Recetario

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Recetario coca de

Mezcala, Jalisco

10.- Arte y Cultura Populares


Coordinadoras
Sarah Bak-Geller Corona
Rocío Moreno

Recetario coca de
Mezcala, Jalisco

77
Cocina Indígena y Popular
Primera edición en Cocina Indígena y Popular, 2017

Producción:
Secretaría de Cultura
Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas

Recetario coca de Mezcala, Jalisco


© Sarah Bak-Geller Corona y Rocío Moreno

Coordinación de la colección:
Mauricio Antonio Ávila Serratos
Katia Vanessa López González

D.R. © 2017 de la presente edición


Secretaría de Cultura
Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas
Av. Paseo de la Reforma 175, piso 12
col. Cuauhtémoc, C.P. 06500
Ciudad de México
www.cultura.gob.mx

Las características gráficas y tipográficas de esta edición


son propiedad de la Dirección General de Culturas Populares,
Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura.

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción


total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la
fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por
escrito de la Secretaría de Cultura /
Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas

ISBN: 978-607-745
Impreso y hecho en México
Índice
Mezcala: Pueblo Coca ...... 7 Noviembre ......................... 41
Tamales de frijol ..................42
Comida e Indianidad ........ 15 Mole de camote de cerro ......43

Septiembre ........................ 27 Diciembre .......................... 44
Nixtamal ..............................28 Pinole de maíz rojo para
Pipián de semillas de hacer atole y gorditas ......45
calabaza  ..........................29 Tortitas de camote de cerro
Pozolillo ...............................30 con salsa de chile ............46
Tatemas ................................31 Calabaza enmielada .............47
Ponche de guayaba ..............32
Cajeta de ciruela Enero-Febrero ................. 48
amarilla  ...........................33 Empanadas de guaje ............49
Torta de chayote ...................34 Chile de guaje ......................50
Sopa de chayote ...................51
Octubre ............................ 35 Guajes con frijoles ...............52
Pipián de huilota ..................36 Tortitas de huevo con
Salsa de tinhuaraque ............37 guajes  .............................53
Atole agrio con chile de
semilla de calabaza .........38 Marzo-Abril ..................... 54
Frijol nuevo con huilota .......39 Tortitas o albóndigas de
Esquite .................................40 charal seco ......................55

5
Hueva de charal ...................56 Junio-Julio-Agosto .......... 68
Charal asado ........................57 Verdolagas con huevo ...........69
Salmuera de charal ..............58 Verdolagas en molito ............70
Mole de carpa amarilla, Tortitas de nopal ..................71
bagre o pollo ...................59 Mole de olla de espinazo
Birria de carpa .....................60 y verdolagas ....................72
Empanadas de
menudencias  ...................61 Fiestas y Cargos .............. 73
Capirotada ...........................62
Zualis, Collares para
Mayo .................................. 63 Cargueros ........................74
Caldo de cangrejo con Atole de piloncillo
ciruela  .............................64 o carguero .......................75
Chile de ciruela ...................65 Mole ranchero ......................76
Pescado asado en hoja de Papaque ...............................77
vástago, de maíz, de
mango o de aguacate .......66 Agradecimientos ............... 78
Aguachile de charal .............67

6
Mezcala: pueblo coca
Rocío Moreno, comunera de Mezcala, historiadora y delegada del
pueblo coca en el Congreso Nacional Indígena.

Mezcala es una comunidad indígena perteneciente al pueblo coca.


Habita la parte norte del Lago de Chapala y su territorio se extien-
de en las 3,600 hectáreas de tierra comunal y la posesión de dos
islas: Tlalquetepequel y Pechilinque, que se sitúan a medias aguas
del Lago de Chapala. Su población se agrupa en nueve barrios que
se localizan a lo largo de su territorio, en la rivera del Lago. Es una
comunidad que por cientos de años ha vivido junto al agua. Esta
es la razón por la que sus oficios principales han sido la pesca y
la agricultura.
Mezcala es una comunidad indígena peculiar, su cercanía con
grandes centros urbanos como Guadalajara, Ocotlán, Chapala,
Ajijic, El Salto, paradójicamente han reforzado su identidad como
pueblo originario. A tan sólo treinta minutos se localiza el poblado
de Ajijic, que lo habitan norteamericanos jubilados. Esta pobla-
ción ha desterrado a los originarios de Chapala y Ajijic. Mezcala
dice que su lucha es por conservar su territorio e historia, y que
no quieren vivir la misma situación que los vecinos de Chapala y
Ajijic, “pues ellos perdieron todo, perdieron la tierra. Antes eran
pobres, pero ahora son pobres sin tierra, son tan sólo empleados
domésticos y jardineros de los norteamericanos”. La realidad es
que Mezcala es el único poblado donde sus cerros no son fraccio-
namientos residenciales. La devastación en los cerros que rodean
al Lago de Chapala es impresionante, en Mezcala se conserva el
bosque, por lo que sus tierras son cada vez más codiciadas por su
conservación.

7
Ante este paraíso ambiental, esta comunidad ha sido ambicio-
nada por los fraccionadores de la región; no obstante, su pasado
está cubierto de movilizaciones por defender y conservar su terri-
torio. Es una comunidad que ha atesorado sus tierras comunales,
espacio donde jurídicamente no existe la propiedad privada. Esta
es la razón por la que los grandes proyectos capitalistas chocan
con el pueblo de Mezcala; sin embargo, no es la primera ocasión
en que este pueblo se ve amenazado por sus tierras, pues práctica-
mente la defensa la han realizado por lo menos durante los últimos
quinientos años, desde la invasión española.
Los primeros escritos sobre Mezcala son las descripciones de
los conquistadores. En 1530 llegan las expediciones de Nuño de
Guzmán a conquistar el occidente del país.1 Los primeros poblados
fueron justamente los de la parte norte del Lago de Chapala, donde
se encuentra Mezcala.2 Las crónicas de conquista describen a los
pueblos que pertenecían al señorío de Coinan del pueblo Coca, y
también dan muestra de cómo existía una enorme diversidad lin-
güística en la región, sobresaliendo las lenguas nahua y coca.3 Se-
gún el lingüista Dávila Garibi,4 la razón por la cual esta comunidad
ancestral perdió su lengua en una etapa temprana tuvo que ver
con la guerra de conquista, pues ante la diversidad lingüística que
existía entre una comarca y otra, los conquistadores emprendieron
una violenta campaña por la imposición de la lengua náhuatl y el
castellano. Varias danzas o cantos en la actualidad de Mezcala son
cercanos a la lengua náhuatl, por eso es más común que tengan
palabras en náhuatl; además Mezcala, con el paso del tiempo, ol-
vidó lo coca, pero nunca dejó de identificarse como indígena, como
miembro de un pueblo originario.

1
 Caroly, Baus de Czitrom. Tecuexes y cocas. Dos grupos de la región de Jalisco en el siglo
XVI. México, INAH, Colección Científica Etnohistoria núm. 112, 1982, pp. 90-98.
2
 Acuña, René. Relaciones geográficas del siglo XVI. Nueva Galicia. México, UNAM, 1988,
p. 177.
3
 Dávila Garibi, José Ignacio. “Recopilación de datos acerca del idioma coca y de su posible
influencia en el lenguaje folklórico de Jalisco”, en Investigaciones lingüísticas, Tomo III,
núms. 5 y 6, septiembre-diciembre, pp. 248-302.
4
 Íbid., pp. 270-272.

8
La pérdida de la lengua coca en Mezcala se debió a un pro-
ceso de guerra de conquista, no fue producto del desinterés de
los pobladores de esta comunidad. Debemos insistir en que este
pueblo, a pesar de haber perdido la lengua, conservó y cultivó su
identidad como pueblo originario, tanto en el discurso como en
los hechos: aún conserva el territorio, el gobierno tradicional, las
danzas, los cargos comunitarios, los oficios milenarios, la comida
y, sobre todo, la autoadscripción y sentido de pertenencia de sus
pobladores a una comunidad que ha habitado esas tierras desde
años atrás, antes de la conquista española.
Al quedarse sin lengua, pero sí con sus tierras y tradiciones, la
comunidad ha construido una memoria histórica que permite for-
talecer su identidad de pueblo originario. Mezcala ha privilegia-
do algunos momentos de su historia para transmitir y cimentar su
identidad como pueblo originario. Uno de los principales hechos
es la obtención del Título Primordial. Este documento consta de
diecisiete fojas y actualmente está resguardado en el AGN.5 En él
se concentran todos los límites territoriales de Mezcala, la descrip-
ción de su territorio, los oficios milenarios, como la pesca y agri-
cultura, la extensa variedad de frutos, peces y semillas en su terri-
torio, y el nombre de algunos caciques y habitantes del poblado.
Este documento ha permitido a Mezcala defenderse en distin-
tos momentos de su historia. A finales del siglo XIX iniciaron los
trámites para el reconocimiento de su territorio en el siglo XX y
en la actualidad, a pesar de que ya no tienen ningún valor jurídi-
co ante el Estado mexicano, los comuneros lo siguen mostrando a
distintas autoridades para acreditar la posesión inmemorial de sus
tierras.
Otro momento recordado por la comunidad es la insurgencia en
la isla de Mezcala. Probablemente este hecho es el más reconocido
afuera de la comunidad. Está presente en los libros de Historia Re-
gional de la SEP y en la memoria de los pobladores de Mezcala. La
insurgencia se llevó a cabo entre 1812-1816. Fueron cuatro años

5
 Título Primordial de Mezcala en el AGN, galería 4, caja 14, exp. I.

9
en que los habitantes de Mezcala resistieron en contra del ejército
realista. Se libraron alrededor de veinticinco batallas (en tierra y
navales) y la gran mayoría fueron triunfos insurgentes.6
En los cuatro años, el ejército español ofreció a los insurgentes
dos indultos, que no fueron aceptados; no obstante, al pasar los
años azotó una epidemia de tifo en la isla y esto provocó un golpe
a los insurrectos, obligándolos a aceptar un armisticio con el ejér-
cito español el 25 de noviembre de 1816. En esa fecha se cerró un
capítulo de la digna lucha indígena en contra del gobierno colo-
nial. Para los habitantes de Mezcala es un orgullo ser herederos de
aquellos hombres que lucharon por cuatro años en el islote, razón
por la que cada 25 de noviembre, Mezcala recuerda y festeja a sus
insurgentes.
Otro momento es el periodo de la Revolución Mexicana, cuando
el capitán Tomás Moreno, originario de Mezcala, recuperó tierras
en un área conocida como El Comal, en la parte boscosa de Mez-
cala. Después de la Revolución Mexicana, a finales de los años 40,
los pobladores de Mezcala comenzaron los trámites en la Reforma
Agraria para que el Estado mexicano les retribuyera sus tierras.
Esto lo consiguieron hasta 1971, donde se les reconocieron 3,600
hectáreas de tierras comunales y la consolidación de 406 comune-
ros, que conformarían la Asamblea General de Comuneros.7
Los comuneros, en las últimas décadas, han sido la figura co-
lectiva que mantiene, conserva y defiende las tierras comunales y
las dos islas de Mezcala. Los pleitos agrarios se han concentrado
en dos movilizaciones. El primero tiene que ver con la conserva-
ción como área comunal de su territorio, las dos islas de Mezcala:
Pechilinque y Tlalquetepeque. Prácticamente, desde el 2005, el
INAH-Jalisco, la Secretaría de Turismo, la Secretaría de Cultura

6
 Castañeda, Carmen y Laura G. Gómez. Los pueblos de la rivera del Lago de Chapala y la
Isla de Mezcala durante la Independencia (1812-1816). Secretaría de Cultura del Estado
de Jalisco, México, 2006.
7
 “Resolución Presidencial”, Carpeta básica de bienes comunales de la comunidad indíge-
na de Mezcala, Jalisco, 1971; en “Registro Agrario Nacional de la Secretaría de la Reforma
Agraria”.

10
y el Ayuntamiento de Poncitlán han intentado por medio de res-
tauraciones, declaraciones y con la creación de un fideicomiso,
eliminar la posesión inmemorial que tiene la comunidad del islote.
En el 2010, ante los festejos del Bicentenario de la Independencia
de México, los comuneros y la comunidad indígena de Mezcala
detuvieron la instalación de una caseta de cobro en la isla pues,
como mencionaron los comuneros, esto sería el inicio del despojo
y privatización de sus islas e historia.
La otra movilización la sostienen contra un empresario tapa-
tío, quien invadió aproximadamente doce hectáreas de bosque, en
un área conocida como El Pandillo. Este empresario sostiene un
pleito agrario con la comunidad de Mezcala desde 1999. Prácti-
camente han peleado con él por dieciocho años. La comunidad de
Mezcala ha conseguido dos sentencias favorables en los últimos
cuatro años, ahora sólo esperan por la tercera y última sentencia
que, si es favorable, tendrá una ejecución de recuperación de sus
tierras. La comunidad de Mezcala con sus comuneros al frente in-
tenta demostrar con este juicio que las tierras son comunales y no
puede ningún particular ingresar o fraccionar las tierras de todo
el pueblo, y también buscan que al interior de la comunidad se
confirme este pacto de conservar sus tierras, pues ahí está su vida,
su cultura como pueblo originario.
La lucha de los comuneros ha construido nuevas formas de re-
sistencia para mantener sus tierras. Ahora ha sabido utilizar los
medios de comunicación. Emplea su historia para demostrar la
legítima posesión ancestral de esas tierras. Ahora, de nuevo está
tejiendo alianzas con todos los que comparten su lucha, como el
Congreso Nacional Indígena. Fortalece la identidad de su comu-
nidad. Estudia y discute su historia. Construye proyectos que be-
nefician la conservación del territorio. Conserva y legitima un go-
bierno interno, tradicional, para garantizar la posesión de la tierra.
De nuevo, se encuentra en una lucha por su conservación. Ahora,
contra todo un modelo capitalista que encuentra atractivas las tie-
rras vírgenes para el desarrollo de fraccionamientos residenciales,
y que busca la privatización de sus tierras.

11
En la actualidad, los ancianos de la comunidad de Mezcala
(varios de ellos, comuneros) son el vínculo con el pasado. Son los
que en décadas anteriores defendieron la tierra en su juventud.
No quiere decir que hoy ya no luchen por su comunidad, sino que
ahora su lucha involucra preparar a las nuevas generaciones.
Esta ha sido una organización que ha trabajado en Mezcala
para transmitir algunos acontecimientos. Su versión de los hechos
es propia; por ejemplo, en el movimiento insurgente ganaron sin
ninguna pérdida; en el título primordial compraron las tierras por
mil ducados de plata pura para que las generaciones futuras (has-
ta la actual) vivieran en paz y libertad; con el grupo carrancista,
encabezado por Tomás Moreno, se exalta la valentía que tuvo para
sacar al invasor de las tierras de Mezcala en tan sólo unos pocos
días; o el que los comuneros pelearan la posesión de la isla con
el Estado mexicano. Todas estas versiones de los hechos ocurri-
dos en su comunidad permiten construir una memoria colectiva de
Mezcala. ¿Por qué recuerdan y transmiten estos acontecimientos?
¿Utiliza su historia Mezcala? ¿Cuándo y para qué?
Los ejemplos mencionados se encuentran privilegiados en la
memoria de la gente, son los que permiten legitimar la posesión
de sus tierras. Estas anécdotas no sólo enseñan su historia, sino
también sus derechos y obligaciones como habitantes de Mezcala.
Los recuerdos, su memoria, no son la historia oficial, más bien
su versión de los hechos. Son historias que explican su lucha, le-
gitiman su posesión, arraigan a las nuevas generaciones con su
historia y les enseñan a utilizar su pasado en momentos de crisis,
como defensa ante la amenaza a su territorio.

La comunidad indígena. El pueblo coca en el siglo XXI

La comunidad de Mezcala no se entiende como una comunidad


indígena aislada. Es un pueblo que, por su cercanía a centros ur-
banos, ha empleado diferentes maneras de sobrevivencia. El senti-
do de comunidad no radica necesariamente en su aislamiento con
respecto a lo urbano o incluso al Estado, pues ha logrado su auto-

12
nomía como pueblo originario resignificando la gobernabilidad del
poder, deconstruyéndolo para aprovecharlo a su favor.
Mezcala construye una movilización por la defensa de su te-
rritorio ancestral. Su lucha no es sólo contra una invasión a sus
tierras, sino también por conservar sus tradiciones e inculcar en
las nuevas generaciones el arraigo a su historia y sus tierras. La
lucha es interna. Los comuneros mencionan que no saben si las
nuevas generaciones van a cuidar la tierra o simplemente la van a
vender.
En esta incertidumbre hacia el futuro de la comunidad indíge-
na, algunos jóvenes denominados Colectivo Mezcala,8 propusie-
ron en la Asamblea General de Comuneros del 2007 que, ante
la inevitable llegada del turismo, debían administrar desde los
términos que permitieran continuar con sus tierras comunales y
organizaciones. Así surge el proyecto de Turismo Comunitario, un
espacio concreto fue la edificación del comedor-restaurante Paraje
Insurgente.
La idea de Paraje Insurgente nació en 2007, pero se concretó
hasta el 2013. Este espacio se construyó primero para confrontar
el discurso del Estado sobre el progreso. La cercanía con centros
turísticos como Chapala y Ajijic permitieron a la comunidad de
Mezcala tener más amplia y profunda determinación sobre el pro-
greso y el turismo que debía construirse en sus tierras. Por eso
nació la frase “queremos desarrollo, queremos turismo, pero sólo
si nosotros seguimos siendo los dueños”.
Paraje Insurgente impulsó más discusiones de las que se habían
programado. Una fue la asociación cooperativista que ha funcio-
nado en el restaurante. También se abrió una investigación sobre
el origen y los usos de los alimentos de la comunidad. Ahí inició
la recuperación de recetas de las cocinas cocas. Fue evidente y
rápida la amplia y nutrida colección de recetas, historias, cultivos,
diversidad biológica que crece en esas tierras y de los usos que se

8
 Colectivo Mezcala se conformó en el 2002. Lo conformaron jóvenes, mujeres y comuneros
que simpatizaban con el movimiento zapatista de Chiapas.

13
acostumbran en Mezcala, por eso este recetario fortalece también
la identidad, las raíces del pueblo originario.
Inició este recetario con alumnos de la Escuela Secundaria y
Bachillerato Signos, y la coordinadora del taller Culturas del Mun-
do. Después dirigió el proyecto mi amiga Sarah: historiadora apa-
sionada por las anécdotas de cocina, pues ahí está la cultura de un
pueblo. Ella permitió redondear este proyecto para rescatar todas
esas historias que habitan a diario en las cocinas del pueblo coca.
Al final de la recolección de estas recetas nos dimos cuenta de que
Mezcala recolecta, caza, pesca, cultiva y conoce los vientos para
una buena pesca, la luna para una cosecha provechosa, el cielo
para la abundancia o escasez de plantas y agua. En su comida está
depositada su cultura, su origen. Es una comunidad que ante la
bondad de sus tierras, diversifica su alimentación. Vive de la tierra
y sus aguas. En su territorio está su vida y de ahí adquiere todos los
alimentos que los caracterizan como pueblo.

14
Comida e indianidad en México
Sarah Bak-Geller Corona
Instituto de Investigaciones Antropológicas
Universidad Nacional Autónoma de México

Durante la Conquista, en el siglo XVI, las poblaciones indoameri-


canas fueron sometidas bajo la categoría de indio, un término que
homologaba la diversidad cultural de los habitantes del continente
y los reducía a una condición única de inferioridad física y moral.
La inferioridad del indio, plasmada en imágenes de cuerpos débi-
les, pusilánimes, mezquinos y taciturnos, estuvo desde un inicio
asociada a la alimentación. Se consideraba que la comida de los
nativos era escasa y de poca sustancia, lo que había provocado la
degeneración de la población del Nuevo Mundo.
La distinción entre el cuerpo español y el cuerpo indio legitimó
la supremacía europea sobre los habitantes del continente ameri-
cano, por ello, la comida de indios representó uno de los princi-
pales intereses para la colonización. El apego de las poblaciones
amerindias a ciertas prácticas alimentarias se veía continuamen-
te en las fiestas de los pueblos, conocidas como comelitonas o
banquetes de indios. Estas ocasiones eran aprovechadas por los
habitantes del pueblo para consolidar su identidad frente a otros
pueblos, mostrar su poder económico y su capacidad de organiza-
ción colectiva. Las autoridades coloniales vieron en estas comidas
comunitarias, peligrosas expresiones de cohesión social y política,
por lo que era de esperar que estas fiestas fueran desalentadas
desde la llegada de los españoles.
Los prejuicios hacia los hábitos alimentarios amerindios susci-
taron incluso discusiones en el plano religioso, donde se cuestionó

15
la pertinencia de emplear maíz en las prácticas evangelizadoras.
Algunos misioneros habían optado por reproducir el rito de la Eu-
caristía con tortillas y arepas, a falta de pan de trigo; sin embargo,
la Iglesia católica acabó prohibiendo esta práctica, rechazando
toda posibilidad de transustancialización a través del cereal ame-
ricano.
El temor de que los cuerpos españoles adoptaran cualidades de
indios por consumir sus mismas comidas queda ilustrado en rela-
tos como el del conquistador Jerónimo Aguilar, quien acabó tras
un naufragio viviendo años con los indígenas de la Península de
Yucatán. Aguilar, al ser rescatado por sus compatriotas, se rehusó
a comer sus alimentos, alegando que la comida cristiana le sentaba
mal en principio, después de tanto tiempo se había acostumbrado
a la comida de los indios.
La idea de que el aspecto físico y el temperamento de un indi-
viduo estuvieran asociados a su régimen alimentario tuvo origen
en el siglo II, con las teorías médicas hipocráticas. Estas creencias
se basaban en la existencia de cuatro humores que gobernaban
el cuerpo humano (sangre, flema, bilis negra, bilis amarilla), los
cuales a su vez estaban asociados a los cuatro elementos naturales
(aire, agua, tierra, fuego). Así, una persona con mucha sangre era
considerada sanguínea o social, mientras que el exceso de flema
derivaba en flemáticos, el de bilis negra en melancólicos, y de bilis
amarilla en coléricos. El balance de humores podía ser en todo
momento corregido a partir de los alimentos que se clasificaban en
función de su correspondencia con uno de los cuatro elementos.
A partir de esta lógica que consiste en que las cualidades in-
trínsecas de los alimentos son asimiladas de manera literal por
quien los consume, los europeos del siglo XVI asignaron los ali-
mentos a diferentes estratos sociales. Por ejemplo, la carne de
caza, como el ciervo, oso o jabalí, era reservada a la nobleza por
ser considerada una fuente excepcional de fuerza, bravura y des-
treza, cualidades que se atribuían a esos animales. En contraste
las aves y pescados, criaturas ligeras y delicadas, eran asociadas a
estilos de vida contemplativos, y por ende eran preferidos por las

16
órdenes monásticas. La correlación entre las propiedades de los
alimentos y la condición social del individuo se distinguía entre
alimentos suaves, refinados y de tonos claros (ciertas clases de
frutos, panes, legumbres, pescados y carnes) para los estómagos de
la nobleza; y las comidas ordinarias y pesadas, como eran raíces y
tubérculos, aptas para las clases bajas y trabajadoras.
La creencia de que la dieta repercutía en el carácter físico y
espiritual de un individuo supuso que los españoles generaran te-
mor de convertirse en indios si consumían los mismos alimentos
que sus sojuzgados. Por ello mostraron especial ahínco en con-
sumir alimentos europeos –de preferencia asociados a la cultura
cristiana–, en particular trigo, cordero y vino de uva, con el fin de
preservar su hegemonía física y moral.
Las teorías alimentarias sobre la inferioridad del indio conti-
nuaron en los siglos XVII y XVIII, alcanzando notoriedad en los
círculos científicos europeos. Naturalistas como Jean-Louis Bu-
ffon (1707-1788), David Hume (1711-1776), Cornelius de Pauw
(1739-1799), Guillaume Thomas François Raynal (1713-1796) y
William Robertson (1721-1793) sostenían que la calidad del cli-
ma, aire y suelo del continente producían alimentos viciados, que
a su vez creaban seres degenerados.
Los descendientes de los españoles nacidos en América, cono-
cidos también como criollos, al verse afectados por las teorías an-
tiamericanas formularon en contrapartida su propio discurso cien-
tífico en defensa de la naturaleza y los habitantes del Nuevo Mundo.
Los primeros argumentos los encontramos en la obra del médico
novohispano Juan de Cárdenas (Problemas y secretos maravillosos
de las Indias, 1591), quien describió las ventajas de los alimentos
americanos sobre los europeos, y explicó por qué su ingesta no sólo
convenía al indio, sino a todos los tipos de constituciones. El maíz
y el chile fueron considerados por Cárdenas como de gran sustento
y una valiosa fuente de mantenimiento. La opinión favorable de
Cárdenas sobre la comida de los indígenas debe ser, no obstante,
puesta en contexto. El que el autor reivindique los productos ame-
ricanos no significa que el régimen alimentario indígena fuera el

17
más adecuado. Los criollos, intermediarios entre la cultura ibérica
y la amerindia, se consideraban los detentores de las mejores prác-
ticas en materia de alimentación. La superioridad de las comidas
criollas queda expuesta cuando los indios entran en contacto con
ella, según lo señala Cárdenas: “Su mantenimiento natural [de los
indios] es carne a medio asar o cruda del todo, o maíz crudo o mal
cocido, hasta poco a poco hacerlos a nuestras comidas, y si una vez
se hacen es contento después verlos que luzios y gordos se ponen”.9
La reivindicación de la comida americana frente a los ilustrados
europeos continuó ocupando un lugar crucial en las obras de eru-
ditos como Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700), Francisco
Javier Clavijero (1731-1787) y José Antonio Alzate (1737-1799).
En sus obras elogiaron las frutas de la tierra, las cuales “suplían
ventajosamente a las peras, manzanas, duraznos y demás frutas
que faltaban [en América]”; del vino del maguey ocpatli se dijo
que embriagaba, pero no tanto como el vino de uva, por ende era
una bebida más sana. Llegaron incluso a mencionar la existencia
de un trigo nativo de Michoacán, simplemente que no fue aprove-
chado por los indígenas porque tenían el maíz, cuyas ventajas eran
mayores. Finalmente, ante la crítica de Buffon sobre lo pequeño e
imperfecto de los animales mexicanos, el indignado Clavijero dio
por terminada la discusión con un aire de superioridad: “Me da
compasión que un filósofo tan célebre se muestre tan ignorante de
los animales más comunes del reino de México”.10
La insuficiencia e inadecuación del régimen alimentario indí-
gena continuó siendo un tema prioritario de discusión entre los
defensores del primer republicanismo en México. En libros y en-
sayos publicados en los principales periódicos del país, se trató
del efecto específico de la cantidad y la calidad de la comida de
los indígenas en el desarrollo general de la sociedad. Se señaló
que mientras los indios no remplazaran sus habituales “cuatro o

9
 Cárdenas, Juan de. Problemas y secretos maravillosos de las Indias. Libro tercero, cap. 7,
edición facsimilar, Valladolid, Maxtor, 2003 [1591] p. 203.
10
 Clavijero, Francisco Xavier. Historia antigua de México, 8ª ed., México, Porrúa, 1987
[1780].

18
seis tortillas con sal, untadas con chile, un jarro de atole, y nada
más”,11 por alimentos que contengan más sustancia, la población
indígena continuaría sin rendir en sus tareas labriegas. Las élites
intelectuales, influenciadas por las ideas fisiológicas de la época,
que veían en la digestión la causa, pero también la solución de
la mayoría de los males que padecían los indígenas, propusieron
entre otras medidas abolir la tortilla, argumentando que su método
de elaboración no cumplía con los requerimientos para una sana
digestión. La digestión, a principios del siglo XIX, era concebida
como una fermentación, donde el calor del estómago provocaba al-
teraciones en los alimentos similares a las que podían observarse
en sustancias fermentadas (producción de vapores, putrefacción
de compuestos, interacción de ácidos y sales). Los alimentos que
no experimentaban cierta fermentación en su elaboración eran por
ende desaconsejados.
Este fue el comienzo de una ardua batalla contra las tortillas,
cuya historia ocupó todo el siglo XIX y una parte del XX. Durante
estos años, las tortillas fueron combatidas en tanto “masas grose-
ras, compactas, viscosas e indigestas”, que lo único que provoca-
ban eran “crudeza y aventamiento en los estómagos”.12 Alexander
von Humboldt, naturalista y viajero alemán, se sumó a esta opi-
nión al escribir en su Ensayo político sobre el reino de la Nueva
España (1811) que el estado de los indios no era otro que el de
indigestión, lo que provocaba complicaciones gástricas “muy co-
munes entre los indios”.
Fue así que las autoridades virreinales dieron a conocer en
1806 un pan que sustituyera a la tortilla, elaborado con harina de
maíz y trigo. El pan de San Carlos fue elogiado por el mismo virrey,
quien ordenó que la receta fuera distribuida por todo el reino.13
Los esfuerzos para transformar a los indios en ciudadanos
modernos estuvieron encaminados, por otra parte, a promover

11
 Diario de México, 8 de septiembre, 1807.
12
 Gazeta de México, 26 de septiembre, 1786.
13
 Diario de México, 30 de abril, 1807.

19
comidas “públicas y comunes”, donde se enseñaría al indio las
“dulzuras y comodidades de la sociedad civil”.14 En estas comidas
públicas, en las que la lengua común sería el español, el indio
aprendería a sustituir las tortillas por el pan de San Carlos y, sobre
todo, asimilaría los principales modales y comportamientos en la
mesa. Lejos de ser un tema frívolo y trivial, la mesa fue vista como
un espacio ideal para la práctica de los principios republicanos.
Comer en grupo promovería la armonía entre los individuos, fo-
mentaría el convivio entre iguales, favorecería la discusión y el
intercambio de ideas. Las reglas de urbanidad republicanas iban
acorde a los valores de civilidad y virtud en la templanza y mesura
de los comensales.
En el contexto de construcción y consolidación del Estado-na-
ción, la medicina, la ciencia racial y las teorías indigenistas ad-
judicaron una vez más a la dieta del indígena su retraso biológico
y cultural. Detrás de la imagen de una raza indígena ignorante,
pasiva e improductiva, existían siempre discursos sobre la mal-
nutrición, la falta de higiene y el cuidado en la preparación de los
alimentos. La “Teoría dietética de la raza” del periodista y políti-
co Francisco Bulnes (1847-1924) fue, en este sentido, ejemplar.
Bulnes sostuvo que la especie humana se dividía en tres grandes
razas, cuyo grado de civilización estaba asociado a un cereal es-
pecífico: los pueblos consumidores de trigo eran razas superiores,
mientras que el atraso de los indígenas mexicanos se debía a su
preferencia por el maíz.15
Para el proyecto indigenista, la alimentación representó un
paradigma del desarrollo en América Latina. Los indigenistas re-
futaron las nociones de superioridad e inferioridad racial y propu-
sieron una nueva definición de lo indio. Ésta no se fundamentaba
en criterios estrictamente biológicos, sino que incorporó aspectos

 Diario de México, 16 de octubre, 1805.


14

 Bulnes, Francisco. El triste porvenir de los países latinoamericanos. México, Contenido,


15

1975 [1899]; Los grandes problemas de México. México, El Universal, 1927 [1926]. Hasta la
década de 1940 los estudios nutriológicos dieron a conocer los aportes de la dieta mesoa-
mericana, basada fundamentalmente en maíz.

20
culturales y económicos. El indio, no obstante, continuó figurando
como un cuerpo esencialmente débil, pasivo y taciturno. Los in-
tentos por transformar la dieta indígena se enfocaron, por lo tanto,
en combatir las condiciones de pobreza en que vivían estas pobla-
ciones, al tiempo que se proponían regenerar los cuerpos indios.
Manuel Gamio (1883-1960), fundador de la Antropología en Méxi-
co y precursor del nacionalismo posrevolucionario, fue el portavoz
de la mejora de la dieta indígena, la cual se consideraba no apta
para cubrir las necesidades biológicas de un ser humano. En sus
críticas a la dieta frugal basada en tortilla, frijol y chile, la cual
asociaba con la pobreza extrema de los indígenas mexicanos, el
antropólogo puso al descubierto sus prejuicios hacia el alimento
base de los indígenas: el maíz. Tras un viaje a Japón, Gamio pro-
movió una serie de programas públicos para sustituir el maíz por
el frijol de soya, como la solución a los problemas de desnutrición
en México.16
Por su parte, el interés de los médicos mexicanos por la no-
vedosa ciencia de la dietología motivó la creación de una agenda
latinoamericana de dietética y nutrición. La finalidad era integrar
a las poblaciones indígenas en la vida política, social y económica
de las naciones, objetivo que se veía obstaculizado por sus grados
de malnutrición. Durante la presidencia de Lázaro Cárdenas se
creó en 1935 la sección de Investigación de la Alimentación Po-
pular en el Hospital General de México, y una Comisión Nacional
de Nutrición encargada de organizar encuestas de alimentación,
investigaciones sobre las propiedades de los alimentos mexicanos,
y promover políticas públicas de nutrición. Los programas de nu-
trición destinados a construir cuerpos sanos y bien alimentados,
como una condición básica para el ejercicio de la ciudadanía, no
estuvieron deslindados de la ideología del mestizaje. Al transfor-
mar la dieta de la tortilla, el frijol y el chile por una rica en carne
y lácteos, se buscó erradicar la malnutrición en México, al tiempo

16
 Gamio, Manuel. “Dietética popular” en Hacia un México nuevo. Problemas socia-
les. México, Instituto Nacional Indigenista, 1987 [1935].

21
que se fomentó la desaparición de la condición indígena a favor
del mexicano mestizo y moderno.
En los albores del siglo XXI, la comida continúa proporcionan-
do las condiciones para pensar y definir al indígena. En la actua-
lidad, los mismos grupos en vulnerabilidad reconocen en su pa-
trimonio alimentario indígena un recurso estratégico para obtener
mejores condiciones sociales y mayor participación en el espacio
público. La comida adquiere un nuevo valor en el contexto neoli-
beral y multicultural, donde ocupa un lugar clave para entender
la categoría socio-étnica de indígena, así como la relación entre
etnicidad y ciudadanía en México.
El caso coca de Mezcala es de especial interés, ya que el valor
de una cocina tradicional coca forma parte de la estrategia de los
comuneros para la defensa de su territorio, el cual se encuentra
amenazado por inversionistas privados y el gobierno municipal.
Al mismo tiempo, el proyecto gastronómico coca se suma a los es-
fuerzos de los habitantes por rescatar y difundir una historia local,
ligada a la identidad de los mezcalenses como pueblo rebelde y
luchador incansable de su autonomía.

El patrimonio alimentario y el ejercicio


ciudadano coca

Mezcala está conformado por un pueblo y la pequeña Isla de Mez-


cala, ubicados en la orilla norte de la ribera de Chapala, en el es-
tado de Jalisco. La tenencia de las tierras es comunal, de modo que
existe una Asamblea de Comuneros que funge como autoridad.
La historia de Mezcala se remonta a la época mesoamericana.
Formaba parte del señorío de Coinan y sus tierras fueron conquis-
tadas en 1530.
Mezcala se inscribe en la historia nacional a raíz de la partici-
pación de sus habitantes en la lucha armada contra los españoles,
entre 1812 y 1816. Atrincherados en la isla, los indios de Mezcala
combatieron a las tropas realistas durante cuatro años, y aunque
al final fueron sitiados y se vieron obligados a claudicar, su larga

22
batalla debilitó a los españoles y contribuyó de ese modo a la Inde-
pendencia de México.17 El episodio de la insurrección y la defensa
de la isla fue registrado por algunos historiadores del siglo XIX,
pero no formó parte de la historia oficial. En Mezcala, sin embargo,
la historia de la isla indómita sigue viva en la memoria local. Cada
25 de noviembre se lleva a cabo la conmemoración del armisticio,
pues aunque la fecha hace referencia a la claudicación de los in-
dios de Mezcala, en este festejo se reconoce y recupera la historia
de resistencia de sus antepasados.
Desde hace unos quince años, los habitantes de Mezcala se
han visto amenazados por la invasión y compra ilegal de tierras co-
munales, que buscan promover esa zona de la ribera como centro
turístico. La presión que ejerce el gobierno municipal y los inver-
sionistas privados sobre el territorio comunitario ha provocado que
los comuneros se organicen en tanto pueblo coca para defender
sus tierras y mantener viva su identidad como pueblo rebelde y
autónomo.18
Efectivamente, en esta área se hablaba la lengua coca, em-
parentada estrechamente con el náhuatl. El gentilicio cocatl pro-
viene al parecer de la conjunción de las palabras comitl (olla) y
can (abundancia de algo), que forman la palabra cocan, “donde
abundan las ollas”;19 sin embargo, hace tiempo que en Mezcala
se perdió la lengua y otros rasgos culturales observables que tipi-
fican habitualmente la identidad indígena en México. Una de las
17
 Ochoa, Álvaro. Los insurgentes de Mezcala. Zamora, El Colegio de Michoacán, 1985;
Castañeda, Carmen y Laura G. Gómez. Los pueblos de la ribera del Lago de Chapala y la
Isla de Mezcala durante la Independencia (1812-1816). Guadalajara, Gobierno del Estado
de Jalisco-Secretaría de Cultura-Ayuntamiento de Poncitlán, 2006.
18
 Bastos, Santiago. “Los indios, la nación y el nacionalismo” en Espiral. Estudios sobre
Estado y Sociedad, vol. II, núm. 6, mayo-agosto 1996; Íbid. “La nueva defensa de Mezcala:
un proceso de recomunalización a través de la renovación étnica” en Relaciones. Estudios
de Historia y Sociedad, vol. 125, México, 2011; Alonso, Jorge. “El bicentenario vivido des-
de Mezcala” en Bastos, S. (coord.) Mezcala: la memoria y el futuro. La defensa de la isla
en el Bicentenario. Guadalajara, CIESAS, 2012; Durán, Inés. “Los comuneros de Mezcala
en confrontación con las redes institucionales de poder”. Espiral, Estudios sobre Estado y
Sociedad, vol. XXII, núm. 62, enero-abril, 2015.
19
 Ramírez Flores, José. Lenguas indígenas de Jalisco. Guadalajara, Gobierno de Jalis-
co-Unidad editorial, 1980.

23
estrategias en esta visibilización coca consiste, justamente, en la
valoración de una cocina local.
La creación de un repertorio culinario coca debe entenderse
en el contexto actual de disputa por la tenencia comunitaria de la
tierra. Los comuneros han puesto en marcha un proyecto de auto-
nomía y defensa de la tierra comunal que está formulado en clave
gastronómica. Las mujeres que participan en el recetario coca se
distinguen por sus conocimientos en materia culinaria, así como
por sus discursos de autonomía y defensa territorial. Esta situación
tiene que ver con que en Mezcala, a diferencia de otras comunida-
des agrarias en México, las mujeres heredan títulos de propiedad
comunal y participan en la Asamblea de Comuneros. Actualmente
hay sesenta mujeres comuneras en Mezcala, varias ven en el rece-
tario una movilización social y política efectiva.
En el recetario coca se privilegian los productos del lago y el
campo referidos en el título primordial de 1534, el documento co-
lonial firmado por el Virrey Antonio de Mendoza que avala a la
comunidad de Mezcala como legítima posesora “para ciempre ja-
mas de aguas de tierras cerros y montes”.20 Este “Juzto titolo que
les declara absolutos dueños con lejitimos derechos” incluye una
descripción de los pescados, cereales y hortalizas que sirven de
alimento para los indios de Mezcala en el siglo XVI. Entre ellos se
mencionan: “pezes de charal, quipepnot, pescado blanco saduda-
ble a hasta para los enfermos, bagre phophocha, boquinete sardina
motxarra, que son conocidos sanos para su congro y mantendi-
miento y vendimias, tiene conchas y caracoles y aves de agua”.
Asimismo, se indica que los indios pobladores siembran maíz y
otros granos y hortalizas.
Aunque varios de estos productos ya no existen en la actua-
lidad, en específico ciertas especies de pescado, otros permiten
trazar una genealogía de la cocina coca y darle continuidad en el
tiempo y en el espacio. A diferencia de otros casos de patrimo-

 “Título primordial de Mezcala”, Municipio de Poncitlan, Comisariado de Bie-


20

nes Comunales Mezcala, s/f [1534].

24
nialización de cocinas étnicas en México, donde se echa mano de
fuentes históricas que se refieren a la alimentación de los antiguos
pobladores (vestigios arqueológicos, códices, crónicas de conquis-
ta, memorias de viajeros, ensayos literarios, grabados, pinturas),
en Mezcala no existen, aparte del título primordial, documentos
que describan las prácticas culinarias de sus antepasados. La es-
casez de fuentes históricas ha motivado que los comuneros otor-
guen menos relevancia a la narrativa de los orígenes, que a una
historia que realza el orgullo y apego al territorio que ha sido obje-
to de amenazas recurrentes.
La receta de los tamales de frijoles para Día de Muertos revela
la importancia del territorio en la definición de la cocina y de la
identidad étnica coca. Dichos tamales tienen la particularidad de
que “se hacen con maíz que cosechas; no se compran”, me explicó
una de las colaboradoras del recetario. El platillo, que sirve a la
vez de ofrenda a los difuntos, es indisociable de las prácticas de
cultivo locales, lo cual presiona a los comuneros, quienes están
obligados a trabajar sus tierras para cosechar el maíz necesario
para estas fechas. Deslindarse de la tierra, abandonar su milpa y
dejar de participar en la preparación de los tamales de frijoles para
muertos, tiene repercusiones en la inserción social del individuo:
“o sea, si no cosechas, te pierdes de un montón de fiestas”.
El vínculo entre la cultura culinaria y el territorio queda paten-
te en la forma de organizar las recetas: están ordenadas siguiendo
el calendario agrícola y festivo, no según la lógica convencional
de los libros de cocina (entradas, sopas, platos fuertes, ensaladas),
acordes a una práctica letrada de la cocina. Esta decisión tiene
que ver con las temporadas estacionales, las actividades relacio-
nadas con el cultivo y la disposición de recursos, lo cual prima al
elegir una receta.
La cocina coca no es, en todo caso, un lugar de refugio, de nos-
talgia. El proyecto de autonomía coca, formulado en clave gastro-
nómica, valora en el presente las experiencias de generaciones de
mezcalenses que han aprovechado los productos del lago y el cam-
po. La peculiar salsa de tomatitos tinhuaraques, nativos del lugar,

25
la pericia para pescar güilotas, la eficacia de las técnicas locales
para conservar los productos del lago, los collares ceremoniales,
los panes de muertos y las manos cargueras, ponen en evidencia el
vínculo entre comunidad, territorio y memoria, ingredientes idó-
neos para la defensa de su territorio.

26
SEPTIEMBRE
El calendario gastronómico en Mezcala comienza con la tempora-
da de las cosechas. En este mes se obtienen los primeros maíces,
frijoles y calabazas. El elote es tierno e ideal para comerse en es-
quites y tatemas. La granada, el membrillo, la ciruela amarilla y la
guayaba abundan en estas fechas y son aprovechadas en diferentes
preparaciones dulces y saladas.
Nixtamal

El maíz se pone en agua a calentar con cal (un tercio de taza para
dos kilos de maíz, aproximadamente). Se deja hasta que se cuece,
sin dejar hervir, sólo hasta que el maíz se sienta blandito. La señal
de que ya está es cuando se toma un grano y al apretarlo suelta su
pellejito. En fogata de leña tarda aproximadamente media hora y
en estufa de gas, lo doble. Cuando ya está listo se lava muy bien y
se descabeza (quita el embrión), se escurre hasta que se seque y se
lleva a moler o se metatea para hacer la masa.

28
Pipián de semillas de calabaza

Ingredientes:

espinazo o costillas de cerdo


laurel
pimienta
clavos
1 diente de ajo
semillas de calabaza
chile guajillo

Elaboración:

Se cuece el espinazo o las costillas en agua con laurel, pimien-


tas, clavos, un diente de ajo y sal. Aparte se tuestan las semillas
de calabaza con el chile guajillo. Sólo debe darse una pasadita al
chile por el comal, si no, se amarga. Las semillas deben quedar
tatemaditas, tantito morenitas, que no queden muy blancas ni muy
prietas. Se licúa para que quede molido y que no se sientan las
cascaritas del chile y las pepitas. Antes se molía en metate, pero
ahora se hace con licuadora. Algunas prefieren colarlo después.
Se agrega a la carne y se deja cocer más tiempo para que se vaya
adobando y espesando.

29
Pozolillo

Ingredientes:

elotes tiernos
frijol
1 chilito
calabaza de Castilla
poleo o anís entero

Elaboración:

Se escogen elotes tiernos y se rebanan. Se remojan y se les da una


enjuagada para limpiar todo el cabellito. Se ponen en una olla con
agua en la lumbre y se pasa una coladera por la superficie del
agua, por si quedara algo de cabello por retirar.
Se tapa y se deja hasta que empieza a hervir, ya casi a punto
de hervir se vacía el frijol y un chilito, si se prefiere. Una vez que
empieza a hervir, se añade la calabaza de Castilla partida en cua-
dros. Por último, se pone el poleo o anís entero para que hierva y
suelte su sabor.
Es importante tener en cuenta que se trata de un caldo, por
lo tanto, si estuviera espeso, se puede agregar un poco de agua
caliente.
Se puede agregar pollo o carnita de puerco.

30
Tatemas

Ingredientes:

elotes tiernos
chile seco yahualica
3 tortillas
limón
sal de grano

Elaboración:

Se pone un fogón con leña y, una vez que está listo, se colocan los
elotes tiernos a cocer con todo y hojas. Para saber que ya están
en su punto, se abre un poquito las hojas y se tocan los granos,
deben estar blanditos. Cuando se hace una tatema hay que estar
muy atentos porque es fácil olvidarse de los elotes y dejar que se
quemen.
Se sirven con chile macho y limón.
Para hacer la salsa de chile macho se licúan en seco chiles
rojos de yahualica, muy picosos, con tres tortillas tostadas y una
cucharada de sal de grano. Se diluye en poquita agua. Esta salsa
se puede usar para esquites y fruta.

31
Ponche de guayaba

Ingredientes:

2 kilogramos de guayaba muy madura


4 tazas de azúcar
4 rajas de canela
2 tablillas de chocolate
1 puño de cacahuates
alcohol al gusto

Elaboración:

Se ponen dos litros de agua a hervir con la canela. La guayaba se


muele o se parte en cuadritos muy chiquitos y se va echando al
agua hirviendo. Cuando esté cocida se apachurran los cuadritos.
En otro sartén se quema el azúcar con un puño de cacahuates
hasta que se derrita y tome un color café claro, se vacía en la olla y
se menea para incorporar. Se añaden las dos tablillas de chocolate
hasta que se derritan. Una vez que está listo, se saca de la lumbre
y se lleva a un espacio donde se pueda flamear.
Para flamear, se va añadiendo el alcohol con cuidado porque
brinca, cuando ya se sirvió todo el alcohol al gusto, se avienta un
cerillo y se deja hasta que la lumbre se consuma. El ponche puede
hacerse también de granada, membrillo o tamarindo.

32
Cajeta de ciruela amarilla

Ingredientes:

2 rajas de canela
10 ciruelas amarillas muy maduras
2 triangulitos de panocha

Elaboración:

En una olla se pone el agua a hervir y se agregan las rajas de


canela. Después se incorporan unas diez ciruelas bien maduras
y dos triangulitos de panocha. Se deja hervir hasta que reviente
la ciruela, es señal de que ya está listo. El dulce de ciruela debe
quedar espesito.

33
Torta de chayote

Ingredientes:

chayote
harina
huevo
queso fresco
jitomate
chile

Elaboración:

Se pone a cocer el chayote sin cáscara, en agua. Se parte en ruedi-


tas gruesas y se deja enfriar. Es importante dejar enfriar el chayote
porque, de otro modo, la harina no se adhiere y no se puede capear.
Se coloca una ruedita de chayote y encima se pone queso. Se tapa
con otra ruedita de chayote. Se capea con harina y huevo y se fríe en
aceite muy caliente. Se acompaña con una salsita de jitomate y chile.

34
OCTUBRE
Para octubre, el grano de maíz creció y se endureció. Es la mejor
temporada para recolectar camote de cerro, una raíz apreciada por
su delicado sabor y suave consistencia. La gente identifica la plan-
ta por sus florecitas moradas. También se pescan huilotas (Zenaida
macroura) o güilas, aves pequeñas que vuelan sobre el Lago de
Chapala durante un par de semanas al año solamente; se dice que
llegado el veinte de noviembre, las aves van dejando de pasar.
Para cazar las huilotas, los jóvenes suben a la Loma de la Gua-
jolota, una cima donde las huilotas pasan volando bajo y es más
fácil atraparlas. Extienden una red que hacen con palos de bambú
y cuerdas, muy alta, de unos tres metros, y esperan a que las aves
se acerquen y choquen contra la red. Entonces las atrapan, les
tuercen el cuello y se las llevan a casa. Generalmente suben al
cerro dos veces al día: apenas amanece y un poco antes de que
oscurezca; entonces es cuando pasan más huilotas por Mezcala.
Otros animales que se cazan para comer son los tlacuaches,
tejones y armadillos.
Pipián de huilota

Ingredientes:

semilla de calabaza
chile ancho o guajillo
huilotas

Elaboración:

Se dora y muele la semilla de calabaza. También se dora y muele el


chile ancho o guajillo, el cual se combinará con la semilla molida.
Aparte se cuece la huilota en agua con sal. Cuando está cocida, se
retira y se reserva el caldo, donde se pone a cocer la semilla con
el chile. Ya que esté todo cocido, se echa la huilota, el pescado o
las tortitas de charal.

36
Salsa de tinhuaraque

Ingredientes:

tinhuaraques
chile colorado o verde
cilantro
ajo
huevo, carpa o huilota

Elaboración:

Es una especie de jitomatito que crece silvestre en la milpa. Es


chiquitito, del tamaño de la yema de los dedos. Sirve para hacer
salsa cocida o cruda. Se agrega chile colorado o verde, cilantro, ajo
y se muele en molcajete. Suele comerse con huevo, carpa asada,
huilota asada y pescado dorado.

37
Atole agrio con chile de semilla de calabaza

Ingredientes:

grano de maíz
hojas moradas de maíz
semilla de calabaza
chile de árbol

Elaboración:

Se muele el grano, se echa agua y unas hojas moradas de maíz para


que dé color. Este atole debe quedar de color morado, tan oscuro
que parezca negro. Se deja fermentar un día. Se reconoce que ya
fermentó por el sabor agrito y porque huele acedo. Se cuela para
quitarle las hojas de maíz. Se hierve con un poco más de agua para
que no quede tan espeso.
Para la salsa o panile se tuesta la semilla de calabaza y el chile
de árbol. Ambos se muelen en metate. Esta salsita picosa se pone
al atole al gusto.
Se acompaña con elote, calabaza, chayote o camote cocidos.

38
Frijol nuevo con huilota

Ingredientes:

frijoles nuevos
cebolla
ajo
chile
huilota

Elaboración:

Se cuecen los frijoles con cebolla, ajo y chile, y cuando estén blan-
ditos, se echa la huilota que se coció aparte. Se llama nuevo al fri-
jol que se cosechó con el maíz. Es un frijol tiernito, como el elote,
y tiene la característica de que se cuece muy rápido. Otro tipo de
frijol es el de media caña, porque crece hasta la mitad de la caña
de la milpa.

39
Esquite

El grano debe estar ni muy seco ni muy tierno. Se desgrana la


mazorca. Los granitos se lavan con agua, se estilan y se agrega sal.
Se ponen a asar en un comal o a freír en aceite en una cazuela. Se
menea hasta que esté bueno, esto quire decir que estén tostados
los granos, pero no endurecidos. Se sirve con más sal y limón.

40
NOVIEMBRE
En el mes de noviembre el maíz se ha convertido en mazorca y
puede almacenarse para todo el año. Las mazorcas con los granos
más grandes se apartan porque servirán como semillas para la si-
guiente temporada de siembra. Se guardan en costales con ceniza
de la leña del fogón porque ayuda a mantener a los gorgojos y
gusanos alejados del cereal.
Tras la cosecha, algunas personas se ponen a sembrar calabaza
o garbanzo para aprovechar la humedad que aún conserva la tierra.
En enero se cosechan los primeros garbanzos tiernitos, de color
verde y aún en su vaina. Se conocen como guasanas. Las guasanas
se preparan cocidas en agua o tostadas con un poco de mantequi-
lla. Se sirven con sal, limón y chile, y son una excelente botana.
En esta época se dan también los mejores aguacates.
Para los días de los santos difuntos se acostumbra poner altares
en las casas. Se ofrecen a los muertos frutas, tamales hechos con
frijol entero y envueltos en hoja fresca de maíz, y un pan típico de
Mezcala, que tiene la forma de muertitos y muertitas con las manos
cruzadas. Gente de otros pueblos de la ribera (San Pedro, Santa
Cruz, San Nicolás) encargan pan de muerto de Mezcala. Cuando se
quita el altar se intercambia la ofrenda con los amigos y vecinos.
El 25 de noviembre es una de las fiestas más relevantes de Mez-
cala. Ese día se celebra la gesta heroica de los mezcalenses que
combatieron a los españoles durante las guerras de Independencia,
hace más de doscientos años. Cada año, la población de Mezcala re-
memora la resistencia de sus antepasados, quienes, atrincherados
en la isla, se enfrentaron al ejército realista durante cuatro años.
Tamales de frijol

Ingredientes:

masa de maíz para hacer tamales


hojas de milpa verdes
frijoles
chile de árbol

Elaboración:

Se ponen los frijoles a cocer. Estos deben quedar solamente san-


cochados, no completamente cocidos. Se cuelan y se reserva el
caldito. Se agrega sal y se muelen en seco. Se asa chile de árbol y
se licúa, sin agua, y se agrega a los frijoles.
A la masa ya preparada se agrega sal, caldito de los frijoles y
se amasa.
Las hojas de las milpas todavía verdes se lavan con pura agua
y se les quiebra el tallo de la hoja para dejarlas flácidas y poder
envolver los tamales. En la mesa se extiende una manta y sobre
ella se va untando la masa, ya aguadada por el caldo de frijol. Los
frijoles se untan encima de la capa de masa.
Después se va enrollando la masa y al terminar se van cortando
pedazos de tamaño que se puedan envolver en las hojas de milpa.
Se acomodan en una olla tamalera grande con agua. Al final, se
da una rociadita de agua a los tamales y se ponen unas bolsas de
plástico para que conserven mejor el calor. Se ponen a la lumbre
durante hora y media, o en la estufa por tres horas.
Los tamales recalentados en el comal o pasados por un poco de
aceite saben muy bien.

42
Mole de camote de cerro

Ingredientes:

harina
chile guajillo
chile pasilla
clavo
pimienta
ajo
comino
camote de cerro

Elaboración:

Se dora la harina para que cambie de color a un tono doradito, pero


cuidando no quemarla. Por otro lado, se dora chile guajillo, pasi-
lla, clavo, pimienta, ajo y poquito comino. Se muele bien para que
no queden pedacitos. Se agrega un poco de agua y se deja cocer.
Aparte se cuece el camote. Cuando esté suavecito, pero sin perder
firmeza, se rebana en ruedas gruesas y se agregan al mole.
También pueden hacerse tortitas capeadas y servirlas con el
mole: se cuece el camote y se corta en rueditas. Se deja enfriar. Se
pasan por harina, luego por huevo batido con sal y se fríen.

43
DICIEMBRE
En diciembre comienzan las moliendas del maíz. Lo primero que
se muele es el maíz rojo, también conocido como sangre de toro.
Se usa sobre todo para el pinole, el cual es apreciado por su sabor
y color.
Se elige un día para que el molino del pueblo sólo muela el
maíz rojo, que llega en forma de grano seco. El maíz para nixtamal,
con el que se hacen las tortillas y los tamales, no debe mezclarse
con el grano rojo, ya que al estar húmedo, el grano atasca las pie-
dras del molino.
Pinole de maíz rojo para hacer atole y gorditas

Ingredientes:

maíz rojo
piloncillo

Elaboración:

Se calienta el comal y se pone ceniza encima. Se coloca el maíz co-


lorado arriba de la ceniza y se deja tostar. Hay que estarlo menean-
do, unos treinta minutos. Se saca, se deja enfríar y se lleva a moler.
Para hacer el atole se diluye el maíz molido en agua y se deja
cocer. Debe tomar una consistencia espesa. Se puede agregar azú-
car al gusto.
Para hacer gorditas se tuesta el maíz rojo y se quiebra. Se ama-
sa con agua de piloncillo y se hacen las gorditas. Se cuecen en
horno de leña.

45
Tortitas de camote de cerro con salsa de chile

Ingredientes:

camote de cerro
harina
huevo
jitomate
cebolla
chile de árbol
sal de grano

Elaboración:

Se cuece el camote y se corta en rueditas gruesas. Se deja enfriar


para que agarre la harina y no se haga engrudo. Se pasa cada rue-
dita por harina, luego por huevo mezclado con sal para que tome
sabor el camote. Se fríen en aceite muy caliente. Las tortitas se
acompañan con una salsita de jitomate, cebolla y chile de árbol.

46
Calabaza enmielada

Ingredientes:

calabaza
cal
miel
piloncillo
canela
azúcar al gusto

Elaboración:

Se parte la calabaza y se ponen a cocer los pedazos con miel, pi-


loncillo y canela, diluídos en agua. Si no está muy dulce, se pone
azúcar. Para que agarre bien la miel, la calabaza se corta, se re-
vuelve en agua con cal y se deja reposar media hora.

47
ENERO-FEBRERO
Los guajes se empiezan a cosechar en enero y la temporada pue-
de extenderse hasta marzo. Si llovió mucho en invierno, lo más
probable es que el temporal de guajes sea más corto. Los guajes
se consumen de diferentes modos a lo largo del día: directos de la
vaina, asados en el comal, con frijoles y con carne de puerco. Lo
más común es acompañar el pescado con unas semillas de guaje
crudas, que se sirven en la mesa.
Se prefiere el guaje rojo por tener mayor fuerza: se dice que
ayuda a reventar todos los gases que trae uno en el estómago.
Empanadas de guaje

Ingredientes:

vainas de guaje
jitomate
cebolla
cilantro
chile verde
tortillas
sal de grano

Elaboración:

Se cortan las vainas de guaje y se sacan las semillas. Por otro lado,
se pica jitomate, cebolla, cilantro y chile verde. Se mezclan las se-
millas de guaje con todo lo demás y se pone sal. Para la empanada,
se coloca una tortilla sobre el comal y encima se agrega algo del
relleno. Se dobla la tortilla para que se pueda cocer todo. Sobre el
comal, se dan algunas vueltas a las empanadas.

49
Chile de guaje

Ingredientes:

semillas de guaje
chiles verdes (serranos) o rojos (de árbol)

Elaboración:

En un comal se asan las semillas de guaje y los chiles verdes o


rojos. Se amartajan en el molcajete con sal.
Esta salsa acompaña todo tipo de pescado, pollo y carne.
Los de Mezcala saben que no hay que abusar de esta salsa por-
que puede caer pesada.

50
Sopa de chayote

Ingredientes:

jitomate
cebolla
ajo
chile
chayote
crema

Elaboración:

Se cuece el jitomate, la cebolla, el ajo y el chile. Se licúa y se agre-


ga el chayote previamente cocido, pelado y cortado en cuadritos.
Si se quiere se puede servir esta sopa con un poquito de crema
encima.
Otra forma de preparar la sopa de chayote es la siguiente: se
pica finito el chayote crudo. Se fríen los pedacitos en aceite muy
caliente. Deben quedar un poco doraditos. Los chayotes se acaba-
rán de cocer en un caldo de jitomate picoso. Para hacer el caldo se
licúan jitomates, ajo y chile.

51
Guajes con frijoles

Ingredientes:

frijoles
semillas de guajes

Elaboración:

Se ponen a cocer frijoles y cuando parece que se están riendo; es


decir, se parten a la mitad porque van a medias en el proceso de
cocimiento, se agregan semillas de guaje al gusto.

52
Tortitas de huevo con guajes

Ingredientes:

huevo
guajes
jitomate
cebolla
sal

Elaboración:

Se revuelven los huevos y se agregan los guajes un poco machaca-


dos con sal. Se puede añadir jitomate y cebolla, como a la mexica-
na. Se pone la torta de huevo en una cacerola o sartén, y se voltea
para que quede cocida por los dos lados.

53
MARZO-ABRIL
Los habitantes de Mezcala saben que la primavera inaugura la
temporada del mango y la hueva de charal, aunque ésta se ha vuel-
to un producto cada vez más escaso debido a la sobreexplotación
de los recursos del lago. La hueva de charal se consume cruda, en
taquito o en sopa. Para conservarla, varios acostumbran secarla al
sol. Cuando se quiere preparar caldo de hueva, la hidratan y queda
de nuevo fresca.
En el mes de marzo hay veda de charal, por lo tanto, casi no se
encuentra charal fresco. Las cocineras echan entonces mano del
charal seco para hacer sus tortitas.
El nopal, accesible casi todo el año, escasea durante estos me-
ses.
Los mezcalenses, en general, practican el ayuno durante la
Cuaresma. En esta temporada se consumen platillos con charal
seco y atoles blancos.
Tortitas o albóndigas de charal seco

Ingredientes:

huevo
charales
jitomate
nopales

Elaboración:

Se bate huevo en un plato y se van poniendo los charales, cinco o


seis. Se fríen las tortitas en una cazuela con aceite y se echan en
un caldo de jitomate con nopales. En el caldo, las tortitas se aca-
ban de cocer. Hay que tener cuidado de no menear fuerte el caldo
porque se quiebran.

55
Hueva de charal

Ingredientes:

hueva de charal
jitomate
cebolla

Elaboración:

Se saca la hueva del zacate que crece junto al lago. La más limpia
y tiernita se extrae de las raíces de los sauces. Se cuece con jito-
mate y cebolla, en una cacerola con poquita agua.
Se come con tortillas.

56
Charal asado

Ingredientes:

charal
sal de grano

Elaboración:

Primero de descama el charal, por ser tan pequeñito el pescado,


se talla con sal de grano por todo el cuerpo para que se descame.
Se quita primero la cabeza y luego se van abriendo a lo largo para
quitarles la agalla y la columna vertebral. Se asan en el comal.

57
Salmuera de charal

Ingredientes:

charal
frijol
limón
cebolla
cilantro
chile
sal

Elaboración:

Se sirven los charales asados en un plato hondito. Cada quien


agregará agua caliente o caldito de frijol, limón, sal, cebolla, ci-
lantro y chile a su gusto, de modo que vaya quedando una sopa, al
gusto de cada persona.

58
Mole de carpa amarilla, bagre o pollo

Ingredientes:

carpa, bagre o pollo


jitomates
cebolla
chile guajillo
masa de maíz

Elaboración:

Se cuecen los jitomates, cebollas y chile guajillo. Se agrega agua


y se licúa con un puño de masa. Aparte se calienta aceite en un
sartén y se echa a freír el caldo. Se tiene que menear para que se
disuelva la masa. El pescado se pone a cocer entero en el caldo. Si
se prefiere, se puede preparar con pollo.

59
Birria de carpa

Ingredientes:

5 a 6 kilos de carpa comino


vinagre blanco o de manzana pimienta
laurel clavo
cebolla jengibre
1 rebanada de piña ajonjolí
chiles guajillo mejorana
chiles pasilla

Elaboración:

Se escoge una carpa de cinco o seis kilos. Para limpiarla, se esca-


ma primero el lado derecho, para no aplastar las menudencias. Ya
limpia de escamas, se sacan las menudencias, las cuales se pue-
den utilizar para empanadas (ver la receta más adelante). Se voltea
y se escama el lado izquierdo, cuidando que no escurra la sangre.
Se pasa un trapito húmedo para limpiar el pescado, de modo que la
carpa no pase por el chorro de agua y la lastime. Se corta en peda-
zos: se quita la cabeza y la agalla. Se pone una crucecita de vina-
gre blanco o de manzana para que le quite lo joquioso al pescado.
Se reposa unas horas con laurel, cebolla y una rebanada de piña.
Aparte se muelen los chiles guajillo y pasilla, comino, pimienta,
clavo, jengibre, ajonjolí y mejorana. En una olla se vierte la mez-
cla de chiles y especies, el pescado y poca agua. Se tapa y se deja
cocer como media hora a fuego suave. No debe dejarse demasiado
tiempo en el fuego para que no se desbarate. La birria debe quedar
resequita, sin mucha agua. Se acompaña con una salsa de jitomate.

60
Empanadas de menudencias

Ingredientes:

tripas de pescado
jitomate
cebolla
chile verde
cilantro
tortillas
chile seco

Elaboración:

Las tripas del pescado (puede usarse bagre o carpa amarilla) se


lavan muy bien. Se vierten en una olla con cebolla, jitomate, chile
verde y cilantro, y se dejan cocer. Cuando estén listas se coloca
una cucharada de menudencias sobre una tortilla y se agrega chile
molido para que dé un colorcito rojo. Se sella la tortilla con un
poco de agua para que quede como quesadilla. Se cuecen sobre el
comal. Las tripas sacan mucha grasa, así se sabe cuando alguien
está preparando empanadas, porque hasta la calle llega el olor.

61
Capirotada

Ingredientes:

canela
piloncillo
cebolla
jitomate
pan
tortillas
coco
pasas

Elaboración:

Se prepara una miel cociendo en agua canela, piloncillo, cebolla


y jitomate. Se dora el pan con aceite, ya que esté dorado se ponen
cuatro tortillas debajo de la cazuela y se acomoda el pan con coco
y pasas. Se vierte la miel sobre el pan. Se pone a hervir. Cuando el
pan se come toda la mielecita, se apaga el fuego.

62
MAYO
Con el calor, el pescado abunda. Bagres, popochas, tilapia, lobina,
sardina, huaracha y carpa amarilla son las especies que más se
consumen, aunque no todas son nativas del Lago de Chapala. Hace
treinta años que la tilapia, una especie introducida al Lago, acabó
con la mojarra.
El día de la Santa Cruz y el de San Isidro Labrador son fechas
importantes en la localidad que se festejan con atole y pan car-
guero.
Caldo de cangrejo con ciruela

Ingredientes:

cangrejos
jitomate
cebolla
ciruelas rojas no maduras o mango verde
cilantro
tortillas

Elaboración:

Se les quitan a los cangrejos las tenazas una por una. Se pone una
olla con agua a hervir, donde se echan los cangrejos para lavarlos.
Se descarta el agua. En otra olla se pone otra vez agua a hervir
con jitomate y cebolla rebanada o picada. Cuando está cocido, se
agregan los cangrejos. Se cuecen aproximadamente cinco minutos.
Después se agregan las ciruelas rojas, las cuales deben estar ver-
des, así como un manojo abundante de cilantro y sal. Las ciruelas
se empiezan a reventar con el calor y les sale el sabor acidito si
no están maduras. También se puede usar mango verde en lugar
de ciruelas. Aparte se tuestan tortillas en un comal, cuando están
listas se desquebrajan y se echan en pedazos al caldo. Se sacan
inmediatamente de la lumbre para que no se aguaden.

64
Chile de ciruela

Ingredientes:

ciruelas rojas maduras


chile de árbol
sal de grano

Elaboración:

Se asan ciruelas rojas maduras en un comal con chile de árbol.


Cuando están listas se molcajetean con sal. Hay que extraer las
semillas de las ciruelas.

65
Pescado asado en hoja de vástago, de maíz, de mango o de
aguacate

Ingredientes:

pescado
hoja de vástago

Elaboración:

Se limpia el pescado: se quitan las tripas y la agalla cuidando que


no se reviente la hiel. Se tasajea (se hacen unos cortes en los dos
costados) y se sala. Se acomoda sobre un pedazo de hoja de vástago
y se pone sobre el comal. Cuando ya se puso negra la hoja, se pone
otra encima y se le da la vuelta para que se tateme de ambos lados.
Asados se ponen en una bolsa de plástico para que suden un poco
y se les desprenda fácilmente la hoja quemada.
Otra manera de prepararlo es rellenando el pescado con jito-
mate, cebolla y cilantro. Se unta un poquito de aceite por los dos
lados y se acomoda en una de las hojas; se envuelve y se amarra.
También se puede asar en el comal a las brasas.

66
Aguachile de charal

Ingredientes:

charales
chile serrano
jugo de limón
cilantro
apio
aguacate
cebolla morada
pepino
zanahoria
sal y pimienta

Elaboración:

Se abre el charal y se quita la cola, la cabeza, la aleta y el espinazo.


Por otro lado, se pica el chile serrano, finito, y se mezcla con jugo
de limón, cilantro, apio cortado en pedacitos y aguacate en rebana-
das o en cubitos. Se agrega cebolla morada cortada en rebanadas
finas, pepinos con su cáscara y zanahoria cortada en ruedas. Se
revuelve con los charales. Al final se da un toque de sal y pimienta.
El aguachile puede prepararse también con camarón o filete
de tilapia.

67
JUNIO-JULIO-AGOSTO
En temporada de lluvias, las verdolagas crecen por doquier y es
fácil recolectarlas. En estas fechas se consumen mucho, cocinadas
con huevo, carne o solitas.
Los zapotes son el postre predilecto, sobre todo cuando están
bien maduros. Se usa la hoja de salvarreal, blanca o morada, como
asiento para madurar los zapotes. La hoja morada es macho, la
blanca es hembra, y se recolectan en el cerro.
Verdolagas con huevo

Ingredientes:

verdolagas
huevo
jitomate
chile

Elaboración:

Se cuecen las verdolagas en poquita agua. Se descarta el agua y se


fríen con huevo. Se agrega un poco de sal. Por otro lado, se prepara
una salsita de jitomate y chile. Se asan jitomates y chiles en un
comal. Se muelen enseguida en un molcajete y se vierte la salsa
en las verdolagas.

69
Verdolagas en molito

Ingredientes:

verdolagas
jitomate
cebolla

Elaboración:

Se cuecen las verdolagas con jitomate y cebolla. También se pue-


den servir con un molito de puerco.
Para preparar el mole, se diluye la masa de maíz en suficiente
agua y se agrega chile ancho frito y bien molido. Se sazona con
jitomate y cebolla molidos. Se agrega la carne de puerco y se deja
cocer. Puede ser necesario un poco más de agua. Al final se aña-
den las verdolagas cocidas previamente.

70
Tortitas de nopal

Ingredientes:

nopales
cebolla
cilantro
huevo
jitomate
chile

Elaboración:

Se cortan los nopales en cuadritos y se cuecen con cebolla, ci-


lantro y sal. Cuando cambian de color, es que están cocidos. Se
cuelan. Por otro lado, se bate el huevo y se vacía sobre los nopales.
Se hacen tortitas con una cuchara y se fríen en un sartén con aceite
muy caliente. Se sirven con una salsita de jitomate y chile.

71
Mole de olla de espinazo y verdolagas

Ingredientes:

espinazo de puerco
cebolla
ajo
verdolagas
chile guajillo
semillas de comino
pimienta
clavo
masa de maíz

Elaboración:

Se cuece la carne en agua, cebolla y ajo. Las verdolagas se cuecen


aparte y ya cocidas se cuelan. Se muelen muy finito chile guajillo,
semillas de comino, pimienta y clavo. Se agrega al caldo con la
carne y se deja hervir de nuevo. Ya que hierve se agregan las ver-
dolagas y, si se quiere, unas bolitas de masa. Se deja cocer hasta
que espese.

72
Fiestas y cargos
En Mezcala, las fiestas religiosas ocurren todo el año y van mar-
cando el tiempo de la comunidad. Su celebración requiere una
gran organización colectiva, donde todo el pueblo participa de una
u otra manera.
Existen alrededor de 28 fiestas anuales, y en cada una se or-
ganizan capillas. El día de la Santa Cruz llegan a organizarse has-
ta 25 en los diferentes barrios de Mezcala. Cada una tiene a un
carguero principal como responsable de los festejos del santo. En
cada fiesta no puede faltar el pan carguero ni el atole.
El pan de cargo tiene la forma de una mano grande, con sus
cinco dedos extendidos. Pesa aproximadamente un kilo. Sobre ella
se clavan cigarros y paletas de dulce, que representan la niñez y la
vida adulta de quien recibirá este pan.
Se llama pan carguero porque se entrega al carguero princi-
pal que adquiere el compromiso por todo un año de los festejos
al santo encomendado. Además de esta mano, el carguero recibe
una corona, hecha también de pan, y un collar en forma de rosario
elaborado con panes, fruta y dulces. Existen otro tipo de collares
rituales, llamados zualis, que se ofrecen en los cambios de cargo.
El carguero anterior entrega a su sucedáneo atole, cerveza, una
gallina y una olla de chocolate. Con esta entrega ritual del pan, la
corona y el collar, el carguero anterior concluye su compromiso
anual y transfiere la responsabilidad al nuevo.
Ser carguero implica un compromiso con la comunidad y ex-
presa el arraigo del mezcalense en su localidad.

73
Zualis, collares para cargueros

La persona que tiene a su cargo una tarea comunitaria se llama


carguero. Al cumplir el año, el carguero debe pasar la responsa-
bilidad a alguien más. Cuando hace entrega a su sucedáneo, el
carguero ofrece un zuali mientras le dice cuáles serán sus nuevas
obligaciones.
El zuali es un collar hecho con bolas de maíz. Se tuesta el maíz
en el comal. Cuando revienta es momento de retirarlo. El grano se
lleva a moler. Por otro lado, se hierve agua con piloncillo y canela.
Esta agua se mezcla con el maíz y se forman bolitas que van a ir
envueltas en hojas de maíz.
Con las bolitas se forma un collar que asemeja un rosario.
Como dato histórico se puede mencionar que en el siglo XIX
era posible encontrar en la región de Jalisco rosarios hechos con
pasta de amaranto, a los que llamaban, curiosamente, zoale.

74
Atole de piloncillo o carguero

Ingredientes:

masa de maíz sin nixtamalizar


canela
piloncillo

Elaboración:

Se prepara la masa sin nixtamalizar. El grano va sancochado, por-


que si se empleara cal, el atole adquiriría su sabor. Se disuelve la
masa en agua caliente. Se cuela y se pone a cocer con canela. Ya
que se siente espeso y comienza a hervir, se añade piloncillo. Se
consume en diferentes fiestas, especialmente el Día de la Santa
Cruz y de la Virgen de Guadalupe.

75
Mole ranchero

Ingredientes:

masa de maíz
chile ancho
jitomate
cebolla
pescado o carne de cerdo

Elaboración:

Se diluye la masa de maíz en agua y se agrega chile ancho frito y


molido. Si se hace con harina de trigo, debe tostarse primero, hasta
que tome un color doradito. Se sazona con jitomate y cebolla. Se
agrega el pescado o la carne de cerdo, y se deja cocer.

76
Papaque

Se trata de un pinole que se sirve en las fiestas de los cargueros de


cada santo y antes del carnaval. Los papaqueros van a cantar a las
autoridades comunales, burlándose de ellos y llenándoles la cara
de pinole. Se llama a este festejo una bañada. El pinole se prepara
con maíz rojo tostado en cenizas.

77
Agradecimientos
Este recetario es producto del interés, los conocimientos, el com-
promiso y el esfuerzo de varias personas. Las recetas que lo con-
forman fueron compartidas por diferentes mujeres de Mezcala y
San Pedro Itxican. Todas, con paciencia y generosidad, asumie-
ron el desafío de registrar por escrito su rico acervo de saberes
culinarios: Felipa González, Inés Moreno Baltazar, Justa Baltazar,
Lourdes Claro, María de Jesús Pérez, Mónica Ramos Claro, Norma
Leticia González Ramos y Silvia González Moreno.
El conocimiento y el cariño a su pueblo que Vicente Paredes
Perales transmitió a través de sus relatos y paseos por la Isla, que-
dan registrados en estas páginas.
Carmen Pérez, curandera de Mezcala, José María Pérez, Carlos
de los Santos y Manuel Jacobo permitieron descubrir algunas de
las peculiaridades de los recursos naturales y las tradiciones de
este rincón del occidente de México.
Los jóvenes Eugenio de los Santos y Osvaldo González dedica-
ron una tarde de noviembre a explicarnos cómo leer el cielo cuan-
do están por llegar las huilotas.
El Paraje Insurgente fue el espacio predilecto para las reunio-
nes y talleres que organizamos con las cocineras. Agradecemos la
calurosa acogida que brindaron Chuy Pérez, Mariana González y
Miguel Ángel Moreno.
Lorenza Petersen y los alumnos de preparatoria de la Escuela
Signos hicieron una valiosa labor al registrar metódicamente algu-
nas de estas recetas.
Cristina Barros, Ana Becerra, Amanda Gálvez, Lisa Grabinsky,
Ximena Sandoval, Luis Alberto Vargas, la familia Moreno y la fa-

78
milia Bak-Geller apoyaron durante la redacción de este recetario
con ideas, investigaciones, referencias y su preciada compañía.
Agradecemos al programa PAPIIT, de la UNAM, por financiar el
proyecto Modelos indígenas de soberanía alimentaria (IA300317),
del cual resulta este compendio de recetas, memorias y apuestas
por un mejor porvernir del pueblo coca de Mezcala.
El proyecto Rescate de la Cocina Tradicional de Mezcala surgió
de un taller escolar: Culturas del Mundo, en la Escuela SIGNOS,
en Guadalajara, con la compañía de una querida amiga, maestra
y miembro de la comunidad de Mezcala, Jalisco: Rocío Moreno.
El proyecto de La cocina tradicional de Mezcala surgió en una
región avecindada en Jalisco, a una hora de Guadalajara, y que
forma parte de la rivera del Lago de Chapala. Nace con la idea de
rescatar la comida tradicional del pueblo coca de Mezcala.
Era importante tomar en cuenta que las comidas en Mezcala se
hacen a partir de lo que se cosecha o lo que provee el lago, son he-
chas de frutos de temporal, guajes, quelites o hierbas, así como la
carne de las huilotas que sólo se pueden cazar en una temporada al
año. Las recetas se realizaron en el pueblo de Mezcala los sábados,
y uno que otro día en la semana, porque tocaba alguna festividad.
Los alumnos que participaron en este curso fueron Mariel Leal,
David Andrade, Ana Isabel Callahan y Chantal Suárez. Comenza-
mos en agosto de 2015 con la receta del Pozolillo, la Cajeta dulce
de ciruela y los Esquites. Luego se sumaron otras que fuimos regis-
trando, preparando y saboreando. Hicimos cinco visitas durante el
año y regresamos el año siguiente.
Agradezco profundamente a Rocío Moreno por permitirnos en-
trar a su comunidad y compartirnos sus conocimientos sobre las
riquísimas tradiciones culinarias de su pueblo. Agradezco a mis
alumnos por confiar en mí y por participar gustosos en el proyecto;
por último, agradezco a Sarah Bak-Geller por seguir construyendo
a partir de este primer cimiento.

Lorenza Peterson
Directora del taller Culturas del Mundo / SIGNOS

79
Recetario coca de Mezcala, Jalisco
–con un tiraje de 2000 ejemplares–
lo terminó de imprimir la Dirección General de Culturas Populares,
Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura, en los talleres
de Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V. (IEPSA),
Calzada San Lorenzo núm. 244, col. Paraje San Juan,
delegación Iztapalapa, C.P. 09830, Ciudad de México
Tel. 5970-2600
en el mes de diciembre de 2017

Fotografía de portada:
Sarah Bak-Geller Corona

Subdirección de Publicaciones de la
Dirección de Desarrollo Regional y Municipal
de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas

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