Pablo Neruda-Eugene Ionesco

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Pablo Neruda

Hoy es la figura del escritor chileno Neftalí Ricardo Reyes (1904-1973), conocido como Pablo Neruda, quien ocupará
este espacio dedicad a la literatura dentro de nuestro blog La Guía 2000.

En cuanto a la biografía de este escritor ganador del premio Nobel de Literatura en 1971, podemos resaltar que conoció
de cerca, ya en su infancia, lo que es la injusticia social y la naturaleza impetuosa del lugar donde nació y creció. Fue un
aficionado precoz a la literatura, un carácter apasionado y vitalista, un hombre lleno de ganas de viajar, un verdadero
cosmopolita y un escritor comprometido con la política. Su estancia en España le proporciona un tiempo muy valioso al
lado de los poetas de la Generación del 27.

En relación a su obra poética, podemos dividir su trayectoria en cuatro etapas que muestran la evolución de su
poesía. Veamos:

Primera etapa: Poesía subjetivo-amorosa.

En un primer momento, Neruda cultivará un tipo de poesía donde triunfan los amores juveniles, llenos de
pasión, tristeza, etc. Son poemas sencillos, románticos y con cierta originalidad. A esta etapa pertenece la
conocida obra del poeta Veinte poemas de amor y una canción desesperada, publicada en 1924.

Segunda etapa: Poesía surrealista.

Después de esa primera etapa de tono romántico y subjetivo, el autor se sumerge en el surrealismo. Aquí
Neruda plasmará en sus poesías un sentimiento de enfrentamiento del hombre con la dura residencia en un
mundo feroz despojado de todo sentido mediante imágenes automáticas que provienen del inconsciente, con la
intuición apoderándose de la razón y el hermetismo envolviendo los versos de los poemas. A esta época
pertenece su obra Residencia en la tierra, compuesta entre los años 1933 y 1935.

Tercera etapa: Poesía comprometida.

En la tercera etapa de su trayectoria Neruda da un giro en su producción poética hacia la poesía impura,
comprometida con la sociedad y la política. En su obra Tercera residencia, del año 1938, encontramos una parte
llamada Con España en el corazón donde Neruda ofrece al lector una serie de poemas de tono apasionado y
partidistas sobre el tema de la guerra civil española. En 1950 llega la obra cumbre de este autor en este tipo de
poesía, se titula Canto general y es uno de sus libros más reconocidos. En él el poeta hace un canto al
continente americano donde aparecen los hombres, los paisajes, las tierras, etc. de todas las épocas. Aquí los
versos adquirirán un tono épico y unas veces tratarán temas políticos, otras doctrinales, etc.

Cuarta etapa: Poesía sencilla, directa y elemental.

Al final de su obra Neruda vuelve la mirada hacia las cosas cotidianas y sencillas. Sus versos se acortan, se
simplifican y muestran una actitud optimista ante la vida. En esta época destaca la obra Odas elementales,
escrita ya en el año 1957.

En este artículo hemos recogido los títulos más significativos de la obra nerudiana, pero está claro que esta es
mucho más extensa. Y aunque dentro de ella encontramos poemas de gran calidad junto a otros de menor
calado ,es innegable que Pablo Neruda constituye unas de las figuras más importantes de la poesía
hispanoamericana de todos los tiempos.
Eugène Ionesco
Nuestro nuevo artículo de hoy, al igual que el anterior, está dedicado a otro de importante figura de la literatura
francesa, el escritor y dramaturgo Eugène Ionesco, uno de los máximos representantes del denominado “Teatro
absurdo”.

Eugène Ionesco nació en la ciudad rumana de Slatina, el 26 de Noviembre de 1909. Nacería en el seno de un
matrimonio formado por Eugène Ionesco, abogado rumano, y Therese Zicard, de nacionalidad francesa.

Pasaría su infancia en la capital francesa, y a los once años volvería a Rumania tras el divorcio de sus padres.
Tras superar los estragos de la Primera Guerra Mundial, nuestro protagonista, tras realizar diferentes trabajos,
conseguiría cursar sus estudios de Literatura Francesa en la Universidad de Bucarest.

Tras finalizar sus estudios, Ionesco decidió emprender su carrera literaria, para ello, comenzaría a colaborar en
diferentes periódicos de la época, y a trabajar como maestro de francés en un instituto de la capital rumana para
poder iniciar su carrera como escritor.

En el año 1936 contraería matrimonio con Rudica Burileanu, y dos años más tarde decidió volver al país galo.
Una vez instalado en la capital francesa, Ionesco comenzaría a trabajar como traductor y daría un gran impulso
a su carrera literaria.

En el año 1950 se abriría las puertas del éxito con la obra teatral “La cantante calva”, una obra que se ha
convertido en una de las obras dramáticas más reconocidas y representadas de Francia, con representaciones
ininterrumpidas desde 1957, y que ha sido galardonada con premios como el Molière d’honeur.

Tras esta, escribiría otras exitosas e importantes obras como “La lección”, de 1950, “Las sillas”, de 1952,
“Amadeo o cómo salir del paso”, que vería la luz un año más tarde, “El salón del automóvil”, de ese mismo
año, “Víctimas del deber”, de 1954, “El nuevo inquilino”, de 1956, o “El rinoceronte”, una obra considerada
como una de las más importantes del anteriormente mencionado “teatro absurdo” con la que pondría fin a la
década de los años 50.

Las obras de Ionesco se caracterizan por su gran sentido del humor, a la vez que por la ridiculización del ser
humano, por el pesimismo generado por pensar que las personas son incapaces de comunicarse unas con las
otras. Este pesimismo compone la base del teatro absurdo.

Entre el resto de sus obras teatrales, destacan algunas como “La base”, de 1961, “El peatón del aire”, “El rey se
muere”, ambas de 1962, “El cuadro”, de 1963, “La sed y el hambre”, de 1964, o “El hombre de las maletas”, de
1975.

Además, también dedicaría parte de su tiempo a otros géneros literarios, escribiendo obras como la novela “El
solitario”, publicada en 1973, relatos infantiles como “Cuentos I”, de 1969, y “Cuentos II”, de 1970, o algún
ensayo como “Antídotos”, de 1977.

Entre los múltiples galardones que ha recibido, se encuentra el gran Premio de las letras de Mónaco, y el entrar
a formar parte como miembro de la Real Academia Francesa en 1970.

Eugène Ionesco falleció en París, el 28 de Marzo de 1994.


Eugène Ionesco
(Slatina, 1909 - París, 1994) Autor teatral francés de origen rumano que fue el creador y más distinguido
representante, junto con Samuel Beckett, del teatro del absurdo.

De padre rumano y madre francesa, su infancia transcurrió en París. Reclamado por su padre, regresó a los trece
años a Rumania, donde realizó estudios y trabajos diversos y permaneció hasta 1938, cuando regresó a París.
Inició su actividad periodística en diversos medios rumanos y provocó, en 1934, un fuerte escándalo por su
ataque sarcástico a los valores establecidos en la literatura rumana (T. Arghezi, I. Barbu, M. Eliade).

Aún volvió a su país tras declararse la Segunda Guerra Mundial, pero regresó a Francia (Marsella) en 1942 y
fue agregado cultural de Rumania en Vichy. Acabada la guerra y de nuevo en París, trabajó como corrector de
pruebas y traductor. En 1950 se representó su primera obra, El Juego, que pese a no ser un éxito le granjeó la
amistad de intelectuales como André Breton, Luis Buñuel, Mircea Eliade, Raymond Queneau y otros.

En 1970 fue elegido miembro de la Academie Francaise y obtuvo diversos premios literarios, que en adelante
serían frecuentes, como sería frenética también su actividad en defensa de sus convicciones intelectuales y
artísticas por toda Europa y América hasta el momento de su muerte.

La obra de Ionesco

Compuesto desde un trasfondo pesimista, el teatro del absurdo pretende poner de manifiesto la futilidad de la
existencia humana en un mundo impredecible, junto con la imposibilidad de verdadera comunicación entre las
personas; con todo, la obra de Ionesco no está exenta de humor y de sentido de la humanidad. Entre las técnicas
propias de su dramaturgia figuran el non sense (juegos verbales sin sentido o sin sentido aparente), la creación
de ambientes sofocantes y las situaciones carentes de lógica con el fin de resaltar el extrañamiento y la
alienación; en todo caso, su principio esencial es subvertir los procedimientos de transposición literal de la
realidad.

La producción teatral de Ionesco es muy amplia, y entre sus principales piezas se cuentan La cantante calva
(1950), una sátira fundada en la vida cotidiana; La lección (1950), acerca de un profesor que asesina a sus
alumnos; Las sillas (1952), donde los personajes hablan con seres que no existen; Amadeo o cómo salir del
paso (1953), una parábola contra el matrimonio, y El nuevo inquilino (1956).

El rinoceronte (1959) es seguramente su obra más conocida; en ella, ante la resistencia y el asombro del
protagonista, los habitantes de una villa se convierten en rinocerontes. Otras obras dramáticas suyas son La sed
y el hambre (1964) y El rey se muere (1962). Escribió también abundantes textos sobre teatro, libros de
memorias y una novela, El solitario (1974).

Ionesco fue uno de los dramaturgos más singulares e innovadores del siglo XX, de un humor mordaz y agudo,
que consiguió trasladar al medio escénico las técnicas expresivas procedentes del surrealismo. De ese modo
abrió nuevos caminos al teatro en una sociedad fragmentada y progresivamente dividida en compartimentos
estancos, caminos que han sido seguidos por otros autores. Sus aportaciones a lo largo de medio siglo son
transcendentales, aunque aún no sean apreciadas en su justa medida.
La cantante calva de Ionesco
Los autores teatrales Eugene Ionesco, Samuel Beckett y Arthur Adamov desde la mitad del siglo XX iban a
crear una serie de obras destinadas a suponer toda una revolución para la historia del teatro. Ellos crearon lo que
se llamó Nouveau Théâtre o Nuevo Teatro, una corriente que principalmente hay que entender como el rechazo
a todas las normas que eran vigentes en ese momento y una crítica a los autores más influyentes de la época.

Por ejemplo su actitud era de rechazo total al teatro psicológico y filosófico. Estaban en contra de las
parodias que hacia el teatro antiguo el venerado Cocteau. También se enfrentaron a las obras tan profundas y
con tanto mensaje de autores como Jean Paul Sartre o Albert Camus. O se burlaban del amaneramiento verbal
de Giraudoux.

Ellos querían un teatro más literal y completamente alejado de cuestiones metafísicas y filosóficas, y por
supuesto que no fuera la propaganda ni la inspiración para ninguna ideología.

Cada uno de los tres autores que hemos citado estaban a favor de todas estas cuestiones, y cada uno las abordó
con su propios métodos. Y en el caso del autor de origen rumano Eugéne Ionesco (1912 – 1994) lo llevó a cabo
desde su primera obra, que también es una de las más famosas: La cantante calva, estrenada en 1950 y que
desde entonces ha sido representado en multitud de ocasiones.

Y es que La cantante calva es una de las mejores obras que plasman la idea del Teatro del absurdo. En ella
desarrolla algunas características identitarias de esta corriente teatral. Por ejemplo, recurre a diálogos
totalmente inconexos, realmente absurdos, y además son unos diálogos de una simplicidad formal
absoluta, y también simples de pensamiento. Alejándonse así de cualquier recuerdo de los personajes sesudos
y que invitan a la reflexión en el teatro más psicológico.

Esos mismos diálogos sin conexión alguna tienen desde luego una carga cómica en muchas ocasiones, pero
además son capaces de generar una atmósfera en la representación de aislamiento, ya que todos los personajes
están físicamente muy cercanos entre sí, pero con esa forma de hablar es imposible cualquier comunicación
efectiva entre ellos. Son personajes incomprendidos, pero al mismo tiempo incomprensibles.

De hecho ese sería el tema principal de la obra, ver como la mala comunicación solo acaba trayendo problemas.
En definitiva, que de alguna forma el gran protagonista de La cantante calva es el propio lenguaje. Y por
ello, esta primera obra de Ionesco en ocasiones se ha considerado un enorme ejercicio teatral. De hecho, el
propio autor la subtítulo como “antipieza” debido a su carácter rompedor con la tradición. Pero ignoraba que
precisamente esta pieza iba a ser una de las más representadas durante la segunda mitad del siglo XX.
Teatro del absurdo
El teatro del absurdo es un subgénero teatral que se aplica a un conjunto de obras generalmente localizadas
entre los años 1940 y 1960, si bien la etiqueta también se aplica a todas las obras teatrales posteriores a este
período que heredaron el mismo estilo teatral.

El término «absurdo» se aplica por la aparente carencia de significado de este tipo de obras, por sus repetitivos
y inconexos diálogos, y por su falta de argumentación dramática y estructura secuencial. El teatro del absurdo
busca en efecto todos estos rasgos, y crea a través de ellos una especia de atmósfera onírica a través de la cual
trascender la estructura literaria clásica, sin ello abandonar sus objetivos y sus metas. De hecho, el teatro del
absurdo suele estar cargado de una fuerte crítica hacia la sociedad, e imbuido de los principales rasgos del
existencialismo.

El término propiamente dicho fue acuñado por el crítico literario Martin Esslin, quien se refirió a él como «la
aplicación dramática, en términos absurdos, de los principios del existencialismo». En efecto, el teatro del
absurdo tiene una relación directa con la filosofía y con un cierto pesimismo epistemológico. En palabras de
otro de los representantes del género -si bien no en su vertiente dramática-, Albert Camus, «si el universo no
puede ser completamente explicado en términos racionales, entonces hemos de resignarnos y admitir
honestamente que el universo es absurdo».

Así, los representantes del género se convierten en investigadores de un nuevo orden perceptivo en el cual el
lenguaje, el arte, la libertad y la justicia no son más que unos torpes y limitados instrumentos para aproximarse
una realidad decepcionante.

El género es propio exclusivamente del siglo XX. Surge como respuesta a la búsqueda de algunos autores de
reflejar un universo inexplicable y la ansiedad que ello produce. Para lograrlo, estos autores recurrieron a la
metáfora poética, a lo dudoso y a lo salvaje, renunciando cada vez más a la realidad objetiva en favor de la
fantasía, el sueño y la pesadilla.

Los autores más representativos -y en cierto modo pioneros- del movimiento del absurdo escribieron sus
principales obras a mediados del siglo XX. Entre ellos hay que citar a René Marques, Alfred Jarry, Virgilio
Piñera, Alfred Jarry, Eugène Ionesco, Jean Genet, Samuel Beckett, Arthurd Adamov, Tom Stoppard, Harold
Pinter y Slamowir Mzrozek.

Samuel Beckett y Eugène Ionesco se han convertido con el tiempo en los representantes más conocidos del
género. La obra más importante de Beckett, i; y la de Ionesco, El rinoceronte, se consideran como los dos
referentes canónicos del teatro del absurdo.

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