PROYECTO PARROQUIA-segunda Entrega
PROYECTO PARROQUIA-segunda Entrega
PROYECTO PARROQUIA-segunda Entrega
Diócesis de Saltillo
2ª. ENTREGA: FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA (2)
1. LA “PARROQUIA TRIDENTINA”
La “parroquia tridentina”, el modelo que consciente o
inconscientemente permea aún ciertas experiencias eclesiales, se apoya
en lo que conocemos como el modelo eclesiológico institucional. Este
modelo da énfasis, como ya señalamos, a los elementos visibles e
institucionales de la Iglesia, por ello produce una eclesiología centrada
sobre la autoridad, con un marcado acento jurídico. La misión de la Iglesia
consiste en hacer que los hombres entren a ella por la válida recepción, de
los sacramentos, la profesión de la doctrina ortodoxa y la obediencia a los
legítimos pastores, siendo la obediencia y la disciplina las virtudes por
excelencia. Se privilegia el papel del clero en la vida de la Iglesia. Los laicos
no tienen mucha participación en la vida eclesial, siendo más destinatarios
que sujetos activos de la acción pastoral.
En términos de la parroquia y de organización diocesana, esta
concepción de la Iglesia se traduce en la realidad que todos hemos vivido.
La parroquia se concibe como parte del territorio de una diócesis, confiado
al cuidado de un párroco, sujeto a la autoridad del obispo. La autoridad
del párroco es indiscutible en todos los órdenes, no sólo en cuanto a su
presidencia en la fe. El párroco decide tanto en la acción pastoral como en
la administración de los bienes materiales. La parroquia es una cuasi-
propiedad del párroco bajo el concepto de “beneficio”. El párroco llega a ser
una figura poderosa en la Iglesia post-tridentina, opacando, en la práctica,
al mismo obispo y no necesitando contar para nada con el parecer del
pueblo ni tomando en cuenta la comunión presbiteral.
3. INSATISFACCIONES Y ASPIRACIONES
El pueblo se expresa en las manifestaciones de la religiosidad
popular, pero de espaldas a la liturgia y a la justicia social, o cae presa del
proselitismo de las sectas fundamentalistas de avivamiento, con el grave
peligro de enajenación que conlleva a tales expresiones del fenómeno
religioso. En otros ambientes más sofisticados intelectualmente y más
urbanos, aunque también más reducidos numéricamente en nuestra
realidad latinoamericana, se tiende a caer en el secularismo y a abrazar
diversas ideologías laicizantes. Tampoco se puede ignorar la proliferación
de sectas de sello no-cristiano y la búsqueda de experiencias esotéricas
como camino para llenar la dimensión trascendental del hombre. Todo
esto nos lleva a una situación en la que estamos perdiendo al pueblo. El
futuro de la Iglesia y el futuro nacional mismo (en cuanto a pueblo con
una identidad histórico-cultural) están en juego. Así lo expresó el Papa
Benedicto XVI en el discurso inaugural de la Conferencia Episcopal en
Aparecida: “En la actualidad, esa misma fe ha de afrontar serios retos, pues
están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus
pueblos”.
El problema de fondo resalta a la vista: divorcio entre la fe y la vida,
divorcio entre la Iglesia-institución y la vida del pueblo, divorcio entre
cambio de época y pedagogía evangelizadora.
La realidad señalada clama a gritos por una respuesta pastoral. La
teología de la Iglesia enseñada por el Vaticano II también nos exige dar una
respuesta distinta del modelo tridentino. La Iglesia es misterio de
comunión (icono de la Trinidad), que se configura visiblemente como
Pueblo de Dios peregrino en la historia, y se proyecta en el mundo como
Sacramento Universal de Salvación, en el que todos los bautizados
poseemos la común dignidad de hijos de Dios y todos somos responsables
de la dilatación del Reino de Dios en la tierra. Estas líneas de reflexión han
sido profundizadas en el Magisterio eclesiástico posterior. En conclusión,
el modelo predominantemente institucional de la parroquia tridentina no
puede ya sostenerse ni histórica ni teológicamente.
EL MODELO DE PARROQUIA EN EL PROYECTO DIOCESANO
DE RENOVACIÓN PASTORAL
2. LA CONVERSIÓN PASTORAL
Este ideal de parroquia traducido en idea fuerza, da vida al proyecto
operativo prospectivo que nos ayuda a lanzar el puente desde la deficiente
realidad presente hasta el futuro deseado. El Proyecto de Renovación
Diocesano quiere ofrecer el instrumental para hacer este camino,
partiendo del rostro más cercano de la madre Iglesia, que es la comunidad
parroquial (= la iglesia cercana a las casas, “la iglesia de casa”).
De lo dicho debe quedar claro, sin embargo, que este Proyecto
Orgánico de Pastoral no es una receta pastoral. Sabiendo que la vida y
misión de la Iglesia no es puramente un fenómeno sociológico, sino ante
todo una realidad teológica, exige, en consecuencia, una conversión
espiritual. Sólo aquel que se convierte al Dios de la comunión (Dios es
aquel que es comunión: Padre, Hijo y Espíritu) y se pone al servicio de la
edificación de la comunidad, en una auténtica actitud espiritual de
contemplación, diálogo, servicio y desprendimiento, puede entrar
eficazmente en la realización del proyecto.
Antes de ser proyecto pastoral, el PDRP es una opción teológica y
espiritual que exige dejarse guiar con pobreza de espíritu por el paso del
Señor a través de su pueblo. Las estructuras renovadas pueden
convertirse en nuevos instrumentos de opresión, de no haber conversión.
La renovación del mundo y de la Iglesia empieza siempre en el misterio de
un corazón que se convierte.