Tema 5 - La Ilustración
Tema 5 - La Ilustración
Tema 5 - La Ilustración
Siglo XVIII
“Todo el siglo XVIII, todo lo que llamamos la Ilustración, ha sido este proceso de adquirir influjo y
existencia social las ideas pensadas en los siglos anteriores. Y esto no es casualidad. Todos los tiempos
viven, en cierta medida, de ideas; pero no es forzoso que estas ideas se muestren como tales, como
teorías; precisamente suelen encontrar su fuerza en ocultarse bajo otras formas; por ejemplo, formas
tradicionales. En el siglo XVIII, en cambio, importan las ideas justamente por ser ideas: se trata de
vivir según esas ideas, según la raison. Por esto no tienen que revestirse de otra apariencia, y adquieren
su máxima eficacia.” (HF, 263)
La Ilustración es resultado del racionalismo continental, como del empirismo inglés en lo tocante a la
relevancia que tienen las cuestiones políticas, de deísmo y economía que desarrolló el pensamiento
inglés en el siglo XVII. Por tanto, no puede afirmarse que los ilustrados tuvieran una explícita
originalidad respecto de sus predecesores modernos.
Hay un abandono de la preocupación por las cuestiones metafísicas, y una mayor ocupación de
cuestiones prácticas. → “A la Ilustración francesa corresponde en Alemania un movimiento semejante,
pero no idéntico, que se llama también ilustración o iluminación: Aufklarung.” (HF, 258)
“Lo más importante de la Reforma es el libre examen. Supone que, lejos de haber una autoridad de la
Iglesia que interprete los textos sagrados, ha de ser cada individuo el que los interprete”. Pero Lutero
no es racionalista, de hecho está en contra de la filosofía. Sin embargo considera que para que el
hombre realmente pueda encontrarse con Dios, la iglesia debe suprimirse.
1. Por otro lado, lo que veremos en el transcurso de la modernidad y el siglo XVIII, es que la
separación entre iglesia y Estado es tan sólo relativa, porque la iglesia se pondrá a disposición
del Estado al despojarse ésta de buena parte de su contenido dogmático. En el caso del
protestantismo, el hombre que lo practica se une a la iglesia por estar de acuerdo racionalmente
con los dogmas de fe, la iglesia en este periodo se entiende como “una asociación de los
individuos aislados, que constituyen una Iglesia, que no están en ella como en el catolicismo; la
distinción es bien clara.” (HF, 266)
2. La contrarreforma será una respuesta a la reforma luterana, y una respuesta que dará ante las
impugnaciones de Lutero serán las órdenes mendicantes.
En los siglos modernos, en efecto, se parte de la idea de que, lo que el hombre puede hacer y saber,
debe partir de sí mismo, y esto pasa por afirmar la libertad frente al determinismo, la autonomía frente
al mundo exterior y la posibilidad de conocimiento. Es decir, afirmar al hombre frente a la negación
que representa la imposición de cualquier trascendental, sea de la índole que fuere.
Ahora, a pesar de todo, Dios permanece en la modernidad filosófica del siglo XVII, pero
paulatinamente se irá retirando del panorama, como mencionamos en clases anteriores. ¿Cómo sucede
eso? → Dios para el moderno es el suelo firme sobre el que se construye el saber. Es decir, es el garante
de mi conocimiento, de mi subjetividad, de que el mundo fuera de mí permanecerá. → Pero está ahí
sólo suelo, como garantía, la filosofía no se hará cuestión de lo que sea Dios.
→ El moderno se ocupará de lo que sea el hombre y su conocimiento del mundo, y Dios es quien lo
asegura.
→ Esto se ve en la metafísica racionalista continental, de Descartes a Leibniz. Pero en el idealismo, que
se inaugura durante el periodo ilustrado, Dios se perderá para siempre, al ser refutable cualquier tipo de
prueba ontológica en favor de una razón especulativa. (Cf. HF, 272-273)
→ Esto es relevante, porque marca muy claramente el rumbo que tomará toda la filosofía posterior,
cada vez menos religada y mucho más seglar, ocupada del problema de un mundo cada vez más al
servicio del hombre.
Kant - “El origen principal del kantismo está en la filosofía cartesiana v, como consecuencia, en el
racionalismo, hasta Leibniz y Wolff. Por otra parte, dice Kant que la crítica de Hume lo despertó de su
sueño dogmático.” (HF, 275-276)
En Kant, aunque intente fundamentar su criticismo, hay que atender a la veta idealista que aparece en
su filosofía, porque de aquí pende la cuestión del tipo de realidad a la que se remitirá su filosofía.
• Primero, el idealismo considera que el ser no tiene realidad, sino trascendentalidad, donde el ser
trasciende la realidad, lo excede.
• Segundo, las cosas están en el ser, pero el ser no se confunde con ninguna de las cosas: es el ser
lo que conecta a las cosas entre ellas, y esto es lo que aprehendemos de éstas. → La mesa es, y
sus partes son.
• La inmanencia se refiere a lo que permanece en éstas. Y el ser no permanece para el idealismo.
Kant considera que debe haber otra forma de entender qué es conocer, fuera de la idea de lo
trascendental como realidad → Lo trascendental es el conocimiento, no las cosas, por eso es que la
mente humana puede conectar el yo con las cosas.
Por ello es que el criticismo kantiano operará una distinción entre las cosas en mí, y las cosas fuera de
mí:
En el realismo, lo que conozco son las cosas como trascendentes a mí.
En el realismo, las cosas son algo inmanente porque lo que conozco son mis ideas de las cosas.
La postura de Kant será que las cosas se dan en mis ideas, pero éstas no son sólo mías, son ideas de las
cosas que están fuera de mí. El fenómeno entonces será la cosa para mí.
“Si el conocimiento fuera trascendente, conocería cosas externas. Si fuese inmanente, solo conocería
ideas, lo que hay en mí. Pero es trascendental: conoce los fenómenos, es decir, las cosas en mí
(subrayando los dos términos de esta expresión). Aquí surge la distinción kantiana entre el fenómeno y
la cosa en sí. (…) Las cosas en sí son inaccesibles; no puedo conocerlas, porque en cuanto las conozco
ya están en mí, afectadas por mi subjetividad; las cosas en sí (noúmenos) no son espaciales ni
temporales, y a mí no se me puede dar nada fuera del espacio y del tiempo. Las cosas tal como a mí se
me manifiestan, como me aparecen, son los fenómenos.” (HF, 277-278)