Tarea N01, Interpretación y Aplicación de Los Niveles de Lectura.

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Análisis e interpretación textual a partir de los niveles de lectura,

1. LA LINGÜÍSTICA DEL TEXTO Y LA TIPOLOGÍA TEXTUAL IDEAS PRINCIPALES

Desde que se constituyó como disciplina científica a comienzos del siglo XX, la
lingüística se dedicó durante décadas a estudiar el sistema lingüístico centrando su
estudio en la oración como máxima unidad de análisis.
Sin embargo, tanto el estructuralismo con Ferdinand de Saussure como el generativismo
con Noam Chomsky establecen la distinción entre langue y parole el primero y
entre competencia y actuación el segundo, dejando constancia del habla concebido como
acto individual en uso.
Recién a finales de los años ‘60 del siglo XX se traspasan los límites de la oración y
empieza a abordarse el texto como unidad específica de estudio, con el nacimiento en las
universidades europeas de la lingüística del texto, disciplina que desde sus inicios recibió
la fuerte influencia de la teoría de los actos de habla y de la pragmática lingüística.

El texto en tanto producto de la actuación lingüística y de la interacción social se


convierte en un concepto clave para esta rama de la lingüística y es así que surge la
necesidad de clasificar la enorme cantidad de textos múltiples y variados con los que los
hablantes entran en contacto en su vida cotidiana. La preocupación dominante por
explicar la naturaleza de los textos llevó a la búsqueda de un sistema de ordenamiento de
los tipos de texto con el objetivo de definir los géneros, clasificarlos y construir una
tipología a fin de desentrañar la naturaleza de las estructuras textuales. Desde 1972, año
en el que se celebró en Constanza el primer coloquio para sentar las bases de la nueva
disciplina, los especialistas afirmaban: “una teoría de los textos tiene como uno de sus
objetivos fundamentales el establecer una tipología que dé cuenta de todos los textos
posibles”.[2]

Durante cuatro décadas el tratamiento de los tipos de texto se ha abordado de diferentes


modos, han sido innumerables las propuestas de tipologías textuales, elaboradas desde
varios ángulos y de acuerdo con la teoría dominante. No obstante, la construcción de una
tipología textual que tome en cuenta todos los factores implicados en la configuración
del texto no es tarea fácil y actualmente estamos lejos de afirmar que hay unanimidad al
respecto.
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2. EL CONCEPTO DE TEXTO
El Marco Común Europeo de Referencia (MCER, 2002: 95) considera como texto:
Cualquier fragmento de lengua, ya sea un enunciado o una pieza escrita, que los
usuarios o alumnos reciben, producen o intercambian. Por tanto, no puede haber
un acto de comunicación por medio de la lengua sin un texto;[3]
Desde la perspectiva pragmática, el texto se concibe como una acción lingüística
compleja. La definición que nos parece más pertinente y precisa pertenece a
Bernárdez (1982: 85) quien define el texto como:
Unidad lingüística comunicativa fundamental, producto de la actividad verbal
humana, que posee carácter social. Se caracteriza por su cierre semántico y
comunicativo y por su coherencia, debida a la intención comunicativa del hablante
de crear un texto íntegro, y a su estructuración mediante dos conjuntos de reglas:
las de nivel textual y las del sistema de la lengua.
De esta definición del texto se desprende claramente su triple dimensión:
Dimensión comunicativa: el texto es el producto de una actividad social y el
resultado de la interacción entre el hablante y el oyente, con toda la información
explícita e implícita que incluye el acto comunicativo.
Dimensión pragmática: todo texto se encuadra en una situación de comunicación
constituida por los componentes extralingüísticos siempre presentes en un acto de
habla. Se trata de los elementos que atañen a los aspectos externos, situacionales o
sociales, del uso de la lengua (los participantes, el lugar social donde se produce el
texto (ámbito de uso: personal, público, profesional, académico).[4]
Dimensión estructural: el texto tiene una organización interna y se atiene a un
conjunto de reglas gramaticales y de coherencia que garantizan su significado. 
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2.1 LAS REGULARIDADES DEL TEXTO
El punto de mira en la lingüística textual son las regularidades que se pueden
observar en cuanto a la organización de los textos. Dichas regularidades se
manifiestan a través de dos tipos de estructuras (Van Dijk 1980):
la macroestructura (contenido textual): se refiere a la organización global del
contenido del texto y es la que garantiza la coherencia textual al vincular las
oraciones entre sí y
la superestructura (esquema textual global): es la estructura formal que representa
la distribución de los contenidos según un orden y varía para cada tipo textual.
A nivel oracional el texto estructura sus elementos a través de la microestructura (o
planos de organización textual) que corresponde a la coherencia semántica entre las
oraciones.
Durante el proceso de interpretación de un texto estos modos de organización global de
la información son muy útiles porque orientan al lector en la construcción del
significado.
Por otro lado, según Adam (1992), la superestructura de los textos es la que permite la
construcción de las tipologías textuales, puesto que, al organizar la información según un
esquema estructural básico, clasifica el texto dentro de un tipo concreto que responde a
ese esquema (narrativo, descriptivo, expositivo argumentativo). En cuanto a la
macroestructura, es la que nos permite procesar la información del texto y reconocer los
géneros gracias a los asuntos tratados.  La macroestructura de una carta comercial y la
macroestructura de una carta de amor son dos ejemplos significativos.

3. GÉNEROS Y TIPOS
Cuando se trata de clasificar los textos, a menudo se utilizan indistintamente los
términos tipo y género. A nuestro modo de ver, la distinción terminológica es
necesaria tanto por razones que atañen a la esencia de la cuestión como por razones
metodológicas y didácticas. Intentaremos explicar en qué se diferencian estos dos
términos.
Cuando se alude al concepto de género es imposible obviar la gran contribución de
Mijail Bajtín quien desde la década de los ‘50 del siglo XX formuló la teoría de
los géneros discursivos. Como señala Ciapuscio (1994:14):
“Bajtín, desde una perspectiva semiótico-social, ha realizado uno de los mayores
aportes al estudio de la temática al introducir el concepto de género discursivo en
tanto conjunto de enunciados relativamente estable ligado a una esfera social
determinada. Su concepción del lenguaje como objeto ideológico-social, la inclusión
y preocupación por el contexto y el campo de lo implícito en los intercambios
discursivos ya en las primeras décadas de este siglo, lo han convertido en un
pionero indiscutible de los estudios textuales y discursivos actuales”.
Los planteamientos de Bajtín siguen vigentes hoy en día, a la luz de la lingüística
textual y del análisis del discurso, cuando apunta (1979: 248):
“La riqueza y diversidad de los géneros discursivos es inmensa, porque las
posibilidades de la actividad humana son inagotables y porque en cada esfera de la
praxis existe todo un repertorio de géneros discursivos que se diferencia y crece a
medida que se desarrolla y se complica la esfera misma”.
De hecho, diariamente producimos una gran variedad de textos que varían según
los casos: es diferente una conversación de un debate televisivo, una carta o un
mensaje de correo electrónico, una novela o el resumen de un libro. Cada texto
tiene una serie de rasgos lingüísticos propios y unas funciones particulares que
permiten distinguir un cuento, una carta o un anuncio. Todos los textos que se
producen en la comunicación aparecen siempre como realización textual de
géneros.
Los géneros son formas discursivas convencionales conformadas históricamente en
una cultura determinada. Se van constituyendo a lo largo de la historia de una
comunidad lingüística como prácticas sociales con valor funcional. Son, por lo
tanto, productos socioculturales y como tales se reconocen fácilmente entre los
miembros de una comunidad. Son hechos comunicativos que suceden en un
contexto social, de acuerdo con ciertas normas y convenciones, y con una clara
finalidad, por ejemplo, la de informar, persuadir, divertir, etc. Estas normas y
convenciones, que están definidas institucionalmente, determinan las elecciones
lexicogramaticales y la organización del texto. Por ejemplo, una persona que
escribe una carta para solicitar trabajo, deberá producir un texto con una
macroestructura (contenido textual) y una superestructura (esquema global)
adecuadas, según las normas del género “carta formal”.
Los géneros pertenecen a una tradición, sin embargo es una realidad sujeta a
variación, es decir pueden cambiar y desarrollarse para responder a los cambios
sociales (es lo que explica la aparición de géneros nuevos, como los géneros
electrónicos:chat, foro de discusión, e-mail). En cambio, los tipos son realidades
abstractas, lingüístico-comunicativas, en principio invariables y por lo tanto
constituyen un repertorio cerrado de formas, según las particularidades de cada
tipo.
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4. EL PROCESO DE COMPRENSIÓN LECTORA
La comprensión lectora es una de las destrezas lingüísticas que actualmente, desde
la perspectiva de la psicolingüística (Goodman 1984, van Dijk y Kintsch 1978, 1983)
ha dejado de ser considerada una actividad pasiva que exigía del lector una mera
capacidad para descodificar una serie de grafemas.
La lectura, lejos de ser un proceso mecánico, es una habilidad en la que el
lector participa activamente en el proceso de construcción de sentido del texto
implicándose en una actitud activa y cooperante gracias a sus conocimientos
previos que lo orientan para hacer predicciones y procesar toda la información
implícita necesaria con el objetivo de lograr una unidad textual coherente.

Partimos del supuesto de la psicolingüística de que los significados son construidos


mediante los mecanismos interpretativos que el lector moviliza. Durante la
actividad lectora se activan estrategias cognitivas que interactúan simultáneamente
para reconstruir los niveles de estructuración del texto. Se trata de operaciones
mentales que el lector pone en marcha frente a lo desconocido y que permiten
inferir, relacionar, generalizar, contextualizar, construir estructuras y modelos que
dan la posibilidad de interpretar el texto “representado” mentalmente en la L1
(Mayor 2000).
Todas estas actividades que el lector lleva a cabo frente a lo desconocido son las
denominadas estrategias inferenciales que conducen a la construcción de los
significados.
Según Sacerdote y Vega (2005: 42): Podemos definir la inferencia como el
movimiento central del pensamiento que va de lo conocido a lo desconocido,
relacionándolos mediante hipótesis, hasta llegar a una confirmación, lo que permite
que lo desconocido pase a ser conocido.
Como apunta Gaonac’ h (2000) la lectura consiste en emitir hipótesis acerca del
significado del texto, unas hipótesis que el lector somete constantemente a examen
confrontándolas con los datos del texto. Se hace patente, por lo tanto, el papel
primordial que adquiere el lector en tanto intérprete del texto. Desde este punto de
vista, el lector no solamente interpreta el texto de su autor sino que además
reconstruye otro texto, modificando el original y enriqueciendo su propio mundo.
Algunos estudiosos llegan a afirmar que lo que el lector aporta al texto puede ser
más importante todavía que lo que encuentra en él (Grellet, 1981).
Esta manera de abordar la comprensión lectora se ve favorecida por el enfoque
descendente (top-down), un modelo de lectura que supone un procesamiento de
arriba hacia abajo, en el que el lector, partiendo de su propia experiencia y usando
sus conocimientos textuales, paratextuales y extratextuales, pone en marcha
estrategias inferenciales y hace predicciones acerca del significado del texto. Lo
aborda primero como una globalidad, comenzando por los aspectos más generales
del texto (títulares, idea de cada párrafo) para adentrarse más adelante en los
aspectos puntuales del texto.
Sintéticamente, podríamos decir que la comprensión es el resultado de la
interacción entre las pistas que proporciona el texto –tanto textuales como
paratextuales (utilización de distintos tipos de letra, ilustraciones, disposición
gráfica)- y el conocimiento preexistente del lector gracias a su experiencia
comunicativa y social acerca del tema que aborda el texto y de su organización
discursiva.
Al tratarse de una L2, el aprendiente cuenta con una gran ventaja, puesto que se
supone que todos estos mecanismos involucrados en la la comprensión lectora, así
como el conocimiento del mundo, han sido previamente adquiridos a lo largo del
contacto con todo tipo de textos en la LM (lengua materna)y en otra(s) L2,(lengua
extranjera) lo que nos permite postular la hipótesis de la universalidad de las
gramáticas textuales que constituirían un marco para el aprendiente en el que se
podría apoyar para leer en una L2 (Gaonac’ h 2000).
Se espera, por lo tanto, que este tipo de conocimiento preexistente estratégico y
extratextual sea casi automáticamente transferido de la L1 a la L2. No obstante,
aunque es cierto que una serie de conocimientos son fácilmente transferibles
(conocimientos textuales y pragmáticos, estrategias de comunicación, etc.), estudios
empíricos han demostrado que los conocimientos previamente adquiridos (textuales
y experiencias) no garantizan necesariamente una competencia lectora eficaz.
De hecho, la dimensión más fácilmente transferible de la L1 a la L2 es la textual.
Como señala Bordón (2000: 113): “un aprendiz de E/LE que está acostumbrado a
leer en lengua materna diferentes tipos de textos y que es capaz de reconocer e
interpretar fácilmente estructuras formales, podrá transferir estas habilidades a la
lectura de un texto en lengua extranjera”.
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5. COMPRENSIÓN LECTORA Y TIPOLOGÍA TEXTUAL
Si es verdad que el lector tiene un papel activo en el proceso de comprensión del
texto, por otro lado, el texto, gracias a los tres tipos de estructuras ya mencionados,
orienta la comprensión y no permite la construcción de cualquier significado. En
otras palabras, el propio texto impone sus restricciones y una de ellas sería la de
reconocer el tipo y género textuales al que pertenece.
A la hora de acercarse a un texto escrito, la noción de género nos parece crucial,
puesto que uno de los presupuestos para su interpretación por parte del lector
depende de su capacidad de relacionarlo con un género textual reconocible para él
gracias a su experiencia tanto comunicativa como social. Podríamos afirmar que el
reconocimiento del género textual, siendo una de las pistas más importantes que el
propio texto proporciona al lector, determinará los caminos a seguir para dotarlo
de sentido,permitiéndo al receptor que acceda al significado y reconstruya su
sentido.
Para lograr este objetivo, el lector moviliza su saber sobre géneros, es decir un
saber específico relacionado con la producción y la interpretación de tipos y
géneros textuales con arreglo a sus exigencias. El conocimiento de los géneros
discursivos le permite al lector descubrir las estructuras textuales (esquema y
contenido textual) que sirven de soporte al texto, le da instrucciones acerca de cómo
interpretar el mensaje, “se presentan como horizonte de expectativas” (Loureda,
2003: 32). Este saber que capacita al lector / receptor del texto para actuar en
distintas esferas comunicativas es el que hace que sea capaz de reconocer un aviso
publicitario, un artículo de opinión, una tira cómica, una noticia, una receta de
cocina o una ponencia en un congreso.
Aquí nos parece muy importante destacar el concepto de función que desde la
perspectiva pragmática, es decir de la lingüística orientada al hecho comunicativo,
es el criterio que determina el género textual. Según Brinker (1988: 17, en
Ciapiuscio2005) el texto tiene un carácter accional y “describe una sucesión
limitada de signos lingüísticos, que es coherente en sí y que en tanto una totalidad
señala una función comunicativa reconocible". Como explica Ciapiuscio (1994: 67):
“La función textual (propósito comunicativo del productor) sería una instrucción
para el oyente sobre el modo en que debe entender el texto. Este concepto se
corresponde con el de acto de habla y, como él, tiene un carácter intencional y
convencional”. Por consiguiente, la función es la que designa el tipo de contacto
entre los dos participantes del acto comunicativo.
Inspirado en la tipología ilocutiva de Searle, Brinker propone cinco funciones
textuales de las que se derivan distintos tipos textuales con sus correspondientes
géneros:
Es obvio que un lector que no es capaz de reconocer la intención comunicativa que
el emisor desea transmitir a través del género textual, fracasará en su intento de
interpretar el texto.

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6. HACIA UNA TIPOLOGÍA
Los intentos de clasificación de los textos han seguido pautas muy diversas. Hay dos
milenios y medio de reflexión sobre los tipos de texto. Aristóteles en
suRetórica propuso un primer modelo para el análisis del discurso mediante textos
y se considera el precursor de la lingüística textual. Hoy en día, después de cuatro
décadas de reflexión teórica y hasta cierto punto empírica no hay unanimidad, pero
podemos contar con unas cuantas propuestas valiosas.

De la gran variedad de modelos propuestos, a nuestro modo de ver, destacan los


modelos tipológicos de Werlich y de Adam, por dos razones: a) porque delimitan
las fronteras entre género y tipo y b) por ser los más operativos y didácticos para
nuestro objetivo final, que es fomentar la competencia lectora de los aprendientes
de E/LE.
Werlich (1975)[5] propone una tipología basada en las estructuras cognitivas. A
partir de la combinación de la dimensión cognitiva (“modos de abordar la
realidad”) con la dimensión lingüística (“modos de representar la realidad”)
reconoce la existencia de cinco tipos textuales básicos que pone en relación con las
operaciones cognitivas y que denomina bases textuales:
- base descriptiva: relacionada con la percepción del espacio
- base narrativa: relacionada con la percepción del tiempo
- base expositiva: explica representaciones conceptuales (sintéticas o analíticas)
- base argumentativa: expresa una toma de posición o un juicio de valor
- base instructiva: indica acciones para el comportamiento del hablante.
Werlich fue el primero en señalar que las bases textuales se organizan en
secuencias, puesto que no son homogéneos. Esta idea la recoge y la elabora Adam
en su propuesta de clasificación de secuencias textuales prototípicas.
Adam (1992, 2005) insiste en el carácter heterogéneo de la mayoría de los textos. No
existen tipos puros, por ejemplo, textos puramente narrativos o descriptivos. El
texto se concibe como un conjunto de secuencias de varios tipos que se articulan
entre sí y se van alternando. Propone cinco secuencias prototípicas (de ellas cuatro
coinciden con las de Werlich):
- La secuencia descriptiva
- La secuencia narrativa
- La secuencia expositiva
- La secuencia argumentativa
- La secuencia diálogal
Es importante subrayar que en la teoría de Adam los modelos
superestructurales son modelos tipológicos que controlan la producción y la
comprensión de los textos.
CONCLUSIÓN
Las aportaciones de la lingüística textual y de las tipologías textuales han cambiado
nuestra manera de abordar el proceso de enseñanza y aprendizaje de las
competencias lingüísticas, entre ellas de la comprensión lectora. Pensamos que
dichas aportaciones son sumamente importantes para una comprensión efectiva.
En los manuales didácticos la incorporación de tipologías textuales y el
acercamiento a una variedad lo más nutrida posible de géneros es una realidad.
Creemos que el saber sobre géneros textuales además de contribuir a optimizar los
procesos de adquisición de una L2, puede impulsar la habilidad receptiva de los
hablantes tanto nativos como no nativos y favorecer el contacto con la lectura,
herramienta indispensable para comunicar y aprender.
Puesto que en el ámbito hispanohablante no contamos con un número suficiente de
investigaciones, sería interesante realizar estudios empíricos sobre tipos y géneros
discursivos y su influencia en la comprensión lectora de aprendientes griegos de
español como LE.
Tarea evaluada

1. ¿Cuál es el tema tratado? 20% Redactar utilizando párrafos deductivos


2. ¿Cuál es la intención de la autora? 20%
3. ¿Cómo valora usted la propuesta de 20%
Werlich y Adam?
4. Investigue la estructura y sus 40% Diagrame un cuadro o resuma la información
características de la tipología textual encontrada.
expuesta por Adam Por favor envíe su reporte a la siguiente dirección:
[email protected]

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