Madurez Humana y Espiritual Del Acompañante Álvaro Gonzalez, Pbro
Madurez Humana y Espiritual Del Acompañante Álvaro Gonzalez, Pbro
Madurez Humana y Espiritual Del Acompañante Álvaro Gonzalez, Pbro
AlvaroGonzález,Pbro.
Profesor de psicología en la U. Alberto Hurtado
INTRODUCCION
Quisiera compartir con Uds. Ocho palabras, ocho pistas o puntos de referencia en relación
a la madurez del acompañante, un tema de gran importancia para la evolución y el resultado
del proceso de acompañamiento.
Acompañar es un ministerio, es comprometerse a educar eclesialmente a una persona y
disponerla a la madurez cristiana, al surgimiento en ella del hombre nuevo en
Cristo. Acompañar es un trabajo arduo, integrador, nunca una mera técnica. Requiere de
hombres y mujeres con un corazón sabio, con libertad para pensar, para vivir.
Madurez en la relación a crecer, a integrar, a dar los pasos de libertad, a arriesgarse, a
originalidad.
“Que todos lleguemos al estado del hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la
plenitu de Cristo" (Ef 4, 13).
San Benito en el N° 58 de su regla dice: “Se le asignará un anciano para ganar las almas,
que velará por ellos con la máxima atención
El servicio de acompañar supone una persona confiable, integrada, con capacidad de
relacionarse con libertad y así ayudar a crecer a otro en su realidad única e irrepetible.
La inmadurez del acompañante es un buen caldo de cultivo para el mal espíritu que se
especializa en crear confusión. La madurez es un camino progresivo, como también es un
desafío; siempre estamos en vías de llegar a ser. Es un proceso donde vamos haciendo
nuevas síntesis que son cada vez más comprehensivas. Es un desafío porque se trata de
crecer para llegar a ser una persona sencilla, vencer la autosuficiencia y la autorreferencia,
y poder llegar a ocupar el último lugar.
Benito, Francisco de Asís e Ignacio, cada uno en su formulación de una espiritualidad,
presentan caminos para llegar a ser pequeño, obediente, humilde.
Para hacer este camino de maduración progresiva hay obstáculos personales, ambientales,
institucionales.
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Ejercicio N° 1
I. M a d u r e z h u m a n a d e l ACOMPAÑANTE
Quisiera describirla en cuatro palabras llenas de contenido: libertad, amplitud, orden y
transparencia.
1. Libertad para querer, para relacionarse
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Tenemos que renunciar a ser meras mariposas que vuelan de flor en flor.
Ejercicio N° 2
Un acompañante está llamado a ser testigo de la bondad de Dios, de un amor activo y libre
para acoger a los acompañados no solo con palabras sino con entrañas, de verdad.
El acompañante es alguien que puede comprender el mundo interior de las personas con
sus riquezas, su complejidad y sus inseguridades, como también que pueda consentir que
consiste en dejarse afectar al sentir con otros. Esto requiere en nosotros, bajar nuestras
defensas para así cogozar y cosufrir con las alternativas de vida de nuestros acompañantes.
La amplitud de corazón dice relación a saber escuchar, a saber “estar ahí” y esperar los
tiempos y los ritmos de los demás, sus fluctuaciones con avances y retrocesos, sus
confusiones y momentos de luz.
Acompañar es un servicio de misericordia y requiere una gran flexibilidad intelectual,
emocional y moral. Para ello necesitamos desarrollar nuestras entrañas de padre- madre
de manera de poder tener espacio y energía para ayudar a que otros tengan vida.
Ejercicio N ” 3 \
• Capacidad de esperar
• Capacidad de escuchar
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• Capacidad de misericordia
En este capítulo de ordenar la vida está la aceptación de sí: del propio cuerpo y sus
necesidades, de nuestra manera de ser, de nuestros anhelos de trascender, del tiempoque
nos toca vivir.
La integración de cuerpo, mente y espíritu siempre es difícil y produce tensiones constantes
que es preciso reconocerlas, aceptarlas y vivirlas, no podemos de ninguna manera negarlas.
Ejercicio N° 4
• ¿Cuánto camino me queda para llegar a ser una persona integrada, armónica?
• ¿Cuáles son las tensiones más fuertes que tengo en la integración de cuerpo, mente y
espíritu?
4. Transparencia y confiabilidad
El acompañante requiere ser una persona en quien se pueda fiar, descansar, creer. Para ello
es preciso cultivar algunas virtudes, fuerzas, valores.
• Ser veraz, no solo decir la verdad, sino también que haya coherencia entre el ser, el pensar
• Ser capaz de cargar con el secreto de lo visto y escuchado, con una confidencialidad a
toda prueba.
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• Ser responsable en horas, tiempos, dedicación, estudio.
• Sabiduría de vida, que es fruto de la gracia de Dios y la reflexión sobre los errores
cometidos a lo largo de la vida.
“Tres nostalgias anidan en las profundidades del corazón humano: la nostalgia de un regazo
materno, la nostalgia de una voz paterna y la nostalgia de un yo purificado de traumas y
complejos”. (E. Erickson)
II. M a d u r e z c r i s t i a n a d e l ACOMPAÑANTE
Es la integración progresiva de la personalidad, de la cultura y los criterios que nos propone
el Evangelio. Más que una meta es siempre un horizonte hacia donde dirigimos nuestro
caminar. Es mejor hablar de progreso espiritual en el sentido de constatar cómo el Espíritu
penetra todo lo nuestro.
Las cuatro palabras que quiero compartir sobre la madurez del acompañante son:
pasión,
sueños,
mundo,
misterio.
1. Hombres y mujeres apasionados por Jesús
“Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu fu erza...” (Dt 6, 4-9).
Acompañar supone haber hecho o estar disponiéndonos a hacer una opción radical y para
siempre por Jesucristo; esta es una opción afectiva que orienta nuestra razón y que canaliza
nuestra energía, pero que siempre va a ser solo respuesta a un amor primero (Principio y
Fundamento).
“Me abracé al mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús ” (San Agustín).
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dejarnos conquistar por Cristo, es ser vencidos por El. Un buen ejemplo es la experiencia de
María Magdalena en la sepultura: reconoce el tono de voz de su Señor y le dice: “Rabonni”.
Solo así podremos dar un testimonio fresco de El y albergar un amor creativo que nos
permita buscar, incansablemente, caminos y cargar con la vida de otros.
Los acompañantes estamos llamados a ser gustadores de la Palabra, obedientes a la
Palabra, maestros de la Palabra, para así saber leer la vida y los acontecimientos con ojos
novedosos, cristianos.
Ejercicio N° 5
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva... Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía
del cielo y venía de Dios embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo...”
(Ap 21, 1-5).
Necesitamos cultivar en nosotros y en nuestros acompañados nuestra capacidad de soñar
y de construir el Reino con tanta intensidad que nos llene la imaginación y el corazón y nos
permita aceptar los dolores de la vida, las dificultades de la fe, los límites de lo humano.
Buscamos transformar la realidad
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Ejercicio N° 6
• ¿Cuáles son mis sueños del Reino, cómo me imagino elmundo nuevo?
3. Involucrados en el mundo
“El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en
todas las ciudades y sitios adonde El debería ir”. (Le 10, 1).
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No logramos conocernos y entender lo que somos y hacemos, y menos llegamos a entender
a los demás. Necesitamos entrar en el misterio del dolor, del pecado propio, y de la cruz,
no podemos soslayarlos, ya que un cristianismo sin cruz no es la buena nueva que nos trajo
Jesucristo.
CONCLUSION
Somos hombres y mujeres invitados por la Iglesia a crecer en humanidad y en sabiduría para
poder acompañar a otros en el camino de la vida.
Somos el rostro de Jesús para ellos, maestros y aprendices, testigos y ministros del amor de
Dios que no nos cansamos de invitar a que otros lleguen a ser constructores del Reino.