Califato de Córdoba
Califato de Córdoba
Califato de Córdoba
Durante los primeros años del Califato, la alianza del rey leonés Ramiro II con Navarra y
el conde Fernán González ocasionaron el desastre del ejército califal en la batalla de
Simancas. Pero a la muerte de Ramiro II, Córdoba pudo desarrollar una política de
intervención y arbitraje en las querellas internas de leoneses, castellanos y navarros,
enviando frecuentemente contingentes armados para hostigar a los reinos cristianos. La
influencia del Califato sobre los reinos cristianos del norte llegó a ser tal que entre 951 y
961, los reinos de León, Navarra y Castilla y el condado de Barcelona le rendían tributo.
Las relaciones diplomáticas fueron intensas. A Córdoba llegaron embajadores del conde
de Barcelona Borrell, de Sancho Garcés II de Navarra, de Elvira Ramírez de León, de García
Fernández de Castilla y el conde Fernando Ansúrez entre otros. Estas relaciones no
estuvieron faltas de enfrentamiéntos bélicos, como el cerco de Gormaz de 975, donde
un ejército de cristianos se enfrentó al general Galib.
Eventos importantes fueron la ocupación de Melilla, Tánger y Ceuta, punto desde el cual
se podía evitar el desembarco fatimí en la península. Tras la toma de Melilla en 927, a
mediados del siglo X los Omeyas controlaron el triángulo formado por Argel, Siyilmasa y
el océano Atlántico y promovieron revueltas que llegaron a poner en peligro la estabilidad
de califato fatimí.
Sin embargo, la situación cambió tras el ascenso de al-Muizz al Califato fatimí. Almería
fue saqueada y los territorios africanos bajo autoridad omeya pasaron a ser controlados
por los fatimíes, reteniendo los cordobeses sólo Tánger y Ceuta. La entrega del gobierno
de Ifriqiya a Ibn Manad provocó el enfrentamiento directo que se había intentado evitar
anteriormente, si bien Ya’far ibn Ali al-Andalusi logró detener al zirí Ibn Manad.
En el 972 estalló una nueva guerra en el norte de África, provocada en esta ocasión por
Ibn Guennun, señor de Arcila, que fue vencido por el general Galib.
POLÍTICA EN EL MEDITERRÁNEO
POLÍTICA INTERIOR
Para realzar su dignidad y a imitación de otros califas anteriores, Abderramán III edificó
su propia ciudad palatina: Medina Azahara. Esta etapa de la presencia islámica en la
península Ibérica de mayor esplendor, aunque de corta duración pues en la práctica
terminó en el 1009 con la fitna o guerra civil que se desencadenó por el trono entre los
partidarios del último califa legítimo, Hisham II, y los sucesores de su primer ministro o
hayib Almanzor.
LA FITNA
La fitna comenzó en 1009 con un golpe de Estado que supuso el asesinato de Abderramán
Sanchuelo, hijo de Almanzor, la deposición de Hisham II y el ascenso al poder de
Muhammad ibn Hisham ibn Abd al-Yabbar, bisnieto de Abderramán III. En el trasfondo se
hallaban también problemas como la agobiante presión fiscal necesaria para financiar el
coste de los esfuerzos bélicos.
A lo largo del conflicto, los diversos contendientes llamaron en su ayuda a los reinos
cristianos. Córdoba y sus arrabales fueron saqueados repetidas veces, y sus
monumentos, entre ellos el Alcázar y Medina Azahara, destruidos. La capital llegó a
trasladarse temporalmente a Málaga. En poco más de veinte años se sucedieron 10
califas distintos (entre ellos Hisham II restaurado), pertenecientes tres de ellos a una
dinastía distinta de la omeya, la hammudí.
La caída del Califato supuso para Córdoba la pérdida definitiva de la hegemonía de al-
Ándalus y su ruina como metrópoli.
ECONOMÍA Y POBLACIÓN
Otras ciudades importantes fueron Toledo (37.000), Almería (27.000), Zaragoza (17.000)
y Valencia (15.000).
CULTURA
El califa omeya fue también un gran impulsor de la cultura: dotó a Córdoba con cerca de
setenta bibliotecas, fundó una universidad, una escuela de medicina y otra de traductores
del griego y del hebreo al árabe. Hizo ampliar la Mezquita de Córdoba, reconstruyendo
el alminar, y ordenó construir la extraordinaria ciudad palatina de Madinat al-Zahra, de
la que hizo su residencia hasta su muerte.
Los aspectos de desarrollo cultural no son menos relevantes tras la llegada al poder del
califa Alhakén II a quien se atribuye la fundación de una biblioteca que habría alcanzado
los 400.000 volúmenes. Quizás ello provocó la asunción de postulados de la filosofía
clásica -tanto griega como latina- por parte de intelectuales de la época como fueron Ibn
Masarra, Ibn Tufail, Averroes y el judío Maimónides, aunque los pensadores destacaron,
sobre todo, en medicina, matemáticas y astronomía.
Lcda. Karina Orellana
Alexander Altamirano
A partir de ahí, la savia elaborada es llevada para todas las partes de la planta, y no
solamente en las hojas, como en el caso de savia bruta. Hay un tejido conductor
altamente especializado para cada tipo de savia.
El tejido conductor está compuesto por los diferentes tipos de células, pero en la mayoría
de las partes son los que se originan de las mismas células que a diferencia de
los animales, cualquiera de las plantas por más antiguo que sea puede poseer
localizadores en sitios bien determinados por los grupos de las células en estados juvenil
con la capacidad para poderse dividir el xilema y el floema físicamente en todas las
plantas.
El xilema, también llamado leño, se encarga del transporte y reparto de agua y sales
minerales, provenientes fundamentalmente de la raíz, al resto de la planta. También
transporta otros nutrientes y moléculas señalizadores. Es el principal elemento
de soporte mecánico de las plantas, sobre todo en aquellas con crecimiento
secundario. La madera es básicamente xilema.
b) las traqueidas;
d) las células de sostén que son las fibras de esclerénquima y las esclereidas.
Los elementos conductores o traqueales (tipos a y b) son células con una pared celular
secundaria gruesa, dura y lignificada, con un contenido citoplasmático que se elimina
tras su diferenciación. Los engrosamientos de la pared celular que pueden ser anulares,
helicoidales, reticulados o punteados.
Los elementos de los vasos (a) son células de mayor diámetro y más achatadas que las
traqueidas. Se unen longitudinalmente unas a otras para formar tubos llamados vasos.
Es el principal tipo celular conductor del xilema en las angiospermas
Las traqueidas (b) son el segundo elemento conductor que aparece en las plantas
vasculares. Son células alargadas, estrechas y fusiformes. En general su capacidad para
conducir agua es menor que la de los elementos de los vasos. Tienen paredes celulares
más gruesas y un menor volumen interno para la conducción que los elementos de los
vasos.
Las células parenquimáticas (c) se organizan en los tejidos conductores de dos maneras:
radialmente o axialmente. Las radiales forman filas o radios perpendiculares a la
superficie del órgano, mientras que las axiales se distribuyen en grupos o tiras
longitudinales entre las células del xilema y del floema. Las células parenquimáticas
tienen múltiples funciones entre las que se encuentran servir de almacén de
carbohidratos como el almidón, de reserva de agua, almacén de nitrógeno, hacer de
comunicación entre xilema y floema, etcétera.
Esquema donde se representan los principales tipos celulares del xilema primario de una
angiosperma.
FLOEMA
El floema, llamado líber o tejido criboso, es un tejido de conducción formado por células
vivas. Su principal misión es transportar y repartir por todo el cuerpo de la planta las
sustancias carbonadas producidas durante la fotosíntesis, o aquellas movilizadas desde
los lugares de almacenamiento, y otras moléculas como hormonas.
El floema está formado por más tipos celulares que el xilema. Los elementos
conductores son los tubos o elementos cribosos y las células cribosas. Ambos tipos
celulares son células vivas, aunque sin núcleo, y tienen la pared primaria engrosada con
depósitos de calosa. Dentro de los elementos no conductores se encuentran las
células parenquimáticas, siendo las más abundantes las denominadas células
acompañantes. También se pueden encontrar células de soporte asociadas al floema,
entre las que se encuentran las fibras de esclerénquima y las esclereidas.
Los tubos cribosos son típicos de las angiospermas. Son células individuales achatadas
que se disponen en filas longitudinales y que se comunican entre sí mediante placas
cribosas, localizadas en sus paredes terminales, y áreas cribosas en sus paredes
laterales.
Las células cribosas son típicas de gimnospermas y pteridófitas. Son células largas y de
extremos puntiagudos. Constituyen el único elemento conductor del floema presente
en gimnospermas y pteridófitas. Las células parenquimáticas funcionan como lugares
de reserva de las sustancias transportadas por el propio floema. Las fibras de
esclerénquima y las esclereidas se encuentran asociadas al floema con una función de
protección y soporte.
Esquema donde se representan los principales tipos celulares del floema de una
angiosperma.
El floema primario es el primer tipo de floema que aparece en los órganos en desarrollo,
aparece primero como protofloema y más tarde como metafloema. El protofloema es
el primer floema que aparece y se forma a partir del procámbium.
El floema secundario se forma a partir del cámbium vascular en plantas con crecimiento
secundario. Los elementos conductores están muy desarrollados, así como las células
acompañantes, y aparecen tanto el parénquima axial como el radiomedular. Las células
del floema secundario no depositan pared secundaria y son células vivas. En los árboles
en crecimiento hay muy poco floema secundario activo implicado en la conducción de
nutrientes.