La Última Carta de Rodolfo Walsh - El Historiador
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Algunas de las aseveraciones que Rodolfo Walsh hiciera en su carta a la Junta Militar no
pudieron ni podrán ser mejor enunciadas en oportunidad y justeza de criterio. Allí, advirtió
que los militares no derrocaban a un gobierno sino la posibilidad del pueblo de vivir en un
proceso democrático. Observó además que los golpistas restauraban “la corriente de ideas
e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas,
explotan al pueblo y disgregan la Nación”. Dio cuenta también del plan sistemático de
aniquilamiento y aseguró que la Dictadura “ha despojado a la tortura de su límite en el
tiempo”. No se equivocó tampoco al denunciar que el gobierno militar no intervenía como
árbitro entre “dos terrorismos” sino como “la fuente misma del terror”. Pero fue más certero
aún al subrayar el hecho de que la dictadura contaba con el apoyo de poderosos grupos
económicos, una pata civil, que venía a bene ciarse con la plani cación de la miseria para
todos los argentinos.
Fuente: Gregorio Levenson y Ernesto Jauretche, Héroes. Historia de la Argentina revolucionaria, Buenos
Aires, Ediciones Colihue, 1998, págs.162-169.
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El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo
desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado
por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron
no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde
el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando
el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y
que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese
«ser nacional» que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías
derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la
Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos,
interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha
conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados
son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales
campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional.
El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la
mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin
juicio. 1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En
otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de
antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los
cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no
existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada
aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos,
retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las
víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos
verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales
reaparecen en los testimonios junto con la picana y el «submarino», el soplete de las actualizaciones
contemporáneas. 2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los
medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que
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el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para
ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que
perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una
sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y en horas de la madrugada con el
pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se
incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la
reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de
represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir
en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son
delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples
sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de
«cuenta-cadáveres» que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que
surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 o
15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada
por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de
1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40
heridos, y la guerrilla 63 muertos. 3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial
tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y a los partidos de que aun
los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes
de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes
del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte
de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga
ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor. 4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete
prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela
que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que
ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como
comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes
prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin
embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus
propias fuerzas. 5
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Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas,
pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la
Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,
Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, «con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles»
según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago
San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los
diarios que no la publicaron. 6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4
de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que
apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno,
con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y
decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en
Chile, Bolivia y Uruguay. 9
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del
capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de
la Marina, o del periodista de Prensa Libre Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese
diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de
sus jefes: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del
bien y del mal». 10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores
sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que
ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de
sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria
planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su
participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita
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un obrero para pagar la canasta familiar 11, resucitando así formas de trabajo forzado que no
persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo
toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando
horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos
despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando
los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos
enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron. 12
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de
alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido
prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad
infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades
como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas
mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el
presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los
hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo
provocado por el terror, los bajos sueldos o la «racionalización».
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante
política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios
enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de
cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan
la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del
ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que
ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar «el país», han sido ustedes
más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a
600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una
semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también
marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la
pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen
a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro
mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con
sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en
secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay
congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad
argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que
el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al
Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como
beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de
monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la
Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su
gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la
restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad
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Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: «Llena de asombro que ciertos grupos pequeños
pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos». 13
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar
sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana
duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras,
valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo
un gobierno que venía a acabar con el «festín de los corruptos».
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta
procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama
la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el
abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último
guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de
veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por
el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar
a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero
fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Referencias:
1 Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de
«liberados» que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen
presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y
posterior fusilamiento permanecen intactas.
2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a
palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente: «Picana en Ios
brazos, las manos, los muslos, cerca de Ia boca cada vez que lloraba o rezaba… Cada veinte minutos abrían
la puerta y me decían que me iban hacer ambre con la máquina de sierra que se escuchaba».
4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba,
monseñor Primatesta: «El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros que
luego son fusilados. Se trata de Miguel Ángel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo
Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29
de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este último había sido castigado al punto de que no
se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un
intento de fuga».
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5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección
anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de
1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del golpe.
Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en combate:
600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
7 «Programa» dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada
Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por La Opinión el 3-10-76 admitió que «el
terrorismo de derecha no es tal» sino «un anticuerpo».
9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de
1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El
cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro del Interior y
ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de «simular» su secuestro.
10 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según La Razón del 12-6-76. Jefe del Grupo I de Artillería de
Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de
1977.
11 Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.
12 Diario Clarín.
13 Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de
Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente
graves en metalúrgicos y navales.
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