La Familia Primera Escuela en Valores

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UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

CENTRO REGIONAL UNIVERSITARIO DE AZUERO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

PROYECTOS SOCIO EDUCATIVOS


Profesora: ARGELIA SÁEZ
ESTUDIANTE: Fernando Pineda 9-744-1152
28 de mayo de 2020.

LA FAMILIA PRIMERA ESCUELA EN VALORES.

1. La familia, primera escuela de valores

Nunca habrá palabras para expresar lo definitiva que es la familia como medio para formar en los
valores al individuo humano. En la familia hay oportunidad como en ningún otro lugar, para que el
individuo se sienta en su mundo valorativo, allí se dan cercanos, propios y personales,
sentimientos tan vitales como el amor, la amistad, la dignidad, la libertad, el ideal, la alegría, la
solidaridad, el dolor, etc., es decir en la familia se inicia la vivencia de ese mundo cuya estima está
reservada con exclusividad al ser humano. Es allí donde, en términos de normalidad, se pueden y
se deben vivenciar con positividad las actitudes, las conductas y los comportamientos pertinentes
a los valores. Depende como se vivencien los valores en el grupo familiar, es la categoría de cada
valor.

La familia o la vida familiar entonces constituyen el mejor de los ambientes para que los valores se
den, ya desde el compromiso de mayores, haciendo que aquellos se acrecienten y extiendan a
otros valores, o bien aprendiéndolo como hijos en la medida en que se vaya desarrollando la
personalidad física, moral y emocionalmente.

La tarea educativa pertenece fundamental y prioritariamente a la familia. La función del estado es


subsidiaria, su papel es el de garantizar, proteger, promover y suplir.

1.1. Su rol en la sociedad:

El rol que juega la familia es fundamental para la protección, estabilidad, conformación de valores,
es motor y freno de acciones diversas, genera orgullo, sentido de pertenencia y es fuente de
satisfactorias y tristezas, alegrías y tristezas que forman parte del vivir cotidiano.

La familia es el núcleo de personas que, como grupo social, ha surgido de la naturaleza y deriva
primordialmente del hecho biológico de la procreación. Cumple una función de sustento y
educación de los miembros del agregado familiar.
La sociedad, tiene un entramado complicado de relaciones interpersonales, y estas sufren, si no
aprendemos a relacionarnos como personas desde interior de la familia. Aprender la comunión,
amor, relación, comunicación, intimidad, entrega, sacrificio, generosidad… fuera de la familia es
muy complicado. Si tomamos en cuenta la situación de precariedad y corrupción en la que
vivimos, se torna muy complejo aprender estos valores fundamentales para una sana convivencia,
sino es desde la familia.

La familia es uno de los únicos ámbitos, por no decir el único, donde se nos ama por lo que
somos, y no por lo que tenemos o hacemos. Aquí, no necesitamos tener caretas, ni cumplir roles,
podemos ser auténticos, lo cual es fundamental para un desarrollo sano y genuino de lo que
estamos llamados a vivir. De esta forma, le damos un sentido legítimo a la vida, alcanzando así,
una verdadera felicidad; algo que pareciera cada vez más difícil de lograr hoy.

Por todo ello podemos decir que, sin lugar a dudas, una familia bien constituida es el antídoto para
el deterioro moral de la sociedad. Es esencial promover una cultura en la que prevalezca la verdad
y la bondad, sin las cuales no hay futuro para una sociedad sólidamente estructurada.

1.2. Valores que van de lo transitorio a lo permanente.

Lo transitorio en la familia son los gustos, las modas, las aficiones, y muchas otras cosas que
forman parte de la vida cotidiana y sobre las cuales cada uno de los miembros de la familia puede
opinar libremente y no pasa nada, por ejemplo, la mini falda, el pelo largo en lo muchachos o los
jeans rotos.

Por el contrario, hay otras cosas, los valores esenciales, donde si hay que dar la batalla e invertir
todas las fuerzas, porque se trata de la laboriosidad, de la responsabilidad, de la libertad, de la fe,
es decir, de hábitos estables que miran a determinadas realidades, que es bueno que los hijos lo
cultiven y que reciban un buen ejemplo de sus padres. No se trata de algo transitorio como una
moda, sino de algo permanente.

Lo permanente en la familia son los valores en las que se funda: el amor de los padres, la
confianza, las virtudes humanas y las tradiciones familiares cultivadas y conservadas a través del
tiempo. No tendría sentido discutir por las modas, o por todo lo que es circunstancial, cuando los
valores permanentes pueden estar en peligro.

Los bienes transitorios, como todo lo relacionado con el bienestar económico, deben valorarse a la
luz de lo fundamental para la familia. Cuando no se respeta esa jerarquía, lo transitorio empieza
ocupar el lugar de lo permanente, que se puede ir perdiendo imperceptiblemente, sin que nos
demos cuenta.

1.3. Valores básicos en la familia

La familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de
la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad,
de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia
a la vida social.

Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento para la vida
en sociedad y a lo largo de la vida de la persona. Entre otros destacan los siguientes:

 La alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar. Es en el núcleo


familiar donde se procura que los miembros se ayuden unos a otros en sus necesidades, en la
superación de obstáculos y dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y compartir con
el otro. Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar
a los que nos rodean somos egoístas. El egoísta no suele ser una persona alegre. Es en este
darse a los demás miembros de la familia donde se obtiene la alegría.
 La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar. Entendiendo por
generosidad el actuar en favor de otras personas desinteresadamente y con alegría. Hacer
algo por otras personas puede traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas,
prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar,
perdonar.

 El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro de la
familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos.
Respeto hacia las cosas de los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus
decisiones, éstas, por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el
niño aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son
valorados.

 La justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada


miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada uno lo que les
corresponde. Una persona que se esfuerza constantemente por respetar los derechos de los
demás y le da a cada uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
 La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo ante uno
mismo sino ante los demás. Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser
consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran importancia que los hijos tengan
sus responsabilidades y obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es
su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y
empeño en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan
sus padres.

 La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de tal manera
que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos, así como los valores que representan.
La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro, como una
posibilidad, sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es profundo,
suele madurar y fortalecerse a la larga.

Es en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo, un niño pequeño
aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para
cumplir con lo que sus padres le dicen que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al
apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de personas o
circunstancias ajenas a la familia.

 La autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro, equilibrado y
sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar. Se entiende por
autoestima la visión más profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo
decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia, conforma el tipo de
vida, las actividades y los valores que elegimos.
1.4. Dinamismo en los principios, los valores y las virtudes

Hablar de principios es tocar uno de los temas más sensibles al común de los seres humanos.
Como cuando se dice de alguien que “es una persona de principios”; que la educación que se
imparte en un centro educativo “está fundamentada en principios”; que una empresa se “guía por
una serie de principios” o que “la crisis de la política o la corrupción se deben a la falta de
principios”, todo eso nos indica que se está hablando de algo muy importante, que actúa como
punto de referencia fundamental o ejerce una labor orientadora: los principios.

Valor viene del latín “valére” (“estar en forma”, “ser fuerte”, “ser capaz de algo”, “valerse por sí
mismo”), y del griego “axios”, (“lo que vale”, “lo que tiene precio”, “lo que es digno de estimación”).
El valor puede ser considerado como un concepto o ideal deseable (civismo, generosidad...), sin
referirlo a nadie en concreto, pero también como algo realizado, incorporado a la vida, que no se
queda en la aspiración, en el deseo, en el concepto, en el ideal general.

El valor no es una cosa, ni una realidad sólo subjetiva. Los valores son subjetivos porque los vive
el sujeto humano (los animales no tienen valores) libre y conscientemente y, al mismo tiempo, son
objetivos en cuanto están conectados con los principios (leyes universales) externos a la persona.

Los valores presentan siempre dos lados o caras: la cara afirmativa, -la propia de los valores, a
secas-, o la cara negativa, que podemos llamar antivalor o contravalor: generosidad versus
egoísmo, amor versus odio, lealtad versus traición...

Se puede decir que cuando muchas personas viven los mismos valores, esos valores compartidos
se practican corporativa o socialmente. Pero su raíz más íntima sigue siendo la práctica individual.
Hay valores que antes no eran reconocidos como tales, por ejemplo, el respeto al medio ambiente,
pero su principio básico (el respeto a la naturaleza como ámbito esencial del hombre), ha existido
siempre. Lo que necesita es ser reconocido. Los valores son dinámicos, no estáticos o
inamovibles. Por ejemplo, el cambio, la flexibilidad y la negociación que se oponen al inmovilismo,
a la resistencia o al enfrentamiento o ruptura. Los principios son objetivos (distintos del sujeto),
universales y válidos para todos.

Los valores se desprenden de los principios y son subjetivos, más concretos, particulares y
específicos que los principios. La virtud es la encarnación operativa habitual del valor. Por
ejemplo, del principio de la dignidad esencial de la persona pueden deducirse valores como el
respeto a sus ideas y opiniones, la tolerancia en la relación entre personas, la equidad y otros.

Las virtudes son hábitos estables de obrar el bien en un campo determinado. Los valores pueden
permanecer en un plano más impersonal, como ideales o conceptos no incorporados a la vida o
incorporados sólo a través de acciones aisladas. A veces, en el lenguaje común se toman valor y
virtud como términos sinónimos. La persona necesita de ambos: no se reduce a aceptar los
valores, sino que requiere la virtud, que implica un proceso psicológico de conformación del
habito.

Podemos afirmar que toda virtud es un valor pero que no todo valor es una virtud. Por ejemplo, la
calidad es un valor, pero no propiamente una virtud como la responsabilidad o la lealtad. Cuando
hablamos de una persona generosa nos referimos a su modo habitual de vivir el valor de la
generosidad, a su disposición de dar y darse a los demás, a lo que ya está acostumbrada sin
necesidad de hacerlo consciente en cada ocasión porque ya lo hace inconscientemente,
espontáneamente. La virtud permite obrar con mayor facilidad, buscar más eficientemente la
excelencia en la vida personal y la operatividad de los valores a nivel corporativo o social. La virtud
ayuda a vencer resistencias instintivas, emocionales o ambientales, a romper la indiferencia frente
a los valores. No basta con respetar los principios o las normas ante las cuales nos sentimos
obligados y que en cierta manera se nos imponen desde fuera o los valores que aceptamos. Hay
que enraizarlos psicológicamente en cada uno. El campo de los valores es más amplio que el de
las virtudes. No todos los valores se convierten en virtudes. Muchos valores llevan el mismo
nombre de las virtudes (sinceridad, prudencia, fidelidad, etc.).

2. Cómo practicar los valores en la familia.

La familia como institución formadora que predispone un ambiente en donde las personas
conviven y expresan emociones, ilusiones, percepciones y convenciones. Costumbres y
tradiciones que transitan de generación en generación cuya tendencia puede inclinarse por la
conservación de las mismas con pocas modificaciones o bien eliminar lo que resulta inconveniente
u oneroso en esfuerzo y economía.

Actualmente la familia es atacada principalmente por no engendrar o cultivar en el seno familiar la


cultura de valores en los niños y jóvenes, pero en una sociedad decadente en conceptos éticos y
morales, quizás sea un tanto difícil para los padres poder asesorar a nuestras futuras
generaciones.

Por eso hoy te presentamos 8 consejos básicos para cultivar los valores en la familia:

1. Enseñarles la práctica desde pequeños: Es más fácil engendrar en nuestros hijos la cultura de
los buenos hábitos y costumbres desde pequeños, debido a que es más factible la enseñanza de
los infantes que instaurarlos en la etapa adulta.

2. Ser espontáneos: Siempre cuando estén juntos disfruten del momento y compartan pequeñas
experiencias como al improvisar juegos o simplemente ver una película.

3. Brindarles consejos a nuestros hijos el buen uso de la tecnología: En esta era globalizada, es
nuestra responsabilidad como padres enseñar y guiar a nuestros hijos, la labor de utilizar y darle
buen uso a la tecnología, ya que es una prioridad estar informados antes de difundir, postear o
comentar algo en las redes sociales.

4. Ayudarse mutuamente: Si quieres fortalecer los lazos familiares, unas de las mejores formas es
ayudarse mutuamente, por el simple hecho de que en circunstancias ya sean buenas o malas
siempre podemos contar con el apoyo de la familia. Como dice el dicho "La familia primero".
5. Mantenerse siempre comunicados: Ya sea en temas de parejas o en este caso familiar, la
comunicación siempre será fundamental en nuestros hogares, ya que resalta la importancia e
interés por los miembros de la familia. Además, fortalece los vínculos afectivos de la familia.

6. Practicar el respeto en el hogar: Este es un consejo muy esencial para cada miembro de la
familia, por el simple hecho de que el valor del respeto es la base fundamental para la educación,
actitud, comportamiento y tolerancia de nuestros hijos en su vida futura.

7. Dar ejemplo: Muchas veces hemos visto por las calles a niños realizando show por malcriadez,
tener comportamiento inadecuados y groseros con sus mayores, porque normalmente imitan lo
que ven en sus hogares. Para evitar ese tipo de evento, la mejor forma sería darles el ejemplo de
buena conducta.

2.1. Vivencias personales en familia

Una vivencia es aquella experiencia que una persona vive en su vida y que de alguna manera
entra a formar parte de su carácter, ya que lo que sienta y aprenda en la misma le aportará
sabiduría y asimismo le servirá de guía a futuro cuando deba enfrentar una situación símil.

Es importante que exista dentro del hogar el tiempo para compartir y convivir ya que de esa una
manera los hijos tendrán valores humanos, además de fortalecer la unión y las relaciones
familiares.

Las buenas relaciones entre los miembros de la familia son de gran importancia para que exista
una buena convivencia y educación de los menores, que luego reflejarán en su vida adulta,
principalmente en los ámbitos sociales y laborales.

2.1.1. Individuales y colectivas:

Los primeros valores que se viven en la familia de forma individual es el amor y la amistad. La
amistad de pareja se enfatiza en el amor. La amistad se encarga de mantener el sentido amoroso
mediante el buen trato y la comprensión de los compañeros de la unión vivencial. Con una buena
amistad familiar, no puede atenderse el amor egoísta, rival, exigente; no debe haber en la familia
amistosa, esclavismo ni personalismo, a nivel de los padres e hijos, entre esposos y compañeros,
la familia es igualitaria y equitativa. La amistad familiar, en equilibrio y armonía, produce entre los
miembros el verdadero y el auténtico amor. Enseñan amor cuando viven el respeto y la tolerancia;
se tratan decorosamente como esposos y compañeros; se comportan digna y cumplidamente
como padres ante sus hijos; y son ejemplos de trabajo y esmero para superar los obstáculos.
El cariño y la tolerancia: vivir el afecto con sinceridad, la tolerancia y la consideración debida en la
familia, son las consignas del hogar que produce protección y permanente dialogo. El medio
hogareño sirve para que todos sus integrantes luchen y propendan por el acercamiento a la
convivencia. Los padres dan ejemplos de abnegación y forman en los hijos la inmensa serie de
valores para vivirlos al interior del hogar y luego experimentarlos en la comunidad.

El respeto: los valores se van dando y se van sintiendo para ayudarse y complementarse. En la
familia el respeto es un valor imprescindible, sin el cual muchos otros no se dan o desaparecen, la
familia invita a respetar y a respetarse cada quien así mismo.

Los hijos deben ser respetados en sus vivencias y sentimientos y estos deben reconocer y
respetar la autoridad de sus progenitores, los esposos o compañeros se deben el respeto y la
consideración sincera i abierta. La ternura y la delicadeza brotaran donde el respeto sea la guía y
el fundamento de vida familiar, respetándose en familia, sus componentes pueden en su momento
de crisis, llegar al rescate de los valores que infortunadamente por fuera se debilitan o se pierden.

La honradez: las vivencias familiares abundan en experiencias valorativas, las palabras deben
emplearse de acuerdo con los hechos; deben ser veraces, sinceras y honradas. El hogar como tal,
vive y debe vivir la honorabilidad, ya que su vocación es el honor mismo; sin honor, es imposible
hablar en el hogar de honradez. No es dable enseñar honradez en el núcleo familiar que miente,
así sea con mentiras piadosas…la honradez se aprende por la lucha, el sacrificio por los hijos y el
sacrificio de todo el conjunto familiar. Se aprende a ser honrado en la familia, cuando hay
alejamiento frente al dinero fácil, combatiendo los vicios del alcoholismo, la drogadicción, el sexo
desordenado, el despilfarro, la usura, etc.

2.2. Vivencias sociales en familia.

Los padres y los hijos conforman la más auténtica empresa de servicios. Todo lo que la familia se
hace hacia adentro y hacia a fuera, es un servicio alrededor del nombre y para el hombre. En lo
interno la familia satisface necesidades básicas y personales; allí hay formación y realización para
quien, hay crecimiento y desarrollo en la personalidad de los hijos; sobre todo, allí se produce lo
más importante, el bienestar de todos.

La empresa familiar presta el servicio de formar personas, cuya calidad debe atenerse al examen
de sus propias fortalezas y debilidades. Como toda empresa, la familia debe someterse al
mantenimiento de los recursos físicos, especialmente de los recursos morales y emocionales.

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