Uso Crítico - Totalidad y Racionalidad Científica - Hugo Zemelman

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Colegio de Mexico

Chapter Title: TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA

Book Title: Uso crítico de la teoría


Book Subtitle: en torno a las funciones analíticas de la totalidad I
Book Author(s): Hugo Zemelman M.
Published by: Colegio de Mexico. (1987)
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/j.ctv26d982.6

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Parte 11
TOTALIDAD Y RACIONALIDAD
CIENTÍFICA

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA

El desplazamiento de la problemátiea de la totalidad del plano óntico al


epistemológico equivale a la cuestón básica de convertir el 'qué pensar en el
cómo pensar sobre la realidad. Esto plantea cuestionamientos como los
siguientes: ¡Ja capacidad de conocer es equivalente a la capacidad de rom-
per con los límites teóricos dados?; ¿la capacidad de romper equivale a una
mayor "autonomía de la razón" como capacidad de apertura y reactuación
consciente?; ¿la conciencia teórica se confunde con esta conciencia de
apertura y de ubicación histórica? Se puede responder afirmativamente
siempre que la teoría como adecuación a lo real se conciba subordinada a
una exigencia de problematización que no ha estado presente en la razón
teórica; por el contrario, ha tendido la razón teórica a encerrarse en estruc-
turas cristalizadas, en vez de objetivarse con base en su propia capacidad
crítica de problematización (y enriquecer por consiguiente, el campo de la
experiencia y de los horizontes sociohistóricos en que se desenvuelve la
actividad del pensar).
El cierre de la razón, en contra del cual han reaccionado Bachelard y
otros pensadores, se relaciona con la circunstancia de que, a partir de la
revolución metodológica del siglo xm, la estructura del pensar quedó
encuadrada en categorías como experimento y prueba, y no se desarrolla-
ron otras tan importantes como la de "lo posible" y "lo nuevo", como ha
advertido Bloch. De esta manera, el razonar se ha convertido en la función
de ordenador, y la capacidad de asombro y aventura intelectual ha queda·
do subordinada a ella.
Lo dicho trasciende la simple crítica de la razón y se proyecta en la
constitución de la razón crítica.
Este marco es en función de esta no subordinación de la forma del
razonamiento a la estructura teórica, lo que obliga a determinar si la totali-
dad constituye una categoría racional --enunciada con claridad por primera
vez por Hegel y desarrollada con mayor amplitud en el programa de Marx,
cuya sistematicidad y globalidad con toda razón se ha reconocido de inspi-
ración hegeliana-, que determina o no una ruptura con racionalidades
anteriores.
La razón ha experimentado históricamente transformaciones, muta-
ciones, que interpretamos como las expresiones del avance hacia una racio-
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nalidad cada vez más amplia. En nuestra época el problema se plantea en


relación con el surgimiento de lo político como dominio gnoseológico, a
partir de la conquista científica de la historia.
Sin embargo, una particularidad del problema es que hasta nuestros
días el desarrollo del pensamiento científico ha respondido al desarrolle
de prácticas investigativas que han ido modelando sus propias exigencias de
organización racional. La epistemología se ha limitado a dar cuenta de este
desarrollo práctico de la razón, y a fundamentar, como en el caso de Kant,
a posteriori una práctica científica ya realizada. Con Marx nos encontramos
con un proceso distinto: una racionalidad que no ha llegado a reconocer
todavía una plena realización en la investigación concreta; y esto contrasta
con la riqueza potencial de su capacidad analítico-sintética que se ha de-
mostrado por sus logros teóricos.
La cuestión reside en constatar si la incorporación de la dialéctica,
como forma de organizar y construir el conocimiento, determina una "mu-
tación" en la forma de razonar que rompe con el modo clásico de entender
a la racionalidad científica.
Desde esta perspectiva examinemos el papel de la dialéctica en la cons-
trucción teórica de Marx.

Centralidad de la totalidad dialéctica en el análisis de Marx

(Exploración en torno al concepto·y función de ia articulación en


que Marx escribiera en 185 7 a la Grundisse La introducción de 185 7)

La globalidad y sistematicidad de su enfoque responden a la idea hegeliana


de que "la verdad es lo completo", misma que se proyecta en dos líneas de
argumentación: la totalidad dialéctica como "añadido" a la fundamenta-
ción empírica o teórica de los hechos; y el sistema teórico que responda a
esta exigencia de totalidad.
La elaboración dialéctica, o "método de elaboración" del que habla
Marx, es, a juicio de Sacristán, "algo que se añade a un conocimiento ya fun-
damentado ( ... ), una fundamentación o validación añadida a lo normal"; 1
y constituye una articulación que, inspirada en el método de desarrollo
hegeliano, está enriquecida por la incorporación de "los métodos científi-
cos positivos" para determinar los datos y establecer su vinculación positi-
va. Pero una vez establecidos los hechos y asegurada su interconexión,
mediante la articulación dialéctica se pretende "presentar los hechos reflejan-
do su vida". De esta manera, la articulación dialéctica sirve de fundamento

1 Manuel Sacristán, "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia",


conferencia pronunciada en la Fundación Miró, Barcelona, en noviembre de 1979,
publicada en Cuadernos Políticos, p. 74.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTIFICA 49

epistemológico y de globalidad sistemática. Como dice Sacristán "lo mejor


que la epistemología de Marx debe a la de Hegel es su elaboración de la
sentencia del filósofo: la verdad es lo completo". 2
En el pensamiento de Marx, la wtalidad influye sobre el carácter que
asume el sistema teórico. A pesar de que numerosos autores han apreciado
el carácter sistemático de la obra de este pensador, no se trata de un sistema
estructurado en tomo a un núcleo teórico "en el sentido científico positi-
vo, formalizado o formalizable", sino, más bien, de una visión histórica y
práctica "cuya unión con el núcleo teórico, en sentido estricto, origina un
producto intelectual que no es completamente ciencia positiva, aunque, al
mismo tiempo, intenta no ser especulación". 3
El carácter epistemológico de la teorización marxiana obliga a insertar
"al núcleo teórico" en un horizonte histórico más vasto que lo estrictamen-
te formal de un sistema; de lo que se desprende que es necesario organizar
un razonamiento que sea abierto a la realidad dando lugar a lo que Zeleny
ha llamado "ciencia abierta por principio, nunca terminada" o "ciencia
crítico-positiva" .4 Idea qu~ es congruente con la necesidad de fundamentar
el conocimiento en "la noción de desarrollo" que es transformada en "el
centro de la metodología de Marx". 5 Este dicho expresa la convicción de
"que la argumentación acerca de algo no debe ser una cadena de razona-
miento indiferente a la cosa, sino que ha de consistir en la exposición del
despliegue de la cosa misma". Planteamiento que no se puede desligar de la
idea de una exigencia de objetividad, determinada por la necesidad de
atenerse a ese despliegue, que excede los límites teórico-formales de cual-
quier sistema teórico, en la medida que rompe con ellos debido a una exi-
gencia cognoscitiva que no se deriva del sistema.
Ello ha llevado a pensar en las "demasías" de la ciencia marxista, y a
justificar que se le califique con conceptos como visión, si se sigue a Schum-
peter, o paradigma, de acuerdo a Kuhn.
En efecto, si la noción de ciencia de Marx "procede de la epistemolo-
gía hegeliana de globalidad", tiene lugar en su interior una tensión entre la
"estrechez del punto de vista científico en comparación con el objeto de
la dialéctica"; 6 tensión que se relaciona con el problema de si la dialéctica
es un método o si es una actitud; pero, además, con el problema del status
de la totalidad concreta como teoría o como epistemología.
En el equívoco de confundir una metodología con una actitud y una
teoría con una epistemología, subyace la exigencia gnoseológica de tener

2 Sacristán, ídem, p. 79.


3 Sacristán, ídem, p. 81.
4 Sacristán, ídem, p. 82.
s Jindrich Zeleny, La estructura lógica de El Capital de Mane, Grijalbo, Barcelo-
na, 1974, p. 302.
6 Sacristán, op. cit., p. 65.

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que organizar el razonamiento, de manera que se pueda basar la construc-


ción del conocimiento en una exigencia de objetividad antes que en un
concepto ontológicamente cerrado.
Pero el despliegue de la cosa no puede ser concebido aisladamente del
contexto en que se inserta y que la especifica. En este sentido, Marx ha
afirmado que "no existe la producción en general", por lo que "tampoco
existe una producción general. La producción es siempre una rama particu-
lar de la producción (por ejemplo, la agricultura ... , la manufactura, etc.), o
bien es una totalidad ...",razón de lo cual no hay una ''universal" produc-
ción, y la producción es siempre concreta. De esto se desprende que la
relación entre universal y particular puede revestir tanto el modo: 1) de
especificación creciente del contenido del universal, como: 2) el de la
reconstrucción de la totalidad a partir de un elemento tomado como base.
De esta forma, lo concreto o es un particular o una totalidad.
Si tomamos a lo concreto como particular, significa que lo pensamos
morfológicamente, sujeto a un enfoque descriptivo, o, en el mejor de los
casos, genético-disciplinario. Si, por el contrario, se adopta el enfoque de lo
concreto como totalidad, significa que es una construcción según una exi-
gencia descriptivo-totalizante, a partir de algunos elementos particulares.
Cuando, en La introducción de 185 7, Marx se refiere a la producción,
la distribución, el intercambio y el consumo como "diferenciaciones den-
tro de una unidad", piensa estas diferenciaciones internas de la articulación
como momentos, al igual que como niveles estructurales.
En tanto momentos, se refiere al despliegue temporal de la articula-
ción, más que a prot.esos estructurales de funcionarnien to en ·un tiempo
dado. Así, la producción, consumo, cambio y distribución devienen "fases"
del proceso económico general, que lo van especificando en su desenvolvi-
miento a partir de dinámicas particulares que conforman la dinámica total.
Si, en cambio, consideramos a estas diferenciaciones como niveles o
cortes estructurales, apuntaremos hacia algo diferente, ya que los niveles se
refieren a la ubicación que cada proceso reconoce en el interior del proceso
económico total en un momento dado, entendido como una totalidad
jerarquizada en función de un recorte histórico particular.
Al cumplir cada uno funciones específicas para comprender la trans-
formación que experimente el conjunto orgánico, entre los planos de
"nivel" y "momento" se establece una relación recíproca que determina el
carácter orgánico de la totalidad. La articulación entre momentos y niveles
conforma una totalidad dinámica, cuya aprehensión requiere que se abar-
quen las múltiples posibilidades que se contienen en un estado determina-
do de la totalidad, conformado por el modo particular de relación entre
niveles y momentos.
Efectivamente, los elementos componentes de una totalidad simultá-
neamente determinan su estructura y su transformabilidad potencial. Esta
postura obliga a conceptualizar la realidad como procesos de estructura-

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 51

ción, en vez de como conjunto de estructuras dadas. En el primer caso, las


diferenciaciones de la articulación (ya sea que se las entienda como niveles
o como momentos), cumplen la función de mecanismos de estructuración
de la totalidad, abiertos a su propia transformación; en cambio, si, de
acuerdo a la segunda concepción, pensamos los fenómenos en forma estáti-
ca, los mecanismos de conservación cumplen la función de mantener la
identidad del fenómeno por sobre el movimiento de su especificación; lo
que equivaldría a su descalificación como realidad y su reducción a una
ficción conceptual.
De lo expuesto se desprende que, para el desarrollo de una dialéctica
analítica, es necesario reconocer como punto de partida la construcción de
la realidad como objeto, en el marco de exigencias epistemológicas defini-
das por las articulaciones entre momentos y niveles. En este marco tienen
lugar dos grandes grupos de contradicciones: 1) las contradicciones de
nivel; y 2) las contradicciones de momento. La importancia de distinguir
entre estos tipos de contradicciones reside en que los niveles nos permiten
comprender la totalidad como "articulación dada", mientras que los momen-
tos están referidos a la forma como se transforma la totalidad articulada.
La Introducción de 185 7, establece una relación dinámica entre nive-
les y momentos. Los momentos hacen parte de la dialéctica negación-supe-
ración del proceso real como unidad de determinaciones; mientras que el
nivel (por ejemplo: relaciones de producción-esfera política e institúcional)
se refiere a los planos de realidad que concretizan la totalización. Por ello,
los niveles reconocen una diferenciación que, por contraste con la idea de
momento que queda supeditada al tipo de dialéctica negación-superación,
se fundamenta en la totalización, que, al tener lugar en el corte vertical del
presente, conjuga de la totalidad tanto su "articulación dada" como su
transformación posible. Esto último implica hablar de una dialéctica entre
niveles, que está abierta a los momentos que son propios de cada uno de
ellos. Esta afirmación nos lleva a la conclusión de que la captación de la
realidad se organiza con base en una totalidad que contiene una potencia-
lidad de movimiento, al quedar los mecanismos dinamizadores (tales como
la contradicción), incluidos en la totalidad como fo;·mas particulares de su
dinamismo transformador.

Usos del concepto de totalidad

Un examen detenido del texto de La Introducción de 185 7, nos permite


distinguir algunos usos diferentes de la totalidad como categoría.
Cuando se plantea la relación general de la producción con la distribu-
ción, el cambio y el consumo, la totalidad cumple la función de articulación
entre procesos económicos particulares. Y, si bien la unidad de éstos no
se consuma, ello no invalida el razonamiento dialéctico, ya que el objeto de

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éste es una construcción lógica cuyo hilo conductor es determinar las


conexiones reales, sus rupturas (el porqué de ellas), además del estableci-
miento de nuevas conexiones (y el porqué de las mismas) entre los elemen-
tos que históricamente se suponen incorporados a una totalidad, en ese
momento fragmentada. La relación que se establece entre los elementos al
constituir una unidad, en un momento dado del desarrollo histórico, implica
la posibilidad de que en el ciclo del tiempo esta misma relación sea incluida
en otras relaciones más comprehensivas; o bien, que los elementos relacio-
nados orgánicamente redefinan esta relación al incluir otros elementos.*
Determinar es negar. Pero, si negar es excluir en función de un carácter
esencial (esto es, de una identidad que supone captar a la naturaleza sin
entrar en ningún juego de relaciones), la determinación es un a priori, el
cual puede superarse sólo en la medida en que la determinación sea el resul-
tado de un conjunto de relaciones. Esto es, entenderlas en función de una
aprehensión que se mueva desde la complejidad máxima de interrelaciones
hasta aquello que es el contenido específico. Por contenido específico
entendemos tanto a la determinación negada, como la delimitación que
niega.
De ahí que lo específico debe ser capaz de ser utilizado para recons-
truir la red de relaciones (las mismas u otras que sirvieron de punto de
partida); por lo que afirmar, es negar. Sin embargo, negar no es afirmar, a
menos que en la afirmación con base en un razonamiento totalizador,
respecto de lo existente o presente, incluyamos el vasto campo de las
pctencialidades. Este razonamiento totalizador en el marco de La Intro-
ducción .. . , significa lo siguiente:

a) Relacionar elementos complementarios: por ejemplo, consumo


productivo y producción;
b) identificar los elementos excluyentes: por ejemplo, consumo enten-
dido como el "opuesto aniquilador de la producción"; y
c) establecimiento de la unidad de transformación de los opuestos.

Marx parte del señalamiento de que la "determinación del consumo


productivo ha sido establecida sólo para separar el consumo identificado
de la producción del consumo propiamente dicho, concebido, por el con-
trario, como el opuesto aniquilador de la producción". Después de separar
consumo productivo de consumo propiamente tal, agrega: "igualmente el
consumo es de manera inmediata producción", para determinar así el con-
cepto de "producción consumidora", sólo que "esta producción idéntica al

* "La producción es también inmediatamente consumo ( ...). El acto de pro-


ducción es también en todos sus momentos un acto de consumo. Esta identidad de la
producción y del consumo remite a la proposición de Spinoza: determinatio est nega-
tio."

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 53

consumo es una segunda producción. En la primera, el productor se objeti-


vaba; en la segunda, la cosa creada por él se personificaba". Para concluir
que la producción y el consumo son "cada uno inmediatamente su opues-
to", mientras que, "al mismo tiempo tiene lugar un momento mediador
entre los dos ... ".
El razonamiento anterior corresponde a un movimiento de identifica-
ción mediada, porque se refiere a la unidad de los opuestos (produccíón-
consumo ), y esta unidad sólo puede darse a través de una mediación que se
refiere a la posibilidad de transformación recíproca. Tomemos como ejem-
plo el siguiente párrafo:

La producción es mediadora del consumo, cuyos materiales crea y sin


los cuales a ésta le faltaría el objeto. Pero el consumo es también me-
diador de la producción, en cuanto crea para los productos el sujeto
para el cual ellos son productos.

Pero esta transformación recíproca puede ser puramente potencial.


Carácter potencial que no le quita realidad. Así es como Marx pone el
ejemplo de una vía férrea "no transitada, que no se usa y que por lo tanto
no se consume", por lo que es una vía férrea potencial. Por el contrario,
esta realidad-potencial puede asumir muchos contenidos. En efecto, sí el
contenido de una realidad está determinado por la "interacción" entre dos
o más elementos, una vía férrea que no se usa, no alcanza su finish en el
consumo, pero en cambio puede revestir otros contenidos, como estar mal
construida o haber sido concebida en forma que su uso haga subir en exce-
so los costos de transporte, o que el volumen de productos posibles de
transportarse no sea suficiente para justificar su uso en términos económi-
cos, etcétera.
La identificación mediada, que resulta de la transformación de un opues-
to en otro, se corresponde con una serie de transformaciones intermedias
que son las que hacen posible conceptualizar la unidad de los opuestos, en
dos momentos por lo menos:

1) El momento de la totalización que permite que los elementos sean


parte de una misma totalidad; y
2) el momento de la transformación de uno en el otro.

Marx señala que "uno es inmediatamente el otro", pero "al mismo


tiempo tiene lugar un movimiento mediador"; es decir, que la unidad dia-
léctica de los opuestos se produce fundamentalmente por esa mediación.
Lo que implica que el proceso de relación entre los opuestos es el resultado
de una dinámica de totalización, que contiene a la serie de transformacio-
nes intermedias que pueden determinar que la transformación entre los
elementos tome una dirección u otra. La mediación se refiere, justamente,

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54 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

al movimiento de la totalización; en otras palabras, al momento de lo


"indeterminado" de la dirección que tome el desarrollo, y no a la unidad
ya cristalizada.
Es por ello que se puede pensar que la mediación es el ámbito propio
del análisis político, en cuanto éste trata de dichas mediaciones como obje-
tos. La razón es que la exigencia epistemológica del análisis político es el
proceso de totalización y no la totalidad cristalizada o dada. Carácter de la
totalidad que puede descubrirse en el caso de la crítica que desarrolló Marx
al procedimiento analítico de la economía burguesa.
Krahl, en su comentario a La Introducción de 1857, observa que "el
procedimiento analítico de la economía burguesa ha fragmentado analíti-
camente en sus elementos a la abstracta totalidad de la formación social.
Marx procede a reconstruir esa totalidad como universal concreto".* Pero
esta reconstrucción, a partir de abstracciones simples, supone transformar
la totalidad ideológica en un objeto complejo-articulado de niveles; lo que
supone en forma explícita a un método de la razón capaz de hacer posible
recuperar lo real como proceso concreto.
Lo que es posible con apoyo en un concepto de realidad como "totali-
dad orgánica", o bien como afirma Luporini, tomando en cuenta que la
realidad es "el organismo social que es siempre la totalidad estructurada y
sincrónica de su conjunto".
En esta dirección, puede decirse que el carácter de rea/e Basis de la
estructura económica indica sólo el versus que toma inteligible la estructu-
ra del conjunto. Pero el dinamismo de este último, aunque depende princi-
palmente del dinamismo económico, no se agota en el misn.v. Marx mismo
afirma que "la dialéctica de los conceptos de fuerza productiva (medios de
producción) y de relaciones de producción es una dialéctica cuyos límites
hay que definir y que no suprimen las diferencias reales".

Conclusiones

1) Las funciones que cumple la totalidad son: organizar una forma de razo-
namiento crítico que permita romper o traspasar la apariencia de los fenó-
menos. Desde la perspectiva de la totalidad, la apariencia es un nivel de la
realidad que no está analizado en su articulación; así como, a contrario
sensu, lo real es un nivel de la realidad analizado en su articulación; y

2) la categoría de la totalidad está claramente referida a la idea de movi-


miento, sin referirse a la estructura dinámica particular que pueda asumir

*Hans Jurgen Krahlc, "La Introducción de 1857 de Marx", en Introducción


general a la crítica de la economía política y otros escritos, Pasado y Presente, núm. l,
1974, p. 15.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 55

el movimiento (que es lo propio de la contradicción). Por eso, la totalidad


contribuye a delimitar el movimiento real para facilitar su explicación como
objeto particular; de ahí que se vincule con la idea de la realidad como exte-
rioridad-mutable. Por lo que, sin incurrir necesariamente en afirmaciones
acerca de su estructura, cumpla la función de una exigencia epistemológica
para construir el conocimiento objetivo.
Lo anterior significa distinguir dos aspectos en la discusión sobre la
totalidad:

a) La totalidad como recurso metodológico, que sirve para fundamen-


tar la crítica de la economía política (como puede apreciarse en La
In traducción de 185 7 y en el mismo Capital); y
b) la totalidad como enfoque epistemológico de la realidad, que exige
concebirla como un complejo de niveles con sus propios requerimien-
tos para su captación racional; y que principalmente son dos: 1) tomar
en cuenta la complejidad tiempo-espacial de los procesos reales, en
forma de no reducir la articulación a parámetros homogéneos, y 2) no
identificar a la totalidad con una estructura de determinaciones, esto
es, con un modelo teórico.•

En suma, la totalidad es la articulación dinámica de los procesos reales


caracterizada por sus dinamismos, ritmos temporales y despliegues espacia-
les; y esta articulación puede concretarse en diferentes recortes del desarro-
llo histórico.

DISCUSIÓN SOBRE EL CARÁCTER DE LA TOTALIDAD


Y OTROS ENFOQUES

Muchos autores han insistido en que la significación específica de los con-


ceptos se alcanza en la medida en que somos capaces de incluirlos en "una
totalidad dinámica más vasta que permite concretarlos". 7 En este mismo
sentido, se observa, en el caso de la economía por ejemplo, que es necesaria
la ''integración del hecho económico dentro de un contexto siempre más
complejo que relacione la economía política con las demás ciencias del
hombre". 8 Es, sin embargo, pertinente aclarar que estas interpretaciones
exigen estar fundadas en una forma de razonamiento distinta al puramente

•Hemos avanzado algunas ideas a este respecto en un trabajo anterior. Cfr. Hugo
Zemelman, Historia y política en el conocimiento, Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, UNAM, Serie estudios 71, México, 1983.
7 Lucien Goldman, "Epistemología de la sociología", en Epistemología de las
ciencias humanas de lean Piaget, et al., Proteo, Buenos Aires, 1972.
8 Gilles-Gaston Granger, "Epistemología económica", en Epistemología de las
ciencias humanas de lean Piaget, et al., Proteo, Buenos Aires, 1972.

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56 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

analítico, a menos que aceptemos que las integraciones, antes que ser de
objetos, lo sean a partir de modelos que integren teóricamente diferentes
esferas de la realidad. A este respecto, Lévi-Strauss señala la necesidad de
sustituir modelos lineales por las "formas espirales", a través de una razón
dialéctica que es "algo más que la razón analítica"; un añadido que consis-
te precisamente en esta sustitución de modelos lineales, que Piaget empa-
renta de cerca con los círculos genéticos. En esta dirección, Piaget habla de
una "actitud relacional", 9 la que puede corresponderse como actitud inte-
lectual con aquel cambio que puede rastrearse desde la revolución científi-
ca del siglo XVII con Galileo, en cuanto remplazo de la idea tle propiedad
(sustantiva) por la de relación, que, como el mismo Piaget afirma, lleva a
"imponer al todo como más importante" que cada elemento por sí mismo
"aisladamente considerado".
Pero, en Piaget, esta idea de "todo" está asociada estrechamente con
el concepto de estructura; más aún, la totalidad deviene una propiedad de
la estructura.

"Una estructura, comprende los tres caracteres de totalidad, transfor-


mación y auto-regulación", características que permiten que una
estructura "se base por sí misma y no necesite, para ser captada, recu-
rrir a todo tipo de elementos ajenos a su naturaleza". 1 º

Pero la estructura requiere además "poder dar lugar a una formali-


zación".
En este marco debemos decir que la totalidad no es sólo la oposición a
una concepción atomista de la realidad, sino que es la oposición a la reduc-
ción de la realidad a cualquier sistema. La totalidad (al no ser un objeto, ni
una estructura racional que dé cuenta de un comportamiento regular de la
realidad), constituye una forma particular de definir la exigencia de objeti-
vidad. Por esto, implica una lógica para organizar el pensamiento en la
forma de un movimiento analítico-sintético.
En el planteamiento de la totalidad como lógica de razonamiento se
contiene el peligro de concebirla como una modalidad de inferencia-deduc-
tiva. En este sentido, la totalidad no es un razonamiento que sirva para
formular derivaciones, sino, a la inversa, para determinar inclusiones que
faciliten un proceso creciente de especificación; o sea, dar el paso del uni-
versal a la delimitación de un observable, que constituye el marco en el
cual poder reconocer la especificidad de aquel o, dicho de otra forma, la
totalidad constituye un procedimiento para construir un objeto no para
obtener conclusiones necesarias a partir de ciertas premisas. De ahí que no
se pueda establecer ninguna relación entre totalidad y sistemas axiomáticos

9 Jean Piaget, El estructuralismo, Proteo, Buenos Aires, 1968, p. 107.


10 Piaget, ídem, p.13.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTIFICA 57

no formalizados. Esta aclaración sobre la naturaleza de la totalidad tam-


bién es pertinente cuando nos encontramos abocados a lo que Piaget llama
"totalidades emergentes", desde las cuales se pretende explicar toda suerte
de hechos y situaciones por particulares que sean. Nos referimos a la tenden-
cia a "formular sin más rodeos las totalidades desde el comienzo mismo",
procedimiento que se orienta a invertir el proceso normal de "pasar de lo
simple a lo complejo"; por ejemplo, explicar el hombre por la humanidad
(Comte ), o considerar el todo social como surgido de la reunión de los
individuos (Durkheirn).11
La totalidad entendida como lógica de inclusión de niveles, plantea la
cuestión de la superación de los condicionamientos del razonamiento, y
esto supone una constante ruptura de los modelos teóricos, e implica, en el
plano epistemológico, la transformación de los parámetros, ya que éstos
devienen condiciones lógico-epistemológicas de apertura hacia la realidad
o, como diría Hanson, hacia ésta "tal cual".
El cuestionamiento de los parámetros con base en esta exigencia de
inclusión de niveles de la realidad puede reconocer cierta afinidad con la
afirmación de este autor acerca de que "los triunfos de la física contempo-
ránea consisten en descubrir que un parámetro puede ser considerado como
una función de algún otro". 12 En efecto, la totalidad concebida desde esta
perspectiva cumple la función crítica de avanzar más allá de las configura-
ciones teóricas. No podemos a este respecto olvidar el tenaz empeño de
Popper por buscar la cientificidad a través de su constante crítica; pero
que, al no poder liberarse del marco de exigencias lógico-epistemológicas
de la prueba, lo conduce por un camino que empobrece la potenciagnoseo-
lógica de la crítica, de forma que su conclusión última es una formulación
bastante vacía: su idea de progresar mediante el ensayo y el error.
Si vinculamos este planteamiento con la aseveración de Hanson de que
el objetivo de la ciencia es "minimizar de un modo sistemático y seguro el
área de divergencia y disparidad que haya entre los fenómenos originales y
el modelo teórico", tendríamos que concluir que "en último extremo, la
ciencia articularía los fenómenos tal cual, sin modelos y demás jugueti-
tos". 13 En esta línea argumental el modelo se transforma en un instrumento
de construcción del objeto, y en consecuencia, de la propia relación de
conocimiento con la realidad. Sin embargo, para conseguir esto, antes que
emplear términos teóricos "cuyo significado se especifique por medio de
expresiones que ya están comprendidas y que se pueden emplear sin refe-
rencia a la teoría", 14 habría que trabajar con términos sin una carga teórica

11 Piaget, ídem, p. 10.


12 Piaget, ldem, p. 13.
13 Norwood Russell Hanson, Patrones de descubrimiento. Observación y expli-
cación, Alianza Universidad, Madrid, 1977, p. 188.
14 Hanson, ídem, p. 61.

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58 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

tan decisiva; esto es, con lo que Hempel denominara "términos pre-teóri-
cos" y Hanson "proto-hipótesis".
En este marco los términos cumplen la función epistemológica de
determinar recortes de observación sin precipitar afirmaciones de conteni-
do o propiedad. Si tomamos como base la idea de ·proto-hipótesis", su
función es "contrastar nuestra capacidad para delinear ámbitos de conjetu-
ra plausible"; aunque desde el punto de vista de la totalidad estos "ámbi-
tos" son el producto de una forma de razonamiento capaz de reconocer la
realidad como problema, sin restringirse a los límites de una determinada
configuración teórica.
La plausibilidad de las conjeturas (que no se puede circunscribir a lo
que es posible esperar desde ciertos corpus teóricos), consiste en que pue-
den reflejar un ángulo de apertura hacia la objetividad. En este sentido, la
totalidad es un procedimiento para construir "proto-hipótesis" que sirvan
de base para formular conjeturas por encima de las demarcaciones teóricas
preestablecidas.
Por lo tanto, no se trata solamente de la capacidad de plantear conje-
turas con fundamentos teóricos, sino de ajustar el razonamiento a la reali-
dao; esto es, pensar o teorizar en función de una exigencia de historicidad.
En este punto el conocimiento social, ofrece rasgos particulares, ya que en
él la "determinación histórica' del razonamiento es la primera fase del
descubrimiento de la verdad. En realidad, la verdad al estar condicionada
por la relación de conocimiento supone que la construcción de ésta rompa
con los condicionantes del razonamiento que tienden a su enajenación, o
lo que es peor, a su cosificación, en el sentido delfixum de Bloch.
Es evidente que en este contexto, la totalidad tiene que enfatizar lo
epistemológico sobre lo lógico del lenguaje. El lenguaje queda sometido a
la forma del razonamiento; lo que se relaciona con el uso de enunciados no
predicativos ya que éstos impiden el cierre "formal" del pensamiento en
un sistema teórico explicativo. Como se ha dicho, "el científico que use
modelos en sus reflexiones debe permanecer siempre alerta frente a la posi-
bilidad de que sus cuestiones sean únicamente inspiradas por las propieda-
des del modelo, no teniendo nada que ver con la materia misma". 15 Es
decir, debe guiarse por la idea de una ciencia "indefinidamente abierta" lo
que equivale a la liberación de la forma del razonamiento de los condicio-
nantes teóricos, del lenguaje y de los propios instrumentos de observación.
Piaget ya ha señalado que "una cosa es el razonamiento y otra los procedi-
mientos de observación y sobre todo de verificación" ,16 mismos que deben
comprenderse y desarrollarse en función de la forma del razonamiento, al
igual que el lenguaje y la teoría. La forma de razonamiento apunta a la

15 Karl Hempel, Filosofía de la ciencia natural, Alianza Universidad, Madrid,


1978, p. 131.
16 Hanson, op. cit., p. 61.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 59

capacidad de observar la realidad. Debemos reforzar aquella orientación,


subrayada por Hanson, acerca de que la filosofía natural, más que descu-
brir nuevos hechos, debe procurar descubrir nuevas formas de pensar. 17
Desde esta perspectiva se plantea una crítica al lenguaje ya que siempre
"existe un factor lingüístico en la visión". Y esta crítica a su vez implica
una relación dialéctica entre aprender a ver la realidad y enriquecer el
lenguaje en cuyo interior "es necesario hacer la distinción si queremos
hacerlo cor1ceptualmente", 18 con base en la premisa de que "raramente
puede observar un hombre lo que todavía no existe como probabilidad
conceptual" .19 Todas estas afirmaciones descansan en el supuesto de que
"si no existiera este elemento lingüístico, nada de lo que hubiésemos obser-
vado tendría relevancia para nuestro conocimiento" .20
La contribución de la totalidad consiste en que si el conocimiento "se
encuentra normalmente fijado en el lenguaje" ,21 permite reenfocar la rela-
ción entre racionalidad y lenguaje científico con base en una exigencia de
inclusividad que rompa con los ámbitos demarcados por el lenguaje. Este
planteamiento da preeminencia a las condiciones de hecho -relativas a los
aportes del objeto a los sujetos-, sobre las condiciones de validez formal
del conocimiento. 22 Es por esto que nosotros creemos que sin negar que el
porvenir de la epistemología "debe situarse en la investigación interdiscipli-
naria especializada", en cuanto aportes al esclarecimiento de la construcción
de las estructuras cognoscitivas, debemos rescatar la reflexión epistemoló-
gica-normativa que sea capaz de definir lo posible de ser investigado fuera
de los marcos de la teoría.
La totalidad permite distinguir entre construcción de la verdad y los
caminos que conducen hacia la problemática de la verdad, que son los pro-
pios de la objetividad que se considere en el objeto construido. Esto es, en
la forma de construir el objeto. Cuando la epistemología genética afirma
que "la verdad sólo se obtiene por deducción, pero con ayuda de algorit-
mos precisos o por experiencias, con ayuda de controles precisos" ,23 quiere
significar que basta con estos métodos para dar cuenta de la objetividad, ya
existente por sí misma, sin la necesidad de la debida construcción del obje-
to. El problema se explica cuando pensamos en la relación sujeto-objeto

17 Jean Piaget, Situación de las ciencias humanas, Proteo, Buenos Aires, 1972,
p. 54.
18 Hanson, '>p. cit., p. 112.
19 Hanson, ídem, p. 118.
20 Hanson, ídem, p. 310.
21 Hanson, idem, J" 106.
2 2 Manuel Sacristan, Introducción a la lógica y al análisis formal, Ariel, Barcelo-
na, 1943, p. 17.
2 3 Jean Piaget, Naturaleza y métodos de la epistemología, Proteo, Buenos
Aires, 19'/0, pp. 17-18.

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60 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

desde el sujeto concreto, real del yo pensante como individualidad históri-


camente determinada.*
Cabe discutir a este respecto, la relación posible de establecerse
entre articulación y paradigma, aunque es preciso trascender la interpre-
tación kuhnhiana de una sociología del conocimiento, de manera que se
pueda abordar el problema de la inercia de la razón, o el de su rigidez.
Lo que importa es enfatizar el tema de la creatividad intelectual como
problema lógico y no sólo sociocultural; es decir, tratar de responder
a la cuestión de si es posible o no establecer formas de razonamiento
que rompan con la inercia y cosificación de la razón científica. Por esto,
a la función del paradigma se opone la función de la crítica, pero con 1
forma lógica.
No es suficiente limitarse al registro genético del proceso del pensa-
miento como fenómeno de la naturaleza humana. El pensamiento tiene
una posibilidad de autonomía, incluso respecto de sus propias condiciones
materiales, como ya el mismo Marx apuntaba, que descansa en la lógica de
su movimiento interno, y que ha sido objeto de preocupación de la episte-
mología desde Kant y Hegel, en sus diferentes formulaciones de la dialécti-
ca como libertad fundante del razonamiento objetivo.
El problema es poder organizar formas de razonamiento abiertas hacia
"lo real" y que sean "críticas" de sus propios condicionantes; para lo cual,
lo real, en tanto indeterminado, no es un objeto sino una exigencia de
objetividad, de apertura de lo racionalmente determinado hacia lo indeter-
minado, y esta apertura requiere alguna forma de organización racional
que, consideramos, es la totalidad.
La transformación de los modelos teóricos a través de un distancia-
miento respecto de ellos -es decir, de su crítica- es una función propia
de una forma de razonamiento que reconoce como característica suya la
idea de que la objetividad, constituida por niveles articulados, exige un
razonamiento de inclusión de niveles que obliga a romper, no sólo con la
conformación empírica, sino con las determinaciones de ámbitos de reali-
dad, tal como son recortados por las visiones teóricas.
Esta exigencia de objetividad se puede conceptualizar como una inde-
terminación que rompe el límite de las determinaciones mediante el meca-
nismo de la problematización, y constituye un rescate de la dialéctica, no
ya como especulación filosófica desvinculada de la práctica de investiga-
ción, sino como corriente metodológica (aunque todavía no desarrollada
completamente), pues no se puede limitar más la concepción de la dialécti-

*Recordemos la advertencia de Hanson de que los problemas del científico


están "únicamente inspirados por las propiedades del modelo que use'', lo que replan-
tea la conveniencia de profundizar en esta relación sujeto-objeto. En este sentido, la
totalidad al exigir a esta relación un contenido en función de una exigencia problemá-
tica, rompe con los condicionamientos tanto del lenguaje, como de la teoría.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 61

ca a una toma de conciencia de los "métodos de interpretación empleados


de hecho en algunas investigaciones". 24
Por otra parte, es preciso reconocer que, salvo algunas excepciones, la
dialéctica de inspiración materialista no ha podido precisar sus métodos ni
delimitar sus problemas de manera congruente con sus fundamentos filosó-
ficos. Y que su desarrollo ha sido básicamente exegético (en la mejor tradi-
ción de los jóvenes hegelianos), con poca o ninguna relación con los campos
de la realidad concreta; y que esto ha impedido que madure una episteno-
logía dialéctico-materialista. A este respecto, es conveniente hacer una dis-
tinción entre lo que es una reflexión epistemológica sobre la ciencia, y la
epistemología que surge "en el interior mismo de la ciencia"; ya que esta
última obedece a la necesidad de responder a las "crisis o conflictos como
consecuencia de la marcha interna de las construcciones deductivas", que
lleva a convertir a la epistemología de "simple reflexión" en un "instru-
mento del progreso científico". 25
En este contexto, el planteamiento de la totalidad puede conside-
rarse como una alternativa que define una línea de reflexión de grandes
potencialidades. Es un procedimiento racional que permite establecer
una base de razonamiento que puede servir para sistematizar una refle-
xión sobre prácticas investigativas ya cristalizadas, pero también para
desarrollar formas de pensar que no necesariamente sean un reflejo de
aquéllas.
Consideramos que, en este sentido, la función de la totalidad con-
siste en impulsar una racionalidad virtual (contenida en la dialéctica) y
confrontarla con las exigencias de la práctica de investigación concreta;
pero donde esta racionalidad nos abre la posibilidad de caminos alterna-
tivos de construcción de conocimiento, no circunscritos a la enseñanza
susceptible de desprenderse de las formas anteriores de enfrentar esta
tarea.

Recapitulación

Desde esta última perspectiva, se puede pensar que la solución a la crisis de


las construcciones deductivas sería la estructuración de una forma de orga-
nizar el razonamiento con base en la totalidad, que consistiera en poner en
evidencia, de manera explícita, articulaciones que van complicando el
problema inicial en función de sucesivas inclusiones. Enfoque que se basa
en la idea de reconocer una indeterminación que cumple la función episte-
mológica de subordinar la jerarquía de determinaciones (causales o no) a la
exigencia de la articulación, y que, por lo tanto, cuestiona la función de

24 Piaget, idem, p. 24.


25 Jean Piaget, Situación de las ciencias humanas, p. 92.

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62 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

ordenación teórica. Lo que se empare.ita con ese distanciamiento observa-


do por Piaget "que hace posible los progresos en la objetividad" .26
Esta forma de razonamiento articulada, en tanto es crítica, contribuye
al desarrollo del sujeto cognoscente en la línea planteada por Feyerabend:
o los "adultos se mantienen aferrados a su mundo perceptivo estable y al
sistema conceptual estable que lo acompaña", a pesar de poder modificar-
lo, lo que determina que conserve sus "líneas generales que se han quedado
inmovilizadas para siempre"; o bien son "posibles cambios fundamenta-
les ... que deberían estimularse a hacer esos cambios con objeto de no
quedar excluidos para siempre de lo que pudiera constituir una etapa supe-
rior de conocimiento y de conciencia". 27
La forma de razonamiento crítico se inserta en la segunda opción seña-
lada, misma que supone un desarrollo epistemológico y metodológico que
se vincula con problemas aparentemente distantes de la cuestión de cons-
trucción del conocimiento, como son la autodeterminación del sujeta y la
libertad de la razón.
Este es el marco donde de be definirse la normatividad crítica de la orga-
nización del razonamiento, en oposición a una epistemología descriptiva. El
núcleo de este desenvolvimiento epistemológico es el sujeto real-concreto,
el individuo actuante y pensante, el hombre histórico y autorreflexivo.

Razón y crítica

El desarrollo del conocimiento científico no se puede confundir con el


desarrollo de la capacidad crítica. De ahí que la lucha por el conocimiento
confronte la necesidad de transformar el propio concepto de razón que se
puede convertir en un obstáculo para su propio desarrollo.
A partir de esta proposición, nos proponemos discutir el planteamiepte
orientado a buscar formas de razonamiento que contribuyen a un crecimien-
to de la autoconciencia del sujeto cognoscente en la perspectiva señalada
por Feyerabend. La búsqueda debe llevamos a un reacercamiento a la gran
tradición filosófica que sostenía la libertad de la razón que, con la etapa de
dogmatización del marxismo, ha sido dejada de lado como preocupación
epistemológica. Pero, también es preciso cambiar los parámetros de la for-
mulación del problema, en lo que se refiere a la formulación poskantiana
de circunscribir la función de la crítica a la posibilidad del~süjeto por tras-
cenderse a sí mismo.
En el conocimiento sociohistórico o historicopolítico, puesto que se
enfatiza la importancia de la práctica, el problema de la racionalidad de be
enfocarse no sólo como reflexión sobre una práctica científica consumada

26 Jean Piaget, Naturaleza y métodos de la epistemolog{a, p. 56.


27 Jean Piaget, Situación de las ciencias humanas, p. 56.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 63

o cristalizada, sino como potencialidad de racionalidad para captar un


continente de realidad no completamente aprehendido. La mutabilidad del
ámbito de la realidad social hace rtifícil que se pueda pensar en él con base
en estructuras conceptuales cerradas, con contenidos fijados de antemano,
cuyo carácter problemático se reduzca a considerarlos fragmentarios; pero
sin que lo no incluido en la estructura cumpla ninguna función en su pro-
pia transformación, en el contexto de acumulación de conocimiento. Por
otra parte, en el conocimiento historicopolítico no podemos hablar de una
objetividad que sea ajena al sujeto social, a sus prácticas y proyectos, como
tampoco, pensar en una reducción de la realidad sociohistórica a las prácti-
cas de los sujetos.
En este tipo de conocimientos, la relación sujeto-objeto reviste una
complejidad específica, pues, además de cumplir una función gnoseológica,
constituye el objeto mismo del conocimiento. Esto nos remite a la necesi-
dad de una actividad conjugada entre la crítica de la realidad objeto de
estudio y de la autocrítica del sujeto que se apropia de esa realidad. Por lo
mismo, no podemos aceptar que el desarrollo del conocimiento sea disocia-
ble del desarrollo de la conciencia y autoconciencia del sujeto (en este caso
del sujeto social a través de sus individualidades). No se trata de avanzar
exclusivamente hacia etapas superiores de conocinúento de la realidad, sino
también de conciencia del sujeto, y esto, en la historia de la ciencia, no ha
ocurrido en forma armoniosa. Por el contrario, con frecuencia ha sucedido
que el conocimiento se ha alcanzado sin conciencia del mismo. La libertad
del razonar se expresa según lo que hemos anotado acerca de la necesi-
dad de inclusión de niveles, de tal manera que al pensar "se pueda ir más
allá de lo pensado". De acuerdo a esta argumentación, consideramos la
conveniencia de una normatividad crítica para organizar el razonamiento,
de modo que no se restrinja al plano de una epistemología descriptiva; esto
es, reducida a reflejo de prácticas de investigación.
Nuestro planteamiento parte de la concepción de la filosofía como
una epistemología, pues no de otra forma puede ahondar en la problemá-
tica del surgimiento de una conciencia crítica; de un pensar que, aunque
determinado, sea capaz de trascender sus propias determinaciones teóricas,
y en consecuencia, adecuarse a las exigencias de una realidad esencialmente
mutable. Discusión esta que concierne a una epistemología de la conciencia
crítica, que por no tener que ser el reflejo de una práctica científica, no
permite distinguir la conciencia crítica de la lucidez o conciencia crítico-
social. Se pretende pues que el pensar, basado en esquemas conceptuales
previamente elaborados (aun cuando no sea más que como "esbozos dis-
cursivos"), se transforme en un pensar abierto.
Esta apertura historiza el pensar, mediante una visión de lo real no
reducida a una teorización, pues se busca, más bien, enriquecer el horizon-
te social de objetos posibles de teorización. Ello coloca el problema de la
teoría verdadera como un aspecto particular de un universo racional más

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64 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

amplio y complejo. Así entendida la historidad del pensar y de sus cons-


trucciones, implica, además de rechazo a los sistemas acabados y la crítica
a las teorías, el reconocimiento de la "tendencia histórica de lo criticado",
según lo exige la idea de determinación histórica tal como es rescatada por
Della Volpe. Esto supone imponer sobre la teoría a la razón, de manera de
proceder críticamente a su desarrollo abarcando no sólo al sujeto (y, por lo
tanto, la contribución de la crítica kantiana) sino, además, a la realidad,
concebida como construcción del sujeto social {lo que obliga a un desarrollo
epistemológico de las tesis sobre Feuerbach). Planteamiento que exige una
mayor amplitud de lo que se comprende por universo racional, que obliga
a repensar la distinción neopositivista entre los distintos tipos de significa-
tividad o sentido de las proposiciones racionales.
La cientificidad en efecto no se agota en el sentido cognoscitivo estric-
to. También se debe reconocer una función gnoseológica a las manifesta-
ciones de sentido de expresión y de evocación, según lo ha desarrollado
Carnap; es decir, a las manifestaciones de la subjetividad y a la significa-
ción, muchas veces anticipatoria, de los contextos artístico-poéticos. La
relación de estas proposiciones con la realidad resulta más compleja que Ia:s
normativamente racionales; más aun cuando pensamos en un sujeto concre-
to, constructor de su historia y no producto de una pura racionalidad. La
idea misma de sujeto, que transforma la realidad, compromete a todo el
sujeto, no solamente a su dimensión neurofisiológica, sino también a sus
dimensiones sociológica y política, sicológica y cultural. La preocupación
de Russell y Wittgenstein por el lenguaje natural -que reconoce· como
punto de partida la mutilación de la racionalidad provocada por la limita-
ción a los lenguajes formales- constituye un síntoma de la necesidad de
ampliar el concepto de racionalidad. Cuando el sujeto cognoscente es a la
vez el objeto de conocimiento -como en el caso del conocimiento históri-
co-político-, esta necesidad se convierte en un imperativo. A este respecto
podemos traer a colación las siguientes palabras de Gramsci:

.. .lo que interesa a la ciencia no es tanto (. .. ) la objetividad de lo


real cuanto el hombre que elabora su.s métodos (. .. ) que rectifica
constantemente sus instrumentos materiales y lógicos; lo que interesa
es la relación del hombre con la realidad por la mediación de la tecno-
logía.28

La formulación de una racionalidad científica más rica en sus modos


de relacionarse con la realidad, así como su articulación con el desarrollo de
una conciencia crítica, se puede rastrear tanto en las diferentes corrientes

28 Paul Feyerabend, "Consuelos para el especialista'', en La crítica y el desa"o-


llo del conocimiento (lmre Lakatos y Alan Musgrave, editores), Grijalbo, Barcelona,
1975, p. 375.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 65

actuales de pensamiento, como al reconstruir el desarrollo de las ideas cien-


tíficas durante los últimos siglos.
En el caso del neopositivismo, el problema se encuentra en sus posicio-
nes frente al criterio de sentido, reladonado con la verificabilidad, como en
el caso de las proposiciones empíricas, y en relación con el criterio de
tautología o contradicción propuesto por Wittgenstein, para el caso de las
proposiciones formales. Para las primeras, se constata qu,e gran parte de
las proposiciones científicas son de tipo general, no susceptibles de verifi-
cación. La solución de Popper, seguida después por Camap, de la técnica
de la falsación, que reduc:e las proposiciones universales a proposiciones
elementales, conduce a la solución diluida de ensayo y error. 29 En Camap,
por el contrário, conduc:e a tratar de encontrar una solución semántica ya
no estrictamente sintáctica, que se sintetice en la triple distinción de senti-
dos a la que nos referimos más arriba, que reduce la ciencia al sentido
cognoscitivo. Éste parece servir de base a una cierta formalización que se
privilegia por sobre la necesidad de abordar la complejidad de la realidad
posible de captarse racionalmente, aunque ésta no sea, stricto sensu, cono-
cimiento. El problema de fondo que queda al descubierto con la crisis de
los criterios de sentido, o de cientificidad, es lo problemático del concepto
"realidad".
Es interesante recordar la refleoción de Schlick, que, superando el
esquema de los criterios de sentido, se plantea el problema de lo que es
ciencia en función de un concepto de realidad que consiste en la coheren-
cia de las proposiciones empíricas; 30 lo que implica que no sería ciencia
ningún conjunto de preguntas sobre una realidad imposible.
Detrás de esta postura subyace una cuestión de fundamentación: la
coherencia; ¿es una coherencia teórica?, ¿o bien, empírica?, ¿es una cohe-
rencia dada o más bien probable? El concepto de realidad resulta ser
función de un conjunto de proposiciones sobre la realidad, en lugar de ser
las proposiciones formuladas en función de un concepto de realidad. No se
trata de plantear el problema en términos de "hay algo más que ...", en
que puede consistir un concepto de una realidad no captada, sino de res-
ponder a la realidad que es, "lo que hay", pero no entendido como lo que
pretende el empirismo lógico, sino como un movimiento racional de aper-
tura a lo indeterminado y de adecuación a lo concreto, entendido como lo
determinado históricamente.
En este sentido, el fundamento del conocimiento exige supuestos que
permitan organizar este movimiento racional de la apertura. El conocimien-
to en la historia debe caminar en dirección hacia ese "filosofar espontá-

29 Manuel Sacristán, Papeles de filosofía. Panfletos y materiales I/, Icaria, Bar-


celona, 1984, p. 189.
30 Karl Popper, El desarrollo del conocimiento científico. Conjeturas y refuta-
dones, Paidós, Buenos Aires, 1967.

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66 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

neo", que es la forma embrionaria de la conciencia crítica, sin la cual no


hay racionalidad posible. Por lo mismo, estos supuestos del conocimiento
han de ser también los de la conciencia crítica, que no se realiza en produc-
tos formales cognitivos.
Wittgenstein, después de partir de un formalismo "cristalizado" y de no
compartir la tesis de la incompletud de Godel (en relación con la fundamen-
tación de las proposiciones), quiso volver al lenguaje natural, reconociendo
que más importante que el análisis formal del lenguaje son los usos, porque
éstos dan lugar a nuevos tipos de lenguajes, a nuevos "juegos lingüísticos". 31
Usos que por ser innumerables (por lo que no pueden analizarse sin cono-
cer los elementos sociológicos), reivindican al sujeto concreto de la episte-
mología, que se enfrenta a la tarea de abrir su "pensar" a otros niveles de
la realidad no determinados, pero que requieren de usos lingüísticos proba-
blemente distintos a los establecidos. Por esto el lenguaje que consideramos
siempre es un determinado juego lingüístico que, por lo mismo, no puede
ser el factor que delimite lo real que es objeto de reflexión; por el contra-
rio, debe quedar supeditado al recorte o exigencia de objetividad real.
Por su parte, en las corrientes racionalistas actuales, se aprecia una ten-
dencia a dejar de lado los sistemas cerrados sobre la realidad -como fuera
el caso del racionalismo de los siglos xvn y xvm-, aunque no se renuncie
a la pretensión de sistematicidad. El racionalismo que incorpora el sello de
lo empírico y desarrolla una capacidad de crítica y autocrítica, encuentra
su expansión más destacada en la concepción de la razón en Bachelard,
quien la concibe como constante evolución, no atenida a una estructura
fija y enlazada con lo que denomina un kantismo funcional; ésto es, aquel
que privilegie la función por sobre la estructura.
El desarrollo del racionalismo crítico de Bachelard -que es resultado
de una reconstrucción de la evolución de la razón científica en el curso de
la historia, a partir de un análisis de sus prácticas de investigación-, tiene
implicaciones pedagógicas importantes por la relevancia que concede a la
función crítica. En esta línea de discusión, la concepción bachelardiana,
quizá por ser menos formal que el neopositivismo, deja como ensefianza la
necesidad de realizar el esfuerzo de constitución de la razón fundante que
no duda en definir como razón polémica. Su planteamiento de una razón
liberada se ubica en el marco epistémico de la libertad que ha sido desarro-
llado a partir de Kant, Fichte y Hegel y que es también el marco general en
donde habría que ubicar al propio marxismo, como expresión particular
del razonamiento crítico, aunque trascienda sus fronteras.
En el marxismo no se trata, como en Kant, de la posibilidad del sujeto
"de trascender de sí mismo", sino de reenfocar la relación sujeto-objeto a
través de la reivindicación de la práctica. Pues, en la medida que el marxis-

31 Sacristán, op. cit., p. 129.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 67
mo es la crítica del sujeto y óe su realidad, no se lo puede encuadrar en el
marco estrecho de una teoría del conocimiento. Más aún, el marxismo
reubica al conocimiento y lo define como "1m momento de la praxis" trans·
fonnadora de la realidad. El marxismo es una teoría sobre la posibilidad de
hacer lo necesario, no simplemente una teoría sobre la posibilidad delco-
nocimiento en general, o, en otras palabras, el marxismo es una teoría de la
hlstoria que, en el plano del conocimiento, se traduce en la "producción
de la conciencia", topos clásicos de Marx que, más que serlo en la ciencia,
abarcan a la complejidad de la conciencia crítico-social.
La razón científica ha ido creando a lo largo de su desarrollo histórico,
mediaciones cada vez más complejas en su relación con la realidad, en
forma de organizar su apropiación más profunda. Este esfuerzo de apropia·
ción ha sido de naturaleza crítica y no exclusivamente teorico, al recurrir a
lo que Langevin llama "táctica intelectual", la cual no puede concebirse en
función de los hechos, sino de una "imaginación"; esto es, de una capaci·
dad de apertura y crítica. Sacristán afirma, recordando a Blojinzez, a pro·
pósito del elogio de la imaginación intelectual hecha por Lenin, que "el
teórico y el filósofo deben considerar que siempre hay bastantes hechos:
lo único que falta es imaginación". 32 De ahí que la construcción del cono-
::imiento no se limita a que el hombre se plantee los problemas que pueda
resolver, sino que abarca también la capacidad de plantearlos correctamen·
te para así poder resolverlos. Ello exige el reconocimiento del universo de
objetos posibles que contiene una situación problemática, en un determi·
nado recorte tiempo-espacial; lo que se traduce metodológicamente en la
adecuación del razonamiento a esa situación histórica, de manera de alcan-
zar aquello de que "pensando se puede ir más allá de lo pensado". La
dialéctica puede contribuir a resolver el problema de cómo organizar esta
apertura crítica de la razón, lo que Bachelard registra como una peculiari·
dad de su mismo desarrollo histórico y que piensa resolver a través del sico-
análisis del conocimiento objetivo, mientras la epistemología genética tiende
a reducir la organización de la apertura a los "mecanismos de pasaje".
La función de la crítica es particularmente importante en la construc·
ción del conocimiento social, en la medida que éste no se refiere a una
"tecnología" (en la acepción de producir o hacer una cosa), sino, más
bien, al contexto que hace objetivamente posible hacer una cosa; o, dicho
de otra forma, analiza la realidad como contorno de objetos posibles.
J.D. Bemal tiene razón cuando afirma que el conocimiento social "da el
modo de hacer" la cosa, lo que reconoce un futuro indefinido "que no está
circunscrito a ningún campo de conocimiento particular", a diferencia del
conocimiento científico natural que "suministra la posibilidad bruta de

32 Sacristán, idem, p. 168.

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68 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

hacer una cosa" .33 Por eso, no tiene sentido hablar de sistemas acabados,
sino de un objeto potencial de una práctica social -fundada en un cono-
cimiento-, cuya articulación conforma la viabilidad del objeto.
La verdad es función de una objetividad histórico-concreta, que es el
contexto que hace posible una práctica; pero también es, simultáneamente,
objeto, en tanto contenido real posible de transformarse por esa práctica.
De ahí que la primera función del conocimiento sea reconocer a esta
objetividad como contorno de objetos potenciales de una práctica social.
La verdad deviene reconocimiento de estos objetos para lo cual requiere de
una cientificidad, incluso de una "necesaria logicidad formal", como afir-
ma Gramsci, que asegure un conocimiento objetivo que sea base de la
práctica.
Al reflexionar sobre el conocimiento histórico-político hemos sostenido
que es necesario enfrentarse con una ampliación del concepto de racionali-
dad científica. Haremos esto en la sección siguiente cuando nos refiramos
a la relación entre razón y realidad en el conocimiento social. No obstante,
es indispensable examinar antes la relación entre conciencia científica y
conciencia crítica, y revisar cómo esta última ha estado presente en la prác-
tica científica concreta; mostrar la "aparición de la razón humana que
reflexiona; esto es, que piensa la realidad gracias a su capacidad de despe-
garse de ella, en vez de quedar inmersa en su seno",34 y examinar el desen-
volvimiento de la capacidad de objetivación crítica, así como la tendencia
a un desarrollo cada vez más autónomo, libre de la razón; meta última de
la forma de organizar el razonamiento con base en una normativa crítica
no estrictamente genético-descriptiva.
En esta línea de argumentación, el problema de la apertura de la razón
-resultado de las "mutaciones intelectuales" planteadas por Bachelard y del
reto de Fayerabend de que el sujeto cognoscente avance hacia etapas supe-
riores de conocimiento y conciencia- requiere de una normatividad que
exige rastrear las dificultades de la razón para desarrollar esa capacidad de
objetivación crítica; ya que el avance en la conciencia es una conquista cul-
tural que no se puede restringir al dinamismo de las estructuras biológicas.*
En un siglo como el actual, donde el hombre ha alcanzado importan-
tes conquistas en su capacidad de autodeterminación (tanto respecto al
medio ambiente natural, como al propio mundo síquico), la autodetermi-
nación del sujeto concreto que conoce adquiere relevancia. En este marco,
la dialéctica puede contribuir como estructura de organización racional a
hacer factible formas de razonamiento -cada vez más mediatizadas- de
sus condicionamientos culturales, económicos y políticos.

33 Sacristán, ídem, p. 178.


34 Sacristán, ídem, p. 182.
* Cfr. Las contribuciones de la epistemología genética en torno al constructi-
vismo.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 69

Autodetenninaci6n o la razón liberada

La teoría del conocimiento, como un cuerpo sistemático y con una con-


cepción acerca del análisis filosófico, a partir de Zeller a finales del siglo
pasado, se ha erigido según Cassirer, "en fundamento formal de toda filo-
sofía, y es llamada a pronunciar la última palabra acerca del método certe-
ro que debe seguirse en la filosofía y en la ciencia". 3 5 Esto no es más que
la expresión de la transformación de la ccnciencia en objeto de la reflexión.
El hombre creador de su historia se convirtió en sujeto que es objeto de su
propia reflexión, como resultado de la revolución hegeliana de ver en la
historia "la verdadera expresión que el espíritu posee acerca de sí mismo
y de su propia naturaleza", asegurándole "el rango legítimo que le corres-
ponde al lado de las ciencias naturales". De esta manera, la idea de concien-
cia de Kant y Fichte, como equivalente a libertad, se convierte en la idea
de autorrealización con Hegel. Nuestra época está dominada, según Zeleny,
por la elaboración de una filosofía de la libertad, de un sujeto activo -a
partir de Kant que culmina en Fichte- para quien el problema del ser se
convirtió en "problema de la práctica, en el sentido de que toda realidad
ha de aparecer como momento del proceso de la conciencia, o, más preci-
samente, como momento de la autorreproducción del yo absoluto de la
razón"; 36 lo que preparó el salto a la idea de Marx de la práctica como
momento constructor del ser
Este desarrollo condujo a la idea de la conciencia constructora-objeti-
vada en la que se enlazan el planteamiento de la práctica social y el de la
exigencia de objetividad como historia por construirse; esto es, el produ-
cente, el novum, la utopía de Bloch, asociadas necesariamente con el sujeto
activo-constructor. Es el suelo fecundo para que madure la idea de la auto-
determinación de la razón, en función de una criticidad que se confunde
con la libertad racional, entendida como apertura hacia la objetividad real
indeterminada. Esta apertura es una conquista no lograda plenamente, por
cuanto la criticidad que permite la libertad racional encuentra tropiezos en
obstáculos epistemológicos, algunos observados ya por Bachelard antes de
la teorización de la epistemología genética.

De pronto una palabra resuena en nosotros y encuentra un eco dema-


siado prolongado en ideas antiguas y queridas; a la vez que las palabras
me arrastran según la convicción común; convicción que proviene del
pasado lingüístico o de la naturaleza de las imágenes básicas, más que
de la verdad objetiva. 37

35 Sacristán, idem, p. 176.


36 Ernest Cassirer, El problema del conocimiento. De la muerte de Hegel a
nuestros días, Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 15.
37 Zeleny, op. cit., p. 313.

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70 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

Pero, la razón no se expande hacia una realidad no determinada -en


función de parámetros que encuadran su racionalidad-, sino rompiendo
con ellos y creando otras referencias de racionalidad. Es en este contexto
donde toma sentido la preocupación de Koestler de que "la ciencia acadé-
mica reaccionaría ante los fenómenos de percepción extrasensorial más o
menos como reaccionaría la Liga de la Paloma (el círculo de aristotélicos
que se opuso a Galileo, encabezado por Ludovico delle Colombe; de ahí el
nombre) ante los astros mediceos". 38 La razón en verdad debe liberarse de
toda estructura que provenga de algún marco parametral cristalizado, sea
éste producto de la experiencia, del sentido común, de la acumulación de
conocimiento, de la ideología o de la religión. Hoy en día, estamos aboca-
dos a enfrentar la objetividad de la razón, en el marco de lo indeterminado
de lo real, que abre nuevas áreas o campos de experiencia posibles de servir
de base para la reflexión.
Así como se ha tenido que luchar para mostrar que "la estructura del
universo es. en verdad, de una índole tal que no puede comprenderse desde
el punto de vista del espacio y del tiempo humano, de la razón humana y
de la imaginación humana ...", debemos también tener cuidado -antes de
pensar en reproducir ciertas estructuras reales- en atender a ciertos prin-
cipios de construcción racional abiertos a incorporar nuevas áreas de la
práctica humana, que tienen sus propias estructuras. Es por esto que
la expansión de la razón es correlativa con la expansión de los campos de la
experiencia. Los nuevos horizontes sociales de acciones posibles plantean
can1bios en las estructuras categoriales; pues si la realidad es mutable, tam-
bién ha de serlo la estructura de la razón.
Por consiguiente, la idea bachelardiana de apertura racional nos con-
fronta con la tarea de encontrar una forma de organización racional que
garantice la posibilidad de desarrollar la capacidad racional, en función de
nuevas exigencias de realidad.
El rompimiento con ciertas teorizaciones que han pretendido definir a
la razón científica -desde la estructura categorial del kantismo, la propues-
ta hegeliana; más tarde el neopositivismo con su identidad entre ciencia y
estructuras sintácticas, la propuesta de organización semántica de Tarski,
hasta las perturbaciones provocadas por la ontologización de la dialéctica
etc.-, ha llevado a un rechazo de las soluciones cuya forma sean sistemas
cerrados.
Ello deja abierto el campo para determinar a la razón científica como
un movimiento de captación de lo real, cuya estructura categorial no pueda
ser fija y dada de una vez para siempre, pues ello conlleva el riesgo de iden-
tificar la "cientificidad" con una ciencia particular.

38 Gaston Bachelard, La formación de espfritu cientffico, Siglo XXI, Buenos


Aires, 1972.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 71

Es indudable que el rigor de la formalidad. en el marco de las ciencias


sociales, entra en tensión con el rigor de la historicidad en cuanto determi-
nación histórica, que implica la crítica al a priori (como lo definiera Della
Volpe desde una postura crítico-analítica del marxismo). Es por esta ten-
sión que la crítica reviste importancia. ya que cumple la función de hacer
posible la transformación de la estructura de la racionalidad, a partir de la
exigencia de la apertura hacia una realidad siempre más compleja, a medida
que se ahonda en su conocimiento. De otra manera, la razón se encuadraría
en marcos teóricos que la bloquearían en la posibilidad de avanzar hacia
etapas superiores de conocimiento y de conciencia.

FUNCIÓN DE LA CRÍTICA EN EL SURGIMIENTO DE


LA RACIONALIDAD CIENTÍFICA

El método como fonna de razonamiento

Por todo el planteamiento anterior no es aceptable restringir el concepto


"razón" a los límites cristalizados por experiencia. "Es necesario devolver
a la razón humana su función turbulenta y agresiva( ... ) que multiplicaría
las ocasiones de pensar", liberándola del "recurso monótono a la certidum-
bre de memoria" y promoviendo la "razón polémica al rango de razón
constituyente". 39 Pero, a partir de esta preocupación por el desarrollo de
la razón crítico-constructiva, debe aclararse la función que cumplen los
requisitos metodológicos, en cuanto a abrir la realidad dada hacia nuevas
fronteras.
Los problemas metodológicos desempeñan "un papel importante
durante los periodos críticos de la ciencia" ,40 en la medida que reflejan la
necesidad de nuevos tipos de planteamiento de la realidad. Históricamente
se podría afirmar que los métodos surgen, o a partir de una práctica (por
ejemplo, el experimento, en cuyo caso la alquimia es debidamente rescata-
da por Bachelard como un antecedente de la ciencia positiva), o bien como
necesidad ante ciertos problemas planteados (por ejemplo, la necesidad de
Newton de inventar un recurso metodológico como fue el cálculo infinite-
simal). Situación que está referida a la determinación de la problemática
más comprehensiva en que se ubica el problema particular que interesa.
Por lo general, el método se desarrolla en función de un objeto delimitado
ya que es el procedimiento mediante el cual se puede llegar a reconocer tal
objeto.

39 Arthur Koestler, Los sonámbulos, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnolo-


gía, México, 1981, p. 524.
40 Gastan Bachelard, El compromiso racionalista, Siglo XXI, Buenos Aires,
1973, p. 13.

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72 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

Pero el descubrimiento de una "nueva objetividad" y su consiguiente


racionalidad, supone la capacidad de liberar al propio método de su ideolo-
gía, producto de estar identificado con cierto campo de objetos, aunque
especialmente con ciertos objetos particulares. Ello ha llevado a que, en un
plano más general, la idea de racionalidad científica tienda a formalizarse
de acuerdo con los moldes de una propuesta que refleje una determinada
práctica científica. Así es como se puede constatar que un concepto de
racionalidad científica. definida a partir de la revolución metodológica del
siglo XIII -en la que, bajo la influencia de las artes y oficios, transformó
el método geométrico de los griegos en método experimental--, consagre
una idea de método científico que perdure hasta nuestros días, con base en
cierta estructura categorial relacionada con las exigencias de experimenta-
ción y prueba. En ese momento tiene lugar el descubrimiento de un con-
cepto de teoría científica que parte "de la costumbre experimental de las
artes prácticas y del racionalismo de la filosofía del siglo XII ... Una gran
parte del trabajo experimental de los siglos XII y XIV fue efectuada, en
realidad, con el único fin de ilustrar este término de la ciencia experi-
mental, y todas sus obras reflejan este aspecto metodológico". 41
Es interesante observar que esta preeminencia de lo metodológico
se explica a partir de la discusión de los Analíticos de Aristóteles -que se
anticipó a una práctica investigativa que florecería apenas en el siglo XVII-,
como el producto de las potencialidades del discurso filosófico. En verdad,
"los pensadores del siglo XIII adquieren primero una concepción de la
ciencia y del método científico que, en sus aspectos fundamentales, sobre
la utilización de las matemáticas para la formulación de teorías y de los
experimentos para su ''verificación" y su "falsación", es idéntica a la del
siglo xvn ... " .42 Si procuráramos establecer una analogía, podría pensarse
que lo ocurrido con los Analíticos de Aristóteles también puede ocurrir en
nuestros días, con el discurso teórico-metodológico de Marx.
El siglo XIII desarrolló una teoría de la razón que anticipó su propia
práctica, en lugar de limitarse a una sistematización racionalizadora de
la práctica en uso. En ese momento se produjo el desenvolvimiento de una
forma de razonamiento que no se limitó a una racionalización de la prácti-
ca, sino que fijó un modelo de razón científica que excluyó de éste, como
protesta Bloch, categorías tales como novum o "lo posible"; por lo mismo,
las categorías que adquirieron rango de cientificidad fueron la de causa y
verificación. Ese modelo (que nació en el siglo xm) se desarrolló hasta
nuestros días, con la sola interrupción de Hegel, quien anticipó la nece-
sidad de una práctica científica de naturaleza diferente a la de las cien-
cias exactas que usó Kant como referencia para su epistemología. Esta

41 Alexandre Koyré, Estudios de historia del pensamiento científico, Siglo


XXI, México, 1978, p. 52.
42 Koyré, ídem, p. 55.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 73

nueva práctica fue la ubicación de la investigación de la sociedad y su


historia.
Marx, al conquistar la historia como nueva dimensión de la ciencia, no
parece haber superado explícitamente el modelo de ciencia ·•natural". Es
evidente que en él se conjugan diferentes concepciones de ciencia, aunque,
en lo que se refiere a su aceptación de una ciencia positiva o normal, para
emplear la terminología de Sacristán, no es ajeno el modelo de racionalidad
que se originó en el siglo xm. Sin duda el cuadro se complica con la incor-
poración de la dialéctica que, como hemos visto, se "afíade" a la funda-
mentación de los hechos, pero cuya función es independiente de ésta, en
cuanto sirve para organizar una visión de la realidad como horizonte sus-
ceptible de transformación.
Se puede afirmar que la dialéctica forma parte del concepto de realidad
práctico-sensible -según como es formulado en las Tesis de Feuerbach-,
más que del concepto de ciencia; esto es, que la dialéctica permite que "la
ciencia positiva" cumpla una función de "crítica". Consideramos que Bloch,
con su concepción de lo "objetivamente posible" y del novum, avanza más
esta idea. aunque todavía sin la concisión epistemológica necesaria como
para poder redefinir los marcos de referencia básica que permitan determi-
nar lo que es una teoría científica, sin circunscribirse al modelo que ha sido
el dominante durante siete siglos.
Mediante la crítica. la razón se libera de las estructuras que histórica-
mente la han encuadrado; lo que lleva, según Bachelard, a un "pluralismo
racional que toca dominios tan diferentes metafísicamente que no se puede
esperar conferirles coherencia por simple síntesis de contrarios". 43 Pero,
¿hay una alternativa a esta "coherencia estática" que no sea más que el
reflejo de "sistemas metafísicos cerrados sobre sí mismos"?, ¿no se podría,
acaso, encontrar para una "razón evolutiva" una coherencia de "algún modo
dinámico que regulara la movilidad misma del rigurosismo"? Desde este
ángulo la crítica cumple una función principal, no solamente como cuestio-
nadora del modelo de racionalidad científica, sino, incluso, para activar el
pensar, al superar su inercia a través de "desarreglar los hábitos del conoci-
miento objetivo" .44 Por eso, la función de la crítica se manifiesta en la
necesidad de una epistemología que, sin restringirse a la indicación de que
"la ciencia moderna es cada vez más una reflexión sobre la reflexión",45
sea capaz de potenciar lo racional de manera que se rompa con los límites
de lo dado empírica y teóricamente, y, en consecuencia, se avance en direc-
ción a una mayor autonomía en la capacidad reactiva de la razón. Plantea-
miento que se tendría que traducir en una normativa crítica que rija la
organización del razonamiento.

43 Koyré, ídem.
44 Cfr. Ernest Bloch, El principio esperanza, Aguilar, Madrid, 1977.
45 Gaston Bachelard, El compromiso racionalista, p. 18.

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74 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

Koyré, en sus Estudios de historia del pensamiento científico, ha des-


tacado que el progreso del pensamiento científico parece haber sido en
gran medida independiente del de la metodología o, por lo menos, que las
discusiones metodológicas al fin de la Edad Media no se vieron acompaña-
das de un desarrollo paralelo de la ciencia. En verdad ninguna ciencia ha
comenzado nunca con un Tractatus de methodo. El Discurso del método
fue elaborado después de los ensayos científicos de los que constituyó el
prefacio, tanto como La Introducción de 1857 a Los Grundisse, que tam-
bién fue escrita posteriormente. Se puede compartir este punto de vista
siempre que la idea de método se limite a una estructura formal de pasos
(por lo mismo de carácter convencional), pero difícilmente si se .rata de
tomar conciencia de las mutaciones intelectuales que suponen cambios en
la relación de conocimiento; los cuales consisten en transformar una visión
de la realidad en métodos particulares y operativos. Esto exige un razona-
miento capaz de adecuarse a las exigencias cambiantes, cada vez más com-
plejas de la realidad. y superar la tendencia hacia los sistemas cerrados que
capturan a la razón, reduciéndola a la función de deducir consecuencias.
Cuando queremos romper con un método atado a una idea de rigor, o
a un hábito para plantear problemas, no puede olvidarse que un "falso
rigor bloquea el pensamiento ..." 46 y que el "espíritu científico debe
formarse reformándose". Enfrentamos, en otras palabras, la tarea de rom-
per con las "ligaduras a las intuiciones usuales, o de la experiencia común
tomada dentro de nuestro orden deJ11agnitudes", sin dejar de considerar la
importancia de las revoluciones metodológicas como las formas apropiadas
para "romper con el hábito". 47
La discusión sobre la razón científica es el punto de partida de nuevas
prácticas científicas. Pensamos que es la función de esta resolución que se
inicia con la "racionalidad hegeliana", que, a pesar de los avances concretos
y enriquecedores realizados por Marx, tiene todavía un futuro abierto sin
los frutos que están a la altura de su riqueza virtual. Decimos virtual, no
solamente por la carencia de suficientes productos concretos, sino, además,
porque confronta el desarrollo pleno de una conciencia histórico-crítica,
que no puede confundirse con la conciencia teórica o razón científica.

Razonamiento y sistema

La crítica a los sistemas metafísicos, que se origina desde la segunda mitad


del siglo XIX, cuando "echamos de menos ese universalismo del pensamien-
to con el valor de formular más metafísicas apriorísticas" 48 no conduce

46 Gaston Bachelard, La formación del espíritu científico, p. 291.


47 Bachelard, idem, p. 294.
48 Bachelard, idem, p. 25.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 75

solamente al "pluralismo racional". como sef!.alaba Bachelard; también


plantea la cuestión de la relación de conocimiento como una construcción
que no se puede restringir a los límites de los recortes científicos. Por el
contrario, cuando surjan en teoría del conocimiento casi tantas orientacio-
nes especiales como disciplinas científicas especiales existan, debemos
volver al problema de la metodología;49 pero no en el sentido de un "Des-
cartes del método'', ya que ello como sostiene Bachelard, no es posible,
debido a las dificultades que "tiene su causa en la diversidad de métodos".
La crítica a los sistemas acabados (y cerrados) más bien, no hace más
que reforzar la necesidad de reivindicar un razonamiento abierto-construc-
tor, que no se identifique con ninguna respuesta teórica por sustentada que
ésta sea (como podría ser actualmente el intento de la epistemología gené-
tica para convertirse en la epistemología por su carácter no especulativo),
sino que encame la capacidad cada vez más rica del hombre para reactuar
sobre sus propias condiciones materiales y teórico-ideológicas. No sería
propio hablar de un método general, sino de una forma de razonamiento
que responda a una vi!.i.ón de la realidad que sea susceptible de transfor-
marse en actividades concretas de conocimiento. Es justamente esto lo que
Marx, al estructurar a la historia como ciencia, pone de manifiesto en su
esfuerzo; más que de un sistema teórico se trata de una forma de pensar la
relación con la realidad. A diferencia del método transcendental de Kant
-que presupone como algo dado el "hecho de la ciencia" y "una forma
general y necesaria de saber", que la filosofía "tiene la misión y, al mismo
tiempo, la capacidad de descubrir y asegurar"-, 50 se pretende ahora, resca-
tar en el acto de conocer la función de reconstrucción de contextos de
especificación de los contenidos que sean racionalmente apropiados. Pues,
si el conocimiento ''versa sobre las cosas concretas como su meta última,
pronto tiene que convencerse de su incapacidad para abarcar y dominar la
totalidad de la materia del saber ...", por lo que de be "convertir la parte
extensiva en parte intensiva". 51
En consecuencia, conocer es avanzar en la mejor determinabilidad de
lo determinado, mediante la creación de bases de observación cada vez más
amplias e inclusivas, que no se restrinjan a modelos teóricos, sino que sean
funciones de una capacidad crítica, por lo general no correlativa con el pro-
greso del conocimiento científico. Ello es así porque la conciencia 'Crítica
asume explícitamente que "cada nuevo punto de partida, cada integración
de lo que se ha separado, supone el colapso de normas rígidas o sofisticadas

49 Bachelard, idem, p. 265.


50 Ernest Cassirer, El problema del conocimiento. De la muerte de Hegel a
nuestros días, p. 29.
51 Bachelard afirma que ya no es época para un Descartes del método. Las difi·
cultades tienen su causa en la diversidad de los métodos y en la especialización de las
disciplinas (Cfr. del autor: El compromiso racionalista, p. 46).

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76 USO CRÍTICO DE L> TEORÍA

de conducta y de pensamiento";52 lo que se asocia con el hecho de que la


construcción de la razón científica significa enfrentarse a la tendencia
dominante de que "el instinto formati .:> acaba por ceder frente al instinto
conservativo". 53
Algunos criterios de cientificidad bloquean la capacidad de pensar
imaginativa y creativamente, pues "el falso rigor bloquea al pensamiento".
A este respecto, lo más grave es que el razonamiento asume un modo (con
base en una estructura categorial). que en sí mismo constituye un paráme-
tro de objetividad. En realidad, "lo objetivo" ha sido siempre función de
determinados parámetros, tales como "las intuiciones usuales, la experiencia
común", de los presupuestos ontológicos e ideológicos, de la idea misma,
de lo que se entiende por ciencia rigurosa y exacta, o, por último, del
concepto de verdad que se tenga. En contra de estos condicionamientos ha
tenido que luchar el hombre. Como observa Cassirer, "Kepler nos dice
repetidas veces con qué dificultades internas hubo de luchar antes de deci-
dirse a sacrificar la idea de la absoluta perfección geométrica de las órbitas
planetarias"; o bien, el esfuerzo desplegado por Galileo para alcanzar una
definición del movimiento acelerado que "coincida con la esencia del movi-
miento naturalmente acelerado", que confía haber conseguido "tras pro-
longados esfuerzos mentales". 54 La idea "del movimiento uniformemente
acelerado que postula, expressis verbis, un incremento continuo de su velo-
cidad y, en particular, su incremento continuo a partir del reposo(... ),
implica que el cuerpo pasa por tod:os los grados de velocidad y lentitud; es
decir, que al principio de su recorrido se mueve con una lentitud infinita
( . ..), lo que parecía extraño e inverosímil a los mejores cerebros de la
época. En efecto, ¡,cómo admitir un movimiento que se realiza con una
lentitud infinita?, ¿cómo concebir el paso continuo del reposo al movi-
miento, es decir, de la nada a algo?" 55 Estamos en presencia de una trans-
formación en los parámetros del razonamiento cuando Galileo, por ejem-
plo, "busca y plantea la identidad, o, si se prefiere, la uniformidad y la
sencillez, no en la velocidad, sino en el incremento de la velocidad, es decir,
en la aceleración". 5 6 *

52 Cassirer, op. cit., p. 28.


53 Ernest Cassirer, El problema del conocimiento, t. 1, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México, 1974, p. 3 70.
54 Koestler, Los sonámbulos, p. 508.
55 Bachelard, La formación del espíritu científico, p. 17.
56 Cassirer, El problema del conocimiento, t. I, p. 338.
• En un plano diferente, se puede rescatar el análisis efectuaao por Maquiavelo
en El príncipe, cuando al reubicar la función de los elementos morales y culturales
dejan de ser problemas ajenos al quehacer analítico, para convertirse en el contexto
en que se desarrolla el análisis. Así, los factores de la realidad que estaban reducidos
a una función moral, y, en tanto tales, constituían límites del análisis e influenciaban
su contenido, fueron transformados en factores sociales del propio análisis. Tuvo

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 77

Este rompimiento de los parámetros (ontológicos, culturales o teóricos),


condición para el desarrollo de la conciencia científica de la realidad, ha
sido siempre tarea de la razón crítica, pero no necesariamente de quienes
han contribuido al desarrollo de la ciencia. La ilustración más notable de
esto es lo ocurrido con la cosmología aristotélica dominante en la Edad
Media, pues su destrucción fue iniciada por los filósofos. Nicolás de Cusa,
por ejemplo, cuando puso en el mismo plano ontológico la realidad de la
tierra y la de los cielos; y convirtió a la tierra en una estrella noble, lo que
equivaldría a afirmar la infinitud o lo indeterminado del universo, obligaba
al pensamiento a derogar la materia jerarquizada. Rompimiento este de
la concepción de universo que se originó con una crítica al concepto de la
objetividad corno dada=estructurada=aceptada, y dio lugar, irnplícitarnen te
todavía, a un concepto de la objetividad corno experiencia de un "dándo-
se" y, por consiguiente, corno una posibilidad de objetividad no necesaria-
mente estructurada. Esto supuso romper con una ontología: "nada hay
que no sea una unidad de potencialidad, actualidad y movimiento conec-
tante; conceptos estos que absolutamente no pueden subsistir el uno sin
el otro". 57
Lo anterior es, sin lugar a dudas, contrastante con la determinación del
pensar teórico con base en presupuestos ontológicos no cuestionados corno
en el de Kepler que "ve en el mundo una expresión de Dios que simboliza
la trinidad e incorpora en su estructura un orden y armonía matemáticos.
Orden y armonía que no se pueden hallar en el universo infinito y, por lo
tanto, informe". 58 *
Sin embargo, los rompimientos epistemológicos no son tan duros y no
presuponen la conciencia de stts-actores, corno se puede observar en cientí-
ficos corno Galileo que, a pesar de "sus prolongados esfuerzos mentales",
ofrece la presencia de residuos metafísicos que se ejemplifican en su idea
de que "todavía existe un lugar natural, un solo: el centro del mundo; hay
un movimiento natural, un solo: el que ve hacia ese centro"; 59 lo que
demuestra "lo difícil que le resultó a Galileo liberarse de los marcos tradi-

lugar una crítica que transformó al contexto cultural en un objeto de estudio, lo que
exigió una capacidad de apertura crítica que se correspondiera con el rompimiento de
los esquemas cosmológicos del medievo. De ahí que se puede exlamar con Koyré: "la
inmoralidad de Maquiavelo es pura lógica" (A. Koyré, Estudios galileanos).
5 7 Alexandre Koyré, Del mundo ce"ado al universo infinito, Siglo XXI, Méxi-
co, 1979 (cita de la Docta lgnorantia de Nicolás de Cusa, p. 15).
58 Koyré, op. cit., p. 61.
* Otro caso que ilustra cómo la crítica de los supuestos metafísicos -no se
corresponde con un desarrollo del conocimiento científico-, es el de Gassendi. "Gra-
cias a su insistencia en la existencia del vacío, minó los fundamentos mismos de la
disputa, esto es, la ontología tradicional que dominaba aún el pensamiento no sólo de
Descartes y More, sino también de Newton y Leibnitz" (Koyré, p. 111).
59 Koyré, Estudios galileanos, p. 67.

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78 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

cionales de la representación del mundo: se mantiene el orden concéntrico


de los elementos pero se explican por consideraciones geométricas". Por el
contrario, Nicolás de Cusa no hablaba de un "centrum físico", a pesar de
que no contribuyó al desarrollo de la ciencia; lo mismo se puede decir
de los grandes metodólogos del siglo XIII (Duns Scott, Occam), que no
construyeron conocimiento, aunque contribuyeron a enriquecer una forma
de pensamiento crítico.

Nonnatividad crítica

Hemos recordado la diferencia entre lo que es el razonamiento y lo que


son los procedimientos de observación. Puede decirse que hacemos mal en
normar el razonamiento con apego estricto a criterios formales; al igual que
creer que lo normativo es equivalente a la especulación, como lo postula
la epistemología genética. Las orientaciones racionalistas contemporáneas
(Bachelard, Gnoseth), reinvindican una libertad racional, en cuanto capaci-
dad de transformar la razón de acuerdo con la propia práctica, en virtud de
que "el racionalismo científico se modifica a sí mismo cuando es mal apli-
cado. No obstante, no por ello "niega sus principios; los dialectiza", ya que
el pensamiento científico para progresar "necesita una conversión ( ... )
hasta en los propios principios del conocimiento" .60 Pero para ello, es
necesario reconocer como foco epistemológico la batalla racional en contra
de la razón cristalizada, fijada u osificada.
A este respecto se puede recordar el trabajo de Kant por describir la
razón conformadora del conocimieato, según ésta se corresponde con una
realidad aprehendida. De ahí la necesidad de construir la realidad como
objeto, aunque no plantee las implicaciones que esa tarea tiene en lo tocan-
te a la propia conciencia cognoscitiva, más aún si se le considera a la vez
como reflejo de la realidad y como ordenadora y explicativa de ésta. Ello
debido a que la unidad de la conciencia es objeto de un proceso de síntesis,
que refleja a la totalidad real. Por lo anterior, pensamos que reexaminar a
Kant, desde la perspectiva de la totalidad concreta, no consiste tanto des-
cubrir génnenes de la dialéctica, como en interpretar la teoría de la concien-
cia cognoscitiva como teoría de la función crítica. A partir de la obra de
Marx, la discusión no se circunscribe a la práctica de la razón, sino que se
extiende también a la función gnoseológica de la crítica como el meollo
epistemológico.
Si la unidad de la conciencia, que, de acuerdo con Kant sirve de base a
lo necesario y objetivo del conocimiento, se expresa en el objeto que une
a lo diverso con su propio concepto, la posibilidad del conocimiento des-

60 Gaston Bachelard, "Pensamiento filosófico y espíritu científico", en La filo-


sofía del no, Amorrortu, Buenos Aires, 1978, p. 1O.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 79

cansa en la capacidad de transformar a lo real en objeto o unidad. Lo que


cabe discutir es si esta unidad conceptual solamente puede fundamentarse
en la unidad de la percepción, o si, por el contrario, hay otras alternativas
de fundamentación de la objetividad y necesidad del conocimiento. La
alternativa se podría definir en términos de trasladar la fundamentación de
la unidad primitiva de la apercepción a la idea de lo necesario objetiva-
mente. Esto es, buscar la fundamentación en la aprehensión de lo real
al interior del marco de la dialéctica determinado-indeterminado, que
expresa al movimiento de la realidad y que se materializa en la construc-
ción del objeto.
Desde esta perspectiva, la fundamentación del conocimiento se apo-
ya en las funciones mismas del conocer: aprehender y conceptualizar;
funciones que por manifestarse en el proceso de abstraer nos remiten
necesariamente a preguntarnos acerca de la fundamentación de la propia
abstracción.
Sin considerar las condiciones sicobiológicas de la abstracción, esta
capacidad está determinada por la relación establecida con el objeto, ya
que ésta puede ser una relación de identificación o distanciamiento que
consista en la transformación de la realidad en objeto. Ello supone poten-
ciar la objetividad de la relación con la realidad para que pueda abrirse y
captar a lo real como lo necesario-dado, que es exterior al sujeto. Todo
esto constituye un proceso lógico-constructor de lo real en función de una
relación que se va constituyendo entre razón y realidad.
La función de la apercepción es abrir al sujeto a esa objetividad, para
que de ese modo éste pueda trascender el concepto de lo necesario subjeti-
vo en necesidad objetiva. La apertura del sujeto, puesto que rompe con la
inercia de la razón, es crítica e impide que la razón se convierta en una
traba para la innovación del pensar; lo que es particularmente significativo
en materia de conocimiento tan mutable e imprevisible en su desenvolvi-
miento com0 es el conocimiento histórico-político.
La historia niega la tesis kantiana de que "lo que no puede compren-
derse de un modo mecánico y cuantitativo(...) no puede ser aprehendido
científicamente". 61 Sus categorías, más allá del escepticismo de Hume
"que intentó librar a la percepción de todas estas injerencias racionales", 6:.i
tienen validez en el caso de experiencias científicas formales, aunque dejan
tras de sí ''un residuo no reducido que se hace ostensible en el problema de
la cosa en sí". Justamente este residuo no dominado constituyó el gran
problema de Hegel. En efecto, no "tenía ante sí el problema de sacar de la
razón sus leyes abstractas que flotan sobre un montón de hechos fortuitos,
sino una conexión inmanente de contenidos concretos. Y el medio adecua-

61 Ernest Bloch, Sujeto-objeto, Fondo de Cultura Económica, México, 1983,


p. 62.
62 Bloch, ldem, p. 62.

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80 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

do para ello no podía ser otro que la historia; o sea, la exposición ele la
marcha concreta y del devenir concreto de las cosas". 63
Ello nos coloca ante una nueva racionalidad que aborda problemas inédi-
tos, tal como el de un movimiento que no sea puramente mecánico, como
en Galileo y en Newton, sino de un "movimiento cualitativo-productivo,
de un movimiento de historia real, en el que brota, de un modo necesario y
mediato, algo nuevo"; pero también, ante un nuevo concepto de tiempo, el
tiempo histórico que "a diferencia del tiempo matemático permanece
inasequible al cálculo". 64
Sin embargo esta nueva racionalidad no ha logrado imponerse como
forma de razonamiento. En cualquier caso, debemos reforzar la idea de
que la irrupción de la problemática hegeliano-marxista, simultáneamente
con la incorporación de un nuevo dominio del conocimiento (la historia, la
sociedad), añade la problemática vinculada a la relación entre ciencia y
crítica; esto es, la controversia en torno de la razón como apertura hacia lo
objetivo y la razón como estructura cohesionada. Como dice Bachelard "es
todo el uso del cerebro el que está en discusión". 65
Es indudable que la razón enfrenta la necesidad de su ampliación, no
exclusivamente en virtud de la incorporación de nuevos dominios, ya se
trate de la microfísica, que cuestiona una cierta lógica del objeto, o de la
historia, que cuestiona toda una estructura de la racionalidad; sino, además,
porque no es aceptable que la exigencia del "descubrimiento" quede reser-
vado a la sicología y a la historia, como creía Reichenbach. La relación de
conocimiento (sujeto-objeto), es un dominio tan racional como el dominio
de la explicación, sólo que la naturaleza de las "normas" que reglan ese
momento epistemológico es diferente. En este sentido, pensamos que se
debe rescatar el status del momento del "descubrimiento" y de la "inventi-
va" en el marco del proceso de investigación.
Desde esta perspectiva es conveniente distinguir entre lo que es pl;µi
tear un problema científico y lo que es resolverlo.

Planteamiento y solución de problemas

La razón científica debe ser capaz de elaborar teorías científicas y de


pensar críticamente, esto es, abrirse hacia lo real para así reconocer hori-
zontes de realidad cognoscibles. Lo que significa sostener q\1.e no solamente
es válida la distinción entre "procesos constructores y métodos de valida-
ción en la elaboración científica" (que se refiere al papel que le correspon-
de al sujeto cognoscente "en la adquisición de conocimiento", que según la

63 Bloch, idem, p. 63.


64 Bloch, ídem, p. 65.
65 Bachelard, La formación del espíritu cientlfico, p. 295.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTIFICA 81

epistemología genética no suele estar claro), sino también lo es la distin-


ción entre planteamiento y resolución de problemas.
El modo de plantear un problema está referido a la constr:icción de la
relación con la realidad. Esto implica que una estructura racional de capta-
ción de lo real no es necesariamente idéntica a él o los métodos adecuados
para resolver un problema. Así, el cálculo de los indivisibles en Galileo
supu~o una concepción del movimiento acelerado, tanto como el cálculo
infinitesimal en Newton la capacidad crítica de plantearse ia posibilidad de
integrar las contribuciones de Kepler y Galileo; o, en el caso de Marx, la
formulación de la teoría del valor supuso la distinción problemática entre
valor de uso y valor en la mercancía. Lo significativo de la capacidad de
plantearse problemas es que no se puede reducir a la simple acumulación
teórica, pues define un campo problemático que no es lo mismo que la
elaboración de una teoría.
En efecto, mientras la elaboración de una teoría responde a mecanis-
mos de asimilación, sometidos a una secuencia necesaria (aunque no nece-
sariamente a la "historia ontogenética y filogenética de las estructuras
cognoscitivas en tanto constituyen una organización de los conocimien-
tos"),66 la definición de un campo problemático supone un distanciamiento
capaz de abrir la relación con lo real, más allá de los límites del encuadre
teórico, mediante el procedimiento de hacer girar el pensamiento, no en
torno de una teoría, sino de un campo problemático. Para aclarar este
procedimiento recurrimos a la historia del pensamiento cosmológico, y
recordamos la revolución de la elipse kepleriana.
"El desafío de Kepler nos parece ahora natural. Pero nunca se ha
requerido de un ejercicio de imaginación tan audaz. Kepler se atrevió a
'sacar el sistema' fuera del pensamiento astronómico que había existido
siempre ( ... ). Con anterioridad a Kepler el movimiento circular era al
concepto de planeta como la tangibilidad es a nuestro concepto de 'objeto
físico'. Si para nosotros son inconcebibles objetos físicos intangibles, tam-
bién eran inconcebibles las órbitas planetarias no circulares para los prede-
cesores de Kepler." 67 Kepler "no empezó con la hipótesis de que la órbita
de Marte era elíptica para deducir a continuación enunciados confirmados
por las observaciones de Brahe. Estas últimas observaciones le fueron dadas
y plantearon el problema". 68
A partir de este ejemplo, podemos decir que la definición de un campo
problemático es posible por la crítica que se orienta a mantener la construc-
ción de la relación de conocimiento, separada de la estructura teórica que
determina a la explicación. La relación de conocimiento subordina el "ver

6 6 J ean Piaget y Rolando García, Psicogénesis e historia de la ciencia, Siglo


XXI, 1982, p. 31.
67 Hanson, op. cit., p. 169.
68 Hanson, ídem, p. 166.

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82 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

cómo" y el ''ver qué" (para emplear las expresiones de Hanson), a la orga-


nización de un campo de observación que no se circunscriba a las exigen-
cias de una teoría. Se trata de romper, por el contrario, con la tendencia del
observador que, pudiendo no saber lo que está viendo, "intenta que sus
observaciones sean coherentes con la base de su conocimiento estableci-
cido".69 Esto es, se trata de no reducir el campo de observación aun objeto,
sino de incluir en aquél a varios objetos posibles, a través de la problema-
tización que incluya elementos que no queJan incorporados en el esquema
teórico que se emplee. Lo anterior, significa que se debe establecer una
diferencia entre criterios de organización racional para definir observables
(en función de una objetividad delimitada a través de un campo problemá-
tico) y los criterios de organización racional con base en un esquema de
interpretación teórica.
La relación con la realidad debe ser construida. Y ésta es una tarea
normativa, pero no convencional. Ver la realidad como problema exige
desarrollarse como forma crítica; es decir, como capacidad reactiva ante
sus propias condiciones. La crítica, en este sentido, es una modalidad de la
relación con la realidad que se comprende con una mayor autodetermina-
ción del sujeto cognoscente; pero, también, es una modalidad de la mayor
extensión de los espacios propios de las prácticas, a través de las cuales el
hombre se enfrenta con la realidad y que plantea sus propios requerimien-
tos cognoscitivos.
La capacidad de plantear un problema consiste en ubicarlo en una rela-
ción con la realidad que no necesariamente esté contenida en la teoría. De
lo que se trata es de cuestionar la estructura teórica de la cual·el problema
forma parte, por considerarse que es pertinente para resolverlo o explicarlo
como objeto teórico.
El ejercicio metodológico consiste en distanciarse de la estructura
teórica a través de la apertura a la realidad, en base a pensarla mediante la
inclusión de nuevos niveles que sirvan para problematizar al punto de parti-
da. La crítica cumple una función importante en la organización de esta
capacidad de apertura. Epistemológicamente consiste en la objetivación de
la razón, de modo que se pueda llegar a reconocer horizontes de teoriza-
ción que sean más inclusivos en función de prácticas más complejas y/o de
esquemas teóricos más globales.
La relación de conocimiento como estructura abierta cumple la fun-
ción de recortar a un ámbito de realidad como dado, para problematizarlo
en función de la exigencia de un dándose. Bloch alude a este problema
cuando afirma en el prólogo a El principio esperanza: "pensar es traspasar.
De tal manera, empero, que lo existente no sea ni escamoteado ni pasado
por alto. Ni en su indigencia, ni menos aún, en el movimiento que surge de
éste. Ni en las causas de la indigencia, ni menos aún, en los brotes de cam-

69 Hanson, ídem, p. 100.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTIFICA 83

bio que maduran en ella. El verdadero traspaso ( ... ) concibe de nuevo


como algo que está en mediación con lo existente, si bien, para poder ser
puesto al descubierto, exige de la manera más intensa la voluntad dirigida
a este algo. El verdadero traspasar conoce y activa la tendencia inserta en la
historia, de curso dialéctico". Y agrega más adelante, al referirse a la natu-
raleza del saber clásico que: "un saber basado en la observación es, por
definición, un saber tan solo de lo observado; es decir, del pasado, mientras
que sobre lo que todavía no ha llegado a ser tiene contenidos formales
extraídos de lo que ha llegado a ser". Planteamiento que tiene efectos sobre
la estructura categorial aunque no haya sido todavía objeto de reflexión.
Esto es, de un "pensamiento suficientemente agudo", pues "lo ya sido
subyuga lo .que está en trance de ser, la acumulación de lo que ha llegado
a ser, cierra el paso totalmente a las categorías del futuro, del frente, del
novum". Lo que lleva a pensar al saber como teoría-praxis, pues sólo en
esa condición "puede hacerse con lo que está en proceso de devenir",
en tanto que una concepción contemplativa "sólo puede referirse per
definitonem a lo que ha llegado a ser".*
La construcción de la relación con la realidad es, por lo tanto, la pro-
blematización de lo sabido y de los modos que hicieron posible haberlos
alcanzado. Esto significa no aceptar de partida ninguna relación con la
realidad según como esté resuelta por alguna teoría. En tanto está dada, se
debe problematizar la base teórica desde la que se teoriza, porque ésta
tiende a identificarse con objetos particulares. Ello quiere decir que se debe
poder abrir a un campo de objetos, que es en lo que consiste la capacidad
de objetivarse.
La determinación histórica del conocimiento y de sus formas de racio-
nalidad supone la capacidad de reconocer la relación de conocimiento
encubierta en la estructura conceptual, ya sea en sus contenidos, o en los
recortes de observación de la realidad.** A este respecto se puede citar a

* En relación con este planteamiento, es pertinente traer a colación el pensa-


miento de Hermann Broch, especialmente el comentario de Hanna Arendt sobre su
teoría del conocimiento. A partir de la discusión en tom•.' de la transformación del
pasado y el futuro "en una coordinación" para así liberarlo "de su caducidad", plan-
tea: "El 'asalto al futuro', peculiaridad del hombre y sólo del hombre, hace de éste un
'trozo del ahora'; algún día, una lógica que traspasará los límites de la aristotélica,
debería estar en condiciones de escrutar y analizar esas 'sugerencias' con las que se
modelará lo nuevo del futuro. 'Una delimitación precisa y formal de estos dominios
proporcionaría, en el supuesto de que se llegue a conseguir algún día, nada más y
nada menos que una exacta teoría de la profecía' o, lo que es igual, pondría en nues-
tras manos el esquema básico de todas las experiencias futuras posibles. Esta 'profecía
lógica' (. .. ) es en sí misma una disciplina totalmente racional, y por ende, lógica, que
nacerá con absoluta naturalidad de la expansión y prnfundización de la investigación
fundamental" (Introducción a poesía e investigación de Hermann Broch. Hanna
Arendt, Barral Editores, Barcelona, 1974, pp. 4 7.A8).
** Este problema podría emparentarse con la preeminencia que da Piagd, en los
desarrollos cognoscitivos, a lus factores de "naturaleza funcional y no estructural",

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84 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

Zeleny cuando afirma que "el marxismo como forma de racionalidad críti-
ca lleva al conocimiento de la caducidad histórica de la concepción marxia-
na de la racionalidad, tal como se expresa en su forma concreta en la crítica
de la economía política burguesa". 70
Lo anterior implica transformar la historicidad del conocimiento en
una modalidad de razonamiento, cuya característica sea la preeminencia de
la exigencia de objetividad. En términos más concretos, significa que la
esencia del descubrimiento de lo real descansa en el reconocimiento de un
contexto problemático en el que puedan determinarse diversos objetos. Por
esto, un razonamiento que no dé por resuelta la relación de conocimiento
no se orienta a la reconstrucción de un objeto particular, sino, más bien, al
trazado de un campo de objetos.

Concepto de realidad como exigencia de objetividad

La conclusión más general a que podemos llegar es que la realidad cumple


la función de una exigencia de objetividad que rompe con cualquier orga-
nización conceptual previamente establecida. El enfoque dialéctico-crítico
fortalece esta función haciéndose eco de una tradición en la historia misma
de la ciencia. Se puede también formular lo dicho como una exigencia de
pensar no con base en atributos, sino en relaciones posibles, que ya se
pueden reconocer en la física a partir de Galileo. Para éste, "el movimiento
es una entidad o un estado tan estable y perdurable como el estado de
reposo". 71 Y como observa Cassirer, desde Galileo y Kepler se plantea que
"frente a la concepción sustancial del universo, surge una concepción nue-
va, basada en el concepto de función", 72 y comienza a disolverse una
concepción de la realidad como estructura acabada, que no es más que la
crisis de una estructura de categorías derivada del sentido común.
Cada vez toman mayor importancia una serie de cambios epistemoló-
gicos referidos a la idea de una reconstrucción que, en la situación de las
ciencias sociales, abre campo para un enriquecimiento de sus categorías
-tales como posibilidad objetiva, inclusividad, apertura, articulación-, que
no tienen precedente en la cientificidad clásica.
Entre estos cambios epistemológicos están los referidos a los criterios
de delimitación cada vez más fluidos. Ello ocurre tanto en el campo del
conocimiento histórico como en las ciencias naturales, como en el caso de

porque son los que están vinculados "a la asimilación de lo nuevo a las precedentes
estructuras, así como a la acomodación de éstas a un nuevo objeto de conódmiento"
(Piaget-García, p. 243); aunque se relaciona de manera más directa con la problemáti-
ca de la apertura, como parte de la historicidad del conocimiento y del razonamiento.
70 Zeleny, op. cit., p. 328.
7 1 Koyré, Estudios de historia del pensamiento científico, p. 49.
72 Cassirer, El problema del conocimiento, t. 1, p. 368.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 85

la microfísica. Si nos referimos al conocimiento propio de estas disciplinas,


mucho más formal que el sujeto a la historicidad, se puede decir que "ante
el pensamiento humano se presentan ahora otros objetos que no sonestabi-
lizables, que no tendrían reposo, ninguna propiedad y por consiguiente
ninguna definición conceptual". 73 El problema que comienza a surgir es
el de un tipo de recorte fundado en un empleo particular de los parámetros
de tiempo y de espacio, que requiere de otros criterios mucho más comple-
jos, donde la idea de relación posible y de potencialidad con tenida cumple
una función epistemológica fundamental. A una mayor complejidad del
objeto se requieren relaciones de conocimiento también más abiertas. Es
así como debemos abordar una complejidad de lo real que necesariamente
tiene su contrapartida en las formas de razonamiento y que ha provocado
una crisis a los modelos de racionalidad científica.
La incorporación por el marxismo de la idea de lo históricamente
determinado previene en contra de cualquier fosilización en los modelos
de racionalidad, como lo recuerda Zeleny al referirse a la "caducidad" del
marxismo como forma concreta de racionalidad. Es esta capacidad para
reconocer la caducidad de una forma, o sea, su temporalidad, lo que
constituye el núcleo de una racionalidad abierta que supone un sujeto cada
vez más autodeterminado. La respuesta de Bachelard a la necesidad de
contrastar la objetividad del conocimiento objetivo, a través de sicoanali-
zarlo, obligando "al hombre a prescindir de las magnitudes comunes(... )
a tomar discursivo aquello que se ofrece en la intuición inmediata", 74 es
todavía más compleja. No se trata exclusivamente de objetivar la relación
de conocimiento mediante la consideración de los mecanismos sicogenéti-
cos, sino objetivarla también a través de la consideración de las mediacio-
nes socioculturales e ideológicas que porta el sujeto.*
Debemos distinguir razón científica y teoría científica. La primera,
como lógica de problematización; la segunda, como construcción de la
respuesta a la problematización, que no obstante, en la generalidad de los
casos, pierde su riqueza por quedar reducida a un objeto particular. En este
marco se puede recuperar la distinción de Kuhn entre ciencia extraordina-

73 Bachelard, "Lógica no-aristotélica", en La filosofía del no, p. 93.


74 Bachelard, La formación del espíritu científico, p. 249.
* La objetividad conseguida mediante el uso de las matemáticas, acorde con la
concepción cartesiana de un "mundo matemático estrictamente uniforme" , en con-
traste con el mundo "multiforme, lleno de colorido y cualitativamente determinado"
(Koyré), reconoce límites cuando nos enfrentamos con una realidad, como la de la
microfísica y la de la historia, donde la cualidad "parece ejercer sus derechos de
revancha". Lo que está claro es que las matemáticas son una forma particular de exi-
gencia de objetivación (otro probablemente es el sicoanálisis aplicado al sujeto que
conoce); pero no hay que dejar de ver aquella necesidad lógico-epistemológica que
subyace permanentemente; nos referimos a la exigencia de apertura crítica hacia lo
real Ésta se impone a través de prácticas o ideologías que el sujeto debe saber proble-
matizar explícitamente.

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86 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

ria (que llamaremos problerr.z.tizadora) y ciencia normal (que llamaremos


de objetos); distinción que refuerza la que hemos hecho entre plantear
problemas y su resolución. Si esta separación se aplica a la realidad, obliga
a que no se confunda el momento de problematizar, que cumple la función
de determinar la base desde la cual se pueden definir opciones de varios
objetos teóricos, y el sustento de la construcción teórica, que corresponde
a la descripción precisa de hechos y leyes en función de un objeto particular.
Descartar en el i.11icio de la investigación al objeto como mecanismo
delimitador de la relación con la realidad, significa trascender la lógica de
objetos con propiedades en una construcción racional que, en base a una
posibilidad necesaria, se orienta hacia la especificación, la cual supone el
rompimiento de parámetros, en tanto recortes que distorsionan a la objeti-
vidad de la realidad; y este rompimiento se alcanza en la medida en que se
razone con base en inclusividades crecientes de niveles de realidad, que
contribuyan a especificar al problema que interesa investigar.
La liberación de los objetos de los parámetros se alcanza por la sustitu-
ción de éstos en virtud de la exigencia de especificación creciente del pro-
blema; lo que significa que nos encontramos con una lógica del objeto no-
particular que es la que corresponde con el proceso reconstructor de la
realidad, cuyo primer paso es, justamente, la construcción del objeto.
"Sería negar la misión más genuina de la razón científica creadora tratar de
poner coto a la facultad de extender, a zonas cada vez más amplias del ser
empírico efectivo, un concepto puro y abstracto." 75 En nuestros términos,
lo dicho se traduce en la idea de la inclusión de niveles de la realidad, que
cumple la función de articulación, y, por lo mismo, de especificación del
contenido histórico del concepto.
El razonamiento de romper con los parámetros y la no sujeción a obje-
tos predeterminados, aparece implícitamente asociado con la idea de infi-
nito, como en el caso de las famosas discusiones relacionadas con la prueba
de Dios.* Lo ilimitado no determinado ueviene el ángulo de razonamiento
que rompe con las determinaciones del razonamiento a partir de conteni-
dos. Lo inacabado, siendo una potencialidad todavía sin forma, cumple la
función de una exigencia crítica necesaria para descubrir lo no dado desde
lo indeterminado, en lugar de hacerlo desde sus contenidos-límites. La
inclusividad lógica como premisa de pensamiento, mediante la cual la reali-
dad se amplía con base en una relación de inclusión necesaria, no puede
confundirse con una relación de determinación teórica.
La idea de infinito remite a la inclusión, y ésta a la necesidad ("la infini-
tud significa o implica ser, e incluso ser necesario", según Descartes) y, como
ha sostenido Cassirer pensando en la ciencia moderna, se ha transformado

Cassirer, El problema del conocimiento, t. I, p. 351.


75
* Para
Nicolás de Cusa el infinito es lo ilimitado pero posible siempre de ser
articulado.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 87

en el criterio "que determina el sentido y el cohtenido del concepto de


naturaleza". La inclusividad, concebida como necesaria, es la apertura-críti·
ca que niega toda función a los límites conformadores de contenidos, que,
en el mejor de los casos, constituyen lo que Bloch denomina esos "puntos
de apoyo, considerados como puntos de detención, (en lo que) hay un
devenir que se capta", ya que "ningún punto de apoyo presenta un carác-
ter de fijeza". 76

Rompimiento de los límites de lo dado

El rompimiento de los límites es lo propio de la razón crítica, no de la


teoría. Ontológicamente, lo expresado se relaciona con el planteamiento de
"una ontología del todavía no, principalmente en el materialismo históri-
co. Ontología ( ... ) basada en el todavía no consciente del sujeto, en el
todavía no devenido del objeto". 77 Esta posición conduce al concepto de
una- conciencia de lo no devenido que requiere de una forma de organiza-
ción racional que no puede reducirse a las formas teóricas de lo adecuado
(o correspondiente) con lo real; sino a una modalidad racional abierta a lo
no devenido pero necesario.
Lo no devenido está comprendido como potencialidad de lo dado, en
tanto objeto del pensamiento y /o de la acción. Desde esta perspectiva, las
formas de organización de aquél no están detemlinadas por la necesidad de
adecuación, sino por la función de construir observables capaces de dar
cuenta de las opciones objetivamente posibles, ya sea para teorizar o para
actuar.
En la medida que nos confrontamos con una realidad que se puede
caracterizar como un "poder devenir incluso", o como un "no ser todavía
concluso'', requerimos de una forma de razonamiento capaz de dar cuenta
de esta exigencia de objetividad, como "ser movible, modificable y que se
modifica", que rompe con cualquier concepto "angosto y rígido" de reali-
dad, que ha penetrado al mismo marxismo. Una forma de razonamiento
nueva que sea congruente con este concepto de realidad, ya que "no basta
con hablar de proceso dialéctico y tratar luego la historia como una serie
de datos sucesivos o totalidades conclusas". 78
En general, la lógica de investigación se ha basado en un concepto de
razón crítica que permita salvar la noción de progreso científico (Popper,
Lakatos, y, desde otras perspectivas, Kuhn, para citar algunos autores).
Sin embargo, lo que se necesita es transformar la crítica en el núcleo de

76 Ernest Bloch, La noción de estructura y génesis, t. I, Nueva Visión, Buenos


Aires, 1975, p. 44.
7 7 Bloch, El principio esperanza, parte segunda, cap. XVIII.
78 Bloch, idem.

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88 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

una metodología dinámica, capaz de captar la realidad heterogénea en sus


recortes tiempo-espaciales y en constante movimiento, aunque éste muchas
veces permanezca oculto.

Construcción y legalidad

Hemos procurado desarrollar algunas proposiciones sobre el movimiento y


sobre la necesidad de desarrollar la capacidad de apertura crítica de la
racionalidad. Empero, todavía no hemos puesto suficiente atención en las
implicaciones que tiene reconocer que la realidad social reviste un carácter
doble, si seguimos la distinción hecha por Zeleny, con motivo de El Capi-
tal, entre "objetualidad (realidad) cuya existencia no está mediada por la
actividad del hombre" y la "objetualidad producida por el hombre". 79
Esta distinción debe ocupar nuestra atención, ya que es el fundamento que
permite relacionar el movimiento con la praxis social, considerada como un
momento de la apropiación de la realidad que plantea su propio recorte
espacio-temporal: el presente.
Detrás de la relación entre razón y realidad en el caso del conocimien-
to social, subyace la relación entre conocimiento y presente, en razón de
ser éste el recorte en que opera la racionalidad cognitiva de la realidad
histórico-política. Con la formulación de las Tesis 1bre Feuerbach se ha
0

marcado un paso desde el conocimiento considerativo-contemplativo del


pasado, hacia un tipo de conocimiento que, por lo mismo que está vincu-
lado con la praxis, es activo y referido al presente como el momento de
la praxis.
La Tesis 2 dice:

La cuestión de si al pensamiento humano le corresponde verdad obje-


tiva no es una cuestión de teoría, sino una cuestión p.·áctica (. .. ). La
polémica acerca de la realidad o no realidad de un pensamiento que se
aísla de la praxis es una polémica puramente escolástica.

En relación con las implicaciones de esta afirmación, concordamos


con la afirmación de Bloch de que "el pensamiento adecuado y la acción
de lo adecuado de hacerse es, así, por fin, uno y lo mismo. La actividad
( . .. ) se halla implícita aquí desde un principio y surge, al final, de nuevo,
como conclusión verdadera";80 por lo tanto carece de sentido cualquier
"prueba plena de una verdad desde sí misma en tanto que meramente
teórica ( ... ). No hay ninguna plena prueba posible teórica inmanente",
con lo que se rompe, en consecuencia, con la idea de ''una inmanencia

79 Zeleny, op. cit., p. 307.


so Bloch, op. cit., p. 264.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 89

cerrada del pensamiento (incluido el pensamiento materialista mecánico").


Lo anterior tiene una enorme significación toda vez que "este internado
contemplativo ha sido ( ... ) el ámbito de todos los conceptos de verdad". 81
Pero, lo verdaderamente relevante no está exclusivamente en lo que se
refiere al concepto de verdad y prueba, sino en lo que llamaremos transfor-
mación del eje del conocimiento. Es lo que Bloch ha llamado punto arqui-
médico: el saber deja de estar referido a lo pasado para volcarse "a lo por
venir". Este planteamiento se ve reforzado en la Tesis 4 cuando, a propósi-
to de ella, comenta: "el viejo mundo había de ser sacado de quicio y el
nuevo había de ser elevado a su quicio, el punto arquimédico es la base
terrena de hoy"; base que, en palabras de Marx, ha de ser entendida, en
primer lugar, en su contradicción y ha de ser, después, revolucionada prác-
ticamente por la eliminación de la contradicción" .82 De esta manera entra-
mos a una nueva fase en el desarrollo de la teoría del conocimiento donde
"el presente domina, junto con el horizonte en él, un horizonte que es el
del futuro", saliendo al paso a ese "conjuro de este antiquarium contem-
plativo".
De esta manera, en razón del recorte de presente quedamos situados
en el interior de una historia "no conclusa", abierta, susceptible de ser
potenciada en su misma objetividad de la que son parte las prácticas socia-
les, con su capacidad de imprimir direccionalidad a los procesos sociales.
Entramos a la historia como presente que sintetiza lo dado y el dándose; el
presente como momento de la práctica, y que permite rescatar la esencia
política del conocimiento. Así es como el presente, en tanto campo de
activación de lo real a través de las prácticas, se constituye en una poten-
cialidad de objetos posibles de construirse.
Lo expresado es un modo de apropiación de la historia que se desen-
vuelve en dos planos: el del conocimiento, a través de una mediación racio-
nal que objetiva a la historia en estructuras que determinan su propia
referencia en la realidad; y el de la praxis, a través de la sucesión de contin-
gencias que lleva a una exaltación del momento sobre cualquier estructura.
En el discurso teórico, el dándose, como siendo lo objetivo, es eliminado
para reducirse a una hipótesis; mientras que, en la práctica, el dándose es la
"eliminación de la contradicción" mediante lo cual es revolucionada "la
base terrena de hoy" y, con ello, se eleva el nuevo mundo a su quicio.
El presente, al sintetizar lo dado y lo dándose como objetos particula-
res de captación racional, exige una organización que resuelva, en el plano
del razonamiento, la apertura hacia esta realidad mutable, aparentemente
estática, y sujeta a movimientos engañosos. En esta perspectiva se debe
concebir una estructura cognitiva capaz de adecuarse a la clase de objetos
constituidos por la relación dado-dándose. Por conjugar a lo determinado y

81 Bloch, op. cit., p. 264.


82 Bloch, op. cit., p. 278.

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90 USO CRÍTICO DE LA TEORÍA

a lo indeterminado, a lo devenido y deviniendo, es la totalidad que median-


te su capacidad reconstructora de la situación concreta-real puede dar
cuenta de esta relación. De acuerdo con su lógica, conduce a determinar la
especificidad mediante el procedimi· 1to de incluir niveles de la realidad
empírica, lo que, por otra parte, permite dar cuenta del dándose de lo
dado en tanto recorte empírico determinado.
La idea de presente como campo de objetos posibles de construirse se
asocia con el planteamiento de una realidad "moldeable' , producto de la
praxis de los hombres. Por eso, el presente al ser, por una parte, una articu-
lación de procesos específicos, no se limita al contenido particular de éstos,
sino que se añade el de praxis social constructora que se concreta en una
cierta direccionalidad. Por lo mismo que esta práctica sirve para activar al
presente como articulación dada, queda la jerarquización entre niveles
subordinada a la reconstrucción de la situación concreta, la cual cumple la
función de determinar lo que es objetivamente posible de hacerse.
La posibilidad de construcción representa por una parte, una modalidad
de apropiación de la historia,* y de otra, su transformabilidad** por una
praxis objetiva.*** Por lo mismo, el concepto de construcción no puede
ser confundido con la noción de acción del pragmatismo.
La construcción nos enfrenta con dos planos de la realidad: uno, que
es objeto de construcción con base en determinados proyectos de sujetos
sociales, que no requieren estar encuadrados en ninguna estructura teorica,
otro, propio del conocimiento científico académico, sometido a una obje-
tividad regida por ciertas regularidades, y que, por supuesto, requiere, en el
plano gnoseológico, de determinadas estructuras teóricas.
Nos interesa develar aunque sólo sea someramente, las implicaciones
epistemológicas de la construcción con base en proyectos de sujetos sociales
que es la que entendemos como propia del conocimiento histórico-políti-
co. La más importante de estas implicaciones epistemológicas tiene que ver
con la objetividad concebida como posibilidad objetiva, que significa pen-
sar con base en una constructibilidad que incorpora la historia como futuro
posible. Desde esta perspectiva el concepto usual de estructura teórica se
corresponde con el concepto de objetividad real no sujeta a legalidad algu-
na. Ello plantea la problemática de las relaciones que se pueden establecer
entre legalidad y posibilidad objetiva; la cual podría tener una respuesta
tentativa en los siguientes términos: mientras que las estructuras teóricas
propias de una objetividad sometida a una legalidad "explican"; las propias
de la construcción cumplen la función de "aprehender" situaciones para el
reconocimiento de alternativas teóricas o de acción.
En la construcción no hay determinaciones, sino sólo una determina-

• Tesis 1 sobre Feuerbach.


••Tesis 2.
•••Tesis 1y4.

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TOTALIDAD Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA 91

bilidad en función del proyecto del sujeto social y de sus prácticas, lo que
contrasta con las legalidades o regularidades que implican una secuencia
necesaria en el orden de las determinaciones reales. En el marco de la
construcción el proyecto constituye la historia como futuro, por lo que la
determinación asume la modalidad de una opción particular que delimita.
El contenido de esta opción particular es función del previo reconocimien-
to de un campo más amplio de opciones; de ahí que el reconocimiento de
este campo sea función de una conciencia crítico-social, que permanece
abierta a las potencialidades de la realidad.
Desde esta perspectiva es posible apreciar que la objetividad real es
una conjugación entre lo indeterminado (que cumple la función de lo
inclusivo) y lo determinable (que es lo incluido). Y no es, por consiguiente,
la articulación indeterminación-determinación que necesariamente debe
apoyarse en un modelo teórico que pueda dar cuenta del límite de lo deter-
minado. En consecuencia, el límite fijado por lo "teórico formal" es rem-
plazado por el punto de articulación abierto a inclusiones crecientes, según
sea la capacidad para activar la articulación, de manera que se la transforme
en una articulación más compleja; por lo mismo, en base para una visión de
la realidad con mayor amplitud de alternativas, en razón de constituir un
reflejo más rico de la realidad objetiva.
Nos situamos frente ,. la necesidad de una ampliación de los límites de
la racionalidad. Feyerabend sostiene (en relación a Kuhn), que el problema
"no es si hay límites para nuestra razón; la pregunta es dónde están situa-
dos esos límites". 83 Pero el término "límite" es equívoco, ya que hace
pensar en una separación de la realidad: lo racional y lo irracional, cuando
sólo hay diferencias en los mecanismos de apropiación y de explicación.
Puede variar la naturaleza de los mecanismos de apropiación racional sin
que dejen de serlo.
De esta manera avanzamos hacia una racionalidad ampliada en sus
modos de operar. Sostenemos que puede haber un concepto de racionali-
dad que sería lo posible de "ser falseado", que, por lo tanto, se identifica
con la teoría; aunque también simultáneamente cabe entender a la racio-
nalidad científica como lo determinable, que cumple la función de organi-
zar la realidad indeterminada, identificándose, más que con una teoría
falseable, con una forma de construir objetos a través de los cuales tenga
lugar la apropiación de la realidad.
En suma, pensamos en una progresiva complejidad del concepto de
apropiación de lo real. Rechazamos considerar que porque "todas las
metodologías pueden ser falseadas", como sostiene Lakatos, se pueda
llegar a la conclusión de Feyerabend de que "no existe esa cosa llamada

83 Feyerabend, op. cit., p. 369.

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92 'JSO CRÍTICO DE LA TEORÍA

racionalidad científica". 84 Esta racionalidad ampliada evita quedarse en el


marco de la prueba en sus diferentes modalidades Gustificacionismo, con-
vencionalismo, falsacionismo ), rompiendo con un esquema de racionalidad
científica cimentada en la exigencia de prueba. Estamos interesados en
rescatar un esquema racional que ponga el énfasis en la construcción de la
relación de conocimiento, como el campo determinado por articulaciones
necesarias en el cual se puedan defmir teorías alternativas.

84 Imre Lakatos, "La historia de la ciencia y sus reconstrucciones", en La críti-


ca y el aesarrollo del conocimiento (lmre Lakatos y Alan Musgrave, editores), Grijal-
bo, Barcelona, 1975, p. 484.

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