Fisterra Examenes de Laboratorio
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Bioquímica sanguínea
Los efectos adversos de los fármacos y la comorbilidad determinan la
necesidad de individualizar los controles periódicos de hematimetría, glucosa,
lípidos, iones, creatinina o transaminasas.
El aumento de morbilidad cardiovascular en estas enfermedades obliga a la
determinación periódica del riesgo cardiovascular que incluye la determinación
de lípidos y glucosa.
La mayoría de las alteraciones analíticas se deben a fármacos. Los AINEs
pueden producir insuficiencia renal e hiperpotasemia en situaciones de
tratamiento con diuréticos y/o IECAS/ARA2, en situaciones de hipovolemia o en
casos de insuficiencia cardíaca o hepática (Dreischulte T, 2015).
Un porcentaje importante de pacientes con EAS presenta aumento transitorio
de las transaminasas durante exacerbaciones de la enfermedad. El aumento
ligero de los valores de fosfatasa alcalina se correlaciona con actividad
inflamatoria, si este aumento es importante obliga a descartar enfermedades
óseas.
El aumento importante de creatinfosfocinasa y otras enzimas musculares se
debe a rabdomiólisis o polimiositis. Niveles menores se deben a toxicidad
farmacológica o miositis leves en el contexto de otras EAS.
Alteraciones de la coagulación
En algunas enfermedades aparecen inhibidores de la coagulación como el
anticoagulante lúpico que produce un alargamiento en las pruebas de
coagulación dependiente de los fosfolípidos que no se corrige al añadir plasma
normal.
Orina y sedimento
Se debe realizar en la primera consulta y si el paciente está en tratamiento con
fármacos nefrotóxicos. Se deben solicitar proteínas en orina de 24 horas o
cociente albúmina/creatinina para descartar glomerulonefritis por
inmunocomplejos o vasculitis renal. Los pacientes con síndrome de Sjögren
presentan alteraciones de la capacidad de concentración renal y acidosis
tubulorrenal muchas veces subclínica.
Reactantes de fase aguda
El incremento en sangre de proteínas de fase aguda es un fenómeno
fisiopatológico que acompaña a las enfermedades inflamatorias. Las proteínas
de fase aguda se definen como aquellas proteínas cuya concentración en
suero aumenta o disminuye al menos un 25% durante el proceso inflamatorio.
Los marcadores de inflamación más utilizados en la práctica clínica son la VSG
(velocidad de sedimentación globular) y la PCR (proteína C reactiva) (Gabay C,
1999).
Velocidad de sedimentación globular (VSG)
No es una proteína de fase aguda, pero refleja viscosidad plasmática y por lo
tanto la presencia de proteínas de fase aguda. Es una medida indirecta de la
concentración en sangre de estas proteínas. Es sensible en todos los tipos de
inflamación, pero no nos permite distinguir si la causa es infecciosa,
inflamatoria o neoplásica. Un valor normal puede ayudar a descartar una
enfermedad inflamatoria, pero un 5-8% de las personas sanas pueden tener
una VSG elevada. Su normalización casi siempre va detrás de la resolución de
la inflamación.
Proteína C reactiva (PCR)
Es una proteína de fase aguda sintetizada en respuesta a lesiones tisulares.
Los niveles de PCR responden más rápidamente a los cambios de la cantidad
de inflamación que la VSG. Elevaciones importantes de la PCR se asocian a
infecciones bacterianas y aunque es un buen reflejo de inflamación no es
específica de esta. Valores entre 0,3-1 mg/dl pueden reflejar grados menores
de inflamación, así como otras situaciones no inflamatorias como obesidad,
consumo de alcohol y tabaco o alteraciones metabólicas, como diabetes
mellitus, hipertensión, uremia. A diferencia de la VSG, un valor normal o
indeterminado no excluye un proceso inflamatorio.
PRUEBAS INMUNOLÓGICAS
El sistema inmunitario es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones.
Por medio de una serie de procesos el organismo destruye los agentes
infecciosos antes de que causen daño. Pero en algunas enfermedades el
sistema inmunitario no distingue lo propio de los extraños (antígenos) y se
producen sustancias para defenderse (anticuerpos) que van dirigidas contra las
propias células y tejidos (autoanticuerpos), produciendo las enfermedades
autoinmunes.
Artritis reumatoide 80
LES 15-35
EMTC 50-60
Esclerosis sistémica 20
PM/DM 5-10
Crioglobulinemia mixta 90
Hepatitis infecciosa 25
Tuberculosis 15
Sarcoidosis 10
Mayores de 60 años 15
LES 93
Esclerodermia 85
EMTC 93
Polimiositis/dermatomiositis 61
AR 41
Vasculitis reumatoide 33
Síndrome de Sjögren 48
Lupus discoide 15
ACJ pauciarticular 71
Otros Poli/dermatomiositis
Otras enfermedades autoinmunes
Infección
Neoplasia
Enfermedad Autoanticuerpo
Lupus eritematoso sistémico Anti DNA nativo, anti-Sm, antifosfolípidos, anti-U1 RNP,
anti-Ro/SSA 60 y 52 kD, anti-La/SSB
Anti DNA
Se consideran patognomónicos de LES. Se detectan en el 60-70% y hasta en
un 90% en enfermedad activa. Se relacionaron con nefropatía y afectación del
SNC. Pueden aparecer o aumentar durante los brotes de la enfermedad.
Anticuerpos anticentrómero
Se detectan en esclerosis limitada en un 70-85% y en la difusa en un 10-30%.
En otras EAS en menos de un 55%. Se asocian a fenómeno de Raynaud,
esclerodactilia, calcinosis, telangiectasias, artralgias, hipomotilidad esofágica e
isquemia periférica grave con úlceras digitales.
Anticuerpos anti-Sm
Son específicos del LES. Se han relacionado con una mayor prevalencia de
fenómeno de Raynaud, erupción malar o lupus discoide, adenopatías y fiebre,
vasculitis, miositis, serositis, neumonitis, enfermedad intersticial pulmonar.
Leucopenia, trombosis, nefropatía y manifestaciones neurológicas.
Anticuerpos antinucleolares
Anticuerpos anti-PM-Scl se detectan en pacientes con síndrome de
solapamiento PM-ES y se asocian a debilidad muscular, fibrosis pulmonar.
Complemento (C')
La cascada de complemento corresponde a un conjunto de proenzimas,
proteínas reguladoras y receptores de superficie celular que median y
aumentan la respuesta inmune humeral y celular. Actúan como un
“amplificador” de la respuesta inmunológica.
El sistema se activa por 3 vías diferentes:
La vía clásica (C1, C4, C2). Su activación es iniciada por
inmunocomplejos formados por IgG e IgM.
La vía alternativa (factores B, D y properdina). Su activación se produce
por polisacáridos y estructuras poliméricas similares (lipopolisacáridos
bacterianos, por ejemplo los producidos por bacilos Gram negativos).
La vía de la lectina de unión a manosa.
Estas vías producen una enzima con la misma especificidad: C3 y, a partir de
la activación de este componente, siguen una secuencia terminal de activación
común. El producto liberado (C3b) induce formación del complejo de ataque de
membrana C5-C9, cuya función fundamental es la lisis celular (bacterias Gram
negativas, parásitos, virus encapsulados, eritrocitos y células nucleadas).
El propósito de este sistema de complemento a través de sus tres vías es la
destrucción de microorganismos, neutralización de ciertos virus y promoción de
la respuesta inflamatoria que facilite el acceso de células del sistema inmune al
sitio de la infección (Walport MJ, 2001).
Una reducción de los niveles séricos del C3 y C4 se correlaciona con el
incremento del consumo observado en las enfermedades mediadas por
inmunocomplejos activos como el LES. En cambio, las enfermedades
inflamatorias presentan niveles elevados de complemento debido a que son
proteínas y por lo tanto reactantes de fase aguda.
La hipocomplementemia no es específica de ninguna enfermedad y puede ser
consecuencia de enfermedades no reumáticas como la endocarditis bacteriana
subaguda y la glomerulonefritis postestreptocócica. Los niveles de C4
desproporcionadamente bajos en comparación con los de C3 pueden indicar la
presencia de crioglobulinas. Los pacientes con déficits genéticos de
componentes del complemento C1-C4 tienen un mayor riesgo de desarrollar
enfermedades por inmunocomplejos, especialmente algunas formas de LES
(Ratnoff WD, 1996).
Crioglobulinas
Son inmunoglobulinas que precipitan de forma reversible a bajas temperaturas.
En algunas enfermedades se fijan a proteínas del complemento y otros
péptidos para formar inmunocomplejos. Se clasifican en 3 tipos:
Tipo I: inmunoglobulinas monoclonales del isotipo IgM.
Tipo II: son una mezcla de IgG policlonal e IgM monoclonal.
Tipo III: son una combinación de IgG e IgM ambas policlonales.
En las de tipo II y III el componente IgM tiene actividad FR, por lo que todos los
pacientes con estos trastornos son positivos para el FR.
Para una recogida idónea debe extraerse la sangre entera y mantenerse a
temperatura corporal hasta que coagule, luego la muestra se centrifuga, se
retira el coágulo y se deja reposar el suero restante a 4 ºC varios días hasta
que se observe precipitación. La muestra se centrifuga de nuevo y se mide el
criocrito en un tubo calibrado.
Las crioglobulinas no son específicas de ninguna enfermedad. Las de tipo I no
activan el complemento, por lo que los niveles de complemento son normales.
Se asocian a trastornos linfoproliferativos, neoplasias malignas y síndromes de
hiperviscosidad y aglutinación en los vasos de extremidades, ojos o cerebro.
Las de tipo II y III fijan complemento y se relacionan con infecciones por virus
de hepatitis C y un síndrome de vasculitis de pequeño vaso (Ferri C, 2002).
Uricemia
El ácido úrico es el producto final del metabolismo de las purinas. En los tejidos
y en la circulación se encuentra en forma de urato monosódico. La presencia
de cifras elevadas de urato en plasma es un factor de riesgo para el desarrollo
de gota. La determinación de uricemia debe realizarse en sospecha de gota y
los controles periódicos se realizarán para objetivar la respuesta al tratamiento.
La hiperuricemia es el dato analítico característico de la gota, aunque solo el
20-30% de los hiperuricémicos la desarrollan. Durante las crisis agudas pueden
observarse valores normales de uricemia por una movilización de los uratos, y
pasará a cifras elevadas una vez resuelta la crisis (Janssens HJ, 2010).
Marcadores biológicos de la artrosis
La artrosis primaria es una enfermedad articular en la que la mayor parte de los
análisis utilizados en la clínica habitual para detectar inflamación, así como
alteraciones inmunológicas y metabólicas, son de escaso valor, aunque sí de
gran ayuda en el diagnóstico diferencial.
La artrosis secundaria a procesos inflamatorios, enfermedades metabólicas o
neurológicas, pueden detectarse por determinaciones analíticas como
alteraciones del metabolismo del hierro, como la hemocromatosis, o elevación
de glucemia, como en la diabetes.
En la articulación artrósica se produce una alteración del balance entre la
síntesis y degradación de macromoléculas, que afecta al cartílago, al hueso y a
la membrana sinovial. Estas macromoléculas difundirán al líquido sinovial,
pasando al torrente linfático y luego a la sangre, actuando como
transportadoras de fragmentos al hígado y riñón, para posteriormente ser
eliminados. Estos marcadores bioquímicos pueden reflejar actividad ósea,
sinovial y del cartílago. Sin embargo, no nos permiten conocer el estado del
cartílago en los distintos estadios de la enfermedad, así como tampoco predecir
su progresión o valorar el efecto del tratamiento empleado, por lo que su
determinación carece de utilidad en la práctica clínica diaria (Garnero P, 2000).
Hemograma Normal
Proteinograma Normal
Gota Hiperuricemia
Cristales de urato en líquido sinovial
Diabetes Hiperglucemia
Serologías
Se utilizan para diagnosticar las enfermedades reumáticas que aparecen tras
una infección. Se debe realizar cultivo, si es posible, en el sitio de la infección,
aunque raramente se consigue, ya que cuando aparece la clínica articular este
suele ser negativo. La determinación de anticuerpos frente a un
microorganismo solo tiene valor si se hacen determinaciones repetidas y se
observa un aumento progresivo (Brancos Cunill MA, 1990).
Artrocentesis y análisis de líquido sinovial
La artrocentesis y el análisis de líquido sinovial son importantes en la
evaluación de pacientes con derrame articular o signos que sugieren
inflamación dentro de una articulación.
Las dos indicaciones diagnósticas más importantes son la evaluación de una
artritis séptica en el caso de una monoartritis y la confirmación de una artritis
microcristalina al MOLP (microscopio óptico de luz polarizada). Otras
indicaciones terapéuticas son la infiltración de esteroides dentro de la
articulación en el caso de artropatías inflamatorias, cuando persiste una
articulación inflamada (articulación centinela) o la infiltración de tejidos blandos
periarticulares (bursa, tendones).
El estudio de líquido sinovial puede ser de gran ayuda diagnóstica en las artritis
infecciosas y en sinovitis inducida por cristales. Una artritis monoarticular
inflamatoria aguda debe considerarse infecciosa o inducida por cristales, y la
artrocentesis es la única técnica que nos permite diferenciarlas con certeza.
Debe realizarse una artrocentesis si existe sospecha de infección para iniciar
un tratamiento antibiótico lo antes posible por el riesgo de destrucción de hueso
y articulaciones. El análisis de líquido sinovial permite que el médico identifique
los cristales responsables. Si se utiliza un microscopio polarizado, la
sensibilidad para identificar una artropatía por cristales es del 80-90%
(Carpenter CR, 2011).
La artrocentesis es útil en la evaluación de artropatías crónicas o
poliarticulares. Nos permite distinguir una artritis crónica inducida por cristales,
como una gota poliarticular, o una artritis por depósito de pirofosfato cálcico de
otras artropatías como la AR. Aunque las infecciones crónicas micobacterianas
o fúngicas pueden identificarse en el líquido sinovial, a veces se requiere de
una biopsia sinovial para diferenciar infecciones de otros procesos inflamatorios
crónicos. Una artritis monoarticular aguda en un paciente con una enfermedad
inflamatoria crónica que está bien controlada es indicación de artrocentesis
diagnóstica.
En una articulación séptica pueden ser necesarias artrocentesis repetidas para
reducir la acumulación de material purulento que puede dañar los tejidos
articulares y periarticulares. En articulaciones inflamadas el drenaje del líquido
elimina las células y otros mediadores inflamatorios, reduce la presión
intraarticular y disminuye la probabilidad de daño articular. La presencia de
sangre en una articulación puede provocar adherencias que limitan la movilidad
de la articulación, por lo que es necesario la artrocentesis terapéutica.
LEL: ligamento extensor largo; LEC: ligamento extensor corto; MTC: metacarpiano; MCF:
metacarpofalángica; IF: interfalángica.
Características macroscópicas
En condiciones normales el líquido sinovial es escaso y transparente. En las
artritis por microcristales y sépticas el volumen es variable y el aspecto puede
ser amarillo o blanquecino y siempre turbio.
Características microscópicas
Recuento celular: el líquido sinovial normal contiene menos de 200 células/ml.
El de las artropatías no inflamatorias puede tener 2.000 células/ml con menos
del 75% de PMN. Las artropatías inflamatorias no infecciosas tienen recuentos
muy variables, que van desde 2.000 a 100.000 células. Cuanto más se acerque
el recuento a 100.000 células/ml, mayor es la probabilidad de una artritis
séptica. El líquido sinovial de una articulación séptica normalmente contiene
más del 95% de PMN. Los ragocitos son PMN con inclusiones citoplasmáticas
refringentes que contienen inmunocomplejos y complemento, que pueden
observarse en el examen de líquido sinovial de pacientes con AR (Pascual E,
2005).
Examen en fresco con luz polarizada: los cristales de urato monosódico son
en forma de aguja con fuerte birrefringencia en campo oscuro.
Los cristales de pirofosfato son en forma de paralelepípedo con birrefringencia
débil en campo oscuro.
Los cristales de hidroxiapatita solo pueden verse si se tiñen con rojo alizarina.
Cuando los cristales son intracelulares la inflamación es aguda.
Tinción y cultivo: todos los líquidos sinoviales deben ser remitidos al
laboratorio de microbiología para realizar tinciones de Gram o de Ziehl y
realizar siembra en medios de cultivo adecuados en función de la sospecha
clínica.
Biopsia sinovial
Puede aportar información diagnóstica importante y la artroscopia ha facilitado
la obtención de tejido sinovial. Las enfermedades granulomatosas son difíciles
de diagnosticar por medio del análisis del líquido sinovial, ya que los cultivos
son negativos en un número importante de pacientes. El diagnóstico de artritis
tuberculosa se basa en la demostración histológica del granuloma caseificante
o evidencia en el cultivo de Mycobacterium tuberculosis en el tejido sinovial.
La biopsia sinovial está indicada si existe sospecha de neoplasia articular
maligna. El diagnóstico de algunos procesos infiltrativos no malignos depende
de la evaluación histológica o microscópica del material sinovial, como en el
caso de amiloidosis, hemocromatosis o sinovitis villonodular pigmentada.
La comodidad de la biopsia directa de tejidos diana gracias a las técnicas
artroscópicas no ha modificado las indicaciones de la biopsia sinovial y ésta
debe realizarse si resulta imposible hacer un diagnóstico mediante
procedimientos tradicionales menos invasivos.
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