La Organización Negra
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Intervención urbana y teatro de alturas (La Organización Negra, De la Guarda con Villa,
villa, Fuerzabruta y el desfile del bicentenario).
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Historia de la Cultura y del Teatro Argentinos II Alicia Romero de Cutropia
Ese mismo año realizan La procesión papal (1985), un desplazamiento por la calle Florida
con un vestuario de estilo punk posnuclear, con dos paradas para efectos de pirotecnia y
arremetimientos sobre el público, y huida súbita final de los performers. Al finalizar el año
presentan La Negra Diciembre(1985) en un espacio parateatral, su primera creación para
un ámbito cerrado.
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En la Primera Bienal de Arte Joven (Centro Cultural de la Ciudad, 1989), tres fotógrafos son
seleccionados con imágenes de U.O.R.C. y La tirolesa. En abril de ese año empiezan a
preparar su próximo espectáculo, La tirolesa/Obelisco (1989), realizado en diciembre, que
incluye descensos y coreografías sobre el obelisco porteño y sobre estructuras
mecanotubulares creadas especialmente, a sesenta metros de altura. A las dos funciones
nocturnas del evento asisten más de treinta mil personas.
En 1992 estrenan Almas examinadas en la Sala Casacuberta del Teatro General San Martín
y realizan una extensa gira por Europa, que incluye presentaciones en Copenhague,
Colonia, Bremen, Hamburgo y Nantes.
Visitar:
Grupo Organización Negra - CVAA
Bibliografía:
González, María Laura. La ciudad como escenario, según La Organización Negra, en:
Revista LIS Letra Imagen Sonido Ciudad Mediatizada Año 3, Nº5. 2010, Bs. As. UBACYT
UBA
Lucena, Daniela (06 de diciembre de 2012). «Teatro de guerrilla: La Organización Negra
durante los años de la posdictadura argentina». Cuadernos de H Ideas, vol. 6, nº
6. ISSN 2313-9048.
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La obra Villa-Villa nació en 1995, en el Centro Cultural Recoleta, pero luego, cuando el
grupo creció e incursionó en otros países, el show adquirió una estructura estrictamente
guionada para ser transmitida a los actores de las diferentes compañías. Si bien el eje
estético del grupo sigue siendo la utilización del espacio aéreo y la acrobacia, procuran
encuadrar el movimiento dentro de las necesidades de la acción teatral.
Creado y dirigido por Pichón Baldinu y Diqui James, con música original de Gaby
Kerpel, Villa-villa tiene lugar en una gran carpa de 17 metros de altura con capacidad para
900 personas.
Los 12 artistas vuelan por encima de las cabezas de los espectadores, mientras ocupan
todo el espacio de la carpa. El público permanece de pie durante toda la actuación, que
tiene una duración de 70 minutos.
En Villa-villa no hay diálogo, los artistas ofrecen una actuación moderna y dinámica que
estimula los sentidos e involucra al espectador, que en ocasiones debe buscar la
procedencia de distintos estímulos por toda la carpa. Dos artistas malabaristas corren al
ritmo de la música sobre una lona blanca colgada de una de las paredes y sujeta por un
arnés.
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El resto de la carpa es un montaje de estructuras metálicas que recorren los artistas desde
arriba y desde los laterales, siempre en movimiento, en imágenes aéreas.
El montaje mantuvo durante seis temporadas agotadas las localidades en el Daryl Roth
Theatre de Nueva York, donde fue visto por un millón de espectadores. La conocida guía
de espectáculos Time Out lo calificó como "una inolvidable mezcla de teatro-danza-rave".
El espectáculo, de carácter interactivo, fue creado en 1995 -"con pocos recursos y mucho
trabajo"- por parte de De la Guarda, que tomó su título de los asentamientos más pobres
de Argentina, denominados villas.
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El resultado fue la creación del espectáculo De la Guarda. Periodo Villa-villa en 1995, que
ha recorrido 20 países, y ha sido visto por tres millones de espectadores, según indica la
nota.
https://www.youtube.com/watch?v=mDgF9ep2Vus
https://www.youtube.com/watch?v=nuTPzit17S8&list=PLXlHltAVUR0df9jmvegTF9pO76iM
7CyC2
https://www.youtube.com/watch?v=8yiinCpX6Gs&list=PLXlHltAVUR0df9jmvegTF9pO76i
M7CyC2&index=3
https://www.youtube.com/watch?v=m-
2bfKqIBNw&list=PLXlHltAVUR0df9jmvegTF9pO76iM7CyC2&index=4
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espectáculo realizado en la Avenida 9 de Julio. James había quedado conmovido con ese
show callejero. Y para el debut europeo de Fuerza Bruta, en la ciudad de Lisboa, invitó al
director de la compañía gala, Jean Luc Courcoult. “Estuvo dos o tres días con nosotros y
nos tiró muchas ideas, hizo una crítica muy enriquecedora de nuestro espectáculo”,
relatan.
Con la Organización Negra, D’ Aquila, James, y compañía habían hecho La Tirolesa, con el
que escalaron y se arrojaron desde el Obelisco en diciembre de 1989. Tiempo más tarde,
realizaron el show Doma en el Velódromo municipal, que si bien no era callejero se
desarrollaba en un espacio abierto y tenía características de masividad.
“El teatro callejero era la materia pendiente para Fuerza Bruta. Es la expresión máxima de
lo que significa nuestro arte. Y lo que más nos gustaba. Pero nunca habíamos encontrado
el lugar que queríamos. La propuesta del gobierno nacional era ideal. Sentimos que era el
momento”, dice D´Aquila, quien recuerda que habían planificado un show para la
inauguración de la nueva cancha de Independiente, que no pudo realizarse por cuestiones
presupuestarias.
CONSTRUCCIÓN PARTICIPATIVA
Aprobada la idea de hacer un desfile callejero, llegó el momento de comenzar a definir los
contenidos que iba a tener cada una de las escenas. Desde Fuerza Bruta requirieron el
asesoramiento del historiador Felipe Pigna. La lista de los sucesos y conceptos que se
querían desarrollar superó las cuarenta escenas.
Poco a poco, quedaron fuera del listado muchas batallas, algunas de ellas emblemáticas
como el combate de San Lorenzo. Se privilegiaron el Éxodo Jujeño y el Cruce de los Andes.
“El éxodo tenía un componente épico y popular muy fuerte. Y del Cruce de la Cordillera
nos interesó marcar ciertos detalles, como la participación de soldados negros”, explica.
También se descartaron algunos símbolos fuertes de la identidad argentina, como la
pasión por el fútbol. El equipo creativo consideró que es algo que se vive de forma
cotidiana y no era necesario hacer hincapié sobre su carácter icónico.
Pigna no sólo los asesoró en la elección de los acontecimientos históricos. También les
proporcionó contactos con institutos y organizaciones vinculados a cada uno de los
procesos que iban a ser representados. Para la escena sobre la inmigración, por ejemplo,
se conectaron con las distintas colectividades que arribaron a la Argentina. “Queríamos
mostrar todas las oleadas inmigratorias que hubo. Demarcamos aquellas que vinieron en
barco y las que vinieron por tierra, como las personas de los países de la comunidad
andina. Y en este último caso, armamos un desfile de la comunidad boliviana, que vinieron
con sus propios vestuarios. También una colectividad taiwanesa presentó sus tradiciones
populares”, cuenta D’Aquila.
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El proyecto fue sumando esfuerzos colectivos. El Ejército puso a disposición una flota de
camiones. Se convocó al Ballet Folklórico Nacional y agrupaciones de tango. En la escena
sobre la guerra de Malvinas, desfilaron ex combatientes reales junto a algunos artistas.
Para el Cruce de los Andes, participaron granaderos y actores que interpretaban a los
soldados negros. El productor sintetiza: “De alguna forma se fue tratando de incluir a
todos, no sólo para que participen sino también para que acerquen información precisa
sobre cada hecho representado”.
En cada uno de sus espectáculos, Fuerza Bruta promueve la participación activa de los
espectadores. El grupo apela de forma directa a los sentidos del público: hay que bailar,
mojarse, interactuar con los personajes. ¿Cómo trasladar ese concepto a una presentación
masiva, callejera y en movimiento?, fue la pregunta que se hicieron.
“Era muy difícil trasponer el tipo de interacción que nosotros le proponemos al público,
porque la gente no se iba a poder meter en el medio del desfile. La idea era transmitir la
emoción que representaba formar parte de un hecho histórico como la celebración del
Bicentenario”, sostiene D’ Aquila.
Por su experiencia, podían calcular cómo la gente reaccionaría ante determinados
“efectos especiales” de la puesta en escena. El fuego que incendiaba a la Constitución
Nacional en la escena que representaba la última dictadura militar era un procedimiento
que ya habían trabajado en Doma, donde la gente siempre arengaba y disfrutaba
mojándose cuando el agua apagaba el incendio.
Los 2.000 actores que participaron tenían una indicación precisa: debían interpelar al
público, invitarlo a ser partícipe del acontecimiento. En la escena sobre la industria
nacional, con el auto Siam Di Tella y las heladeras sobre un carromato enorme, los actores
simulaban trabajar de cara al público. En el cuadro sobre los movimientos políticos
surgidos a finales del siglo XIX y principios del XX, no sólo se reprodujeron pancartas con
las consignas reales: cada agrupación tenía su propio panfleto y lo repartía entre el
público.
Las dos artistas que representaban a la República Argentina también interactuaban con
los espectadores. “Vimos muchas chicas para que interpretaran la Argentina. Pero tenían
que tener una preparación física importante, porque debían pasar mucho tiempo
colgadas. Después de que las elegimos y empezamos a trabajar juntos, nos enteramos que
una de ellas, Josefina, tenía un abuelo de origen wichi. Fue algo casual, pero era justo lo
que buscamos. Y ella tenía una potencia tremenda para hacer ese papel”, revela D’ Aquila.
La primera etapa del trabajo consistió en la generación de ideas y en la definición de los
contenidos. Se proyectaron los grandes carromatos, se hicieron planos donde se disponía
que algunas carrozas tendrían 30 metros de largo, se planificó cómo iba a ser la movilidad
de cada escena. Buscaban que las carrozas tuvieran una altura superior a los dos metros,
para que pudieran ser vistas por la gente que no estuviera cercana a las vallas.
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En febrero se instalaron las oficinas de producción en el Pabellón Delta del Espacio para la
Memoria (la ex Esma). Se comenzaron a armar las escenas y se probaron algunas ideas. A
fines de marzo se sumó el espacio del astillero Tandanor. Ahí se desarrollaron las puestas
más grandes, que incluían camiones y grúas.
D’ Aquila recuerda: “Cuando vimos la burbuja de futuro en funcionamiento, nos dimos
cuenta de que la cosa se estaba poniendo interesante. Después, cuando nos dieron el
astillero y armamos la primera escena, que era la referida a la industria nacional,
entendimos que estábamos haciendo algo realmente grande. Hay una diferencia enorme
entre dibujar algo en un plano y después verlo no sólo plasmado, ¡sino también en
circulación!”.
Apostaban a una estética posindustrial. No se trataba tanto de exhibir un gran desarrollo
tecnológico como de poner de manifiesto esa “maravillización” que despierta la
tecnología desde el siglo XIX. Era, en cierta forma, una combinación del carácter popular
de los desfiles carnavalescos con la estética retrofuturista cercana al cine de Terry Gilliam
(el director de Brazil, Las aventuras del Barón Munchausen y la reciente El imaginario
mundo del Doctor Parnassus).
EL FACTOR SORPRESA
Los responsables de la Unidad Bicentenario les habían pedido a los miembros de Fuerza
Bruta de que no brindaran demasiados detalles a la prensa sobre lo que estaban gestando.
El 19 de marzo la agrupación estrenó el espectáculo que actualmente está en cartelera en
la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta. Con el proyecto ya en pleno desarrollo, no
hablaron con los medios sobre el desfile del Bicentenario.
Mientras los medios masivos acentuaban las quejas por los retrasos en el tránsito que
implicaban los cortes en la 9 de Julio, en la noche del viernes 21 de mayo se realizó el
traslado de las escenas hacia el centro de la ciudad. Se armaron dos obradores en los
laterales de la Plaza de Mayo y otro sobre Diagonal Sur. Para poder trabajar tranquilos, se
tapiaron los obradores hasta dos metros de altura. Ahí, en la Plaza, se terminó de montar,
de probar, de ensayar cada escena. Los transeúntes no terminaban de entender qué se
gestaba detrás de las lonas.
D’ Aquila considera que “el factor sorpresa jugó un rol fundamental en la explosión que
provocó en el público. Todos participaron con un desconocimiento casi absoluto sobre las
características del espectáculo. Si se hubiera mostrado el proceso, como estábamos
trabajando en el astillero y se presumían las dimensiones, ese asombro que desató quizá
no hubiera sido tan grande”.
La tarde del lunes 24, mientras se terminaban de armar las escenas en los obradores, D’
Aquila salió a caminar la ruta que iba a hacer el desfile sobre Diagonal Norte y la 9 de Julio.
Quería determinar los puntos en los que se iba a encender el fuego en el cuadro sobre el
último golpe de Estado. No quería que hubiera árboles cercanos. Hizo la caminata con un
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cronómetro, respetando el supuesto ritmo que iban a seguir los camiones. Comenzó a
percibir que era muy difícil caminar el trayecto, ya en ese momento había muchísima
gente. Sin embargo, no podía internalizar la dimensión de lo que realmente ocurría en los
festejos del Bicentenario, porque estaba concentrado en los pormenores de su trabajo.
Sentía que había muchas cosas en juego en relación a la seguridad y a la sincronización del
desfile.
El 25 de Mayo el público comenzó a congregarse en el trayecto del desfile. Se sumaban y
sumaban, hasta alcanzar los dos millones de espectadores. D’ Aquila iba y venía entre las
distintas carrozas, pero prestaba especial atención a lo que ocurría en la escena en la que
el fuego encendía la Constitución Nacional, porque era un efecto que ya había coordinado
en Doma. La escena estaba compuesta por cinco camiones. Un semirremolque llevaba 80
garrafas de 50 kilos cada uno. Cinco personas levantaban a pie la manguera que
transportaba el gas que, por cuestiones de seguridad, no podía tocar el piso. Otro
semirremolque tenía un camión de bomberos arriba con un tanque de diez mil litros de
agua y una grúa. Dos camiones transportaban las luces y otro el agua.
Por la cantidad de gente, el desfile no marchaba a la velocidad que habían previsto. Uno
de los choferes, a la altura del Obelisco, empezó a decir que sí o sí tenía que andar en
primera a un ritmo parejo, porque si no iba a quemar el embrague. Si se quedaba el
camión, no había forma de sacarlo, porque no quedaban calles periféricas liberadas de
gente.
“Sentíamos que la reacción de la gente era muy buena. Estaban esperando desde las
cuatro de la tarde y no se hacían grandes dramas. Pero no podíamos tener una dimensión
de lo que pasaba. Ni siquiera esa noche pudimos entender qué había sucedido”, dice D’
Aquila.
POR LAS PROVINCIAS
En la actualidad, Fuerza Bruta está presentando cuatro espectáculos paralelos, en Buenos
Aires, México DF, Nueva York y Chicago. En el galpón taller de la compañía, un grupo de
técnicos desarma algunas de las estructuras utilizadas en el desfile. D’ Aquila indica
algunos detalles, explica a qué escena correspondieron algunas de las maquinarias,
muestra los bocetos de las carrozas. Y se dispone a la hora del balance.
Una semana más tarde, ¿qué análisis hacen del espectáculo?
Las sensaciones son muchas y todas positivas. La primera impresión es ¡lo logramos! Fue
un trabajo en equipo y estuvo muchísima gente involucrada. Cada escena era un mundo,
tenía su propio productor, su stage manager, sus operadores de luces y sonido. Fue como
si montáramos diecinueve Domas simultáneos y en movimiento. Fue algo muy
enriquecedor. Nos dimos cuenta de que cuando hay una buena propuesta, las cosas salen.
Y que si nos juntamos, salen mejor. Así que resulta muy esperanzador.
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¿Qué lectura política hacen de lo que ocurrió durante los festejos del Bicentenario?
Fue un acontecimiento que sirvió para unirnos. Estaría bueno tomar partido de esto y
comenzar a marcar en qué cosas sí coincidimos. Porque en este evento coincidió mucha
gente, con su deseo de mayor participación. Y me parece interesante destacar el hecho de
que se haya elegido a nuestro grupo, que es teatro experimental, de acción. Fue la
elección de algo no tradicional para representar algo tradicional. Esa comunión fue muy
productiva.
¿Cuál es el futuro del espectáculo que montaron?
La Secretaría de Cultura expresó su deseo de llevarlo a las provincias. Y nosotros estamos
muy interesados en que eso suceda. Entiendo las dificultades que puede haber, la logística
tal vez va a ser complicada, pero no va a ser más difícil que haber organizado el
espectáculo para el 25 de Mayo. Creo que volvería a ser una experiencia que nos unifique
más. Si bien lo pudieron ver por televisión en todo el país, puede llegar a ser una movida
muy interesante compartir con las provincias lo que sucedió en Buenos Aires.
¿Cómo impacta este acontecimiento en el futuro de Fuerza Bruta?
Nos propone un juego nuevo, porque se vio en toda Sudamérica; y, en menor medida, las
imágenes también llegaron al resto del mundo. Así que se nos abre una puerta para
mostrarnos de forma masiva y para que podamos hacer más espectáculos de esta escala.
Ahora tenemos la confianza de que podemos hacer algo de grandes dimensiones. ¡Si nos
convocan para los Juego Olímpicos de Londres, no vamos a arrugar! Es un pulmotor que
nos inyectaron para seguir pensando y generando cosas.
Parte 1: https://www.youtube.com/watch?v=0mHwZXoYM6I
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Parte 2: https://www.youtube.com/watch?v=WxJhMI3NUMo
Final: https://www.youtube.com/watch?v=Ck1-2tHAUXA
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