Cardiología Equina
Cardiología Equina
Cardiología Equina
Los exámenes cardiológicos en medicina equina son menos frecuentes que en otras
especies animales ya que las patologías cardiacas en los caballos son también menos
frecuentes que, por ejemplo, en el perro, además, muchas de ellas están ligadas
íntimamente y se producen de forma secundaria a otras patologías que requieren la
mayoría de la atención del clínico. A pesar de ello, en caballos atléticos, incluso
discretas disminuciones de función cardiaca, pueden ocasionar severas disminuciones
del rendimiento físico.
Uno de los principales problemas prácticos es decidir en que medida las discretas
alteraciones estudiadas en reposo son capaces de ocasionar consecuencias clínicas de
gravedad durante situaciones de aumento de demanda de gasto cardiaco.
La mayor parte de los exámenes cardiológicos en los caballos se realizan por exámenes
generales completos cuando se procede a ventas o pagos de pólizas de seguros,
controles generales previos a temporadas de entrenamiento o ejercicio físico intenso y
en animales en los que se ha detectado una disminución importante de su rendimiento
físico sin tener ninguna causa aparente para ello. Ocasionalmente se realizan pruebas
exploratorias cuando en cuadros de endotoxemias, cólicos o problemas respiratorios
graves se encuentran indicios de alteraciones cardiacas secundarias, las ocasiones en las
que se realiza un examen completo de la función cardiaca por la presencia de síntomas
relacionados directamente con un déficit de la misma, son ocasiones muy infrecuentes.
Junto a estos datos, además hay que buscar los correspondientes de forma específica a la
funcionalidad del sistema cardiovascular; básicamente la auscultación cardio-pulmonar
completa, la percusión torácica y la preparación de pruebas complementarias como la
toma de presiones sanguíneas, electrocardiografía, ecocardiografía y punciones
pleurales e hipotéticamente pericárdicas para la toma de muestras para su análisis y con
finalidad terapéutica complementaria. La frecuencia cardiaca del caballo es de 30-40
l.p.m. teniendo en cuenta la variación presente con frecuencia en función del carácter
del animal: podemos tener desde 25 l.p.m. hasta 45 l.p.m. según edad, peso, estado
físico, grado de entrenamiento y carácter del paciente.
Cuando nacen los potros tienen entre 60 y 80 l.p.m., al cabo de entre 1 y 12 horas de
vida, encontramos frecuencias de entre 120 y 140 l.p.m. y hacia las 12 horas de vida, los
valores vuelven a ser de entre 80 y 120 l.p.m.
Las frecuencias respiratorias son de 20-30 respiraciones por minuto, pero en potros
recién nacidos se elevan hasta 30-40 r.p.m. Si a las 2 horas del nacimiento se encuentran
frecuencias más elevadas, estos casos de TAQUIPNEA pueden ser debidos a atelectasia
pulmonar, diversos problemas pulmonares, neumonía o cuadros de acidosis metabólica.
El pulso arterial debe ser lleno, firme, regular y simétrico, pudiéndose encontrar
diversas anomalías de interés, entre las que encontramos: arritmias cardiacas, lesiones
cardiacas derechas en las cuales el pulso es anómalo al no vaciarse adecuadamente
durante la diástole, por el contrario, cuando tenemos lesiones valvulares aurículo-
ventriculares mitrales, el pulso aparecerá claramente debilitado, cuando la patología del
animal es una insuficiencia aórtica, encontraremos un pulso corto ya que se produce una
regurgitación durante la sístole que es proporcional en intensidad al grado de
insuficiencia aórtica. La valoración puede hacerse sobre al arteria facial, la arteria facial
transversa, la arteria mediana o la digital, siendo la facial tranversa y la digital las más
adecuadas para estudiar los distintos carácteres del pulso.
Las alteraciones que podemos detectar en el estudio del pulso son múltiples y
típicamente INESPECIFICAS, cuando tenemos una patología que ocasiona algún
problema de llegada de sangre arterial, detectaremos una ausencia de pulso distal al
problema, un pulso fino, una zona fría, pálida y en ocasiones afectada por un cuadro
doloroso y/o espasmódico, en las porciones distales a donde se encuentre el problema.
Cuando la patología que existe es de un problema de drenaje venoso, encontraremos las
venas distendidas, un edema subcutáneo y una cianosis en las porciones distales a la
localización del problema. Cuando encontramos problemas que afectan a la función
capilar, encontraremos extravasaciones sanguíneas, un tono rojo oscuro congestivo y la
presencia de petequias en las zonas distales y en las mismas zonas donde se localiza el
problema.
Está indicado SIEMPRE proceder a la exploración conjunta del pulso, de forma paralela
y a la vez que procedemos a la auscultación del choque de punta, podremos situar los
soplos en el ciclo cardiaco con mayor exactitud y podremos detectar discrepancias entre
el pulso periférico y la sístole cardiaca.
Es adecuado realizarla siempre con el mismo estetoscopio al que cada clínico debe
acostumbrarse y debe considerarse "personal e intransferible" y los tubos del mismo, a
pesar de ganar comodidad, es conveniente que no superen los 40 cm de longitud por la
cantidad de ruidos "parásitos" y artefactos que aparecen cuando se superan estas
medidas.
El primer punto a destacar siempre es que los soplos cardiacos pueden NO SER
PATOLOGICOS y en muchas ocasiones se encuentran soplos en el animal que cuando
se realiza la necropsia no se ven correlacionados con ninguna lesión cardiaca evidente,
algunos autores citan hasta un 50 % de caballos con soplos "inocentes" que no reflejan
ninguna patología cardiaca, además, un 20 % de caballos presentan, también de forma
"normal" y sin patologías subyacentes, soplos que se producen entre el primer y el
segundo ruido cardiaco. Precisamente en los potros, la presencia de soplos es
especialmente POCO UTIL a la hora de detectar patologías cardiacas ya que es un alto
porcentaje de animales el que los presenta de forma "fisiológica".
Soplos discretos de eyección auscultables en focos mitral y/o aórtico, deben valorarse
como normales salvo que se acompañen de más signos de lesión cardiaca.
Los soplos deben tipificarse por su intensidad, gracias a la cual se clasifican en seis
categorías:
La mayoría de los autores coincide que los grados 1 y 2 de soplo, sin síntomas clínicos
de lesión cardio-vascular deben considerarse inocentes y sin importancia, normalmente
son funcionales, se auscultan mejor sobre la base cardiaca y desaparecen con el ejercicio
físico o cuando se produce por la razón que sea , un aumento de la frecuencia cardiaca.
Cuando la intensidad del soplo detectado supera o iguala el grado 3 debemos empezar a
considerarlo como significativo. En la mayoría de las ocasiones serán sistólicos;
holosistólicos, con regurgitación valvular y se deben a lesiones de endocarditis o
endocardiosis en válvulas aurículo-ventriculares, básicamente los focos de detección
son el mitral y, mucho menos frecuente y más difícil de auscultar, el foco tricúspide.
Es importante destacar que en ocasiones, los soplos se detectan con más claridad con el
animal en reposo y una baja frecuencia cardiaca, por ejemplo, es típico que un animal
con un soplo importante, si entra en un ritmo cardiaco de fibrilación auricular, pierda el
soplo que se hace inaudible (a pesar de haber empeorado la función cardiaca por la
arritmia) y cuando mejora la función cardiaca, esto es, cuando desaparece la fibrilación
auricular, volveremos a detectar el soplo. La presencia o ausencia del soplo o, más
exactamente, la posibilidad o imposibilidad de detectarlo por auscultación, depende más
del ritmo y frecuencia cardiacos, que del hecho de que la función cardiaca sea buena o
deficiente.
Se detecta un soplo cardiaco típico en "maquinaria", continuo, de alto grado, pero que
no se corresponde con el tamaño del ductus : ductus muy gruesos producen soplos
discretos y pequeños ductus pueden producir soplos muy dramáticos.
Es importante destacar que, por el contrario, si existe una buena relación entre el grado
del soplo (la intensidad con que se ausculta) y la gravedad de la disfunción cardiaca, al
menos las alteraciones secundarias que se producirán con el paso del tiempo.
El pronóstico depende del tamaño del ductus, cuando este es grueso y permite un
intercambio importante de sangre, se producirán lesiones pulmonares y en corazón
derecho con cierta velocidad y la esperanza de vida será muy reducida. Si el ductus es
de pequeño calibre, incluso podremos tener animales que lo toleren adecuadamente toda
su vida, aunque su capacidad física será muy limitada para el esfuerzo.
COMUNICACION INTERVENTRICULAR
Muchos casos clínicos presentan esta malformación unida a otras lesiones congénitas
cardiacas, vasculares o de otros órganos o sistemas.
Clínicamente podremos auscultar un soplo holosistólico con thrill en ambos lados del
tórax y la intensidad dependerá del tamaño; tamaños pequeños producen, en general,
soplos muy evidentes y tamaños grandes, suelen producir soplos más graves en cuanto a
su tono y de menor intensidad. Las consecuencias clínicas dependen también del
tamaño de la comunicación y podemos encontrar; retrasos en el crecimiento, letargo,
intolerancia de diversa consideración frente al ejercicio físico, cuadros de disnea, pulso
yugular, edemas subcutáneos ventrales y toda la sintomatología de la insuficiencia
cardiaca congestiva. Cuando se produzca una dilatación cardiaca secundaria,
encontraremos cuadros de arritmias con tendencia a la fibrilación auricular.
Las arritmias las detectaremos por una alteración del intervalo entre cada dos latidos
cardiacos consecutivos, aunque en ocasiones se detectan por una discrepancia entre los
latidos cardiacos auscultados sobre la base del corazón y el pulso arterial periférico
tomado de forma paralela.
El E.C.G. puede hacerse con las derivaciones estandar usadas en medicina humana y
veterinaria de animales de compañía, o bien con derivaciones específicas que permiten
estudiar el corazón en sus dos ejes: base-ápex y antero-posterior. Derivación base-ápex:
electrodo negro en extremidad posterior derecha, electrodo ROJO en una zona dorsal al
final de la escápula, sobre la apófisis espinosa de las primeras vértebras torácicas,
electrodo VERDE en el xifoides y el electrodo amarillo puede NO CONECTARSE. La
otra derivación: antero-posterior o derivación Y sitúa el electrodo negro en la
Se pueden presentar ante patologías cardiacas primarias o secundarias o bien ante otras
patologías que no se relacionan con el corazón; podemos encontrarlas en endotoxemias,
septicemias, anemias, desórdenes metabólicos, enfermedades hepáticas, renales o
endocrinas y en ocasiones son yatrogénicas , por el uso de algunas medicaciones como
la DETOMIDINA, XILACINA o romifidina, además de todas las derivadas de
miocarditis tóxicas yatrogénicas que veremos más adelante.
Las arritmias además, no deben considerarse claramente patológicas por el mero hecho
de ser arritmias; las que consideramos aceptables como normales o no-patológicas, son
las siguientes:
• ARRITMIA SINUSAL
• MARCAPASOS MIGRATORIO O ESTIMULO ECTOPICO SINUSAL
• BLOQUEO SINUSAL INCOMPLETO
• BLOQUEO AURICULO-VENTRICULAR DE PRIMER GRADO
• BLOQUEO AURICULO-VENTRICULAR DE SEGUNDO GRADO
Por el contrario , deben considerarse como importantes y suelen indicar una lesión
cardiaca las siguientes:
• FIBRILACION AURICULAR
• EXTRASISTOLES VENTRICULARES
• TAQUICARDIA VENTRICULAR PAROXISTICA
• BLOQUEO AURICULO-VENTRICULAR DE TERCER GRADO O COMPLETO
bARRITMIA SINUSAL
Se trata de una ausencia de regularidad exacta entre cada dos latidos cardiacos, es decir,
el intervalo entre dos ondas R consecutivas no es constante a lo largo del E.C.G., suele
presentarse en reposo y es tanto más acusada cuanto menor es la frecuencia cardiaca.
Se trata de una variación en el foco exacto del nódulo sinusal donde se generan los
estímulos eléctricos, de tal modo que las ondas P de activación auricular son de
morfología variable a lo largo de un trazado de E.C.G.
En medicina humana se diferencia entre bloqueo sinusal que sería cuando la distancia
entre las dos ondas R de antes y después del bloqueo sea una distancia igual a un
múltiplo exacto de la distancia R-R normal o bien se habla de parada sinusal si la
distancia es mayor del doble que las distancia R-R normal en ese E.C.G. pero no es un
múltiplo exacto de ese intervalo R-R normal. En cardiología veterinaria tal
diferenciación carece de importancia clínica, debiendo diferenciar, eso sí, las
situaciones de parada auricular persistente con silencio auricular manifiesto a lo largo de
TODO el E.C.G., muchas veces asociadas a cuadros de hipercaliemias y síndromes
hipoadrenocorticales.
Cuando disminuye el tono vagal y por tanto se eleva la frecuencia cardiaca; ejercicio
físico, fiebre, estrés,... debe desaparecer. Cuando se mantienen incluso ante el ejercicio
físico de intensidad media, es importante vigilar la funcionalidad cardiaca y realizar una
exploración completa y repetirla en pocas semanas ya que puede ser la primera
manifestación de una patología cardiaca escondida.
BLOQUEOS AURICULO-VENTRICULARES
Siempre debe valorarse después del esfuerzo y si se mantiene en esa situación, realizar
una exploración cardiaca completa y repetirla en unas semanas.
El valor clínico de este bloqueo, probablemente sea exactamente el mismo que el del
bloqueo A-V de primer grado ya citado.
Se trata de un ritmo cardiaco frecuente en el caballo y que se caracteriza por que las
ondas P de actividad auricular son muy frecuentes, pequeñas, casi isoeléctricas y en
sucesión rápida, realmente las ondas P han sido sustituidas por ondas "f" que suponen
una "ondulación" de la linea isoeléctrica del E.C.G.
Si todas las ondas f rápidas que se producen, se condujesen hasta los ventrículos,
tendríamos un ritmo cardiaco a frecuencias muy elevadas, incluso por encima de los 100
l.p.m. como frecuencia de base. Para que esto no ocurra ya que sería muy perjudicial
para la función mecánica del corazón, se establece un bloqueo A-V de segundo grado de
manera que se producen muchas ondas f seguidas y todas ellas se bloquean al llegar al
nódulo A-V, que permite el paso de una onda f de cada 4-5-6-7 que le llegan, de ese
modo, la frecuencia de las ondas f será de, por ejemplo, 120, pero a los ventrículos
solamente llega una de cada 4, por ejemplo, de modo que los ventrículos latirán con una
frecuencia de 30 l.p.m., perfectamente tolerable.
El pronóstico es tanto más grave cuanto más tiempo lleve instaurada la arritmia por lo
que el tratamiento debe ser rápido y agresivo; quinidina por vía oral con dosis de 10
gramos cada 2 horas hasta un máximo de 80 gramos/animal y comprobando cada 2
horas si la dosis administrada hasta el momento ha sido o no efectiva, mediante la
realización de un E.C.G. La quinidina tiene un escaso margen terapéutico y puede
alcanzar niveles tóxicos en sangre con cierta facilidad, además es un antiarrítmico con
elevado poder arritmogénico y siempre hay que considerar que existe una posibilidad
razonable de muerte súbita ocasionada por la terapéutica.
Esperar la evolución sin tratamiento es más arriesgado que instaurarlo a pesar de las
contraindicaciones y posibles riesgos del mismo. Cuando no hay respuesta a la
quinidina, la arritmia lleva mucho tiempo instaurada o se acompaña de síntomas de
I.C.C. la única posibilidad de tratamiento es la de I.C.C. con digitálicos, teniendo un
pronóstico en cuanto a la posible función posterior del caballo, muy sombrío.
La válvula más afectada es la mitral, seguida por la aórtica, finalmente la tricúspide, que
en casos de endocarditis bacterianas es una de las más frecuentemente afectadas.
Entre los cuadros infecciosos que pueden producir miocarditis tenemos tanto causas
bacterianas como víricas. Las bacterianas entran dentro de cuadros de septicemias
generalizadas que asientan, además de en el miocardio en otros puntos orgánicos. Las
infecciones víricas por influenza, arteritis viral o anemia infecciosa, también pueden
afectar al miocardio provocando síntomas adicionales a los habituales con I.C.C. más o
menos severa.
Los signos clínicos que encontramos son de lesión cardiaca grave con pérdida de
función importante: fiebre , presencia de soplos cardiacos en intensidad y localización
variable, taquicardias, arritmias cardiacas, intolerancia al ejercicio físico y signos de
I.C.C.
El trazado del E.C.G. se caracteriza por la disminución del voltaje de los complejos
QRS y la elevación del segmento ST por encima de la linea isoeléctrica, aunque en otras
ocasiones podemos encontrar un trazado electrocardiográfico completamente normal.
MEDICACIONES Y DOSIS :
Aminofilina
PO : 5-10 mg/kg/12 horas.
Atropina
20-40 mcg / kg como un bolo IV lento, puede repetirse si fuera necesario.
Clenbuterol
PO , IV : 0.8 mcg/kg/12 horas .
Digoxina
IV : 14 mcg/kg con dosis de mantenimiento de 3.5 mcg/kg/12 horas. El uso de la vía
inyectable intravenosa es más incómoda pero elimina la variabilidad excesiva que se
presenta en su absorción cuando se suministra por vía oral en caballos. Una buena
alternativa es la dosificación oral con una serie de controles sanguineos de niveles de
digoxina. Estos niveles plasmáticos de digoxina se sitúan en torno a 0.5 - 2.0 ng/mL.
Muchas técnicas analíticas usadas en laboratorios de medicina humana son válidas para
cualquier especie animal, otras son específicamente válidas solo para personas, este
punto debe aclararse previamente con el laboratorio que realice los análisis.
PO : 70 mcg/kg como dosis de inicio, seguida de 35-40 mcg/kg/12 horas como
mantenimiento. Es más difícil encontrar toxicidades severas pero sigue siendo adecuado
un control analítico periódico.
PO: Otros autores : 25-35 mcg/kg/12 horas, pero en adultos, se desconocen las dosis
más adecuadas en potros.
Dobutamina
Dosis C.R.I. : 3-10 mcg/kg/min.
Furosemida
Dosis baja : 0.3-0.6 mg/kg-IV.
Hipercaliemias
• Casos graves : Glucosa 5%, Fisiológico 0.9 %. IV
• Casos muy graves : añadir : 2 mEq / kg de bicarbonato sódico.
• Urgencias : 0.5 UI INSULINA REGULAR / kg + 2-4 gramos GLUCOSA / unidad de
insulina. IV.
Furosemida
Dosis IV : 50 - 100 mcg/kg como bolo IV lento. Podemos repetirlo si no conseguimos el
efecto deseado.
Propranolol
Dosis : 0.5 - 1 mg en bolos, lentos, IV hasta efecto (dosis aproximada de : 0.01 - 0.02
mg / kg).
No se conocen dosis en neonatos y hay que conseguir una buena monitorización de
función cardiovascular para evitar un shock cardiogénico de origen iatrogénico.
Quinidina, sulfato
PO: 10 gramos cada 2 horas por vía oral (22 mg/kg), hasta un máximo de 80
gramos/animal y comprobando cada 2 horas si la dosis administrada hasta el momento
ha sido o no efectiva, mediante la realización de un E.C.G. Es normal que no se
alcanzen niveles eficaces hasta haber suministrado 60 gramos IV : Gluconato : 0.5
mg/kg cada 10 minutos hasta un máximo de 5 mg/kg. No hay dosis recomendadas en
neonatos hasta el momento.
BIBLIOGRAFIA ADICIONAL:
ROSE, R.J., HODGSON, D.R. Manual of equine practice. Cardiovascular system; 170-
192. W.B. Saunders Co. Philadelphia. 1993.