El Adolescenete, El Discurso Del Amo y El Discurso Analítico
El Adolescenete, El Discurso Del Amo y El Discurso Analítico
El Adolescenete, El Discurso Del Amo y El Discurso Analítico
) Y EL
DISCURSO DEL ANALISTA
Por Sonia Alberti.
Los ritos iniciáticos, de los primitivos, al piercing, pasando por el grafiti, son
1
inscripciones culturales en el cuerpo del sujeto y en su mundo que convierten
la castración para dar cuenta de la angustia intrínseca en ella. El incremento
de las identificaciones con el otro, en fenómenos que van de la moda y del
mayor o menor cuidado con el cuerpo en las competencias grupales –
deportes, grupos minoritarios, juegos, salas de Chat, el Internet-, permiten a
veces más, a veces menos velar el hecho de que falta un significante en el
1
Convierten (la idea es utilizar la misma palabra que la del síntoma histérico porque se pretende
enfatizar que estas inscripciones en las gestalten son análogas a las conversiones histéricas Sugerencia de
traducción de la autora
1
Otro. La pasión y las diversas formas de amar, a su vez intentan colmar la
relación sexual imposible.
Si el neurótico realmente teme alguna cosa, explicó Freud, esa “cosa” dice
respecto a la castración del Otro, o sea, el teme que la falla en el Otro implique
su no sustentación como sujeto. Objeto de estudio de varios de sus textos, la
castración del Otro aparece bajo la noción de “nostalgia del padre” en “El
Porvenir de una Ilusión” 2en el cual Freud nos mostró qué tan importante es
para el sujeto creer que hay algo que lo soporta. Esa importancia sería la
razón de existir, por ejemplo de la religión, que le atribuye una consistencia al
padre.
PSICOSIS
En la Psicosis, la posición más radical que el sujeto puede asumir es
ciertamente la que Eugen Bleuler bautizo esquizofrenia, en la cual, como dice
2
FREUD, Sigmund. “Die Zukunft einer Illusion”. In Studienausgabe, vol. IX. Frankfurt: S. Fischer,
1972. Cf. También FREUD, Sigmund. “Zur Psychologie des Gymnasiasten” (1914). In Studienausgabe,
vol. IV, idem. Ver en Español : FREUD, Sigmund, en Obras Completas « El Porvenir de una
Ilusión”, Vol III y « La Psicología del Colegial” en Vol II En Editorial Biblioteca Nueva.
3
ALBERTI, Sonia. “Vacillation du sujet dans l’adolescence”, Trèfle - Bulletin de L’Association Freud
avec Lacan, n. 2. Toulouse, 1999, p. 63-79
2
Lacan, el sujeto está sin el socorro de ningún discurso establecido. Si no hay
ese socorro, falta también la dimensión de llamado tan común en las
multifacéticos “actuaciones” de nuestros adolescentes.
El sujeto psicótico que tiene crisis en la edad en que normalmente los sujetos
son adolescentes está tan sometido al Otro que no tiene ni la menor idea de
cómo un día se podrá separar de él. Las tentativas son tan variadas… y jamás
resultan en una pista para una posible salida. En “O surto esquizofrênico na
adolescencia”4 observé que normalmente son los propios padres que ya no
soportan el estado en que se encuentra su hijo y por eso buscan un analista.
Es sorprendente, lo mucho que soportan hasta que lo buscan o hasta que se
preguntan si allí no hay algo que trasciende los conflictos familiares normales
de la adolescencia5
4
ALBERTI, Sonia (org.) Autismo e Esquizofrenia na clínica da esquize. Río de Janeiro: Ríos
Ambiciosos, 1999.
5
ALBERTI, Sonia. Esse Sujeito Adolescente. (1996) Rio de Janeiro: Rios Ambiciosos, 1999, pag. 119.
6
ALBERTI, Sonia. Esse Sujeito Adolescente. Idem, pag. 123.
3
en la dependencia de otra referencia concreta, imposibilitados de hacer el
trabajo de la adolescencia que conforme a Freud, es el desasimiento de la
autoridad de los padres. Ante la ausencia de esos padres sea por falta de
investidura, sea por exceso de trabajo o por el mismo abandono (hay además,
varias formas de abandono), el joven psicótico puede encontrar quien quiera
“hacer de cuenta” que los sustituye, con las más diversas intenciones. El
actual lucro del tráfico de drogas, ciertamente no es la única.7
ASISTENCIA
Propongo que el psicótico puede ser atendido tanto por los maestros como por
el psicoanalista. Diría más, esas propuestas si bien son muy diferentes, no son
excluyentes. Ambas pueden ser encontradas en la obra de Freud. El maestro
7
(¿explico para acrecentar al texto:) de esas otras intenciones. Como pudo observar en
un trabajo presentado en 1999 en jornada del Centro Minero de Toxicomanía intitulada
“Psicóticos e adolescentes: por que se drogam tanto?”, innumerables casos de
adolescentes toxicómanos muestran como el trafico pudo aprender a servirse de las
psicosis justamente porque el sujeto psicótico busca a un otro que tiene una
consistencia.
4
y el adolescente fueron trabajados por él una conferencia en conmemoración
del aniversario de su Colegio, y en su análisis de “El despertar de la
Primavera”8 , de Frank Wedekind. Más allá de eso, entre los casos que
fundamentaron la técnica psicoanalítica, uno de los más importantes se basa
en el trabajo con una adolescente: el Caso Dora.
Hay dos leyes posibles de ser transmitidas por la escuela: La vehiculizada por
la función paterna tachando el deseo del Otro, o sea la ley que castra al Otro, y
la ley de pura interdicción, que no sustenta al sujeto deseante, sino que lo
tiraniza, exigiéndole que trabaje y deje su propio deseo para después. Es esa
segunda forma de la ley que aparece en el texto de Wedekind, en la
descripción de la experiencia del personaje Moritz:
Melchior- Yo sólo quería saber por qué es que la gente vino a parar a
este mundo
Moritz: - Para ir al Colegio. Yo preferiría ser un burro de carga a ir al
Colegio! Para qué vamos al Colegio? Para hacer los exámenes! Y para
qué los exámenes? Para ser dejados caer9
8
WEDEKIND, Frank. L’éveil du printemps (1891). Paris: Gallimard, 1974.
9
Idem.
5
Esto nos apunta a la relación posible entre el maestro y el alumno como
semejante a aquella de la que Schreber habla cuando dice que no importa lo
que haga, Dios podrá dejarlo caer en cualquier momento. Dios es para
Schreber un Otro omnipotente y sin límites, una autoridad absoluta, el Otro no
tachado. Ese Otro sin límites es, en el caso de Moritz, el profesor, que no se
inmuta con cualquier llamado del alumno, destituyéndolo como sujeto. Fue
sobre eso, de hecho, que Freud habló en su contribución al Simposio sobre el
Suicidio en la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 191010, al indicar que los
maestros se deberían ocupar más en darle apoyo a los alumnos a partir del
lugar de la función paterna. No es desde ese lugar que actúan los profesores
de Moritz. Al contrario, ellos los dejan caer, y él se suicida.
Moritz: - Ellos van a tener que reprobar siete. En el grupo del año que
viene sólo caben 60 alumnos
[...]
Moritz: - Yo pasé Melchior, yo fui aprobado, yo pasé [En realidad, Moritz
no pasó]
10
FREUD, Sigmund. “Suicide in childhood” (1910). In Minutes of the Viena Psychoanalytical Society.
New York: International University Press Inc., 1967. Vol. II.
6
Lämmermeier: - Usted no debe tener derecho! Sacando a los otros, con
usted y Ernst la clase queda con 61 alumnos y el número de cupos
vacantes es de 60.
Moritz: - Es por eso que yo demoré! Allá estaba escrito que nosotros
dos pasaríamos con una condición: En el primer semestre ellos van a
escoger quien se va a quedar. O él o yo. Desgraciado del Robel!
Desgraciado! Ahora, yo juro: no tengo ningún miedo.
Lämmermier: - La vacante va a quedar con él, apuesto cinco marcos!
Es muy distinta la educación como acto de amor, que también puede ser
verificada en el caso de Moritz. La Señora Gabor, madre de Melchior, el mejor
amigo de Moritz, fue siempre muy amable con él. Cuando Moritz se ve dejado
caer, aún tiene la idea de pedirle a la señora Gabor una ayuda financiera para
huir hacia los Estados Unidos, pero ella no lo puede ayudar, pues ella
identificada como todas las madres, cree en la posibilidad de que Moritz pueda
resolver sus cosas con sus padres.
7
posible su única alternativa sería el suicidio! Escribiendo eso,
indirectamente, usted me está amenazando!
Pero una vez el texto de Wedekind revela las falacias que pueden estar
implicadas en la relación del adolescente con el maestro (amo): la creencia en
el amor. En el caso del analista, lo mínimo que se podría esperar sería un
“hábleme más sobre eso” provocando el sujeto para la subjetivación de su
propia pregunta.
11
LACAN, Jacques. . (1956-7). Le Séminaire, Livre IV: La relation d’objet. Paris : Seuil, 1994.
8
de tomar una actitud. Necesitamos tener seriedad, de una vez por todas. [...]
Por lo menos una vez en la vida, olvídate de ti y pon a tu hijo en primer
Se trata aquí del amor como don, de olvidarse de si para sostener al otro,
función del padre para el sujeto (cf. Seminario 4 de Lacan), lo que es
totalmente diferente de la actitud del amor narcisista identificado en el discurso
de la Sra Gabor cuando se dirigía a Moritz. Con el amor como don, el padre de
Melchior se implica y, por eso, sabe que tendrá que perder alguna cosa. Ese
padre asume la función paterna de sostener a su hijo tachando a la madre, que
como él mismo dice en otro momento del texto, se ve en el muchacho. Ese
padre, lejos de eso, se presenta dividido sufriendo por la posición que se ve
obligado a tomar como padre, una posición que no tomara como debería,
mostrando que falló, que tanto él como su esposa le hicieran mal a su hijo.
Hay por tanto dos posiciones en juego: la ley del padre que “necesita tener
seriedad, tomar una actitud para poder tener la conciencia tranquila” y el deseo
de la madre, que se identifica con Melchior, que lo quiere reflejado en ella. Sin
embargo, es la actitud del Sr. Gabor la que le abre a Melchior la posibilidad de
encontrar al hombre enmascarado, personaje de Wedekind que Lacan
identificó con uno de los Nombres del Padre de los cuales Melchior se podrá
servir.
12
LACAN, Jacques. (1974) . “Préface à L’évil du printemps”. Autres écrits. Paris, Seuil, 2001, p.561-4.
9
de sentido las escenas de los últimos meses y garantizar que ese vaciamiento
no haga que Melchior pierda todas sus referencias, puesto que él, el Hombre
de la Máscara, estará siempre a su lado, para acompañarlo. En otras
palabras, él apunta que la función del padre operó pero eso no lo implica en el
lugar del padre. El Hombre de la máscara no es el padre, pero el resto de
significante del padre que le permite a Melchior una referencia simbólica, que,
aún así, alude a un más allá del padre. Cuando el Hombre de la Máscara
seduce a Melchior a conocer el mundo, como Mephisto para Fausto, él asume
esa forma híbrida a la cual hace referencia Lacan al mostrar la asociación entre
EL Hombre de la Máscara y La Mujer como versión del padre. La Otra para
siempre en su goce.
El habla terapéutica:
Hombre de la Máscara: -[...] Yo te quiero abrir las puertas del mundo. Tu
quieres? Tú estás asustado, completamente perdido, pero eso pasa. Tú estás
en un estado lamentable, con una cena caliente en el estómago, te reirás de
eso.
Es en ese punto que encuentro el campo de intersección entre el discurso del
amo y el discurso del analista. El analista tampoco es el padre, y si él no se
mantiene al lado del sujeto para siempre, como hace el Hombre de la Máscara,
es sólo porque puede convocar el sujeto a elaborar su travesía para ir más allá
del padre, sirviéndose de él, dejando caer al analista, en el movimiento inverso
de aquel que identificamos en el sujeto, sujetado al discurso del amo. Pero no
siempre eso es franqueado al analista: es posible que, como se dan en las
psicosis, el sujeto no se pueda servir del padre. Incluso, en ese contexto, sin
embargo, su lugar será diferente del lugar ocupado en el discurso del amo.
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