Srinivasa Ramanujan
Srinivasa Ramanujan
Srinivasa Ramanujan
“mientras dormía, tuve una experiencia inusual. Había una pantalla roja formada
por un flujo de la sangre. De repente una mano comenzó a escribir en la pantalla.
Esa mano escribió un número de integrales elípticas que se metieron a mi mente.
Tan pronto como me desperté, las escribí”
Un biógrafo, André Weil, da cuenta de sus inicios: La carrera de este joven quedó bloqueada por su
pobre conocimiento del inglés teniendo que realizar trabajos inferiores como contable….sin contar con
ningún apoyo y por su cuenta desarrolló sus investigaciones acerca de teorías de números, teoría de
series y fracciones continuas hasta que por accidente fortuito llegaron a manos de [Godfrey] Hardy
quien le llevó a Inglaterra en 1916.
El viaje a Inglaterra
Ramanujan enviaba sus resultados a distintos profesores, la mayor parte en forma infructuosa. A uno de
ellos, Ramachandra Rao, miembro fundador de la Sociedad Matemática India.
Ramachandra reconoció el talento de Ramajunan y junto a unos colegas gestionó una solicitud de
financiamiento con profesores británicos. Una de las peticiones recibiría respuesta favorable sería una
carta al académico Geodfrey Hardy en 1913.
Sinopsis:
Desde sus orígenes, se relata este encuentro improbable, entre un indio religioso, casado con una niña
de 10 años y practicante de una religión que no le dejaba cruzar el mar, con un racionalista ateo
miembro de la élite intelectual eurocentrista de la época.
“No creo en la sabiduría inmemorial de Oriente, pero creo en ti”, le dice en un momento Hardy a
Ramanujan. El indio sentía que un ser superior, su diosa, le susurraba las fórmulas que resolvían
problemas imposibles.
Hardy, fascinado por su talento natural, trataba de que él mismo reconstruyese el camino por el que
alguien sin su inspiración pudiese llegar a las mismas conclusiones.
Además de los retos científicos, la película muestra el rechazo al que tuvo que enfrentarse Ramanujan
en Inglaterra. Solo el empeño de Hardy, y el apoyo de unos pocos miembros del claustro del Trinity
como J. E. Littlewood, le permitieron ser reconocido en un mundo que aún justificaba el colonialismo
en la existencia de razas inferiores como las del matemático indio.
El ejemplo de Ramanujan puede utilizarse para apoyar la hipótesis de que el lenguaje matemático es
algo inscrito en el cerebro de todos los seres humanos.
Como Mozart hacía con la música, Ramanujan tenía la capacidad de hacer brotar de su interior
fórmulas que sirven para explicar la naturaleza.
Millones de años de evolución habrían creado las estructuras neuronales que sirven para entender el
mundo y, en el caso de Ramanujan, permiten describirlo con las ecuaciones más sofisticadas.