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Nombre del curso Filosofía Moral

Programa Filosofía

Ciencias de la Educación, Sociales


Facultad
y Humanas

Elemento de competencia 3
Explorar de forma crítica los avances conceptuales sobre la ética y la
moral en el renacimiento y la época moderna.

Temas

Tema 1: Paradigma ético de la época moderna

Tema 2: Filósofos que influenciaron el pensamiento ético-moral en la


época moderna.

Horas AD: 7

Horas TI: 21
AD: trabajo con acompañamiento docente. TI: trabajo independiente del estudiante.

Criterios de desempeño

• Interpreta las divergencias conceptuales sobre las proposiciones


ética y morales del Renacimiento, contemplando los antecedentes
y el contexto político del siglo XVI.

• Deduce las diferencias entre los conceptos de la ética y la moral,


haciendo una notable separación/diferenciación de la teología y la
filosofía política.

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• Analiza e interpreta los diversas contextos históricos, sociales y
culturales en los cuales los filósofos han articulado la reflexión en
torno a la ética y la moral.

Introducción
Los códigos morales y éticos responden a realidades y contextos, lo cual
determina su surgimiento y aplicabilidad. Para poder comprender cuáles
fueron los fundamentos morales y éticos del Renacimiento y de la época
moderna es conveniente conocer las diversas realidades y contextos que
marcaron la pauta del ser y sentir de los seres humanos de esos tiempos.
A continuación, como preámbulo para comprender el paradigma
ético de la época moderna, ver el video Estados modernos en 15 minutos,
el cual permitirá recordar algunas hechos y sucesos relevantes en la
constitución de las sociedades y estados modernos, y que además
influenciaron la forma de pensar y construir lo moral. Ver video: El
nacimiento del Estado Moderno en 15 minutos

Tema 1: Paradigma ético de la época moderna


Los cambios de pensamiento y la manera de concebir la existencia a lo
largo de la historia (el debilitamiento del teocentrismo, característico de
la época medieval y el Renacimiento, de ideas y concepciones
antropocéntricas) hizo que las realidades del mundo se concibieran de
otra manera. El ser humano, en general, deja de lado el control o
hegemonía que tenía el cristianismo, el cual fue coercitivo en algunos
aspectos para comenzar a pensar y crear ideas y obras de manera más
libre.
En la época se despiertan muchas inquietudes morales, las
cuales se conversan con un poco más de libertad que en épocas
pasadas.

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Imagen 05. “La buenaventura”, óleo por G. De la Tour, 1632 – 1635. Hurtos y robos.
Foto: Erich Lessing /Album. Recuperado de https://www.nationalgeographic.com

El inicio de la transformación comienza entre los siglos XV y XVI en


Europa, con el movimiento que la historia recuerda como Renacimiento,
el cual se inspiró en la Antigüedad greco romana, pero con la vinculación
de las ideas nueva emanadas de las realidades y necesidades de la época.
Las cuestiones éticas y morales estuvieron marcadas por el humanismo,
la disminución del poder de la Iglesia católica, el crecimiento de la
democracia ante la necesidad de nuevos sistemas de gobierno y el
surgimiento de nuevas clases sociales, la concepción del individualismo y
autonomía, la invención de la imprenta, entre otras.
Antolínez (s.f.) al abordar el tema del renacimiento expone que
Esta especie de glorificación del ser humano, sin olvidar nunca
lo divino (como ocurrió después, durante el "positivismo
ilustrado"), llevó al hombre renacentista a prestar un especial
cuidado por la educación, instaurándose un nuevo modelo
educativo, que se ocuparía principalmente de formar al joven
en aquellos valores que son propios del hombre, netamente

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humanos; de ahí que, sin abandonar la escolástica medieval,
se recupera el valor de la oratoria y la retórica, pues hablar
bien es algo que distingue claramente al hombre de los
animales; se recupera el estudio de la filosofía moral y de la
ética, y el estudio de la historia como Magister Vitae. Además,
el trabajo y el aprendizaje adquieren una nueva valoración, al
igual que la relación maestro-discípulo, pues será ella la que
permita la transmisión del conocimiento (párr. 6).
En el fluir de las ideas del Renacimiento se consolida el surgimiento
de la época moderna, donde existe una mayor apropiación
antropocéntrica y las corrientes racionalistas, idealistas y empiristas
asumen el control de la producción de conocimientos.
Por lo anterior, para complementar el estudio sobre la época
moderna, el autor Prieto (2010) presenta un escrito titulado El espíritu de
la filosofía moderna en sus rasgos esenciales, en el cual hace una
exposición de los aspectos principales del pensamiento del Modernismo
que es conveniente estudiar para ampliar las ideas sobre esa época. Leer
el documento El espíritu de la filosofía moderna en sus rasgos esenciales
Se puede ver así, cómo el estudio de la historia de la filosofía
muestra la evolución ético moral del ser humano como elemento
relevante de las reflexiones y aportes de los filósofos. La historia muestra
una buena cantidad de pensadores que en la modernidad pensaron lo
moral; pensadores que han marcado la historia de la humanidad, de los
cuales se estudiarán algunos en el próximo tema.

Recursos de profundización de aprendizaje

• Una de las ideas relevantes en la época moderna fue la de la


libertad, se promocionaba como facultad antropocéntrica. El autor
North (2017), en su ensayo La Libertad en el Mundo Moderno, hace
una crítica sobre el proceso de aceptación de la libertad en la era
moderna. Leer documento: La Libertad en el Mundo Moderno

Tema 2: Filósofos que influenciaron el


pensamiento ético-moral en la época moderna.

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Las ideas de la época moderna fueron más difundidas gracias a invención
de la imprenta, ya que las obras tenían una mayor difusión. Algunos de
los autores que estudiaron temas relacionados con lo ético y lo moral
fueron los siguientes:

Thomas Hobbes (1588-1679)

El filósofo y político inglés Thomas Hobbes reconoce la naturaleza de la


igualdad de los seres humanos a pesar de que existan algunas diferencias
entre lo que son las facultades corporales y las facultades mentales, estás
discrepancias son mínimas y no son lo suficientemente determinantes
como para hacer una diferenciación extrema entre los seres humanos.
El hombre en general se cree más sabio que sus semejantes, lo cual
hace que al pretender lo mismo que los demás estos se conviertan en sus
enemigos, dando con esto inicio a una lucha favorecida por la propia
inseguridad, a su vez generada por el hecho de que todos pretendan lo
mismo. Según el derecho natural es fundamental que el hombre domine
su entorno y sus semejantes para poder sentirse seguro, aumentando con
esto su poder en función de su sobrevivencia.
Hobbes afirma que existen “tres causas de riña en la naturaleza del
hombre. Primero la competencia; segundo, la inseguridad; tercero, la
gloria” (Hobbes, 1979, p. 224); las cuales hacen que cada hombre se
centre en él mismo luchando por sus intereses personales, motivo por el
cual es conducido a la en la guerra, por carecer de un poder común que
controle las ambiciones de cada hombre en particular. Todo hombre en
un estado de inseguridad frente al otro es un enemigo para los demás y
se pone en la balanza la competencia por el más poderoso en los campos
de la guerra.
El ser humano cuando no sopesa bien la naturaleza del hombre
puede terminar destruyendo su misma especie, conducido por los deseos
y las pasiones, las cuales, mientras no se establezcan leyes de
convivencia, se podrán asumir como permitidas porque no existe nada
que controle la inseguridad humana de cara a los demás. Lo injusto no
figura en este sistema, sólo existe una competencia fraudulenta brutal
por la sobrevivencia.

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De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, es
también consecuencia que nada puede ser injusto. Las
nociones de bien y mal, justicia e injusticia, no tienen lugar.
Donde no hay poder común, no hay ley. Donde no hay ley, no
hay injusticia. (Hobbes, 1979, p. 226).
Hobbes menciona que las pasiones que motivan al hombre a vivir
en estado de paz son el temor y la muerte, las cuales ayudan a la
consecución de acuerdos de paz y tranquilidad. El derecho natural y la
libertad del hombre son relevantes, estos no garantizan la preservación
del hombre. Es por lo que resulta una ley natural por encima del derecho
natural, ya que en el derecho todos tienen las mismas posibilidades,
incluso la de destruir a los demás; en cambio en la ley se podría defender,
a través de la razón, la preservación de la especie humana, teniendo como
cometido consecuente la paz y la armonización de la existencia.
Hobbes habla sobre la cuestión de la renuncia del derecho personal
para tener un beneficio (un bien propio), y especialmente hace mención
de la transferencia del derecho, lo cual obliga a no impedir que a quien se
le otorgue dicha transferencia se beneficie de ese derecho por proceder
de un acto voluntario de quien renuncia o transfiere el derecho.
El deseo de preservación de la vida es lo que lleva al hombre a
transferir sus derechos a otros para que salvaguarden su existencia. Dicha
transferencia de derechos cimentada en la acción voluntaria es lo que
hace que se origine el contrato, pacto o convenio, lo cual es diferente a
una donación, puesto que esta última no amerita ningún compromiso por
ser un obsequio. En los contratos se juaga con la aplicación del tiempo,
aunque en todos los casos conlleva una obligación que traerá como
resultado el merecimiento del beneficio de las promesas estipuladas por
los contratantes o la sanción por el no cumplimiento. La base del contrato
es la confianza en que los contratantes asuman sus compromisos para
que este tenga validez. Cuando ninguna de las partes cumpla se podrá
decretar como nulo a no ser que haya una fuerza común que exija su
cumplimiento.
Este filósofo destaca la vida en república como fundamento para
salir del estado natural de guerra del hombre contra el hombre. Se
necesita de un poder sólido constituido para que el ser humano viva en
estado de seguridad, que respalde la tranquilidad de la supervivencia, ya
que el mero hecho de agruparse en comunidades grandes o pequeñas no
garantiza por sí sola la seguridad del ser humano ni la posibilidad de no
ser alienado por sus enemigos.

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Finalmente, Hobbes afirma que el poder común representado en un
hombre o en una asamblea de hombres que orienten los intereses y
beneficios de la sociedad hará que el ser humano nivele la inseguridad
incesante de la lucha del hombre contra el hombre. El caso es que este
transfiera sus derechos de gobernabilidad a otro o a otros, lo cual hará
que en el consenso de muchos uno tenga el poder soberano de dirigir la
vida de la sociedad en beneficio de la tranquilidad dada por el o los
contratantes.

Immanuel Kant (1724-1804)

En el paradigma ético moderno, uno de los principales exponentes de la


razón humana es el filósofo alemán Immanuel Kant. Entre los muchos
aportes que hizo este pensador está el análisis sobre la moral humana en
su libro Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Él muestra
de qué manera del conocimiento vulgar y popular de la moral se puede
llegar a un saber auténtico, práctico y profundo, apoyándose en un
análisis racionalizado.
De esta manera, Kant clasifica la filosofía, en dos partes. En la
primera clasificación existe, una “material” y otra “formal” regidas todas
por leyes: en la primera menciona a la física y a la ética y en la segunda
destaca a la lógica. En la segunda clasificación menciona a la filosofía
empírica fundamentada en la experiencia, y la filosofía pura
fundamentada en los principios a priori. Las dos clasificaciones se
entrecruzan continuamente.
Por otro lado, Kant considera la lógica (protagonista de su
pensamiento) como la objetiva esencia de la existencia, pues no está
mezclada con partes empíricas que la pueden volver subjetiva y
distorsionar su funcionabilidad: “La lógica no puede tener una parte
empírica, es decir, una parte en que las leyes universales y necesarias del
pensamiento descansan en fundamentos derivados de la experiencia,
pues de lo contrario no sería lógica” (Kant, 1725, p. 44).
El camino de su tesis sobre la moralidad está fortificado
ineludiblemente por la razón, que debe llevar a la concepción de una
moral pura, cimentada en una metafísica de las costumbres humanas,
donde los principios a priori mencionados por el pensador sean el caudal
de una vida práctica.

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El filósofo alemán hace referencia al valor real de la buena voluntad
del ser humano, reconociendo que la razón debe orientar la aplicación de
la voluntad para que esta no tome rumbos inadecuados:
Nos ha sido concedida la razón como facultad práctica, es
decir, como una facultad que debe tener influjo sobre la
voluntad, resulta que el destino verdadero de la razón tiene
que ser el de producir una voluntad buena, no en tal o cual
sentido, como medio, sino buena en sí misma, cosa para la
cual la razón es absolutamente necesaria. (Kant, 1725, p.
57).
Así, Kant valora el deber en relación a la voluntad, y lo resalta en
sus diversas obras. Este deber del hombre radica no en lo superficial de
un acto ni en el interés de una implicación cotidiana, que en muchos casos
puede ser egoísta; el deber tiene un trasfondo más puro y radical,
sustentado en la moralidad, sin que en él haya conveniencia alguna, solo
debe primar una acción benéfica fuera del cultivo de un temor o un
provecho personal para que pueda tener un valor en sí mismo. Las
acciones no deben estar determinadas por un fin, sino por un deber.
Se resalta la importancia que tiene el conocimiento común en la
moral pura, cuando rebasa los límites de lo empírico y experimental; pues
dejando de lado estas ataduras subjetivas se puede adentrar con sutileza
en la crítica y juicio de las acciones del hombre al punto de poder ser tan
asertivo como el de los filósofos, que manejan un discurso más
estructurado. Claro está que con todo esto el conocimiento popular estaría
entrando en los terrenos de la razón pura.
La verdadera moral no se funda en la experiencia sino en el principio
universal a priori. O sea, hay que fundar la teoría ética de las costumbres,
en la metafísica, y recién luego hacer dicha ética popular, al alcance de
todos.
Así pues, si no hay ningún verdadero principio supremo de la
moralidad que no descanse en la razón pura
independientemente de toda experiencia, creo que ni siquiera
es necesario preguntar si será bueno establecer a priori esos
conceptos con todos los principios pertenecientes a ellos y
exponerlos en general (Kant, 1725, p. 75).
El autor diferencia los imperativos dictados por la razón: unos son
hipotéticos y otros categóricos, distinguiendo los segundos como los
objetivos y óptimos para la realización de su teoría de moral pura y

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práctica. Los imperativos hipotéticos son subjetivos y señalan solamente
la parcialidad de una acción o intención.
De los imperativos hipotéticos surgen máximas que pueden alejar
al ser humano de su realización, apartándolos de una moral práctica, en
esencia, útil. La voluntad es buena cuando se rige por una máxima que,
al ser transformada en ley universal no puede nunca contradecirse. Los
imperativos categóricos son rígidos en su intención, o sea que orientan
mejor el camino hacia moralidad. De estos surgen leyes prácticas y
universales que deben ser la base de la vida del hombre.
Pero si suponemos que hay algo cuya existencia en sí misma
posee un valor absoluto, algo que, como fin en sí mismo,
puede ser fundamento de determinadas leyes, entonces en
ello y sólo en ello estaría el fundamento de un posible
imperativo categórico, es decir, de una ley práctica. (Kant,
1725, p. 81).
Kant también destaca la idea del ser humano como un fin en sí
mismo, con la denominación de persona, en consonancia al deber de una
voluntad objetiva y práctica que lleva a un deber moral puro.
Para complementar el estudio sobre Kant en este tema, se puede
leer el escrito “Kant” contra Kant, no Aristóteles versus Kant, de la autora
Pareles (2014), en donde se hace una confrontación de las ideas de Kant
y se le confronta con los planteamientos y puntos de desacuerdo o
acuerdo con Aristóteles. Ver enlace “Kant” contra Kant

John Stuart Mill (1806 -1873)

Los planteamientos éticos utilitaristas del filósofo Jeremy Bentham


fueron muy criticados por los pensadores del siglo XIX. Estos tenían unos
detractores que, en diferentes puntos ideológicos, mostraban a este
modelo ético como inapropiado para la humanidad. En la defensa de esta
ética utilitaria, sale el filósofo inglés John Stuart Mill, quien se apropia de
la protección de este sistema ético dejándolo bien evidente en su libro El
Utilitarismo, justificando asimismo los fundamentos que constituyen el
utilitarismo. Mill es un filósofo de la etapa contemporánea de la filosofía,
pero en este caso se muestra la edad moderna porque el utilitarismo
comenzó a desarrollarse a finales de esta época.
Por lo tanto, Mill deja claras las tesis de este modelo ético, retoma
la mala interpretación y relación que se le da al término utilitarismo por

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parte de los intelectuales del momento, quienes no veían la lógica de la
relación entre utilidad y placer, lo cual es uno de los pilares de dicho
pensamiento.
Para este autor la utilidad es la mayor fuente de felicidad, que en
definitiva es el fin de la existencia del hombre, la cual lo llevará a tener
una vida placentera: “El credo que acepta como fundamento de la moral
la Utilidad, o el principio de mayor Felicidad, mantiene que las acciones
son correctas, en la medida que tienden a promover la felicidad” (Mill,
1997, p. 45)
Mill expone que existen unos placeres más valiosos que otros,
clasifica los placeres en mentales y corporales, mostrando que los
primeros son los que prevalecen en el modelo ético en cuestión. Hay una
racionalidad que hace que, en el cruce de la aplicación de dos placeres,
se imponga el más conveniente, lo cual hace que sea el más deseable.
En ese mismo sentido, reconoce que el hombre es un ser con
múltiples capacidades y debe aplicar sus valores en la búsqueda de la
felicidad, manifestando un carácter regio. El ser humano, en la medida en
que menos se exija y muestre un carácter débil, tendrá posibilidades de
conseguir una felicidad superficial, poco trascendente, pero esta idea no
es de seres inteligentes, puesto que es facilista y frívola. Mill afirma que:
“Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho” (1997, p.
51), haciendo alusión al término cerdo, con el cual injustificadamente
calificaban a los seguidores del utilitarismo.
Dentro del sistema moral del utilitarismo se resalta la importancia
que tiene ser una persona noble, fin que debe perseguir; aunque no por
ello esta sea del todo útil y, por consiguiente, le haga feliz. Lo que hace a
la persona noble es enfatizar el cometido último del utilitarismo, que es
el interés que todo individuo tiene por la felicidad y el placer, propios al
interés de la sociedad que se ve afectada por sus acciones. Si esta
asociación se convierte en un hábito, el carácter del individuo se
ennoblece en la medida en que el impulso hacia su felicidad sólo pueda
concretarse en la realización del bien común.
Así mismo, Mill destaca a la tranquilidad y a la emoción como los
factores principales de una vida satisfecha, y muestra que la felicidad no
es un estado continuo de placer o éxtasis, pues si fuera de este modo
sería una utopía. La felicidad se manifiesta en momentos de goce, en
medio de los dolores que aquejan a la humanidad, que en definitiva son
pocos frente a los placeres que existen.

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En el utilitarismo todas las circunstancias que alejen al hombre de
lo útil, o sea de la felicidad, como la pobreza y las enfermedades, pueden
superarse mediante la aplicación inteligente de la racionalidad lógica del
hombre: “Todas las fuentes del sufrimiento humano son, en gran medida,
muchas de ellas eliminables mediante el empeño y el esfuerzo humanos”
(Mill, 1997, p. 59). De la misma manera, en el utilitarismo es prioritario
el bien general, este está por encima del individual. El hombre que se
sacrifica por el bien del mundo está potenciando su nobleza, ya que su
disposición de entrega aumenta sus virtudes, y más cuando las
organizaciones sociales son poco sistemáticas.
Ante las acusaciones de que el utilitarismo es una doctrina atea, Mill
atestigua que es todo lo contrario y considera que la revelación de Dios
está sustentada en la utilidad, beneficio y felicidad del ser humano;
además menciona que la regla de oro del utilitarismo está apoyada en las
ideas de Jesucristo: "comportarse con los demás como quieras que los
demás se comporten contigo” (1997, p. 62)
Lo correcto demarca el fin del utilitarismo, y sobre esto es la
persona virtuosa la que es reconocida como fuente integral de la
existencia, ya que ennoblece la causa. Pero como la virtud se desarrolla
pausadamente, y no es común en la totalidad de los seres humanos, no
se puede afirmar que las personas que no posean la virtud obren todo el
tiempo de manera incorrecta o que la persona virtuosa actúe siempre de
manera correcta. Existen otras cualidades que pueden hacer que el común
de la gente potencie el buen carácter y actúen de manera justa y correcta.
En relación con el tema de la conveniencia, el autor sostiene que no
se puede asumir el término de manera popular, puesto que la puede
mostrar como opositora a los principios morales. Debe buscarse lo
conveniente para el bien general, lo cual encuentra su autenticidad en los
principios de la verdad, siendo esta lo más útil. Aunque en algunos casos
para no infringir un mal mayor se deba incurrir no en la mentira, sino en
la negación. Lo excepcional es la extensión de la verdad.
en definitiva, las ideas de Mill han tenido mucha aceptación en una
buena parte de la humanidad, de hecho, sobre estas ideas sustentan el
surgimiento del capitalismo, pero también ha tenido grandes opositores,
por lo controversial que pueden ser los planteamientos.

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Recursos de profundización de aprendizaje
En el estudio de la filosofía es conveniente acudir a diversas fuentes para
comprender a los autores originales, pero en ese transitar muchas veces
no se leen las obras originales. Por ello, se les invita a leer dos obras
importantes en la formación moral de un filósofo, ya que éstas tienen
ideas controversiales que es conveniente conocer y así participar en los
posibles debates filosóficos que se puedan presentar sobre la vida de un
filósofo o filósofa, y expresar sus ideas con autoridad. Las obras son:

• Fundamentación de la metafísica de las costumbres de Immanuel


Kant y El Utilitarismo de John Stuar Mill.

• Mientras consiguen las obras puede leer el primer capítulo


Fundamentación de la metafísica de las costumbres, en su versión
virtual. Leer aquí http://www.posgrado.unam.mx/

Referencias de la unidad de competencia:

• Academia play. [Academia play]. (2018, 03, 04). El nacimiento del


Estado Moderno en 15 minutos. [video]. Recuperado de
https://www.youtube.com/

• Antolínez, M. (s.f.). El pensamiento Renacentista. Nueva Acropolis,


Organización Internacional. Bilbao. Recuperado de
https://bilbao.nueva-acropolis.es/

• Hobbes, T. (1979). Leviatán. Madrid: Editorial Nacional.


Torregalindo.

• Kant, I. (1980). Fundamentación de la metafísica de las


costumbres. 6ª ed. Madrid: Espasa-Calpe.

• Mill, J. (1997). Utilitarismo. España: Editorial Altaya.

• North, R. (2017). La Libertad en el Mundo Moderno. Fundación


Friedrich Naumann. México. Recuperado de https://fnst.org/

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• Pareles, A. (2014). “Kant” contra Kant, no Aristóteles versus Kant.
Apuntes Filosóficos. (23)44. Recuperado de http://saber.ucv.ve/

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