9 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. 20 de Octubre de 2000. Expediente 5497. M.P. José Fernando Ramírez Gómez

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACION CIVIL

Magistrado Ponente
Dr. JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ

Bogotá, D. C., veinte (20) de octubre de dos mil


(2000)

Referencia: Expediente No. 5497

Se decide por la Corte el recurso


extraordinario de casación interpuesto por la
demandante contra la sentencia de 19 de julio de
1994, proferida por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cundinamarca, Sala Civil, dentro del
proceso ordinario promovido por AGROSUAREZ
LTDA. contra la EMPRESA COLOMBIANA DE
PRODUCTOS VETERINARIOS “VECOL S. A.”, el cual
le fue enviado en virtud de la descongestión prevista
JFRG. EXP. 5497

en el artículo 26 del decreto 2651 de 1991,


dispuesta por esta Corporación para el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil.

ANTECEDENTES

1. Mediante demanda que por


reparto correspondió conocer al Juzgado 26 Civil del
Circuito de Bogotá, D.C. (fols. 33 a 39. cuad. 1), la
sociedad demandante convocó a proceso ordinario
de mayor cuantía a la también sociedad demandada
para que, previos los trámites de rigor, se declare
que el contrato de agencia comercial existente entre
ambas partes y el mandato de la misma naturaleza
en él incluido, fue revocado abusiva y
unilateralmente por la EMPRESA COLOMBIANA DE
PRODUCTOS VETERINARIOS S. A. “VECOL S. A.”, a
partir del 31 de enero de 1988.

Consecuentemente impetra se
condene a VECOL S. A. a pagar a AGROSUAREZ

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JFRG. EXP. 5497

LTDA. todos los perjuicios causados, así: a) la


“ejecución en equivalente” constituida por las
comisiones mensuales dejadas de percibir a partir
del 1º de febrero de 1988, hasta el día en que se
indemnice en forma “íntegra y total”, de
conformidad con lo señalado en el artículo 1322 del
Código de Comercio; b) la prestación contenida en el
artículo 1324, inciso 1º, ibídem, una vez terminada
legalmente la relación contractual, “equivalente al
promedio de la comisión, regalía o utilidad recibida
en los tres (3) últimos años, por cada año de
vigencia del contrato”; c) una indemnización
equitativa, fijada por peritos, como retribución para
acreditar la marca, la línea de producto o los
servicios objeto del contrato (artículo 1324, inciso
2º, ejusdem); y, d) los demás perjuicios causados,
previa condena en abstracto, teniendo en cuenta las
inversiones cuantiosas realizadas por la sociedad
demandante para comprar sus instalaciones, de
acuerdo con las exigencias de la demandada,
adquisición de equipos y pago de prestaciones

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JFRG. EXP. 5497

sociales por haber “cesado en el desarrollo de su


actividad”.

2. Las pretensiones se apoyan en los


hechos que a continuación se compendian:

2.1. El 5 de mayo de 1980, se firmó


entre VECOL S. A., como mandante o agenciado, y
AGROSUAREZ LTDA., como mandatario o agente, un
contrato de agencia comercial, prorrogable
sucesivamente, habiendo ocurrido la última
renovación el 31 de enero de 1987, oportunidad en
la cual se previeron las causales para que el
agenciado terminara unilateralmente y con justa
causa la relación contractual, a pesar de estar
previstas “imperativa y taxativamente” en el artículo
1325 del Código de Comercio.
2.2. Mediante misiva de 15 de
diciembre de 1987 el agenciado “Vecol S.A.”
comunicó unilateralmente a la sociedad Agrosuárez
Ltda., que de acuerdo con la cláusula décima
segunda del contrato de agencia comercial, éste

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JFRG. EXP. 5497

terminaría el 31 de enero de 1988, causal que legal


ni convencionalmente puede invocarse para tal fin,
toda vez que dicha cláusula sólo indica que a su
“vencimiento... las partes están en libertad de
celebrar un nuevo contrato para un período igual, en
igualdad de condiciones o modificando algunas
cláusulas”.

2.3. La terminación unilateral del


contrato de agencia comercial por parte del
agenciado, sin justa causa, quebrantó una de sus
principales características, como es la de la
“estabilidad”, causando al mandante o agente
“graves perjuicios” al tener que desmoronar la
organización empresarial (activos fijos), establecida
para atender exclusivamente los negocios de la
parte demandada, razón por la cual lo coloca en una
situación de incumplimiento que otorga el derecho
para hacer efectiva la obligación con indemnización
de perjuicios.

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JFRG. EXP. 5497

3. La demanda fue admitida por auto


de 12 mayo de 1988. Luego de recibir notificación la
parte demandada, por conducto de apoderado, se
opuso expresamente a todas las pretensiones,
fundamentalmente porque no hubo revocatoria del
contrato ni terminación unilateral del mismo sin
justa causa por parte del agenciado, sino que el
contrato terminó legalmente “por vencimiento del
plazo pactado”, tal como se señaló en la cláusula
décima segunda, motivo por el cual no se debe
indemnización distinta a la doctrinalmente conocida
como “cesantía comercial” (cláusula décima cuarta),
aún no cancelada por la moratoria del exagente
comercial en entregar el informe final de su gestión
para proceder a la liquidación del contrato, de suyo
suficiente para oponer la excepción perentoria de
“inexistencia del derecho invocado”, advirtiendo sí
que los contratos anteriores al que se firmó el 31 de
enero de 1987 son autónomos, con plazo
independiente, los cuales se extinguieron legalmente
por vencimiento del término; aclara, sin embargo,
que el inicialmente celebrado no tuvo el carácter de

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JFRG. EXP. 5497

agencia comercial y que el objeto social de la parte


demandante no se contrae exclusivamente a la
relación comercial establecida con la demandada,
pues dicha sociedad fue constituida con mucha
anterioridad (fols. 114 a 125, cuad. 1).

4. La primera instancia culminó con


sentencia de 15 de octubre de 1991 (fols. 206 a
216, cuad. 1, y 84 a 86, cuad. 5), parcialmente
favorable a la parte demandante por cuanto bajo el
supuesto de ser ineficaz la cláusula relativa al
término de duración del contrato de agencia
comercial y no ser, por tanto, causa legal para
terminar la relación contractual, ya que atenta
contra el principio de la “estabilidad”, el juzgado
declaró infundada la excepción perentoria de
“inexistencia del derecho invocado”; señaló,
seguidamente, que la sociedad demandada terminó
el contrato de agencia comercial de manera
unilateral y sin justa causa; la condenó a pagar, por
tal motivo, la suma de CUARENTA Y TRES MILLONES
CUARENTA Y UN MIL SEISCIENTOS TREINTA Y

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JFRG. EXP. 5497

NUEVE PESOS ($43.041.639.oo) Mcte.,


correspondiente a la “cesantía comercial” durante 7
años de vigencia del aludido contrato y a la
indemnización por los esfuerzos realizados por la
parte actora para acreditar la marca, línea de
productos y servicios, mas no a los demás perjuicios
irrogados (literal a), numeral 1o., supracitado),
porque la causa de terminación del contrato es
distinta a los casos hipotéticamente contemplados
en el artículo 1322 del Código de Comercio.

5. Apelada la anterior decisión por


ambas partes, el Tribunal, mediante sentencia de 19
de julio de 1994, la revocó y declaró, en su lugar,
que el contrato de agencia comercial existente entre
las partes “terminó por el cumplimiento del término
convenido para su duración”; acogió parcialmente la
excepción perentoria propuesta por la parte
demandada, razón por la cual la condenó a pagar
únicamente la prestación a que se refiere el inciso 1º
del artículo 1324 del Código de Comercio, cuyo
monto asciende a la suma de TRECE MILLONES

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JFRG. EXP. 5497

SEISCIENTOS VEINTIOCHO MIL NUEVE PESOS


($13.628.009.oo) Mcte.; y, finalmente, denegó “las
demás pretensiones de la demanda” (fols. 30 a 51 y
60 a 62, cuad. 5).

Inconforme la parte actora con lo


resuelto por el ad quem interpuso el recurso
extraordinario de casación de cuyo estudio hoy se
ocupa la Corte.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Tras referirse a los antecedentes del


litigio y a la validez formal del proceso, el Tribunal
dejó sentada la existencia del contrato de agencia
comercial a partir del 5 de mayo de 1980, luego de
indicar las características que le son propias, para
seguidamente señalar que si bien una de ellas es su
“estabilidad”, la cual le imprime la nota de duración,
opuesta desde luego a los contratos de ejecución
instantánea o de duración transitoria, el artículo
1320 del Código de Comercio establece que el

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JFRG. EXP. 5497

contrato de agencia comercial es definido en el


tiempo y “termina cuando las partes han convenido
que termine”, pues en relación con este tipo de
contratos la ley no prevé prórrogas legales, “sino
que debe estarse a la voluntad de las partes”, razón
por la cual resulta extraño a la Sala que el a quo
haya considerado “como nula o ineficaz la cláusula
que determinaba el tiempo de duración de las
funciones del agente comercial”.

Concluye, a partir de lo anterior, que


en el sub-judice “no fue unilateral ni injusta la
terminación del contrato” de agencia comercial por
parte de la demandada; “simplemente se cumplió lo
convenido en la cláusula décima segunda” que
establecía el término de duración de un año, “o sea
que terminaba el 31 de enero de 1988 en virtud del
cumplimiento del plazo extintivo”. En esa fecha,
agrega, las partes quedaban en libertad de celebrar
o no un nuevo contrato, pero Vecol S.A. le informó a
la demandante, mes y medio antes, “que el contrato
se terminaría en la fecha convenida, o sea, que no

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celebraría nuevo contrato”, lo cual es perfectamente


legal pues si esta especie de contrato termina por
las mismas causas del mandato, una de ellas es
precisamente la expiración del término (artículos
1279 a 1286 del Código de Comercio y 2189 del
Código Civil).

Encontró, por lo tanto, que le asiste


razón a la parte demandada cuando alega que la
causa de terminación del contrato de agencia
comercial fue el advenimiento de la fecha convenida
para su terminación, motivo por el que la parte
actora no tiene derecho a todas las prestaciones e
indemnizaciones que exige, sino únicamente a la
prevista en el inciso primero del artículo 1324 del
Código de Comercio, vale decir, a que el empresario
le pague una suma equivalente a la doceava parte
del promedio de la comisión, regalía o utilidad
recibida en los tres últimos años, por cada uno de
vigencia del contrato, o al promedio de todo lo
recibido, si el tiempo del contrato fuere menor.

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EL RECURSO DE CASACION

Dos cargos se formulan contra la


sentencia impugnada, ambos con apoyo en la causal
primera del artículo 368 del Código de Procedimiento
Civil, los cuales serán resueltos conjuntamente por
cuanto admiten consideraciones comunes.
CARGO PRIMERO

1. En él se acusa la sentencia del


Tribunal de haber violado indirectamente los artículos
1556, 1625 y 2189 del Código Civil, 822, 1320, y
1324 del Código de Comercio, por falta de aplicación;
1279, 1280, 1317, 1322, 1330 y 1324 -inciso 2º-, del
Código de Comercio, 5o. de la ley 57 de 1887, 32,
1612, 1613, 1614 y 1615 del Código Civil, 307 y 392
del Código de Procedimiento Civil, todos por
aplicación indebida, como consecuencia de errores de
hecho manifiestos y trascendentes en la apreciación
probatoria.

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2. En el desenvolvimiento del cargo el


censor señala que los medios probatorios
indebidamente apreciados por el Tribunal, se
contraen a los siguientes:

2.1. Las cláusulas décima segunda y


décima tercera del contrato de agencia comercial
suscrito el 31 de enero de 1987, entre Vecol S.A. y
Agrosuárez Ltda. (fols. 23 a 32 y 64 a 63, cuad. 1), y
la carta de 15 de diciembre de 1987 por medio de la
cual la sociedad demandada comunica a la actora “la
terminación del contrato de agencia” (fols. 10, ib.).

Según el recurrente, el fallador de


segunda instancia atribuyó a la primera cláusula
citada un alcance que no tiene “pues de una atenta
lectura de su texto, se desprende que lo que ella
indica no es que el vencimiento del término de un año
allí establecido, dé derecho a las partes para darlo por
terminado en forma unilateral, sino que antes por el
contrario, el vencimiento de dicho plazo es el término
en el cual se obligan a convenir su disolución o

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terminación definitiva”; “o su continuación en las


mismas condiciones en que se venía ejecutando”,
automáticamente, siempre que se hubiere liquidado
su ejecución durante el año previsto y se hubiere
aprobado el presupuesto de los siguientes cuatro
trimestres.

De acuerdo con dicha cláusula,


agrega el casacionista, no puede afirmarse que el
contrato contempla un término al fin del cual se
extingue definitivamente u otorga el derecho a
cualquiera de las partes para terminarlo en forma
unilateral, con o sin comunicación a la otra parte. Lo
que en sana lógica indica es que al vencimiento del
término las partes están en libertad de celebrar un
nuevo contrato y ello supone el mutuo acuerdo de las
mismas, pues la cláusula décima tercera no establece
como causal para terminar unilateralmente el
contrato de agencia comercial la expiración del
término, lo que llevó al Tribunal a no dar por
“acreditado que la terminación unilateral (mutuo

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propio) efectuada por Vecol S. A., en la carta referida


había sido unilateral y abusiva”.

2.2. El dictamen pericial practicado


conjuntamente con la inspección judicial a los libros
de Vecol S.A., el cual no fue objetado por la parte
demandada (fols. 45 a 51, cuad. 3), concretamente la
respuesta a la pregunta tres, donde se consigna que
Agrosuárez Ltda., no recibió comisiones liquidadas ni
pagadas desde el 1º de febrero de 1988, pues a
partir de esta fecha las ventas fueron realizadas
prescindiendo del agente o intermediario.

El Tribunal no vio en el dictamen


pericial, agrega el censor, que la razón cierta de la
terminación unilateral del contrato no había sido la
llegada de la época fijada en la cláusula décima
segunda del contrato de agencia comercial, sino el
propósito de efectuar directamente las ventas, lo cual
constituye un indicio en contra de la parte
demandada.

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2.3. El dictamen pericial decretado


oficiosamente por el a quo para establecer el monto
de las indemnizaciones solicitadas en la demanda
(fols. 173 a 186, cuad. 1), concretamente el
señalamiento que se hizo para cuantificar la
indemnización equitativa y la ejecución en
equivalente (artículos 1324, inciso 2º y 1322 del
Código de Comercio).

El error que en este caso se le


atribuye a la sentencia del ad quem se deriva de los
yerros arriba advertidos que, según el casacionista,
de no haberlos cometido había llevado
necesariamente al sentenciador a apreciar el aludido
dictamen pericial para proferir condena por los rubros
citados con la indexación respectiva.

3. En suma, según el censor, los


yerros de facto acabados de extractar condujeron al
Tribunal a violar las disposiciones sustanciales
señaladas en el cargo, unas por aplicación indebida y
otras por falta de aplicación, al estimar

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JFRG. EXP. 5497

equivocadamente que la cláusula décima segunda del


contrato indicaba un término extintivo de la
obligación, cuando realmente ese no era su
contenido, razón por la cual no debió remitirse a las
normas de derecho sustancial relacionadas con el
plazo pactado para la terminación del contrato. Una
cosa es, agrega, que según el artículo 1320 del
Código de Comercio “el tiempo de duración de las
actividades del agente sea uno de los elementos que
deba contener el contrato de agencia y otra diferente
que el plazo señalado en la tantas veces señalada
cláusula del último de los convenios suscrito, indicara
la finalización definitiva de la relación”, pues si bien el
artículo 2189 del Código Civil, aplicable a la agencia
comercial, “expresa que el mandato termina por la
expiración del término o por el evento de la condición
prefijados para su terminación, cuando en el contrato
no se señaló término para su terminación”, lo cierto
es que la “condición que pudiera haberse señalado en
la cláusula correspondiente, esto es, la convención
para su finalización, no se llevó a cabo...”, de ahí que

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JFRG. EXP. 5497

todas las pretensiones de la demanda han debido


despacharse favorablemente.

CARGO SEGUNDO

1. En este cargo se acusa la sentencia


del Tribunal de haber violado directamente los
artículos 1320 del Código de Comercio, por aplicación
indebida; 1279, 1280, 1317, 1324 -inciso 2º- y 1325
del Código de Comercio, 32, 1497, 1501, 1613 y
1614 del Código Civil, 5º y 8º de la ley 153 de 1887,
y 307 del Código de Procedimiento Civil, todos por
falta de aplicación.
2. Para desarrollar la censura señala
el recurrente, con apoyo jurisprudencial, que son
elementos esenciales del contrato de agencia
comercial su estabilidad y onerosidad, sin los cuales o
no produce efecto o se transforma en otra clase de
contrato. El primero, agrega, garantiza su
permanencia en el sistema económico y el segundo
impide su terminación unilateral sin justa causa. Por
estas razones no puede afirmarse que la expiración

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del término de duración constituye causa justa para


terminarlo unilateralmente, pues de ser así el artículo
1320 del Código de Comercio resultaría abiertamente
contradictorio con los artículos 1279, 1317 y 1325,
ibídem, “lo que haría absurdo el sistema normativo
de la agencia y por lo tanto inoperante por lo
inaplicable, siendo que el derecho no puede ser ni
contradictorio, ni absurdo...”, motivo por el cual quien
aduce la terminación de la relación sustancial por
expiración del término de duración debe responder
por los perjuicios generales y por la remuneración
total del contrato.

3. El Tribunal, agrega, consideró


equivocadamente que la expiración del plazo es causa
justa para dar por terminado el contrato cuando el
artículo 1325 del Código de Comercio no la establece
como tal, lo que lo condujo a inaplicar los artículos
1614, 1613 del Código Civil y 307 del Código de
Procedimiento Civil, relativo a los perjuicios causados
por concepto de daño emergente y lucro cesante, así
como a la liquidación de los mismos, lo cual amerita

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casar la sentencia impugnada, para, en su lugar,


acceder a todas las pretensiones de la demanda.

CONSIDERACIONES

1. A raíz del auge de las relaciones


comerciales y de la incidencia que la economía tiene
sobre el derecho, el legislador se vio precisado a
regular positivamente las actividades de
intermediación, dentro de las cuales se encuentra el
contrato de agencia comercial (artículos 1317 a 1337
del Código de Comercio), en virtud del cual un
comerciante, en forma independiente y de manera
estable asume el encargo de promover o explotar
negocios de otro comerciante (empresario), en una
zona predeterminada del territorio nacional y en un
definido ramo, como representante o agente de otro
comerciante, o como fabricante o distribuidor de uno
o varios productos del mismo.

Conforme a la definición legal, según


lo ha entendido la Corporación (Sent. de 2 de

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diciembre de 1980 y 26 de enero de 1982), el agente


comercial asume el encargo de manera estable,
siendo esta una diferencia esencial entre el agente y
el simple mandatario, pues mientras que éste no
tiene encargo duradero, es decir, carece de
estabilidad, porque “el objeto de la gestión que se le
encomienda es la celebración de uno o más actos de
comercio que agotados producen la terminación del
mandato”, el agente comercial gestiona la promoción
o explotación de negocios de manera sucesiva e
indefinida, lo cual indica estabilidad, que es
característica que igualmente permite diferenciarlo
del comisionista, como también lo ha precisado la
Corte.

Es entonces, la propia definición legal


la que ofrece como características del contrato de
agencia comercial, la exclusividad subjetiva de la
intermediación e independencia del agente, de un
lado, y la estabilidad de la relación contractual, de
otro.

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La estabilidad, que es la característica


que interesa para el caso sub examine, significa
continuidad en el ejercicio de la gestión, excluyente,
por ende, de los encargos esporádicos, ocasionales o
eventuales. Razones de orden público económico,
pero también de linaje privado, justifican y explican
esta particularidad, porque al lado de la importancia
de la función económica de esta clase de
intermediación, aparecen los intereses particulares
del agente, quien por virtud de la independencia que
igualmente identifica la relación establecida con el
agenciado, se ve obligado a organizar su propia
empresa, pues la función del agente no se limita a
poner en contacto compradores y vendedores, o a
distribuir mercancías, sino que su gestión es más
específica, pues a través de su propia empresa, debe,
de manera estable e independiente, explotar o
promover los negocios del agenciado, actuando ante
la clientela como representante o agente de éste o
como fabricante o distribuidor de sus productos.

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JFRG. EXP. 5497

Con todo, la estabilidad nunca puede


asimilarse a perpetuidad o permanencia, porque esta
característica no se opone a una vigencia temporal
del contrato, por cuanto el artículo 1320 del Código
de Comercio, expresamente consagra como uno de
los contenidos del contrato de agencia “el tiempo de
duración” de “los poderes y facultades” conferidas al
agente. De ahí, que anteladamente se haya dicho que
la estabilidad excluye los encargos ocasionales o
esporádicos, pero no la delimitación temporal del
contrato, que la norma antes citada remite a la
autonomía de las partes.

Además, tampoco puede olvidarse


que de conformidad con el artículo 1324 ibídem, “el
contrato de agencia termina por las mismas causas
del mandato”, entre ellas “la expiración del término”,
consagrada por el artículo 2189, ordinal 2º, del
Código Civil, que es norma aplicable al mandato
mercantil porque el Código de Comercio en manera
alguna reguló un sistema de terminación del contrato
de mandato, como uniformemente lo predica la

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JFRG. EXP. 5497

doctrina nacional (artículos 2º y 822 del Código de


Comercio). Por supuesto, que el artículo 1325 ibídem,
establece un número taxativo de causales para la
terminación unilateral y justificada del contrato de
agencia comercial, unas alegables por el empresario y
otras por el agente, pero sin que ninguna de ellas
excluya la terminación por “la expiración del término”
pactado, que además de constituir una ley del
contrato tiene origen en la voluntad de sendas partes,
pues son ellas, quienes dentro del ámbito de su
autonomía y de la libertad contractual, deciden la
estipulación del mismo.

Ahora, además de que el artículo


1320 ibídem, en forma expresa exige, como ya se
anotó, que del contenido contractual haga parte “el
tiempo de duración de las mismas…”, es decir, de “los
poderes y facultades”, lo cual per se supone la
legalidad del plazo, pues éste no se opone a la
estructura jurídica-económica del contrato, y
particularmente a la característica de estabilidad y a
su ejecución sucesiva, tampoco cabe acerca del

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mismo, y por vía de principio general reproche de


ilicitud alguno, salvo, claro está, que para la fijación
del mismo obre alguna intención distinta permeada
por el abuso del derecho o de la posición dominante,
que no es el caso, porque la cláusula que en este
evento se hace valer, está muy lejos de cualquiera de
dichos motivos de responsabilidad, como bien lo
concluyó la Corte Suprema de Justicia en sentencia
de casación de 31 de octubre de 1995 (G.J. 2476,
pág. 1269 y ss.), donde además admitió la
procedencia de un término de duración en el contrato
de agencia. De modo que pactar un término de
duración, agregando la viabilidad de la prórroga
automática por períodos iguales, “a no ser que
cualquiera de las partes avise a la otra por escrito con
treinta días de anticipación su deseo de darlo por
terminado”, como reza la estipulación séptima del
contrato que origina este proceso, entre otras cosas,
cláusula proforma de este tipo de negociación, antes
que verse allí un atentado a la ley, lo que denota,
como lo acota la Corte en la sentencia referenciada,
es una conducta de previsión que impide y aleja el

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abuso del derecho. “Es evidente que si, dice la Corte,


como ocurre en este caso, como cláusula accidental
de un contrato, se pacta que puede darse por
terminado en forma anticipada, o no prorrogarse por
un término igual al inicialmente convenido, siempre y
cuando se dé aviso a la otra parte contratante con la
debida anticipación. Es claro entonces que el ejercicio
por una de las partes de esa facultad, no puede, ni de
lejos constituir abuso del derecho”.

Por último, la posibilidad de que las


partes acuerden para la duración del contrato de
agencia un plazo o período de tiempo, pacíficamente
lo admite la doctrina nacional y externa, aunque esta
última, calificando el contrato de agencia como
“contrato de duración”, dada la estabilidad que lo
caracteriza, aboga por una práctica de “plazos largos”
prorrogables y aun por contratos “por término
indefinido”, caso en el cual su extinción requiere “de
un preaviso escrito de las partes”. Particularmente
Fernando Sánchez Calero, afirma que “Si no se fijó
plazo alguno debe estimarse admisible la denuncia

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unilateral del contrato siempre que se comunique ese


propósito a la otra parte con una razonable
antelación” (Instituciones de Derecho Mercantil, pág.
375).

2. En uno y otro cargo, el recurrente


controvierte la decisión del ad quem a partir de
idéntica consideración: que la expiración del plazo no
es causa justa para dar por terminado el contrato de
agencia mercantil, porque “el art. 1325 del C. de Co.
señala taxativamente las justas causas para dar por
terminada unilateralmente la agencia…”. Desde luego,
como quedó expuesto, que en el primer cargo se
denuncia la conclusión del Tribunal por haber
incurrido en los errores de hecho descritos, porque
según el recurrente, al tenor de las cláusulas doce y
trece del documento que contiene el contrato, la
expiración del término de duración del acuerdo (un
año), no fue establecido como causal para su
terminación, pues lo previsto fue que a la finalización
del mismo, las partes “se obligan a convenir su
disolución o terminación definitiva”, “o su

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continuación en las mismas condiciones en que se


venía ejecutando”. En otras palabras, conforme al
raciocinio del censor, el mutuo acuerdo de las partes
constituía la condición para la terminación del
contrato, excluyéndose por ende la decisión
unilateral, pero como esa circunstancia no tuvo
ocurrencia mal puede afirmarse su extinción por
vencimiento del plazo pactado. De manera que en
opinión del impugnante el Tribunal incurrió en los
yerros denunciados “al darle a la cláusula décima
segunda del contrato, un alcance que no tiene”,
porque ella rectamente entendida “sólo obligaba a las
partes, al vencimiento de dicho término, a convenir o
definir el futuro del contrato, esto es, su prolongación
o suspensión definitiva, lo cual surge
espontáneamente de su texto”.

3. Precisado lo anterior, el estudio de


los cargos obliga a hacer transcripción literal del
contenido de la cláusula doce del contrato de agencia
comercial suscrito el 31 de enero de 1987, así como
de la comunicación mediante la cual, según el

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casacionista, se dio por terminada la relación


sustancial:

3.1. La cláusula del contrato reza así:


“DECIMA SEGUNDA: TERMINO DEL CONTRATO. El
término de duración de este contrato será de un año
contado a partir de la fecha en que se firme. Vencido
su término las partes están en libertad de celebrar un
nuevo contrato para un período igual de un año,
contrato que se regirá por las mismas cláusulas
contenidas en éste. Se entenderá celebrado el nuevo
contrato automáticamente, previa liquidación de las
prestaciones del anterior, mediante suscripción del
presupuesto de ventas que deba regir durante los
siguientes cuatro trimestres. En consecuencia, las
únicas modificaciones del contrato del siguiente año,
en caso de celebración automática por la suscripción
del nuevo presupuesto, serán las que éste contenga.
En todo caso, para que pueda operar la celebración
de un nuevo contrato, es necesario que se
encuentren liquidadas las prestaciones a que hubiere
dado lugar el anterior”.

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JFRG. EXP. 5497

3.2. La comunicación que la sociedad


Vecol S.A. remitió a Agrosuárez Ltda. el 15 de
diciembre de 1987, es decir, mes y medio antes de
extinguirse el plazo estipulado para la duración del
contrato de agencia comercial, señaló “...que de
acuerdo con la cláusula décima segunda del mismo,
éste terminará el día 31 de enero de 1988, fecha de
su vencimiento”.

4. Reiteradamente ha sostenido la
jurisprudencia de la Corporación que cuando el error
denunciado se plantea en el ámbito de apreciación de
hecho o interpretación de cláusulas contractuales, la
Corte sólo puede entrar a modificar la sentencia
objeto del recurso en tanto ésta se apoye en una
interpretación originante de un yerro manifiesto, el
cual sucede cuando el documento contractual sólo
tenga una forma de interpretación posible y ésta sea
la propuesta por el impugnante, en contraposición a
la elaborada por el Tribunal, que entonces aparece
absurda e ilógica. Si tal elemento admite diversos

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JFRG. EXP. 5497

entendimientos, todos ellos razonables, entonces no


se presenta el defecto en mención, máxime cuando
en materia de interpretación de contratos, se está
frente a una “cuestión que corresponde a la discreta
autonomía de los juzgadores”, como lo ha predicado
la Corte (G.J. CXLII, págs. 218 y 219).

5. Pues bien, aplicando las nociones


anteriormente consignadas al caso sub lite es claro
que ninguno de los cargos formulados contra la
sentencia combatida puede abrirse paso.

De un lado, el soporte fundamental


del primer cargo consiste en la tergiversación que el
ad quem atribuyó a la cláusula doce del contrato de
agencia comercial suscrito el 31 de enero de 1987
entre Vecol S.A., como agenciado, y Agrosuárez
Ltda., como agente, pues, según el recurrente, la
expiración del término de su duración no es causal
para que una de las partes (motu proprio) pueda dar
por culminada la relación sustancial, sino que se

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JFRG. EXP. 5497

requiere como “condición” para ello, necesariamente


el mutuo acuerdo de las partes.

Ahora bien, si el Tribunal consideró


que el contrato de agencia comercial termina por las
mismas causales que extinguen el mandato, siendo
una de ellas la “expiración del término”, lo cual se
acompasa con lo prevenido en la ley, tal como antes
se destacó, es claro que esa postura no es absurda ni
irracional, ni contradice abiertamente lo que a
primera vista puede apreciarse en el acervo
probatorio recaudado. En efecto, si bien las partes
contratantes previeron de antemano la renovación
automática del contrato en los mismos términos del
que se venía ejecutando, el acaecimiento de esa
eventualidad se condicionó al cumplimiento de los
siguientes presupuestos: la liquidación de las
prestaciones mutuas originadas en el contrato
anterior y la suscripción del “presupuesto de ventas
que deba regir durante los siguientes cuatro
trimestres”, ninguna de las cuales se cumplió; al
contrario, la carta que la demandada le envió a la

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JFRG. EXP. 5497

demandante mes y medio antes de cumplirse el


término de duración, excluye de por sí la posibilidad
de renovación automática o prórroga de la relación
sustancial.

En consecuencia, como la terminación


del contrato de agencia comercial se originó en una
causal expresamente prevista en la ley, como fue la
expiración del término de su duración, no existe la
posibilidad, remota siquiera, de arribar a una
conclusión distinta, como la pregonada por el
recurrente, razón por la cual el fallador de instancia
no incurrió en ninguno de los yerros de facto que se
le atribuyen y que, por ende, lo hayan llevado a
vulnerar indirectamente las disposiciones citadas en
el cargo, ya sea por falta de aplicación ora por
indebida aplicación.

Por lo mismo, si la llegada del término


de vigencia del contrato de mandato es causal para
que éste se termine (artículo 2189, numeral 1º del
Código Civil) y si, de otro lado, el contrato de agencia

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comercial fenece por las mismas causales que


termina el contrato de mandato, resulta explicable
que el Tribunal tampoco quebrantó de manera directa
las disposiciones que se denuncian en el cargo.

DECISION

En mérito de lo expuesto, la Corte


Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil,
administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia de 19
de julio de 1994, proferida por el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cundinamarca, Sala Civil,
dentro del proceso ordinario promovido por
AGROSUAREZ LTDA. contra la EMPRESA
COLOMBIANA DE PRODUCTOS VETERINARIOS
“VECOL S.A.”, el cual le fue enviado en virtud de la
descongestión prevista en el artículo 26 del decreto
2651 de 1991, dispuesta por esta Corporación para
el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
Sala Civil.

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Costas del recurso a cargo de la


parte demandante recurrente. Tásense y liquídense.

Cópiese, notifíquese y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO


(En comisión de servicios)

MANUEL ARDILA VELASQUEZ

NICOLAS BECHARA SIMANCAS

JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES

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JFRG. EXP. 5497

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ

JORGE SANTOS BALLESTEROS

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