La Química
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La Química
El Bicarbonato de Sodio (NaHCO3) es una sal con muchas aportaciones prácticas, sobre todo
en el ámbito de la limpieza. Se puede utilizar como desodorizador de ropa, limpiador dental,
removedor de manchas, e incluso se aplica para hornear, actuando como sustituto de la
levadura.
El Hidróxido de Sodio (NaOH), cuyo nombre común es Sosa Cáustica, se utiliza en solución
diluida como un fuerte agente limpiador para remover grasa pegada en las estufas. Debe
manejarse con cuidado porque es corrosivo y daña la piel, ocasionando quemaduras.
El Fósforo (P) está presente en las cerillas, que nos permiten generar un fuego inicial para
encender los quemadores en la estufa.
La Plata (Ag) se utiliza en forma coloidal, como desinfectante de alimentos, como lechuga,
fresas, espinacas, etc. Se comercializa normalmente en forma de gotero.
El Hipoclorito de Sodio (NaClO) es un poderoso desinfectante, que se puede utilizar tanto para
la limpieza del inodoro como para la desinfección de alimentos, sumergidos en agua.
El Azufre elemental (S) se utiliza en los procesos de Vulcanizado, que es la reparación del
caucho que forma las llantas de los automóviles. El Azufre forma cadenas que se adhieren y se
alternan en la estructura del isopreno en el caucho.
Enlaces químicos
El enlace químico es la fuerza que logra mantener unidos los átomos que componen la materia.
Cada tipo de materia posee un enlace químico característico, el cual consiste en la participación
de uno o más electrones. Así, las fuerzas que unen los átomos en los gases son diferentes, por
ejemplo, a la de los metales.
Todos los elementos de la tabla periódica (a excepción del helio y los gases nobles livianos)
pueden formar enlaces químicos unos con otros. Sin embargo, la naturaleza de éstos se modifica
dependiendo de qué elementos provienen los electrones que los forman. Un parámetro esencial
para explicar el tipo de enlaces es la electronegatividad.
Pero, ¿por qué se forman tales enlaces químicos? La respuesta se encuentra en la estabilidad
energética de los átomos y electrones participantes. Esta estabilidad debe equilibrar las
repulsiones electrostáticas experimentadas entre las nubes electrónicas y los núcleos, y la
atracción ejercida por un núcleo sobre los electrones del átomo vecino.
Muchos autores han dado definiciones del enlace químico. De todas ellas la más importante fue
la del fisicoquímico G. N. Lewis, quien definió el enlace químico como la participación de un
par de electrones entre dos átomos. Si los átomos A· y ·B pueden aportar un solo electrón,
entonces se formará entre ellos el enlace sencillo A:B o A–B.
Antes de la formación del enlace, tanto A como B están separados por una distancia indefinida,
pero al enlazarse existe ahora una fuerza que los mantiene unidos en el compuesto diatómico
AB y una distancia (o longitud) de enlace.
Tipos
Los enlaces presentan una serie de características que los distinguen unos de otros. Varias de
ellas pueden enmarcarse en tres principales clasificaciones: covalentes, iónicos o metálicos.
Aunque hay compuestos cuyos enlaces pertenecen a un único tipo, muchos en realidad
consisten de una mezcla de caracteres de cada uno. Este hecho se debe a la diferencia de
electronegatividad entre los átomos que forman los enlaces. Así, algunos compuestos pueden
ser covalentes, pero presentan en sus enlaces cierto carácter iónico.
Asimismo, el tipo de enlace, la estructura y la masa molecular, son factores claves que definen
las propiedades macroscópicas de la materia (brillo, dureza, solubilidad, punto de fusión, etc.).
-Enlace covalente
Los enlaces covalentes son aquellos que han venido explicándose hasta el momento. En ellos,
dos orbitales (un electrón en cada uno) deben traslaparse con los núcleos separados a una
apropiada distancia internuclear.
De acuerdo a la teoría del orbital molecular (TOM), si el traslape de los orbitales es frontal se
formará un enlace sigma σ (al cual también se le llama enlace sencillo o simple). Mientras que
si los orbitales se forman por traslapes laterales y perpendiculares respecto al eje internuclear,
se tendrán los enlaces π (doble y triple):
Enlace sencillo
El enlace σ como puede apreciarse en la imagen se forma a lo largo del eje internuclear. A pesar
de que no se muestre, A y B pueden tener otros enlaces, y por lo tanto, sus propios entornos
químicos (distintas partes de la estructura molecular). Este tipo de enlace se caracteriza por su
poder de rotación (cilindro verde) y por ser el más fuerte de todos.
Por ejemplo, el enlace sencillo de la molécula de hidrógeno puede rotar sobre el eje internuclear
(H–H). Del mismo modo, puede hacerlo una molécula hipotética CA–AB.
Los enlaces C–A, A–A y A–B rotan; pero si C o B son átomos o un grupo de átomos
voluminosos, la rotación A–A se ve impedida estéricamente (porque chocarían C y B).
Los enlaces sencillos se encuentran prácticamente en todas las moléculas. Sus átomos pueden
tener cualquier hibridación química siempre y cuando el traslape de sus orbitales sea frontal.
Volviendo a la estructura de la vitamina B12, cualquiera línea sola (–) indica un enlace sencillo
(por ejemplo, los enlaces –CONH2).
Enlace doble
El enlace doble requiere que los átomos posean (de ordinario) hibridación sp2. El enlace p puro,
perpendicular a los tres orbitales híbridos sp2, forma el enlace doble, el cual se muestra como
una lámina grisácea.
Nótese que tanto el enlace sencillo (cilindro verde) como el doble (lámina grisácea) coexisten al
mismo tiempo. Sin embargo, a diferencia de los enlaces sencillos, los dobles no presentan la
misma libertad de rotación entorno al eje internuclear. Esto se debe a que, para rotar, el enlace
(o la lámina) debe romperse; proceso el cual necesita energía.
Asimismo, el enlace A=B es más reactivo que A–B. La longitud de éste es menor y los átomos
A y B se encuentran a una menor distancia internuclear; por lo tanto, hay mayor repulsión entre
ambos núcleos. Romper ambos enlaces, el sencillo y el doble, requiere más energía que la que
se necesita para separar los átomos en la molécula de A–B.
Enlace triple
El enlace triple es aún más corto que el enlace doble y su rotación se encuentra más impedida
energéticamente. En él, se forman dos enlaces π perpendiculares entre sí (las láminas grisácea y
morada), así como un enlace sencillo.
De ordinario, la hibridación química de los átomos de A y de B debe ser sp: dos orbitales sp
separados 180º, y dos orbitales p puros perpendiculares a los primeros. Nótese que un triple
enlace se parece a una paleta, pero sin poder de rotación. Este enlace puede representarse
sencillamente como A≡B (N≡N, molécula de nitrógeno N2).
De todos los enlaces covalentes, este es el más reactivo; pero al mismo tiempo, el que necesita
de mayor energía para la completa separación de sus átomos (·A: + :B·). Si la vitamina
B12 tuviera un enlace triple dentro de su estructura molecular, su efecto farmacológico cambiaría
drásticamente.
En los enlaces triples participan seis electrones; en los dobles, cuatro electrones; y en los
sencillos o simples, dos.
Un enlace covalente consiste de una compartición equitativa de un par de electrones entre dos
átomos. Pero esto es estrictamente cierto solamente en el caso donde ambos átomos tengan
iguales electronegatividades; esto es, la misma tendencia de atraer densidad electrónica de su
entorno dentro de un compuesto.
-Hidrógeno (H–H)
-Oxígeno (O=O)
-Nitrógeno (N≡N)
-Flúor (F–F)
-Cloro (Cl–Cl)
-Acetileno (HC≡CH)
Enlaces polares
Cuando existe una diferencia marcada de electronegatividad ΔE entre ambos átomos, se forma
un momento dipolar a lo largo del eje de enlace: Aδ+–Bδ-. En el caso del compuesto
heteronuclear AB, B es el átomo más electronegativo, y por tanto, tiene mayor densidad
electrónica δ-; mientras que A, el menos electronegativo, deficiencia de carga δ+.
Para que se den los enlaces polares deben unirse dos átomos con diferentes electronegativades;
y así, formar compuestos heteronucleares. A–B se asemeja a un imán: tiene un polo positivo y
otro negativo. Esto le permite interaccionar con otras moléculas mediante fuerzas dipolo-dipolo,
entre las cuales están los puentes de hidrógeno.
El hecho de que un compuesto posea enlaces polares, no implica que éste sea polar. Por
ejemplo, el tetracloruro de carbono, CCl4, tiene cuatro enlaces polares C–Cl, pero por la
disposición tetraédrica de los mismos el momento dipolar termina anulándose vectorialmente.
Otro ejemplo puede encontrarse en la protonación de una molécula de amoníaco para formar
amonio:
Nótese que en ambos casos es el átomo de nitrógeno quien aporta los electrones; por lo tanto, el
enlace covalente dativo o de coordinación ocurre cuando un átomo por sí solo aporta el par de
electrones.
Del mismo modo, la molécula de agua puede protonarse para transformarse en el catión
hidronio (u oxonio):
A diferencia del catión amonio, el hidronio todavía tiene un par de electrones libre (H3O:+); sin
embargo, es muy difícil que acepte otro protón para formar el inestable dicatión hidronio, H4O2+.
-Enlace iónico
En la imagen se muestra una colina blanca de sal. Las sales se caracterizan por tener estructuras
cristalinas, es decir, simétricas y ordenadas; altos puntos de fusión y ebullición, altas
conductividades eléctricas al fundirse o disolverse, y también, sus iones se encuentran
fuertemente unidos por interacciones electrostáticas.
Estas interacciones conforman lo que se conoce como el enlace iónico. En la segunda imagen se
mostró a un catión A+ rodeado de cuatro aniones B–, pero esta es una representación 2D. En tres
dimensiones, A+ debería tener otros aniones B– adelante y detrás del plano, formando diversas
estructuras.
Así, A+ puede tener seis, ocho, o incluso, doce vecinos. El número de vecinos que rodea un ion
en un cristal se conoce como número de coordinación (N.C). Para cada N.C viene asociada un
tipo de arreglo cristalino, lo que a su vez constituye una fase sólida de la sal.
Los cristales simétricos y facetados vistos en las sales se deben al equilibrio establecido por las
interacciones de atracción (A+ B–) y repulsión (A+ A+, B– B–) electrostáticas.
La sumatoria de las masas de sus partículas atómicas dan un valor promedio de 12.0107 u. Sin
embargo, el átomo de la imagen corresponde al isótopo de carbono 12 (12C), el cual consiste d.
Otros isótopos, como el 13C y 14C, menos abundantes, varían únicamente en el número de
neutrones.
Así, si se dibujara estos isótopos el 13C tendría un círculo amarillo adicional, y el 14C, dos de
más. Esto significa lógicamente que son átomos de carbono más pesados.
Fórmula empírica:
Las fórmulas empíricas son las fórmulas químicas más sencillas, incluso a veces, es
conocida como, fórmula mínima. En ellas los subíndices indican la proporción de los
átomos de cada elemento de dicha molécula, estando éstos subíndices simplificados a
números enteros, siempre lo más pequeños posibles, por ejemplo, en el caso del CH3, el
subíndice nos indica que en la molécula se encuentran presentes tres hidrógenos y un
carbono.
En cambio, no siempre indica el número real de átomos de una molécula, pues por
ejemplo en el caso del peroxido de hidrogeno, la fórmula empírica es HO, pero realmente
se sabe que esta fórmula es así fruto de un convenio de nomenclatura, pues realmente la
fórmula debería ser H2O2, indicándonos que el peróxido se encuentra formado por dos
oxígenos, y dos hidrógenos, pero en cambio, ambos subíndices, se simplifican al ser
iguales, pudiéndonos dar una idea errónea de su composición.
Existen compuestos, que únicamente pueden representarse mediante fórmulas empíricas,
debido a que están compuestos por redes de iones, como por ejemplo, el cloruro de sodio,
también conocido como sal común, cuya fórmula es NaCl, indicándonos que por cada ión
de sodio, hay un ión de cloro.
Fórmula molecular:
Las fórmulas moleculares, se suele decir que son las verdaderas fórmulas de las
moléculas, coincidiendo en muchos casos, con la fórmula empírica, en caso como
el amoníaco, o el CO2.
Las fórmulas moleculares, indican exactamente la cantidad de átomos reales de cada
elemento presente en las moléculas, en la unidad que sea más pequeña para la sustancia,
por ejemplo, H2, H2O, O2, omitiéndose el subíndice 1, en el caso de encontrarse presente.
Fórmula semidesarrollada:
A este tipo de fórmulas se las suele conocer también con el nombre de condensadas, y
solamente constan de los átomos que se encuentran unidos a cada carbono y los
enlaces carbono-carbono, ya sean simples, dobles o triples, no indicándose los enlaces
carbono-hidrogeno.
Este tipo de fórmula química, es quizás la más utilizada, a pesar de que no permite
observar la geometría real que poseen las moléculas.
La fórmula semidesarrollada, no es otra cosa que la simplificación de la fórmula
desarrollada.
Por ejemplo: CH3-CH3, etano (C2H6).
Fórmula estructural:
Este tipo de fórmulas consisten en la representación gráfica de la estructura de la
molécula, que indica como es la ordenación y distribución espacial de los átomos,
mostrándose los enlaces químicos del interior de la molécula. De ésta manera, la fórmula
estructural, nos da más información que las fórmulas moleculares o desarrolladas.
Las fórmulas estructurales son muy usadas por los químicos, para representar las
reacciones químicas, o las síntesis, pues éstas, permiten ver los cambios que se van
produciendo de una manera más sencilla.
http://www.escuelapedia.com/cadenas-de-carbono-y-sus-clasificaciones/
http://agrega.juntadeandalucia.es/repositorio/31082016/f3/es-
an_2016083113_9133751/21_cadenas_carbonadas.html