La Generacion de Medio Siglo

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LA GENERACiÓN DE MEDIO SIGLO.

TESIS HISTORIOGRAFICA SOBRE UNA


CATEGORíA DEL DISCURSO
Leonardo Martinez Carrizale,'

l. La generación como lugar de la memoria


y lugar retórico

n el pasado reciente de la crítica y los estudios consagra-


[ dos a la cultura mexicana, la "Generación de Medio Si-
glo" se convirtió en una categoría de conocimiento y en
una fónnula del discurso tan ace ptadas y difundidas como
ocurriera en otro tiempo con las relativas al "Ateneo de la
Juventud", la "Generación de 1915" o "Contemporáneos", por
sólo citar algunos ejemplos. Tal y como sucede con estas de-
nominaciones -verdaderos princ ipios organizadores de l en-
tendimiento, el discurso histórico y, hasta cierto punto, el juicio
estético-, "Medio Siglo" ha pennitido a la comunidad inte-
lectual y creadora de nuestro tiempo seleccionar y establecer,
de acuerdo con un relato que se atiene al patrón cronológi-
co de las generaciones, un universo más o menos constante de
autores, libros, lecturas, valores y conductas públicas.
En este sentido, quienes han adoptado la categoría de Ge-
neración de Medio Siglo asumen, con algunos matices, el he-
cho de que los integrantes de este universo literario ha-
yan nacido, aproximadamente, entre los anos 1920 y 1935 , Y

. Departamento de Humanidades, UAM-A.

19
hayan dominado el escenario de la cultura mexicana desde
la segunda mitad de los años cincuenta hasta los tempranos
años setenta. Este escenario se asienta en instituciones cul-
turales de la ciudad de México que, sin excluir el ámbito esco-
lar, tienden a desarroliar un sistema simbólico alternativo
al aparato docente con el que cuenta el Estado mexicano,
orientado a satisfacer la demanda de sectores medios, profe-
sionales, no necesariamente familiarizados con los productos
más complejos de la educación universitaria. Así es que la ca-
tegoría de la cual nos ocupamos en estas páginas ha sido
construida con base en indicadores urbanos, profesionales,
juveniles y centralizadores en términos geográficos; indica-
dores que parecen duplicar en el territorio del conocimiento
sobre el pasado literario de México los intereses de quienes
luego de los años cuarenta tomaron poco a poco el control de
los procesos simbólicos del país y han sido beneficiados por
sus pautas de desarrollo material.
A estas coordenadas fundamentales se añaden los siguien-
tes lugares comunes que vienen a caracterizar en el discurso
a la comunidad que nos atañe: la crítica de todos los órdenes
de la vida pública y artística, el aprecio de los valores estéti-
cos de la obra de arte por encima de cualquier otra conside-
ración de orden político y social, la originalidad y la novedad
entendidos como oriente que dirige la expresión del sujeto
creador, el cosmopolitismo, una inclinación a favor de los valo-
res de la modernidad que no excluye la crítica, y el rechazo de
los discursos nacionalistas consolidados gracias al influjo de la
Revolución Mexicana de 1910. En estos lugares comunes del
discurso a propósito de la Generación de Medio Siglo también
reconocemos la huella de los fenómenos fundamentales del
desarrollo de México impulsado por las políticas públicas de
industrialización y sustitución de importaciones cuya mani-
festación más espectacular fue el crecimiento de un espacio
urbano incluso en menoscabo del pasado agrario, tradicio-
nal , de México.

20 Tema y variaciones de literatura 30


De acuerdo con este modo de plantear el pro blema, los
discursos que cruzan en todas direcciones las zonas de la vida
cultural correspondientes a los actores históricos de la Gene-
ración de Medio Siglo reivindican las categorías ideológicas y
las formas simbói icas del proceso moderni zador y racionali-
zador que ha sido constante desde el Estado Borbón hasta el
Estado revolucionario, pasando por los Estados liberal y por-
firi sta; proceso cont ro lado por las minorías letradas en cual-
quiera de las fig uras soc ialmente construidas q ue haya n
adoptado con el paso del tiempo. Las personalidades de Me-
dio Siglo, con todo y la retórica de li berac ión social y revolu-
ción politica que caracteri za a algu nas de ellas, pertenecen a
esta órbita de la gestión cultu ral y en ella operan; es dec ir,
confian sin lugar a dudas en conducir iniciativas de raciona-
lización y modemizac ión de la sociedad con base en los patro-
nes que asi milan a partir de los sistemas conceptuales propios
de su identidad letrada.
De este modo, y sólo por trae r a estas lineas algunos casos
en cuya consideración se ponen en juego los lugares comunes
del discurso moderni zador que suele aco mpañar a la Ge ne-
ración de Medio Siglo, señalemos la obra y la personalidad de
narradores como Carlos Fuentes, Elena Garro, Juan García
Ponce y Sergio Pitol; poetas como Rubén Boni faz Nuño, Mar-
co Antonio Montes de Oca, Eduardo Liza lde y Tomás Sego-
via; ensayistas como el pro pio Fuentes, Carlos Mo nsiváis y
José Emilio Pacheco; dramaturgos como Emil io Carballido,
Sergio Magaña, Luisa Josefina Hernández y Jorge Ibargüen-
goitia; directores escénicos com~ Héctor Mendoza y Juan José
GUITola; periodistas como Julio Scherer y Vicente Leñero ; los
suplementos culturales dirigidos por Fernando Benítez, etcé-
tera. Todos ellos ingresaron en el relato historiográfi co de las
letras mexicanas en un horizonte predeterminado gracias a
los valores que construyen la categoría de Generación de Me-
dio Siglo. El prestigio y la consolidación de tales valores no
sólo ha tenido en cuenta el trabaj o de estas personalida-
des, de suyo estimable, sino también el auge de nociones

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ideológicamente próximas que han cobrado una gran impor-
tancia en otros ámbitos del discurso; por ejemplo, el desarro-
llo y el progreso en el terreno de la economía; el cambio y el
conflicto sociales en la sociología; los movimientos de libera-
ción nacional, el orden internacional de la Guerra Fría y, en
fin, una serie heteróclita de acontecimientos sociales que
favorecieron la consolidación. de una categoría del entendi-
miento y expresión de la realidad organizada en tomo a un
campo discursivo constituido por vocablos como cambio,
avance, transformación, juventud, relevo generacional,
desarrollo, innovación, modernidad y algunos otros térmi-
nos concurrentes.
En consecuencia, "Generación de Medio Siglo" es una ca-
tegoría cuya construcción lleva en sí la huella de su propia
historicidad, su propia inscripción en el tiempo, pues conden-
sa los elementos diversos de un discurso modernizador acer-
ca de la realidad que fue plenamente inteligible en México
bacia el periodo cuando se formularon en representaciones
estables los acontecimientos que la categoría que nos atafie
pretende recoger y exponer. Estas operaciones del discurso
que ocurren en el proceso de articulación de la categoría
Generación de Medio Siglo son la materia de estas páginas.
En este artículo, no quisiera incurrir en una crónica más de
la llamada Generación de Medio Siglo, o de alguno de sus sec-
tores específicos; ' este modo del relato predominantemente

1 Al hablar de los "sectores" de la Generación de Medio Siglo me refie-

ro a ciertas denominaciones que , con base en experiencias artíst icas e


intelectuales muy específicas, señalan la convivencia de algunos persona-
jes de la época en un tiempo y un espacio muy detenninados. Así se habla,
por ejemplo, de la "generación de la Revista Mexicana de Literatura", la
"generación de la Casa del Lago" o la "generación de los cincuentas", entre
otros nombres. Sin embargo, estas denominaciones ni se han generaliza-
do en el relato histórico de las letras mexicanas, ni alcanzan a dar cuenta de
una estac ión completa en el curso de la cultura de nuestro país. En cual-
quier caso, prefiero reconocer la primacía en el debate intelectual que, a
mi juicio, corresponde a la categoría "Generación de Medio Siglo" en virtud
de la abstracción teórica que distingue algunas de sus claves interpretativas.

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descriptivo antes que anali tico, anecdótico y centrado en par-
ticularidades, prima en los trabajos de conjunto dedicados al
estudio de este capítu lo de nuestro pasado literario. Esta
proclividad por las anécdotas y los testimonios de vida se ha
visto fortalecida en un entorno donde se ha vuelto habitual la
historia inmediata, decididamente emotiva, drásticamente
personalizada, que los propios protagonistas de la cultura litera-
ria del periodo practican con el propósito de construirse a si
mismos en tanto sujetos públicamente inteligibles, legitimando
sus puntos de vista, sus elecciones públicas y sus creencias
artísticas.' Hablo de estrategias y procedimientos del discur-
so que construyen el pasado inmediato, según la feli z ex-
presión de Alfonso Reyes, en cuya elaboración este hombre
de letras empeñó tanta atención como esfuerzo. Pero así como
sucedió en el caso del autor de Visión de Anáhuac, los pro-
cedimientos y las estrategias del discurso siempre elaboran
un pasado inmediato desde un punto de enunciación sesgado,
parcial, irremediablemente comprometido con el interés del
momento en el cual ocurre el acto del recuerdo y la escritura
del recuerdo.
El pasado inmediato no sólo recupera los acontecimientos
que pasaron, sino también el hecho mismo de esa recuperación.

2 En el pasado reciente, los acercamientos de carácter crít ico a la Ge-


neración de Medio Siglo se han multiplicado. En térmi nos generales, estos
acercamientos están fuertemente cond icionados por el discurso periodís-
tico y por el prestigio de algunos integrantes de la generación , todavía muy
influyentes en nuestra institución literaria. A este respecto, las ent revistas
han sido un recurso muy atendido para difundir esta clase de perspect i-
vas críticas y testimoniales. En consecuencia, el examen crítico cede terre-
no frente a la divulgación de rasgos anecdóticos promovidos tanto por la
influencia personal como por los documentos de corte autobiográfico escri-
tos por los protagonistas de la época que nos atañe. El retrato de conjunto
más reciente del cual tengo noticia corresponde a Armando Pereira, La
Generación de Medio Siglo , Méx ico, Universidad Nacional Autónoma de
México! Instituto de Investigaciones Filológicas, 1997. Este trabajo sigue
la influencia dominante que la perspectiva anecdótica, narrativa y emotiva
tiene sobre el conocimiento de la Generación de Medio Siglo.

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Así, el peso y el atractivo del pasado inmediato en nuestros
días estimula la formulación y la acreditación de varios relatos
referidos a memorias colectivas diversas y dispersas, pertene-
cientes a comunidades restringidas, urdidas en torno a un nú-
cleo de intereses muy específico que, en modo alguno, puede
generalizarse. En estas memorias cobra un mayor peso el sujeto
en detrimento del grupo; en estas formulaciones prima la per-
sonalidad, el individuo destacado en el discurso público gra-
cias a que encarna, o dice encarnar, los valores de la comunidad
simbólica dominante durante el proceso de modernización de
la sociedad mexicana posrevolucionaria: la prosperidad, el
talento, la inteligencia ... Citemos un ejemplo a este respecto.
Cuando Carlos Fuentes se presenta a sí mismo en una de
las elaboraciones del pasado inmediato más significativas con
que cuenta la Generación de Medio Siglo, este escritor pro-
yecta sobre todos sus coetáneos su ·experiencia estudiantil,
generalizándola. Gracias a esta estrategia retórica, un dato de
la biografia personal se convierte en una de las claves de la
caracterización de una comunidad generacional sin otro sus-
tento que la autoridad del sujeto enunciante:

¿Puedo, en fin, hablar de mi tiempo? Estos fueron los años de nues-


tra juventud. Teníamos todos, al iniciar la década (1953] entre los vein-
te y los veinticinco años. Asistíamos, mayoritariamente, a los cursos de
la Facultad de Derecho en las calles de San I1defonso. [ ... ] para muchos
de nosotros el Derecho era la puerta fal~a para entrar a algo que,
nebulosamente, llamábamos "la cultura", Muchos estábamos allí por-
que, habiendo declarado en casa nuestra vocación por las letras o la
filosofia, recibimos la respuesta categórica:Te morirás de hambre. Primero
haz una carrera y luego dedícate a lo que quieras . [ ... ] Por fortuna, nues-
tro paso por Derecho coincidió con la gestión de un director combativo
e imaginativo, Mario de la Cueva, un hombre apasionado de la justicia
pero también de la cultura.)

) Carlos Fuentes, "Radiografia de una década: 1953-1963", Tiempo


mexicano, México, Editorial Joaquín Mortiz, 1971 , p. 56. Los hincapiés

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Al llevar a cabo la generalización de esta experiencia esco-
lar, Carlos Fuentes convierte el dato biográfico de su paso
por las aulas de la Facultad de Derecho en una figura retóri-
ca según la cual la parte indica el todo: su propia educación
universitaria se postula como elemento constitutivo de la
comunidad generacional. Cierto o no, este hecho se autoriza
en el discurso en virtud del prestigio que ha cobrado la ex-
periencia personal en los dispositivos de enunciación de un
grupo en el cual han tenido lugar drásticos procesos de indivi-
dualización gracias al nivel educativo que impera en sus inte-
grantes, la índole profesional de las tareas que desempeñan y
los patrones que siguen sus consumos de todo tipo llevados a
cabo en un entorno urbano. En suma, el hombre de letras co-
mienza a ser concebido hacia los años sesenta como una
celebridad que se apoya y obtiene reconocimiento en los sec-
tores medios de la pirámide social que lo han alimentado. En
otras palabras, este sujeto histórico encama las aspiraciones
de individualidad y distinción propias del sector sociocultu-
ral que hemos aludido .
A este respecto, el pasado inmediato no puede ser sino una
narrativa personal, con potencia para convertirse en la de un
grupo socialmente homogéneo, y en modo alguno, como anta-
ño, una narrativa de la república, del ciudadano o del Estado.
En virtud del auge de los instrumentos por medio de los cua-
les se difunde el pasado inmediato y se acredita como un re-
gistro alternativo a los relatos historiográficos tradicionales,
éstos tienden a reelaborarse bajo el influjo de estas memorias

son míos y tratan de subrayar el deslizamiento generalizador de la expe-


riencia que va de la primera persona del singular a la primera persona del
plural. Este ensayo, publicado originalmente en 1963, es el primero de los
panoramas testimoniales que sobre la generación escribió uno de sus pro-
tagonistas. Bajo este punto de vista, su influencia sobre la construcción y
difusión de la Generación de Medio Siglo ha sido muy significativa.

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colectivas, siempre plurales, diversas y provisionales; inesta-
bles y arbitrarias; polémicas y parciales'
Tal es el caso de la Generación de Medio Siglo, categoría
del conocimiento y categoría del discurso postuladas con base
en las memorias colectivas que algunos personajes notables
situados en las coordenadas espaciales, temporales e ideoló-
gicas a las cuales hemos aludido brevemente, como Carlos
Fuentes, cultivan, acreditan y proyectan cuidadosa, diligente-
mente, poniendo en movimiento todos los recursos a su alcan-
ce. En última instancia, y sin disminuir un ápice su valor litera-
rio, estas memorias sancionan la posición dominante que los
sectores medios, profesionales y modernizadores ocupan en
la estructura simbólica de México a partir de los años cuarenta,
cuando las políticas públicas del Estado mexicano se apartan
del sustrato agrarío del país y plantean la conveniencia de
auspiciar un proyecto de industrialización. Por lo tanto, el éxito
de estos discursos como relatos del pasado de la cultura me-
xicana no sólo estaba asegurado como proyección del orden
social vigente hacia los años sesenta, sino que también ha
sobrevivido a la erosión del análisis crítico, pues sus claves
modernizadoras han permanecido como eje del modelo polí-
tico de México.
Me parece conveniente proponer una reconsideración de
la categoría Generación de Medio Siglo como producto de la
memoria colectiva cuya construcción ha sido responsabilidad
de un grupo restringido de escritores y artistas; instrumento
regulador de las operaciones históricas, el juicio estético y las
formas expresivas que se refieren a este apartado de las letras
mexicanas del siglo xx; categoría vigente en virtud de que
tematiza las orientaciones dominantes del orden social me-
xicano. De acuerdo con este proyecto, sería deseable exami-
nar los instrumentos y las circunstancias gracias a los cuales

4 Jacques Le Goff, Hislo;re el mémoire, Paris , Gallimard, 1988 (Folio/

Histoire), pp . 170-171.

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esta categoría se impuso con buena fortuna en el discurso his-
toriográfico de la literatura mexicana) articulando en tomo
de un núcleo muy concentrado de ideas un repertorio de obras
y un catálogo de autores tan amplio como heterogéneo, cuan-
do no abiertamente contradictorio.
Si alguna utilidad hoy puede tener la idea de generación en
los estudios literarios y en la historia cultural, ésta radica en el
escrutinio de la riqueza simbólica y las circunstancias sociales
gracias a las que una generación se construye y se impone en
el diálogo de una comunidad. Así, la generación no puede ser
todavía, como lo fue para José Ortega y Gasset, una realidad
biológica proyectada en el relato historiográfico; en cambio,
podría ser el mapa colectivo de una estratificación de las re-
des de sociabilidad de una comunidad cultural. ' Actualmente,
antes que un instrumento, la generación es un objeto del co-
nocimiento histórico; es una categoría y un lugar retórico que
nos permite investigar la condición histórica y social de las
formulaciones por medio de las cuales los actores del periodo
se proyectaron simbólicamente a sí mismos en el terreno co-
mún de la organización social y de los intereses colectivos.
Estamos de acuerdo con el historiador Pierre Nora cuan-
do sugiere que un estudio de las generaciones como agentes
del cambio social, bajo el supuesto de que éstas son el mo-
tor de la historia, causa eficiente del desarrollo artistico, resul-
ta ineficaz. En cambio, una generación es una construcción
ideológica, una elaboración amasada gracias a las expectati-
vas compartidas por una comunidad, una invención del deseo
compartido y un ancla de la memoria en la cual , quienes de-
sean, se reconocen solidariamente; una generación es el pro-
ducto de un discurso que proyecta en el territorio de las for-
mas simbólicas las condiciones de la organización social en el
que se articuló y difundió la idea de la solidaridad espacial

5 Jean-Fran'Yois Sirinelli, "Le hasard ou la nécessité? Une histoire en


chantier: I'histoire des intellectuels", en Comprendre le XXe sieclefran9ais,
Pari" Fayard, 2005, pp. 57-78.

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y temporal de un grupo de seres humanos. En suma, para vol-
ver a la autoridad de Pierre Nora, la generación es "un pro-
ducto de la memoria colectiva", un "lugar de la memoria".6
Otro historiador, André Burguiere, comentó las observacio-
nes de Nora a propósito del tema que nos atañe, con las pala-
bras que copia en seguida:

Así se hayan proclamado a sí mismas, o hayan sido entronizadas por la


opinión del tiempo, las generaciones son la proyección de una imagen
retrospectiva por medio de la cual una época busca definir su singula-
ridad, su razón de ser, y justificar su propio papel histórico. Antes que
una categoría de la realidad, las generaciones son una construcción
del imaginario.7

Los datos cuantiosos de la realidad literaria se seleccionan, se


discriminan unos en menoscabo de otros, y terminan por for-
malizarse en relatos eficientes para el comercio intelectual
de una comunidad histórica; durante ese proceso de selección,
los relatos van recogiendo los sedimentos sociales que, pos-

6 Cito inmediatamente el comentario que el historiador André Burguiere


ha hecho sobre las proposiciones de Pierre Nora, base de las postulacio-
nes del pasaje que da pie a esta nota: "Au lieu de s'obstiner a vouloir
mesurer leur impact (el de las generaciones] sur le changement social et a
retrouver en elles le moteur caché du mouvement de l'histoire, Pierre Nora
a proposé récemment de les considérer comme des productions de la mé-
moire collective, comme des 'Iieux de mémoire '. Son étude sur les usages de
la notion de génération constitue un discours de la méthode incontoumable
pour les historiens tenté d'analyser en termes de générations I'évolution
des manieres de vivre et de penser". A. Burguiere, "Les rapports entre gé-
nérations: un probleme pour I' historien", en Communica/ions 59 (1994),
p.16.
7 Cito a continuación el párrafo original de A. Burguiere al respecto:
"Qu' elles se soient proclamées elles-memes ou qu' elles aient été intronisées
par I'opinion du temps, ces générations sont la projection d'une image
rétrospective de soi par laquelle une époque cherche a définir sa singularité,
sa raison d' etre. et ajustifier son role historique. Avant d'etre une catégorie
de la réalité, elles sont une construction de I' imaginaire". Loc. Cit.

28 Tema y variaciones de literatura 30


terionnente, pennitirán situar la fonnación de un discurso
generacional en coordenadas precisas de orden espacial,
temporal y simbólico. En consecuencia, la generación es una
categoría que sedimenta algunos datos del pasado de acuer-
do con un modo particular de ponderarlos en la experiencia
personal de quien fonnaliza dicha categoría, pero también
encontramos en ese sedimento los universos conceptuales,
los valores y las fonnas simbólicas por medio de las cuales los
datos se organizan, se difunden y se convierten en materia de
apropiación efectiva. Por ello, la generación es el producto
de una elaboración del imaginario social, la proyección de
una imagen retrospectiva avecindada en la memoría de una
comunidad específica, un horizonte de enunciación desde el
cual la comunidad solidaria en su propia imagen retrospectiva
se expresa y aspira a ser convalidada en la imaginación de
quienes reciban sus enunciados.
En última instancia, la generación es un lugar de la me-
moria, pero también es un lugar retórico; de acuerdo con la
primera parte de la frase, la generación selecciona una parte
del pasado y con el producto de esa selección construye una
imagen que pretende ser el pasado en si, una condensación del
pasado con un valor de uso inmediato para un grupo social ; de
acuerdo con la segut)da parte, es un argumento del discurso
que lleva inscríto en sí mismo la voluntad de persuadir. Memo-
ría y expresión (conocimiento y persuasión) se encuentran en
la base de esta categoría.

2. El inteleaual moderno, clase mediero, urbano y universitario

Hagamos un intento por plantear los datos básicos seleccio-


nados por la categoría de "Generación de Medio Siglo", asi
como también algunos elementos ideológicos, simbólicos y
expresivos que contribuyeron, desde una fecha temprana, a
precipitar este lugar de la memoria y este lugar retórico de
las letras mexicanas.

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Los primeros datos de la Generación de Medio Siglo que
se han registrado en documentos con intención historiográfi-
ca y testimonial ocurrieron en un entorno polémico, cuando no
francamente conflictivo, como conviene a un grupo que será
caracterizado por su talante critico y renovador. En términos
generales, podemos describir ese ámbito de acuerdo con
fenómenos de dos tipos. Por un lado, la revisión del modelo
·autoritario de acuerdo con cuyas pautas se había desarrollado
el sistema político y la estructura social de México hasta los
años 50; por otro, la reorganización del sistema literario vigen-
te, tanto en lo que corresponde al repertorio de géneros y
prácticas del discurso como al patrimonio preceptivo que
sustentaba el gusto del periodo. Esta doble perspectiva ter-
minará por ser uno de los rasgos distintivos más fuertes y
constantes de la elaboración de la Generación de Medio Si-
glo como lugar de la memoria y lugar retórico de la cultura
mexicana durante la segunda mitad del siglo xx . Inclusive, en
su afán por caracterizarse a sí mismos, algunos escritores que
se identificaron con esta categoría harán esfuerzos notables
por reunir en una sola zona de su capital simbólico estas dos
series de hechos. Tal es el caso de Carlos Fuentes, para quien
el compromiso público de un escritor se manifiesta, en última
instancia, en el desempeño de sus tareas literarias. De acuerdo
con este modo de postular la identidad social del escritor, la
literatura exige una conciencia crítica intransferible, metalin-
güística, inmanente al acto mismo de escribir; conciencia que,
por el solo hecho de llevarse a cabo, redundaría en beneficio
de la sociedad al liberar de rutinas y tradiciones su instrumen-
to y sus recursos de comunicación.

Nunca pude creer [ ... ] en la falsa disyuntiva entre el artepurismo y el


arte soi dissant comprometido. [ ... ] una visión colectiva s610 es válida si
nace de un compromiso real con la fonna artística empleada, que a su vez
es la expresión de la personalidad del artista; y [ ... ] una visión indivi-
dua l válida, a la inversa, siempre nos ofrece la visión social más cierta.

30 Tema y variaciones de literatura 30


[ ... ] Lo que un escritor puede hacer políticamente, debe hacerlo, tam-
bi én primordia lmeme. como ciudadano. Como escritor. su sig nifica-
do político es de otro nivel. se da implícitamente en la obra yse refiere a
una capacidad privativa: la de mantener vivo el margen de la hetero-
doxia a través de la imaginación verbal. r... )al hablar públicamente {el
escritor] le da una voz a la cultura en general ya la Iiterafllra en par-
ticular: opone el lenguaje de la pasión, de la convicción, del riesgo y de-
la duda a un lenguaje: el secuestrado por el poder para dar cimiento a
una retórica del conformismo y el engOlio.!

Cieno o no el poder liberador en lo social de un ejercicio lite-


rario consciente de sí mismo, autorreflexivo, el hecho indis-
cutible es que el objeto literario se hi zo un anefacto cada vez
más complejo que planteaba mayores exigencias a su lector.
La complejidad del texto literario puede entenderse como una
puesta en forma de las aspiraciones del escritor a la autono-
mia plenamente reconocida de su oficio y de su conducta. En
otros términos, la conciencia autorreflexiva incorporada a la
escritura literaria como un atributo moderno daba curso al re-
chazo del modelo histórico de acuerdo con el cual, ya en el
ámbito del poder público, ya en el de la educación universita-
ria, la carrera de las letras ofrecía el sustento del orden pú-
blico.' Así, la literatura reclamaba el estatuto de un poder autó-
nomo, ni funcional ni ajeno ni marginado con respecto de las
instituciones de la administración pública, sino contrario a ellas.
En esta posición critica abiertamente asumida y reconocida, el
escritor aspiraba a fincar su autonomía.
En lo relativo a la vida política de México, traigamos a cuen-
to algunas afirmaciones del historiador Enrique Krauze, autor
de un panorama sobre la Generación de Medio Siglo que has-

a C. Fuentes, arto cit., pp . 59 Y 64 . Los hincapiés son míos.


9 Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina.
Literatura y política en el siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica,
1989, pp. 35-81.

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ta hoy sigue gozando de cierta notoriedad. 10 Krauze fecha
los antecedentes de la gestión pública de este grupo en octu-
bre de 1945, gracias a la participación del filósofo Emilio Uranga
y el poeta Jaime García Terrés en el Congreso de Crítica sobre
la Revolución Mexicana. Este acto estimuló el examen críti-
co de la identidad, los propósitos, los actores y las obras del
régimen político emanado del movimiento revolucionario;
examen que, desde el punto de vista de las elecciones dis-
cursivas y las modalidades disciplinarias que este examen
adoptaría en algunos integrantes de la Generación de Medio
Siglo, tiene como uno de sus antecedentes más importantes en
el campo de los hombres de letras y los del servicio del Es-
tado (entonces no del todo diferenciados entre sí) los ensa-
yos escritos a propósito de la Revolución por Jesús Silva
Herzog, difundidos en su revista Cuadernos Americanos .
Cualquiera que haya sido la influencia efectiva de este acto
en los miembros de la generación, el dato registrado por Krau-
ze debe tomarse en cuenta como índice de la vinculación en
curso de la Generación de Medio Siglo con la revisión de la
historia política de México durante el siglo XX; vinculación que
los mismos actores históricos se preocuparán por hacer valer
en su propia obra. Así, Krauze no hizo sino convalidar con los
instrumentos propios del taller de un historiador los actos del
discurso que un sujeto como Carlos Fuentes había venido ex-
ternando desde 1954, afio de la publicación de su primer libro.

10 Enrique Keauze , "Los temples de la cultura", en R. A. Campo Ch.

Hale y J. Z. Vázquez, eds., Los intelectuales y el poder en México, Mé~


xico, El Colegio de MéxicolucLA Latin American Ceoter Publications, 1991,
pp. 595-596. Muchos de los datos básicos utilizados en la caracterización
de la Generación de Medio Siglo han sido tomados de este articulo, tales
como la zona de fechas de nacimiento de sus integrantes y una aproxima-
ción a la nómina de sus personalidades más notables. Este documento es un
esbozo de las generaciones que, según el autor, han dominado el proceso de
la cultura mexicana en el siglo XX y asigna a la Generación de Medio Siglo los
atributos ideológicos y simbólicos que se explican en nuestro artículo .

32 Temo y variaciones de literatura 30


Al margen de sus postulaciones especificas, la crítica de
Silva Herzog contribuyó de modo sustancial a colocar el balan-
ce de la Revolución en el terreno propio del debate entre ser-
vidores públicos, gente de letras y universitarios. En olras
palabras, en el trabajo crítico y editorial que Silva Herzog
desarrolló luego de retirarse del servicio del Estado podemos
advertir una de los hechos más característicos de la segunda
mitad del siglo xx: el traslado de los asuntos concernientes
al poder politico, fuera del ámbito exclusivo de sus protago-
nistas, al campo del periodismo, la universidad y la literatura.
En consecuencia, un espacio público, propicio para la delibe-
ración entre sujetos semejantes entre sí , no vinculados por
relaciones de subordinación, fue configurándose a partir de la
discusión del pasado y la naturaleza del orden politico de
México. En breve, Daniel Casio Vi llegas se uniría a Silva
Herzog en la construcción de este espacio público, de carácter
letrado, sujeto a los hábitos sancionados por las disciplinas
profesionales de las Humanidades y las Ciencias Sociales,
auque no especializado, destinado al debate de la vida políti-
ca en México.
Subrayemos la condición paradójica de este espacio públi-
co en vías de consolidarse como horizonte de manifestación
de los sectores medios urbanos del país: por una parte, espa-
cio estructurado gracias a las profesiones universitarias; por
otro, espacio liberado de las jergas especializadas y del C!lrsus
honor!lm de los especialistas. Esta paradoja ratificó el poder
y el prestigio de las disciplinas universitarias en la formula-
ción del conocimiento y, al mismo tiempo, liberó estas disci-
plinas de las aulas multiplicando su difusión por medio del
periodismo, las estrategias de la extensión universitaria, los
instrumentos de la difusión cultural y el mercado de los libros.
Estos hechos fueron posibles gracias a la centralidad que la li-
teratura fue cobrando paulatinamente en esta estructura sim-
bólica. El contrato social de lectura, las orientaciones ideoló-
gicas y los instrumentos expresivos que caracterizaron la labor
de estos intelectuales han quedado cifrados suficientemente

Leonardo Marunez Carriza/es 33


en el título, en la estructura retórica y en los recursos forma-
les de dos ensayos dados a conocer en aquel periodo polé-
mico: " La Revolución Mexicana en crisis" ( 1943) Y"La crisis
de México" (1947)."
Si, por una parte, Jesús Silva Herzog reprochó a la Revo-
lución la "desintegración moral" de sus administradores y la
"confusión ideológica" de sus actos de gobierno; por otra, Da-
niel Cosía Vi llegas afinnaría que los líderes del movimiento
habían sido destructores eficaces de las instituciones del an-
tiguo régimen, pero incapaces para levantar sobre las ruinas
de antaño una nueva sociedad. El primero aconsejaba, desde
lo más profundo de sus convicciones sociales y económicas,
y afligido por un ambiente internacional desalentador, la
depuración de la revolución social de 1910; el segundo, a su
vez, desde una perspectiva liberal y un temperamento de in-
clinaciones técnicas, sugería el fin de un periodo histórico
dominado por las expectativas revolucionarias y, en conse-
cuencia, el planteamiento de un nuevo ciclo, atenido a un
ponderación serena e informada de las condiciones reales de
desarrollo en el país. La economía, la sociología y la historia
salían de los salones de clases y de los libros especializados
para dar sustancia a un espacio público donde, necesariamen-
te, sus enunciados adoptaban una nueva formulación si es que
aspiraban a afectar los intereses de un lectorado salido de las
clases medias urbanas del país, expuesto en algún grado a
los beneficios de la enseñanza universitaria y del desarrollo
nacional, pero en modo alguno identificado ni con la clase de
los funcionarios públicos ni con la de los profesores. En cual-
quier caso, tanto Daniel Cosía Vi llegas como Jesús Silva Her-
zog contribuyeron a convertir a la Revolución Mexicana, en

11 Jesús Si lva Herzog, "La Revolución Mexicana en crisis", en Cuadernos


Americanos XI: 5 (septiembre-octubre de 1943), pp. 32-55. Este ensayo se
convirtió en un libro al afto siguiente, 1944, editado bajo el sell o de la misma
revi sta. Daniel Cosío Vi ll egas, "La cri sis de México", en Cuadernos Ame-
ricanos XXXII : 2 (marzo-abril de 1947), pp. 29-51.

34 Tema y variaciones de literatura 30


tanto acontecimiento capital de la cultura politica del país, en
materia del conocimiento calificado por diversas profesiones
pero no reservado a los especialistas, objeto de debate públi-
co y, sobre todo, parte sustantiva del patrimonio simbólico de
los inteleCllIales: una figura socialmente construida en trance
de acreditarse que, teniendo como base la categoría socio-
cultural de los hombres de letras, reclamaba su pleno derecho
a intervenir en la consideración de los asuntos públicos con
entera independencia de criterio. Desprovistos hasta entonces
de un espacio institucional propio, los intelectuales hacían de
esta intervención en los asuntos otrora reservados a políticos,
funcionarios , especialistas y técnicos, el eje de su identidad
pública. Anotemos al margen que este estado de cosas que va
configurándose en el periodo (y que no es otra cosa sino el na-
cimiento de un nuevo tejido de la comunicación social), tie-
ne como instrumento básico el ensayo, un género literario lo
suficientemente flexible como para acoger en su estructura
la proyección en el texto del intelectual en ascenso.
En este sentido, todas las páginas que en breve redactarian
sobre la Revolución , el régimen político y la estructura social
mexicanos Carlos Fuentes, Enrique González Pedrero, Víctor
Flores Olea y Jaime García Terrés, entre otros, tiene como an-
tecedente la labor ensayística y editorial de Jesús Si lva Her-
zog y Daniel Cosio Vi llegas, así como también la orientación
ideológica de la revista Cuadernos Americanos y la índole
de actos públicos como el referido por Krauze; es decir, un
acto propio de la extensión universitaria destinado a examinar
el pasado reciente de la vida política del país por parte de
profesionales educados formalmente pero no especialistas
reducidos a sus jergas y al círculo de sus colegas. En última
instancia, antecedentes de este tipo indican la constitución de
un sujeto enuncian te en ascenso (e l intelectual), un nuevo
horizonte de enunciación y un nuevo tejido de los intercam-
bios simbólicos de la sociedad mexicana (el espacio público
estructurado en tomo a sectores medios urbanos y profe-
sionales) que hará posible la gestión pública de los escritores

Leonardo Martínez Carriza/es 3S


asociados a la categoría de Medio Siglo. Estos escritores
adoptan, en consecuencia, una nueva identidad social: la del
hombre de letras que junto con el desempeilo de unas tareas
literarias cada vez más complejas reclama para sí el derecho
de desarrollar una agenda política de carácter crítico ampa-
rado en su patrimonio profesional. Una categoría como la de
Generación de Medio Siglo es, por sí sola, expresión del
nuevo orden simbólico de la sociedad mexicana que veni-
mos exponiendo.
El reconocimiento de esa identidad es absolutamente ne-
cesario para comprender a la Generación de Medio Siglo co-
mo un lugar de la memoria y un lugar retórico en la historia de
México; lugares que recuperan y ponen en forma mediante
enunciados inteligibles la voluntad de la época por investir al
escritor con la responsabilidad de criticar el orden establecido.

[ ... ] en un país como el nuestro, de estructura democrática tan defi-


ciente, de limitadas posibilidades de expresión política, de enormes
problemas irresueltos y aplazados, y de temibles opresivas vecindades
[ ... ], el escritor, el intelectual no pueden ser ajenos a la lucha por una
trans formación política que, en última instancia, supone también
una transformación cultural. En gran medida, el escritor, en México, le
da una voz a quienes no pueden hacerse escuchar, l2

Así, la figura pública del escritor mexicano estuvo en condi-


ciones reales de adquirir los atributos de una vieja aspiración
en la historia de la cultura de las sociedades occidentales,
largamente pospuesta en países periféricos: la del poder es-
piritual del hombre de letras; un poder crítico, regenerador,
esperanzador frente a los principios políticos y económicos de
la realidad moderna. Un poder que durante el periodo que nos
interesa ya ni siquiera guarda el recuerdo de su estatuto sa-
cerdotal (Paul Bénichou), pero, a cambio, pone en juego las

12 C. Fuentes, arl. cit., p. 64.

36 Tema y variaciones de literatura 30


capacidades profesionales que la experiencia hi stórica ha
dejado en sus manos, así como también los in strumentos do-
xográficos con los cuales la literatura reclama su participación
en el espacio público (el ensayo y los géneros del periodismo).
Este poder critico sobre los asuntos públicos reconocido en
el escritor no alteraria el ejercicio de la administración públi-
ca en México, pero sí abriría el camino para cambiar los tér-
minos del acuerdo celebrado entre el Estado nacional y los
escritores me xicanos a partir de los primeros gobiernos esta-
bles luego del estallido de 1910. Tanto la identidad social como
las tareas ensayísticas de Silva Herzog y Cosía Vi llegas repre-
sentan casos muy notables de la cr isis del ac uerdo que
acabamos de señalar y del modo en que se abre paso entre los
atributos del escritor la critica de l orden social y la indepen-
dencia de sus puntos de vista; crítica e independenc ia que
destacan entre los bienes del patrimonio socialmente recono-
cido que confiere a este grupo una cierta autonomía , pemli-
tiéndoles deshacerse de las prendas que hasta entonces le
habian granjeado un lugar reconocido en la estructura de la
sociedad mexicana : la competencia técnica y la honorabili-
dad en el desempeño de las tareas que el Estado habia con-
fiado a los escritores en beneficio del orden público.
No hablo de un fenómeno cuya discusión pueda agotarse
en el alejamiento de ciertos escritores de la época con respec-
to de los puestos públicos (que ocurre en unos casos y en otros
no); me refiero a un cambio en la ubicación reservada a los
escritores en la estructura simbólica de la sociedad mexicana
y, por consecuencia, una alteración de la índole de los discur-
sos que les son propios. A este respecto, lo que presagiaban
los ensayos de Silva Herzog y Casio Vi llegas era el fin , como
figura privilegiada, del sujeto hi stórico encamado por José
Vasconcelos secretario de Educación Pública, Alfonso Re-
yes embajador y delegado del gobierno en foros internacio-
nales, Genaro Estrada subsecretario de Relaciones Exteriores,
Jaime Torres Bodet ministro de Estado en dos ramos de la
administración pública, por sólo hablar de algunos ejemplos

Leonardo Martínez Carriza/es 37


notables en diversos periodos, e influyentes en la construcción
de la figura pública de los escritores durante la primera mi-
tad del siglo xx. El tiempo de los patriarcas literarios del Estado
Revolucionario llegaba a su fin. El prestigio de estos persona-
jes no se cancelaría, pero perderían operatividad y funciona-
lidad; el decoro de su conducta y de sus enunciados caería en
desuso y, no pocas veces, en descrédito. En cambio, se acercaba
la hora del periodismo radical de Carlos Fuentes, concentrado
en asuntos como los movimientos laborales de México duran-
te los años de 1958 y 1959, Rubén Jaramillo, la Revolución
Cubana, la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos
latinoamericanos, las tensiones de la Guerra Fría, el movi-
miento de países no alineados, la protesta de los estudian-
tes franceses en 1968, etcétera. El escritor, sin renunciar a su
estatuto literario, reorientaría radicalmente sus intereses
ampliando espectacularmente el repertorio de sus temas. Al
dar forma a tales intereses, proclamaría los índices léxicos
del campo del discurso que en muy poco tiempo terminaría
por conformar la categoría de la Generación de Medio Siglo:
cambio, transfonnación, novedad, originalidad, futuro, críti-
ca, modernidad . .. Este campo del discurso hegemónico en la
historia de México desde los años sesenta sanciona la estruc-
tura simbólica emergente a la sazón en el país y encuentra en
la Generación de Medio Siglo una de sus categorías más só-
lidas. El uso que hagamos de esta noción debería tener en
cuenta los principios dominantes que dan testimonio de su his-
toricidad y la de nuestra propia perspectiva sobre la materia.

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