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Resiliencia

La resiliencia se define como la capacidad humana de afrontar situaciones límite y sobreponerse a ellas de manera flexible. Las personas resilientes no sólo logran superar las adversidades, sino que además las utilizan para crecer personalmente. Presentan características como un optimismo realista, buscar apoyo social, afrontar los cambios con flexibilidad y humor, y esforzarse continuamente por alcanzar sus metas.

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Resiliencia

La resiliencia se define como la capacidad humana de afrontar situaciones límite y sobreponerse a ellas de manera flexible. Las personas resilientes no sólo logran superar las adversidades, sino que además las utilizan para crecer personalmente. Presentan características como un optimismo realista, buscar apoyo social, afrontar los cambios con flexibilidad y humor, y esforzarse continuamente por alcanzar sus metas.

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Qué es la resiliencia: definición y significado

El significado de resiliencia, según la definición de la Real Academia


Española de la Lengua (RAE) es la capacidad humana de asumir con
flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología
añadimos algo más al concepto de resiliencia: no sólo gracias a ella somos
capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino
que también podemos salir fortalecidos de ellas.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en


función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta
manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las
adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y
utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos
difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una
manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de
que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a
menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es
posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con
una sonrisa en los labios.

¿Cómo enfrenta la gente los eventos difíciles que cambian su vida? ¿Cómo
reacciona a eventos traumáticos como la muerte de un ser querido, la pérdida
del trabajo, una enfermedad difícil, un ataque terrorista y otras situaciones
catastróficas?
Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones
que cambian dramáticamente su vida y que aumentan su estado de tensión.
¿Qué les permite adaptarse? Es importante haber desarrollado resiliencia, la
capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un
proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a
tomar una serie de pasos.
Este ensayo tiene el propósito de ayudar a los lectores a tomar su propio
camino hacia la resiliencia. Provee información sobre la resiliencia y algunos
factores que afectan a la gente a enfrentar sus problemas. Gran parte de la
información ofrecida se enfoca en el desarrollo y el uso de una estrategia
personal para mejorar la resiliencia.

Las personas que practican la resiliencia:

1. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma


optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles
son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus
metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes
de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por
centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas
personas desarrollan un optimismo realista, también llamado
optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se
presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
2. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las
personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades,
por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una
actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como
vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de
apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
3. No intentan controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de
las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer
controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se
nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin
embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben que es
imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la
incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control. Se
centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la
realidad.
4. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas
resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué
quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para
adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas
personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar
diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes
iniciales o a una única solución.
5. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que los resilientes sean
flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las
distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia
estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan
el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una
motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo
que se proponen.
6. Afrontan la adversidad con humor. Una de las características
esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son
capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus
desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse
optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos
de las situaciones.
7. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las
personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su
primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia
del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo
necesitan.

La persona con mayores conocimiento de sí misma y de la realidad, puede


procesar y elaborar más eficazmente los traumas y los factores estresantes.

 La empatía es la capacidad de entender al otro y ponernos en su lugar, comprender sus


sentimientos, a través de comprender los propios. Es un hábito resiliente, que nos permite por
ejemplo, separar pensamiento de acción, cuando nos sentimos enfadados con alguien querido.
 Cuando tenemos empatía, el flujo de dar y recibir afecto en las relaciones con los demás es
mayor, lo que incrementa nuestra red social de apoyo. Un punto muy importante para ser una
persona resiliente.

La creencia de que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor, perdiendo el temor a que
las cosas suceden por injusticia o causas ajenas a nuestro control. Esto va a hacer más fuerte
a nuestra autoestima y nos va a movilizar hacia la resolución de conflictos que de otra forma se
cronificarían en el tiempo.

 Afrontar la adversidad con humor es propio de personas resilientes. Ser capaces de reírnos de
la adversidad y sacar una broma de las situaciones difíciles nos ayuda a superarlas y
mantenernos fuertes y optimistas ante la incertidumbre. Esto no quiere decir que en mitad de
un funeral tengamos que usar el humor de forma obligada, sino que una vez esa situación
dolorosa ha pasado seamos capaces de recordar a esa persona en momentos divertidos, que
busquemos ratos felices que pasamos con él o ella o incluso nos acordemos de algo gracioso
que solía decir o hacer.
 Un enfoque hacia lo positivo de una situación abre caminos que antes estaban ocultos.
 Evitar la queja constante.
 La creencia de que uno puede aprender con sus experiencias, sean éstas positivas o negativas
nos permite seguir creciendo y madurando a lo largo de la vida.
 Las personas más resilientes tienen el hábito de vivir en el aquí y ahora, el presente,
sin que las culpas del ayer o la incertidumbre del futuro le enturbie el momento que
están experimentando. Disfrutan de los pequeños detalles y no pierden su capacidad
para asombrarse ante la vida; de esta forma es más fácil enfocarse en los aspectos
positivos que nos ofrece cualquier situación, complicada o no.
 La conciencia del presente, puede resultar complicado con los ritmos de vida actuales
pero hay formas de entrenar esta conciencia del momento presente, como el
mindfulness.
Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los
aspectos de nuestra vida, porque solemos tolerar mal la incertidumbre. Una forma de ganar
seguridad en nosotros mismos y vivir con menos tensión emocional es precisamente,
aprendiendo a lidiar con la incertidumbre, para que nos cause el menor malestar posible.

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