El Americanismo-Consideraciones Sobre El Nacionalismo Continental-Tejada Ripalta
El Americanismo-Consideraciones Sobre El Nacionalismo Continental-Tejada Ripalta
El Americanismo-Consideraciones Sobre El Nacionalismo Continental-Tejada Ripalta
El americanismo
Consideraciones sobre el nacionalismo
continental latinoamericano *
RESUMEN
En nuestro sujeto de estudio se articulan tanto los problemas de las generaciones, el
nacionalismo así como las ideologías políticas. Pero, en términos generales, se
ubica al interior de la historia de este continente y de su corriente nacionalista: el
americanismo. Lo que a continuación se expone no es ni pretende ser el análisis
exhaustivo de este amplio y complejo fenómeno nacionalista. Es simplemente una
introducción a esta ideología política latinoamericana, desde sus orígenes hasta
inicios del siglo XX. Asimismo, quiero advertir que la selección y presentación de
personajes, ideas, proyectos y acontecimientos no es arbitraria ni obedece a un plan
predeterminado. Ellos están presentes en libros, artículos, discursos o manifiestos de
diversas generaciones, por tanto, forman parte del universo simbólico americanista.
I. EL MIT O AMERICANISTA
INVESTIGACIONES SOCIALES AÑO VIII N° 12, pp. 167-200 [UNMSM / IIHS, Lima, 2004] 167
A nuestro modo de ver, esta conferencia puede ser considerada como una guía
inicial para el estudio del americanismo. En ella Palacios nos muestra algunos de los
elementos que están en la base y que dieron forma al sentimiento nacionalista. Todo
esto puede resumirse en esta cita:
Como podrá observarse, ahí hay una serie de afirmaciones que, por deformar la rea-
lidad, deben ser clasificadas como concepciones ideológicas. El análisis crítico de
ellas debe permitirnos dilucidar la trama histórica del americanismo. La más impor-
tante es la afirmación siguiente: «América es una nación».
En principio es necesario hacer algunas precisiones conceptuales. La idea de
nación ha sido una de las apropiaciones más inútiles y artificiales que ha hecho Amé-
rica de Europa. Como se sabe, este concepto aparece como un nuevo proyecto
10 Sobre esto ver Benedict ANDERSON: Comunidades imaginadas (reflexiones sobre el origen y la difusión
del nacionalismo). Fondo de Cultura Económica. Traducido por Eduardo Suárez, México, 1993, p. 23 y
siguientes. También Eric HOBSBAWM: Nations et nationalismes depuis 1789. Ed. Gallimard, París1992,
pp. 36-37 y 63.
11 John LYNCH : Las revoluciones en hispanoamérica: 1808-1826. Ed. Ariel, Madrid, 1976, pp. 35-37.
También François-Xavier GUERRA : «La metamorfosis de la representación en el siglo XIX», en Georges
COUFFIGNAL: Democracias posibles (el desafío latinoamericano). Ed. Siglo XXI, p. 50.
12 Esta diferenciación nos permite comprender muchas de las características que presenta el movimiento de
la independencia, pero, asimismo, diferenciarlo de los producidos en la posterior formación de los
estados nacionales. La no diferenciación ha producido graves confusiones e incluso ha llevado a muchos
investigadores a analizar, con los mismos marcos teóricos, los fenómenos nacionalistas de América con
los de Europa. Un claro ejemplo de esto lo ofrece el libro de Benedict ANDERSON Comunidades imagina-
das. Esto lo lleva a confundir nación con patria, Estado y nación. Producto de ello, su análisis contiene
una serie de errores de perspectiva: 1) no llega a percibir el nacionalismo continental; 2) ve en el
nacimiento de los Estados latinoamericanos la expresión de movimientos nacionalistas. En términos
generales, la idea de nación es bastante débil en este continente y él mismo parece confirmarlo en una
serie de opiniones de la época donde habla de «generalizado republicanismo», cuyas características
fundamentales están vinculadas al territorio, la administración, el sacrificio por la bandera, el amor
político, etc.
13 Jorge BASADRE: Historia de la República del Perú . Ed. Universitaria, Lima, 1963, tomo I, p. 257 y
siguientes. También Felipe P ARDO Y ALIAGA: «El Paseo de Amancaes», reproducido en Costumbristas y
satíricos. Ed. Biblioteca Popular. Primera serie Nº 9, París, 1938, tomo I, p. 181, nota 1. Ver también
Jean Paul DELEER y Yves SAINT-GEOURS: Estados y naciones en los Andes. Ed. /FEA/IEP, Lima 1986,
Volumen II, Instituto Francés de Estudios Andinos-Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1986. A nivel
continental el libro de Luis Alberto SÁNCHEZ: Nueva historia de la literatura americana. Ed. Impropesa,
Lima 1987, demuestra lo objetivo de nuestra apreciación. En efecto, algunos nombres de sociedades
citadas por este autor son las «Sociedades patrióticas», que surgen desde 1811 en Chile, Perú, Venezuela,
México, Ecuador, etc. En cuanto a las obras más conocidas en este continente cita las de Esteban DE
LUCA : Marcha patriótica, canto, Chile, 1810; Camilo HENRÍQUEZ: Camila, patriota de Sudamérica,
teatro, Chile, 1817; Bartolomé HIDALGO: Diálogos patrióticos, canto, Uruguay, 1817; Guillermo MATTA:
Canto a la Patria , Chile, 1864; Abigail LOZANO: Cantos a la Patria , Venezuela, 1864; Miguel Antonio
CARO : La vuelta a la Patria, poemario, no cita país, 189?; Justo Sierra: Catecismo de la Historia Patria,
historia, México, 189?; Juan Zorrilla de San Martín: La leyenda Patria, oda, Uruguay, 1879, etc. Entre
los periódicos cita El amigo de la Patria , Guatemala, 181?; El Patriota, Venezuela, 1840, entre otros.
14 Sobre esto ver Jacques GODECHOT: «Nation, Patrie, nationalisme et patriotisme en France au XVIII
siècle»; y Pierre VILAR: «Patrie et Nation dans le vocabulaire de la guerre d’indépendance espagnole».
Ambos en Historique de la Révolution Française. Octobre-Décembre 1971, Nº 206. También Jean Yves
GUIOMAR: La Nation entre l’histoire et la raison. Ed. La Découverte, París 1990, pp. 14-21. Para ver el
origen romano de la idea de patria consultar Claude NICOLET: Le métier du citoyen dans la Rome
Républicaine. Ed. Gallimard, París 1976, p. 64 y siguientes.
15 Gustave GLOTZ tiene interesantes anotaciones sobre el origen de la idea de patria en la Grecia antigua.
Refiriéndose al «patriotismo» afirma: «Esta pasión de independencia hace de la ciudad, por pequeña que
sea, un Estado soberano. Tomose dos ciudades vecinas: todo las separa. Los hitos sagrados que indican los
límites de los territorios sagrados trazan las líneas de demarcación casi infranqueables entre las religiones
y las leyes, los calendarios, las monedas y las medidas, los intereses y las afecciones. ¿Qué es la Patria en
los grandes siglos de la Grecia antigua? La palabra indica. Ella designa todo lo que unifica a los hombres
que tienen un ancestro común, un mismo padre». Gustave GLOTZ: La Cité Grecque. Ed. Albin Michel,
París, 1968, p. 38.
16 Esta visión del padre y de la madre, como imágenes primordiales del inconsciente colectivo, nos
remontan a la idea del mito del Estado y de la utopía social. Sobre esto consultar Ernest CASSIRER: Le
Mythe de l’Etat. Ed. Gallimard. París 1993; y Jean Servier: Histoire de l’Utopie. Ed. Gallimard. París,
1991.
17 Nosotros desarrollaremos esto más ampliamente en la segunda parte de este trabajo, cuando hablemos del
«mito americanista». En este momento, la base de nuestro análisis estará en los textos publicados por los
estudiantes y obreros de diversos países del continente latinoamericano.
18 Sobre las comunicaciones, como aspecto clave del proceso de formación de las naciones, consultar
Christophe JAFFRELOT: «Les modèles explicatifs de l’origine des nations et du nationalisme (revue
critique)», en Théories du nationalisme. Ed. Kimé, París 1991. p. 142 y siguientes. También ver
Benedict ANDERSON, op. cit., p. 98 y siguientes.
19 Si la difícil geografía del continente era ya un grave obstáculo para la comunicación, el poder colonial
impuso el aislamiento como una medida para el control y la dominación de esas poblaciones sometidas.
Las políticas comerciales de Madrid fueron severamente monopólicas y trataron las regiones administra-
tivas en zonas económicas aisladas, impedidas de comerciar entre ellas. Además, los bienes y personas
podían transitar solo por los puertos. Los pueblos que vivían a un lado u otro del continente no se
conocían más que por nombre. Por ejemplo, el viaje por mar de Buenos Aires a Acapulco duraba cuatro
meses; el viaje por tierra de Buenos Aires a Santiago de Chile duraba dos; y de Buenos Aires a Cartagena
seis meses. Citado por Benedict ANDERSON: «Vieux empires, nouvelles nations», en Théories du
nationalisme, op. cit., p. 223. Ver también John Lynch: Las revoluciones en hispanoamérica, Ed. Ariel,
España 1976, p. 35 y siguientes.
20 LYNCH : The Spanish-American Revolutions, p. 208. Reproducido por Benedic Anderson en op. cit. p. 222.
21 Georges BURDEAU: L’Etat. Ed. Le Seuil., París 1970, p. 37. Sobre esto ver también John LYNCH , op. cit,
p. 36 y siguientes.
22 El caso de los países andinos son los más evidentes. Sobre esto ver Danièle DÉMELAS: Nationalismes sans
nations? (la Bolivie aux XIXéme -XXéme siècles). Ed. C.N.R.S., París 1980. La historia del Ecuador es bastante
ilustrativa. Rafael Quinteros afirma que a inicios del siglo XIX los grupos dominantes del Ecuador no tenían
una «conciencia nacional». Luego afirma que los gobiernos no supieron resguardar «la nación territorio
(sic) lengua, cultura, etc.» contra Colombia y el Perú. En «El Estado terrateniente del Ecuador”, reprodu-
cido en Estados y naciones en los Andes. op. cit., p. 406. Para este autor el concepro de nación está llena
de contrasentidos. La nación no es territorio sino una comunidad; cuando habla de «nación territorio» en
realidad hace referencia a los límites del Estado territorial (él afirma que el Estado no existió) y no de la
nación, en el sentido estricto del término. Defender la «nación ecuatoriana», que el autor entiende como
«lengua, cultura, raza, etc.», contra el Perú o Colombia que son pueblos con la misma lengua, cultura, raza,
es simplemente defenderse de los iguales. Entonces, la «ausencia de conciencia nacional» no se debió, como
afirma Quinteros, a la supremacía de los intereses terratenientes regionales sobre los «nacionales», sino,
precisamente, a la falta de características nacionales diferenciables de la población peruana o ecuatoriana.
23 Además de las obras completas de Bolívar y Martí, existen dos trabajos en los que puede encontrarse
desarrollada esta dimensión «filial» de América y los americanos. Para Bolívar, Miguel ACOSTA SAIGNES:
Acción y utopía del hombre en las dificultades. Ed. Premio Casa de las Américas, La Habana, 1977. Y
para José Martí, Paul ESTRADE: José Martí. Thèse de Doctorat, Université de Toulouse-Le Mirail, 1984.
Asimismo, consultar Manuel UGARTE: El destino de un continente. Ed. Mundo Latino, Madrid, 1923; y
La nación latinoamericana. Ed. Biblioteca Ayacucho, Venezuela s/f.
24 Esta visión «filial» de la nación es una de las constantes en las teorías del nacionalismo. Uno de los
primeros que ha utilizado esta idea ha sido Ernest RENAN en su famoso artículo «Qu’est- ce qu’une
nation?», en Oeuvres Complètes, tomo I. Ed. Calmann-Lévy, France 1947. Estas características del
fenómeno nacional han sido estudiadas por Edgard Morin en su artículo «L’Etat-Nation»; reproducido
en Théories du Nationalisme. Ed. Kimé, París 1991.
25 Parte de la literatura independentista entre 1810 y 1816 se hizo en quechua y aymara; en 1818
O’Higgins hizo su proclama en quechua; San Martín redactó su primera y segunda proclama, así como su
decreto de abolición al tributo, en quechua; la instalación del Congreso Constituyente del Perú en 1822
se hizo en quechua. Además, desde los primeros días de la independencia del Perú se dio al indio la
condición de ciudadano: se abolió el tributo, mitas, yanaconazgos, pongos, encomiendas, cacicazgos y
toda clase de servidumbre personal; además, en armonía con el liberalismo de la época, Bolívar disuelve
las comunidades indígenas y reconoce la propiedad de los indios sobre sus parcelas. Sobre esto ver Jorge
BASADRE: Historia de la República del Perú, op. cit. tomo I, pp. 262-263. También Alfredo P ALACIOS:
Universidad y democracia, op. cit., pp. 240-242. Ver también Bernard LAVALLÉ: «Bolívar et les indiens»,
en Bolívar et les peuples de Nuestra América. Presse Universitaire de Bordeaux, 1990, pp. 104-105.
Muchos estudiosos de los fenómenos nacionalistas sostienen que «la historia compar-
tida» es una de las fuentes de inspiración más importantes del nacionalismo. Esto se
da en el americanismo. 28 En principio, este discurso nacionalista aparece como un
estado de «conciencia» que presenta, aunque en forma rudimentaria, una ideología
explicativa del pasado, del presente y del porvenir de la sociedad americana.29 En ese
sentido, cuando Palacios afirma: «somos todos hijos de la revolución»,30 ubica la inde-
pendencia como el pasado compartido por todos y el punto de partida del nacionalismo
continental. A continuación veamos los aspectos más saltantes de esa historia com-
partida, y con ello, de la evolución del americanismo.
26 E. GELLER: Nations and Nationalism ; citado por Eric Hobsbawm, op. cit. p. 20. Ver también Raúl
ZAMALLOA ARMEJO: «El proceso de la nacionalidad»; en Perú: Identidad nacional. Ed. CEDEP. Lima,
1979, p. 34.
27 Estas características fueron inicialmente empleadas para el caso europeo por Ernest Renan en su famoso
artículo «Qu’est -ce qu’une nation». En Oeuvres Complètes, tomo I, op. cit., pp. 903-904.
28 Para Otto BAUER, uno de los aspectos centrales de la formación de las naciones es la «historia compar-
tida». Sobre esto ver El problema de las nacionalidades y la socialdemocracia . Ed. Siglo XXI. Madrid
1976.
29 Estamos de acuerdo con Christophe JAFFRELOT cuando define el nacionalismo como un «sentimiento de
pertenencia a la nación»; pero no estamos de acuerdo con él cuando da un rol primordial a la «moderni-
zación» y atribuye uno secundario a la «ideología». En nuestro caso, el americanismo se presenta como
una conciencia nacional que tiene aspectos de una ideología en proceso de formación. Ver «Les modèles
explicatifs de l’origine des nationalités et du nationalisme (revue critique)». En Théories du nationalisme,
op. cit., p. 140.
30 Alfredo P ALACIOS: Universidad y democracia, op. cit., p. 162.
En esta cita se percibe uno de los aspectos más importantes del americanismo: su
vocación universalista. Vizcardo y Guzmán plantea a los americanistas que vendrán
31 Juan Pablo VIZCARDO Y GUZMÁN: Carta a los españoles americanos. 1ª edición en Londres por P. Bayle,
Picadilly, en 1801. Ed. Popular Comisión Organizadora del «Año del Sesquicentenario de las Batallas de
Junín y Ayacucho y de la Convocatoria al Congreso de Panamá». Lima, 1974.
32 Idem. p. 2.
33 Idem. pp. 5 y 6.
34 Idem. p. 31.
35 Idem. pp. 40-42.
36 Idem. p. 111.
37 Eric HOBSBAWM afirma que la búsqueda del «Estado histórico» es bastante común en los movimientos
nacionalistas. Sobre esto ver Nations et Nationalismes depuis 1789, op. cit., pp. 99-100. Sobre el
concepto de «imago» consultar J. Laplanche y J .B Pontalis: Diccionario de Psicoanalisis. Ed. Labor
Barcelona, 1977, p. 199; también C. G. JUNG: Lo inconsciente. Ed. Losada, Buenos Aires, 1976, p. 88.
38 Francisco de MIRANDA: «Esquisse de Gouvernement Provisoire». Londres, 2 de mayo de 1801. Reprodu-
cido en Textos sobre la Independencia . Ed. Guadarrama. Madrid, 1959, pp. 72-73.
39 Testimonio de O’Leary, citado por B. LAVALLÉ . En Bolívar et les peuples de Nuestra América, op. cit., p. 106.
40 Jorge BASADRE: Historia de la República del Perú, op. cit., tomo I, p.131. Muchos autores afirman que
Bolívar copió esta presidencia vitalicia de la experiencia inglesa y de la napoleónica. Incluso Bolívar
manifestó haberse inspirado en caso Haití, donde Petión, personaje que él admiraba mucho, fue elegido
presidente vitalicio. No obstante, estas suposiciones y la misma declaración de Bolívar no explican su
radical cambio político. Sobre esto ver Miguel ACOSTA SAIGNES: Acción y Utopía del hombre en las
dificultades, op. cit., p. 366. Sobre las características de esta Constitución ver Jorge Basadre: Historia de
la República del Perú, op. cit., pp. 154-158. También Pierre Luc ABRAMNSON: «Pragmatisme et utopie
dans la pensée politique de Simón Bolívar»; en Actes du colloque de Milan: L’Etat, la révolution
française et l’Italie. Ed. Presse Universitaire d’Aix Marseille. 1990, p. 83.
41 Discurso de Bolívar ante el Congreso Constituyente de Bolivia, el 25 de mayo de 1826. Simón BOLÍVAR:
Obras Completas, op. cit., tomo II, p.1233.
42 Carlos Villanueva: La monarquía en América: Bolívar y el general San Martín . Librería Paul Ollendorff.
París, 1911, p. 283.
43 Jorge Basadre: Historia de la República del Perú, op. cit., pp. 144-145 y 190-191.
44 Alberto FLORES GALINDO: Buscando un Inca. Ed. Horizonte, Lima, 1988, p. 252.
Como hemos dicho, a partir de 1810 las antiguas colonias hispanas se dividen y dan
origen a los nuevos países o estados-nación. De esta manera surgen dos realidades o
comunidades imaginarias: la primera y más antigua es la criolla, que se asienta en el
45 Hermes T OVAR en «Problemas de la transición del Estado colonial al Estado nacional (1810-1850)»; en
Estados y naciones en los Andes, op. cit., pp. 386-387.
46 Este poeta dice: «Venció Bolívar, el Perú fue libre/ y en triunfal pompa Libertad sagrada/ en el templo del
Sol fue colocada». De esto retenemos dos imágenes: el Sol y el libertador. Como se sabe no fue Bolívar
sino Necochea quien dirigió la batalla; no obstante, el poeta dice que Bolívar «Llama de improviso al
bravo Necochea/ y mostrándole el campo/ partir, acometer, vencer le manda». Entonces el mando es de
Bolívar. Con respecto al Sol este poema nos entrega las imágenes del ejército de los hijos del sol: «los
ordenados escuadrones/ que el iris reflejan los colores/ o la imagen del Sol en sus pendones». Este poema
muestra claramente a Bolívar como el hijo del Sol, es decir, el Inca: «Más de improviso/ la espada de
Bolívar aparece/ y a todos los guerreros/ como el sol a los astros, oscurece» y concluye: «Tal héroe
brillaba/ por las primeras filas discurriendo/ se oye su voz, su acero resplandeciente... en torno despedía/
rayos de luz tan viva y refulgiente/ que, deslumbrando el español, desmaya/ tiembla, pierde la voz, el
movimiento/ sólo para la fuga tiene aliento». José Joaquín OLMEDO: Poesía completa . Fondo de Cultura
Económica, México, 1947, pp. 122-152.
47 John LYNCH : Caudillos en Hispanoamérica 1800-1850. Ed. Mapfre. Madrid, 1993, p. 175. También Las
revoluciones en Hispanoamérica: 1808-1826. Ed. Ariel, Barcelona, 1976.
48 Ver también Jorge Basadre: Historia de la República del Perú, op. cit., tomo I, pp.5 y 119, y Francisco
Pividal: Bolívar: pensamiento precursor del antiimperialismo. Ed. Premio Casa de las Américas, La
Habana, 1977, pp. 34 y 40-41.
49 Benedict Anderson: Comunidades imaginadas, op. cit., pp. 85-88.
50 Jorge Basadre: Historia de la República del Perú, op. cit., p. 269.
51 Luis Alberto SÁNCHEZ: ¿Existe América Latina? Ed. Luis Alva Castro. Lima, 1991, p. 32. También Jorge
BASADRE: Elecciones y centralismo en el Perú . Ed. Centro de Investigaciones de la Universidad del
Pacífico. Lima, 1980, p.17.
52 El delegado peruano señor Vidaurre, en una de las cláusulas de sus «Bases para una confederación general
de América», propuso «la del establecimiento de una ciudadanía común entre todos los confederados».
Citado por Miguel ACOSTA SAIGNES: Acción y utopía del hombre en las dificultades, op.cit., p. 427.
53 ¿Cuántos soldados integraron el «Ejército Libertador» de Bolívar o el ejército de San Martín? No hemos
encontrado cifras exactas. No obstante, sabemos que el ejército de Colombia estaba compuesto de 32.000
hombres, que Bolívar desplazó más de 2.800 soldados al Ecuador y envió 8.000 al Perú. San Martín llegó
a Chile con 4.500 soldados y partió de este país hacia el Perú con 6.000. Además, en 1822 una parte del
ejército peruano, conocida como los «Intermediarios», tenía 3.000 hombres de cuatro países diferentes. La
ausencia de información exacta, por lo demás comprensible, nos imposibilitan mesurar la envergadura
humana de la empresa libertadora. Lamentablemente tenemos que conformarnos con hablar de «varios
miles» de libertadores. Sobre esto consultar: Miguel ACOSTA SAIGNES: Acción y utopía del hombre en las
dificultades, op. cit.; Demetrio RAMOSP ÉREZ: San Martín, el libertador del Sur. Biblioteca Iberoamericana.
Ed. Anaya. Madrid, 1988; y Jorge Basadre: Historia de la República del Perú, op. cit., tomo I.
59 Kaldone G. NWEOHED: Bolívar y el Tercer Mundo (la devolución de un anticipo revalorizado). Ed.
Comité del Bicentenario de Simón Bolívar. Venezuela s/f. pp. 135-136
60 Simón Bolívar: «Reflexiones sobre el Estado actual de la Europa con relación a la América»; en Gaceta
de Caracas, Nº 74, 9 de junio de 1814. Reproducido en Obras completas, op. cit., volumen II, p. 1284.
61 «Carta de Bolívar al general inglés sir Robert Wilson», 15 de noviembre de 1824. En Obras completas,
op. cit., volumen I, p.1006.
62 Simón Bolívar: «En pensamiento sobre el Congreso de Panamá (1826)»; en Obras completas, op. cit.,
volumen II, pp. 1214-1215.
63 Francisco Bilbao: América en peligro [1862]. Reproducido en El Evangelio americano. Ed. Biblioteca
Ayacucho. Venezuela, 1980.
64 Idem. pp. 266-270 y 276-277.
65 Idem. pp. 274-275 y 284-285.
d) «Nuestra América»
No está muy lejos el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en
tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo
Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemis-
ferio será nuestro, como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es moral-
mente nuestro.70
68 Citado por Jean T OUCHARD en Histoire des idées politiques. Ed. P.U.F., París, 1975, t. II, p. 706.
69 Esta mentalidad es ilustrada en estos términos por el senador norteamericano Beveridge: «Nosotros no
renunciamos a la misión de nuestra raza, mandataria, en nombre de Dios, de la civilización del mundo...
Nosotros avanzamos en nuestra obra... con un sentimiento de gratitud por una tarea digna de nuestras
fuerzas y plenos de reconocimiento por el Dios Todopoderoso que nos ha marcado como su pueblo
elegido para conducir el mundo hacia la regeneración». Citado por Jean T OUCHARD , op. cit., pp. 707.
70 Citado por Claude JULIEN en L’Empire Américain . Reproducido por Eduardo GALEANO: Las venas abier-
tas de América Latina, op. cit., pp. 164-165.
71 Estas palabras de Manuel UGARTE dan la prueba de lo dicho: «Yo imaginaba que la ambición de esta gran
nación se limitaba a levantar dentro de sus fronteras la más alta torre de poderío, deseo legítimo y
encomiable de todos los pueblos, y nunca había pasado por mi mente la idea de que ese esplendor nacional
pudiera resultar peligroso para mi patria o para las naciones que, por la sangre y el origen, son hermanas de
mi patria, dentro de la política del continente. Al confesar esto, confieso que no me había detenido nunca
a meditar sobre la marcha de los imperialismos en la historia. Pero leyendo un libro sobre la política del país,
encontré un día citada la frase del senador Preston: La bandera estrellada flotará sobre toda la América
Latina, hasta la Tierra de Fuego, único límite que reconoce la ambición de nuestra raza . La sorpresa fue
tan grande que vacilé. Aquello no era posible... Cuando tras el primer movimiento de incredulidad, recurrí
a las fuentes, pude comprobar a la vez dos hechos amargos: que la afirmación era exacta y que los políticos
de la América Latina la habían dejado pasar en silencio, deslumbrados por sus míseras reyertas internas, por
sus pueriles pleitos de fronteras...». El destino de un continente, op. cit., pp. 7-8.
72 Jorge BASADRE: Historia de la República del Perú, op. cit., tomo VII, pp. 96-97. En total, Estados
Unidos ofreció cinco veces a España comprarle Cuba. La primera, en 1848 y bajo la administración de
Polk, ofreció 100 millones de dólares. La última fue en 1898, dos meses antes de declararle la guerra a
España; en esa oportunidad, la administración de MacKinley, ofreció 300 millones de dólares. Sobre esto
último ver Paul ESTRADE: José Martí, op. cit., tomo II, p. 364 y tomo III, nota 55.
73 José MARTÍ: «La conferencia americana», 11 de diciembre de 1889; en Obras completas. Ed. Ciencias
Sociales, La Habana, 1975, p. 65.
74 José MARTÍ: «Patria», 18 de junio de 1892. Citado por Paul Estrade en su tesis de doctorado: José Martí,
op. cit., p. 559.
75 José MARTÍ: «Congreso Internacional de Washington», 2 de noviembre de 1889; en Obras completas,
op. cit., tomo I, pp. 46-47.
Viene el primo a recoger la herencia, a ver que los Parellada se odien más, a
estimularlos, con cuánto acá y cuánto allá, la cizaña, a echarlos, con invenciones
y astucias, uno contra otro, a preguntarles, cuando ya los cree bien envenenados,
si la razón social ‘marcha bien’; y el segundón generoso le salta al cuello, lo echa
a tierra, y con la mano a la garganta le devuelve al primo, empolvado y tundido,
la pregunta: ‘¿Qué tal marcha la razón social de los Parellada hermanos?’.78
Para Martí esta filial, aunque conflictiva, relación ente los estados latinoamericanos
se explica porque «Nuestra América» tiene características culturales y étnicas que le
dan identidad a sus pueblos. Con el objetivo de diferenciar a estos pueblos del «otro»,
Martí rechazaba el Panamericanismo, propugnada por Estados Unidos, y adoptan la
denominación de América Latina. Como se sabe, este nombre fue inventado en Fran-
cia hacia 1860 y obedecía a una estrategia geopolítica de Napoleón III, quien buscaba
reanudar los lazos rotos por la independencia a través de un panlatinismo que le facilitara
la recolonización Latinoamérica.79 En este contexto, la «latinidad» servía a Martí como
76 José MARTÍ: «Nuestra América»; en Obras completas, tomo VI, op. cit., p. 15.
77 José MARTÍ: «Discurso», en la velada artístico-literaria de la sociedad literaria hispano-americana, el 19
de diciembre de 1889. En Obras completas, tomo IV, p. 140. Sobre el análisis de ésta y otras metáforas
orgánicas de Martí, consultar Paul ESTRADE op. cit., pp. 340, 561-571.
78 José MARTÍ: «La Conferencia de Washington», en op. cit., p. 79.
79 «El gran diseño político de Napoleón III, aconsejado por el economista Michel Chevalier, antiguo discípulo
de Saint Simon, fue proponer la afirmación de un movimiento panlatinista susceptible de hacer aparecer la
Francia como la heredera de las naciones latino europeas... Esta unión imaginada por Michel Chevalier, hundía
en las fuentes mismas de la antigüedad greco-romana, sus orígenes culturales y reintroducía el catolicismo
como cimiento de la unidad espiritual reencontrada; ella se oponía, al mismo tiempo, a las tentativas
hegemónicas del capitalismo mundial anglosajón y norteamericano, así como a la emergencia agresiva del
pangermanismo bismarckiano. Muchos criollos latinoamericanos fueron seducidos por esta perspectiva
geopolítica, ellos adoptaron rápidamente esa noción de latinidad y le dieron las dimensiones del Nuevo
Mundo... Una de las primeras obras que meten lado a lado América y latina fue la obra de Charles Calvo... Traité
de diplomatie sur l’Amérique Latine fue publicado en París en 1862... el mismo año de la intervención militar
de Napoleón III a México». Guy Martinière: «L’invention de la latinité de l’Amérique». En Unité et diversité
de l’Amérique latine. Ed. Université de Bordeaux III C.N.R.S. Setiembre 1982. pp. 24-25.
80 José MARTÍ: «Nuestra América»; en Obras completas, op. cit., tomo VI, pp.16 y 19. Paul Estrade: José
Martí, op. cit., p. 563.
81 Sobre esto ver Paul ESTRADE: José Martí, op. cit., p. 562.
82 Idem. pp. 564, 567 y 615-616.
83 José MARTÍ: «Congreso Internacional de Washington»; en Obras completas, op. cit., tomo I, p.50.
84 Idem. p. 61 y «La conferencia de Washington», en Obras completas, op. cit., tomo II, p. 83.
85 Idem. p. 81.
86 José MARTÍ: «Congreso Internacional de Washington», en Obras completas, op. cit., tomo I, pp. 62-63.
87 Paul ESTRADE: «José Martí», op.cit., tomo II, pp. 562-564 y 568. Ver también Denis LARA : «Cuba», en
Encyclopaedia Universalis, tomo V, p. 840.
88 Sobre estas migraciones consultar Marcello CARMAGNANI: «Las inmigraciones europeas en su área de
origen», pp. 148-155. También Luis Alberto ROMERO y Lilia Ana BERTONI: «Movimientos migratorios
en el Cono Sur: 1810-1930», pp.184-187. Ambos en Europa, Asia y África en América Latina y el
Caribe. Ed. Siglo XXI / Unesco. México, 1989.
89 Luis Alberto ROMERO y Lilia BERTONI, op. cit., p. 188.
90 Sobre esto ver los artículos de Luis Alberto ROMERO y Lilia Ana BERTONI: «Movimientos migratorios en
el Cono Sur: 1810-1930»; y Adela P ELLEGRINO: «Inmigración y movimientos internos de población en
América Latina y el Caribe en los siglos XIX y XX». Ambos en Europa, Asia y África en América y el
Caribe, op. cit.
91 Sobre esto ver Carlos RAMA: Utopismo socialista (1830-1893), op. cit.; José ROSAS RIBEYRO : Anarchisme et
anarchosyndicalisme dans les mouvements sociaux: Mexico 1861-1929. Mémoire d’histoire. París III
(IHEAL), 1983. El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina. Ed. Siglo XXI; y Jacy ALVESDE SEIXAS:
Mémoire et Oubli: syndicalisme révolutionnaire au Brésil. Ed. Maison des sciences de l’homme, París, 1992.
92 Un buen resumen y análisis testimonial de la generación del 900 fue escrito por Manuel UGARTE en «Los
escritores iberoamericanos del 900», en su libro La nación latinoamericana. Ed. Biblioteca Ayacucho.
Venezuela s/f, pp. 295-300.
99 En una carta, fechada el 13 de junio de 1908, Ricardo Flores Magón decía a su hermano Enrique y a su
amigo Praxides Guerrero: «Todo se reduce a una cuestión de táctica. Si desde un principio nos hubiéramos
llamado anarquistas, nadie, a no ser unos cuantos, nos hubieran escuchado. Sin llamarnos anarquistas
hemos prendido en los cerebros ideas de odio contra la clase poseedora y contra la casta gubernamental.
Ningún partido liberal en el mundo tiene las tendencias anticapitalistas del que está próximo a revolucio-
nar México, y eso se ha conseguido sin decir que somos anarquistas, y no lo habríamos logrado ni aunque
nos hubiéramos titulado ya no anarquistas como somos, sino simplemente socialistas». Epistolario y
textos de Ricardo Flores Magón, p. 203. Reproducida por Armando Bartra en Regeneración 1900-
1918. Ed. Era; México, 1977, p. 19.
100 Sobre esto ver José ROSAS RIBEYRO : Anarchisme et anarchosyndicalisme dans les mouvements sociaux:
México 1861-1929, op. cit., p. 84 y siguientes.
104 Sobre la relación entre magonistas y zapatistas consultar la introducción de Armando BARTRA a Regene-
ración (1900-1918), op. cit., p. 31.
105 José Carlos MARIÁTEGUI: «La unidad de la América indo-española»; publicado en Variedades, Lima 6 de
diciembre de 1924. Reproducido en Temas de nuestra América. Obras Completas, tomo 12. Ed.
Amauta, Lima 1980, p. 17.
106 Detalles interesantes sobre el origen de estos vocablos y la bandera pueden encontrarse en Luis Alberto
SÁNCHEZ: Haya de la Torre y el Apra. Ed.Universo, Lima 1980; y en el artículo de John H. HADDOX: «La
influencia de José Vasconcelos sobre Víctor Raúl Haya de la Torre», en El Apra: de la ideología a la
praxis. Ed. Nuevo Mundo, Lima 1989.
107 David A. BRADING: «Manuel Gamio y el indigenismo oficial en México»; en Revista de Sociología , año
II, Nº 2, abril/junio de 1989, p. 289.
108 Sobre esto ver «En favor de los comunistas de Méjico»; en La Protesta, año I, Nº 7, agosto de 1911, p.
2; y Manuel Caracciolo LÉVANO: «Salud! Rebeldes Mejicanos!»; en La Protesta, año III, Nº 21, del 1 de
mayo de 1923, p. 3.
Esta crisis de valores fue agudizada por el gobierno de Yrigoyen que produjo un
clima reformista y antioligárquico. Además, la crisis se desarrolló en una sociedad
atravesada por el conflicto entre la tradición colonial y el moderno desarrollo capitalis-
ta de algunas zonas. No fue pues por casualidad que el movimiento comenzara en la
ciudad de Córdoba, ciudad carente de industrias, atrapada aún por el espíritu colonial,
dominada por una oligarquía terrateniente y un influyente sector clerical.
A principios de marzo de 1918 los estudiantes demandaron el cambio del obsoleto
régimen universitario. Como no obtuvieron respuesta, el 10 de ese mes realizaron la
primera manifestación callejera, donde crean el Comité Pro-Reforma y se declaran
en huelga general. Poco días después lanzaban el manifiesto que llevaba por título La
juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América. El primer
párrafo dice:
109 Nosotros hemos tomado el concepto de situación generacional de Mannheim. Este autor afirma que «el
asiento real de las nuevas impulsaciones es la situación ‘generacional’». Luego dice: «la situación
generacional contiene solamente las potencialidades, que se manifiestan, son rechazadas, o que, integra-
das a otras fuerzas sociales activas, pueden, modificadas ejercer influencia». Para participar en ese
«destino común» hay que ser nacido en el mismo «espacio histórico-social –en la misma comunidad de
vida histórica– en el mismo tiempo para relevar de esta situación, para poder compartir pasivamente los
obstáculos y las oportunidades, pero también para poder utilizarlas activamente». Karl MANNHEIM: Le
problème des générations. Ed. Nathan, París 1990, pp. 65-58.
110 Julio V. GONZÁLEZ: Vigencia y actualidad de la Reforma Universitaria . Universidad del Litoral. Rosario,
1941, p. 10.
Lo revelador de este manifiesto es que los estudiantes parten de una crítica al régimen
universitario y, por analogía, hacen una crítica de fondo a la cultura y al régimen político,
para terminar esbozando su propia alternativa societaria: «Mantener –decían– la actual
relación entre gobernantes y gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos»; y
agregan: «queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro
concepto de autoridad que en estas casas de estudios es un baluarte de absurda tiranía y
sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia». Erigién-
dose como «un movimiento en suprema lucha por la libertad» hablan así de la futura
República Universitaria : La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar
contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamen-
te democrático y sostienen que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el
gobierno que los ciudadanos de democracia universitaria no piden sino exigen que se les
reconozca el derecho y «a capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa». 112
Aquí encontramos claramente delineado el conflicto generacional, bajo el aspecto
de una revuelta contra la autoridad académica, y por extensión, contra todo el régimen
político. Esto es lo que Mendel llama «la revuelta contra el padre». 113 En efecto, el
enfrentamiento entre los estudiantes y las autoridades de la Universidad puede ser
visto como una lucha contra el «poder social todopoderoso». 114 Este poder social, dice
el autor, es el padre y la madre reunidos en una misma dimensión: el orden social. Pero
Mendel distingue de un lado el padre, que evoca las imágenes del Dios, el rey y el
dictador 115 , es decir, el sistema político y el Estado; y la madre, encarnando las institu-
ciones socioculturales, como la escuela y la universidad. 116
El conflicto con la madre (que no solo es contra la institución universitaria, sino
además contra la cultura tradicional) estuvo encarnado en la lucha entre los estudian-
tes y las autoridades universitarias reunidas en la Corda Fraterna. Esta era un círcu-
lo de doce señores católicos, profesores universitarios en su mayoría, que aparte de
111 «La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América» (Manifiesto Liminar, 21 de junio
de 1918). Reproducido en Gabriel DEL MAZO (compilador): La Reforma Universitaria, op.cit., tomo I, p. 1.
112 Idem. pp. 1-5.
113 Gérard MENDEL: La Révolte contre le Père. Ed. Payot, París 1968.
114 Idem. pp. 380 y 387.
115 Idem. p. 384.
116 Idem. p. 397.
117 Juan Carlos P ORTANTIERO : Estudiantes y política: el proceso de la Reforma Universitaria. Ed. Siglo XXI,
México 1978, p. 56. 118 Idem. p. 42.
119 Idem.
120 Idem. p. 53.
121 MENDEL: La Révolte contre le père, op.cit., p. 380.
122 Juan Carlos P ORTANTIERO : Estudiantes y política: el proceso de la Reforma Universitaria, op. cit., p. 54.
123 Idem.
124 En mi tesis, a partir de aquí estudio a la generación del Centenario. Recientemente he publicado un
artículo que intenta resumirla. No obstante, a diferencia de mi tesis, en este artículo analizo ese movimiento
generacional desde la perspectiva de la sociología de la juventud. El título es «La revolución de los
espíritus. La juventud reformista de los años veinte en América Latina», publicado en Debates en
Sociología N° 23-24, PUCP, Lima, diciembre de 1999.