo son las cosas, sino por el hecho de que Él, el mundo y las
cosas son. Pregunta radical en relación con todo cuanto es: no cómo sea el
mundo, sino que el mundo sea. Y la última pregunta con relación al sujeto: no
cómo soy, sino quién soy y por qué soy. El resultado es que el hombre es un
ser-en-cuestión, que tiene que buscar la respuesta más allá de sí mismo. Me
convertí en enigma para mí mismo, preguntaba a mi alma y no encontraba
respuesta, Confesiones IV, 4, 9. Qué quimera, novedad, monstruo, caos,
contradicción, paradoja es el hombre para sí mismo. Supera todo e ignora su
condición. Escuchad a Dios, Pascal. Animus habendum se ipsum angustus,
Confesiones 10, 8. Pag 256-257.

- Por debajo de los deseos del hombre, existe el deseo que lo constituye, el
deseo que el hombre es y tiene su origen en la desproporción interior, en la
incapacidad de adecuarse consigo mismo, en el hecho de ser más de lo que es
y no ser capaz de coincidir con ese más allá de sí mismo, al que siempre está
abierto y con el que no consigue coincidir, porque es el origen del que
constantemente surge.
El resultado último de la doctrina del deseo natural de Dios sobre la
comprensión del hombre es que éste aparece como ser paradójico y sublime,
que no puede llegar a su perfección última, a la que le orienta el deseo, más
que por un don libre de su Creador, que suscita en él ese deseo. El hombre
aparece así como ser que aspira a ser algo, que sólo puede hacerse realidad
por la donación de aquel a que su deseo aspira. Porque ese deseo no es mera
carencia o mera posibilidad, que tenga en el hombre mismo su origen. Es la
huella de la presencia constituyente y atrayente hacia sí de Dios en él. J.H.
Walgrave. Pag 257-258.

- El análisis de las dimensiones fundamentales del hombre nos lo muestran


como construido por una radical desproporción entre lo que es y lo que puede
ser, lo que desea ser, lo que logra saber sobre sí mismo. Recursos que
explicitan el núcleo de la existencia humana, su condición de síntesis activa de

22 
 
finitud-infinitud, temporal y eterno, libertad y necesidad, Kierkegaard, ser
fronterizo entre lo finito e infinito, B. Welte, oyente de la Palabra.
La existencia personal es en verdad voluntad en íntimo desequilibrio perpetuo;
causalidad espiritual herida, escindida de sí y en sí, pero siendo esta escisión
íntima la condición que permite cualquier grado de lucidez en la raíz del
hombre. Una herida esencial, que sería vano intentar explicar, precisamente
porque queda a la espalda de toda compresión originaria de las posibilidades
futuras de la existencia, M. García-Baró. Pag 258-259.

- La Presencia originante, a la que se refiere ese hecho, es raíz y matriz de


toda ulterior relación y de posible consentimiento por el hombre a la misma; del
sello o imagen de Dios, que esa Presencia constituye, procede la orientación
hacia la semejanza divina, la atracción deificante, que origina el impulso místico
y sus desarrollos. Por lo que no faltan en los místicos expresiones simbólicas y
afirmaciones expresas, en las que intentan decirse a sí mismos y manifestar a
los demás la Presencia y atracción, que ha desencadenado su proceso.
Expresiones en las que aparece con nitidez conciencia aguda de la absoluta
procedencia de Dios, Divino, Uno en relación con palabras y acciones, por
medio de las cuales cada uno busca la conciencia inequívoca de la
fundamental pasividad de la experiencia mística. Pag 259.

Elementos para una antropología mística

- Las expresiones de los místicos ofrecen diferencias y están condicionadas por


circunstancias históricas, culturales y religiosas, en las que viven y piensan.
Pero todas ofrecen en común el hecho de la presencia en el hombre de un más
allá de sí mismo, su condición de estar habitado por un excesus, que le inunda
y desborda, la definición de sí mismo como ser que se supera infinitamente: el
hombre supera infinitamente al hombre; la concepción del hombre como ser
teándrico, siempre que al componente divino, que comporta este término le
atribuyamos un significado tan amplio como el que hemos atribuido a Misterio.
Pag 260.

- A partir de estas convicciones fundamentales, por debajo de las descripciones


del hombre y sus niveles sensible, síquico, espiritual; más allá de la descripción
de sentidos y facultades: memoria, entendimiento y voluntad, siempre aparece
en las descripciones de los místicos cristianos la referencia a un último fondo
del ser humano, infinito santuario, último lugar de relación, comunicación y
encuentro con Dios. Este último centro de la persona no es merca marca, señal
estática, que el hombre pueda contentarse con poseer, sino huella de la
permanente Presencia de Dios, que impulsa al hombre hacia Dios mismo como
fuerza de atracción, segunda gravedad, a la que la fe permite abandonarse y
consentir: amor meus, pondus meum, decía San Agustín, Pag 261-262.

- La base de la antropología de San Juan de la Cruz no es un sistema doctrinal,


sino experiencia espiritual. Distingue niveles de sentidos corporales, facultades
del alma con sus correspondientes afecciones, pasiones y actos propios. El
último y más profundo nivel de la persona, por el que accede a la condición de
espíritu es el centro o sustancia del alma, donde tiene lugar el encuentro con

23 
 
Dios. Se trata de una antropología de corte escolástico con elementos
aristotélico-tomistas transformados por una orientación agustiniana. Pag 264.

- El espíritu no es para el místico objeto de descripción, es proyecto, aventura


que realizar, que tiene dos orientaciones. Una, que reduce sus posibilidades a
las que le procura la referencia del mundo, le hace espíritu carnal, sensitivo,
mundano. Otra, que pone en ejercicio su ser-para-Dios, le permite una
realización a la altura de su ser verdadero, orientación que no se refiere a las
partes del ser humano, sino a su orientación existencial. La orientación según
el espíritu no elimina su referencia al mundo, condición sensitiva y mundana del
ser humano que es, en sus diferentes estratos o dimensiones, supuesto único
expuesto en su integridad a esas dos orientaciones, que llevarán a dos
realizaciones opuestas. Pag 265.

- Atendiendo al último nivel, el fondo del alma confiere a la antropología del


místico su verdadera dimensión teándrica. Gracias a ésta el hombre aparece
como espíritu, que consiste en un excesus, referencia del propio ser al más allá
absoluto de sí mismo, huella en él de la Presencia de Dios, a la que está
constitutivamente abierto. Para percibir este último estrato de sí mismo, por el
que el hombre entra en contacto con quien le está dando permanentemente su
ser, el sujeto tiene que iniciar un movimiento descrito con metáforas verbales,
que expresan su movilización en diferentes dimensiones: recogimiento hacia el
interior; salida más allá de sí mismo; superación de sí en un movimiento
ascensional, y que indican reconocimiento de ese más allá de sí en movimiento
ascensional, y reconocimiento de ese más allá de sí mismo como ejercicio de
lo más íntimo de sí, de total trascendimiento.
El movimiento de salida, originado por una presencia percibida bajo la forma de
ausencia y abstracción que provoca, aparece como primer paso del proceso en
La noche de San Juan de la Cruz:
En una noche oscura ….
¿Adónde te escondiste, amado, …
Tras de un amoroso lance … Pag 265-266.

- El centro del alma también es designado seno, fondo o sustancia del alma,
deseo abisal, caverna, y siempre designa el último nivel de la persona por
debajo de las facultades del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Este
término, subjetivo y real, designa la mayor profundidad ontológica del alma,
acompañada en ocasiones de un matiz de intimidad.
En este centro descentrado por esa Presencia, tiene lugar el encuentro con
Dios, más allá del régimen ordinario de las potencias, bajo forma de toque
sustancial de la sustancia de Dios a la sustancia del alma, Llama 2, 17, 21.
En San Juan de la Cruz, centro del alma tiene un segundo sentido objetivo
intencional, que se corresponde con el dinamismo que atraviesa la
comprensión del sujeto, y según el cual designa el punto hacia donde tienden
las energías del alma. Nos encontramos de nuevo con la imagen de fuerza de
gravedad. En este sentido dice Juan de la Cruz: el centro del alma es Dios.
El hombre es Dios por participación, 2 Subida 5, 7; Noche; Cántico; Llama. Pag
266-267.

24 
 
2 De presencia originante a vida teologal que acoge la Presencia

- La unión del alma con Dios se llama unión de semejanza. La cual es cuando
las dos voluntades, la del alma y la de Dios, están en uno conformes, no
habiendo en la una cosa que repugne a la otra, 2 Subida 5, 3; Cántico B 11, 3-
4. Para que surja el proceso, en el que florece la experiencia mística, es
indispensable una tercera respuesta: la aceptación y acogida por el hombre de
la Presencia que se ofrece, que en lenguaje cristiano designamos actitud
teologal y hemos resumido como actitud de fe. Pag 273.

- Esta respuesta constituye en las religiones el núcleo de la actitud religiosa. En


el cristianismo se presenta como fe‐esperanza‐caridad; en el judaísmo como
obediencia y fidelidad al Dios fiel de la alianza; entre musulmanes como islam,
sumisión incondicional y entrega sin reservas en los brazos de Allah; en el
brahmanismo como realización interior de unión con Brahman o absoluto; en el
hinduismo como bhakti, devotio o entrega de sí mismo en el Dios de la propia
tradición; en el taoísmo como conformidad plena con la naturaleza última o
principio que rige el universo; en el budismo como nirvana.
Dichas variantes de actitudes religiosas tienen en común reconocer la absoluta
Trascendencia-imanencia, que nos origina una transformación radical de la
actitud, cuando nos disponemos adecuadamente a percibirla y vivirla, y que
puede derivar en actitud de fe, ilustrada en la necesidad de éxodo, salida de sí,
éxtasis, trascendimiento … Pag 274-275.

- La fe es indispensable para que exista un camino místico y la mística se


realizará siempre en el interior de la fe. Por tanto, la mística no es un camino
alternativo hacia el contacto con el Misterio, no puede sustituir a la fe.
La contemplación para el camino místico se da en la fe, 2 Subida 10, 4.
La experiencia mística no puede dejar detrás de sí, gracias a una nueva
experiencia que ya no fuera fe, el ámbito de fe y experiencia del espíritu de
Dios dado en Él. Al contrario, la mística sólo puede concebirse dentro del
marco normal de gracia y fe, Mystische Erfahrung und mystische Theologie.
Pag 275-277.

- La reorientación de mirada es inseparable de la reorientación de corazón.


Fidem,  hoc  est,  cordis  ad  Deum  conversionem. La actitud teologal es el cambio
radical de orientación de la existencia, por la que el sujeto asume el impulso de
ser, la corriente de vida gracias a la cual existe, se deja iluminar por la luz que
hace ver a su mente, se deja llevar por la aspiración al Bien que la presencia,
imagen del Bien, especie de vaciado de sí mismo, ha puesto en su interior, San
Bernardo, In dedicatione ecclesiae, 22. Significa, además, que el sujeto de esa
conversión es el corazón, en sentido bíblico del término: centro unificador de la
persona, que se realiza por conocimiento y amor. San Bernardo, Epístola 18, 2.
Y significa, por último, el sentido de cambio de orientación: de tener en sí
mismo su centro, el hombre pasa a adherirse a Dios, consentir la orientación
hacia Él, que la imagen ha impreso en su ser, Kierkegaard.
Esta conversión del corazón, en que se concreta el cambio de orientación, que
supone la actitud teologal, comporta el paso del corazón δυσιξος, doble,
dividido al corazón απλους, simplificado, unificado, condición indispensable
para contemplar al Único y perfectamente simple: Bienaventurados los limpios

25 
 
de corazón, porque ellos verán a Dios, Mt 5, 8, donde corazón designa el centro 
del alma … el todo en la persona y la pureza significa la simplicidad o rectitud de todo 
ser, Y. de Andia. Pag 278-279.

- La reorientación de corazón en que consiente la fe, comporta igualmente la


reorientación de amor. Reorientación que llevará a los místicos de la via 
affectiva a pasar del amor por temor (amor de esclavo) e interés (cupiditas, amor
de asalariado), al amor de Dios por Dios mismo, (caritas, amor desinteresado),
San Bernardo. Evolución, que en el terreno del amor señala el mismo paso que
en la fe, apareciendo como descentramiento y consentimiento al propio origen.
Pag 280.

- San Juan de la Cruz ha desarrollado con extraordinaria finura otro aspecto de


la conversión, referido a la esperanza: El vaciamiento de la memoria como
paso del espíritu de posesión de bienes y posesiones internas de la memoria al
espíritu de desasimiento. Para que el alma se venga a unir a Dios con
esperanza, ha de renunciar a toda posesión de la memoria … porque, mientras
más tiene posesión la memoria, tanto menos tiene de esperanza, ya que la
esperanza vacía y aparta a la memoria de toda posesión de criatura, porque
como dice San Pablo: la esperanza es de lo que no se posee, Rm 8, 24. Pag 280.

- Consideraciones, que nos permiten concluir la raíz y carácter teologal del


proceso místico y nos muestran la necesidad de la fe para el nacimiento de la
experiencia mística. En otras palabras, la mística constituye una manera
peculiar y privilegiada de experiencia, que comporta toda realización viva,
afectiva de la dimensión teologal, de fe-esperanza-caridad. Pag 281.

3 De experiencia de fe a experiencia mística

La experiencia mística, hecho extraordinario en la vida

- La experiencia o experiencias que dan lugar a una conciencia, vida y hecho


místico suponen verdadera ruptura del nivel existencial, que origina un antes y
después en la vida de la persona, aparición de nueva forma de conciencia y
toma de contacto con nuevas formas o niveles de la persona y realidad en su
conjunto. En los casos de experiencia mística el sujeto rompe con la forma de
conciencia vigente en la vida ordinaria e inicia una nueva forma de ser. Las
expresiones de esta ruptura son tan variadas como elocuentes. En unos
contextos religiosos se hablará de conversión como cambio radical de mente,
forma de vida y vida a secas; en otros, de iluminación que supone la
adquisición de ojo u ojos nuevos, Conf VII, 17; en otros de nuevo nacimiento,
de forma que quienes han pasado por esta experiencia renacen o nacen dos
veces, P. Rodríguez Panizo.
La experiencia mística origina el hecho  extraordinario y aporta el contacto con
aspectos y niveles invisibles de realidad en que se vive, M. García Morente.
Pag 294-296.

26 
 
4 El proceso místico

El camino místico y etapas

- Tres etapas principales: via  purgativa, preparación, purificación; iluminativa,


iluminación; unitiva, unión, Pseudo-Dionisio. Pag 302-303.

Via purgativa en islamismo y cristianismo

- Los místicos musulmanes distinguen entre estación y estado. El estado


desciende de Dios al corazón del hombre, sin que el hombre pueda por su
esfuerzo rechazarlo cuando llega, ni atraerlo cuando se va. Es resultado de la
gracia. Las estaciones, en cambio, son etapas de la persona, que el hombre
consigue hasta cierto punto con su esfuerzo, disciplina ascética y moral.
La amplia sala de la mezquita, que llena al visitante de sentimientos
numinosos, es símbolo de radical pobreza y vaciamiento personal, del fana,
anonadamiento en Dios.
De acuerdo con el espíritu tripartito, que representa al hombre como alma-
sentido, corazón, espíritu, la etapa purgativa comprende en Ibn Arabi
purificación de sentido, corazón y espíritu. Para lograr la primera son
necesarias penitencia y mortificación. Para obtener la segunda, soledad,
aislamiento y oración mental. Para llegar a la tercera basta ya la fe misma que
abre las puertas del espíritu a las inspiraciones de lo alto, Asín Palacios. Pag
304-306.

- Según San Juan de la Cruz, la purificación es etapa del proceso y dimensión


constitutiva del mismo, que se manifiesta en que el entendimiento tenga que
superar su forma ordinaria de pensar; la tendencia y voluntad humana, su
forma de desear; la persona toda, su forma de ser, para que pueda realizarse
en contacto con la realidad, que por ser trascendente, y por eso inmanente al
hombre, no consiente relación en la que sea objeto de pensamiento, deseo o
contacto con el sujeto humano, F. Urbina. Pag 307.

El camino de las prácticas místicas en las religiones orientales

- El yoga constituye un método sistemáticamente desarrollado de


disposiciones, acciones y ejercicios tendentes a la unificación de la persona y
realización de la experiencia en unidad con el Absoluto y plena liberación.
Confluyen en él prácticas muy antiguas, que sistematizadas por Patanjali,
pasaron a constituir un método preciso para el logro de la experiencia mística,
tal como lo entiende el hinduismo. Dicho método comprende ocho pasos:
Los dos primeros, disposiciones morales previas a quien inicia el camino.
Yama, cinco prescripciones o refrenamientos fundamentales: supresión de
violencia, mentira, avidez, desorden sexual.
Niyama, cinco observancias: purificación externa e interna, moderación ascesis,
estudio del yoga y abandono en el nirvana o Señor.
Estas diez observancias, más que virtudes morales son condiciones
indispensables para poner al sujeto en disposición de iniciar el camino, que
continúa con:
Asanas, posturas corporales.

27 
 
Pranamaya, control de la respiración.
Pratyahara, retracción de los sentidos de sus objetos propios.
Dharana, fijación de la mente en un punto, que facilite la concentración.
Dhyana, meditación como experiencia de la conciencia ininterrumpidamente
concentrada hasta el punto de verse absorbida por el objeto. 
Samadhi, que realiza la perfecta identificación con la verdadera realidad, S. N.
Dasgupta.
El resultado del yoga es el aislamiento del espíritu o unión con el Absoluto, la
experiencia de la perfecta simplicidad y unidad en una nueva conciencia, que
comporta al mismo tiempo perfecta felicidad y plena liberación, experiencia
mística en su forma más perfecta. Pag 309.

Técnicas del éxtasis, prácticas para obtención de experiencias místicas

- La experiencia mística constituye un fenómeno complejo, que tiene su origen


permanente en una Presencia, real, consentida o aceptada, que en relación
con la conciencia y dimensión afectiva de la persona, primero es presentida o
añorada, después buscada y por último percibida, padecida y disfrutada por el
sujeto. Sin esa Presencia y el inicial consentimiento a la misma no podría darse
ninguno de los momentos, que constituyen el largo proceso místico y del que
forman parte los estados de conciencia que disponen a la experiencia mística,
la acompañan y en algunos casos la siguen. Pag 316.

5 Rasgos característicos de la experiencia mística

Características globales

- Inefabilidad. Origina mayor semejanza y proximidad de tales experiencias a


estados afectivos que a estados intelectuales. Lo que comporta que su
cualidad ha de ser experimentada directamente y no puede ser comunicada, ni
trasmitida a los demás.
Cualidad de conocimiento. Los estados místicos, a pesar de su parentesco con
los estados afectivos, poseen para quienes los viven dimensión noética, por la
que, gracias a aquellos, el sujeto tiene posibilidad de penetrar en la verdad, al
margen del intelecto discursivo.
Transitoriedad. No se pueden mantener mucho tiempo.
Pasividad. Reconoce la posibilidad de disposición de los sujetos para la
experiencia mística, pero cuando llega, el místico siente como si su voluntad
estuviese sometida, como si un poder superior le arrastrase y dominase.
Profunda incidencia en las personas. Modifican la vida interior del sujeto, son
profundos, dinamogénicos. Pag 320-321.

Experiencia inmediata por contacto con la realidad experimentada

- Lo que distingue las experiencias desde sus niveles profanos de toma de


conciencia de la realidad en su conjunto y niveles más profundos e invisibles,
es una especie de intuición, realización instantánea, transparentización a la
conciencia del fondo mismo de realidad y conciencia transobjetiva y

28 
 
transubjetiva del sujeto con ella. Las diversas formas de conciencia son
descritas como procesos de desvelamiento, caída de obstáculos que impedían
la visión, superación de la situación de engaño, ilusión … y por tanto, como
proceso de liberación. Pag 328.

- San Juan de la Cruz habla en los toques de inmediatez: toques sustanciales


de divina unión entre el alma y Dios, Bodas del alma III, 1, 2; toque sólo de la
divinidad en el alma, sin forma ni figura alguna intelectual ni imaginaria, 2
Noche 23, 11. Términos que significan una forma de conocimiento diferente del
que se puede obtener por percepción, conocimiento y amor, propios de la
conciencia ordinaria. Pag 330.

- La inmediatez, inmediatez inmediata, en la experiencia mística no supone que


el sujeto (hombre) perciba el objeto (Dios) como visión directa, sino más bien
por toque, contacto amoroso de Dios con el alma, originando una experiencia in
dono percepto o ex dono appiropiato, en el mismo don por el que Dios une al
alma con Él. Se excluye, por tanto, el conocimiento de Dios por las cosas
previamente conocidas y que conducen al conocimiento de Dios como su
causa, sin excluir que un efecto de Dios pueda servir de medio, en el que Dios
se da a conocer. Inmediata significa, pues, que el alma conoce a Dios sin
ningún otro medio en el alma, por cierto contacto con la divinidad, que es causa
ajena a todo sentido y accidentes, por cuanto es toque de sustancias
desnudas, a saber, del alma y la divinidad, Cantico espiritual B 19, 4.
Es, pues, la huella de la acción de Dios en el hombre, de su toque sustancial, lo
que el sujeto experimenta, y en ella descubre el rostro del amado que lleva en sus 
entrañas  dibujado. El fuego del Dios absolutamente trascendente no puede no
puede por menos de abrasar facultades y sentidos del hombre. Por ese
abrasamiento esculpe en él la huella en la que descubre su presencia, J.
Mouroux. Pag 331.

- Algunas expresiones de toques:

Alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría, B. Pascal.

¡Oh cauterio suave!


¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
matando, muerte en vida la has trocado, Llama de amor viva. Pag 333.

Simplicidad de la experiencia mística

- Para venir a gustarlo todo


no quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo
no quieras ser algo en nada.
Para venir a lo que no eres

29 
 
has de ir por donde no eres, 1 Subida 13, 11. Pag 338.

- El desprendimiento consiste sólo en que el espíritu permanezca tan inmóvil


ante las vicisitudes de amor, sufrimiento, honor, perjuicio y desprecio como una
montaña de plomo ante un viento ligero. Este desasimiento inmutable conduce
al hombre a la más perfecta semejanza con Dios. Porque Dios es Dios por su
desprendimiento inmutable, por su ser absoluto; y es de Él de donde tiene
pureza, simplicidad e inmutabilidad. Por eso, si el hombre ha de hacerse
semejante a Dios … será por el desprendimiento, que conduce al hombre a
pureza, de pureza a simplicidad, de simplicidad a inmutabilidad, de donde
resulta la semejanza entre Dios y hombre, semejanza que será efecto de la
gracia, porque la gracia concede al hombre que se desprenda de las cosas
temporales y le purifica de cosas pasajeras. Ten por cierto que estar vacío de
criaturas es estar lleno de Dios y estar lleno de criaturas es estar vacío de Dios,
Maître Eckhart. Pag 339.

- Hay que pasar por la nada para llegar al todo, sé uno para que puedas
encontrar a Dios, Maître Eckhart. Entra y lleva hasta Él el incomprensible
infinito de tu multiplicidad para que Él la simplifique en la simplicidad de su
esencia, Juan Tauler. Pag 340.

Inefabilidad de la experiencia mística

- Por debajo de confesiones explícitas aparecen imágenes relativas a


propiedad opuestas en el nivel de la experiencia ordinaria: interior-superior,
rayo de tiniebla, nube luminosa, tiernamente hiere … para expresar el
contenido de lo vivido o la naturaleza de la vivencia. Pag 341.

- En la inefabilidad podemos distinguir tres formas de misticismo: el óntico, que


se refiere a los fenómenos identificados como mística de la naturaleza; el teísta,
coincide con los de mística teísta; y el ontológico, que remite a la mística de
unidad, Lawrence J. Hatab. Pag 350.

Experiencia cierta y oscura

- Podemos llamar noche a este término por tres razones:


La primera, por parte del término de donde el alma sale, porque ha de ir
careciendo el apetito, que poseía del gusto de las cosas del mundo. Tal
negación y carencia es como noche para los sentidos del hombre.
La segunda, por parte del medio o camino por donde ha de ir el alma a esta
unión, lo cual es la fe, que es también como noche para el entendimiento.
La tercera, por parte del término a dónde va, que es Dios, el cual ni más ni
menos es noche oscura para el alma en esta vida. Las cuales tres noches han
de pasar por el alma, mejor dicho, el alma por ellas, para venir a la divina unión
con Él, 1 Subida 2, 1. Pag 355.

6 Núcleo originario de la experiencia mística

30 
 
- El estudio sintético de propiedades místicas permitiría descubrir referencias
de unas a otras, basadas en latentes connivencias y comunicaciones entre
diferentes propiedades. La sencillez tiene que ver con la condición de
experiencia radical y global, que los sujetos le atribuyen. La oscuridad explica
su inefabilidad. Su radicalidad tiene que ver con la intensidad de sentimientos,
que comporta. Y todos estos rasgos con la condición de ruptura de la
conciencia ordinaria, que tiene lugar en ella. En última instancia, aflora la
realidad última de la Presencia originante, que la provoca y la actitud de
reconocimiento por la fe, cuya vivencia refleja el sujeto. Por tanto, las
propiedades, en diferentes grados de intensidad, parecen remitir al término que
las focaliza, al núcleo que las origina, que la fenomenología mística se propone
identificar. Pag 357-358.

- Es admirable que personas de lenguas, culturas, religiones y épocas


históricas tan diferentes y distantes entre sí coincidan en el recurso a una serie
limitada de imágenes y símbolos arquetípicos, que se repiten modulados por
diferencias de tradiciones y personas. Es la manifestación más clara y evidente
que en el fenómeno místico se hace presente un rasgo permanente y universal
de la condición humana, una invariable de la humanidad.
Tales símbolos toman como significantes elementos naturales, aspectos del
cosmos como agua, viento, fuego; experiencias humanas enraizadas en la
corporalidad como ascensión, descenso, alto, profundo, más allá, centro;
experiencias de relación entre personas como amor, amistad, encuentro. Sobre
dichos significantes se organizan sistemas de expresión, que asumen
elementos de contextos religiosos o tradicionales, cuyo resultado es el recurso
a expresiones como unión con Dios, lo Divino, el Todo; contemplación o visión
de Dios o del Invisible en diferentes grados y modalidades; éxtasis, obediencia,
sumisión o entrega incondicional; desposorio y matrimonio espiritual;
transformación; abisbamiento, disolución … McGinn.
Cuatro importantes expresiones del núcleo y culmen e la experiencia mística:
contemplación, éxtasis, unión y estado teopático. Pag 358.

Contemplación en la tradición cristiana

-Aparecen en la contemplación diferentes niveles y grados de realización,


destacando actos de contemplación fugaces, intermitentes, que producen ya
una vaga conciencia o percepción del misterio de Dios presente, y un estado
de contemplación ya perfecta, estable, duradera, que mantiene al hombre
amorosamente consciente de la presencia de Dios y acompaña el desarrollo
íntegro de su vida.
Podemos identificar la experiencia mística como contemplación y orientar hacia
el amor la peculiaridad del conocimiento, las formas de contacto con su objeto,
que la contemplación comporta. No es visión, es conocimiento de amor vivido
en la fe. Y, sin embargo, esta intuición profunda, experiencia transluminosa,
percepción concreta de nuestra vida en Dios es tan precisa que
verdaderamente los cristianos sabemos que estamos en Dios y Dios está en
nosotros, J. Mouroux.
Por tanto, podemos definir la experiencia mística como contemplación,
advertencia y noticia amorosa, que contiene valor noético, cognoscitivo, cuyo
conocimiento obtenido es oscuro y confuso en su línea esencial …

31 
 
conocimiento afectivo general, no tanto contemplación de la verdad como
experiencia de realidad obtenida por unión de amor, L. M. de Saint Joseph.
Noticia amorosa infundida por Dios en el alma. Pag 364-365.

Contemplación y sentidos espirituales

- Los místicos, para expresar la contemplación en sus últimos desarrollos, si


bien proponen con frecuencia el amor como medio por excelencia de la
relación, se refieren a ella utilizando para describirla el lenguaje de los sentidos
espirituales.
El primer testigo sistemático de la doctrina de sentidos espirituales es
Orígenes. Los sentidos aparecen como formas diferentes de expresar esa
experiencia oscura existencial de la Presencia. Así, el primero de los sentidos,
el olfato, permite descubrirle en el reflejo, el aroma de la misma que son las
virtudes del alma. Incluso la vista se refiere a las irradiaciones del Verbo, que el
alma descubre en la reflexión sobre sí misma. El gusto desempeña un lugar
importante: pone en relación el saboreo de la suavidad divina (posesión nunca
definitiva, siempre en tensión, de lo que el perfume sólo prometía) y que
aparece relacionado con el símbolo bíblico del maná y el sacramento de la
eucaristía. En conjunto, la utilización de la imagen de los sentidos espirituales
expresa el carácter de experiencia inmediata y no racional del contacto con
Dios. Pag 377-379.

- ¿Qué amo cuando te amo? No belleza natural ni hermosura de orden


temporal. No resplandor de luz tan amable a los ojos terrenos. No suave
armonía de melodías y canciones. No fragancia de flores, perfumes, aromas.
No maná, ni miel, ni miembros gratos a los abrazos de la carne. Nada de eso
amo cuando amo a Dios. Y, sin embargo, cuando te amo, es cierto que amo
una cierta luz, una voz, una fragancia, un alimento y un abrazo. Luz, voz,
perfume, alimento y abrazo de mi hombre interior, donde mi alma está bañada
por una luz que excede al espacio donde oye una música que no arrebata el
tiempo, donde respira un perfume que no abraza algo de lo que la saciedad no
puede separar. Esto es lo que amo cuando amo a Dios, Conf. X, 6. Pag 379.

Éxtasis

- El éxtasis es un hecho frecuente en la vida mística, que pone de manifiesto la


repercusión de experiencias humanas religiosas y profanas muy intensas,
sobre siquismo y corporalidad de los sujetos, que las sufren: religiosos, artistas
y filósofos. En la descripción del éxtasis conviene distinguir dos elementos. El
primero, exterior, negativo, identificable como trance extático, consiste en un
estado somático anormal, que comprende como rasgos importantes: alienación
más o menos completa de sentidos, inhibición de actividad motriz, habla,
gestos, acompañado de ralentización de ritmo de respiración y pulso,
disminución de calor vital, suspensión de las facultades y abolición más o
menos completa de la conciencia empírica. El segundo, interior, positivo,
consiste en intensa concentración de la mente, imaginación o afectividad en un
objeto único.
A lo cual se refieren expresiones como suspensión mayor o menor del uso de
sentidos; estado del alma enteramente embargado por sentimientos de

32 
 
admiración, alegría …; estado del alma caracterizado interiormente por cierta
unión mística con Dios mediante la contemplación y amor. Pag 399.

Naturaleza del éxtasis según Santa Teresa

- El fenómeno místico reviste formas diferentes por el grado de intensidad, con


que es vivido. Formas iniciales, que consisten en la fijación de una potencia en
un acto preciso y simple sobre un objeto con exclusión del resto de objetos o
actos posibles del campo de esa potencia, Tomás Álvarez, con lo que el
dinamismo de las otras potencias se ve más o menos atenuado. Aquí la
potencia afectada es suspendida, absorta como está en un solo acto polarizado
por un único objeto. Las demás facultades se ven sólo parcialmente
suspendidas en su acción.
La intensificación progresiva del éxtasis conduce a paroxismo funcional. La
facultad, que lo padece, es elevada a tal intensidad operativa que se produce
ruptura en ellas, y pierde su actuar propio. Esta suspensión puede extenderse
al conjunto de facultades y sentidos hasta llegar a la pérdida de conciencia del
propio cuerpo, con la impresión de que queda abandonado y deja de estar
animado, Tomás Álvarez.
El grado extremo y más intenso del éxtasis reviste forma de pena extática, que
comporta angustia de muerte, pena profunda puramente espiritual y exceso de
gozo y deleite, 6 Moradas, 11.
El éxtasis aparece en Santa Teresa como fenómeno emparentado con la unión
y tiene lugar en el marco de elevación de la misma. Pero no constituye su
forma extrema. Caracteriza, más bien, la etapa previa a esta última, 6 Moradas,
4, el desposorio espiritual descrito en la sexta morada, que dispone y prepara
al matrimonio espiritual, objeto de la sétima morada. Pag 403-404.

Problemas que plantea la existencia del éxtasis místico

- La estructura del fenómeno explica semejanzas de manifestaciones en la vida


mística y actividades filosóficas, estéticas o amorosas, que exigen y comportan
igualmente concentración externa de la actividad espiritual de la persona en
relación con valores como realidad en niveles más profundos, Bien, Belleza y
rostro del Absoluto, que es el rostro humano. El éxtasis en su lado interior,
positivo, es la única forma para el hombre de entrar en relación con la
Trascendencia, que es trascenderse a sí mismo. Dejarse aprehender por el
Misterio, entregarse a él, es la única forma de entrar efectivamente en relación
con él. A eso se llama éxtasis, K. Rhaner. Pag 404.

Estado teopático

- La experiencia mística constituye un estado, al que llega el sujeto tras largo


proceso. Estado que no significa reposo definitivo y es más que fenómeno
dinámico. La experiencia mística sólo es comprendida adecuadamente como
epéxtasis, tensión nunca resuelta, perfección en progresión permanente, en
movimiento sin fin, porque su término es Dios, realidad infinita, cuius regni non
erit finis, cuya naturaleza consiste en no tener fin.
Epéxtasis es utilizado por San Gregorio de Nisa para caracterizar la vida
mística a partir del texto paulino: Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado

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todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está
por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me
llama desde lo alto en Cristo Jesús, Flp 3, 13-14, proponiendo como núcleo que
la origina y caracteriza una tensión prmanente, originada y alimentada por la
sed de Dios, que no hace más que aumentar a medida que se aproxima a Él.
La Epéxtasis hace que la experiencia mística en la tierra y la visión de la gloria
sea descrita concebida como descubrimiento permanentemente maravillado de
las riquezas inagotables de la vida divina, J. Danielou.
Lo esencial del hombre es estar perpetuamente creado por Dios, recibiendo su
ser sin término. Por tanto, la experiencia mística es el desarrollo último de la
aceptación de sí mismo, en que consiste la fe, la ratificación misma por la
voluntad libre de su condición real, reconocimiento por el hombre de lo que
verdaderamente es, J. Danielou. Por tanto, el culmen de la experiencia mística
como estado no significa traducirla a términos estáticos, sino prestar atención a
la situación que su ejercicio y desarrollo producen en el sujeto: ver cómo ejerce
su condición y se traduce en la realización de la vida. Pag 407-408.

- El término teopático tiene su origen en la pasividad, que caracteriza a la


experiencia mística. El Pseudo-Dionisio fue quien mejor la definió: non  tantum 
discens sed et patiens divina, no sólo aprendiendo, sino experimentando lo divino,
Libro de los nombres de Dios 2, 9. Pero también padeciendo, recibiendo de
Dios luz e impulso indispensables para entrar en contacto con Él, e incluso
sufriendo su peso, su mano, el deslumbramiento de su luz que ciega, el
vaciamiento y purificación indispensables para que su Presencia brille en
quienes padecen su experiencia.
Estado teopático significaba un estado, en el que atenuada o borrada la
existencia del yo, por el proceso purificador y momentos extáticos y convertido
en habitual el sentimiento de vivir en Dios, todo lo que anteriormente era
referido a Dios mismo, de forma que el sujeto de alguna manera divinizado en
su ser ya no es en sus actos más que instrumento divino, H. Delacroix.
El estado teopático designaba también la situación en la que se ha superado la
absorción de las facultades en el objeto de contemplación, impidiendo el
desarrollo de sus actividades ordinarias y viviendo desde la unión con Dios.
Sin embargo, R. Bastide, refiriéndose a las religiones de orientación profética,
manifiesta que la mística del estado teopático no es absorción letárgica en el
Absoluto, ni contemplación absorta al margen de la persona, sino acción-
contemplación, que reúne en el mismo sujeto las figuras de Marta y María, 7
Moradas 14-15, vida ya perfectamente unificada derivada de la unión más
perfecta, que ya no está pendiente de momentos y actos separados, consuelos
y desconsuelos, sino que se expresa en términos paulinos como no vivo yo,
sino que es Cristo quien vive en mí, Ga 2, 20, y que es resultado de perfecta y
permanente divinización. Pag 409-410.

- La unión con Dos, la transformación de amor en Él, deja en el alma dos


efectos, que son olvido y enajenación de todas las cosas del mundo y
mortificación de todos los apetitos y gustos, Cántico A 17, 1.

Mi amado las montañas


los valles solitarios nemorosos
las ínsulas extrañas

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los ríos sonorosos
el silbo de los aires amorosos.
La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora
la música callada
la soledad sonora
la cena que recrea y enamora. Cántico A. Pag 410.

- ¡Dios mío y todas las cosas!, San Francisco de Asís.


En lo cual se ha de entender que todo lo que aquí se declara está en Dios en
infinita manera o, por mejor decir, cada una de estas grandezas que se dicen
es Dios y todas ellas juntas son Dios; que por cuanto en este caso se une el
alma con Dios, siente ser todas las cosas Dios en un simple ser. Esto no se
reduce a ver las cosas en la luz o las criaturas en Dios, sino que en aquella
posesión siente serle todas las cosas Dios, San Francisco de Asís. Pag 411.

- Podríamos expresar el resultado del estado teopático como inversión total de


intencionalidad, que exige y comporta la fe y la experiencia mística lleva a su
término. Inversión que en un primer momento ha podido producir impresión de
pérdida de la realidad, al haber conducido al hombre a coincidir con el impulso,
que constantemente le hace ser, ponerle la dirección del viento que le empuja y
permitirle ceder sin resistencia a la fuerza de gravedad que le atrae. Sin
embargo, le permite por fin ver la realidad tal como es, ver la verdadera trama
de las cosas, que su vista solo natural le hace ver al revés: Conocer por Dios
las criaturas y no por las criaturas a Dios, Cántico A 37, 2.
A lo cual en el terreno del amor corresponde amar a Dios no por los bienes que
procura, sino, liberada la voluntad del apego que la esclaviza a los bienes
mundanos, amar a Dios por Dios mismo, y, como consecuencia, amarse a sí
mismo y a las criaturas con el mismo amor de Dios, altamente con afecto
divino.
Así, pues, en el estado teopático llega a su término esa invasión de la vida de
la persona, penetración de todas las dimensiones y niveles de su ser, que inicia
la experiencia mística en cuanto vivencia del consentimiento a la presencia en
el que consiste la fe. El resultado es vivir con inmensa tranquilidad, Llama B 4,
15. Tranquilidad que se deriva de vivir y ver la realidad desde su verdadero
centro, descubrirla a su mejor luz, percibirla tal como de verdad es. De ahí que
en ese estado predomine la armonía, que se deriva de la reconciliación de los
elementos y aspectos de la vida, gozo sereno, conciencia no de tranquila
posesión, sino de estar orientado en la buena dirección, R. Bastide. Pag 414.

- Esencia del estado teopático según las Instrucciones:


Se me ha planteado que algunas personas querrían separarse completamente
de los demás y permanecer solas. ¿Será ahí donde encontrarán su paz o sería
mejor que estuvieran en la Iglesia? A lo cual respondí no, y advierte por qué.
Aquel que es como debe ser, en verdad se encuentra bien en todos los lugares
y con todos los demás. Pero quien no es como debe ser no se encuentra bien
en lugar alguno ni entre los demás. El que es como debe ser tiene en verdad a
Dios cerca de sí; y quien posee a Dios en verdad le posee en todos los lugares,
en la calle y en cualquier sitio y con cualquiera tan bien como en la Iglesia, en

35 
 
la soledad o en su celda. Si se le posee de verdad, y sólo a él, nada puede
serle obstáculo.
¿Por qué? Porque tiene a Dios sólo y su intención va dirigida sólo a Dios y así
todas las cosas se vuelven para él únicamente Dios. Tal hombre lleva a Dios
en todas sus obras y en todas partes, y todas las obras de este hombre es Dios
quien las realiza. Porque la obra pertenece con más verdad a quien es su
causa que a quien la realiza; y si nuestra intención es sola y únicamente Dios,
entonces es preciso que sea él quien realice nuestra obra y nadie puede
impedirle realizar sus obras, ni la muchedumbre ni el lugar.
El hombre debe ver a Dios en todas las cosas y habituar su espíritu a tener a
tener a Dios presente en su mente, su intención, su amor … Debes tener en las
obras una misma disposición de espíritu, una misma confianza, un mismo amor
por tu Dios y pensar en él con la misma seriedad. En verdad, si todas las cosas
fuesen iguales, nadie sería un obstáculo para que Dios te fuera presente …
¿En qué consiste la verdadera posesión de Dios, de forma que se le posea de
verdad? Esa verdadera posesión de Dios se sitúa en el espíritu, en la intención
interior y espiritual orientada hacia Dios; no en un pensamiento continuo y
siempre idéntico, porque tal cosa es imposible o muy difícil para la naturaleza, y
no sería tampoco lo mejor. El hombre no debe contentarse con un Dios en
quien piense; porque cuando se desvanece el pensamiento, se desvanece Dios
con él. Mejor es poseer a Dios en su esencia, muy por encima de los
pensamientos del hombre y de toda criatura. Tal Dios no se desvanece, a
menos que el hombre le vuelva voluntariamente la espalda. Quien posee, pues,
a Dios en su esencia, tiene a Dios según el modo de Dios y Dios resplandece
para él en todas las cosas: porque todas las cosas tienen el sabor de Dios, y tal
hombre ve su imagen en todas las cosas. En él brilla Dios permanentemente,
tal hombre realiza la separación de todo y renuncia a todo, y la imagen de su
Dios amado y presente se graba en él … Maître Eckhart.
Así el hombre debe penetrarse por la presencia divina, ser formado por la
forma de Dios bienamado, de manera que su presencia le ilumine sin ningún
esfuerzo, y que, además, adquiera el desprendimiento de todo, Maître Eckhart,
Instrucción 6. Pag 419-420.

- Ejemplo de vivencia del estado teopático:


Yo me tomaba a mí mismo ante mis ojos interiores, con todo lo que soy; con mi
cuerpo, mi alma y todas mis potencias, y ponía en torno a mí a todas las
criaturas que Dios ha creado en el cielo y en la tierra y en los cuatro elementos,
cada uno con su nombre, pájaros del cielo, animales de la selva, peces del
agua, hojas y hierbas de la tierra, la arena incontable del mar, y hasta el polvillo
que brilla en el rayo el sol, y todas las gotitas de agua, de rocío, de nieve y de
lluvia que han caído y caerán a lo largo del tiempo. Y deseaba que por cada
una de esas criaturas se elevase un canto dulce y melodioso de la savia más
íntima de mi corazón, y que así todas ellas hiciesen resonar una nueva y
exultante alabanza a la gloria del Dios tierno y bienamado, por los siglos de los
siglos, H. Suso, discípulo del Maître Eckhart. Pag 421.

7 Resultados y apertura del fenómeno místico

Interpretaciones teológicas de orientación supranaturalista

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- Determinadas interpretaciones filosóficas y teológicas, desde la existencia de
la realidad de la experiencia mística, y dando crédito a la conciencia del místico
de entrar en contacto con ella, creen necesario ¿imponer?, suponer, a la
explicación de la experiencia en su nivel sicológico una forma de
funcionamiento del siquismo del místico enteramente original, que supondría la
existencia en él de facultades como los sentidos espirituales, que le permitirían
entrar en contacto efectivo, y análogo en todo al contacto con la realidades
naturales, con la realidad sobrehumana, objeto de esa experiencia.
La experiencia del místico supondría, por tanto, la existencia en él de órganos
de percepción adaptados a esa realidad trascendente-inmanente, especie de
sentidos para la realidad espiritual y sobrehumana, o la capacidad de su mente
para entrar en contacto con ella, al mismo tiempo que la posibilidad de esa
realidad sobrehumana para convertirse en objeto de tal tipo de contacto.
Filósofos y teólogos en cuestión se niegan a aceptar la posibilidad de que en la
experiencia mística el siquismo el hombre pueda intervenir, como interviene en
el sueño, alucinaciones y representaciones imaginarias, creando imágenes de
la realidad con las que entra en contacto, a partir de experiencias intensas y
con el recurso de materiales que le prestan tradición, cultura, religión, lenguaje
y mundo de percepciones en el que discurre la vida de ese sujeto.
Tales intérpretes filosófico-teológicos de la mística, seducidos por la convicción
que traslucen los relatos de los místicos de haber entrado en contacto efectivo
con la realidad total y última; por su referencia a la actividad de órganos,
facultades o dones con los que se creen agraciados y que explicarían la
intuición, contemplación o forma de contacto que han vivido; convencidos por la
fuerza de convicción de tantos relatos coincidentes en lo esencial, dan crédito a
la antropología, teología y concepción del conocimiento que suponen y
superponen a la forma de explicar la relación y contacto con las realidades
mundanas una especie de antropología y teoría del conocimiento que
reproduce, en relación con realidades sobrehumanas, las relaciones vigentes
en el orden de las relaciones naturales.
Lo cual constituiría en la experiencia mística una explicación y prueba añadida,
de la existencia de la realidad sobrehumana de Dios. Pag 435-436.

Modelo diferente para interpretaciones filosófico-teológicas

- Sólo la Presencia, una Presencia tan real como peculiar, y la experiencia por
el sujeto de esa Presencia, dan cuenta del hecho que manifiestan
innumerables mediaciones. Sin un más allá de sí mismo, tan radical que no se
deja captar en sí mismo, no permite ser objetivado y puesto frente al sujeto, no
se explica la presencia de símbolos, testimonio de la presencia de un sujeto
verdaderamente humano; lo mismo que, sin símbolos, el hombre no entraría en
contacto con ese más allá, que lo constituye y origina.
La producción del conjunto inagotable de tradiciones, símbolos,
representaciones, sentimientos, gestos y actos de todo tipo tiene su origen en
el más allá, en el abismo que tiene el sujeto como fondo y centro de sí mismo,
y que el sujeto visibiliza al tiempo que lo oculta en la materialidad- objetividad
de lo humano-mundano. Pero en esta producción el hombre pone en ejercicio
corporalidad y conjunto de facultades espirituales, aunque tal vez y elevando al

37 
 
extremo sus posibilidades, poniendo en ejercicio energías que sólo la
Presencia originaria libera.
El místico no es más que el creyente, que ejercita de forma determinada con un
determinado grado de intensidad subjetiva, su actitud de fe. Vive con
determinado grado de intensidad la experiencia de la fe, y en ella, la
experiencia de la realidad que la origina y a la que remite. La experiencia del
místico sigue el modelo de funcionamiento de su actitud de fe. Por eso en las
manifestaciones del fenómeno místico se traduce la personalidad con
diferentes niveles y dimensiones del místico. Pag 437-438.

- El místico es el sujeto más consciente de la condición absolutamente


trascendente y, por tanto, inobjetiva del Misterio, cuya experiencia padece.
En todo caso, el juicio sobre la existencia o no de la realidad, de la que el
místico dice hacer la experiencia, excede las posibilidades, que otorga al
científico su propio método.
El hecho místico, tal como lo describe la fenomenología, constituye la
manifestación e indicio más elocuente de la presencia en el hombre de un
excessus, un más allá de sí mismo, presente en todas las actividades más
específicamente humanas como lenguaje, deseo, pregunta, capacidad de
admiración manifestada en la experiencia estética, llamada a trascenderse
presente en la experiencia ética, suma de trascendimiento y autorrealización
que constituye la relación interpersonal. Todas estas dimensiones de lo
humano muestran que el hombre supera infinitamente al hombre, que es un ser
en la frontera entre lo finito e infinito, síntesis activa de finitud e infinitud, ser
religado al poder de lo real, capaz por eso de inteligencia abierta a la infinitud
del ser, de voluntad que quiere el Bien en todo lo que quiere, un ser teándrico,
un hombre enraizado en lo divino.
Como las manifestaciones de esta experiencia en la historia humana
constituyen indicios de que la conciencia humana no se agota en las capas de
la vida ordinaria; como determinadas conductas atestiguan la existencia de
niveles inconscientes de la persona; así también las experiencias místicas
constituyen indicios igualmente elocuentes de un nivel trans-consciente de la
conciencia humana, en el que ésta vive en contacto con la Trascendencia
infinita. Aunque es verdad que el místico, que hace en la forma que hemos
visto la experiencia de contacto con esa realidad, sólo dispone de palabras,
gestos, símbolos, emociones y silencios, todos ellos mundanos, y por tano,
interpretables de formas diferentes, para dar cuenta de su experiencia ante sí
mismo y los demás.
K. Rahner representa otra posibilidad de filosofía y teología de la mística con su
teoría de la orientación trascendental del hombre a Dios en su ser, pensar y
querer. Pag 439-442.

38 
 
IV PERFIL DEL MÍSTICO CONTEMPORÁNEO

¿Formas de mística o formas místicas y no místicas de religión?

- Los místicos no representan un grado más alto que los creyentes, sino un
momento interno y esencial de la fe, K. Rahner, que puede realizarse de
formas diferentes por los diferentes creyentes.
La forma efectiva de realización de cada uno de esos elementos y de síntesis
viva de todos ellos, que constituye la vida religiosa o cristiana de cada persona,
tiene que diseñarla y realizarla cada uno de acuerdo con las circunstancias, en
las que vive, ya que constituyen para él signos de la revelación e Dios y la
forma concreta que reviste la llamada personal que Dios le dirige.
Es importante e indispensable en la vida el creyente la incorporación en la
propia vida, vivencia, paso por la experiencia personal de la decisión del
creyente, opción por Dios como centro de toda realidad y de la propia vida.
Vivencia que requiere actos de atención, toma de conciencia, cultivo,
familiarización, con la Presencia que origina, habita, impulsa y atrae persona y
vida. Pero todos esos actos están dirigidos a cultivar la aceptación,
reconocimiento de esa Presencia como centro de vida, el amor como opción
por el orden verdadero de los valores.
El ejercicio del amor no consiste principalmente en sentimientos gratificantes o
exultantes, que puede provocar en nosotros, sino en orientación de mirada,
atención, voluntad y decisión en la dirección requerida, que marca el amor
descendente de Dios hacia nosotros, que nos orienta hacia los otros como
imagen y destino de ese amor, Instrucciones del Maître Eckhart. Pag 452-457.

Ética y mística

- En la misericordia entrañable de Jesús ante el sufrimiento de su pueblo se


transparenta la entrañable compasión infinita del Padre y, en su amor a los
hombres hasta el extremo, el amor infinito que Dios nos tiene. La experiencia
mística de este Dios no puede por menos de revestir la forma de una mística
de la misericordia, González Faus, que realiza lo esencial de su experiencia, la
preferencia absoluta por Dios, en el reconocimiento y aceptación del otro,
destinatario del amor de Dios, y en el cuidado incondicional por él.
La experiencia mística no excluye la dimensión ética, sino que la incluye,
provoca y desarrolla. En virtud de la relación estrecha y recíproca, que
mantienen estas dos dimensiones, es posible demostrar que la experiencia
ética remite a la experiencia mística, constituye su preámbulo natural,
predispone a ella y la expresa. Es, pues, posible mostrar un lado místico de la
experiencia ética del creyente, e incluso de la experiencia ética de todo
hombre. Pag 462.

- Sólo atendiendo a la dimensión ética, social y política de la existencia estará


el místico en condiciones de realizar una experiencia mística auténtica. Sólo
abriendo su experiencia a las dimensiones que la emparentan con la mística
liberará el sujeto energías, que le permitan realizarla con la hondura, que

39 
 
requiere la condición humana y evitará estrechamientos de su experiencia
ética, que pondrían en peligro su autenticidad, Religión y moral.
Estas reflexiones abren la posibilidad de identificar como místicas
determinadas experiencias humanas, independientemente de la conciencia
refleja, con que el sujeto las viva, y de su referencia o no a la religión o incluso
de rechazo expreso. Orientan, pues, al descubrimiento, en tiempos de cultura y
secularización avanzada como los nuestros, de formas profanas o laicas de
mística, nuevo indicio de la constante, de la invariante humana, que la
experiencia mística manifiesta. Pag 465-466.

Mística en pluralismo religioso

- Nunca faltaron en las diversas religiones matizaciones a las tesis


exclusivistas, en parte por considerarse cada una culmen de la revelación. De
ahí la importancia que puede revestir en el diálogo interreligioso el Parlamento
Mundial de las Religiones y la presencia e intervención de místicos. Pag 467-
468.

- Ningún sujeto religioso está mejor armado que el sujeto místico contra
escollos de dogmatismo e indiferentismo. Contra el dogmatismo, porque el
místico ha operado una radical relativización de mediaciones, que componen la
religión: creencias, ritos, prácticas e instituciones; porque ha hecho
personalmente la experiencia de los servicios que pueden prestar y su radical
insuficiencia para procurar una unión con Dios, o con lo último, que se realiza
en la más pura y desnuda fe amorosa y absoluta confianza. Relativización que
lleva al místico a dejar a Dios por Dios, a pedirle a Dios que le libere de su
Dios. Nadie mejor que el místico para relativizar diferencias teológicas, rituales,
éticas, institucionales, que a veces separan y enfrentan a religiones, el cual ha
sentido necesidad de envolver sus palabras en silencio; purificar sus
afirmaciones en la negación de modos concretos de lo afirmado; y trascender
hacia eminencia sin límites precisos lo mejor de lo afirmado sobre Dios.
El encuentro más profundo tendrá lugar en la esfera de la mística, en la que
vamos más allá de ideas, conceptos e imágenes, hacia un estado e amor
silencioso. Aquí las personas permanecen en un estado de unión sin palabras;
aquí el espíritu se encuentra con el espíritu, W. Johnston.
Valor purificador para los interlocutores de la via negativa: En nuestra búsqueda
de unidad en la verdad por el diálogo, podemos aproximar nuestras diferencias
religiosas y comprenderlas por el camino del no saber y del silencio, Th.
Merton. Pag 471.

- La religión que pone en su centro institución, dogmas y ritos está condenada,


casi por necesidad, a marginar a quien vive en instituciones distintas, afirma
otras verdades o practica otros ritos. En cambio, la religión del místico, que
pone su centro en la experiencia del Misterio, sitúa a quien la vive en mejor
disposición para valorar la vida religiosa, sea cual sea el lugar en que florezca,
superando a la vez tentaciones absolutistas, exclusivistas y peligro de
indiferentismo. Le pone, además, en mejores condiciones para relativizar las
mediaciones del Misterio, facilitando diálogo entre diferentes religiones. El
ejercicio de la mística permite captar el parentesco profundo de todas las
religiones, su connaturalidad con la experiencia humana: la vida espiritual

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forma parte de la biología, E. Underhill, y la percepción de esa connaturalidad
facilita su reconocimiento aun en las más diferentes manifestaciones de esa
condición humana: Todos los místicos hablan el mismo lenguaje, porque
proceden del mismo país, E. Underhill. La experiencia de lo divino conduce a
quien la practica a la más aguda conciencia de inadecuación de mediaciones
racionales, culturales e institucionales, comenzando por las de la propia
religión, con las que el sujeto religioso toma conciencia de su actitud creyente y
trata de comunicarla. Pag 472.

Mística y futuro de la religión

- El itinerario místico no tolera atajos, compromisos o concesiones. Sólo


pasando por la nada de ideas, sentimientos y estados de ánimo; por la nada de
mí mismo y hasta por esa nada de Dios, del Dios pensado, sentido, poseído,
dominado, que es la noche en sus últimas profundidades, se tiene acceso al
todo de Dios. Mientras el místico busque saber, pensar, comprender, sentir,
gustar a Dios, no será con Dios con quien se encuentre, sino con un objeto a la
medida de su pensamiento y deseo, un Dios creado por él, un ídolo. El
fenómeno místico descansa en una experiencia no alternativa a la fe, no
permite prescindir de ella. Es experiencia de fe, que tiene lugar en su interior y
ejerce la misma inversión de intencionalidad que define a la fe. La experiencia
mística percibe a Dios por contacto amoroso, el cual no significa gratificante
sentimiento de fusión por asimilación, entrega y abandono al otro, sino
reconocimiento de Dios como el único necesario, preferencia absoluta por él,
preferible y preferente a todo, aceptación por confianza incondicional de su ser
y voluntad sobre la propia vida. Pag 481.

- Puede afirmarse sin lugar a dudas que la experiencia de fe, indispensable


para la vida cristiana, vocación a la que los cristianos somos llamados, y en las
formas equivalentes que le son propias, constante de la experiencia religiosa y
humana, tiene que poder ser realizada en condiciones de vida diferentes de la
monástica, Revista Española de Teología. Tiene que existir y existe forma de
realizar la experiencia mística en medio de la vida, en las condiciones que
comporta la vida en familia, desarrollo de una profesión y compromisos
ineludibles que conlleva la pertenencia a la familia humana. Por tanto, puede
afirmarse que la experiencia mística es realizable en medio del mundo, en la
vida cotidiana. Y puede afirmarse que el futuro de la religión depende de que
los hombres religiosos, en concreto los cristianos, den con formas concretas de
realización de esa experiencia en tales circunstancias. Pag 482.

- San Ignacio proponía como ideal de vida ser contemplativos en la acción,


hallar a Dios en todas las cosas. Santa Teresa invitaba a sus hermanas a ser a
la vez Marta y María, 7 Moradas 4, 12. La contemplación está llamada a ser
fuente y meta de nuestra vida, porque estamos orientados a la unión con Dios
como fin de nuestra vida. Pero también puede afirmarse con razón que la
acción, determinada acción y forma de vida, es indispensable como
preparación para la contemplación. Y la acción, una determinada acción:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber;
era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme, Mt 25, 35-36, nos es propuesta

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como forma de lograr en este mundo la meta hacia la que nos encaminamos.
El fin es encontrar a Dios en todas las cosas, San Ignacio. Pag 483-484.

- La experiencia pone al místico en contacto con una realidad, que no perciben


los conceptos, a la que no tienen acceso los sentidos, porque no son capaces
de contener los deseos humanos. Realidad que expresa de modo maravilloso
el salmista: la noche es luminosa como el día, Sal 139, 12, y estos versos:

De noche iremos, de noche,


sin luna iremos, sin luna,
que para encontrar la fuente
sólo la sed nos alumbra, L. Rosales.

En ningún lugar de la historia se ve realizada esta condición de la experiencia


de Dios, que culmina en la experiencia mística, como en la cruz de Jesucristo,
en quien, para mi fe, Dios se revela de forma definitiva y por eso
insuperablemente oscura.
En el evangelio de Marcos Jesús muere gritando con fuerte voz: Dios mío, Dios
mío! ¿por qué me has abandonado?, Mc 15, 34. No es señal de que la fe de
Jesús se haya derrumbado. No era necesario que el evangelio de Lucas le
hiciese morir diciendo  Padre, en tus manos pongo mi espíritu, Lc 46, 23, para
saberlo. La experiencia de desamparo del Padre, la queja a gritos de ese
desamparo es la expresión, la proclamación más formidable de parte de Jesús
de la conciencia y aceptación de la presencia del Padre. Nunca más oscura,
nunca más cierta, nunca más ciertamente experiencia de fe. Pag 486-490.

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