REGENERACION
REGENERACION
REGENERACION
Dado que la vida cristiana de fe comienza con el nuevo nacimiento, la regeneración es una de
las doctrinas fundamentales en relación a la salvación. Una definición exacta de esta obra del
Espíritu y un entendimiento de su relación con toda la vida cristiana son importantes para un
evangelismo efectivo tanto como para la madurez espiritual.
A. Definición de regeneración.
Mt. 19:28 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre
se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre
doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
En Tito 3:5, sin embargo, se hace la declaración: «No por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo».
Sobre la base de este texto, la palabra «regeneración» ha sido elegida por los teólogos para
expresar el concepto de nueva vida, nuevo nacimiento, resurrección espiritual, la nueva creación
y, en general, una referencia de la nueva vida sobrenatural que los creyentes reciben como hijos
de Dios. En la historia de la iglesia, el término no ha tenido siempre un uso exacto, pero entendido
correctamente significa el origen de la vida eterna, el cual se introduce en el creyente en Cristo
en el momento de su fe, el cambio instantáneo de un estado de muerte espiritual a la vida
espiritual.
Jn. 1:13 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Jn. 5:21 21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los
que quiere da vida.
Ro. 6:13 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad,
sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros
a Dios como instrumentos de justicia.
2Co. 5:17 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.
Ef. 2:5, 10 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Ef. 4:24 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Tito. 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
Stg. 1:18 18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos
primicias de sus criaturas.
1P. 2:9 9 Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
De acuerdo a Juan 1:13, «no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad
de varón, sino de Dios». En muchos pasajes se le compara a la resurrección espiritual.
Jn. 5:21 21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los
que quiere da vida.
Ro. 6:13 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad,
sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros
a Dios como instrumentos de justicia.
Ef. 2:5 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos),
2Co. 5:17 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.
Ef. 2:10 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Ef. 4:24 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Las tres Personas de la Trinidad están involucradas en la regeneración del creyente. El Padre
está relacionado con la regeneración.
Stg. 1:17-18 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las
luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18 El, de su voluntad, nos hizo nacer
por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Jn. 5:21 21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los
que quiere da vida.
2Co. 5:18 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos
dio el ministerio de la reconciliación;
1Jn. 5:12 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Parece, sin embargo, que, como en otras obras de Dios donde las tres personas están
involucradas, el Espíritu Santo es específicamente el Regenerador.
Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Tito 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
Puede observarse un paralelo en el nacimiento de Cristo, en el cual Dios fue su Padre, la vida
del Hijo estaba en Cristo y aun así fue concebido del Espíritu Santo.
Jn. 1:13 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
Ro. 6:13 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad,
sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros
a Dios como instrumentos de justicia.
En Efesios 2:5 se declara que Dios, «aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo», literalmente «nos hizo vivos junto con Cristo». En la tercera figura, la de
la nueva creación, el creyente es exhortado a «y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24). En 2 Corintios 5:17 el pensamiento se hace
claro: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas.» Las tres figuras hablan de la nueva vida, la cual se recibe por
fe en Cristo.
Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección espiritual y la creación, está
claro que la regeneración no es llevada a cabo por ninguna buena obra del hombre. No es un
acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por ninguna ordenanza de la iglesia
tal como el bautismo por agua. Es enteramente un acto sobrenatural de Dios en respuesta a la
fe del hombre.
Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el acto del nuevo
nacimiento recibe una nueva naturaleza. Esto es a lo que la Biblia hace referencia como al
«nuevo hombre» (Ef. 4:24), del cual se nos exhorta a que «nos vistamos», en el sentido de que
deberíamos aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva personalidad. A causa de la
nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar a menudo un cambio drástico en
su vida, en su actitud hacia Dios y en su capacidad de tener victoria sobre el pecado. La nueva
naturaleza está modelada en conformidad con la naturaleza de Dios mismo y es algo diferente
de la naturaleza humana de Adán antes de pecar, la cual era completamente humana, aunque
sin pecado. La nueva naturaleza tiene cualidades divinas y anhela las cosas de Dios. Aunque en
sí misma no tiene el poder de cumplir sus deseos aparte del Espíritu Santo, da una nueva
dirección a la vida y una nueva aspiración para alcanzar la voluntad de Dios. Mientras que la
regeneración en sí misma no es una experiencia, la nueva vida recibida en la regeneración da al
creyente nueva capacidad para la experiencia. Antes fue ciego, y ahora puede ver. Antes estaba
muerto, ahora está vivo a las cosas espirituales. Antes era extraño de Dios y fuera de la
comunión; ahora tiene una base para la comunión con Dios y puede recibir el ministerio del
Espíritu Santo. En la proporción que el cristiano se entrega a sí mismo a Dios y obtiene la
provisión de Dios, su experiencia será maravillosa, una demostración sobrenatural de lo que Dios
puede hacer con una vida que está rendida a Él. Otro aspecto importante de tener la vida eterna
es que es el terreno para la seguridad eterna. Aunque algunos han enseñado que la vida eterna
puede perderse y que una persona que ha sido una vez salva puede perderse si se aparta de la
fe, la misma naturaleza de la vida eterna y del nuevo nacimiento impiden una vuelta atrás en esta
obra de Dios. Es primeramente una obra de Dios, no de hombre, que no depende de ninguna
dignidad humana. Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra la cual merece
la salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede obrar en la vida individual.
Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de la misma manera el nacimiento
espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado, asegura al creyente que Dios siempre será
su Padre Celestial. De igual manera, la resurrección no puede ser revocada, puesto que somos
elevados a una nueva orden de seres por un acto de Dios.
El nuevo nacimiento como un acto de la creación es otra evidencia que una vez que se realiza
continúa para siempre. El hombre no puede en sí mismo anular esta creación. La doctrina de la
seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la pregunta de si la salvación es una obra
de Dios o del hombre, si es enteramente por gracia o basada en los méritos humanos. Aunque
el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él debería ser como un hijo de Dios, así como
se da en el caso del parentesco humano, esto no altera el hecho de que él ha recibido una vida
que es eterna. También es cierto que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo
parcialmente en la experiencia espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia de Dios en los
cielos.
La regeneración
“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3.7).
Lo que la regeneración es
1. Nacer de nuevo
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3.3).
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios” (1 Pedro 1.23). La vida que recibimos al nacer de nuevo es la
vida triunfante de Cristo que vence el pecado, el mundo y la muerte. Es una
vida incorruptible que verá el reino de Dios.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.17). La vida nueva
no resulta de nuestros esfuerzos para reformarnos, sino resulta de una obra
creadora de Dios en nosotros. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras” (Efesios 2.10). Observe que las buenas obras de Dios
serán evidentes en la persona regenerada. La vida después que el pecador se
arrepiente y se reconcilia con Dios se describe como una “vida nueva”
(Romanos 6.4).
“Habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del
nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno” (Colosenses 3.9–10). El hombre nuevo no nace hasta que
el viejo sea crucificado (Romanos 6.6).
4. Ser lavado
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en
el Espíritu Santo” (Tito 3.5).
Ezequiel predijo lo que iba a pasar cuando dio la promesa de Dios: “Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel
36.26). Con este corazón nuevo nuestra mirada está puesta en “las cosas de
arriba” (Colosenses 3.1). Mientras que cuando uno todavía vive según el
corazón de piedra la mirada está puesta en las cosas terrenales (Colosenses
3.5).
Lo que la regeneración no es
1. Sólo reformarse
Hay personas que se consideran “buena gente” y están tan seguras de que
jamás han hecho alguna cosa muy mala. Pero si se examinaran honestamente
en el espejo del evangelio (2 Corintios 3.18) se verían como pobres pecadores,
engañados por su propia justicia.
Todas las cosas mencionadas aquí son buenas en su propio lugar, pero no
ocupan ningún lugar como substituto para la salvación.
La obra de la regeneración
1. Es la obra de Dios
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen algo que ver con esta obra (Juan
1.13; 3.6; Tito 3.5; 1 Pedro 1.3; 1 Juan 2.29). Es el “lavamiento de la
regeneración” lo que nos trae la salvación; las obras no la pueden traer. Dios
nos salvó, “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia” (Tito 3.5). No somos nacidos por obras, sino nacidos de
Dios, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Filipenses 2.13).
El evangelio de Cristo, dice la Biblia que “es poder de Dios para salvación”
(Romanos 1.16). En otras palabras, somos engendrados por el evangelio. En el
nuevo nacimiento la palabra de Dios es la semilla; el corazón humano es la
tierra; el predicador es el sembrador que siembra la semilla en la tierra
(Hechos 16.14); el Espíritu da vida a la semilla en el corazón que la recibe; la
nueva naturaleza nace de la divina palabra; el creyente es nacido de nuevo,
creado de nuevo y ha pasado de muerte a vida.
Para probar esto, nos referimos a las escrituras ya citadas de las cuales las
más directas son Juan 3.3, 5, 7.
Evidencias de la regeneración
La Biblia ofrece evidencias por las cuales podemos saber si somos regenerados
o no. A continuación presentamos algunas:
1. La justicia
“Todo el que hace justicia es nacido de él” (1 Juan 2.29). “Dios no hace
acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y
hace justicia” (Hechos 10.34–35). La justicia de Cristo, dada a los hombres, se
manifiesta en una vida justa, porque “los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?” (Romanos 6.2). Es imposible ser justo por dentro sin
manifestarlo por fuera (Mateo 5.14–16).
“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5.4). Los hijos de
Dios aman las cosas que Dios ama y aborrecen las cosas que él aborrece. Este
amor y ese odio son evidencias de la regeneración en la vida del cristiano. Por
tanto, “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan
2.15). Todo aquel que de todo corazón ama lo que es bueno entonces
aborrece en absoluto lo que es malo. Esta es una de las evidencias
fundamentales que demuestra que alguien es hijo de Dios.
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues
Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Juan
5.18). Para el que es nacido de Dios el mandamiento “aborreced lo malo” le
es tan importante como “seguid lo bueno” (Romanos 12.9). El hijo de Dios,
que está lleno del Espíritu Santo, puede decir como dijo el salmista: “He
aborrecido todo camino de mentira” (Salmo 119.104).
4. La obediencia
5. El amor
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos” (1 Juan 3.14). Por esta misma razón Dios dice que “el que no ama
a su hermano, permanece en muerte” (1 Juan 3.14). “Amados, amémonos
unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de
Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios” (1 Juan 4.7–8).
6. La fe
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5.1).
La prueba verdadera de la fe, como la del amor, se halla al creer toda la
palabra de Dios y obedecerla. “Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1.12).