Oración Por Las Vocaciones
Oración Por Las Vocaciones
Oración Por Las Vocaciones
Manifiesta a Jesús en estas sencillas palabras que primero que la acción, la misión y la
evangelización se encuentra en un lugar principal la oración. La mies siempre será
mucha y los operarios muy pocos, por lo cual debemos pedir constantemente al Señor
de la mies que nunca falten los obreros que prediquen y acompañen a su pueblo. Esa
mies seguirá aumentando y creciendo en los campos del mundo de día en día y se
necesitan obreros que la cosechen. Pero ellos sólo pueden venir exclusivamente del
corazón amoroso de Dio; pues Él es la fuente y el autor de todas las vocaciones, ellas
nacen de su iniciativa y de su amor.
Por eso ponemos en sus manos este libro de oraciones, con el único propósito de
intensificar nuestra acción por esta intensión especial de la Iglesia universal,
acogiendo la invitación del Señor, dando un lugar privilegiado a la oración.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Señor Jesús, Palabra eterna del Padre, que a tantos jóvenes dices: ¡Ven y sígueme!.
Señor Jesús, que has llamado a quienes has querido, llama a muchos jóvenes a trabajar
por Ti, a trabajar contigo. Tú, que has iluminado con tu Palabra a los que has llamado
ilumínalos con el don de la fe en Ti.
Tú que los has sostenido en las dificultades, ayúdales a vencer las dificultades de
jóvenes de hoy. Y si llamas a alguno de ellos para consagrarlo todo a Ti, que tu amor
aliente esta vocación desde el comienzo y la haga crecer y perseverar hasta el fin.
Amén.
Jesús, Divino Pastor de las almas, que llamaste a los apóstoles para hacerlos
pescadores de hombres, atrae hacia ti las almas ardientes y generosas de los jóvenes,
para hacerlos tus seguidores y tus ministros; hazlos partícipes de tu sed de redención
universal, en favor de la cual renuevas tu sacrificio sobre los altares.
Tú, Señor, “siempre dispuesto a interceder por nosotros”, descúbreles los horizontes
del mundo entero, donde la muda plegaria de tantos hermanos pide la luz de la verdad
y el calor del amor, para que respondiendo a tu llamada, prolonguen aquí abajo tu
misión, edifiquen tu Cuerpo Místico, que es la Iglesia y sean “sal de la tierra”, “luz del
mundo”.
Señor Dios, Padre nuestro, te damos gracias por los sacerdotes, que son un regalo y un
signo de tu amor. Ellos nos manifiestan tu corazón bueno y rico en misericordia, nos
ofrecen la salvación de Jesús y nos ayudan a vivir en el Espíritu Santo. Concédenos
pastores según tu corazón, bendice a los seminaristas, y haz que no falten en la Iglesia
niños y jóvenes que sigan la vocación sacerdotal. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oh Jesús, pastor eterno de las almas, dígnate mirar con ojos de misericordia a esta
porción de tu grey amada. Señor necesitamos sacerdotes, misioneros y religioso;
bendice nuestras familias, multiplica las vocaciones y santifica cada vez más a
nuestros sacerdotes, misioneros y religiosos.
Te lo pedimos por la inmaculada Virgen María, tu dulce santa Madre, oh Jesús, danos
sacerdotes, misioneros y religiosos según tu corazón. Amén.
Padre bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tu amor, nos abrazas como a tus hijo y nos
ofreces la posibilidad de descubrir, en tu voluntad, los rasgos de nuestro verdadero
rostro.
Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como Tú eres santo. Te pedimos que nunca
falten a tu Iglesia ministros y apóstoles santos que, con la palabra y con los
sacramentos, preparen el camino para el encuentro contigo.
Padre, haz que surjan entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al
sacerdocio, que mantengan viva la fe y la conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su Palabra y la administración de los sacramentos con lo
que renuevas continuamente a tus fieles. Danos santos ministros del altar, que sean
solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía, sacramento del don supremo de
Cristo para la redención del mundo.
Espíritu de amor eterno, que procedes del Padre y el Hijo. Te damos gracias por todas
las vocaciones de apóstoles y santos que han fecundado la Iglesia. Continúa, todavía, te
rogamos, esta tu obra. Acuérdate de cuando, en Pentecostés, descendiste sobre los
apóstoles reunidos en oración con María, la madre de Jesús, y mira la Iglesia que tiene
hoy una particular necesidad de sacerdotes santos, de testigos fieles y autorizados de
tu gracia; tiene necesidad de consagrados y consagradas, que manifiesten el gozo de
quien vive sólo para el Padre, de quien hace propia la misión y el ofrecimiento de
Cristo, de quien construye con la caridad el mundo nuevo.
Espíritu Santo, perenne manantial de gozo y de paz, eres tú quien abre el corazón y la
mente a la divina llamada: eres tú que hace eficaz cada impulso al bien, a la verdad, a
la caridad. Tus gemidos inenarrables suben al Padre desde el corazón de la Iglesia, que
sufre y lucha por el Evangelio.
Abre los corazones y las mentes de los jóvenes, para que una nueva floración de santas
vocaciones manifieste la constancia de tu amor, y todos puedan conocer a Cristo, luz
verdadera del mundo, para ofrecer a cada ser humano la segura esperanza de la vida
eterna. Amén.
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA POR LAS VOCACIONES
(Padre Santiago Alberione)
Dios te salve, María, madre, maestra y reina nuestra. Escucha con bondad la súplica
que te presentamos según el deseo de Jesús: “Rogad al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies”. Vuelve tus ojos misericordiosos hacia todos los hombres.
Muchos andan extraviados en las tinieblas, sin padre, sin pastor y sin maestro. En ti,
María, encontrarán la senda para llegar a Cristo, pues el Padre te ha constituido
“apóstol” para dar al mundo a Jesús, camino, verdad y vida.
Por ti, todos los católicos, con todas las energías, por todas las vocaciones, para todos
los apostolados. Por ti, todos los creyentes por todos los no creyentes; todos los
comprometidos por todos los indiferentes; todos los católicos por todos lo no
católicos,. Por ti, todos los llamados sean fieles a su vocación, todos los apóstoles sean
santos, todos los hombres los acojan. Al pie de la cruz tu corazón se dilató para
acogernos a todos como hijos.
Haz, Señor, que al igual que para ella tú seas para mí, mi única riqueza, mi sustento y
alimento; mi bien y mi alegría. Que como María siempre esté dispuesto a cumplir tu
voluntad, a vivir abandonado en ti, y a decirte con los labios, con el corazón y con la
vida ¡aquí estoy… hágase en mí según tu Palabra!
Señor Jesucristo, Pastor bueno, tú que conoces a todas las ovejas y sabes cómo llegar
al corazón del hombre, abre la mente y el corazón de los que buscan y esperan una
palabra de verdad para su vida; hazles sentir que sólo en ti pueden encontrar plena
luz; pero temen que tu llamada sea demasiado exigente; sacude el alamas de los que
quieran seguirte en el ministerio sacerdotal, pero no saben vences las dudas y los
miedos, y acaban por escuchar otras voces.
Tú que eres la Palabra que ilumina y sostiene los corazones, suscita en aquellos a
quienes llamas valor para dar la respuesta de amor: ¡Heme aquí, envíame! Amén.
ORACIONES POR LOS SACERDOTES
Señor, llena con el don del Espíritu Santo a los que te has dignado elevar al Orden
Sacerdotal apra que sean dignos de presentarse sin reproche ante tu altar, de anunciar
el Evangelio de tu Reino, de realizar el ministerio de tu palabra de verdad, de ofrecerte
los dones y sacrificios espirituales, de renovar a tu pueblo mediante el baño de la
regeneración; de manera que vayan al encuentro de nuestro gran Dios y del Salvador
Jesucristo, tu único Hijo, y reciban de tu inmensa bondad la recompensa de una fiel
administración de su orden sacerdotal.
Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor, fuente de vida, que por singular generosidad
de tu dulcísimo corazón no has dado sacerdotes para que podamos cumplir
plenamente los designios de santificación que tu gracia inspira en nuestras almas; te
suplicamos: ven y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.
Oh María, madre de Jesucristo y madre de los sacerdotes: acepta este título con el que
hoy te honramos para exaltar tu maternidad y contemplar contigo el sacerdocio de
tuHijo unigénito y de tus hijos, oh santa Madre de Dios.
Madre de Cristo, que al Mesías sacerdote diste un cuerpo de carne por la unción del
Espíritu Santo para salvar a los pobres y contritos de corazón: custodia en tu seno y en
la Iglesia a los sacerdotes, oh Madre del Salvador.
Madre de la fe, que acompañaste al templo al Hijo del hombre, en cumplimiento de las
promesas hechas a nuestros padres: presenta a Dios Padre, para su gloria, a los
sacerdotes de tu Hijo, oh Arca de la Alianza.
Madre de la Iglesia, que con los discípulos en el Cenáculo implorabas el Espíritu para
el nuevo pueblo y sus pastores: alcanza para el orden de los presbíteros la plenitud de
los dones, oh Reina de los apóstoles.
Guarda puro su corazón, marcado por el sello sublime del sacerdocio. No permitas que
el espíritu del mundo los contamine, y que tu santo amor los proteja de todo peligro.
Bendice sus trabajos y que el fruto de sus desvelos se la salvación de muchas almas,
que serán su consuelo aquí y su corona eterna. Divino Corazón de Jesús, Corazón lleno
de celo por loa gloria del eterno Padre, te rogamos por todos los sacerdotes; en tu
Corazón Sagrado llénalos de celo, de pureza, de bondad, de amor y de caridad
apostólica. Amén.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Jesús que sientes compasión al ver la multitud que está como ovejas sin pastor,
suscita, en nuestra Iglesia, una nueva primavera de vocaciones.
Te pedimos que envíes sacerdotes según tu corazón que nos alimenten con el pan de
tu Palabra y en la mesa de tu Cuerpo y de tu Sangre; consagrados que, por su santidad,
sean testigos de tu Reino; laicos que, en medio del mundo, den testimonio de ti con su
vida y su palabra.
Buen Pastor, fortalece a los que elegiste y ayúdalos a crecer en el amor y santidad para
que respondan plenamente a tu llamada.
María, madre de las vocaciones, ruega por nosotros. Amén.
Oh glorioso patriarca san José, padre tutelar de Nuestro Señor Jesucristo, en este día te
pido por todos los sacerdotes, los cuales fueron tomados de entre los hombres para
servir a Dios.
Ayúdalos a imitar tu gran fe, tu castidad perfecta, tu entrega total al servicio de Dios
sin mirar las consecuencias, tu humildad, tu trabajo constante, tu pobreza, tu
obediencia, todas tus virtudes y tu “sí” heroico. Ayúdalos a imitarte a ti y a tu Hijo
Jesús en todo. Ayúdalos ser buenos sacerdotes para los ojos de Dios, ayúdalos en su
soledad y en sus momentos de tentación. Acompáñalos en todos los momentos
difíciles de su vida y en sus momentos de alegría también. Defiéndalos de todos los
que quieres hacerles algún daño físico o moral, como defendiste a Nuestro Señor
Jesucristo, hasta que llegue al Reino de los cielos a gozar contigo para siempre de la
presencia de Dios nuestro Padre. Amén.
¡Oh Jesús! Te ruego por tus fervorosos sacerdotes, por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones, por tus sacerdotes que
sufren soledad y desolación, por tus jóvenes sacerdotes, por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes agonizantes. ¡Oh Jesús guárdalos a todos junto a tu corazón y
concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad. Amén.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Padre Santiago Alberione
Jesús, sacerdote eterno, guarda a estos ciervos tuyos, en el recinto santo de tu corazón,
donde nadie pueda hacerles daño alguno.
Guarda inmaculadas sus manos consagradas que a diario tocan tu sagrado Cuerpo;
guarda sin mancha esos corazones sellados con el sublime carácter del sacerdocio.
Haz que tu santo amor los envuelva y separa del contacto del mundo. Bendice sus
trabajos, con frutos abundantes, y sean las almas por ellos dirigidas y administradas,
su consuelo y gozo aquí en la tierra y después su hermosa corona en el cielo. Amén.
Oh Dios, eterno Pastor de los fieles, que diriges y gobiernas a tu Iglesia con
providencia y amor, te rogamos concedas a los obispo de tu Iglesia, a quienes pusiste
al frente de tu pueblo en unión con el Papa, sucesor de Pedro y Vicario en la tierra, la
gracia de presidir, en nombre de Cristo, la grey que pastorean, y ser maestros fieles a
la verdad, sacerdotes de los sagrados misterios y guías de tu pueblo santo. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Danos, Señor, obispos santos según el deseo de tu corazón.
Amén.
ORACIÓN FINAL