Heráclito
Heráclito
Heráclito
Heráclito
Pero a caballo entre los siglos V y V a.C., las escuelas de Elea y de Éfeso
trataron la cuestión desde una perspectiva más amplia al plantear
concepciones sobre la totalidad de lo existente que resultaron
antagónicas. Para Parménides de Elea, el ser o lo existente es uno e
inmutable; para Heráclito de Éfeso, en cambio, la realidad es puro
cambio e incesante devenir («No te bañarás dos veces en el mismo
río»). En esta antinomia clásica de la filosofía griega, que se revelaría
extremadamente fructífera, se ha visto el origen tanto de la metafísica
como de la dialéctica.
Biografía
Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el
Oscuro por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como
testimonia un buen número de los fragmentos conservados de sus
enseñanzas. El desprecio de Heráclito por el común de los mortales
concordaría con sus orígenes, pues parece cierto que procedía de una
antigua familia aristocrática, así como que sus ideas políticas fueron
contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del
reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba
con el rey persa Darío I el Grande, a cuyos dominios pertenecía Éfeso
por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos.
La filosofía de Heráclito
A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito
explicó la práctica totalidad de los fenómenos naturales atribuyendo al
fuego el papel de constituyente común a todas las cosas y causa de
todos los cambios que se producen en la naturaleza. La cosas nacen del
fuego por la vía descendente (fuego, aire, agua, tierra) y vuelven a él
por la ascendente (tierra, agua, aire, fuego). La importancia que
concedió a la afirmación de que todo está expuesto a un cambio y un
flujo incesantes («Todo fluye y nada permanece») seguramente fue
exagerada por Platón, quien contribuyó de manera decisiva a forjar la
imagen del filósofo efesio.
Frente a la armonía del cosmos pitagórico y la inmutabilidad del ser
de Parménides, Heráclito concibió un universo en perpetuo devenir. El
motor de esa eterna mutabilidad es la oposición de los contrarios; tal
oposición es causa del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y
principio; pero los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por
el logos, proporción o medida común a todo, principio normativo del
universo y del hombre que, en varios aspectos, resulta coextensivo con
el elemento cósmico primordial, el fuego, por lo que algunas
interpretaciones los identifican.
Parménides