Historia de La Neurociencia
Historia de La Neurociencia
Historia de La Neurociencia
En el siglo V a.C., Alcmeón de Crotona, tras hallar los nervios ópticos en sus
disecciones, empezó a pensar que el cerebro era el lugar donde residían
pensamientos y sensaciones. Frente a este pensamiento avanzado, por ejemplo,
Aristóteles defendía que los procesos intelectuales tenían lugar en el corazón. Así,
para él el cerebro era el encargado de enfriar la sangre que este órgano
sobrecalentaba.
Dentro de este debate, René Descartes, entre los años 1630 y 1650, difunde la
teoría mecanicista. Además, establece la dualidad cuerpo-alma, por la cual el
cerebro sería el gobernante de la conducta. Es además, señaló a la glándula
pineal como la carretera que comunicaría las dos dimensiones. Así fue como se
consagró como padre de ese debate mente-cerebro que aún hoy sigue
inquietando a muchos neurocientíficos.
Siglo XIX
Localizacionismo
En el 1808, Gall hace una publicación sobre frenología. Es decir, todos los
procesos mentales se dan en el cerebro y tienen un área específica para cada
uno. Este localizacionismo hizo que la investigación sobre lo mental se centrara
todavía más en este órgano. Entre sus resultados, Brodmann describió cincuenta
y dos áreas cerebrales, con sus consiguientes procesos mentales asociados.
A principios del siglo XX, las dos Guerras Mundiales marcaron del desarrollo de la
historia de la neurociencia. La I Guerra Mundial dejó muchos muertos, pero
también muchos heridos.
Las personas con secuelas neurológicas fueron miles, y por lo tanto aumento de
manera exponencial la necesidad de llevar a cabo rehabilitaciones neurológicas.
Esto supuso un nuevo impulso para la investigación en este área. En la II Guerra,
esa disciplina se consolida y se establecen importantes intervenciones
neuropsicológicas de la mano de referentes como Luria.
Siglo XXI
Sin embargo, Europa lleva una ligera ventana en ese sentido, implementado de
forma paralela el proyecto HUMAN BRAIN. La inversión es de más de 1000
millones de euros; el objetivo es que en unos 10 años hayamos dado un salto
cualitativo respecto a lo que hoy conocemos del cerebro. Así, parece que todavía
nos queda por conocer lo más interesante de la historia de la neurociencia.
Por poner un ejemplo, muchas personas han olvidado el nombre de los Reyes
Godos o la fórmula para calcular la velocidad de caída de un cuerpo pero, en
cambio, recuerdan lo divertidas que eran las clases de ese profesor en especial
(puede que de mates, lengua, historia… cada uno tendrá el suyo) que despertaba
su interés con ejercicios prácticos e historias sobre cada tema. Fue él quien
consiguió despertar tu atención e interés, y por el que decidiste estudiar lo que
después estudiaste… La emoción es fundamental en el aprendizaje, para quien
enseña y para quien aprende. Ese profesor hizo que la información en clase la
captásemos por medio de nuestros sentidos y para que después pasara por el
sistema límbico o cerebro emocional antes de ser enviada a la corteza cerebral,
encargada de los procesos cognitivos. Dentro del sistema límbico, la amígdala
tiene una función esencial: es una de las partes más primitivas del cerebro y se
activa ante eventos que considera importantes para la supervivencia, lo que
consolida un recuerdo de manera más eficiente.