Primer Informe
Primer Informe
Facultad de Psicología.
Práctica Profesional Supervisada.
Psicología Clínica Psicoanalítica.
INFORME Nº 1.
El hogar aloja adolescentes desde los 12 años hasta los 18 años. Una de las
preguntas que surgió a partir de esta delimitación etaria es que ocurre con las
internas una vez alcanzada la mayoría de edad, respuesta que se conseguirá
durante el proceso de la práctica.
Para explicar esta afirmación se hará una breve referencia a los tres registros
sobre los que Lacan apuntala su enseñanza, en tanto organizadores de toda
realidad humana. Así como Freud planteó la primera tópica (inconsciente,
preconsciente, consciente), y luego la segunda (yo, ello, superyó), encontramos
una tríada diferente en Lacan: Simbólico, Imaginario y Real. El nudo borromeo
es “…el objeto matemático utilizado por Lacan para presentar en el
psicoanálisis las articulaciones posibles entre las categorías de lo real, lo
simbólico y lo imaginario, y sus implicaciones en la génesis y la teoría del
sujeto” (Chemama, 1998).
Lo imaginario: “Es del registro del yo, con todo lo que este implica de
desconocimiento, de alienación, de amor y de agresividad en la relación dual”
(Chemama, 1998). Es la categoría que procede de la constitución de la imagen
del cuerpo, es el registro en el que se condensan todas las relaciones del yo
con el semejante, con su imagen especular, es el registro de la identificación.
Cabe aclarar que en situaciones del día a día, se ve en juego maniobras del
analista que dentro del consultorio no se deben reflejar, como por ejemplo toma
de decisiones, prohibiciones hacia las internas a realizar determinadas
actividades, entre otras, “Nuestra función no es guiarlos de la mano por la vida,
es decir, por las consecuencias de sus tonterías.” (Lacan, J.1953). En este
orden de ideas se puede citar a Freud sobre la posición del analista, “el médico
no debe ser transparente para el analizado sino, como la luna de un espejo,
mostrar solo lo que le es mostrado.” Una lectura posible de lo que Freud intenta
transmitir con esta comparación un tanto poética puede entenderse como un
llamado a suspender el yo de quien ocupa el lugar de analista, de modo tal de
no estar éste presente allí, en la escena analítica, como un yo semejante a
aquel a quien se escucha; con Lacan diríamos que tampoco como un sujeto
barrado, como sujeto sujetado de su propio inconsciente, sino que su lugar sea
el de simplemente alojar aquella palabra que escucha, sin más. Lacan explicite
que “el analista interviene concretamente haciéndose el muerto (…) ya sea por
su silencio allí donde es el Otro (…) ya sea anulando su propia resistencia allí
donde es el otro. En los dos casos, y bajo las incidencias respectivas de lo
simbólico y de lo imaginario, presentifica la muerte. (…) es así como sabrá ser
aquel a quien ese discurso se dirige.”
Bibliografía.
Freud, S. 1905. Tres Ensayos para una Teoría Sexual. Amorrortu: Bs. Aires, 1990.