Trabajo Practico de 2do Enviado

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LENGUA Y LITERATURA

TRABAJO PRÀCTICO Nº 3

Texto: “El Almacén de las Palabras Terribles”

CAPITULO I
Aquí: Uno
A las doce y media de la mañana de un día de mayo particularmente hermoso, el parque
estaba radiante. Las copas de los árboles más altos se balanceaban movidas por la brisa
cálida, las flores de los castaños, rosas o blancas, ponían notas de color entre las frondas
y los macizos de flores brillaban como joyas, pero Talia, sentada en su banco favorito
enfrente del estanque de los patos, a la sombra de un inmenso sauce llorón, ni siquiera
se daba cuenta de toda la belleza que se entendía a su alrededor.
Las lágrimas le impedían ver con claridad la punta de los zapatos que ya llevaba la vista
para perderla en la superficie del estanque, donde los nenúfares empezaban a florecer, lo
único que veía era un borrón verdoso salpicado de reflejos de sol; así que volvía a
mirarse los zapatos mientras trataba de quedarse quieta abrazándose a sí misma,
conteniendo los sollozos que se le salían de la garganta.
Nunca había estado tan triste en sus doce años de vida recién cumplidos. Nunca había
sentido esa angustia, esa impotencia, esa necesidad de cambiar su mundo, de que todo
lo que estaba pasando a su alrededor desapareciera para volver a ser como había sido
antes, cuando eran felices, cuando sus padres no se peleaban y se insultaban todos los
días como ahora; que todo volviera a ser como cuando su madre aún estaba en casa para
recibirla con un beso al volver del colegio.
Ahora ya no tenía sentido volver a casa. Su padre estaba en el trabajo, su hermano se
había ido a casa de su amigo Pedro y su madre ya no estaba. Ya no volvería a estar
nunca. Por su culpa. Por lo que ella le había dicho la noche pasada.
Sintió que no iba a poder controlarse más y se mordió las mejillas por dentro de la boca
para no ponerse a aullar allí mismo, en medio del parque.
- ¿No deberías estar en el colegio?- preguntó una voz profunda a su lado.
Talia se volvió, sorprendida, las lágrimas cayéndole como grandes gotas de lluvia desde
la barbilla a la pechera de su camiseta azul. No lo había oído llegar. Negó con la cabeza
porque se sentía incapaz de hablar todavía. Era como si una fuerte mano le apretara la
garganta.
El que había preguntado era un viejo que se parecía un poco a la foto del abuelo que
tenían en la sala de estar: grande, con pelo blanco y muy fino, como de bebé, y ojos
castaños hundidos entre las arrugas. Tragó saliva varias veces hasta que pudo contestar:
-Los viernes salimos a las doce.
-Y no debes tener mucha hambre aún, porque no te has ido a casa corriendo.
-No puedo irme a casa- contestó, sin poder ya contener los sollozos.
-¡Vamos, vamos!- animó el hombre-. Un chica tan bonita y tan mayor como tú no
debería llorar por cualquier tontería. ¿Qué pasa? ¿Te has olvidado la llave? ¿Quieres
que llamemos a tu madre?
En la mano del hombre había aparecido un móvil plateado.
Talia negó con la cabeza:
-Mi madre no quiere hablar conmigo. No quiere verme nunca más. Ayer se fue a casa y
dijo que no quería verme nunca más.
Esta vez el ataque de llanto duró mucho tiempo. El hombre le tendió un pañuelo muy
planchado que olía a colonia y esperó tranquilamente a que se le pasara.
-¿Por qué?- preguntó cuando la vio más tranquila-. Cuéntamelo anda. A veces hablar
ayuda, ¿sabes?
Ella se volvió de nuevo hacia el viejo, casi furiosa:
-¡No ayuda! ¡Hablar no ayuda más! ¡Mis padres llevan hablando desde la Navidad y lo
único que hacen es gritarse y decirse cosas horribles! ¡Todos decimos cosas horribles!
-¿Tu también?
Talia volvió a llorar desesperadamente, como si las lágrimas no se le fueran a acabar
nunca.
-Ayer- dijo por fin en voz baja, tan baja que el hombre tuvo que acercarse un poco para
poderla oír-, ayer tuvieron una pelea espantosa delante de nosotros, mi madre dijo otra
vez que se iba de casa, lleva desde Semana Santa diciendo que se va, que está harta de
todo, que no aguanta más; y yo no puedo dormir, cada vez que me voy a la cama pienso
que cuando me despierte se habrá ido y sólo podré verla en las vacaciones porque mi
padre dice que si se va, nos perderá a todos, que el juez le dará la razón a él…
-¿Y ayer?- la animó el viejo a que siguiera contando.
-Ayer, cuando dijo otra vez que se iba, yo le grité. Le dije que no la quería, que prefería
que se fuera de una vez y nos dejara en paz, que no volviera. Y ahora se ha ido para
siempre. Por mi culpa.
Se echó a llorar de nuevo y ocultó la cara en el pañuelo, que se había puesto húmedo y
frío.
-A veces las palabras que se dicen con furia hacen mucho daño. Días y días diciendo
que no puede más, que está harta, que se quiere ir. Yo tampoco aguantaba más.
-Y por eso le dijiste que no la querías más.
-Sí.
-Pero la quieres.
-Sí- dijo en un hilo de voz-. Más que a nadie en el mundo.
Hubo un silencio. El hombre sacó dos caramelos del bolsillo y le tendió uno:
-Son buenos para la garganta.
Talia negó con la cabeza. El hombre se metió uno en la boca y guardó el papel en el
bolsillo.
-Te han dicho que no aceptes dulces de desconocidos. Es natural. Bueno, Talia, ¿qué
quieres hacer?
-¿Qué puedo hacer?- preguntó, mirándolo con desesperación.
Pero antes de que el hombre pudiera contestar, se puso de pie, alarmada.
-¿Cómo se sabe mi nombre?
-Porque lo llevas escrito es la cartera. Siéntate, anda. A ver, ¿Qué puedes hacer? ¿Qué
se puede hacer con las palabras terribles que han sido pronunciadas y escuchadas?- No
parecía que se lo preguntara a ella; más bien era como si se lo preguntara a sí mismo-.
Las palabras no se pueden recoger como una moneda que has tirado al suelo.
-Ya lo sé.
-No se puede hacer una herida, y al ver sangre, volverla a cerrar con sólo desearlo. No
se puede no haber dicho lo que dicho.
-¿Entonces?
De algún modo que a ella misma se le antojaba estúpido, había empezado a creer que
aquel hombre que se parecía al abuelo que no había llegado a conocer tuviera una
solución a su problema.
Hubo otro largo silencio, luego el hombre la miró a los ojos, directamente, como hacen
los gatos, sin pestañear.
-Hay un lugar.
-¿Qué lugar?
-Un lugar oculto. En esta misma ciudad. Pero tienes que ir sola y no es fácil. Ni siquiera
es seguro que sirva de algo.
-Quiero ir- dijo Talia-. Si puede servir de algo, quiero ir.
-A la puerta del parque, allí- señaló la salida más cercana-, pero el tranvía, el 1. Es el
que hace la circunvalación de la ciudad. Tienes que bajar en la última parada, antes de
que siga dando la vuelta y acabe por regresar aquí. Es una zona industrial, muy fea,
llena de fábricas y almacenes abandonados; seguramente no has estado nunca por allí.
Cuando bajes, verás un edificio viejo, ruinoso, pintado de gris, al fondo de la calle. Es
ahí.
-¿Qué hay ahí?
-Yo lo llamo el almacén de las palabras terribles, pero no tiene nombre.
-¿Estará abierto?
-Siempre está abierto.
-¿Usted ha estado allí?
-Sí. Una vez. Hace mucho tiempo.
-¿Me ayudarán allí?
-Lo intentarán. Estoy seguro.
El hombre miró su reloj y, antes de que Talia pudiera preguntarle más, dijo:
-Si vas a ir, tienes que darte prisa. Pasa dentro de tres minutos. ¡Buena suerte, Talia!
Cogió la cartera y echó a correr hacia la parada por miedo a perder el tranvía. Ya casi en
la puerta del parque se dio cuenta de que no le había dado las gracias, se volvió hacia el
banco y gritó:
-¡Muchas gracias, señor!
Pero el hombre ya no estaba

“El Almacén de las Palabras Terribles” Elias Barceló( Pág. 5)

Actividades:

1) Leé la siguiente información sobre el género fantástico:

El género fantástico describe un mundo muy semejante al mundo ordinario en que


vivimos todos pero de pronto nos sobresalta allí el espectáculo de una transgresión a las
leyes de la lógica y la naturaleza.

Según esta afirmación, ¿qué elementos fantásticos transgreden la naturaleza en el


almacén de las palabras terribles adonde entran Talia?

2) En ese almacén se conservan las palabras terribles que en algún


momento fueron pronunciadas. Talia vive atormentada por algo que pronunció,
¿qué dijo? ¿a quién? ¿qué consecuencias generó?
3) Responder:
a) ¿Qué diferentes sentimientos experimenta Talia?
b) ¿Qué personajes participan de este fragmento?
c) ¿Qué datos podemos extraer acerca de Talia y su mamá?
d) ¿Qué sensaciones invaden a Talia durante su recorrido en el tranvía?
e) ¿Con quién se encuentra Talia? ¿Cómo es el muchacho y por qué se
dirige al mismo lugar que ella?
f) ¿Qué relación tiene el título de la novela con la situación que narra la
protagonista?
g) ¿Con quién habla Talia? ¿Qué hace este personaje? ¿Cómo reacciona ella
ante su propuesta?
4) Tenes que explicarme a mí o a tu familia cuál fue tu experiencia de lectura con este
fragmento de la novela mediante un collage o dibujo. La pregunta que debería resumir
ese collage a simple vista es: ¿Cómo viviste esta lectura?
Ojo, no pido que sea “lindo” estéticamente, solo pido que allí estén los elementos necesarios
que muestren a la novela y a su propia experiencia de lectura a tu manera :)
¡A recortar, a usar el paint, a editar fotos, a dibujar! Todo vale.

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