EL CRISTO DE ESPALDAS (Analisis) Ç

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EL CRISTO DE ESPALDAS

Eduardo Caballero Calderón

I. CONSIDERACIONES GENERALES
1.1 ARGUMENTO
Capítulo I
Narra el periplo que el cura y sacristán atraviesan rumbo al
pueblo de arriba, el momento en que llegan al pueblo, siendo el sacristán
una especie de guía en todo el camino “El caricortao”.
Existe un acercamiento de cómo se ejerció el poder político en
aquel pueblo y como las personas que lo ejercían hacían uso y abuso de
este, se veía la hipocresía que existía entre los gobernantes de turno: el
alcalde, el notario, el juez, etc., los intereses de cada uno que se imponían
antes prime la razón.
Aquella noche seria el calvario de los profundos sueños del
sacerdote, no entendemos cual seria aquel trance que motivaba al cura a
salir de la realidad y rememorar el pasado, lo acontecido, que lo
despertaba de cuando en cuando, muy violento, asustado, motivándolo a
caer en pecado.
Capítulo II
Agotado, con los ojos rojos, al día siguiente el cura inicia con la
misa, recitando el evangelio y demostrando una elocuencia admirable,
digna de admiración, sin tener importancia en pueblos como este, ya que
el discurso venía de una persona muy joven, repitiendo siempre en aquel
sermón, palabras del santo evangelio:
“El Buen Pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Pero el
mercenario, y el que no es propio pastor, de quien no son
propias sus ovejas, en viendo venir al lobo desampara las
ovejas, y huye; y el lobo las arrebata y dispersa el
rebaño…” (1)
Ya en la sacristía, al final de la misa los curiosos no dejarían en
paz al joven sacerdote, pues el chisme era alimento de todos y no de
algunos.
En la casa cural seguía escuchando el sacerdote a todas esas
personas, cuando hace su ingreso de manera abrupta, muy alterado,
cansado, quien sabe de qué o por qué, el Anacleto, desconfiando en toda
su expresión, asustado y se dirige al cura, aquel que deja a las demás
personas y entabla conversación con él. Anacleto entre otras cosas cuenta
la tragedia que lo perseguía, esta habiendo acontecida en su casa, puso de
un tono rojizo al sacerdote, poco acostumbrado a escuchar este tipo de
lamentos. Era la muerte de su padre Don Roque Piragua, siempre
sosteniendo su inocencia, pero no apartando el odio que sentía hacia su
padre, ya que era el culpable de la tragedia de ese pueblo. Cuando
enterados de la tragedia todas las autoridades de ese pueblo se
precipitaron a la iglesia.

Capítulo III
1
Caballero Calderón, Eduardo, El cristo de espaldas, en: Historia de la literatura hispanoamericana,
Editorial Oveja Negra, Colombia, 1985, p. 32
Ya apresado el Anacleto y conducido a la alcaldía, fue sometido a
brutal tortura, cual Cristo que fue azotado por su verdugos, su medio
hermano el Anacarsis, quiso estrangularlo, no pudiendo concluir ello
gracias a la reacción oportuna de los presentes. El cura condeno aquellos
actos y llamo la atención al alcalde y demás autoridades. Se inculpaba de
la muerte de Don Roque Piragua a Don Pío Quinto Flechas, este último
dueño y gobernante de aquel pueblo en el pasado, pues la gente decía
que Don Roque le había jugado sucio a Don Pío Quinto y lo había
echado del pueblo quedándose con su fortuna.
Ya en la iglesia el cura reiniciaba sus rezos retornaba a aquel
trance que lo llevaba al encuentro con Dios y recordaba la terrible
soledad del Cristo en la cruz. Cuando de pronto el “caricortao” avisó que
había llegado el cuerpo de Don Roque; entre otras señoras que venían
comentando como era en aquellos días en que el difunto gobernaba el
pueblo; por todo el pueblo y sus alrededores Anacarsis juraba que daría
muerte al Anacleto, y a todos los Liberales que existieran, pues era
notorio que dicha muerte había generado el enfrentamiento entre
hermanos, estos tan solo de padre, pero no por ello dejaban de ser
hermanos; posiciones encontradas, pugna por el poder, entre Liberales y
Conservadores. En la iglesia una vez más se reiniciaba el rezo del rosario
por el alma de aquel difunto.
Capítulo IV
Aquella madrugada seria muy agitada y cansada, de poco
descanso, pues todo el pueblo pernoctaba en la iglesia, acompañados del
sumo sacerdote, rezando el santo rosario, de pie, de rodillas, en cuclillas,
en fin pagando las culpas ajenas o tal ves propias, el trajín parecía nunca
terminar, cuando lentamente se iluminaba el cielo y daba paso a un nuevo
día, aquella mañana la gente estaba cansada lo propio el joven cura, todos
esperaban cual sería el destino de aquel desdichado inculpado por la
muerte de su padre. Tal vez, el sacerdote, más que todos pues llevaba el
dolor por dentro, como aquel Cristo que pagaba el pecado de todos los
hombres.
El cura al salir de la iglesia se encontró con una muchedumbre,
que a gritos no paraba de decir “muerte a los liberales” “muerte a los
rojos”, pues habían capturado a tres peones de la hacienda de Don Pío
Quinto Flechas, aduciendo que eran los últimos rezagos liberales, que
llevaron al mismo lugar donde se encontraba el Anacleto. Este triste
pálido, atemorizado por la paliza y los azotes que le habían dado un día
antes, parecía no estar en aquel lugar, sino más cercano al encuentro con
aquel Cristo que fue crucificado con aquellos bandidos. La turba afuera,
esperaba la muerte de todos; cuando el cura con tino, o responsabilidad
para que no se cometa una injusticia, arremetió en contra de las
autoridades y el pueblo para que no tomen la justicia por sus manos.

Capítulo V
Aquella noche se trasladaría a los presos hacia el pueblo de abajo,
aquel camino poco acogedor muy áspero, se emprendió el camino esta
vez acompañados de María Encarna y sus hijos, mujer que había apoyado
a Pío Quinto, cuando estaba vivo su marido, este último liberal al igual
que el primero. Se venia el recuerdo que atormentaba la mente del joven
sacerdote, lo que paso en la mañana, el discurso que diera para el
descanso eterno de Don Roque, la turba que pedía justicia, entre cosas
que no lo dejaban en paz.
Aquellas personas del pueblo que parecían buenas, embriagados
por tanto alcohol, se convertían en unas bestias y con el cuchillo en la
cintura querían ajusticiar al Anacleto, convirtiéndose en verdugos sin
orden alguna, pidiendo la muerte, tal ves de un inocente. Después la
conversación álgida, subida de tomo entre él y el alcalde, este último
empuñando su revolver, tratando de dar muerte al Anacleto, escapando
de su revolver un tiro que dejo estático a aquel desdichado. En una
segunda oportunidad atravesándose el cura entre el revolver y el
Anacleto, y cual cristo que tendía de la cruz, estiró las manos, cubriendo
todo aquel cuerpo y tan solo atino a decir:
-¡Mátame!
El Anacleto, a sus espaldas, lanzo un débil gemido…
-¡Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu! ¡se-
ñor, perdónalos porque no saben lo que hace! (2)
Y lentamente desplomase en aquel instante, logrando la
admiración y el respeto de los presentes.
Incorporándose, ya la turba se había tranquilizado. Salía de aquel
trance y regresaba al caminó a poner los ojos a aquel páramo poco
generoso para los viajeros, prosiguiendo con su viaje.

Capítulo VI
Ya en el pueblo de abajo el cura inicio una conversación con el
cura viejo, este que no solo tenia oídos para sus propias palabras y ya se
había enterado de lo acontecido, la desgracia que martirizaba al pueblo
de arriba, aquel hombre, poco acomedido en sus palabras, pues tal vez no
podía recomendarle nada o casi nada; como depuse le diría la hermana
Cornelia, monja que brindaba su oficio en aquel pueblo.
Aquel día era de fiesta, fiesta que se iniciaba en las calles y en
todos los demás lugares, las ferias eran fiel reflejo de aquella celebración,
la presencia de grandes y chicos por todas partes anunciaban que la
festividad sería con véngalas y baile de confraternidad. Nada haría
presagiar por declarar un estado de sitio, se suspenderían todas estas
celebraciones, y que salía un cuerpo militar para investigar lo acontecido
en el pueblote arriba. Al estar en aquel convento junto al hermana
Cornelia, se comprometió en llevar de regreso a Belencita, hija del
notario del pueblo de arriba, también, se encontraban muchos niños que
le traían a la mente palabras de la santa escritura: “Dejad que vengan a
mi los niños, y no se lo estorbéis, porque de los que se asemejan a ellos
es el Reino de Dios”. Así, para luego reiniciar su periplo.

Capítulo VII
De regreso al pueblo, el cura caía lentamente en abismo de
interrogantes, pues se preguntaba qué si ya se abría enterado el tío del
Anacleto, qué si tomaría venganza, qué si esta venganza cobraría vidas

2
Caballero Calderón, Eduardo, El cristo de espaldas, Op. Cit, p. 103
inocentes. Atinando a decir que culpa tienen aquel los campesinos, que
culpa están pagando aquellos viajeros que nada tienen que ver con esto,
pues al aparecer todo hacia presagiar un enfrentamiento entre los
hombres de Pío Quinto Flecha y los guardias comandados por el
sargento, no pasaría algunas leguas para encontrase con lo presagiado.
Al llegar al lugar del enfrentamiento, el sacristán “el caricortao”,
quiso salir en defensa de aquellos guardias, pues su reacción sería poco
ágil y lo llevaría a la agonía y más tarde a la muerte, en aquella agonía el
cura se retorcía entre recuerdos caía en un trance, encontrándose con la
agonía de Cristo, el sacristán en sus últimas palabras, confeso que dio
muerte a Don Roque, aduciendo que le habían pagado para que lo
hiciera, no alcanzando a decir quién le había ordenado para que cometa
tal horrendo crimen, clamando aquel cura perdón en nombre de Dios.
Capítulo VIII
Aquel día, todas las autoridades habían convocado a una Junta de
Notables, con la participación de todos los gobernantes del lugar, siendo
pedido del sargento el que puedan invitar al sacerdote, sino este nunca
participaría, pues su posición cristiana, estaba sostenida por una gran
elocuencia y oratoria, poco practicada y entendida por los demás
participantes, ya existía una determinación, pues el cura ya nada podía
hacer.
El cura nuevamente ingresaba en un trance, haciéndole recordar
las cosas buenas que le habían ocurrido en el seminario; recordando que
el hombre debía obrar con el bien para con sus semejantes y consigo
mismo. Cuando por la tarde se disponía a viajar, viaje que no podía
suspender, por más que él quisiera, retornando de aquel periplo que hacia
su mente.
El memoria del cura resonaban las palabras que el obispo le
escribía en aquella carta que trían entre las manos, sustentando que había
obrado de forma incorrecta, que tenía que volver al seminario para poder
fortalecer su fe y obrar bien, pues en el seminario menor tenía la difícil
tarea de educar a los niños. Finalizó diciendo el obispo, tal vez se te
volvió ‘el cristo de espaldas’. A lo que el cura, se vio obligado a escribir:
’los hombres le volvieron las espaldas al cristo’, iniciando con su viaje
cuyas palabras no pudo contener ¡Señor, perdónalos por que no saben lo
que hacen! (3)

1.2 IDENTIFICACIÓN DE ACTORES Y ESPACIOS NARRATIVOS


a) Personajes

Dios
Anacarsis EL CURA Anacleto
Cristo
Roque Piragua Obispo Pío Quinto Flechas
(Padre de Anacarsis) (Tío de Anacarsis)
Sacristán
‘caricortao’
Notario Alcalde Juez Maria
Ursulita La boba Encarna Celestino
Sargento
Pata de cabra
Belencita
(Hija del notario) Dolorcitas Alfonsito
Zoila Gertrudita ‘el monaguillo’
Pérez
s

La hermana Cura viejo


Cornelia

 El personaje principal se encuentra dentro de recuadro,


mientras que los personajes secundarios son subrayados,
encontrando un tercer nivel de participación dentro de la obra la
cual se estructura de manera secuencial. Mostrando a través de
este éste esquema la subordinación que existe entre algunos
personajes y la marcada diferencia entre (liberales y
conservadores); no podemos obviar la presencia de Cristo y
Dios como personajes omnipresentes que se encuentran en toda
la obra, también no olvidando las citas que se mencionan de los
diversos santos y apóstoles, representados en gran parte por el
protagonista.
b) Escenario
3
Caballero Calderón, Eduardo, El cristo de espaldas, Op. Cit, p. 149
Allá en el páramo, el lugar donde se desarrolla la trama de la obra
presentada es llamado: “Alto de la Cruz”, para ser precisos un lugar
denominado ‘el pueblo de arriba’, poniendo en hincapié que en
aquella extensión también existe ‘el pueblo de abajo’ y ‘Agua
Bonita’, estas últimas poco representativas pero no por eso restarles
la importancia del caso. Entendamos que ‘el pueblo de arriba’ y
‘Agua Bonita’, son los lugares donde crecen Anacleto y Anacarsis,
cada uno a imagen y semejanza de sus mentores. Pero en aquel
pueblo, el de arriba, donde acontecerían todos los actos antes
narrados. No pudiendo precisar el nombre exacto del lugar donde se
desarrolla la obra literaria.
1.3 RELACIÓN LITERATURA – HECHOS HISTÓRICOS
a) Obra-Época
La obra fue escrita hacia 1952, teniendo el único dato
referente la obra estudiad. Aquí, necesariamente buscaremos datos
precisos, que puedan satisfacer al presente estudio, tendremos que
encontrar estudios realizados acerca del autor y su obra.
Necesariamente tendremos que citar a J. Carlos Valencia, quién es el
más importante estudioso acerca de la temática que trata Caballero en
su obra, siendo uno de los importantes aportes, el tema de la
violencia que sustenta Valencia:
“Se denomina época de La Violencia al periodo de luchas
internas que tomaron lugar en el país de Colombia entre los
años de 1946 y 1965. Estas luchas internas cobraron más de
doscientas mil vidas, incluyendo todas las edades, estado civil,
sexo o condición social. Expertos como Russell W. Ramsey
consideran La Violencia colombiana como uno de los conflictos
y luchas armadas internas más complejas de este siglo, y
Gerardo Suárez Rondón señala que La Violencia es ‘el más
terrible de cuantos flagelos hayan azotado al país, en todas las
épocas de su historia’.”
En el cual podremos identificar, como surge el tema de esta obra,
también contrastar los momento de inminentes cambios en toda
Latinoamérica, sucediendo cambios importantes de estructura y de
gobiernos en todos los países latinoamericanos; tampoco podemos dejar de
lado el origen de la violencia, José Luis Méndez no es exactamente entre
los años que sustenta Valencia, sino que precisa de la siguiente manera:
“La Violencia no empezó en la década de los cuarenta y que sus
orígenes datan de la segunda mitad del Siglo XIX cuando el
país fue azotado por violentas e interminables guerras civiles
‘en las que las distintas facciones de la clase dirigente, dividida
entre liberales y conservadores, se disputaban el poder’.”
Manuel Antonio Arango propone que La Violencia tiene sus raíces
entres los años de 1840 y 1850 en los: los “sucesos (políticos) que narran
los acontecimientos del país”, tomando una de las consideraciones, por
último, no podemos olvidarnos en mencionar a Humberto Bronx. Quien
manifiesta una posición histórica:
“..nació con el signo de la beligerancia política, pues desde
Bolívar y Santander, que se enfrentaron tras haber luchado
juntos contra los realistas españoles, el país siempre ha vivido
con choques ideológicos de los partidos tradicionales, que una y
otra vez han cambiado de nombre.”
Así, encontraremos estas diversas posiciones, que no descartamos
guarden relación, una con otra, pues todo proceso tiene etapas de desarrollo
y ningún estudioso se contradice en esta descripción.
Precisando que el dato que consideramos importante en el
desarrollo de la obra es el Valencia, no descartando para un análisis no
literario a los demás datos presentados en esta sección.
1.4 RASTROS BIOGRÁFICOS (Autor-Época)
Nació en Bogotá en 1910. Periodista, historiador,
y novelista. Autor de varios ensayos sobre
Colombia y América Latina. Fue nombrado
académico de la lengua a los 34 años, considerado
como el académico más joven del mundo. Entre
sus novelas se destacan Siervo sin Tierra
(Ediciones del Alcázar, 1954), El Cristo de espaldas (Losada, 1952), La
Penúltima Hora (Guadarrama, 1955), El Buen Salvaje, (Destino, 1966-
Premio Eugenio Nadal). Escribió un libro de carácter autobiográfico,
Memorias Infantiles (Bedout, 1968), rico testimonio de una época.
Ejerció diferentes cargos públicos y diplomáticos, entre otros: Agregado
cultural en España, Embajador de Colombia en la UNESCO, Alcalde de
Tipacoque.
Fue además, comentarista y crítico en los periódicos El Tiempo y
El Espectador, donde firmaba con el seudónimo de Swann. Dirigió junto
con Eduardo Carranza el suplemento literario de El Tiempo en 1942.
Dejó de escribir en 1987 y murió en 1993. Escribió una serie de cuentos
históricos para niños, titulada Historia en Cuentos y publicada por
primera vez en 1953 en Madrid, por la Editorial Guadarrama, fundada
por él. Posteriormente, en 1993, estos cuentos fueron reeditados por
Carlos Valencia Editores en 5 volúmenes, con el mismo título. Cabe
citar: El Almirante Niño, El Caballito de Bolívar, El Zapatero Soldado,
Todo por un florero, El sargento de 12 años, entre otros. (4)
 Podemos confirmar que la relación que existe entre la obra y el autor
puede ser fiel reflejo de los cambios que acontecían en Colombia,
tomando como punto de inicio la violencia, e identificar que la autor
mantuvo una relación reciproca entre la Literatura y la Política, esta
última poco difundida en muchos escritores.
II. ANÁLISIS
2.1 HISTORIA (Fondo – Contenido)
a. Descripción de los Bloques Narrativos
El Primer Capítulo, trata de la llegada del cura al pueblo y como
pasa una mala noche y en seguida al llegar el día, tiene oficiar la misa de
las mañanas.
El Capítulo II, acontecen la tragedia que a lo largo de la obra se
un tema importante para el desenlace.
En esta tercera parte, Anacleto es tomado prisionero por la
muerte que cargaba sobre los hombros, ya de noche nadie podía pegar
ojo alguna y se pasaron rezando en la iglesia por la muerte de don Roque.
El Capítulo más corto, es el cuarto, donde vienen a la mente del
cura los acontecimientos transcurridos un día antes.
El Capítulo V, aquella noche acompaño a los desdicha al pueblo
de abajo para mejor suerte pudieran tener, no dejando de rondar los
recuerdos que tenían en la mente.
4
Gómez Buendía, Hernando, Cien personajes del siglo XX en Colombia, en: Lecturas dominicales, El
Tiempo, Bogotá, 1998.
El Sexto Capítulo, rememora la conversación que tuvieron
ambos curas acerca de la tragedia y como debería actuar frente a dicho
problema.
Identificamos el Capítulo VII, como el desenlace de la historia,
pues aquí confesaría el sacristán de dio muerte a don Roque.
El último capitulo, es el trágico final que tiene que someter al
sacerdote, para que este no pueda volver más e este lugar y retomar su
camino.
b. Análisis de la Estructura
Están presentes, ocho bloquees narrativos de los cuales a nuestro
entender, clasificaremos algunas secuencias narrativas:
El primer bloque narrativo consta de siete secuencias narrativas,
de las cuales identificamos tres como importantes en el desarrollo de ese
capítulo. El segundo bloque, esta estructura con tres secuencias
narrativas, siendo importante volver los ojos hacia dos de ellas.
En el tercer bloque no encontramos mayor dificultad ya que
cuenta de una sola secuencia narrativa. El bloque narrativo cuarto, esta
sustentado por dos secuencias narrativas, siendo ambas importantes.
Las tres secuencias narrativas son idénticas al igual que en el
segundo bloque narrativo, se presentan pues, en igual importancia, en el
bloque narrativo quinto.
Tanto el sexto como el séptimo bloque narrativo constan de dos
secuencias narrativas, existiendo una marcada diferencia entre ambos. El
último bloque narrativo, al igual que el primero consta de siete
secuencias narrativas, tocando dos secuencias narrativas para el
desenlace de la historia.
Por lo tanto entendemos que la obra presenta diversos bloques
narrativos y secuencias, siendo importante que dicha novela transcurre en
dos ambientes diferentes: primero, el de la historia de un pueblo, que es
sometido por la injusticia y por último, la de unos recuerdos
reminiscentes que no dejan en paz al pobre sacerdote. De esta manera
llegamos a analizar su estructura.
PRESENTACIÓN.
Aquí, podremos identificar el advenimiento del cura, el paisaje
poco placentero y la geografía hostil de aquel lugar. Tomando e
identificando los personajes que aparecen en esta escena: el cura y el
sacristán, que serán sucedidos por el alcalde, el notario y la esposa de
este último. También podemos manifestar, que el Anacleto, es apresado
por aquel crimen horrendo, y el único capaz de emprender una defensa es
el sacerdote. (capítulo I, II y III)
NUDO.
Aquí apreciamos el calvario que tiene que sufrir aquel hombre
desdichado, haciendo a su semejanza la pasión de Cristo, que el cura no
tardará en estigmatizar palabras y hechos. (Capítulos IV y V)
DESENLACE.
Por último apreciaremos, como el cura, al fin y al cabo hombre es
castigado por las leyes del hombre y no las divinas y tiene que retomar su
periplo y regresar nuevamente al seminario, dejando a los hombres que
juzguen a su hermano al Anacleto, (VI, VII y VIII).

 Aquí entendamos que toda la narración está estructurada en un


camino largo que el sacerdote tiene que atravesar para volver a casa,
lugar del cual tal vez nunca debió salir. Su encuentro a cada
momento con aquel Cristo que yace en la cruz, y sus palabras con
Dios, a quién toma como progenitor en todo su calvario, pidiéndole
fortaleza para salir adelante.

2.2 DISCURSO (Forma – Expresión)


La expresión adopta un carácter religioso, pues desde lo sugestivo
del titulo identificamos la influencia que tiene esta obra con la doctrina
cristiana, aplicando una posición que el sacerdote hace suya, entre
liberales y conservadores, que es el plano real de la narración.
El integro de la narración se encuentra en tercera persona, no
olvidando que en el primer capítulo, son incesantes los monólogos que se
convierten en diálogos, dejando entre ver que la reminiscencia que existe
en muchos capítulos, son el hablar con uno mismo, o lo que se entiende
como la conciencia del cura, representada por el autor en primera persona
2.3 EL LENGUAJE
Lo que a criterio aquí aplicamos, es el uso de la metáfora iniciado
el texto y finalizado la lectura: ‘El cristo de espaldas’, ‘los hombres le
dieron las espaldas a Cristo’ (carátula, p. 149), sin dejar de lado otras
que aparecen a lo largo de la narración, pero con menor importancia,
como algunas parábolas, ‘Dejad que los niños vengan a mi…’, ‘el buen
pastor de ovejas cuida su rebaño…’, etc.
Existen secuencias narrativas simultáneas a lo largo de los
diferentes capítulos, pues dentro de la narración no solo se describe un
acontecimiento a la vez, sino diverso proceso que el autor otorga a sus
personajes; exigiendo el uso del predicativo a uno de estos personajes,
pues éste (el cura), adopta diferentes formas, que no describen un
carácter final o acabado en toda la narración.
2.4 CONSTRUCCIÓN DE PERSONAJES
Protagonista: El cura, dentro de su oficio adopta diferentes
características, la que se marca e identifica con notoriedad sin dudad es la
de creerse Cristo, obrar con el bien sin hacer el mal; en algún momento
querrá ser juez y salir de las leyes humanas para convocar a la divinas;
ingresara en trances para rememorar pasajes bíblicos y conversaciones de
apóstoles; recordara su formación de seminarista y por último la difícil
tarea de educar a los niños del seminario menor al retorno a su hogar.
Secundarios: También adoptan diferentes características, el Anacleto, el
Anacarsis, don Roque Piragua y Don Pío Quinto Flechas, intercambian
roles a lo largo de la historia, producto de la injustita cada uno trata de
entender y aplicar la justicia a su manera, después que acontece la muerte
de Don Roque, podremos notar las atribuciones de ejerce Anacarsis en el
gobierno del pueblo, mangoneando a la autoridades de turno, no dejamos
de mencionar que a través de la venganza lo mismo trata de hace Don Pío
Quinto, existiendo una marcada violencia política entre Liberales y
Conservadores.
 Un tercer nivel de participación que identificamos paginas atrás, sería
la de los personajes lineales que poca importancia merecen dentro de
la obra.
III. INTERPRETACIÓN
3.1 APRECIACIONES – CRÍTICAS
a) Apertura esta sección, confesando el deleite que tuve
en leer esta obra literaria, ajena a mis creencias, pero no por eso
digna de admiración. Pues el hombre debería ser fiel reflejo de su
tiempo, o al menos tratar de serlo.
b) Esta novela marca un hito dentro del tema de la
violencia en Colombia y parte de Latinoamérica, toda sucesión
política esta manchada de sangre, aquel que contradiga estas líneas
vive en mundo ilusorio, lejos de la realidad. Ha de ser la literatura, la
que se encargue de describir una realidad en actos subjetivos. Así,
poder entender todo acto de creación literaria, es vivir, sentir, y por
que no, realizar un encuentro con nuestra imaginación.
c) Ponemos a consideración la relación autor-religión,
que es el eje fundamental para el desarrollo de la obra.
d) El problema de la violencia es un eje que el autor
trata con realismo, pues dentro de la obra se cometen abusos, que
para nada escapan a la realidad de Colombia en esa época.
e) El tema de la mujer es tocado dentro de la obra, no
con el interés y la importancia que debiera darse sino con el
acostumbrado toque machista de una sociedad excluyente.
f) La clase dirigente que en esos tiempos pasaba por
una aguda crisis es determinada por posiciones políticas entre
Liberales y Conservadores.
g) La religión siempre ha de ser en aquellos lugares
olvidados por el estado, la fe y tranquilidad para los desposeídos,
pero nunca puede inmiscuirse en la política, como mencionaría uno
de los personajes de la obra y un adagio muy conocido: “Dad a Dios
lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar”; pero no por eso
imponer el abuso como ley y la injusticia como religión.
h) Algunos de los pasajes que se encuentran en la obra
los podemos encontrar en la santa escritura, de ahí la posición que
marcamos, que la obra tiene influencia de la religión. Pues al
momento que se dividen los capítulos, rememoran el calvario de la
semana santa que le toco vivir a Cristo.
i) No podemos olvidar que el personaje principal es un
joven sacerdote, el cual tiene que pagar como en la santa escritura el
pecado de todos los hombres. Una acción tormentosa que marcan los
diferentes actos a lo largo de la obra.
j) La obra carece de datos exactos de donde y cuando
se desarrollaron todos estos acontecimientos, pudiendo identificar
estos datos gracias a estudios realizados por José Luis Méndez, quién
realiza muchos aportes al estudio del autor y al tema de la violencia.
k) Finalmente, la metáfora que encierra ‘el cristo de
espaldas’ se podría traducir con otra metáfora ‘los hombres le
volvieron las espaldas a cristo’, el valor que cada lector le pudiera
dar a esta obra, es algo que solo la lectura podrá explicar en su
magnitud. No podemos parametrar ningún tipo de interpretación o
investigación, pero si orientar ese proceso largo de traducción que
encierra un acercamiento el contenido de su creador.
IV. CONCLUSIONES
1. Se reconoce por diversos
estudios de esta obra y este autor, que fue uno de los iniciadores del tema
de la violencia en Colombia, ahí esta el mérito más grande de esta obra,
ser el ejemplo para otras.
2. Toda descripción
rememora una tradición o costumbre, volvemos los ojos a la ‘semana
santa’, acontecimientos que se pueden identificar en pasajes de la obra.
3. El valor histórico, es
muy importante, de aquí marcamos la distancia entre la literatura Ligth y
la buena Literatura.
V. BIBLIOGRAFÍA
 Caballero Calderón,
Eduardo, El cristo de espaldas, en: Historia de la literatura hispanoamericana,
Editorial Oveja Negra, Colombia, 1985.
 Gómez Buendía,
Hernando, Cien personajes del siglo XX en Colombia, en: Lecturas dominicales, El
Tiempo, Bogotá, 1998.

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