Libro Iv de La Funcion de Santificar de La Iglesia
Libro Iv de La Funcion de Santificar de La Iglesia
Libro Iv de La Funcion de Santificar de La Iglesia
LIBRO IV
DE LA FUNCION DE SANTIFICAR DE LA IGLESIA
INTRODUCCION
El título del libro: “De Munere Sanctificandi” El “munus sanctificandi”, título del
libro cuarto del Código de Derecho Canónico, se refiere directamente al “munus”
sacerdotal de Cristo, como el “munus docendi”, título y contenido del libro tercero
del Código, que está directamente en relación con su función profética.
De este modo, han sido asumidas en el Código de Derecho Canónico las
funciones que sintetizan la misión de Cristo y que él ha encomendado cumplir a su
Iglesia en el mundo (cf. 240 §1). El libro tercero del Código regula la función de
enseñar, la palabra, y el libro cuarto se refiere a la función de santificar, el culto. La
fe nace de la predicación, la transmisión del depósito de la fe, y una vez aceptada
esta, se está en disposición de recibir los medios de santificación, especialmente
los sacramentos y de vivir la santidad de la vida cristiana. Sobre estas dos
columnas o bases (la palabra y los sacramentos) nace la Iglesia y se desarrolla y
profundiza la vida eclesial, conducida por quienes “in persona Christi capitis”
representan a Jesucristo y detentan y ejercen la “función de regir”. De esta
manera, las tres funciones, la “función de regir”, la “función de enseñar” y la
“función de santificar” en perfecta coordinación operan la salvación de los
hombres, y con ello se realiza la propia Iglesia.
Ciertamente el título del libro parece que se está refiriendo al segundo de los
aspectos indicados, pero en realidad comprende ambos aspectos:
“Realmente es en esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los
hombres son santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la
Iglesia que invoca a su Señor y por Él tributa culto al Padre Eterno. Con razón, pues, se
considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo”1.
Contexto y sistemática
El libro IV del Código de 1983 ha sido desglosado del libro III del anterior Código.
El libro III del CIC 17 incluía bajo la rúbrica “De Rebus”, además del libro IV, los
libros III y V del Código vigente. Ahora bien, este libro IV no sólo ha recibido un
título y una nueva sistemática interna, ateniéndose a la Eclesiología del Concilio
Vaticano II, sino también ha sido renovado notablemente el contenido, siguiendo
las pautas de renovación litúrgica del Concilio.
1
Cf. SC, n. 7. El texto se completa: “En ella los signos sensibles significan y cada uno a su manera
realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la cabeza y sus
miembros ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica por ser obra
de Cristo sacerdote de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya
eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia”
b) Los siete Sacramentos (cc. 849-1165)
Parte II: Los otros actos de culto divino (cc. 1166-1204)
I. Los Sacramentales (cc. 1166-1172)
II. La Liturgia de las Horas (cc. 1173-1175)
III. Las Exequias (cc. 1176-1185)
IV. El culto de los Santos, de las Reliquias (cc. 1186-1190)
V. El Voto y el Juramento (cc. 1191 al 1204)
Así pues, el libro IV del Código contiene ante todo la disciplina de los
sacramentos, como los más importantes actos de culto público; en segundo lugar
se regulan los otros actos de culto, para terminar con unas simplificadas
disposiciones sobre los lugares y los tiempos sagrados.
El segundo párrafo del canon, que reitera un texto del CIC 17 c. 1256, precisa con
tres elementos jurídicos los presupuestos del culto público: en nombre de la
Iglesia, por personas legítimamente designadas (c. 835) y por actos aprobados por
la autoridad eclesiástica competente (c. 838).
“Cultus, si deferatur nonine Ecclesiae a personis legitime ad hoc deputatis et per actus ex
Ecclesiae institutione Deo, Sanctis ac Beatis tantum exhibendos, dicitur publicus; sin
minus privatus”.
Por estas notas o características se distinguen los actos de culto público o litúrgico
de una comunidad, de otros actos de culto, oraciones, ejercicios o prácticas de
piedad de los fieles o de religiosidad popular, y de otros actos por los que también
se realiza la función de santificar, como obras de penitencia o de caridad.
Toda la Iglesia y cada uno de sus fieles participan de la función de santificar, estos
en virtud del bautismo que les hace partícipes del sacerdocio común de Cristo (c.
836). Todo cristiano está llamado a la santidad, es sujeto de la obra santificadora
de Dios y debe cooperar activamente a ella; pero cada uno según su condición. El
presente c. 835 especifica, de algún modo, la parte que cada cual tiene, según su
condición eclesial, en la función de santificar como sujeto activo y pasivo de esta.
Tratando de los clérigos, el canon menciona explícitamente la responsabilidad y
participación en la liturgia, pero tratando de los demás fieles, la participación se
refiere en un segundo momento a la función de santificar en general. El §1 alude a
los responsables máximos de la función de santificar: los Obispos.
Habiendo recibido la plenitud del sacerdocio ministerial de Cristo, ellos son los
principales dispensadores de los misterios (cc. 375, 861, 882 (900), 910, 967, 999
(1003) 1012). Pero, además, en la propia diócesis les corresponden a ellos en
materia litúrgica otras responsabilidades: así ellos deben moderarla, promoverla y
custodiarla (cc. 368, 387, 826, 838 §4, 884, 961 §2, 1002).
La función de santificar
Contenido
TEMA 1. LA LITURGIA Y LOS SACRAMENTOS
La sagrada liturgia (cc. 833‐839)
Los sacramentos (cc. 840‐1165)
El bautismo (cc. 849‐878)
La confirmación (cc. 879‐896)
La Eucaristía (cc. 897‐958)
La penitencia o confesión (cc. 959‐997)
La unción de los enfermos (cc. 998‐1007)
El orden sagrado (cc. 1008‐1054)
Otros actos del culto divino (cc. 1166‐1204)
Los lugares sagrados (cc. 1205‐1243)