LOS LIMITES DE LAS FRONTERAS - v2
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Ahora bien, ¿dónde está el límite del sonido que nunca llega a extinguirse y
convertirse en silencio? ¿y los límites de lo previsible y lo imprevisible? No tengo respuesta
para estas preguntas pero tampoco la busco pues, mi búsqueda va un poco más allá. Si no
encuentro el silencio tal vez es porque no lo busco, pero puedo llegar a él en un solo corte
imprevisible de un sonido que acerca ese límite moviendo las fronteras de manera abrupta.
Cuando a una música le incorporamos sonidos propios de la vida como el aliento, la
respiración, la distorsión del sonido, el ruido del arco en la cuerda o el entrechocar de las
piedras de mármol, es como si realizásemos una inmersión dentro del átomo del sonido.
Hemos incorporado diversos sonidos que hasta ese momento no existían, se han ampliado
unas fronteras. No las estamos saltando o rompiendo los límites, sino allanando el camino
para un nuevo fluir de sonidos y formas musicales que intentan convertir la anti-retorica
musical en una retorica normalizada, el no-lenguaje en lenguaje de forma tal que se abran
otros caminos a una nueva anti-retórica. ¿Estamos entonces ante un movimiento o ampliación
de las fronteras más que ante una disolución de las mismas?
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LOS LÍMITES DE LAS FRONTERAS
Juan Cruz Guevara
En el mundo de la música, acceder a las fronteras nos permite volar por los sonidos de
la imaginación como resultado de nuevas asociaciones sonoras. Es como habitar lo
deshabitado, asentarse en tierras movedizas o poder crear nuevos instrumentos y sonoridades
a partir del instrumental sinfónico. Las barreras más difíciles de saltar para cualquier artista
son las barreras preestablecidas en la mente de cualquier persona que observa ese arte.
La necesidad que tiene el artista de ir más allá de los límites debe estar dentro de sí
mismo y no creo que esta ruptura deba convertirse en una manera de luchar contra lo
establecido, porque las luchas se acaban, o cansan o hay ganadores y perdedores, pero la
búsqueda interior es infinita. La lucha debe ser una respuesta a la necesidad del artista de
buscar constantemente la ampliación de límites y fronteras que acercan el arte a todos
aquellos que pueden observarlo o apreciarlo.
Los pasos para moverse hacia los límites no tienen por qué ser firmes, pueden ser
espacios móviles que rompen o flexibilizan su fijeza. En la música la aleatoriedad controlada
permite ser más libre al músico e imprimirle su carácter a la obra, este carácter aleatorio se
refleja de manera distinta en cada uno de los músicos. Unos se mueven de una manera más
rígida en la línea divisoria o frontera y otros se mueven de manera aleatoria por la misma, lo
cual confiere un carácter ambiguo y variable a la música.
Otra de las variables para experimentar en torno al límite es trabajar con la intensidad
que es un valor preponderante en el arte. La intensidad admite gradación: puede ir desde el
roce más leve a la incisión más profunda que puede abrir un mundo totalmente desconocido.
Estas gradaciones de intensidad junto al desarrollo de los objetos sonoros que manejo, me
acercan más al trabajo de un artesano, quien de manera tranquila y pausada esculpe sus
objetos al detalle. El modo de trabajar estos elementos (intensidad, objetos sonoros, etcétera)
y su ubicación en la composición, nos permite abarcar perspectivas visuales más amplias que
permitan ver la obra como un bloque de piedra en el que hemos ido esculpiendo su forma, su
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Juan Cruz Guevara
color o su textura, que en muchos casos parecían estar ya allí. El trabajo del artista es quitar
aquello que sobra para poder disfrutar de su composición. Se establece entonces una relación
intrínseca e íntima entre el artista y su obra que le permite disfrutar de ese momento único que
es el de la creación: un momento puro de alumbrar aquello que imaginas, que piensas o
sientes.
Así, las notas pueden ser consideradas intermediarias entre un fondo conceptual (la
idea) y un primer plano físico (la partitura), en la que se intenta que cada nota sea un objeto de
sonido, que tenga su propia esencia y pureza en la que poder adentrarse. En algún momento,
este tipo de sonidos podrían resultar feos o grotescos, pero no son sino otra manera de
expresarse porque ¿quién está capacitado para dirimir entre la fealdad y la belleza? Sin
embargo sí existen personas preparadas para apreciar el equilibrio, la coherencia o la maestría
realización de un trabajo.
Vetafóno, un instrumento de percusión y que consta de nueve piezas de mármol1 de diferentes
tamaños y alturas. Para mí su sonido abre muchos caminos siendo el mayor de ellos el
acercamiento a culturas más primitivas que tienden puentes hacia nuestros ancestros. No se
pretende crear un instrumento para su comercialización y ni siquiera para que pueda ser
contemplado como instrumento, sino como búsqueda de un sonido primario: la percusión en
la piedra de una manera ordenada pero no estricta en sus medidas. El Vetáfono es un
acercamiento a ese límite de nuestra historia que nos lleva a los orígenes primeros del
hombre, al contacto con la piedra y el choque entre piedras. A pesar de la “brusquedad” del
instrumento también se obtiene -por medio de las asociaciones sonoras sugeridas en cada
momento- un sonido aterciopelado de las piezas que conforman Vetáfono.
Aunque en algunos casos pudiera parecerlo, en mi música no hay una ruptura con la
tradición musical, pero tampoco considero que sea una lógica continuidad. Así por ejemplo,
en obras como Taracea, la ruptura y la atemporalidad parecen ser los puntos de referencia,
mientras que en Teponaztli el trabajo de los pequeños elementos engarzados en la tradición
nos lleva a otra sonoridad diferente. En esta última obra, la saturación sonora y la búsqueda de
ruptura total del sonido son antagónicas con algunos momentos al límite de la percepción
musical que comparecen en el segundo movimiento de Taracea. En ella, hay un trabajo de
composición doble que se mueve en una plantilla orquestal casi idéntica y que se traduce en
una doble labor también por parte del oyente: de un lado, su esfuerzo para poder apreciar un
sonido al límite de la percepción, y por otro, una compresión que solo se alcanza al final, con
la superposición de los elementos de la composición.
En ningún momento he pensado revisar mis obras para insertar nuevas ideas en piezas
anteriores, ni tampoco considero que cada obra mejore la anterior, ya que casi nunca me baso
en las previas porque responden a diferentes planteamientos. Es decir, son diferentes caminos
y diferentes resultados puesto que responden a mis preguntas de cada momento.
como artista se imponga. Para él existe el derecho de ir cambiando esos límites y de moverse
dentro de la honestidad y de la sinceridad consigo mismo, que le impiden ser esclavo de su
propio estilo y límites. Si consideramos el arte como una expresión de libertad, de capacidad y
-por supuesto- de suerte, de poder expresar algo que sentimos como lo sentimos en cada
ocasión, ¿podría un artista crear siempre en un único estilo y con muy pocas variantes? ¿No se
estará convirtiendo entonces en esclavo de su propio estilo?
Extracto del inicio de Luce Gettata, para Violín, Vilonchelo y Piano de Juan Cruz-Guevara
LOS LÍMITES DE LAS FRONTERAS
Juan Cruz Guevara
Extracto del inicio de la obra para órgano Neshamah, de Juan Cruz Guevara,
galardonada con el premio Cristóbal Halffter en el año 2010