Olga Avila. Re-Invenciones de Lo Escolar
Olga Avila. Re-Invenciones de Lo Escolar
Olga Avila. Re-Invenciones de Lo Escolar
Introducción
Paisaje 1
En un barrio populoso de una ciudad del noreste argentino, una
escuela atrae la atención de los chicos. En el tiempo en que la conocimos la
llamaban «la escuela de la granja». En el barrio, las familias se han ido
aglutinando en busca de mejores condiciones de vida; la mayoría son de origen
rural y muchos de los abuelos y padres se comunican en guaraní sin que
existan redes étnicas articuladas comunitariamente. Se trata de una población
heterogénea, en la que el 85% se encuentra por debajo de la línea de pobreza.
Los padres «se van tempranito a vender sus cositas y se ocupan más de los
más chiquitos, los más grandecitos los dejan solos, andan por ahí todo el día,
mucho en la calle».
Las horas de clase se combinan con el trabajo en una «granja avícola
escolar». En el terreno disponible se armaron gallineros, y grupos de alumnos
organizados por sus docentes se turnan para atenderlos. A los chicos les gusta
el trato y el cuidado de animales, como también poder llevar huevos a sus
casas de vez en cuando. Todo se ha hecho con el trabajo de los docentes y el
esfuerzo de recaudación, que incluyen desde los beneficios organizados por la
escuela hasta la presentación a concursos para su financiamiento por
fundaciones.
Tiempos de recreos ocupados en los corrales, encuentros de trabajo
los fines de semana, cruce de saberes entre la crianza casera y los instructivos
de las incubadoras, curiosidad por la vida de los pollitos en criadero, tarea de
limpieza compartida con los maestros después de hora, chicos de distintos
grados conformando grupos y armando agendas de actividades. La historia, los
saberes y las ganas de los maestros ocupan un lugar significativo en la puesta
en marcha de la granja.
Nuevamente, el paisaje social y cultural atravesando las formas
institucionales sin disolverlas, más bien apoyándose en ellas para robustecer la
otredad e investirla de significados escolares. Lejos de diluirlas, las fortalece
complejizando sus tramas.
Una gramática atravesada por los contextos y modulada por los
sentidos locales es la primera observación que nos permite romper con las
figuras estáticas de lo escolar y comprender las tramas en las que es posible
que aniden otras formas.
Paisaje 2
Paisaje 3
Reflexiones y aperturas
Sosteníamos al comienzo de estas páginas que transgredir el pensar
en torno a lo escolar nos exige construir visibilidad acerca de aquellos procesos
que lo desbordan, poniendo en cuestión imaginarios clausurados, con una
atención –al decir de Michel De Certeau– lista para la sorpresa
y abierta a las credibilidades nacientes, tan frágiles como
fundamentales en la vida social. En estos intersticios es posible la invención de
nuevas formas que, ancladas en la solidez de lo instituido, se muestren
capaces de hacer lugar al sujeto –a los niños y a los jóvenes–, acogiendo su
experiencia
para ponerla en diálogo con la de las generaciones precedentes.
Como formación social y cultural, la escuela no permanece estática; los
procesos de construcción social modulan las formas y los contenidos de la
experiencia escolar permitiendo reinvenciones cotidianas. Estas modulaciones
se encuentran tensionadas por factores de diverso signo, tanto la experiencia
vital de los niños y los jóvenes que albergan los establecimientos como la
heterogeneidad y fragmentación creciente en el campo social y escolar
atraviesan dichos procesos. Señala Castoriadis que en la trama de lo histórico
social anida el potencial de la imaginación, cualidad de lo humano capaz de
producir sentidos instituyentes aun en el seno de las condiciones que atrapan a
las instituciones y sus procesos.
En este marco, importa también no dejar en la penumbra las
fragilidades: las escuelas y los maestros con sus iniciativas transitan en
condiciones precarias por experiencias escasamente institucionalizadas; sin
embargo, su huella instala una diferencia en la estabilidad de las formas
y cuestiona los lugares simbólicos construidos y cristalizados en los
procesos escolares. Se impone, entonces, el desafío de profundizar la
exploración de estos procesos emergentes e interrogar a la institución, sus
sentidos y sus formas instituidas para trabajar en el fortalecimiento de sus
cauces instituyentes.
El desarrollo de formas novedosas requiere el reconocimiento de lo
escolar en sus variedades socialmente producidas, sus tensiones, límites y
potencialidades, así como la voluntad política de garantizar desde el Estado
mejores condiciones para desplegarlas.
Notas
Bibliografía
O lg a S i l vi a A vi l a
( Lic. en Cs. de la Educación. Magíster en Investigación Educativa con
Mención Socio Antropológica. Prof. Adjunta en la Cátedra de Análisis
Institucional de la Educación, Escuela de Cs. de la Educación. Investigadora en
el Centro de Investigaciones «María Saleme de Burnichón», Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. )