El Espíritu Del Monstruo
El Espíritu Del Monstruo
El Espíritu Del Monstruo
“Hay algo -dijo Leiva-, que debe evitarse a toda costa, y es que pueda descubrirse la intervención
de la embajada en estos asuntos.”
Carlos H Pareja
Los acontecimientos de los años cuarenta del siglo XX en Colombia fueron colgados en los
armarios del olvido o han sido objeto de tal tergiversación que las pocas comunidades que
destinan tiempo al estudio de nuestro pasado no han podido evitar las simplificaciones, los clichés
y los vacíos que la mayor parte de los “historiadores” – no pocos de ellos beneficiados con
nombramientos y emolumentos del Estado- han establecido. Gabriel García Márquez lo sintetizó
en Por un país al alcance de los niños con la magistralidad de su madurez creativa: Nos han escrito
y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que para
clarificar…
Lo que ha acontecido con la memoria de los años cuarenta no es casual. Fueron años decisivos
para el devenir de la nación en las décadas subsiguientes. No solo para Colombia, también para
Latinoamérica y el mundo entero. En los años cuarenta del siglo XX, en Colombia, se llegó a un
punto de inflexión: continuidad, o no, del régimen oligárquico que se había instalado en el país
prácticamente desde la independencia. En febrero de 1944, se anuncia en Colombia la candidatura
presidencial de Jorge Eliecer Gaitán, un líder proveniente de la entraña popular que se ha hecho a
sí mismo con un ideario nutrido en el liberalismo de izquierda propuesto por el General Rafael
Uribe Uribe. El 20 de abril de 1946, faltando quince días para las elecciones presidenciales, Gaitán
pronuncia un discurso conocido como “El país político y el país nacional” , en él señala:
“El Colombia hay dos países: el país político que piensa en sus empleos , en su mecánica y en su
poder y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el
país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. Tremendo drama en la
historia de un pueblo.!!”
Las ideas de Gaitán y el formidable acompañamiento popular que despertó el fuego de su palabra
y su vida ejemplar, encendieron las alertas no solo de las dirigencias de los dos partidos
tradicionales, sino de los organismos de inteligencia norteamericanos y de los más altos
encargados de la política exterior estadounidense. América Latina había sido – y debía seguir
siendo- la base de apoyo para la proyección y sostenimiento del poder mundial norteamericano.
La labor de esclarecimiento exige, por una parte, la reunión de los esfuerzos de múltiples personas
investigadoras y autores que han aportado, a lo largo de los años, diversas piezas, teselas que
pueden configurar un mosaico comprensivo sobre lo que sucedió; y, por otra parte, dado el
secretismo con el que se tomaron las decisiones que tanto afectaron el curso de la historia
nacional y regional, se requiere tener en cuenta hasta el más pequeño detalle, el más
aparentemente insignificante documento – fotografía, audio, telegrama, novela, cuento, ensayo,
testimonio- o elemento de evidencia circunstancial que permita construir un relato sustentado en
los hechos y las inferencias posibles a partir de las evidencias concatenadas.
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Carlos H Pareja Gamboa fue un hombre sencillo y excepcional. Nació en Since, en las sabanas de
Sucre, en 1898. Pareja fue un educador por vocación. Un abogado de la cultura caribe, con alma
de poeta, apasionado por la justicia, que realizó notable aportes doctrinales en campo del derecho
administrativo. Un escritor pariente de Gabriel García Márquez, que redactó una obra – una vez
publicada fue prohibida en Colombia- en el exilio al que fue forzado después del 9 de abril de
1948. Simón Latino – el heterónimo de Carlos H. en las luchas con la palabra impresa - fue
también un formidable editor de poesía. Un apoyo vital en ese tiempo adverso se lo brindó su
esposa María del Pilar Pareja Vélez, con quien tuvo una hija: María Eugenia.
La novela El Monstruo fue escrita en medio de la persecución desatada sobre las principales
cabezas del movimiento gaitanista una vez se ejecutó el magnicidio. Carlos H. Pareja fue
encarcelado y su librería semi destruida. Logró salir de prisión, evadir el cerco que se le tendía y
tomar camino hacia el sur con rumbo a la Argentina. Allí terminó su obra que fue publicada en
Buenos Aires, en 1955, por la editorial Nuestra América.
La escritura de El Monstruo se trenza en torno a las vidas de dos personajes principales: Cesáreo
y Cristina, reunidas en las calles aledañas a la Plazoleta de las Nieves en Bogotá la noche dantesca
que siguió al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán Ayala. A través de la narración del amor que nació
esa noche, el texto revela verdades prohibidas por la narrativa oficial que fue impuesta sobre los
acontecimientos y sobre la situación política colombiana.
La obra muestra los días y las noches convulsionados que siguieron a la tarde fatídica del nueve de
abril en un país que fue seleccionado como escenario piloto de la primera operación encubierta
en América Latina en el marco de la Guerra Fría.
La novela El monstruo ha generado algunos comentarios críticos sobre su calidad literaria. Lo que
esos críticos que han desestimado la obra no han apreciado es el significado de un documento que
expresó el sentir de una multitud aturdida y amordazada por un poder colosal. Una obra que
enfrentó con un relato sencillo y comprensivo la narrativa oficial, nacional e internacional, sobre el
magnicidio. El Monstruo formula verdades no solo sobre el asesinato de Gaitán, sino sobre el
exterminio del movimiento gaitanista y sobre los vínculos entre una clase política bipartidista
dispuesta a la violencia sobre la oposición.
El trabajo de Carlos H Pareja presenta verdades cuya expresión desataba la furia exterminadora
sobre quienes las expresaban: una voluntad de aniquilación que se mantuvo durante muchos
lustros. Una de esas verdades, por ejemplo, fue acusar a la camarilla que organizó el asesinato de
Gaitán de ser la responsable de haber desatado los incendios, alentado los saqueos, haber abierto
las cárceles para que la delincuencia se volcasen al robo y las violaciones, y haber promovido la
conversión de la insurrección popular en un tiempo de desmanes con miles de personas
acribilladas por los francotiradores apostados en las torres de las iglesias.
La obra presenta la dinámica que condujo a que una parte del movimiento gaitanista y liberal se
refugiara en los campos e iniciara la resistencia armada que se convertiría en las guerrillas. Parte
del otro partido minoritario perseguido: el comunista, también se refugio en las zonas rurales en
dónde había realizado formación política.
“La prueba circunstancial es la que se deduce de la existencia de uno o varios hechos que,
relacionados inmediatamente al hecho principal, llevan a la conclusión de que ese hecho ha
existido, si bien, recalcamos, dicha conclusión es una operación del razonamiento.”
The United States’ Senate Select Committee on Intelligence Activities defined covert action as “any
clandestine operation or activity designed to influence foreign governments, organisations,
persons, or events in support of American foreign policy”.2
La justificación racional para acudir a las operaciones encubiertas fue dada por el grupo
ultraalguilista al que pertenecía el teórico George Kennan: la URSS era una potencia expansionista
con designios de dominación global; uno de sus métodos de influencia y control consiste en el
apoyo a insurrecciones populares en diversos países que conduzca a instaurar gobiernos pro-urss
o antinorteamericanos. La URSS, decían los informes de inteligencia norteamericanos, habían
desarrollado una formidable capacidad para adelantar ataques encubiertos. Por lo tanto, los
Estados Unidos podían y debían intervenir en cualquier lugar del mundo en el que percibieran una
amenaza o un peligro para sus intereses estratégicos.
Las “operaciones encubiertas” se caracterizan por una clandestinidad dirigida a que la opinión
pública desconozca la autoría verdadera de la acción. En los desarrollos teórico de las covert
operation, una parte importante del éxito de una operación encubierta se determina por la
cantidad de tiempo que transcurre entre su ejecución y el acceso del público al conocimiento de la
autoría de la acción.
La operación encubierta con la que cegó la vida de Gaitán – tesis que propone este estudio
introductorio- pertenece a la categoría de acciones encubiertas preventivas: las dirigidas a impedir
y, cuando sea posible, neutralizar el potencial de Moscú para ampliar el control de los países en
desarrollo...
Por esta razón, resulta necesario acudir a la evidencia circunstancial cuando se trata de esclarecer
las verdadera autoría de acciones paramilitares y/o de asesinatos de los que se sospeche que
forman parte de la guerra política y psicológica. La evidencia circunstancial permite reunir
diversos hechos comprobables que nos habilitan para inferir otros hechos que no pueden ser
comprobados de manera directa. En la evidencia circunstancial son importantes las motivaciones
que pudo tener el autor oculto. Son importantes los contextos históricos y geográficos que
permiten concatenar las secuencias que condujeron a la acción. El resultado es una teoría
razonable sobre lo que aconteció en los casos en los que motivos para creer que tuvo lugar una
acción encubierta.
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El contexto internacional:
partido político (…)? ¿ Qué sutil veneno no se habrá tal vez vertido por
José Martí
Al finalizar la segunda guerra mundial los Estados Unidos se convierten en la más extraordinaria
potencia militar, económica y política de todos los tiempos. Son el principal país exportador del
mundo con más de un tercio de todas las ventas que se realizan a diario en el planeta. Es un país
que cuenta con un potente e inmenso arsenal resultante de su ingreso a la guerra mundial en
1941. La economía de guerra le ha permitido salir de la crisis económica desatadas en los años
treinta.
Con un poder de esa magnitud, sin precedentes, el gobierno de Norteamérica multiplica sus
operaciones a lo largo y ancho del mundo para dominar regiones en las que no tenía presencia o
reafirmar su poder en regiones sobre las que ya había proyectado su capacidad de decidir en favor
de sus intereses.
La Doctrina Truman anuncia de manera oficial los lineamientos de la nueva política en “defensa
del mundo libre”, el mundo dirigido por los Estados Unidos. El anunció significa comunicar sin
ambages la nueva confrontación que se impone en la tierra: la guerra fría. Al interior de los
Estados Unidos, y en las regiones del mundo dónde proyecta su dominio, se inicia una “caza de
brujas” sobre cualquier sospechoso/a de izquierda, socialista, comunista o no creyente en el orden
económico que se impone en el mundo.
Allen Dulles, hermano de John Foster Dulles, “Wild Bill” Donovan, Frank Wisner, George Kennan,
forman parte del grupo ultra aguilista que han actuado de modo encubierto en Europa y presionan
a Truman y al Congreso estadounidense para aprobar una estructura de inteligencia con poderes y
recursos que ninguna nación en el mundo, en todo la historia, había constituido.1
El gobierno de Truman promueve, entonces, la creación en el verano del año 1947 de la más
grande y poderosa estructura de inteligencia para asesorar al gobierno de los Estados Unidos y
ejecutar acciones encubiertas, operaciones de guerra psicológica y guerra política. El 26 de julio de
1947, Truman firma la National Security Act, aprobada por el Congreso norteamericano, que crea
el Consejo Nacional de Seguridad, NSC, y la Agencia Central de Inteligencia, CIA.
Como es dable inferir, las autorizaciones otorgadas en los marcos legales y las directivas
institucionales fueron genéricas y ninguna autoridad oficial reconocería públicamente el tipo de
actividades que ejecutarían: las acciones de guerra psicológica o las operaciones encubiertas.
Truman fue el primer presidente en suscribir la puesta en marcha de programas contra actividades
1 The brothers…..
políticas subversivas a través del apoyo a aquellas naciones o grupos que se oponían al
comunismo.2
El gobierno de los Estados Unidos ordena reclutar altos y medios mandos de la espionaje nazi para
ejecutar operaciones encubiertas en su confrontación con la URSS. Una decisión que, por
supuesto, no podía ser pública y debía ser negada de modo creíble en caso de que alguien
denunciara la protección clandestina que Norteamérica brindaba a esa oficialidad nazi.
El 25 de diciembre de 1946, había comenzado a operar el primer reactor nuclear soviético, el F-1,
con él se obtuvo el plutonio necesario para la construcción de una bomba nuclear. En los Estados
Unidos se inició una vasta operación de propaganda dirigida a aterrorizar a la población de modo
que aprobase todas las medidas dirigidas a contener y derrotar en todo el planeta al nuevo
“enemigo” de norte américa: la URSS y el comunismo.
El 6 y el 9 de agosto de 1945, el gobierno de Truman había dado la orden de arrojar dos bombas
atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagazaky, en un Japón ya derrotado. La acción fue
decidida para enviar un mensaje a la URSS y desanimar cualquier acción expansiva en el este y el
sur asiático.
En la nueva mirada del gobierno de los Estados Unidos: el prisma de la guerra fría: el liberalismo
de izquierda significaba la irrupción de la inestabilidad política en un territorio clave para sus
intereses en la región. El liberalismo de izquierda podía ser la antesala del comunismo.
El lenguaje nombra de acuerdo a los intereses del sujeto de poder que nombra sin atender la
especificidad de la experiencia política que emergía en ese momento en Colombia. Una
experiencia de un proceso de emancipación frente a un régimen bipartidista que había dominado
la nación practicamente desde el proceso de independencia del imperio español en 1819.
América Latina había experimentado el arrollador avance del poder estadounidense en la segunda
mitad del siglo XIX. Colombia había sufrido el zarpazo sobre Panamá en 1903 y el arribo de las
petroleras norteamericanas por el recurso militar estratégico del siglo XX y la primera mitad del
XXI.
La guerra fría comenzó antes del fin de la segunda guerra mundial. Desde el triunfo de la
revolución rusa de 1917, el gobierno de los Estados Unidos apoyó los movimientos contra
revolucionarios. La amenaza alemana condujo a que la URSS y los EEUU fuesen aliados
coyunturales
El fin de la segunda guerra vino con una oleada de movimientos nacionalistas en favor de la
descolonización en Asia, Africa y América Latina. No era improbable que las fuerzas políticas de
izquierda en cada nación promoviesen o acompañasen estos procesos de liberación que
estremecieron las colonias de Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, etc. Sectores del gobierno
de los EE.UU. encargados de la política exterior interpretaron varios de esos procesos como
eventos resultantes de la influencia de la URSS.
En Colombia
El 7 de agosto de 1942, Alfonso López Pumarejo, asumió por segunda vez el cargo de Presidente
de Colombia. Gaitán se opuso a su reelección por considerar que su programa de reformas no
afectaban los núcleos duros de las injusticias y las desigualdades que imperaban en Colombia.
Alberto Lleras Camargo, secretario y discípulo amado de Alfonso López Pumarejo, fue nombrado
como embajador de Colombia en Washington, de mayo a octubre de 1943. En seguida, fue
designado como ministro de gobierno hasta febrero de 1945. El 12 de febrero de 1945, Lleras
Camargo renunció a su cargo para ser nombrado ministro de relaciones exteriores de Colombia y,
en tal calidad, poder presidir la delegación colombiana que viajó al castillo de Chapultepec, en
México, a la conferencia panamericana extraordinaria que promovió el gobierno de los Estados
Unidos para discutir la forma como se insertarían los países del continente americano, liderados
por EE.UU. en el nuevo orden mundial de una postguerra que ya se vislumbraba.
Las miradas más penetrantes contemplaban la temprana guerra fría y el valor de alinearse con la
hiper potencia occidental en el sentido de evitar procesos de democratización en sus respectivos
países; proceso que pudieran conducir a una inestabilidad política o, peor aún, a experiencias
socialistas o de soberanía que afectara los intereses norteamericanos.
Alberto Lleras Camargo regresó a Colombia y pactaron con Alfonso López Pumarejo la renuncia del
último a la Presidencia a partir del 7 de agosto de 1945. De ese modo, la renuncia de López no
conduciría a la convocatoria anticipada a elecciones presidenciales – con una figura extraordinaria
en formidable ascenso: Gaitán- , sino que sería Presidente, por el año que faltaba para cumplir el
periodo presidencial, el primer designado: Alberto Lleras Camargo.
El segundo acuerdo, realizado en secreto, pero cuya realización es inferible por la evidencia
circunstancial, se produjo con Laureano Gómez. Laureano cesaría los demoledores ataques a
López Pumarejo y a su hijo Alfonso López Michelsen. López Pumarejo y Lleras Camargo se
encargarían de participar en la tarea de dividir el liberalismo para que se impusiera, en las
elecciones del 5 de mayo de 1946, el candidato del conservatismo: Mariano Ospina Pérez. De esta
manera se le cerraría el paso a Gaitán y a Gabriel Turbay, que contaba con el apoyo del partido
comunista, y se interrumpiría la dinámica de reformas democratizadoras que se habían iniciado en
el primer gobierno de López y se habían pausado con el gobierno de Eduardo Santos y la crisis
política temprana del segundo gobierno de López. Se restañaban así las heridas que habían
distanciado a dos viejos amiguetes y aliados que se habían apoyado desde 1914: López Pumarejo
y Gómez Castro.
El lunes 25 de marzo de 1946, faltando pocos días para las elecciones del 5 de mayo, el diario El
Siglo anuncia con titular en letras rojas, en primera página, la candidatura de unión nacional del
doctor Mariano Ospina Pérez. Ospina era el candidato de la oligarquía liberal y la oligarquía
conservadora. Era el candidato de un pacto secreto entre Laureano y Alfonso, a través de Alberto. 3
Laureano y Alfonso se habían conocido y se habían colaborado en sus respectivas ambiciones
desde 1916. Ambos había actuado de manera articulada para derrocar al Presidente Marco Fidel
Suarez. El primer artículo de Gaitán en el diario el Nuevo Tiempo fue un escrito en defensa de la
honorabilidad de Suarez. En 1934, Laureano, como líder del conservatismo había ordenado
abstenerse de concurrir a las urnas facilitando la victoria de Alfonso López Pumarejo.
Ante el horizonte de la derrota del partido liberal, Gaitán y Turbay se reúnen del 3 al 6 de abril de
1946 para intentar una candidatura única. Gaitán es alentado por Lleras Camargo y por Eduardo
Santos a reunirse con Turbay. Una vez lo hace, El Tiempo denuncia la construcción de un eje
Turbay- Gaitán para enfrentarse a la dirección liberal en la que están presentes Santos y López.
Eduardo Santos, figura muy apreciada por Spruille Braden - el embajador de los Estados Unidos
en Colombia desde 1939 - por los servicios prestados durante su gobierno entre 1938 y 1942, en
pleno desarrollo de la segunda guerra mundial, interviene en las conversaciones que sostienen
Gaitán y Turbay para lograr un acuerdo que les permita concurrir unidos a las elecciones del 5 de
mayo de 1946. Eduardo Santos llama a Gabriel Turbay cuando se reúne con Gaitán para alcanzar
un acuerdo de unidad. Santos le dice: si usted pacta con Gaitán, El Tiempo no solo le retirará su
apoyo, sino que lo combatirá. López Pumarejo siembra el desconcierto en el liberalismo al afirmar
que no votará ni por Turbay ni por Gaitán. Las conversaciones fracasan y Gaitán, que se ha sentido
engañado y manoseado por Santos y Lleras Camargo pronuncia un histórico discurso el 8 de abril
de 1946.4 En ese discurso Gaitán denuncia la confabulación de los dirigentes liberales para evitar
el acuerdo de unidad y señala que esa dirigencia liberal: Santos y López, prefiere que Ospina Pérez
acceda a la Presidencia.
El 5 de mayo de 1946, los resultados electorales fueron: Mariano Ospina Perez: 550.000; Gabriel
Turbay: 411.000 y Jorge Eliecer Gaitán: 355.000. Ospina Pérez, nieto y sobrino de Presidentes de
Colombia, llega al Palacio presidencial el 7 de agosto de 1946. Mariano ha pactado con Laureano
entregarle el poder el 7 de agosto de 1950. Es la reciprocidad que le debe por haberle impulsado
como candidato de unión nacional en las elecciones del 5 de mayo de 1946. Ambos deberá
enfrentar un gran obstáculo para cumplir con ese designio: en el país hay 210.000 liberales más
que conservadores.
En este contexto, Carlos H Pareja, el abogado, con su heterónimo literario: Simón Latino, continúa
laborando sin pausa en la docencia y la publicación de obras de referencia en el campo del
derecho administrativo y en la divulgación de poesía para la niñez y la juventud. Su prestigio y sus
ideas políticas lo ubican muy cerca de la dirección del liberalismo gaitanista.
El 12 de marzo de 1947 el presidente Harry Truman presentó en el Congreso de los Estados Unidos
los perfiles de la nueva política exterior norteamericana: la doctrina Truman de contención del
comunismo. El gobierno de los Estados Unidos comprendía que el fin de la más devastadora guerra
que había experimentado la humanidad no significaba, en absoluto, el acceso a un tiempo de paz.
En ese famoso discurso solicitó al Congreso la autorización para ayudar a Grecia y Turquía con la
cantidad de 400 millones de dólares. Sin embargo, la Casa Blanca no sólo quería contener el
avance de la Unión Soviética, luego de haber derrotado a Alemania, Japón e Italia en la guerra,
sino que también puso el foco en liquidar lo que quedaba del imperio colonial británico y francés.
Washington aprovechó para hacerse fuerte en regiones en las que antes tenía escasa o nula
presencia. Esta avanzada de Estados Unidos tenía también un claro contenido económico: era el
principal exportador a nivel mundial: responsable de un tercio de las ventas internacionales hacia
1947
En marzo de 1947, se realizan las elecciones parlamentarias. Dos grandes fracciones del
liberalismo se enfrentaban en el terreno electoral y los resultados determinarían quien sería el
conductor del partido liberal en la tarea de reconquistar el poder del Estado. El gaitanismo se
impuso sobre el santismo, que había propuesto a Eduardo Santos como candidato presidencial
para las elecciones de 1950. Gaitán fue nombrado en junio de ese año jefe único del partido
liberal. Al liberalismo el partido de las mayorías, Gaitán se perfiló como el próximo Presidente de
Colombia. La bancada parlamentaria inició, desde el 20 de julio de ese año la aprobación de un
conjunto de leyes en consonancia con la plataforma del Colón.
En 1947, la nación comienza a asistir a una marea creciente de violencia sobre la población
gaitanista con la complicidad de los agentes del Estado o con la indiferencia de los mismos frente a
los atropellos que se multiplican.
En el mes de julio de 1947, George Kennan publica en la revista Foreign Affairs un ensayo firmado
con el seudónimo Mister X: Las fuentes de la conducta soviética. George Kennan, había sido el
autor del famoso telegrama largo en febrero de 1946; fue enviado a Moscu en 1933, cuando los
EE.UU reconocieron el gobierno comunista, y estuvo allí hasta 1937. En 1944 fue enviado de nuevo
a Rusia como alto consejero del embajador de los Estados Unidos en la URSS: Averell Harriman.
Kennan formuló la tesis de la necesidad de contener la expansión del comunismo internacional de
modo global y permanente, articulando la acción pública oficial de la secretaría de estado con el
apoyo que podrían brindar las acciones encubiertas para mantener la esfera de influencia
estadounidense.
Juan Uribe Cualla tiene dos profesiones, afirma la revista Semana: la de abogado y la de amigo de
Laureano Gómez Castro. Se conocieron y se hicieron amiguetes desde 1911, cuando Laureano
comenzó a dirigir el diario católico: La Unidad. Los domingos, en Torcoroma, la casa quinta de
Laureano en Fontibón, se reúnen junto con su hermano Hernando Uribe Cualla – también político
laureanista- a jugar poker. Juan, se destaca por su trabajo electoral en Cundinamarca. Es un
hombre regordete, rubicundo, de florida imaginación política. Ha sido el ejecutor – dice Alberto
Lleras en la revista Semana del 2 de agosto de 1947- durante treinta años, junto a su hermano
Hernando, de la política parlamentaria de Laureano Gómez.
Laureano Gómez lo elige para que forme parte de la delegación colombiana que viajará a la
Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente que se celebrará
muy cerca de Río de Janeiro, en el Hotel Quntadinha, del 15 de agosto al 2 de septiembre de 1947. Tienen
una misión discreta: reunirse con George Marshall.
La Conferencia es promovida por la secretaría de Estado de los Estados Unidos en el marco de alinear el
continente en el escenario de la Guerra Fria. Mientras Juan viaja hacia Petropolis, Laureano da un paso
sorpresivo, convoca Jorge Eliecer Gaitán a una reunión en el Palacio Presidencial para conversar y alcanzar
un acuerdo que permita cesar la violencia creciente que se ejecuta sobre la población gaitanista. Gaitán cree
en la buena fe de la convocatoria y concurre. Su mente no está concentrada en lo que significa la reunión del
Hotel Quintadinha para el futuro de América Latina, su cerebro está concentrado en evitar el desangre que
acontece en diversos lugares del país. En su oficina recibe millares de telegramas y cartas pidiendo que cese la
matanza de campesinos y el terror que les obliga a abandonar sus terruños. A los pocos días de las
conversaciones con Laureano, Urdaneta Arbelaez y Mariano Ospina, y coincidiendo con el fin de la reunión
de Petropolis, Gaitán se da cuenta que las conversaciones no conducen a ningún resultado efectivo en el
desangre y las conversaciones llegan a su fin. Laureano viaja a Medellín ya con noticias de los resultado de la
reunión de Uribe Cualla y Marshall y anuncia:
Lo mismo que la Conferencia de Chapultepec de 1945, sobre Problemas de la Guerra y de la Paz,
la conferencia de Petropolis, a 68 kilometros de Rio de Janeiro, no correspondió tampoco a
ninguna de las series de Conferencias Interamericanas, fue catalogada, por lo tanto, como una
reunión especial. Su objeto fue llevar a efecto lo previsto en la Resolución VIII sobre Asistencia
Recíproca y Solidaridad Americana (Acta de Chapultepec): la celebración de un tratado destinado
a prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra cualquiera de los países de
América. Amenazas del enemigo interno o externo, las amenazas a las que había aludido George
Kennan en sus análisis de la conducta exterior soviética.
George Marshall viaja con Vernon Walters, un oficial de inteligencia de los Estados Unidos que
trabaja con la cobertura de ser el asistente traductor de Marshall por su notable dominio de cinco
idiomas, además del ingles.
EN QUINTADINHA
Hotel Quintandinha El secretario de estado de los Estados Unidos, general George Marshall sale de
una reunión de la conferencia rodeado de varios delegados, entre otros el senador colombiano
Juan Uribe Cualla. Revista Semana, edición del 6 de septiembre de 1947.
En la síntesis del valioso ensayo de Édgar de Jesús Velásquez Rivera sobre la doctrina de seguridad
de nacional, se señala:
“La Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) fue una ideología desde la cual Estados Unidos,
después de la Segunda Guerra Mundial, consolidó su dominación sobre los países de América
Latina, enfrentó la Guerra Fría, fijó tareas específicas a las fuerzas armadas y estimuló un
pensamiento político de derecha en los países de la región. Como ideología, reconoció sus orígenes
en una visión bipolar del mundo desde la que, supuestamente, Occidente, liderado por los Estados
Unidos, representaba el bien, la civilización, la democracia y el progreso; mientras que la entonces
Unión Soviética estaba al frente del mal, el atraso y la dictadura.”5
Podríamos decir que, en América Latina, en Nuestra América – indígena, afro y mestiza- la
doctrina de seguridad nacional fue el Plan Marshall que nos asignaron. No dinero para impulsar las
economías, pero si alineación militar y modulación del universo de sentido.
“…la guerra se asumió como la integración de las distintas esferas de la acción militar, económica,
sicológica e ideológica; así surge el concepto geopolítico de “guerra total” que ya había sido
considerado por Hitler.” En efecto, una guerra total y permanente que ha modulado los
imaginarios sociales hasta el día de hoy, que convirtió los organismos de inteligencia y las fuerzas
armadas de la mayor parte de los países del sur del hemisferio en instrumentos de esa guerra en
favor de los beneficios corporativos de los EE.UU. y de sus intereses estratégicos en la región.
Conforme a la Doctrina de Seguridad Nacional, cualquier irrupción de una fuerza social o política
con ideas de soberanía y profundización de la democracia debería entenderse como una acción
promovida por la potencia enemiga de los EE.UU.: la URSS.
La DNS contemplaba las acciones militares, desnudas o encubiertas; las medidas económicas de
estímulo o sanción a las conductas obedientes, favorables o repudiables; el control sobre la
información y la comunicación de las naciones; el control de la memoria y las ideas en los sistemas
educativos; el seguimiento a las personas y las organizaciones civiles sospechosas de diferir del
credo que imponía y, si era necesario, su desprestigio o su aniquilación. Un proceso total y
permanente dirigido a modular imaginarios nacionales favorables al ejercicio imperial.
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En este contexto, Juan Uribe Cualla se reúne con el más alto encargado de librar la nueva guerra
fría en el campo de la política exterior: George Marshall, un representante de un grupo nativo
favorable a los intereses de los EE.UU. en su guerra con la URSS; un representante de un grupo
que sostenía comunicación y percibía el apoyo del franquismo. Es probable que las gestiones para
que tal reunión pudiera acontecer las hubiese realizado una persona que tenía la legitimidad para
solicitar tal encuentro: el director de la Unión Panamericana, nombrado desde el 7 de junio de
1947, con el apoyo del gobierno de Truman: Alberto LLleras Camargo, que viaja a la reunión de
Petropolis como director de ese organismo.
El oficial de inteligencia del Ejercito de los Estados Unidos: Vernon Walters, fungió como asistente
y traductor de George Marshall en la reunión que sostuvo con Juan Uribe Cualla. Vernon Walters,
llegó a ser, años más tarde, director adjunto de la CIA. Escribió, en 1978, una obra titulada Silent
Missions, Misiones silenciosas. El libro, traducido al español, tiene una capítulo titulado: En Bogotá
con el general Marshall.
La próxima reunión de los países americanos estaba prevista para el 17 de enero de 1948, en
Bogotá. Sería la novena conferencia panamericana. Y en ella se deberían dar nuevos pasos en el
control político de la región. La secretaría de estado esperaba lograr la declaratoria de ilegalidad
de los partidos comunistas en la región. La novena conferencia panamericana, como sabemos hoy,
fue aplazada en diciembre de 1947 para el 30 de marzo. ¿ Fue escogida la novena conferencia
panamericana como un escenario para enviar un mensaje a la región y al mundo sobre la
determinación del gobierno estadounidense de contener los procesos políticos que pudieran,
eventualmente, favorecer a su contendor global: el comunismo internacional?
Desde los primeros días de enero fue posible apreciar en las primeras páginas del diario El Siglo,
fundado y dirigido por Laureano Gómez, una campaña dirigida a construir una matriz de opinión
contraria a los hechos: Gaitán era cercano aliado del partido comunista y favorecía un paro
petrolero que amenazaba los intereses norteamericanos, no solo los importantes intereses de las
compañías petroleras, en especial la Estándar Oil Company, sino al gobierno de los Estados Unidos
que contemplaba el petróleo como el “recurso militar estratégico” que había sido decisivo para
obtener la victoria en la primera y la segunda guerra mundial. El norte andino: Venezuela,
Colombia y Ecuador tenían reservas fabulosas cuyo conocimiento era ocultado a la opinión pública
para facilitar la continuidad de la explotación en términos muy favorables para las corporaciones.
El 1 de abril de 1948, el editorial del diario gaitanista Jornada se refiere a la idea planteada por
Marshall a la Conferencia Panamericana en el sentido de considerar “la represión de movimientos
subversivos de origen foráneo”, es decir: la prohibición de la existencia de partidos comunistas en
los países del hemisferio. El diario reivindica la tradición de libertades democráticas en Colombia,
señala que aquí no hay “problema comunista” y que una prohibición como la propuesta por
Marshall se traduciría en una persecución por parte de los aliados nacionales del fascismo y el
nazismo contra los liberales de izquierda, el gaitanismo. El 7 de abril de 1948, el editorial de
Jornada se titula: Discriminación ideológica, y en él se rechaza de nuevo la idea de participar en un
pacto anticomunista e ilegalizar el partido comunista en los países de la región, de nuestra
américa. Varios delegados de Colombia y Venezuela también se oponen. Pero los analistas más
penetrantes y los medios de prensa norteamericanos comprenden y expresan que el pacto
anticomunista se aprobará.
El general Marshall y Vernon Walters se reúnen con Laureano Gómez Castro el 29 de marzo, el
periódico Jornada publica el día 30 la fotografía del saludo. La delegación estadounidense se ha
alojado, a diferencia de la mayor parte de las delegaciones que alquilaron espacios en el centro de
la ciudad, en una casa retirada del centro de la ciudad, en la casa de David y Eduardo Puyana,
comerciantes santandereanos, en la carrera sexta Número 34-51. Muy cerca del Parque Nacional.
El 7 de abril, en horas de la tarde, Jorge Eliecer Gaitán se reúne con un grupo de estudiantes
cubanos y colombianos que han organizado una reunión de estudiantes paralela a la Novena
conferencia panamericana. Su propósito: denunciar los regímenes tiránicos en América Latina,
exigir la devolución del Canal de Panamá, y de las posesiones de las potencias occidentales en
Latinoamérica, en especial las islas Malvinas.Entre los estudiantes está Fidel Castro; se reúnen con
Gaitán. Acuerdan que Gaitán cerrará la conferencia paralela. Quedan en volver a reunir en la
tarde del 9 de abril.
El 9 de abril de 1948
“Sin ser historia pura, ni autobiografía, este libro es parte de la tragedia que todos los colombianos
hemos vivido desde que la camarilla de los violentos se dueño del poder, para lo cual necesito
consumar un asesinato. Quienes se asombran de los ríos de sangre que después han corrido en
nuestra tierra por culpa de esa camarilla, olvidan ese hecho fundamental: que un gobierno
fundado sobre un crimen no puede ser virtuoso; la violencia se nutre de la violencia.” Presentación
de la novela El Monstruo elaborada por Carlos H Pareja.
El 9 de abril de 1948, Jorge Eliecer Gaitán llegó a su casa cerca de las 4 de la madrugada. Pasada la
media noche había logrado una importante victoria en la defensa del Teniente Cortés, del Ejercito
Nacional. Fue invitado a cenar a un restaurante ubicado en la calle 24 entre carreras 5ª y 7ª. Ese
triunfo resultante de su talento como abogado penalista le significaba el reconocimiento de una
amplia franja de militares. Un factor esencial en su incontenible ascenso hacia la Presidencia de
Colombia en 1950, en medio del desangre que afrontaba ya no solo el gaitanismo, sino el
liberalismo.
La esposa de Gaitán, Amparo Jaramillo, ha escuchado por radio el fallo absolutorio del Teniente
Cortes y siente dicha por la victoria improbable que ha logrado su esposo. Se acuesta a dormir y
sueña: ¡Mataron a Gaitán!. En la mañana no le comparte el sueño, al verle feliz por la victoria que
ha obtenido, no lo menciona para no afectar su alegría. Sin embargo, a las 11.30 am, llama a su
esposo a la oficina, pero la secretaria de Gaitán le dice que no puede constarle porque había
mucha gente con él.
Unos días antes, Amparo había llamado a Gaitán, no había pasado al teléfono y Amparo le había
dicho a la secretaria: dígale que deje a esos Plinios, que se vaya con los suyos, que deje la
Constitución tan bien encuadernada, que haga la revolución o es que acaso está esperando que el
Ejercito de un golpe de Estado”. Plinio Mendoza había sido un hábil y enérgico ejecutor de la
política del segundo gobierno de López , como Ministro de Defensa.
La fase final de la operación encubierta estaba en marcha. Vernon Walters había llegado a
comienzos de marzo a Colombia. El asesino material, Juan Roa Sierra, había trabajado en la
Legación de la alemania nazi y frecuentó las oficinas del diario El Siglo. Días antes le había dicho a
su concubina: María de Jesús Forero, hablando acerca del revolver que había adquirido:
Gaitán sale de su casa pasadas las nueve de la mañana. Lee en su oficina el ejemplar del diario
Jornada de ese día. En el editorial de ese día se afirma: “La caverna no quiere paz, no acepta el
orden, no admite treguas en este lento y dramático desangre del liberalismo.”
A su oficina llega al mediodía el señor Pascual del Vecchio. Gaitán está muy contento y satisfecho
con el triunfo jurídico de la madrugada. 6 Sin embargo, en su rostro hay huellas de la fatiga
resultante de un largo periodo de extremo esfuerzo en la titánica batalla en la que se ha
comprometido: liderar un proceso de transformación del poder en Colombia y poner marcha una
experiencia inédita en América Latina: la democracia participativa. Del Vecchio financió la
transmisión radial de la defensa del Teniente Cortés.
Sobre la una de la tarde, Plinio Mendoza Neira, los invita a almorzar, junto con Pedro Eliseo Cruz,
Alejandro Vallejo y Jorge Padilla, al restaurante del Hotel Continental. Bajan en el ascensor y Plinio
toma del brazo a Gaitán y se adelanta a salir con él del edificio Agustín Nieto Caballero. El asesino
ha permanecido esperando junto a la puerta del edificio desde el medio día. En el café del frente
está el jefe del detectivismo. Varios agentes encubiertos están en la calle. Incluso hay
El asesino se coloca frente a Gaitán y le apunta con su arma, Gaitán está tomado del brazo por
Plinio Apuleyo Mendoza e intenta voltearse para ingresar al edificio. Suenan cuatro disparos y
Gaitán cae al suelo, mortalmente herido. Sus compañeros le levantan del piso y lo conducen a la
Clínica Central, ubicada en la calle 12, entre carreras 4ª y 5ª. En la clínica, los médicos intentan
preservar su vida, pero no lo logran. Gaitán, recibió tres disparos, uno en el cráneo y dos en la
espalda.
Una vez dispara, los agentes que tienen el encargo de eliminar rápidamente al asesino para
asegurar la impunidad de sus autores intelectuales y la cadena operativa, alientan su
linchamiento. A esa misma hora los periodistas de la reconocida revista Life son convocados a
tomar unas instantáneas de quienes han direccionado, desde la penumbra, todo el proceso. El
general George Marshall, el Secretario de Comercio Averell Harriman, y el oficial de inteligencia
Vernon Walters. El diseñador de la página que aparece en la edición del mes de mayo nos dice, sin
decir, lo que ha sucedido.
Una vez ejecutado el magnicidio, los registros audiovisuales recorren el mundo entero en los
noticieros de las salas de cine. Llevan un mensaje: el crimen y la violencia desatada son
responsabilidad del “comunismo internacional”. Los delegados de toda América, aprueban sin
chistar la declaratoria de ilegalidad de los partidos comunistas. Una vez aprobada la declaratoria,
Marshall regresa a EE.UU. Debe atender su próximo e inminente reto: lograr que en Italia no
triunfe el mayoritario partido comunista. En Colombia, EE. UU. ha lanzado un mensaje
contundente al mundo occidental: no tolerará ni el más leve asomo de democratización que
pueda amenazar su dominio sobre una región que ha sido la base de proyección de su poder
planetario.
La novela El Monstruo se inicia el viernes 9 de abril al filo del mediodía, con Cesareo, el personaje
central de la novela, amigo y compañero de Gaitán, observando desde el Café Tivol - en el centro
de Bogotá, frente al edificio dónde quedaba la oficina de Gaitán- a numerosos extranjeros y aun
algunos detectives norteamericanos que no ocultaban sus actividades.
La novela relata momentos vividos por su autor junto a Jorge Eliecer Gaitán, como amigo y
compañero que fue del líder inmolado.
“Cuatro días antes de su muerte, en la conferencia de municipalidades, Gaitán le había dicho a
Cesar: Estas conferencias panamericanas- según lo ha demostrado la experiencia de las ocho
anteriores-, no ha traído nunca beneficio alguno para nuestros países, y, por el contrario los ha
empobrecido aún más. Nos obligan a firmar pactos de “ayuda mutua” , que en realidad no ayudan
sino a los países que nos lo imponen, en virtud de los cuales nos envían – no los alimentos y
herramientas que necesitamos, sino armas para fortalecer a las oligarquías en el poder, a fin de
que puedan mantener subyugado al pueblo y acallar la voz de la protesta que alza cuando les
entregan a los imperialistas, a cambio de nada, el derecho a explotar indefinidamente nuestras
materias primas, como el petróleo, el cual se llevan y no nos dejan sino los huecos.”
La novela se cierra en 1954, en las montañas de Tolima, cerca de Icononzo, con la voz de Cristina,
el otro personaje central, diciendo a un grupo de jóvenes guerrilleros: Desentierren las armas,
compañeros, porque vamos a necesitarlas.
afirm
it adopted Soviet intelligence tactics such as bribery; recruitment of newspaper editors; co-opting
of labor unions; the purchasing of politicians; and the printing of election-oriented posters,
leaflets, and other materials. Support was an ecumenical exercise, with all non-Communist parties
in Italy from the Left-ofCenter to the Right receiving funds or other assistance.19
El sábado 10 de enero de 1948, el diario El Siglo anuncia con un titular en primera página que
Marshall vendrá a la Novena Conferencia Panamericana, durante varias semanas. La noticia revela
la importancia que concede a los acontecimientos en Latinoamérica la Secretaría de Estado, el
organismo encargado de la política exterior mundial en el gobierno de los Estados Unidos en un
momento de extrema tensión por el enfrentamiento abierto que se ha manifestado entre la URSS
y los EE.UU. en el escenario global.
“Negación plausible”
Truman retained policy control of covert action programs in the White House, but this did not
necessarily mean close supervision of actual operations.
More important to him was the creation of Harry S Truman 121 covert action operational
capabilities and the initiation of covert action programs to support overt diplomatic actions and
foreign policy programs intended to contain the worldwide Communist threat, as urged by George
Kennan
SC-10/2, signed by Truman on June 18, 1948, cited the “vicious covert activities of the USSR” and
validated the assignment of covert operations to the CIA as the organization to counter Soviet
perfidy.27
“Yo creo que todo fue obra de la Embajada; si no estoy errada los gringos sabían de antemano
todo lo que iba a ocurrir el 9 de abril, desde el asesinato para abajo, y estaba listos con sus
aparatos.¿ No sabes que hasta filmaron la escena del asesinato?”
T
Enfoque regional
Las verdades conocidas y más tarde divulgadas por Carlos H. Pareja Gamboa, desataron
Residencia en Bogotá.
Cuatro facetas enmarcan la vida de Simón Latino: la del poeta que floreció en sus
años juveniles, la del abogado consagrado a su profesión durante el mediodía de
su existencia, la del literato que emprendió la colosal tarea de difundir la poesía
en el mundo hispanoparlante y, finalmente, la del político bolivariano, radical,
comprometido y autoexiliado, pues de hecho vivió la mitad de su vida en el
exterior. Fue una autoridad en derecho administrativo, así como en diversos
temas que tuvieron que ver con el reordenamiento del país. Ante la carencia de
abogados especializados en derecho de minas, él se dedicó, en México, al estudio
de esta especialidad, hecho que más tarde beneficiaría a la nación, al conseguir el
doctor Pareja la reversión gratuita de la concesión de la Tropical Oil Company al
Estado, en 1944, sin obtener beneficio económico personal alguno por este
servicio. Sus estudios y aportes al derecho no han sido suficientemente valorados
y pasan desapercibidos en las facultades de jurisprudencia; de lógica, muchos de
sus conceptos ya están revaluados, pero en su momento constituyeron principios
en la construcción del ideario jurídico del país. El presente trabajo rescata en
forma parcial lo relacionado con sus aportes a la literatura y a la difusión de la
cultura, como medio creativo intelectual del hombre. Es, por lo tanto, una
invitación a la exploración sistemática de su vida, de quienes lo conocieron en los
medios académicos y profesionales, desde donde dejó profunda huella en el alma
y en la conciencia ciudadana. Estuvo vinculado a la lucha de los trabajadores y
del pueblo colombiano, actividad de la que se derivó una serie de derechos
posteriormente consagrados en la Constitución Política, en el Código Sustantivo
del Trabajo y en convenciones colectivas de trabajo. Su apoyo permanente lo
constituyó su esposa María del Pilar Pareja Vélez, con quien tuvo una hija: María
Eugenia. El abogado sufrió persecuciones y después del 9 de abril de 1948 fue
encarcelado y su librería semidestruida; los tropiezos que sufrió le hicieron
pensar que su tarea en Colombia había terminado. Fue entonces cuando descolgó
sus diplomas, cedió la librería que había sido parte significante de sus ideales,
empacó maletas y viajó al exterior, en 1952. Se fue a la Argentina, donde inició
nueva vida. Tenía algo más de cincuenta años de edad y vislumbró un futuro más
sosegado en ese país, gobernado en ese momento por Juan Domingo Perón. Se
vinculó a la Universidad de Buenos Aires, donde fue acogido; revalidó su
diploma de abogado e ingresó como profesor a la misma. Se casó nuevamente y
tuvo otros hijos, fundó la empresa Editorial Nuestra América y prosiguió con la
tarea irrenunciable de publicar libros, volvió a reimprimir los cuadernillos
titulados Los mejores versos, ahora con poetas extranjeros, a quienes promocionó
en toda América. Posteriormente viajó a México, Estados Unidos y Canadá,
donde fijó su domicilio final y ejerció la cátedra de literatura en la Universidad
de British Columbia. Permaneció en ese país hasta cuando falleció, el 6 de junio
de 1987. Evocar el nombre de Simón Latino es recordar sus obras y sus aportes.
Es difícil establecer cuál de ellos fue más importante. Por lo pronto nos satisface
decir que sigue vigente el trabajo del hombre que emprendió la más ambiciosa
difusión que se haya hecho de la poesía en lengua castellana desde Bogotá. Albio
Martínez Simanca PRIMERA NOTICIA: SIMÓN LATINO Simón Latino nació
en Sincé, departamento de Bolívar (hoy Sucre), el 15 de julio de 1898. Estudió
medicina en Cartagena, donde publicó un poemario. Se graduó en derecho, en
1928, en la Universidad Nacional. Publicó varios libros, entre ellos el primer
tratado de derecho administrativo que se conoció en Colombia. Carlos Henrique
Pareja Gamboa fue hijo del médico Sabas Pareja y de la modista Eugenia
Gamboa Paternina. Su bisabuelo paterno fue el célebre pedadogo Manuel del
Cristo Pareja, casado con Lorenza García. Su abuelo por esta línea fue el
abogado masón Eloy Pareja García, quien sobresalió como uno de los jefes
liberales de la época, compañero de los generales Rafael Uribe Uribe y Benjamín
Herrera, diputado por Bolívar a la Asamblea Nacional, con el aval del Partido
Republicano; el 21 de agosto de 1887, Eloy Pareja fue investido con el grado 33
por el Supremo Consejo Neogranadino de la Masonería, con sede en Cartagena.
En desacuerdo con Núñez y la Regeneración, tuvo que salir de Cartagena, rumbo
a las sabanas de Bolívar. El presidente de la República, Carlos E. Restrepo, lo
nombró y se posesionó en el cargo de ministro de Obras Públicas, pero,
infortunadamente, el 22 de octubre de 1910 lo sorprendió la muerte en uno de los
salones del palacio presidencial. Por sus conocimientos jurídicos, por su rectitud
y rebeldía fue paradigma para su nieto, quien escuchaba los relatos de sus
andanzas, pues no alcanzó a conocerlo. Carlos H. dice en su Autobiografía: “[.]
mi padre murió prematuramente el 5 de mayo de 1899, y yo quedé, a la edad de
diez meses, al cuidado de mi madre. Pocos años después mi madre volvió a
casarse, y cambió de residencia, y yo continué viviendo con mi abuela materna y
tíos y tías, que eran numerosos, hasta la edad de 16 años”. Sus abuelos maternos
fueron Eladio Gamboa y Francisca Peternina. La Niña Pacha, como
cariñosamente llamaban a la abuela, era el centro de la familia; cuando se
encargó del muchacho tenía más de sesenta años y había quedado viuda con una
numerosa prole. Para sostenerse económicamente, montó en la esquina de su
casa, en Sincé, un ventorrillo que era surtido por Eladio y Manuel, dos de sus
hijos, quienes compraban en Magangué, a cuarenta kilómetros de allí, los
artículos para la tienda y los transportaban en su recua de burros desde el puerto,
ubicado en la margen izquierda del río Magdalena. Carlos H. tuvo un hermano
por parte de padre, nacido cinco años antes que él, y a quien bautizaron con el
nombre de José, pero le decían Pepe. Su relación con él fue más bien distante;
por eso decía que había crecido como un niño solo o hijo único; la carencia de los
padres la suplían su abuela y los tíos. Se volvió retraído y rechazaba la
vulgaridad y la violencia que veía en sus compañeros de escuela; la timidez se
apoderó de él, hecho que le generó cierto complejo que más tarde él definiría
como de inferioridad. La abuela padecía penurias económicas; no obstante,
matriculó a su nieto en la escuela primaria del pueblo, donde aprendería las
primeras letras. Allí, sería determinante para su formación el encuentro con sus
profesores Pedro José Romero Arrieta y Pedro Antonio Flórez Romero, quienes
lo estimularon continuamente en su proceso de aprendizaje: “Mis maestros de la
escuela primaria me ayudaron y animaron, y empecé a escribir versos pueriles a
novias imaginarias, versos que se publicaron en un periódico del puerto de
Magangué cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, y me crearon fama de
poeta”. Después pasó a la escuela secundaria a cargo de don Lisandro Ulloa, un
maestro “severo con la palmeta”, tan usual en esa época. El joven se interesó
mucho más por los libros, pero no había bibliotecas donde satisfacer su interés
por la lectura. “Terminados los estudios primarios y secundarios, los más altos
que era posible obtener en el pueblo, quedé, como muchos otros muchachos de
mi clase y de mi edad, vegetando por las calles de la población, para encontrar
alguna ocupación que diera sentido y objeto a mi vida [.]”. Cartagena, 1915 El
viaje a la Ciudad Heroica estaba dentro de sus planes, y en tal sentido le había
escrito a Constantino Pareja, su tío-abuelo, para que le ayudara; pero las cosas no
se concretaban como él quería, es decir, con el apoyo y la seguridad que este
traslado demandaba. En cierta ocasión recibió una oferta del alcalde del pueblo,
de hacerlo beneficiario de una beca que ofrecía la Secretaría de Educación del
departamento a un joven sobresaliente para que estudiara en el Instituto
Pedagógico de Cartagena, pero su inclinación no era la pedagogía y la rechazó.
No obstante, sus maestros le tenían gran confianza, y después de este impasse
consiguieron que el Concejo Municipal le asignara una partida para su traslado a
Cartagena, con la condición de que se sostuviera por su cuenta. Aceptó el reto y
viajó a caballo hasta el puerto de Tolú, y luego en lancha de vapor por el golfo de
Morrosquillo hasta la capital de Bolívar. Aún no había cumplido los diecisiete
años. Ésta fue la sensación que tuvo al llegar a la capital de Bolívar: Cartagena
me fascinó, era la primera ciudad de veras que conocía y me pareció un sueño. Su
arquitectura de tipo español antiguo, con sus murallas y balcones corridos, sus
muros blancos, sus techos rojos, hacían un contraste inolvidable. La ciudad
engastada en el mar siempre azul. La vida de la ciudad era tranquila y silenciosa;
no había industrias ruidosas y todo el mundo parecía ocuparse sólo del problema
de cada día, sin angustias ni afanes. Yo llegaba sin planes definidos, pues carecía
de toda ambición materialista, y sólo me preocupaba el problema de cómo vivir,
dónde acudir, qué estudiar; no conocía prácticamente a nadie en esa ciudad
encantadora, pues aunque los parientes de mi padre eran numerosos y bien
establecidos en la sociedad, no los conocía personalmente, y relacionarme con
ellos fue mi primera preocupación. Creo que desde mi pueblo había escrito a mi
tío, el doctor Constantino Pareja, que era mi único pero valioso contacto en la
ciudad, y éste me recibió en el puerto cuando atracó la lancha, y me condujo a la
oficina del agente fluvial, presentándome a otro pariente, don Tomás J. Bustillo,
quien me acogió paternalmente y me abrió la puerta de su casa, relacionándome
con sus numerosos hijos e hijas, a quienes consideré como mis guías desde ese
instante. Don Tomasito, como le decíamos, fue una noble persona, pues siendo
muy pobre ayudaba a cuantos se acercaban a él con justa causa, y yo fui uno de
sus protegidos. Él me dio consejos muy prácticos para mi vida futura en
Cartagena, siendo el primero que aprendiera a escribir a máquina, como el medio
más probable de conseguir trabajo en alguna oficina de la ciudad. Él me facilitó
una máquina oficial y un rincón en la Agencia donde podía practicar el
aprendizaje en horas libres de su oficina. Emprendí ese estudio con furor, y en
menos de dos semanas pude escribir a máquina como cualquier burócrata. En
esos primeros días dormía y desayunaba en casa de don Tomasito, e iba a
almorzar en casa de un pariente de mi madre: don Vicente Bustamante, que vivía
en el pie de la Popa, un barrio no muy lejano del centro de la ciudad, adonde iba
a pie, pues no podía pagar bus. Pasado algún tiempo consiguió, a través de
algunas influencias familiares, que lo nombraran secretario de un diputado en la
Asamblea de Bolívar, cargo en el que se posesionó y con lo cual resolvió durante
algunos meses su problema de subsistencia. Después se presentó al concurso para
optar a una beca en la Universidad de Cartagena, y la ganó, pero una disputa
entre el rector de esa institución y el secretario de Educación del departamento
truncó sus planes. Él tomo partido al lado del rector. y esto le hizo perder la beca.
No obstante, ingresó a estudiar medicina y con la ayuda del rector logró que lo
nombraran en el cargo de pasante, con sueldo mínimo y derecho a tomar los
alimentos en la universidad. Permanecí en esa situación unos dos años, hasta que
un día recibí del padre Manuel Gómez Arenilla la oferta del empleo de instructor
de ortografía en el Colegio de San Pedro Claver, que el padre Gómez dirigía, y
era muy prestigioso. Allí obtuve mi grado de bachiller en 1920. [.] no sé por qué
razones escogí la de medicina. Completé los estudios del primero y segundo años
de esa carrera, e iniciaba el tercero cuando me di cuenta de que mi vocación era
nula, y decidí suspender esos estudios para ingresar a la Facultad de Derecho.
Los estudios en la Facultad de Medicina eran entonces muy deficientes, porque
carecía de los elementos necesarios: no había biblioteca, ni laboratorios y las
clases eran casi de memoria, pues no había buenos textos. En la Ciudad Heroica
contaba también con el padrinazgo de Fernando de la Vega, en su momento uno
de los escritores exponentes de la intelectualidad del Caribe, editor cultural del
diario La Patria, y quien apoyaba al novel poeta en sus gustos líricos, abriéndole
las puertas en la sección cultural del periódico.
por Taboola
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psychological operations. NSC-10/2, signed by Truman on June 18, 1948, cited the “vicious covert
activities of the USSR” and validated the assignment of covert operations to the CIA as the
organization to counter Soviet perfidy.27 NSC-10/2 stated that it was “desirable” to place the
responsibility for covert operations in the CIA and “correlate them with espionage and
counterespionage operations under the overall supervision of the Director of Central Intelligence.”
This designation was additionally intended to preclude any attempt by the Defense Department to
create its own peacetime covert action office, a move feared by officials at the State
Department.28 NSC-10/2 directed the chief of OSP to report to the DCI (although the organization
itself was to operate independently of the other components of the Agency); required that covert
programs be consistent with established U.S. policy; and mandated that disagreements be
resolved by the National Security Council—the first time any White House element was specifically
charged with involvement in covert action programs. olvement in covert action programs. Covert
action activities specified in 10/2 included paramilitary operations such as assistance to resistance
and/or guerrilla groups and sabotage. NSC-10/2 also specifically required that the Agency conduct
all covert programs in a manner that would allow the U.S. government to “plausibly disclaim any
responsibility.” Important to the conduct of American foreign policy, NSC-10/2 made it explicitly
clear that the CIA was to be the “instrument of policy, not the initiator.”29 In other words, the
decision to undertake covert action operations was to remain with the president and the NSC.
Ultimately, under this authorization, the CIA “channeled funds and information to nonCommunist
political parties, newspapers, labor unions, church groups, and writers throughout Western
Europe.” The CIA also undertook to ensure that accurate news and political analysis reached not
only Western Europe but Eastern Europe, where the populations sought greater freedom from
Soviet domination.30
El camino de las palabras profundas Nada podrá medir el poder que oculta una palabra.
Contaremos sus letras, el tamaño que ocupa en un papel, los fonemas que articulamos con cada
sílaba, su ritmo, tal vez averigüemos su edad; sin embargo, el espacio verdadero de las palabras, el
que contiene su capacidad de seducción, se desarrolla en los lugares más espirituales, etéreos y
livianos del ser humano. Las palabras arraigan en la inteligencia y crecen con ella, pero traen antes
la semilla de una herencia cultural que trasciende al individuo. Viven, pues, también en los
sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria. Y a veces despiertan, y se
muestran entonces con más vigor, porque surgen con la fuerza de los recuerdos descansados. Son
las palabras los embriones de las ideas, el germen del pensamiento, la estructura de las razones,
pero su contenido excede la definición oficial y simple de los diccionarios. En ellos se nos
presentan exactas, milimétricas, científicas... Y en esas relaciones frías y alfabéticas no está el
interior de cada palabra, sino solamente su pórtico. Nada podrá medir el espacio que ocupa una
palabra en nuestra historia.
El saber imperial:
Alfred Mahan:
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12. GUERRA FRÍA
13. AUTOR
← GUERRA FRÍA ABIERTA: 1945-1989 (1991)
FASES DE LA GUERRA FRIA ABIERTA →
Ante tales peligros Kennan sostenía que Estados Unidos tenían la misión global de
detener el avance comunista, deteniendo las tendencias expansivas de la Unión
Soviética: “Cualquier política de los Estados Unidos respecto a la Unión Soviética
debe ser a largo plazo, paciente, firme, pero vigilante en la contención de las
tendencias rusas a la expansión… la presión soviética sobre las instituciones libres
del mundo occidental es algo que sólo puede pararse mediante la hábil y vigilante
aplicación de una fuerza que la contrarrestare en una serie de puntos geográficos
”.Según señala Henry Kissinger, la propuesta de Kennan vino a ser la respuesta que
los políticos norteamericanos andaban buscando ante la pregunta ¿Qué hacer ante
la expansión soviética?.[6] En definitiva el valor del telegrama fue que no sólo
respondió extensamente a las preguntas concretas que el Departamento de Estado
estaba realizando (¿por qué la negativa soviética a ingresar al FMI y al Banco
Mundial?), sino que se trasformó en el eje estructurante de la política exterior
norteamericana durante toda la Guerra Fría. Así, la contención de la expansión
comunista en todos los puntos donde intentara penetrar, se convirtió en el eje a
partir del cuál se fueron diseñando las distintas políticas aplicadas por Estados
Unidos, partiendo por las decisiones auspiciadas por el Presidente Truman y sus
colaboradores.
¿Qué significaba concretamente la Contención?. Según la propuesta de Kennan,
Contención significaba hacer frente a la ofensiva soviética allí donde ésta se
produjese. En términos concretos se estaba apostando por el inmovilismo, ya que
tácitamente se aceptaba la presencia soviética allí donde se encontraba hasta ese
momento, es decir la Europa oriental y central. Para Henry Kissinger, “la
contención fue una teoría extraordinaria: al mismo tiempo empecinada e idealista,
profunda en la evaluación de las motivaciones soviéticas, y sin embargo
curiosamente abstracta en sus percepciones, profanadamente norteamericana en
su utopismo, presupuso que un adversario totalitario podría transformarse en
forma esencialmente benigna. Auque esta doctrina se formuló en la cúspide del
poderío absoluto norteamericano, predicaba la relativa debilidad de Estados
Unidos. Postulando un gran encuentro diplomático en el momento de su
culminación, la Contención no daba ningún papel a la diplomacia hasta su escena
final en que los buenos aceptaban la conversión de los malos”.[7] En efecto, la
contención proponía una actitud de espera, ya que se reaccionaría ante las
actitudes expansionistas de la URSS y se esperaría a que la transformación de aquel
sistema y su cambio de actitud se produjese luego de una evolución interna. Esta
actitud fue ampliamente reprochada par Walter Lipman, periodista conocido por
sus estudios sobre la Guerra Fría y también considerado uno de sus principales
teóricos. Según Liman, la política norteamericana debía ser guiada caso por caso,
mediante un análisis de los intereses de los Estados Unidos y no por principios
generales que se suponían eran universalmente aplicables. Desde la perspectiva de
Lipman, la Contención propuesta por Kennan implicaba la división indefinida de
Europa, mientras que el verdadero interés de Estados Unidos debía encontrarse en
expulsar el poderío soviético del centro del continente Europeo.[8]
Un aspecto interesante de destacar de estos dos teóricos de la Guerra Fría es que
finalmente la historia y el desenvolvimiento de los procesos propios de este
período, les dio la razón a ambos. Por una parte Kennan estaba en lo cierto y el
régimen soviético sucumbió sin la necesidad de una ofensiva bélica que habría
significado desencadenar la Tercera Guerra Mundial. No obstante, para ver
cumplidas las predicciones de Kennan, la humanidad tuvo que esperar 45 años,
cuando se produjo el derrumbe de la esfera soviética y la desintegración de la
URSS. Walter Lipman, por su parte, también estuvo en lo cierto al sostener que la
política de contención era muy ambigua y desapegada a los intereses estratégicos,
lo cual condujo a Estados Unidos a defender territorios periféricos que difícilmente
comprometían el interés nacional de los Estados Unidos, tales son los casos
emblemáticos de Corea y Vietnam.
Ahora bien, subrayando la relevancia histórica de los documentos analizados, ésta
estuvo dada a partir de los efectos que provocó en EEUU la recepción del telegrama
enviado por G. Kennan. “El telegrama circula por todo el Washington oficial, llega a
los otros departamentos y a la Casa Blanca. Se convierte incluso en lectura obligada
para centenares de altos oficiales militares”.[9] Las cúpulas gubernamentales hacen
del telegrama un objeto de análisis, transformando el informe de Kennan en una de
las bases sobre las que se fundamentó la política norteamericana durante todo el
período en que se prolongó la Guerra Fría. En efecto, y sobre todo si tenemos
presente el análisis que plantea Henry Kissinger, Estados Unidos aplicó durante
cuarenta años la teoría de la Contención propuesta por George Kennan, e incluso el
final del conflicto se produjo de manera muy parecida a sus predicciones,[10] es
decir, por la transformación interna del sistema soviético sin la necesidad de llegar
a enfrentamiento directo en algún campo de batalla. Esto último habría significado
haber comenzado la Tercera Guerra Mundial, con sus nefastas consecuencias para
toda la humanidad.
El Telegrama Largo. G. Kennan
“La política soviética se ha orientado siempre hacia un fin último que es la
revolución mundial y la dominación del mundo por los comunistas. La política
soviética no ha cambiado nunca a este respecto y, por tanto, es posible prever que
no cambiará en el futuro (…). Las vituperaciones de los hombres de Estado y de la
prensa soviéticas contra el imperialismo, la agresión, la iniciación de la guerra,
la injerencia en los asuntos internos y todas las pretendidas tentativas de
dominación del mundo, son tan fiel reflejo de las costumbres, procedimientos y
propósitos de la Unión Soviética que a veces nos preguntamos por qué Moscú
tiene tanto empeño en llamar la atención sobre ello.
La táctica soviética a menudo ha sido modificada en el curso de los últimos veinte
años, pero cuanto más se estudian las declaraciones y la política de la URSS, más
nos damos cuenta hasta qué punto los principios de base del leninismo-stalinismo
son intangibles y hasta qué punto son opuestos a los objetivos, los deseos y las
vías de la democracia occidental. Se advertirá al leer las declaraciones realizadas
desde hace dos decenios por los jefes y los portavoces del régimen en las
reuniones del Partido que no hay una solución de continuidad en el pensamiento
soviético, y la consigna que se mantiene siempre es: la hostilidad fundamental a
la democracia occidental, al capitalismo, al liberalismo, a la socialdemocracia y a
todos los grupos y elementos que no estén completamente sometidos al Kremlin.
Este propósito inmutable fue subrayado por Stalin en el discurso que pronunció
en 1927 con ocasión del décimo aniversario de la revolución. La Unión Soviética,
dijo, debía convertirse en «el prototipo de amalgama futura de los trabajadores
de todos los países en una sola economía mundial».
En 1927, igualmente, Stalin declaró a una delegación obrera americana: «En el
curso del desarrollo futuro de la revolución internacional, se formarán dos
centros mundiales: el centro socialista, que atraerá hacia él a todos los países que
graviten en torno al socialismo, y el centro capitalista, que atraerá hacia él a
todos los países que graviten en torno al capitalismo. La lucha librada entre estos
dos centros por la conquista de la economía mundial decidirá la suerte del
capitalismo y del socialismo en el mundo entero» (…)
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno soviético se encontraba en
una encrucijada. No sólo la Unión Soviética había adquirido el respeto y ya no
solo el temor como potencia, sino que además se aceptaba la legitimidad de su
régimen. Casi por todas partes en el mundo se estaba dispuesto a dar pruebas de
toda la buena voluntad posible hacia ella. La Unión Soviética muy bien podría
haber continuado viviendo en paz satisfecha de las conquistas y de las victorias
logradas durante la guerra y de las cuales debía gran parte a sus reconocidos y
confiados aliados. Si hubiera querido dar muestra de un espíritu de cooperación
actuando honestamente en el juego internacional, estos beneficios no habrían sido
inferiores a aquellos que había obtenido en definitiva y los habrían logrado con
mucha más seguridad en un mundo relativamente en calma y pacífico«.
George Kennan: Los orígenes del comportamiento soviético. julio de
1947
«La personalidad política de la potencia soviética, tal y como hoy la conocemos,
es el producto de las circunstancias y de la ideología: una ideología heredada por
los líderes soviéticos actuales del movimiento que constituyó su origen político y
unas circunstancias del poder que ya llevan ejerciendo en Rusia casi tres décadas
(…)Actualmente, la circunstancia sobresaliente en el régimen soviético es que
hasta el día de hoy este proceso de consolidación política nunca ha sido
completado y que los hombres del Kremlin han seguido estando
predominantemente absortos en una lucha por asegurar y hacer absoluto el
poder que usurparon en noviembre de 1917. Han seguido asegurándolo
fundamentalmente contra fuerzas dentro del país, dentro de la sociedad soviética
misma. Pero también se han esforzado en asegurarlo contra el mundo exterior.
Porque, como hemos visto, la ideología les enseñó que el mundo exterior era hostil
y que eventualmente su deber era el de derrocar las fuerzas políticas más allá de
sus fronteras. (…)
De la misma manera se ha puesto mucho énfasis en la tesis original comunista de
un básico antagonismo entre el mundo capitalista y socialista. Está claro, como
nos lo señalan muchos indicios, que este énfasis no está fundado en la realidad.
Los hechos reales relativos a ellos han sido confundidos con la existencia en el
extranjero de un auténtico resentimiento provocado por la filosofía y tácticas
soviéticas, y ocasionalmente con la existencia de grandes centros de poder
militar, como fueron el régimen nazi en Alemania y el gobierno japonés de finales
de los treinta, quienes albergaban intenciones agresivas contra la Unión
Soviética. Pero hay evidencias abundantes de que la importancia que Moscú da a
la amenaza a la que la sociedad soviética está sometida por el mundo exterior
está fundada no sobre las realidades de un antagonismo internacional, sino en la
necesidad de explicar el mantenimiento de una autoridad dictatorial en el país.
Ahora bien, la perpetuación de este esquema de poder soviético, a saber: la
búsqueda de una autoridad sin límites en el ámbito interno, acompañado por el
cultivo de un cuasimito de una implacable hostilidad extranjera, ha influido
mucho a la hora de modelar la actual maquinaria del poder soviético tal y como
hoy la conocemos.
(…) Esto es todo lo que podemos decir, en lo que a antecedentes históricos se
refiere. Pero ¿qué papel juega en la personalidad política del poder soviético que
hoy conocemos?
De la ideología originaria nada ha sido oficialmente abandonado (…)
El primero de estos conceptos es el del innato antagonismo entre capitalismo y
socialismo (…) Invariablemente debe asumirse en Moscú que los objetivos del
mundo capitalista son antagónicos con los del régimen soviético y, por lo tanto, a
los intereses de los pueblos que controla (…) Básicamente, el antagonismo
subsiste, es necesario y de él derivan muchos de los fenómenos que vemos como
desestabilizadores en la conducta del Kremlin en política exterior. El secretismo,
la falta de franqueza, la duplicidad, la cautelosa desconfianza y la básica
enemistad de propósito. Estos fenómenos están llamados a permanecer en el
futuro previsible (…) Esto quiere decir que vamos a seguir encontrando que es
difícil negociar con los soviéticos (…) Esto nos lleva al segundo de los conceptos
importantes en la perspectiva soviética contemporánea, esto es, la infalibilidad
del Kremlin. El concepto soviético de poder, que no permite ningún centro de
posible organización fuera del partido, requiere que los dirigentes del partido
sean, en teoría, los únicos depositarios de la verdad (…)
Sobre el principio de infalibilidad descansa la disciplina férrea del Partido
Comunista. De hecho, los dos conceptos se apoyan mutuamente. La disciplina
perfecta requiere el reconocimiento de la infalibilidad, ésta requiere la
observancia de la disciplina (…) pero su efecto no puede ser comprendido sin
tener en cuenta un tercer factor; es decir, el hecho de que la clase dirigente tiene
libertad para plantear, por motivos tácticos, cualquier tesis concreta que
considere útil a la causa en un momento dado y para pedir a los miembros del
movimiento, considerados como un todo, que acepten sin discusiones y fielmente
la nueva tesis. Esto significa que la verdad no es una constante, sino que es
creada para todas las intenciones y propósitos por los líderes soviéticos mismos.
(…)
Estas consideraciones convierten a la diplomacia soviética en más fácil y a la vez
más difícil para negociar que la diplomacia de líderes agresivos, como fueron
Napoleón y Hitler. Por un lado, es más sensible a las fuerzas contrarias, está más
dispuesta a ceder en sectores concretos del frente diplomático cuando esas
fuerzas son sentidas con demasiada intensidad y, por tanto, es más racional en la
lógica y retórica del poder. Por el otro lado, no se le puede derrotar o disuadir
fácilmente con una sola victoria de sus oponentes. Y la persistente paciencia que
le anima se traduce en que no puede ser efectivamente contrarrestada con
factores esporádicos que representan momentáneos caprichos de la opinión
democrática, sino sólo por políticas inteligentes, a largo plazo, llevadas a cabo
por los adversarios de Rusia; políticas no menos firmes en sus propósitos y no
menos variadas y llenas de recursos a la hora de su aplicación que las de la Unión
Soviética.
En estas circunstancias, está claro que el elemento principal de cualquier política
de los Estados Unidos respecto a la Unión Soviética debe ser a largo plazo,
paciente, firme, pero vigilante en la contención de las tendencias rusas a la
expansión. (…) Por esta razón, es una condición sine qua non para llevar a cabo
una negociación fructífera y con éxito con Rusia que el Gobierno extranjero en
cuestión permanezca en todo momento sosegado y unido y que sus demandas a la
parte rusa sean presentadas de manera que su puesta en práctica no perjudique
demasiado el prestigio soviético.
A la luz de lo arriba afirmado, se verá claramente que la presión soviética sobre
las instituciones libres del mundo occidental es algo que sólo puede pararse
mediante la hábil y vigilante aplicación de una fuerza que la contrarrestare en
una serie de puntos geográficos y políticos que constantemente se encuentren a la
deriva y que corresponden a las maniobras y virajes de la política soviética, pero
que no pueden esfumarse o borrarse del mapa. (…)
En definitiva, el futuro del poder soviético puede resultar menos seguro de lo que
la capacidad rusa para el autoengaño puede hacer creer a los hombres del
Kremlin. Que son capaces de conservar el poder, lo han demostrado. Mientras
tanto, los malos momentos de su Gobierno y las vicisitudes de la vida
internacional han restado mucho de la fuerza y a la esperanza del gran pueblo
sobre el que se sostiene el poder. (…)
Es claro que los Estados Unidos no pueden albergar, en un futuro previsible, de
disfrutar de una intimidad política con el régimen soviético, Deben seguir
considerando a la Unión Soviética como un rival en la arena política y no como
un socio. Deben seguir esperando que la política soviética continúe sin reflejar
ningún amor abstracto hacia la paz, ninguna fe sincera en la posibilidad de una
permanente y feliz coexistencia entre los mundos socialista y capitalista, sino que,
más bien, es probable que siga existiendo una cauta y persistente presión para
quebrar y debilitar toda influencia y poder rival.
Frente a esto, tenemos la realidad de una Rusia que, opuesta al mundo occidental
en general, continúa siendo, con diferencia, la parte más débil; que la política
soviética es altamente flexible y que la sociedad soviética probablemente tiene
defectos que eventualmente mermarán su propio potencial global. Esto, de por sí,
daría garantías suficientes a los Estados Unidos para iniciar con razonable
confianza una política firme de contención, diseñada para hacer frente a los rusos
con una inalterable fuerza de reacción en todos aquellos puntos donde se detectan
signos de que están intentando introducirse en contra del interés de un mundo
pacífico y más estable.
Pero en la actualidad las posibilidades de la política americana no deben
reducirse a mantener a raya a los rusos y esperar que ocurra lo mejor. Está
totalmente al alcance de los Estados Unidos el influenciar con sus acciones los
acontecimientos internacionales en Rusia y en todo el movimiento comunista
internacional, quien determina, en gran medida, la política rusa (…) Es más bien
una cuestión de hasta qué punto pueden los Estados Unidos crear en la mente de
los pueblos del mundo la impresión general de que es un país que sabe lo que
quiere, que hace frente con éxito a sus problemas internos y a sus
responsabilidades de potencia mundial y que tiene una vitalidad espiritual capaz
de mantener su ideología entre las corrientes de pensamiento de mayor
importancia de su tiempo. En la medida en que se consiga crear y mantener esta
impresión, los objetivos de la Rusia comunista deben aparecer como estériles y
quijotescos, deben hacer el entusiasmo y las esperanzas de los partidarios de
Moscú, y mayor presión deberá imponerse sobre la política exterior del Kremlin
(…)
Sería exagerado decir que el comportamiento americano, por sí solo y sin ayuda,
puede ejercer un poder decisivo sobre el movimiento comunista y que puede
acelerar la caída del poder soviético en Rusia. Pero lo que sí tienen los Estados
Unidos en su mano es el poder para someter a una gran presión a la Unión
Soviética, lo que la obligaría a una determinada política, forzando al Kremlin a
aplicar un grado de moderación y circunspección mucho mayor que el observado
en los últimos años y de esta manera promocionar las tendencias que deberán
algún día buscar su expresión bien con la ruptura o bien durante la progresiva
maduración del poder soviético (…)
Por tanto, la decisión recaerá realmente, y en gran medida, sobre este país. La
cuestión de las relaciones soviético-americanas es esencialmente una prueba del
poder global de los Estados Unidos como nación entre naciones (…)
Seguramente nunca existió una prueba más acertada para calibrar la calidad de
una nación que ésta (…) (la cual) experimentará cierta gratitud hacia la
Providencia, quien, al asignar al pueblo americano este reto implacable, ha hecho
depender su seguridad como nación de su habilidad para mantenerse unido y
para aceptar las responsabilidades del liderazgo moral y político que la historia
le ha encomendado».
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