Resumen - El Ideal de Lo Practico - Capitulo 1 & 2

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FRANK SAFFORD

EL IDEAL DE LO PRÁCTICO.
El desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia.

CAPÍTULO 1: OPORTUNIDADES E INCENTIVOS

Para poder comprender los problemas involucrados en la introducción de orientaciones


técnicas en la Nueva Granada, es necesario estudiar algunas de las características
sobresalientes del país y de su sociedad en los siglos XVIII y XIX. La estructura geográfica del
país, los patrones económicos y sociales que se desarrollaron en el período colonial y los
múltiples problemas del siglo XIX tendieron a limitar las oportunidades económicas, a canalizar
las energías hacia direcciones improductivas y a frustrar los esfuerzos por lograr un desarrollo
nacional.

Las restricciones geográficas

El factor central dela geografía de la Nueva Granada es el de ser tropical y montañosa a la vez y
las tierras bajas del país como el valle del Magdalena y la costa Caribe que habrían podido
ofrecer posibilidades económicas mediante el cultivo de productos básicos para la exportación,
estaban ubicadas en el centro de la zona tropical y estaban infestadas por las enfermedades.
Estas regiones, al menos hasta el siglo XX, fueron evitadas por la mayoría de la población que
establecieron los centros poblacionales en tierras altas templadas más salubres como las
montañas de Antioquia y del valle del alto Cauca. Todos estos centros de población de tierras
altas, situados muy hacia el interior, estaban conectados con el mundo exterior por el río
Magdalena. Para acceder a los mercados locales (Bogotá, Valle del cauca, etc.) se debía a
travesar las cordilleras oriental y occidental. Por lo anterior, el tiempo que se podían tardar en
comerciar mercancías de una región a otra era extremadamente largo.

La geografía montañosa del país también contribuyó a que los neogranadinos estuvieran
aislados unos de otros, la población era poco densa y estaba muy dispersa debido a la
vastedad del área del país. Los Andes dividían el territorio en muchos reductos económicos
separados, así la Nueva Granada tenía muchas aldeas muy pequeñas (max. 2.000 hab.), pero
ningún centro urbano de gran magnitud.

Esta combinación de clima tropical y terreno montañoso obstaculizó las relaciones comerciales
en formas diversas. Las tres cordilleras de Colombia ofrecen grandes diferencias climáticas en
el espacio de distancias muy cortas. Así, los alimentos necesarios para una dieta diversificada
pueden ser cultivados en una localidad estrechamente circunscrita, “no existe, tal vez, ningún
lugar en el mundo que pueda proporcionarse a sí mismo los elementos necesarios para
disfrutar de una independencia y un aislamiento tan absoluto del resto del mundo”. Esta
situación superficialmente ideal tendió a embolatar la economía, desestimulando el desarrollo
de un mercado nacional, y operando sobre una base de subsistencia local. Por lo tanto, no
existía un fuerte incentivo para mejorar los caminos, además las condiciones físicas de las
montañas y las lluvias torrenciales hacían que esto fuera muy difícil, generando costos de
transporte muy altos que, junto con la economía vertical del trópico tendían a desestimular el
comercio interregional, en la Colonia existió algún intercambio de productos seleccionados. Sin
embargo, este limitado mercado nacional durante el siglo XVIII y primera mitad del XIX se
derrumbó bajo la presión de las importaciones extranjeras y fue apresurada esta
desintegración por las políticas de comercio liberales de la república y por la navegación en
buques a vapor por el río Magdalena, ya que estos acontecimientos disminuyeron el costo
para el transporte hacia el interior de artículos extranjeros. Mientras que los costos de
transporte desde y hacia los mercados locales seguían siendo muy altos, con lo que los
productos de la Nueva Granada no pudieron competir con los bienes importados y los
comercializadores del mercado limitado nacional se vieron forzados a retroceder hacia una
producción de subsistencia local. El país en general afrontaba problemas económicos y esto se
evidencia con el atraso de los dos sectores económicos tradicionales de las provincias del
interior como lo son la harina (trigo) y los textiles, los cuales no podían competir con los países
industriales ni en el acceso a las materias primas ni en el transporte de los bienes terminados a
los diversos puntos de la Nueva Granada.

Finalmente, aunque la estructura geográfica de la Nueva Granada limitó de manera evidente


su capacidad para responder al desafío económico extranjero, los fracasos del siglo XIX
también pueden ser relacionados con el carácter de su sociedad.

Patrones sociales y económicos

Mientras que la estructura geográfica de la Nueva Granada restringía las oportunidades


económicas para todos sus habitantes, el carácter de las relaciones de clase y el control de
importantes recursos económicos por parte de una reducida clase alta limitaba los incentivos
tanto para la clase alta como para la baja.

Por razones tanto económicas como culturales, hubo algunas variantes de las relaciones de
clase entre los diversos centros de población de la Nueva Granada. El autor clasifica estas
relaciones en 2 grandes grupos: 1) conformado por las ciudades notables como Santa Fe de
Bogotá, Tunja, Popayán y Cartagena donde predominaban las relaciones de clase marcadas
por un claro patrón de dominación y acatamiento; 2) algunas regiones colonizadas más tarde,
en el siglo XVIII y aun en el XIX, tendían a tener un estilo menos aristocrático y no tenían una
larga tradición como centros importantes de la administración civil o eclesiástica y algunas de
ellas podían ofrecer otras posibilidades económicas que permitían alguna movilidad social,
tales como Antioquia y el Socorro. En estas áreas era menos evidente el estilo aristocrático y la
dominación de la clase alta no era tan absoluta como en otras partes y la población tendía a
ser económicamente emprendedora y a valorar el trabajo.

Varios indicadores demuestran el alcance que tuvieron las diferencias regionales, tanto de la
estructura social como de las posibilidades económicas generales, en la generación de
incentivos de diversos grados entre las clases bajas. El éxito de una comunidad en el
establecimiento de la educación primaria dependía no solo de la consecución del dinero sino
necesario para sostener las escuelas sino también del hecho de que la gente tenga algún
incentivo para asistir a las escuelas. Las áreas donde predominaban las aristocracias, tuvieron
poco éxito en el desarrollo de una educación primaria, mientras que las regiones de desarrollo
más tardío, más igualitarias, lograron realizar su propósito educativo con menor dificultad y
mejores resultados.

Las limitadas posibilidades económicas regionales pueden haber desempeñado un papel tan
importante como el de la estructura de clases en el debilitamiento de las aspiraciones de las
clases inferiores.

Durante el periodo colonial y el siglo XIX, gran parte de la élite neogranadina prefirió ignorar
los efectos negativos del latifundio, a mediados del siglo XIX afirmaban que deseaban
aumentar el poder adquisitivo de los campesinos, pero no se decidieron a admitir que la
desigualdad en la distribución de la tierra era el factor primario de la depresión de la capacidad
de consumo. Igualmente deseaban que los campesinos asistieran a la escuela primaria y que
adoptaran mejores técnicas agrícolas pero no admitieron que el latifundio estaba relacionado
con la falta de interés de los campesinos en la educación y las innovaciones agrícolas. La élite
tampoco percibió la relación entre el sistema latifundista y las actitudes poco deseables de la
clase alta, aunque creía que algunos valores de su sociedad necesitaban ser reformados, pero
con el correr de los años y viendo sus fracasos concluyeron que les faltaba perseverancia y
constantemente afirmaban que quisieran que el trabajo arduo fuera un valor que la élite culta
deseaba que fuera puesto en evidencia y generalmente la élite se preocupaba generalmente
por orientar a la clase alta hacia lo práctico e incluso ayudar a sus miembros a superar su
señorial desdén por el trabajo manual.

Después de la independencia, el convencionalismo de la pureza de la sangre y el linaje, fue


abandonado en todas las expresiones formales con asombrosa rapidez. Este abandono,
aunque el linaje continúo teniendo algún peso, permitió que los individuos lograran su
admisión a la clase alta mediante sus propios méritos. Algunos individuos se destacaron con la
creación literaria, muchos otros optaron por las carreras políticas que generaba un gran
atractivo que era el de ofrecer la posibilidad de una movilidad ascendente relativamente
rápida, en contraste con el campo de las actividades económicas donde las oportunidades
estaban limitadas por el estancamiento predominante en el sector. Sin embargo, el dinero era
el factor más aceptado como el índice de prestigio social y muchos individuos se dedicaron a
aquellas actividades económicas que ofrecían mayor posibilidad de lucro, esto es el comercio.
Por su parte los artesanos tenían muchas menos posibilidades de avanzar y llegar a ser parte
de la clase alta debido a que no tenían los ingresos suficientes para poder clasificar en el
grupo. Por eso existían contrastes entre las oportunidades para los artesanos y los
comerciantes.

En la Nueva Granada sin embargo el nivel de los ingresos era relativamente bajo y existía un
aislamiento colonial del resto del mundo, tanto que para un extranjero las clases altas y
medias estaban muy lejos de la idea de confort de un extranjero. Esta situación cambió en el
transcurso del siglo XIX a medida que el comercio exterior aumentó a partir de 1845,
aumentaron los ingresos de los más sagaces comerciantes y evolucionaron sumergiéndose en
las tendencias de la moda exterior en el campo intelectual, del vestuario y bebida; y se
rezagaron los individuos que hacía parte de la aristocracia. Estos cambios aumentaron
enormemente la distancia entre la clase alta y la clase baja y crearon niveles de consumo aún
más difíciles de alcanzar para aquellos que estaban en las fronteras dela clase alta y aspiraban
a emularla y hacer parte de ella.

La politización de la clase alta

Durante la época colonial, la clase alta criolla se dedicó predominantemente a la agricultura,


comercio y, en las provincias occidentales, a la minería aurífera; sin embargo la estructura
administrativa real formaba la cúspide de la sociedad, tanto social como políticamente. En el
siglo XVIII empezaron a abrirse más oportunidades burocráticas para los criollos, y la clase alta
local comenzó a interesarse más por las carreras jurídicas. La clave para poder ingresar a las
carreras burocráticas era la educación y dado que en la colonia no se hizo ningún esfuerzo por
desarrollar una educación primaria sistemática, sin embargo, la instrucción primaria impartida
por los sacerdotes de las parroquias estaba al alcance de la clase alta en la mayoría de las
localidades. De todas formas existía una concentración de eclesiásticos y administradores
instruidos en Bogotá y Popayán que ofrecían la base financiera y cultural para la educación
superior constituyendo un monopolio cultural y que era a donde migraban los jóvenes
ambiciosos, muchos de ellos seguían carreras eclesiásticas o en carreras civiles burocráticas.
Para muchos individuos de la élite política que no poseían propiedades de importancia, valía la
pena tratar de obtener un salario gubernamental tan solo por motivos económicos. Aunque,
para la mayoría de los políticos, ricos o no, un puesto público tenía un significado honorífico.
En gran parte de la Nueva Granada las oportunidades económicas atractivas no eran muy
evidentes, aun para la clase alta.

Antioquia fue la gran excepción. En todas las regiones había hombres prácticos entre los
miembros de la clase alta, hombres que eludían la política, renegaban de ella y la consideraban
la ruina del comercio, pero en la mayoría de las regiones estos hombres eran avasallados por
las tormentas políticas, solo en Antioquia tuvieron la fuerza suficiente para hacer que sus
voces prevalecieran. En las demás regiones, la clase alta frustrada en sus actividades
económicas, optó por la actividad política. Así, la práctica de la política restringió aún más las
oportunidades económicas y hasta el siglo XX las carreras políticas siguieron siendo una opción
obligatoria para los jóvenes ambiciosos.

El estancamiento económico del siglo XIX

La independencia generó en la clase alta criolla un alto optimismo dado dieron por sentado
que el retiro del incompetente gobierno español y la influencia de comerciantes y trabajadores
británicos calificados se produciría una nueva prosperidad para el país. Sin embargo, esto no se
hizo realidad y la república de Colombia zozobró económicamente desde sus comienzos. Las
deudas con altos intereses adquiridas para financiar las guerras de independencia no pudieron
ser pagadas, luego durante los años de crisis políticas, cuando fue disuelta la Gran Colombia,
no se efectuó ningún pago sobre la deuda. Con relación al comercio externo y a los recursos
fiscales de los países la situación fue similar.

La Nueva Granada tampoco tuvo mucho éxito en atraer a expertos extranjeros, los líderes
granadinos intentaron atraer a los trabajadores y agricultores calificados, al igual que los
capitalistas de Europa. Esto puede ser explicado parcialmente en términos culturales porque
los europeos y norteamericanos protestantes se sentían incómodos con el fanatismo católico,
otros fueron desestimulados por las limitaciones económicas del país. Su mercado no podía
sostener una industria manufacturera, y para los inmigrantes semi-calificados los bajos salarios
no constituían un incentivo. Finalmente, para todo tipo de inmigrantes la inestabilidad política
de la Nueva Granada prometí tan sólo desorganización económica, si no falta de seguridad
para la propiedad. A excepción de las oportunidades que existían para los artesanos no
calificados y los pocos que llegaron al país muy pronto llegaron a hacer parte de las filas de la
clase alta.

En la década de 1830 los líderes neogranadinos trataron de crear varias empresas


manufactureras pero la fuerza laboral nacional no estaba capacitada y tampoco era muy
confiable. Además el alto costo de capital en la Nueva Granada y el inexistente sistema de
transporte del país hicieron que la idea de competir con los países industriales fuera una
fantasía. En el decenio de 1840, la élite neogranadina se convenció de que dada la topografía
del país, su mano de obra no capacitada y analfabeta y sus escasos recursos de capital, el
futuro de la nación estaba en la agricultura tropical. A mediados del siglo XIX el crecimiento
económico constante se limitó, en gran parte, sólo a Antioquia con la minería aurífera. Antes
de 1870 Colombia fue un exportador muy débil lo que significó para el país una carencia tanto
de capital privado como público, ya que los ingresos gubernamentales dependían cada vez más
de los derechos de aduana, se generó una descentralización parcial de los ingresos nacional en
1850 y varios intentos (en 1820 y 1850) de imponer nuevos impuestos fracasaron. Los
problemas fiscales y de crédito de la Nueva Granada fueron agravados duramente por las
guerras políticas que caracterizaron la historia del siglo XIX e hicieron que los gastos militares
tuvieran siempre un nivel alto, por lo que tuvo que suspender los pagos de los intereses de la
deuda nacional y simultáneamente contratar grandes empréstitos.

La combinación de la inseguridad, la debilidad financiera y el rezago del comercio exterior


retardaron hasta 1870 el establecimiento exitoso de los bancos comerciales, lo que a la vez
impidió la movilización del capital privado y restringió las inversiones. Debido a esto, la
mayoría de los hacendados no podían permitirse hacer mejoras técnicas costosas. Mientras
que el transporte terrestre y el crédito tuvieron un costo elevado, los empresarios privados
carecieron de todo incentivo para mejorar los métodos de producción.

La inestabilidad política de la Nueva Granada en el siglo XIX provocó cambios bruscos de las
políticas de todo tipo, generando una falta de continuidad fatal y enfrentándose a cambios de
nombre, de la constitución, de la organización administrativa y constantes cambios de política
en campos tan cruciales como los de la educación y el transporte, las políticas se limitaban al
gobierno de un mandatario y eran modificadas radicalmente durante el siguiente período.

Como resultado de todo lo anterior, la historia de la educación técnica en Colombia contrasta


sorprendentemente con la de los Estados Unidos donde una economía creciente y vigorosa
creó una fuerte demanda de ingenieros para construcción de canales y ferrovías (1785-1840 y
1830). En los Estados Unidos, la ingeniería y otros tipos de enseñanza técnica se desarrollaron
como respuesta a una necesidad claramente establecida. En la Nueva Granada, en cambio, la
élite intento establecer una educación técnica antes de que existiera una demanda económica,
tenían la esperanza de que la creación de una generación técnicamente más competente y
más orientada hacia lo técnico se convirtiera por sí misma en un factor para el fomento del
desarrollo.

CAPÍTULO 2: APRENDIENDO A TRABAJAR


La élite colombiana esperaba lograr mediante la educación primaria y la educación
básica industrial el orden social y el progreso económico. Este capítulo trata de las
diversas formas de educación industrial que se intentaron implantar en varios sectores
de la sociedad durante la primera mitad del siglo de la época republicana, e incluye la
instrucción primaria convencional.

La educación primaria

La educación primaria, aunque no es indispensable, constituye un paso extremadamente útil


para lograr una educación industrial real y efectiva. La élite colombiana tuvo conciencia de su
importancia para el crecimiento económico, pero la tenacidad de su empeño por implantar
este tipo de educación suscita dudas.

Como lo evidencia la legislación, la educación secundaria estaba sujeta a un control central


más vigoroso y recibía más atención por parte de la élite que la educación primaria. Debido al
gran número de escuelas primarias, éstas dependían más del liderazgo local y eran menos
susceptibles al mantenimiento y dirección del gobierno central. La élite, por lo general,
consideraba la instrucción política primaria como un instrumento para la inculcación de la
religión, la moralidad y el orden social, para la propagación del conocimiento y de la lealtad al
gobierno republicano y para el fomento del desarrollo económico.

El entusiasmo inicial de los legisladores colombianos por la educación primaria lo indican las
altas metas que establecieron en este campo. El Congreso de Cúcuta de 1821 decretó el
establecimiento de una escuela pública para niños en cada ciudad de 100 o más familias. En
1826, el Congreso decretó que cada parroquia del país, sin importar su tamaño, debía tener
una escuela pública. Los legisladores también trataron de fijar salarios atractivos para los
maestros. Estas disposiciones se limitaron a quedar en el papel, pero ilustran acerca de las
intenciones de quienes la promulgaron.

Los líderes colombianos de 1820 tuvieron que hacer frente al problema de difundir la
educación primaria partiendo de una base muy endeble. El gobierno de Santander trato de
obviar este problema adoptando el método lancasteriano (John Lancaster a quien el gobierno
colombiano trajo al país) de instrucción mutua. Según este método la enseñanza impartida por
los propios estudiantes debía ayudar a compensar la falta de suficientes instructores adultos.
Durante las décadas de los años veintes y treintas, el sistema de educación mutua fue
considerado como la clave para una rápida expansión educativa. Por otro lado, se hicieron
esfuerzos para impartir educación a los adultos, pero estos no fueron más allá de las palabras
que se emplearon para anunciar dicho propósito.

Para poder comprender la decadencia de la educación primaria entre 1837 y 1864 hay que
centrar la mirada en problemas fundamentales de la organización política y de la economía. La
lucha política (1837-1864), la reorganización administrativa (1850-1863) y el estancamiento
económico (1830-1854) limitaron la recaudación de los ingresos estatales tanto a nivel
nacional como a nivel local. El problema iba más allá del simple hecho de que existiera la
voluntad o la posibilidad de proporcionar una educación primaria. También existía la cuestión
e lograr que las masas aceptaran la educación y el problema de motivar a las familias
campesinas para que enviaran a sus hijos a las escuelas. A causa dela estructura jerárquica de
la sociedad colombiana, era imposible que la gran masa de la población concibiera la
educación primaria como un medio de preparación para el ascenso social.

En el siglo XIX, la revolución social ha permitido a algunos gobiernos de las acciones


emergentes a superar ese conservatismo campesino y movilizar a la gente hacia la educación.

La educación industrial de las masas

El problema de la motivación también era evidente en el campo de la educación


industrial. La élite de la Nueva Granada trató de estimular mediante la utilización de
varios mecanismos el desarrollo de una población ordenada, moral, laboriosa e
industrialmente capacitada. La mayor parte de los esfuerzos se centraron en los
desempleados, en los no-calificados y en los vagos de las clases inferiores.

La élite neogranadina tenía la esperanza de utilizar la capacitación industrial tanto para


promover el crecimiento económico como para asegurar el orden social existente.

En la gran mayoría de los casos, la élite basaba sus argumentos acerca de la ética del
trabajo sobre el supuesto de una retribución pecuniaria, sin embargo, ene l contexto
colombiano, las ventajas pecuniarias de la capacitación industrial no eran evidentes, y
la élite volvió su atención hacia otros métodos como los incentivos honoríficos y en
ocasiones el método de la coerción que puede ser asociada a los conservadores. Por su
parte los liberales prestaron poca atención a la capacitación técnica de los
trabajadores manuales y más bien hicieron énfasis en la alfabetización básica y en la
educación política.

En consecuencia, dado el patrón de desarrollo de la economía, el fomento de la


educación industrial no parecía ser lo más apropiado, además para los liberales la
capacitación industrial no tenía el mismo significado político que había tenido para los
conservadores. Mientras estos últimos aspiraban a mantener el orden mediante la
disciplina industrial, los liberales estaban tratando de abrirse paso hacia el poder
utilizando los trabajadores urbanos como aliados políticos. Así, los liberales no
tendieron a hacer énfasis en la capacitación técnica, sino en la movilización política
mediante la inculcación de doctrinas liberales, tanto políticas como económicas,

La Casa de Refugio

La Casa de Refugio o el hospicio se originó durante la época de reformas de los Borbones en el


período colonial. En la segunda mitad del siglo XVIII, los intelectuales y administradores
españoles manifestaron su alarma por el atraso de la economía y por el predominio de la
vagancia, la ociosidad y la mendicidad y consideraron que la capacitación técnica, a menudo
obligatoria, podría ser la cura del desorden social y de la debilidad económica.

Para poder controlar a los vagos que llegan a Santa fe de Bogotá, los gobiernos virreinales
destinaron algunas de las propiedades que eran de los jesuitas antes de la expulsión, para la
creación de dos hospicios y una casa de expósitos. Los ocupantes de la institución se dedicaban
a alguna actividad industrial, pero los virreyes veían en estas labores un medio para ayudar al
sostenimiento del hospicio y prestaban muy poca atención a la función de capacitación del
mismo, así esta nunca fue una prioridad.

Por los desórdenes de la independencia, el hospicio de Bogotá fue aniquilado, sin embargo
Francisco de Paula Santander en 1833 se esforzó por restablecerlo sobre nuevas bases, con un
enfoque mucho más claro en cuanto a la capacitación de los jóvenes en las artes industriales
inspirado principalmente en Estados Unidos. La sociedad tenía que participar en la educación
moral y la capacitación productiva de los niños abandonados y su propósito era convertir en
ciudadanos útiles a los jóvenes vagos antes de que se corrompieran totalmente.

Sin embargo, la mira de enseñar técnicas artesanales y hábitos de trabajo a los jóvenes no fue
cumplida a satisfacción debido, principalmente, a que la Casa no tenía recursos suficientes
para hacerse cargo de un número significativo de jóvenes abandonados y, por ende, la Casa de
Refugio nunca fue transformada de simple hospicio en escuela de aretes industriales.

El aprendizaje forzoso

El proyecto de aprendizaje forzoso fue contemporáneo de la Casa de refugio y similar en su


intención. Entre los más vigorosos partidarios del aprendizaje forzoso se encontraban los
empresarios y los inversionistas de capital de las fábricas recientemente establecidas, estos
empresarios firmaron una petición en apoyo de leyes más severas para el aprendizaje forzoso
que admitía el interés por la mano de obra barata que podría proporcionar este proyecto pero
también hacía énfasis en los propósitos educativos y filantrópicos del programa, puesto que se
aspiraba a obtener la educación técnica y moral de la juventud del país.

Se realizaba una clasificación de vagos según sus diversas aptitudes que debían ser enviados al
ejército o condenados a trabajos públicos forzosos, se les podía exigir que formasen nuevas
colonias o que se sometieran a un aprendizaje forzoso con empresarios privados o en
establecimientos públicos por un período de 2 a 6 años.

La ley de aprendizaje forzoso demostró se ineficaz, ya que las personas condenadas por
vagancia no eran mano de obra utilizable y los empresarios privados rehusaron emplearlas.
Por esa razón se hizo cada vez más énfasis en el hecho de que sólo los jóvenes que aún no
habían sido corrompidos por completo debían ser destinados al aprendizaje.

Esfuerzos voluntaristas

Junto con los mecanismos coercitivos de la Casa de Refugio y del aprendizaje forzoso, los
colombianos de la clase alta también intentaron crear algunos estímulos positivos para el
hábito del trabajo y el empleo útil. Durante las décadas de 1830 y 1840 se realizaron varios
esfuerzos por difundir el conocimiento útil entre las clases bajas. Uno de estos esfuerzos
incluía la publicación de un periódico especializado en asuntos agrícolas que debía ser leído
por los curas párrocos a sus congregaciones campesinas. Algunos curas trabajaron para
difundir nuevas técnicas agrícolas y manufactureras entre la población campesina, mientras
que otros estimulaban también varios tipos de manufacturas casera.

Otro esfuerzo está representado por las sociedades filantrópicas similares a las que
promovieron la educación privada, que se encargaron de difundir los conocimientos útiles,
pero sin mucho éxito.

Un esfuerzo adicional fue la realización de ferias industriales donde se concedían premios no


sólo por los logros y realizaciones en las artes y los oficios, sino también por la demostración
de un comportamiento moral ejemplar. Sin embargo, estas ferias solo se realizaron en Bogotá
y no fueron emuladas en otras regiones. Los resultados fueron muy limitados y no existe
evidencia de que la moral pública haya mejorado de manera notoria.

Durante los años de relativa gloria de las ferias industriales, sus fundadores trataron de
alcanzar la meta de orden social mediante el progreso económico creando otra sociedad, la
Sociedad Filantrópica, su principal preocupación fue la de publicar folletos y periódicos
dedicados a propagar la moralidad. No obstante estimuló la creación de muchas sociedades
provinciales algunas de las cuales trabajaron con cierta eficacia. El carácter de estas sociedades
variaba: unas tendieron a promover la educación primaria, otras estuvieron fuertemente
orientadas hacia el progreso material, y otras dedicadas al estímulo de las artes y las
manufacturas al igual que de la minería, la agricultura y la economía doméstica.

Uno de los esfuerzos de un prominente político durante el gobierno de Mosquera en favor de


la capacitación técnica de las masas fue el Instituto Caldas cuyo propósito era el desarrollo de
la inteligencia, la conservación de la moral y el perfeccionamiento de la industria en el pueblo
granadino, su espíritu era menos piadoso y moralista y se centraba con mas claridad en el
progreso material. Sin embargo, en la mayoría de las localidades el instituto expiró
definitivamente junto con la administración que lo creó.

A pesar de sus repetidos esfuerzos, la élite de la Nueva Granada, entre 1833 y 1849 sólo logró
algunos resultados muy limitados y dispersos en sus intentos por introducir nuevas técnicas
para los trabajadores manuales. Este fracaso puede ser atribuido en parte a ciertos problemas
socioeconómicos fundamentales e inmanejables y en parte a la debilidad del liderazgo
aristocrático. Pero conviene anotar que cualquier otra sociedad similar a la de la Nueva
Granada, marcada por una enorme distancia entre una pequeña clase dominante y un
campesinado pobre e ignorante, la implantación de innovaciones hubiera sido muy difícil.

También existen razones para poner en duda la intensidad del compromiso de la élite hacia la
instrucción técnica de la clase baja. Los líderes de las clase alta no se involucraron
ampliamente en el proceso de la educación técnica, y si lo hicieron fue sólo como
administradores financieros.

En contadas ocasiones, al experimentar con innovaciones que ofrecían posibilidades


económicas, los neo-borbones obtuvieron algún éxito a pesar de su estilo aristocrático. A partir
de 1840 establecieron cajas de ahorro que contaban con los servicios de la clase alta en calidad
de administradores voluntarios, atrajeron a un cierto número de depositantes de la clase baja.
Parece que existía una clara necesidad de estas cajas de ahorro, ya que en esa época no había
ninguna institución alterna de ahorro y tampoco existía ningún establecimiento secular de
alguna importancia que otorgara créditos, aquellos que deseaban obtener un préstamo
estaban a merced de los prestamistas individuales que cobraban altísimas tasas de interés, así
pues, la utilidad de las cajas de ahorro fue evidente para muchas personas.

En el caso de la instrucción técnica, es importante anotar que en los casos en que se podía
obtener un beneficio económico substancial al aprender un oficio manual, lso programas de
capacitación tuvieron bastante éxito

Finalmente, el clima económico de Bogotá no era propicio para el desarrollo de la clase


artesana confiada y vigorosa necesaria para realizar con éxito un programa de educación
obrera.

La organización y educación de los artesanos después de 1849

La educación y organización de los artesanos después de 1849 fue orientada menos hacia las
mejoras técnicas y más hacia la acción política. En esta época, jóvenes estudiantes y graduados
universitarios liberales dictaban conferencias a los artesanos, sin ebargo estas conferencias
carecían de un contenido técnico y consistían en disertaciones acerca del dogma político
liberal y en proselitismo político. De esta manera, el ideal conservador de pericia técnica y de
subordinación cedió el paso a la politización y a la turbulencia política. Al igual que los
conservadores, los liberales aspiraban a lograr una disciplina laboral y deseaban inculcar
valores básicos para la productividad económica, pero favorecieron una estrategia
completamente diferente para la consecución de estas metas. En primer lugar, los liberales a
diferencia de los conservadores no creían que el orden y la laboriosidad pudieran ser
impuestos, sino que estos hábitos virtuosos debían desarrollarse como una respuesta a la
percepción de oportunidades económicas. En segundo lugar, en una situación libre de
mercado los trabajadores deberían convertirse en individuos productivos o estarían perdidos.
Los liberales consideraban que las tradicionales instituciones coercitivas estaban basadas en
concepciones económicas erradas. Aunque los liberales y conservadores querían controlar y
manipular a los trabajadores, querían hacerlo con fines diferentes. Los conservadores
aspiraban inculcar la educación técnica con el doble propósito de lograr el desarrollo industrial
y el orden social. Los liberales en cambio, no estaban interesados en el desarrollo industrial
sino en la especialización en la exportación de materias primas.

Los esfuerzos concertados para capacitar alos trabajadores solamente se reanudaron en los
inicios de los años setentas, cuando los varios estados de Colombia establecieron escuelas de
arte y oficios. En esa época no sólo existía un relativo orden público, sino que los
conservadores y los liberales ya podían llegar a un entendimiento acerca de un liderazgo
gubernamental es ese campo.

Enseñando a trabajar a los sectores altos

Varios neogranadinos conservadores deseaban que sus hijos, al igual que los hijos de los
plebeyos, se convirtieran en personas más prácticas, más responsables y más capacitadas
técnicamente, que tuvieran una actitud más positiva respecto del trabajo manual y en general,
que se orientaran más hacia la productividad económica.

En la reforma de los valores de la clase alta, la élite política de los años treintas y cuarentas
utilizó muchos de los mismos instrumentos que empeló con las clases bajas. Las exposiciones
industriales, las sociedades filantrópicas y los adultos no dudaron en enviar a sus hijos a un
taller de artesanos como correctivo moral.

Sin embargo, algunos afirman que las iniciativas de la sociedad habían fracasado en parte,
debido a la pobreza, las incertidumbres y las malas perspectivas dela economía. Pero
finalmente, atribuyeron lo ocurrido a los valores sociales dominantes.

A pesar de los mínimos resultados, los miembros de la élite colombiana persistieron en


intentar que sus hijos fueran menos “aristocráticos” y más prácticos mediante el ejercicio de
un trabajo manual. Los intentos de utilizar la instrucción en un oficio para disciplinar a los hijos
de la clase alta estaban condenados al fracaso. Cuando llegaba el momento de ponerlos en
práctica muchos jóvenes ya habían sido malcriados por los complacientes sirvientes y por las
excesivamente cariñosas mujeres de sus hogares, y habían aprendido a emular el elegante
estilo de sus aristocráticos padres. Además el medio aristocrático en que vivían estos jóvenes
ofrecía poco apoyo a los esfuerzos disciplinarios reparadores.

Finalmente, muy pocos de los esfuerzos de la élite del siglo XIX por inculcar ética del trabajo y
las habilidades prácticas entre los jóvenes de las clases altas y bajas tuvieron éxito, fuera cual
fuera el método que utilizaran el resultado siempre fue insignificante. La élite no pudo
prevalecer en contra de los valores inherentes a la estructura de la sociedad, en particular
debido a que sus miembros creían firmemente en la continuidad de esa estructura y en
muchos de sus valores.

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