Unidad Didáctica Estética
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Unidad Didáctica Estética
DEFINICIÓN
La palabra "estética", viene del griego aisthesis, que, sin embargo no significa "belleza" ni nada parecido, sino
"sensación". Esto nos muestra ya que hay una conexión importante entre el ámbito de la estética y el de la sensación o
experiencia que podemos tener de ciertas cualidades y objetos. Hegel propuso el término kalología para los estudios
que hoy denominamos estética porque pensaba que se ajustaba mejor a su significado, ya que kalós en griego significa
"bello".
Antes de empezar el estudio de la estética, conviene comprender un hecho que quizá pueda sorprender: el hombre no
habita en el mundo, como lo hacen los restantes animales, sino en un mundo de símbolos, de objetos que contienen
la presencia de la actividad humana y de su mentalidad, de sus propósitos o temores, de sus ideales o de sus
frustraciones.
El ser humano habita en un universo de símbolos, pues todos los objetos producidos por él poseen además de su utilidad
una carga simbólica, representan algo para alguien que puede interpretarlos y darles un sentido.
Los símbolos son un tipo de signo muy especial. Un signo es "algo que está por otra cosa", un objeto o marca física que
representa a otra cosa distinta. Podemos ver un signo como algo que "apunta hacia" otra cosa. Es importante entender
que los signos pertenecen al universo físico, que no son representaciones mentales, sino sonidos, marcas visibles sobre
el papel, manchas en la piel, fenómenos naturales o cualquier cosa que puede ser observada y experimentada.
La Filosofía siempre se ha presentado a sí misma como una actividad eminentemente argumentativa, consistente en
crear conceptos y conectarlos en juicios para construir con ellos argumentos. Aunque es verdad que la Filosofía tiene una
dimensión argumentativa no es esa la única forma que ha encontrado a lo largo de la historia para realizar su función
reflexiva y crítica sobre la realidad. Por ejemplo, Platón figura en nuestra clasificación como filósofo a pesar de ser uno
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de los más grandes escritores en lengua griega. Otro tanto podría decirse de Agustín de Hipona, de Descartes, Nietzsche
o Unamuno, todos ellos grandes escritores. Lo que esto pone de
relieve es que la verdad filosófica no sólo se puede expresar por
medio de argumentos lógicamente impecables. Más aún, quizá en
ocasiones el razonamiento no tenga la fuerza que tiene el aforismo,
el diálogo teatral o el ensayo, géneros que pueden además acercar
la filosofía al gran público sin exigir a cambio una preparación especial
por su parte. De este modo, la filosofía y la literatura han ido siempre
de la mano.
El filósofo americano Stanley Cavell ha reflexionado acerca del modo En la película Blade Runner se muestra cómo
en que desde la literatura pero también desde el cine se manifiestan organismos cibernéticos avanzados, llamados
interesantes posiciones filosóficas que, según él, adquieren por este "replicantes" toman conciencia de sí mismos y de
medio más fuerza e intensidad, dibujando con vivacidad figuras que también morirán, revelándose de forma
humanas encarnadas, que los argumentos filosóficos suelen "demasiado humana" contra su destino. Algunos
temas que aparecen en la filosofía de Nietzsche,
exponer de manera más abstracta. Por ejemplo, cita las tragedias de
como la muerte de Dios adquieren en el film una
Shakespeare como representaciones de un escepticismo vivido y forma expresiva muy poderosa.
trágico en el que los celos y la sospecha se alimentan de la
imposibilidad de saber con certeza cómo es el alma del ser amado.
Esas encarnaciones del escepticismo lo revelarían con más fuerza que los tropos recogidos por Sexto Empírico.
Filosofía y Música
La música ha tenido desde la tradición pitagórica una relación especial con la Filosofía. Los pitagóricos pensaban que la
música era la manifestación de las proporciones matemáticas que gobernaban la realidad. Los intervalos musicales se
correspondían con razones matemáticas (números racionales) y hacían sensible la armonía y proporción de los
números. Los pitagóricos recomendaban la música como un "alimento del alma" que la fortalecía frente a las bajas
pasiones provenientes del cuerpo y que la contaminaban. Así, el estudio de la matemática, la dieta y la música
constituían el alimento perfecto para un alma pura. Esta concepción pitagórica que vinculaba música y matemáticas
continúa en el siglo XVII. El astrónomo Kepler, por ejemplo, afirmaba que los planetas en su trayectoria elíptica alrededor
del Sol producían una música que podía deducirse de su distancia y velocidad. Esa "música de las esferas" o música
celestial podía leerse aunque no oírse desde la Tierra.
En el s. XIX, el Romanticismo va a imponer una visión del arte más vinculada a la expresión del sentimiento que a la
representación de la realidad. La música se concibe como un desbordamiento emocional, como una manifestación de
los más hondos sentimientos del hombre y como una forma de intuir y aprehender la realidad de un modo distinto al
modo discursivo del intelecto.
Nietzsche, toma inicialmente la música de Wagner como un modelo para recuperar el espíritu dionisíaco presente en las
artes no formales, en la danza y la música. Ese elemento dionisíaco vincula la música con la exaltación y el frenesí, con la
fuerza y la vitalidad sin límites, que contrasta con el espíritu apolíneo presente en las artes visuales, orientadas a realizar
la forma, la proporción, el equilibrio y la medida.
En el s. XX, Theodor Adorno criticó el jazz y la música popular: creía que la música "agradable" y del gusto del público
formaba parte de la industria cultural que justificaba el capitalismo, mostrando así los vínculos entre el arte, la música y
la ideología dominante capitalista.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Aunque se ha discutido mucho acerca de si existe tal cosa como una "actitud" o "experiencia estética" bien diferenciada
de otras formas de experimentar la realidad, puede decirse que la experiencia estética constituye el punto de partida
de cualquier reflexión sobre la belleza. Un punto de vista clásico al respecto es la posición de Kant, que en su Crítica del
Juicio caracteriza la experiencia estética como la contemplación placentera y desinteresada de un objeto. El placer de
contemplar un objeto simplemente por su forma o apariencia, al margen de cualquier utilidad o amenaza sería su rasgo
distintivo. La experiencia estética presenta unos rasgos peculiares que la hacen distinta de otras formas de experiencia;
por ejemplo contiene una forma de placer sensorial, pues las cualidades estéticas se perciben por los sentidos y los
objetos bellos resultan agradables para quienes los contemplan; sin embargo, ese placer sensorial es también diferente
de otros placeres sensoriales, como los de degustar un buen vino o un buen plato. El placer estético es un placer que
involucra lo sensorial pero no es exactamente equiparable al resto de los placeres sensoriales.
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En la experiencia estética está presente una dimensión intelectual, ya que el placer de contemplar un objeto bello o una
obra de arte incluye un acto de comprensión o reconocimiento intelectual de esa obra, así como una dimensión
emocional: la obra de arte o la belleza nos conmueven, nos elevan emocionalmente y despiertan sentimientos de afecto
hacia esos objetos.
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LA BELLEZA
La belleza es una cualidad que apreciamos en las cosas por las que nos resultan agradables, placenteras y deseables.
Igualmente, queremos imponer belleza en las cosas que producimos y nosotros mismos queremos ser bellos. Aunque la
belleza se da especialmente en el ámbito visual no se limita a él.
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Definir la belleza de una forma adecuada parece difícil si no imposible. Autores como Voltaire consideraron que es
imposible definir la belleza debido a su carácter relativo al sujeto: lo que es bello para una rana o un perro a los humanos
nos parecería repulsivo.
En general, las teorías acerca de la belleza suelen dividirse en: (1) aquellas que reconocen la belleza como una forma de
orden o armonía y (2) las que entienden la belleza como un cierto tipo de placer. Asimismo, las concepciones acerca de
la belleza se distinguen por su estatuto lógico en objetivistas, subjetivistas y relativistas. Las posiciones objetivistas
defienden que la belleza es una cualidad inherente a las cosas y que se encuentra en ellas, por los que los juicios estéticos
tienen una validez objetiva como cualquier otro juicio de experiencia. El enfoque subjetivista sostiene que la belleza no
es una cualidad que posean realmente los objetos sino más bien consiste en una creación o construcción de la mente. El
relativismo tiende a asociar la belleza con los valores culturales predominantes en una sociedad o época determinada.
Los pitagóricos creían que la belleza era una manifestación de las relaciones armoniosas y matemáticas entre
magnitudes, tal y como se muestran, por ejemplo, en la razón aurea. Por contraposición, la fealdad se identificaba con
el desorden y la ausencia de proporciones racionales. Estas
ideas pitagóricas tienen continuidad en Platón, que
subraya la conexión entre belleza y proporción y en
Aristóteles quien en su Poética defiende que lo bellos es
ordenado en tamaño, definido y simétrico.
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rostro resultante
era el que a los
sujetos
participantes les
parecía el más
atractivo y
proporcionado.
Esto llevó a
Galton a concluir
que el rostro
promedio o
compuesto se
liberaba de las
irregularidades
presentes en cada
uno de los rostros
de los asesinos.
Funciones de la belleza.
Conviene recordar aquí la tesis kantiana según la cual la belleza no tiene más función que el placer que genera, siendo
por tanto inútil o desinteresado. Pero este punto de vista no ha contentado a quienes se han aproximado a la belleza
desde las ciencias naturales o sociales.
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Charles Darwin (1809-1882) s e preguntó cómo hemos adquirido la belleza natural y cuál es su propósito en términos
adaptativos, no sólo en los humanos sino en las especies. Darwin pensaba que los vivos colores que vemos en las
mariposas, pájaros y peces deben tener alguna función: su hipótesis es que los rasgos que asociamos con la belleza es
el resultado de la selección sexual y contribuye a facilitar el apareamiento. Los neodarwinistas destacan que los colores
vivos suelen coincidir con rasgos saludables de los individuos y actúan como señales de que el socio o socia en el
apareamiento transmitirá probablemente rasgos genéticamente aptos para la supervivencia.
Este punto de vista, que pone el acento en la función sexual fue compartido por Freud, que identificaba placer con placer
sexual. Sin embargo, Freud destacó las diferentes manifestaciones que muestra lo sexual y lo bello en las diferentes
culturas.
Belleza y arte
El arte se ha considerado desde siempre como una fuente de belleza y que su objetivo era esencialmente producir
objetos bellos. Platón, sin embargo, distinguía entre la belleza, que expresa y manifiesta el Bien y la Verdad, y el arte,
que es esencialmente imitación y, por tanto, engañoso. Kant defiende que el arte es bello pero diferencia entre la
belleza natural y la artística: una obra de arte puede representar bellamente una escena natural que no lo es.
Una de las características de la época actual es la dificultad para trazar una frontera entre lo que es –y puede ser
considerado- arte y lo que no. La tradicional asociación entre el objeto artístico y la belleza ha desaparecido; la noción
de que la tarea principal del arte es la de representar con fidelidad la belleza presente en la naturaleza hace ya tiempo
que quedó para la historia. La pregunta es: ¿puede definirse el arte? En primer lugar tenemos que señalar que la
variedad de objetos que pueden incluirse en la categoría de artísticos es enorme: novelas, poemas, canciones,
monumentos, pinturas, obras de teatro, bailes, etc. Que parece difícil que puedan
tener algo en común. Los que consideran que el arte es indefinible apuntan a esta
diversidad y a la ausencia de un denominador común para concluir que el arte n
o puede definirse.
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La teoría idealista, formulada por R.G. Collingwood (1889-1943) sostiene que la obra de arte no es física y por
tanto distinta de su realización material: la obra de arte es una idea o emoción que existe originariamente en
la mente del artista. Esta teoría distingue entre el arte y la artesanía: la obra de arte carece de propósito, se
realiza para dar expresión a una idea o emoción, en tanto que el artesano comienza su plan partiendo del
propósito que ha de cumplir su objeto.
La teoría institucional del arte trata de explicar cómo pueden considerarse obras de arte cosas tan dispares
como Macbeth (una obra de teatro), la 5ª sinfonía de Beethoven, una lata etiquetada como “mierda del artista”,
un poema de García Lorca o una pieza de música de John Cage titulada 4’ 33’’ y que es un silencio que se prolonga
lo que indica su título. Esta teoría defiende que hay dos cosas en común:
Todas ellas son artefactos, esto es, han sido producidas por la acción deliberada del hombre. Incluso
poner un tronco de árbol en el centro de una sala de una galería para que sea contemplado indica ya
una “producción” y, consecuentemente, ese tronco sería considerado un “artefacto”, pues es el
resultado de una producción o manipulación del hombre.
Aún más importante: a todas ellas se les ha otorgado el estatuto de “obra de arte” por algunos
miembros del mundo del arte, como galeristas, editores, productores, profesores, críticos o artistas;
todos ellos gozan de una situación especial para llevar a cabo esta tarea de etiquetado en parte
porque la sociedad ha cedido su privilegio a este grupo reducido. Este grupo reducido e
institucionalizado tiene el poder de transformar un objeto en una obra de arte “bautizándolo” para
que entre a formar parte del mundo de objetos artísticos. Los miembros de esta élite son como el rey
Midas: lo que tocan lo convierten en oro.
A esta teoría se le ha criticado por su incapacidad para distinguir el arte bueno del arte malo, del pasajero y del
perdurable, del que forma parte de la moda de aquel capaz de ser objeto de estudio en la escuela y de apreciación a
lo largo de siglos. Aunque es cierto que hay un componente de “etiquetado” en el arte y de que esa función queda en
manos de un grupo reducido de supuestos expertos, el arte no puede reducirse sólo a ese hecho.
Estamos de acuerdo en que el arte no sirve para un propósito práctico, que carece de utilidad: la obra de arte no posee
una función como la que puede tener un martillo, una cuchara o una mesa. Sin embargo, el hombre, desde que es
hombre, ha producido objetos que pueden encuadrarse dentro de este tipo y que, consecuentemente deben tener
alguna función o propósito, diferente del de la utilidad práctica.
IMITACIÓN. Esta es la primera teoría acerca de lo que es el arte y de cuál es su función principal: la de imitar la
belleza natural. El objeto artístico tiene una función representativa y debe realizar esa función de manera correcta,
esto es, siendo fiel y adecuado al objeto representado, o lo que es lo mismo, imitándolo. Por esta razón despreciaba
Platón al arte, porque pensaba que era una "imitación de una imitación". Platón pensaba que los objetos materiales
eran ya una imitación de las Formas o Ideas universales que existían en un mundo sólo accesible al intelecto
(mundo inteligible). Por ello, la obra de arte (especialmente visual) lo que hacía era imitar al objeto material que a
su vez era una imitación del original inteligible. Como en cada proceso de imitación se da una degradación del valor
del original, el objeto artístico es un engañoso simulacro del original. Esta concepción del arte se asocia con los
movimientos realistas y naturalistas. El clasicismo es el estilo en el que domina este punto de vista sobre el arte.
EXPRESIÓN. La función del arte no es la de reflejar la realidad sino la de expresar emociones o sentimientos que se
encuentran en el artista y que éste trata de dar forma mediante el lenguaje artístico. No se busca la figura
(figuracionismo) sino la fuerza expresiva. La realidad queda así subordinada a la visión del artista y de los
sentimientos que quiere sacar afuera. El Romanticismo abrió las Expresionismo y el Impresionismo son
movimientos artísticos que sitúan al artista y sus sentimientos en el centro de la obra de arte.
FORMA. La función del arte es la de captar de manera sensorial la forma de los objetos. A diferencia de la captación
intelectual que aplica la abstracción para obtener un concepto universal, la forma artística es visual o sonora y se
capta por los sentidos, pero sigue teniendo esa pretensión de universalidad que poseen los conceptos. El arte
abstracto trata de realizar esta función, negando la figuración por ser esta una manera de representar lo individual
y concreto más que la forma universal.
REALIDAD IMAGINATIVA. La función de arte es permitir la libre creatividad del artista, sin imposiciones dadas por
la realidad. Su objetivo es crear una nueva realidad por medio de la imaginación. El artista "ve" otros mundos y
trata de realizarlos por medio de colores, sonidos o palabras.
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El "arte por el arte". Es una expresión que usamos para subrayar lo que se ha mencionado antes y que
destacaba Kant: la obra de arte carece de utilidad y no resuelve ningún interés práctico, sino que se estima
por sí misma, por su valor intrínseco.
El arte como necesidad humana. La historia del hombre pone de manifiesto su interés desde tiempos
ancestrales por la producción de ciertos objetos que trascienden el ámbito de la necesidad y de la utilidad y
que siempre fueron altamente estimados en toda época y cultura. Los objetos ornamentales que decoraban el
cuerpo o las viviendas muestran la necesidad del hombre de rodearse de objetos bellos y el interés por
producirlos y adquirirlos.
El arte como evasión. Hemos visto que una función del arte es la de "crear mundos" dando rienda suelta a la
imaginación del artista. Las novelas o las películas tratan de recrear esos mundos alternativos y diferentes que
sirven para evadirnos de este, dejando a un lado provisionalmente nuestros problemas cotidianos.
El arte como purificación o katharsis. Aristóteles recurrió a esta noción para tratar de explicar por qué a los
griegos les atraían tanto las tragedias. Que asistieran a una comedia era razonable, pues su objeto era producir
la risa, que es una emoción agradable. ¿pero la tragedia, que presenta muerte y destrucción, qué función podría
tener? Aristóteles afirma que su utilidad es catártica, purificadora, una forma de "expulsar y limpiar" el alma
y, por tanto de consecuencias deseables para el espectador. Llorar por la muerte representada y figurada de
nuestro hijo en el teatro nos depura el miedo de que al nuestro pueda sucederle lo mismo. Esta idea de
purificación del alma la tomará Freud como un instrumento de su psicoterapia, en la que se busca que el
paciente expulse emocionalmente sus miedos y angustias que le provocan neurosis y fobias