COCO

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COCO

La película da para hablar y mucho de los legados transgeneracional y cómo nos afectan.
Porque sí, lo que le pasó a nuestra tatarabuela puede ser que nos esté afectando aún a
día de hoy, como a Miguel.
En la tradición mexicana se cree que la noche del 1 y 2 de noviembre se abre un portal
entre el mundo de los vivos y de los muertos. Los espíritus nos visitan para disfrutar de la
fiesta que sus familiares han preparado para ellos. Se les recibe con una ofrenda donde
se coloca su comida y bebida favorita, fruta, calaveritas de dulce… tampoco faltan las
fotografías de los difuntos y las coloridas flores de cempasúchil (del náhuatl cempohualli:
veinte y xóchitl: flor. Se dice que el aroma de sus pétalos posibilita y dirige la llegada de
las ánimas del más allá).
Lejos de convertirse en algo triste o macabro, las ciudades se decoran de arriba a abajo.
Las calles cercanas a los cementerios están engalanadas con adornos de papel, flores,
esqueletos, calaveras, y las plazas se llenan de puestos de venta que ofertan
representaciones de la muerte, como calaveras de azúcar, y todo tipo de objetos curiosos.
A parte de tratar el asunto de la muerte, tema tabú en la mayoría de las culturas
occidentales, “la película habla de temas universales: de la familia, de los sueños, de
aquello a lo que renuncias cuando quieres algo con todas tus fuerzas”, dice Adrián Molina.
Miguel es un niño de 12 años que disfruta de la música y sueña con dedicarse a ella pero
que no tiene permitido tocar la guitarra, cantar o incluso escuchar música por un trauma
que no había resuelto nada menos que… ¡su tatarabuela! La tatarabuela Imelda tuvo que
hacerse cargo de su hija Coco cuando su marido la abandonó para luchar por su carrera
como músico y desde entonces defendió a su familia de la música (como si la música
fuera el peligro…), privándoles de ella.
Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la
prohibición de su familia. Su pasión le llevará a adentrarse en la “Tierra de los Muertos”
para conocer su verdadero legado familiar (Filmaffinity).
Y así los abuelos de Miguel, padres de Miguel , tíos de Miguel y primos de Miguel
acataron las normas hasta que llegó Miguel 4 generaciones después y decidió
cuestionarlo, y decidió resolver el trauma de toda un clan, sin siquiera saberlo.
Sería muy presuntuoso pensar que en nuestras familias no ha habido traumas, sobre todo
teniendo en cuenta que han pasado por guerras, posguerras, abortos, muertes de hijos,
abuelos encarcelados, represiones, enfermedades… y quizá sea también muy
presuntuoso pensar que nuestros antepasados pudieron hacerse cargo y librarnos de
ellos. Si todo estuviera en orden sería fácil para todos ser nosotros mismos y vivir nuestra
vida sin miedo a romper la “lealtad” a la familia. Cuando un hombre decide no dedicarse
al negocio familiar, cuando una mujer decide dejar de ser la cuidadora de la familia,
cuando alguien rompe una cadena de maltrato, cuando alguien se libra de una pena que
envuelve a toda la familia desde el luto de un antepasado, cuando alguien se atreve a
mostrar lo que siente en una familia donde las emociones son tabú… están haciendo lo
mismo que Miguel. No es fácil cuestionarse los mandatos que la familia tiene desde no
sabemos cuándo, ¡menos aún no seguirlos!
Y es que cuando se trata de nuestros afectos más cercanos, nuestras familias, la
necesidad de aceptación que tenemos de ellos cuando somos niños, y a la vez, la
necesidad profunda de SER UNO MISMO, más allá de mandatos y creencias familiares;
es un desafío a transitar.
La película muestra cómo un dolor sucedido en generaciones anteriores, aún impacta en
la familia hoy. Miguel es un niño que le encanta la música, pero sucede que no tiene el
permiso familiar para dedicarse a ello y cumplir su sueño, por un trauma familiar que no
había resuelto. Y es que la tatarabuela de Miguel, Imelda, tuvo que hacerse cargo de su
hija Coco, cuando su marido se fue detrás de seguir su sueño con la música, y no regresó
más con ellas. Desde entonces, la música remitía a las memorias de abandono, y por ello
no estaba permitido en esta familia ser músico.
Así fue que los abuelos, padres, tíos y primos de Miguel acataban las normas familiares,
pero Miguel sintió profundamente en su corazón el deseo de transgredir y así, sin ser
consciente de ello, decidió liberar el trauma del clan familiar. Solo dejándose llevar por su
corazón y su pasión por la música.
En casi todas nuestras familias ha habito traumas o duelos que han quedado sin resolver.
Nuestros ancestros han experimentado guerras, hambre, inmigraciones, muertes de hijos,
represiones, enfermedades, etc. Y no han tenido las herramientas para poder sanar todas
estas cuestiones y liberarnos de estas cargas. Hicieron lo mejor que pudieron, y así nos
llegó la vida gracias a ellos, la vida y lo no resuelto también. Lo cual a veces nos dificulta
el camino hacia la felicidad, pues si ellos no fueron felices, nos cuesta a nosotros
permitirnos ser felices.
Alguno de las familias somos llamados a romper esa lealtad familiar que nos ata a viejas
creencias y mandatos del pasado, claro que no nos resulta nada fácil por cierto. Cuando
un miembro de la familia elije algo diferente en su profesión, cuando una mujer decide
deja de vincularse desde la dependencia con su pareja, cuando decide no ser la
cuidadora de la familia, cuando se rompe una cadena de maltrato, cuando alguien libera
una memoria de dolor que de repente tiene que ver con la tatarabuela, con el dolor de
esta mujer que no vio más a su hijo porque emigró a otro país.... en todas las familias hay
alguna historia de dolor... romper con esas penas heredadas es un desafío que muchos
sienten como Miguel, el niño protagonista de la película.
No es fácil cuestionar los mandatos de nuestras familias y tampoco lo es seguirlos
ciegamente, entonces solemos quedar atrapados en este dilema. El camino sanador es
seguir el propio corazón, honrar nuestros ancestros con profundo agradecimiento.
A la consulta para Despertar y Crecer llegan los Migueles que deciden dejar de sufrir y
hacerse cargo de sus propias vidas. Acompaño a honrar nuestros ancestros, y animarnos
a seguir nuestro propio camino, con valentía y seguridad que Algo Más Grande nos guía.
De esta manera honramos nuestros ancestros y dejamos libre el camino hacia a delante,
a nuevas generaciones.
Qué hermosa nuestra tarea! honramos hacia atrás y liberamos hacia adelante! para poder
SER LIBRES DE SER QUIEN SOY EN VERDAD y ASUMIR MI LUGAR ÚNICO EN LA
EXISTENCIA.
Pero hay mucho más. Coco habla del trangeneracional y del inconsciente familiar. De
como los conflictos no resueltos pasan hasta la tercera o cuarta generación, de las
lealtades familiares, los secretos y la exclusión de familiares.
El Transgeneracional es la información que el inconsciente biológico guarda y que el clan
familiar transmite de generación en generación para que un conflicto se pueda resolver en
generaciones posteriores. Este concepto fue creado por Anne Schutzenberger,
psicoanalista, y pionera en Francia de este enfoque (Ay, mis abuelos). ¿Sabías que el
inconsciente gobierna nuestra vida a través de los programas que llevamos (97% de
nuestras decisiones)?.
En el caso de Coco, la familia de Miguel intenta por todos los medios que la historia no
vuelva a repetirse, desterrando para siempre la música (que simboliza a un tatarabuelo)
de sus vidas, generación tras generación. Lo que no sabían es que aquel antepasado
borrado u olvidado (es decir, que no se habla de él, que se le excluyó del clan…)
aparecerá entre la descendencia. Aparecerá para devolverle a aquel su lugar, a modo de
reparación. Vivir el mismo drama es la manera inconsciente de honrar su memoria y de
reconocer su sufrimiento. Repetimos para sanar, no como castigo.
Y el milagro terapéutico surge cuando tomamos consciencia de ese legado
transgeneracional, encontramos los recursos que nos permitan gestionarlo (o al
profesional que nos ayude a comprenderlo), y deshacernos de esa carga. De manera que,
por fin, las lágrimas bloqueadas puedan ser liberadas y las heridas sean finalmente
cicatrizadas. “Liberándome yo, quedan liberadas tres o cuatro generaciones anteriores y
también posteriores. Entonces comienzo a ser yo el único que dirige mi vida”
¿TIENES CONCIENCIA DE SITUACIONES QUE SE REPITEN EN TU VIDA, UN
SÍNTOMA O ENFERMEDAD QUE SE RESISTE, POCAS GANANCIAS A NIVEL
LABORAL, RELACIONES CUYO DESENLACE SIEMPRE ES EL MISMO?
¿CÓMO SABER SI TIENE QUE VER CON EL TRANSGENERACIONAL?
Reacción desproporcionada. Ya no estás en esta realidad sino en otra, en la que el
inconsciente familiar te toma como rehén.
Se ha repetido el problema en otras generaciones (cuantas más generaciones mayor
intensidad).
Los problemas que te ocurren sientes que no son tuyos.
Además, ello se ve reflejado en tu lenguaje. Hablas como si algo siempre hubiera estado
ahí: “Siempre ha sido así”, “Ya lo decía mi madre”. También el sujeto habla con
metáforas: “Me siento como sí…”.
¿QUÉ HACER?
Sé consciente del sufrimiento que vivió el ancestro. “Nuestros complejos, mientras son
inconscientes, se repiten de forma mecánica y dominan nuestra vida. Cuando tomamos
conciencia de algo, creamos una nueva realidad”
Reconócelo y separa tu destino del suyo. Así recuperarás tu sitio y él el suyo. Si te
mantienes en lealtad inconsciente cargarás con esa historia y no vivirás tu propia vida.
“Estamos literalmente impulsados por una poderosa e inconsciente fidelidad a nuestra
historia familiar y tenemos una gran dificultad para inventar algo nuevo en la vida”.
Realiza el duelo. Acto simbólico (escribir una carta), hipnosis, visualización…”Es cierto
que el pasado hace comprensible el presente, pero no hay derecho a que el futuro se
determine exclusivamente partiendo de él”
Esta es una carta que deberás redactar con tu puño y letra. Con este documento vuelves
consciente la herencia emocional de todo aquello que puedas haber heredado de tu
familia (de tus padres, tíos, abuelos, bisabuelos, etc.) y por tanto “te liberas” o mejor
dicho, “sanas”. Porque los comportamientos inconscientes ya no gobiernan tu vida, ahora
tú tienes el control y la responsabilidad de elegir los caminos que desees.
En esta carta sanas todo aquello que hoy en tu presente sabes que no te corresponde:
enfermedades, culpas, rencores, frialdad, indiferencia, falta de cariño, dureza, secretos,
tragedias, engaños, infidelidades, traiciones, robos, mentiras, conflictos mentales,
cerebrales o físicos, en general todo aquel conflicto que tus ancestros por falta de
información y recursos no pudieron resolver, pero que ahora tú, a la luz de la conciencia,
has superado y por tanto has llenado de luz a tu árbol.
Ejercicio para hacer después de la película
CARTA
Yo (Escribe tu nombre y Apellidos) en este acto de mi puño y letra, redacto hoy esta carta
como regalo a la familia a la cual pertenezco.
Con la ayuda, el amor y la presencia de la inteligencia universal/dios, yo bendigo y les
perdono. Me libero y libero a mis bisabuelos, a mis abuelos, a mis padres, a mis tíos, a
mis primos, a mis hermanos, a mis hijos (aunque no los tengas), a los amigos o enemigos
de la familia, de todos los programas inconscientes que me han heredado. Los libero y
me libero, de cualquier ofensa que otra familia haya recibido de la nuestra, y pido perdón
en nombre de aquel que haya ofendido.
Hoy me libero y libero a toda mi familia de pérdidas económicas, de problemas de
herencia, de asesinatos, de muertes repentinas o violentas, de enfermedades mentales o
físicas, de accidentes, violaciones, adulterios, hijos no deseados, hijos no nacidos, no
reconocidos, incestos, abandonos, crueldades, suicidios, maldiciones, desarraigos, falta
de amor, trabajos forzados, esclavitud, guerras, todo aquello que fuera una vergüenza o
una limitación. (Si sabes algo específico escríbelo). De secretos no revelados y de
memorias de dolor, de todo aquello que haya afectado a mi familia y a otras familias a
través mío, para que ya no se sigan perpetuando en mi persona ni en generaciones
venideras.
Hoy corto todo lazo con esas memorias de tristeza y me libero de toda carga que no me
corresponde.
Para mi bien y el de todos los involucrados. Hoy agradezco y quedo libre. Hecho está.
¡Gracias, Gracias, Gracias!

Cuando hayas finalizado tu carta, la lees en voz alta, la quemas y te deshaces de las
cenizas. Así de sencillo y con conciencia, sanas conflictos que aún no se habían
solucionado, pero que gracias a ti, has dado luz al árbol y eso ya fue historia. Comienzas
ahora una nueva historia de consciencia, amor y gratitud.
Puedes repetir este proceso a los pocos días, poniendo conciencia en diferentes temas o
en diferentes recuerdos dolorosos. Una buena eficacia general se consigue haciéndolo un
mínimo de tres veces con un espacio de un mes entre cada vez.
“Soy heredero de un problema familiar, pero no soy simplemente miembro de una familia.
Como individuo poseo un potencial de innovación, de creación, de originalidad. Mi destino
me pertenece. No es de mis antepasados. No estoy únicamente al servicio de la temática
familiar.
Mi libertad será la vuestra y renuncio a seguir reparando vuestra vida y decido vivir la mía
por derecho de ley. Accedo a la soberanía de mi vida.”
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Son los Migueles los que vienen a terapia, los que son tildados de locos porque no
encajan en el sistema en el que se encuentran, los que reciben rechazo y presión para
que se adapten y no pongan en peligro todo lo que han creído varias generaciones. Pero,
¿no será que son los más sanos que luchan por resolver asuntos antiguos para poder
vivir felices? ¿No será que son valientes? ¿No será que dan esperanza a que las
siguientes generaciones puedan vivir de forma diferente y les libere de cosas antiguas
que quizá ya no tengan sentido?
Padres y madres de Migueles, ¿y si tratamos de dejarles libres de historias pasadas
(aunque sea un poquito) y les dejamos ser?