No Pasa Nada Cuento

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

No pasa nada (Una llamada desesperada)

Por Dekósimo

Era el final de un mal día, la primavera había iniciado puntual y trajo un ánimo agrio de sudor

y molestia. Todo había transcurrido entre malentendidos con Aurora y recibos de cuentas por

pagar. Estaba pensando en esto y en otras cosas menos importantes mientras trataba de

escribir un e-mail. Fue entonces cuando recibí la llamada de Lalo cerca de la medianoche.

__¿Estás ocupado? __la pregunta sonó más como una afirmación__. Me habías dicho que

por las noches no tienes mucho que hacer. Te llamo desde un teléfono público cerca de mi

casa para decirte que ya no aguanto más y que me voy a matar.

El sonido de una ambulancia nos mantuvo por un momento sin decir nada. Luego, nos

quedamos en silencio para escuchar la noche: una mujer que reía a carcajadas, el estridente

batir de las alas de los grillos y el motor de un auto que atravesaba la ciudad a toda velocidad.

__¿Estás drogado?__ le pregunté.

Enseguida Lalo comenzó a gritar.

__¡Escúchame bien! ¡Estoy aquí de pie en una caseta telefónica llamándote a medianoche, y

me parece que las luces de Coatza brillan más que otras noches! ¿Son todas las noches tan

luminosas aquí? Y sí, estoy drogado, legalmente drogado por si alguien está escuchando esta

conversación.

Breve silencio. Luego, la sirena de un barco entrando al río.

__Oye Lalo, no tengo ganas de hablar con nadie ahora, no me siento bien.
__Bueno __me dijo__. Entonces te voy a cantar algo.

Y comenzó a tararear unas estrofas de “When the music is over” de los Doors. Esperé a que

se callara:

__Por qué no regresas a tu casa e intentas escribir un cuento que inicie con ésta

conversación__ me apresuré a decir.

__No sé si pueda, antes de salir me tomé una de esas pastillas que me ponen todo raro y

siento que la ciudad pues… me está dando en la madre.

__¿Eso lo escribiste hoy?

__No, se me acaba de ocurrir. Pero en serio, a veces pienso, que si estuviera en otro sitio, las

cosas pues… irían mejor, aquí todo se me está complicando. Y esas voces… arghh, esas

malditas voces.

__¿Qué pasó con tu plan de regresar a Juchitán?

__Todo iba bien hasta que se fue al carajo. Lo que pasa es que dudo, siempre estoy dudando.

A Lalo lo conocía desde hace más o menos un año y hablábamos regularmente. Las charlas

más largas las teníamos por Internet o por teléfono, cuando nos veíamos en persona nos

limitábamos a decir dos o tres cosas, nada trascendente. Lalo estaba saliendo de una racha de

mala suerte que incluía pasar unos meses en la cárcel por escribir un grafiti anarquista en el

malecón. Y ahora estaba ahí al teléfono, gritando.

__¿Escuchaste todo lo que te dije? __chilló en la bocina y masculló algo que no comprendí.

__Claro que te escuché. A mí también me asedian las dudas.


__No, no has escuchado nada de lo que te dije. Siempre haces lo mismo, finges escuchar a

las personas. Eres un farsante.

__Te dije que yo también tengo dudas. Vivo en la confusión permanente.

...

__¡Qué pendejadas estás diciendo! Te hablo a mitad de la noche porque no tengo a nadie más

a quien llamar. No puedo hablarle a Lulú a su trabajo, si le cuento estas cosas se preocupa

mucho y su jefa la regaña.

__¿Contarle qué?

__¡Con una chingada, no escuchaste nada de lo que te dije?

De nuevo, una pausa.

__Te dije que vine para hablar contigo después de ir a comprar cigarros. Estaba formado en

la fila para pagar unos Marlboro y un cartón de leche, cuando vi que se estacionó una Lobo

negra de donde bajaron cuatro güeyes. Primero hacían como que esperaban a alguien

recargados en la camioneta, ya me tocaba pagar cuando entraron como si fueran a comprar

algo, ahí fue donde me di cuenta, no estaban esperando a nadie, me estaban siguiendo. Uno

de ellos se me acercó mucho que hasta pude sentir su aliento apestoso. Entonces pagué y salí

de ahí lo más rápido que pude tratando de verme tranquilo aunque estaba cagándome de los

pinches nervios. Caminé rápido, mirando de vez en cuando hacía atrás para checar que no

me siguieran, cuando estaba por doblar la esquina, vi las luces de la camioneta y me eché a

correr. Y bueno, llegué aquí para hablarte. Y te hablé a ti porque no tengo otro amigo en la

ciudad ¿y tú no puedes al menos escucharme?


__Es que acabo de tener un ataque de pánico __le dije.

__¿Qué pendejadas me estás diciendo?

__Nada, sólo que no he estado bien últimamente.

__¿Escuchas voces?

__No, pero toda esta situación, no poder terminar el libro, los problemas con Aurora...

Se escucharon cuatro detonaciones consecutivas de un arma. Y después no se escuchó nada,

ni un auto, ni un mosquito, ni siquiera la respiración de Lalo al otro lado del teléfono.

__Oye, dicen que el país está mal, que hay una guerra. ¿Eso es cierto, realmente está pasando?

No sé, yo no me siento así, siento que no pasa nada.

Cuando dijo eso me di cuenta que nuestra conversación había terminado.

__Oye Lalo, si estás seguro de que ya nadie te sigue ve directo a tu casa a dormir. Yo

también haré lo mismo.

__Bueno pues __me dijo, y colgamos al mismo tiempo.

Dekósimo es H.A. Robles, narra, pinta, raya y organiza cineclubs.


http://dekosimo.blogspot.com/ FB: dekosimo.dekosimo

También podría gustarte