Al à Ndalus

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TEMA 2: AL-ÁNDALUS | HISTORIA

1. Introducción
Durante más de quinientos años, el islam tuvo una presencia hegemónica en la Península que
se alargó dos siglos y medio más con el reino nazarí de Granada. La historia de los pueblos
hispánicos va a quedar marcada por esta profundísima huella islámica en la que vamos a ver
periodos de intransigencia y afirmación religiosa, convivencia pacífica entre culturas,
importante desarrollo de la ciencia hispano-musulmana y la península medieval que se
convierte entre la Europa cristiana y el mundo musulmán.

2. Desarrollo
La conquista y el Emirato dependiente (711-756)
En el 711 el reino visigodo de Toledo se encontraba atravesando una crisis. Esta situación va a
ser aprovechada por Tariq, lugarteniente de Muza, que derrotará al último rey visigodo
Rodrigo en la batalla del río Guadalete.
Entre 711 y 715 se produce el sometimiento y conquista de la mayor parte de la península.
Este proceso fue breve porque los musulmanes no pretendían ocupar todo el territorio sino
controlar los puntos clave. Sus tropas eran poco numerosas y estaban formadas por árabes y
bereberes recién islamizados. Además, llegaron a acuerdos con la población local:
- Muchos hispano-romanos se convirtieron al islam (muladíes) por las ventajas fiscales
que por ello obtenían.
- La mayoría de ciudades se rinden a través de pactos como el de Tudmir. Se respetaban
las autoridades, las prácticas religiosas y la mayor parte de sus propiedades a cambio
de impuestos especiales.
En el año 722 tuvo lugar la derrota de Covadonga a manos del caudillo visigodo Pelayo. La
actuación se detuvo en la cornisa cantábrica, actuando el valle del Duero como tierra de nadie.
En el año 732 los musulmanes van a ser derrotados en la batalla de Poitiers (Francia) a manos
de Carlos Martel. La expansión también se limita en este lugar.
Entre 711 y 756, Al-Ándalus estuvo gobernado por un valí (gobernador dependiente del califa
de Damasco). El territorio se dividió en provincias y se estableció la capital en Córdoba.
Este periodo se caracteriza por conflictos internos entre árabes, sirios y bereberes ya que los
árabes y sirios tenían las mejores tierras, dejando a los bereberes con las tierras menos fértiles.

Emirato independiente (756-929)


Abderramán I huye de la matanza decretada por los Abasidas hacia los Omeya y en 756, con el
apoyo de parte de la población, se proclama Emir, creando así el Emirato independiente.
Este periodo se caracteriza por las luchas entre árabes y bereberes, las revueltas de muladíes y
mozárabes y las tensiones con los cristianos.
Para organizar este nuevo Emirato independiente, Abderramán I copia el califato abasida de
Bagdad (nueva capital, antes situada en Damasco): el Emir tiene el poder absoluto y crea una
corte con una administración del Estado encabezada por los visires (ministros) y el hachib
(primer ministro).
Con Abderramán II (822-852) el Emirato vive su mayor época de esplendor. Se crean nuevas
ciudades como Murcia, se construye una armada que repelió los ataques vikingos, se
intensifica la actividad comercial y se consolidan las relaciones artísticas e intelectuales con
otros reinos islámicos.
Con la muerte de Abderramán II se desató una crisis económica y una mayor actividad de los
reinos cristianos en el norte que va a desembocar en una profunda crisis política que durará 60
años.
Los mozárabes se vieron influidos por la cultura del islam oriental y esto llevó a muchos de sus
jefes a buscar el martirio para remover sus conciencias cristianas. Se produce la ejecución de
algunos mozárabes, que provoca que estos huyan a los reinos cristianos.

El califato de Córdoba (929-1031)


Cuando Abd al-Rahman III sube al poder en 912 buena parte de Al-ándalus se encontraba en
rebelión contra el gobierno de Córdoba. Tras varios años de lucha consiguió sofocar todos los
focos: Bobastro, Mérida, Badajoz, Toledo y Zaragoza.
Después de ocuparse de esto empezará a expandirse hacia otros lugares. En el año 931 las
tropas omeyas conquistarán Ceuta y Melilla. En el 937, va a sufrir una derrota importante en
Simancas, durante su lucha con los cristianos. Posteriormente, tendrá tal éxito en sus
campañas que los reinos cristianos del norte se van a someter a sus fronteras e incluso le van a
pagar un tributo a cambio de que Abd al-Rahman renuncie a saquearles constantemente.
En el año 929 se autoproclama califa. Abd al-Rahman III se rodeó de un estricto protocolo y
actuó como un auténtico autócrata, revestido de símbolos del poder político y religioso y con
una administración reforzada:
- Controló de cerca a los visires y gobernadores de las ciudades y aumentó el dominio de los
árabes en todos los cargos políticos y administrativos.
- Le dio el dominio del ejército a los bereberes y a los eslavos, esclavos cristianos convertidos al
islam.
- Se acuñó gran cantidad de dinares de oro y se construyó la espléndida Medina al-Zahra.
Esa prosperidad se prolongará durante el reinado de su hijo al-Hakam II (961-976), en el que el
esplendor cultural de Córdoba alcanza su punto álgido. El califa reúne una gran biblioteca y
atrae a la ciudad a los mejores escritores y juristas de su época.
Le sucede su hijo Hixam II (976-1013), que estuvo dominado por la figura de su visir al-Mansur.
La faceta más importante del reinado de al-Mansur fue la militar porque realizó 55 campañas
contra los cristianos. Estas campañas se dirigían a mantener su prestigio y conseguir botín para
que sus tropas estuvieran contentas.
Cuando al-Mansur falleció en el año 1002, el califato entró en una profunda crisis. Cada ciudad
y territorio va a ir desgajándose y el estado cordobés se descompuso en una treintena de
unidades políticas. Finalmente, una asamblea de nobles reunida en Córdoba declaró
extinguido el califato en 1031.

Reinos de taifas e imperios norteafricanos (1031-1246)


Al-Ándalus quedó rota en unos 20 reinos de taifas, siendo los más poderosos Zaragoza, Toledo
y Sevilla. Los reyes cristianos aprovechan la debilidad de las taifas para exigir parias, tributos a
cambio de protección. Estos pagos dan lugar a nuevos impuestos en Al-Ándalus y a un
comercio muy rico y activo.
En 1085 cae la taifa de Toledo en manos de Alfonso VI de Castilla y León. El resto de taifas se
ven amenazadas y buscan ayudan ayuda de los almorávides, movimiento de renovación
religiosa del islam que había creado un estado importante con capital en Marrakech.
La llamada de los musulmanes andalusíes fue la excusa que los almorávides utilizaron para
desembarcar en la península y eliminar los reinos de taifas. Se construyó el Imperio
almorávide, pero este duró muy pocos años debido a la corrupción, el aumento de impuestos,
el avance cristiano y los almohades.
Los almohades logran reunificar Al-Ándalus tras el segundo periodo de taifas y mantienen esta
unidad hasta la derrota de los cristianos en Alarcos, en el año 1195.
En el año 1212, los cristianos forman una cruzada promulgada por el papa y derrotan a los
almohades en la batalla de las Navas de Tolosa. A partir de esa batalla el imperio almohade se
va a ir descomponiendo, arrastrado por una crisis interna y por la ofensiva de los reinos
cristianos que en apenas cincuenta años redujeron el territorio islámico de la península a
menos de su sexta parte. Castilla conquista el valle del Guadalquivir y Jaime I el Conquistador
se hace con Valencia y Baleares.

El reino nazarí de Granada (1246-1492)


Ante la ofensiva cristiana del siglo XIII, sólo sobrevive Muhammad I (nazaríes). Fernando III le
admite como vasallo y acepta su soberanía en el reino de Granada.
El reino de Granada va sobrevivir tantos años porque va a tener una eficaz gestión interna del
territorio. Fue muy poblado debido a los refugiados del norte que va a ir recibiendo y el más
islámico hasta el momento.
El periodo de máximo esplendor se produce en el siglo XIV, con los reinados de Yusuf I,
Muhammad V y la construcción de la Alhambra. Después el reino se va a devenir en una crisis
política por cuestiones sucesorias que sumada a la alianza de coronas de Castilla y Aragón,
acaba en 1492 con la conquista de los Reyes Católicos y la rendición de Boabdil.

3. Conclusión
La presencia islámica en la península Ibérica conformó la etapa de mayor apogeo cultural,
económico y artístico del territorio. Supuso una impronta en nuestra cultura manifiestamente
perceptible en nuestros días, desde el idioma al patrimonio cultural, pasando por las técnicas
de cultivo o la gastronomía.

Esta época de esplendor planteó a menudo un modelo de desarrollo difícilmente comparable


con los reinos cristianos próximos a la península Ibérica y generó una dinámica belicosa en sus
relaciones con los reinos cristianos peninsulares.

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