Clij Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 38 PDF

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Cuadernos de Literatura y Juvenil

Hans
Christian
Andersen
00044

8 "480002"035132
NOVEDAD,
URIDICOS REVISTA MENSUAL DE DERECHO
YA ESTÁ
A LA VENTA
Publicación general de información jurídica
* Cada mes especialistas de todas las
disciplinas jurídicas reflexionan sobre
cuestiones vinculadas al mundo del Derecho.

* CUADERNOS JURÍDICOS es, por tanto,


una publicación que permite a los profesionales
del Derecho una puesta al día de casi todo lo
que ocurre en los distintos ámbitos de la
investigación científica y de la realidad práctica.

* En los sumarios de
CUADERNOS JURÍDICOS se dan cita
distintos especialistas que con sus
trabajos inteligibles y rigurosos permiten al
lector estar informado puntualmente de todas
aquellas materias y cuestiones
de imprescindible conocimiento jurídico.

* Y además, junto a los artículos doctrinales


en CUADERNOS JURÍDICOS podrá
encontrar desde novedades legislativas
y bibliográficas hasta una agenda de actos,
seminarios, jornadas, etcétera.

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Nombre Atentamente les saluda
Apellidos Firma
Profesión Titular
Domicilio Domicilio
Población Código Postal Población GR
Provincia Teléfono Provincia
País Fecha
Carmen Bravo-Villasante

DIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA


blioteca General del Campus de Cuenca
gistro: Signatura:

Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil

5 46
EDITORIAL
Libros en la tele
44
SUMARIO
Los ilustradores
de Andersen
Montserrat Castillo

7
MONOGRÁFICO
HANS CHRISTIAN ANDERSEN 52
Presentación Andersen viajero

8
El cuento de mi vida
Hans Christian Andersen
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 58
Andersen: el artista total
Pilar Lorenzo

26
Cronología de
Hans Christian Andersen
Hans
64
Andersen en España
Christiaii
Andersen Selección bibliográfica

28
La vida de Andersen
reflejada en sus cuentos
65
Enrique Bernárdez LIBROS
NUESTRA PORTADA
Fotografía de Hans Christian

38
El más feo era el más hermoso
Teresa Maña
Andersen aparecida en el número
monográfico de la revista
Informaciones Danesas
(Copenhague: Ministerio de
82
EL ENANO SALTARÍN
La pregunta fatídica
Relaciones Exteriores, 1975),
realizado con ocasión del primer
centenario de la muerte del autor.
^\1 PRIM£# CLIJ
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil

Directora
Victoria Fernández

LIBRO Coordinador
Fabricio Caivano
Redactor
Carlos G. Barcena
Secretaria
M. Ángels Rodríguez
Correctora lingüística
* Ma Vinyet Carmona Modolell
Diseño gráfico
Antoni Martos
1 LIBRO DE 1 Ilustraciones portada
Hans Christian Andersen (Informaciones
» COCINA f Danesas, Copenhague: Ministerio de Rela-
ciones Exteriores, 1975).
Han colaborado en este número:
Enrique Bernárdez, Montserrat Castillo,
Centro de Documentación de la Biblioteca
Infantil Santa Creu (Barcelona), Aurora
Díaz-Plaja, Pilar Lorenzo, Begoña Llamo-
so, Teresa Maña, Teresa Mas, Ana ¡VIa Ma-
tute, Miguel Rodríguez, Blas Usariaga, M a
José Vaquero.
Edita
• ••-•>•;> ...•«••'i Editorial Fontalba, S.A.
i * •^ SUPKttff.* á» Valencia 359, 6 o I a .
* - '
08009 Barcelona (España)
Ú UliKODr, LIBRO DE Tel. (93) 458 55 08 / Fax (93) 458 66 02
X F\SIKlKkl\ f ECOLOGÍA Director General
José Gili Casáis

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Impresión
Litografía Roses, S.A.
Cobalto 7. Barcelona. España
Depósito legal. B-38943-1988
^Disponible con un vídeo de ISSN: 0214-4123
© Editorial Fontalba, S.A. 1989
cuarenta minutos de duración.
CLIJ no hace necesariamente suyas las opi-
niones y criterios expresados por sus cola-
EDITORIAL MOLINO boradores. No devolverá los originales que
no solicite previamente, ni mantendrá co-
rrespondencia sobre los mismos.
Calabria, 166 - Apartado 25 - 08015 Barcelona
El precio para Canarias es el mismo de por-
tada incluida sobretasa aérea.
EDITORIAL

Libros en la tele
F „e_scri-
I bir este editorial, está a
Francia y su ya modélico —y
acabado, de momento— pro-
la destinada a niños y jóvenes.
Sus formatos van desde el tra-
! • " • punto de comenzar La grama Apostrophes, un espacio dicional comentario crítico, una
/¿•/a <ie/ tesoro. Se trata, según cultural de calidad y alto nivel, mera recensión leída por al-
sus creadores, de un programa centrado en los libros y que al- guien más o menos conocido,
diario «que pretende llegar al canzó audiencias especta- hasta algunos, los menos, con
público poco adicto a la lectu- culares. formatos ágiles, atractivos y
ra o a aquel que ha perdido el En la mayoría de países euro- que utilizan a fondo los múlti-
hábito de leer». Es decir, y se- peos existe, en las cadenas pri- ples recursos que el medio po-
gún todos los datos oficiales al vadas o en las públicas, este tipo sibilita.
respecto, que trata de hacer me- de espacios sobre las novedades Deseamos desde estas pági-
lla en la mayoría de la pobla- editoriales, con atención espe- nas que el programa La isla del
ción adulta de este país, ya cífica a la literatura «menor»: tesoro, que empieza justamen-
europeo pero bajo mínimos en te este mes, con sus cinco esca-
lo que se refiere a las infraes- sos minutos diarios (en TV 2 y
tructuras culturales que propi- a las 16.45) cumpla su ambicio-
cian la lectura pública. Desea- so objetivo de suscitar el deseo
mos que esta nueva incursión Victoria Fernández de acercarse a los libros, de ha-
del libro en la pequeña panta- cer de la lectura un placer ase-
lla tenga mejor fortuna que las quible, enriquecedor y sano. Y
anteriores, de carácter más mi- que sean los no-lectores quienes
noritario, que ensayó la misma sientan esa irresistible atracción
Televisión Española y que, a pe- hacia el libro, ese desconocido
sar de la buena voluntad, mu- amigo que les espera con su te-
rieron por extenuación ante los soro escondido. La televisión,
continuos cambios y reformu- con su capacidad de alcanzar y
laciones del contenido. En algu- persuadir a las grandes audien-
nas cadenas autonómicas se cias, puede dar un necesario im-
mantienen unos miniespacios pulso a la normalización de la
sobre libros, no muy logrados, lectura como conducta cultural
fugaces, y, en general, en fran- generalizada. Son muchos los
jas horarias de relleno, pero que que podrían descubrir que un
suelen tener una pequeña y se- libro, un buen libro, es lo úni-
lecta audiencia: los ya contagia- \Ñ^V±*Z^ co que elegirían para llevarse a
dos por el solitario vicio de leer. una isla desierta. Tan desierta
Hay que hacer una referencia, que no tuviera ni tele. Que así
desde la envidia más cordial, a sea.

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Si te gusta...
Stalky & Cía.
Rudyard Kipling

reír , llorar sonar


,

Peter Pan
y Wendy LUICIONES GAVIOTA
giStólONES CAMOTA
.3

James M, Barrie

, sentir la emoción y la
El signo El L i b r o
de los cuatro . de las Maravillas i
Arthur Conan Doy!
Marco Polo

intriga viajar , vibrar


El misterio
de la momia
Théophile Gautier

con apasionantes aventuras...

SI TE GUSTA VIVIR..., TE GUSTA LEER.


Publicados los 50 primeros títulos, junto con una excelente guía
didáctica con datos y referencias prácticas para la lectura.

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€>¥*$• GOmtsL4rt> e ^ .

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

Monográfico
Hans Christian Andersen
C^ ^ ^ i existe algún escritor que pueda ser
I considerado como clásico de la litera-
^ ^ ^ / tura infantil, ése es, sin lugar a dudas,
el caso del danés Hans Christian Andersen,
autor que este mes ocupa las páginas de CLIJ.
Andersen no fue un literato de escritorio, úni-
camente. En total realizó veintinueve viajes al
extranjero, incluida España, de los cuales ex-
trajo no pocos motivos de inspiración para sus
obras. Además de sus afamados cuentos, cien-
to cincuenta y seis en total, y de su obra poéti-
ca, redactó seis novelas, un puñado de libros de
viajes y numerosas piezas teatrales que abarcan
los más variados géneros.
Ése es su legado literario y en él han bucea-
do los especialistas que este mes se han dado
cita en CLIJ. Su tarea ha sido analizar no sólo
la prolífica obra de Andersen y la huella que
ésta ha dejado, sino también su compleja per-
sonalidad y la historia de su vida, un cuento de
hadas tan curioso como los que brotaron de su
pluma.
Enrique Bernárdez, Pilar Lorenzo, Montse-
rrat Castillo y Teresa Maña se aproximan, des-
de puntos de vista diferentes, al vivir y al que-
hacer literario de este «patito feo», al que todos
debemos algunas de las páginas más hermosas
y entrañables jamás escritas.
CLIJ les invita a disfrutar con la lectura de este
número monográfico sobre un autor que dirige
a la infancia de todos los tiempos el fascinante EDMUND DULAC (1911), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992
regalo de sus obras: Hans Christian Andersen.

CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

El cuento
de mi vida*
por H.Ch. Andersen

En El cuento de mi vida sin


literatura, Hans Christian
Andersen (1805-1875) recrea
parcialmente las diferentes etapas
de su trayectoria tanto humana
como artística. Editado por
primera vez en 1847 en alemán,
el libro se ampliaría
notablemente para la versión
danesa publicada doce
años más tarde.
A continuación
les ofrecemos una
selección de los
pasajes más
sobresalientes de
dichos escritos
autobiográficos,
en los que se
trasluce la
infrecuente y
complicada
personalidad del
Andersen en 1845. escritor danés.
INFORMACIONES DANESAS, COPENHAGUE: MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, 1975

CLIJ44
KÁ i vida es un bello
f W m 1 cuento, ¡tan rica y
V • dichosa! Si de niño,
cuando salí a recorrer el mundo, solo
y pobre, me hubiese salido al paso un
hada prodigiosa que me hubiera di-
cho: «Escoge tu camino y tu meta,
que yo te protegeré y te guiaré confor-
me a las facultades de tu entendimien-
to y conforme es razón que se haga
en este mundo», no pudiera mi suer-
te haber sido más feliz. [...]
En el año 1805 vivía en Odense, en
una habitación pequeña y pobre, una
pareja de recién casados que se que-
rían muchísimo; eran un joven zapa-
tero y su mujer; él tenía apenas veinti-
dós años, una inteligencia asombro-
sa y un temperamento poético de ver-
dad; ella era unos cuantos años ma-
yor, ignorante de la vida y del mundo,
pero de gran corazón. El hombre aca-
baba de establecerse por su cuenta
como maestro zapatero y él mismo se
había fabricado el taller y la cama de
matrimonio, utilizando para ello unas
tablas de madera donde poco antes
había estado expuesto el ataúd con los
restos del difunto conde Trampe;
como recuerdo habían quedado las
listas de tela negra que adornaban el
catafalco.
El 2 de abril de 1805, en lugar del
cadáver del conde, rodeado de flores Andersen en 1874, fotografía de Georg E. Hansen.
y candelabros, nos encontramos allí
berreando a un niño lleno de vida, y Mi madre no se cansaba de repetirme de Lafontaine, Holberg y Las mil y
ese niño era yo, Hans Christian An- la suerte que había tenido, compara- una noches; sólo en esas ocasiones, le-
dersen. [...] do con ella. ¡Pero si vivía como un yéndonos, recuerdo haberle visto son-
príncipe! A ella de pequeña la man- reír, pues no era feliz ni en su trabajo
La infancia en Odense daban sus padres a la calle a pedir li- ni en su vida. [...]
mosna, y como no podía, se había pa- Uno de mis primeros recuerdos, tan
El hogar de mi infancia lo consti- sado un día entero llorando debajo de insignificante de por sí pero para mí
tuía una sola habitación de reducidas un puente del río de Odense. Yo, con tan importante por la fuerza con que
dimensiones que llenaban casi por mi fantasía de niño, me la imaginaba se quedó grabado en mi alma infan-
completo el taller de zapatero, la cama como si la estuviera viendo y lloraba til, fue una fiesta familiar. Y no os
y el banco donde yo dormía. Pero las de pensarlo. imagináis dónde. Pues nada menos
paredes estaban cubiertas de cuadros, Mi padre, Hans Andersen, me con- que en un lugar que yo miraba con el
sobre la cómoda había bonitas tazas, sentía siempre que hiciera lo que qui- mismo espanto con el que me imagi-
cristalería y otros objetos de adorno siera; yo era el dueño de todo su cari- no que un niño parisino habrá mira-
y del lado del taller, arrimada a la ven- ño, vivía para mí y por eso los do la Bastilla: el penal de Odense. Mis
tana, una estantería con libros y can- domingos empleaba todo su tiempo padres conocían al portero, estaban
ciones. [...] libre en hacerme juguetes y cuadros. invitados a una reunión familiar y yo
Yo era hijo único y muy mimado. Muchas tardes nos leía La excéntrica fui con ellos. Era todavía tan peque-

9
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

ño que al volver a casa tuvieron que naturalmente, y había oído cómo can- en alumbrado, agua potable y Dios
llevarme en brazos. El penal de Ocíen- taban hombres y mujeres mientras hi- sabe cuántas cosas más; por aquel en-
se era para mí una especie de esas gua- laban en la rueca. [...] tonces yo diría que llevaba cien años
ridas de bandidos y ladrones de los En los días de mi infancia, Odense de retraso; se estilaban todavía una se-
cuentos. Muchas veces me había que- era una ciudad muy distinta de lo que rie de usos y costumbres que ya hacía
dado parado fuera, a gran distancia es ahora, que aventaja a Copenhague tiempo que se habían perdido en la ca-
pital. [...]
El lunes de carnaval los carniceros
recorrían las calles con un buey ceba-
do adornado con guirnaldas de flo-
res; montado a su lomo iba un chico
con una camisa blanca y unas alas. En
cuaresma los marineros salían tam-
bién por las calles con música y todas
sus banderas, y al final los dos más
valientes echaban una pelea en un ta-
blón tendido entre dos barcas. El que
no caía al agua era el ganador.
Pero el recuerdo que más claramen-
te se me quedó grabado en la memo-
ria, avivándose cada vez que de ello
se habla, es la llegada de los españo-
les a Fionia en 1808. Dinamarca se ha-
bía aliado con Napoleón, a quien Sue-
cia había declarado la guerra, y antes
de que se pudiera uno dar cuenta, te-
níamos en Fionia un ejército francés
y tropas auxiliares españolas para
marchar a Suecia bajo el mando del
mariscal Bernardotte, Príncipe de
Pantecorvo. No tendría yo entonces
más de tres años, pero todavía me
acuerdo muy bien de aquellos hom-
bre oscuros que iban por la calle ha-
ciendo estrépito y de los cañones que
disparaban en la plaza y delante del
obispado. [...] Se comentaba que los
soldados franceses eran altaneros, los
españoles, en cambio, bondadosos y
amables; se tenían un profundo odio
los unos a los otros; los pobrecillos es-
pañoles eran los que daban más lásti-
v. __ ' . l ^ - ' -— ma. [...]
Tan viva impresión como la de los
españoles a mis tres años, me produ-
jo más tarde otro acontecimiento a la
edad de seis. Fue el paso del gran co-
meta en 1811; mi madre me había di-
cho que iba a hacer añicos la tierra o
que se avecinaban cosas horribles,
como ponía en las Profecías de la Si-
bila. Yo daba crédito a todas aquellas
MABEL LUCIE ATTWELL, FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992. habladurías supersticiosas, que para
mí valían tanto como los preceptos
más sagrados de la fe. Desde la plaza
que hay delante del cementerio de San
Knud, mi madre, yo y unas vecinas es-
tuvimos viendo pasar la tan temida e
impresionante bola de fuego con su
gran cola brillante. Todos hablaban
de malos presagios y del Día del Jui-
cio. [...]
La abuela venía a casa de mis pa-
dres todos los días, aunque sólo fue-
ra un ratito, y era sobre todo por ver
a su nieto, el pequeño Hans Christian.
Yo era toda su alegría y felicidad. Era
una anciana silenciosa y encantado-
ra, de dulces ojos azules y buen por-
te. Había padecido mucho en esta
vida. De ser la mujer de un agricul-
tor rico había pasado a la mayor po-
breza. Vivía con el marido perturba-
do en una casita que se habían
comprado con los últimos residuos de
su fortuna. [...]
Al abuelo loco le tenía mucho mie-
do. Sólo me había hablado una vez y
me había llamado de usted, cosa tan
rara para mí. Tallaba en madera figu-
ras extrañas: hombres con cabeza de
caballo, animales con alas y pájaros
raros. Los metía en una cesta y se iba
por los pueblos; en todas partes los
campesinos le daban de comer y has-
ta grano y tocino para llevarse a casa,
a cambio de los extraños juguetes que
les regalaba a ellos y a sus hijos. [...]
EDMUND DULAC. FAIRY TALES FROM HANS ANDEBSEN. LONDRES: PAVILION. 1992
Un niño solitario y soñador

Casi nunca me juntaba con los arbusto y la tapia. [...] Era un niño se cohibía en hacer uso de él con sus
otros chicos, ni participaba en sus jue- singularmente soñador y andaba a alumnos, que principalmente eran ni-
gos en la escuela, sino que me queda- menudo con los ojos cerrados, con lo ñas pequeñas. Era costumbre en la es-
ba sentado dentro; en casa tenía ju- que la gente terminó creyéndose que cuela decir las sílabas a coro, gritan-
guetes de sobra, que me había hecho estaba mal de la vista, cuando preci- do todo lo que se podía. A mí la
mi padre; tenía cuadros que cambia- samente la he tenido y sigo teniendo maestra no se atrevía a tocarme; mi
ban de figura con sólo tirar de un cor- asombrosamente buena. madre había puesto expresamente esa
dón, una noria que cuando se accio- Una vieja maestra, que daba clase condición al traerme a la escuela. Por
naba se ponía a bailar el molinero; de párvulos a niñas, me enseñó las le- eso un día que me dio a mí también
tenía un cosmorama y graciosos ten- tras y a leer de corrido. Se sentaba en con el escobón, me levanté volando de
tetiesos. Además me encantaba hacer un sillón de respaldo alto al pie del re- mi sitio, cogí mi libro y me marché di-
ropa a los muñecos o sentarme en el loj, que tenía unos muñecos mecáni- recto a casa con mi madre. Exigí que
jardín al pie de la única mata de gro- cos que, al dar las horas, salían a ha- me llevara a otra escuela y así lo hizo.
sellas, con el delantal de mi madre cer su representación. La maestra Mi madre me metió entonces en el co-
tendido del palo de la escoba entre el tenía a mano un gran escobón y no legio de chicos del señor Carsten, a

11
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN
mumm

donde no obstante iba una niña muy mano, para que los otros no me tira- po, creo, para la compañía del conde
pequeña pero algo mayor que yo. En- ran al suelo. Me quería mucho, me re- Trampe o del conde Hahn. Las prime-
seguida hicimos buenas migas; ella galaba pasteles y flores, me daba ca- ras funciones a las que asistí eran en
hablaba de lo conveniente que era en- chetes cariñosos en las mejillas. [...] alemán. El director se llamaba Franck
contrar un buen empleo y decía que Salí piadoso y supersticioso; nada y ponía óperas y comedias; la pieza
iba a la escuela principalmente para echaba de menos, que aunque mis pa- favorita del público era La sirena del
aprender cuentas, pues su madre de- dres no tenían más que lo que se dice Danubio; la primera representación
cía que así podría llevar la lechería de lo justo, a mí me resultaba sobrado y que yo vi fue El politicastro de Hol-
una gran finca. [...] Yo era el más pe- abundante; en cuanto a la ropa se po- berg, adaptada para la ópera. No con-
queño del colegio y por eso, mientras día decir hasta que iba elegante. [...] sigo recordar quién puede haber sido
los otros chicos jugaban, el señor Odense tenía su teatro sólidamente el autor de la música, lo que es segu-
Carsten me llevaba siempre de la edificado, mandado hacer en su tiem- ro es que habían hecho una adapta-
ción en alemán del texto. Por lo de-
más la primera impresión que el teatro
y el público me produjeron no era
como para pensar que tuviera yo algo
de poeta. Según mis padres, lo prime-
ro que dije al ver el teatro y los mu-
chos espectadores, fue: «Anda, que si
tuviéramos tantos cuarterones de
manteca como gente hay aquí, ¡me-
nudo atracón que me iba a llevar!».
Y, sin embargo, el teatro se converti-
ría pronto en mi gran pasión, pero
como no podía ir más que una vez
cada invierno, me hice amigo de Pe-
ter Junker, que era el que llevaba los
carteles, y él me daba el cartel del día,
a cambio de que me comprometiera
a repartir los últimos que quedaban
en mi barrio, tarea que yo cumplía es-
crupulosamente. Si no podía ir al tea-
tro, al menos podía sentarme en casa
en un rincón con mi cartel e inventar-
me mi propia obra con el mismo títu-
lo y los mismos personajes; sin saber-
lo estaba haciendo mi primera obra
literaria. [...]
Mi padre no se trataba casi con na-
die; prefería pasar el tiempo libre a so-
las o conmigo en el bosque. Su ma-
yor deseo era vivir en el campo y daba
la casualidad de que en una de las
grandes fincas de Fiona se buscaba un
zapatero, que habría de establecerse
en el pueblo de al lado y que tendría
derecho a casa, un pequeño huerto y
pasto para una vaca; con esto y con
el trabajo asegurado de la finca debe-
ría poder salir adelante. Mi padre y mi
madre soñaban con la idea; a mi pa-
dre le encargaron un trabajo de prue-
Louise, hija menor de Jonás Collin, bienhechor de Andersen. ba: le mandaron de la finca un peda-

12
CLU44
zo de seda, él tenía que poner el
cuero y hacer un par de zapatos de
baile. [...].
Las salidas de mi padre al bosque
se hicieron cada vez más frecuentes;
no tenía un momento de calma. La
guerra en Alemania, que seguía con
la máxima atención, era lo que más
le interesaba por aquel entonces. Su
héroe era Napoleón, la forma en que
había llegado a la gloria le parecía
digna de ser imitada. Dinamarca se
alió entonces con Francia, no se ha-
blaba de otra cosa que de la guerra y
mi padre se alistó en el ejército con la
esperanza de volver a casa de tenien-
te. [...]
La mañana en que partía la com-
pañía de mi padre, le oí cantar y ha-
blar muy animado, pero por dentro
estaba muy conmovido; lo noté por
la fuerza con que me besó al despe-
dirse. Yo estaba en cama con saram-
pión y me quedé solo en el cuarto
cuando se oyó el redoble de tambores
y mi madre salió a acompañarle llo-
rando hasta las puertas de la ciudad.
[...] Es una de las primeras mañanas
de dolor que recuerdo.
Pero el regimiento en el que servía
mi padre no pasó de Holstein. Se fir-
mó la paz y el guerrero voluntario re-
gresó a su taller. Todo parecía volver
a la normalidad. [...]
Su salud había sufrido mucho con
las marchas, a las que no estaba acos-
tumbrado, y la vida de campaña. Una
mañana se despertó delirando, ha-
blando de campañas militares y de
Napoleón; se imaginaba recibir órde- Andersen en 1845, pluma de J.G. Gertner.
nes suyas y dar instrucciones a la tro-
pa. [...] dolé ropa a los muñecos y leyendo tea- Ser poeta
Tres días más tarde moría mi pa- tro.': Según me han contado, por aquel
dre. [...] entonces yo era larguirucho y desgar- De ella [la anciana hermana de
Le enterraron en el cementerio de bado, tenía abundante cabellera rubia, Bunkeflod] aprendí que el ser poeta
San Knud, al pie de la puerta lateral iba descubierto y casi siempre llevaba era algo grande, maravilloso; allí leí
del lado izquierdo del altar. [...] zuecos. también por primera vez a Shakespea-
A partir de la muerte de mi padre En la vecindad vivían la señora re, en una mala traducción, bien es
me quedé como quien dice abando- Bunkeflod, viuda del pastor, y su cu- verdad; pero las aventuras emocionan-
nado a mi propio albedrío; mi madre ñada; me cogieron cariño y me invi- tes, los sucesos sangrientos, las bru-
iba a lavarle la ropa a la gente, yo me taban a su casa; me pasaba con ellas jas y los fantasmas que en ellas apa-
quedaba solo en casa con el teatrito el día entero. Fue la primera casa de recían, era justo lo que a mí me
que mi padre me había hecho, hacién- gente culta en que hallé acogida. [...] fascinaba. Enseguida empecé a repre-

CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

sentar las tragedias de Shakespeare en «No es por lo que gane —decía—, bía cantar algo, enseguida me lancé y
mi teatro de títeres. [...] sino porque así sé dónde anda». [...] tuve mucho éxito. Los otros chicos,
El hijo de la vecina trabajaba en Tenía yo por aquel entonces una voz mientras, tenían que hacer mi traba-
una fábrica de paños y ganaba un pe- de soprano muy alta y asombrosa- jo. Después les dije que también sa-
queño sueldo a la semana; yo, en cam- mente bonita que conservé hasta cum- bía hacer teatro; me acordaba de
bio, decían todos que sólo sabía ha- plidos los quince años. Sabía que a la escenas enteras de Holberg y de Sha-
cer el vago. Por eso mi madre decidió gente le gustaba oírme cantar y cuan- kespeare y me puse a declamarlas. [...]
que entrara también en la fábrica; do en la fábrica me preguntaron si sa- Mi afición por la lectura, la canti-
dad de escenas dramáticas que me sa-
bía de memoria y mi voz argentina y
sonora despertaron una especie de in-
terés por mí entre varias familias
importantes de Odense, que me man-
daron llamar, intrigadas por lo extra-
vagante de mi personalidad. Entre las
muchas personas a las que fui a ver,
el coronel Ho'egh-Guldberg y su fami-
lia fueron los que dieron muestras de
más sincera simpatía. [...]
Pasé entonces algún tiempo en
casa, creciendo y convirtiéndome en
un chico muy largo, al que, como de-
cía mi madre, no se le podía dejar se-
guir haciendo el vago por ahí. Por eso
empecé en la escuela de pobres.
Allí sólo se aprendía religión, a es-
cribir y a hacer cuentas y ni siquiera
bien; yo casi no había palabra en que
no hiciera faltas; en casa casi nunca
me estudiaba la lección, puede decir-
se que me la aprendía en el camino de
la escuela a casa y mi madre presumía
de mi extrema facilidad. [...]
Iba a cumplir los catorce años y mi
madre tenía pensado que hiciera la
confirmación para que pudiera entrar
de aprendiz de sastre y me dedicara
a algo de provecho. Me quería con
toda su alma pero no comprendía mis
deseos y ambiciones, aunque he de de-
cir que ni yo mismo los entendía. [...]
El traje de confirmación me lo hizo
una vieja costurera de la levita de mi
difunto padre; a mí me parecía el tra-
je más elegante que había llevado
nunca y por primera vez en la vida me
iba a poner botas; me hacía una ilu-
sión tan enorme que temía que la gen-
te no se diera cuenta de que eran
botas, así que me metí los pantalo-
nes por dentro para entrar en la igle-
sia. [...]
ín CH. ANDERSEN, CHRISTINE'S PICTURE BOOK, LONDRES: KINGFISHER, 1984. El verano antes de mi confirmación
había estado en Odense un grupo de
la compañía de actores y cantantes del
Teatro Real, representando una serie
de óperas y obras de teatro; la ciudad
no se había recuperado todavía de la
emoción. Yo, gracias a mi amistad con
el chico de los carteles, no sólo había
visto todas las funciones desde basti-
dores, sino que hasta había salido a
escena haciendo de paje y pastor, e in-
cluso había tenido un mínimo papel
en La Cenicienta. [...] La visita de los
actores de Copenhague a Odense su-
puso un acontecimiento importante
en la vida de muchos y especialmente
en la mía. [...]

En Copenhague, por primera vez

La mañana del lunes 6 de septiem-


bre del año 1819 vi por primera vez
Copenhague desde los altos de Frede-
riksberg. Bajé del coche con mi atillo
y atravesé el parque, la gran avenida
y los arrabales de la ciudad. Justo la
noche antes había estallado el famo-
so pogromo contra los judíos, que se
propagó por varios países de Europa.
Había una gran agitación en la ciudad
entera y un gran gentío por las calles,
pero a mí no me sorprendía todo
aquel ruido y tumulto, respondía per- H CH. ANDERSEN, CHRISTINE'S PICTURE BOOK, LONDRES: KINGFISHER, 1984.

fectamente a la idea que me había he-


cho de la animación que debía reinar dos y me iban a tomar por loco. En fortuna! De momento podía ir a re-
siempre en Copenhague, para mí en- resumen, más valía que me pusiera de coger diez escudos todos los meses.
tonces la metrópoli de las metrópo- aprendiz en Copenhague. Me daba Escribí enseguida mi primera carta a
lis. [...] igual el oficio que fuera, al fin y al casa, una carta llena de júbilo en la
Mi primera salida fue al teatro; va- cabo no se trataba más que de ir ti- que daba cuenta de la gran fortuna
rias veces le di la vuelta al edificio, rando. [...] que me había caído en gracia. Mi ma-
contemplando sus muros, considerán- [...] parece ser que yo tenía un es- dre, llena de alegría, enseñó la carta
dolo como un hogar que todavía no pecial talento natural que me conver- a todo el mundo; unos la oían admi-
estaba abierto para mí. [...] tía en una revelación, por no decir un rados, otros esforzaban una sonrisa,
[...] me percaté de que mi fortuna «fenómeno» verdaderamente original. vaticinando que no podía salir nada
había quedado reducida a un escudo, Yo me creía a pies juntillas lo que la bueno de todo aquello. [...]
así que no me quedaba otro remedio gente me decía y confiaba en la bue- Yo, que con tanto entusiasmo ha-
que buscar un patrón de barco que me na voluntad de todos [...]. bía pintado a mi madre el dorado por-
llevara de vuelta a casa o entrar de Me fui a ver a Weyse, que era tam- venir que me esperaba, iba a tener que
aprendiz con un artesano; me decidí bién de origen humilde y había sabi- volver ahora a casa y convertirme en
por lo último, pues si volvía a Oden- do abrirse camino solo; había com- el hazmerreír de todos. Sabía que iba
se de todas maneras tendría que me- prendido muy bien lo duro de mi a ser así y me sentía destrozado. Sin
terme de aprendiz y además podía situación y había aprovechado la embargo, esta desgracia aparente iba
imaginarme que si volvía ahora fra- emoción del momento para recaudar a suponer un paso más hacia un fu-
casado iba a ser el hazmerreír de to- setenta escudos para mí, ¡toda una turo mejor.
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

En el momento en que más desola- taza de café por las mañanas. Fueron había un aroma, una frescura, la hier-
do me sentía, tratando de pensar en tiempos difíciles, sombríos. [...] ba estaba tan crecida y los pájaros
qué hacer o a quién acudir, me acor- Desde la más temprana niñez había cantaban de tal forma que yo, embria-
dé de pronto de que aquí en Copen- tenido la idea de que según le fuera gado por todo aquello, me puse tam-
hague vivía el poeta Guldberg, herma- a uno el día primero de año, así iba bién a dar muestras de júbilo, y abra-
no de aquel coronel de Odense que a ser todo el año. Mi mayor deseo zando uno de aquellos troncos
había sido tan amable conmigo. [...] para el año entrante era que me die- empecé a besarle la corteza. En aquel
Me asignó los ingresos que sacara de ran un papel en alguna obra y salir a momento me sentía fundido con la
la publicación de un pequeño escrito, escena, que ya vendrían después los naturaleza. «¡Está loco!», dijo un
un discurso en ocasión del cumplea- honorarios. Era primero de año y el hombre muy cerca mío. Era uno de
ños de Federico VI, creo, y como la teatro estaba cerrado, no así la entra- los guardas del palacio y yo salí co-
gente sabía el destino que iba a tener da al escenario mismo. [...] rriendo asustado y volví a la ciudad
el dinero, tengo entendido que se sa- Pasaron los meses y no me daban muy callado y formal. [...]
caron más de cien escudos reales [...]. papel alguno; llegó la primavera y ya Sentía como nunca antes mi depen-
Me encontraba rodeado de los mis- iba para el tercer año que andaba por dencia del favor de los demás; care-
terios de Copenhague, pero no sabía Copenhague; en todo aquel tiempo no cía de lo más necesario; en ciertos mo-
descifrarlos. [...] había estado más que una vez en el mentos me asaltaban negros pensa-
Ya he dicho que no tenía un real, bosque. [...] mientos sobre mi futuro, otras veces
que la patrona se quedaba con todo. Un día de primavera había estado en cambio recuperaba toda mi des-
Pero a veces iba a hacerle algún reca- en Frederiksberg; de pronto me en- preocupación infantil.
do lejos y entonces me daba ocho rea- contré en el parque bajo las primeras La viuda del célebre estadista danés
les; decía que me los había ganado y hayas que habían empezado a retoñar. Christian ColbjoTnsen y su hija, dama
que no quería hacer injusticias con El sol ponía las hojas transparentes y de honor de la princesa Carolina, fue-
nadie; con el dinero me compraba pa-
pel de escribir o viejos libros de tea-
tro. Pronto empecé a sacar gran can-
tidad de lectura amena de la
biblioteca de la universidad [...].
Por aquella misma época el señor
Dahlén había escrito el ballet Armi-
da y yo tenía que salir haciendo de
duende con una máscara horrenda.
Johanne Louise Heiberg, que era en-
tonces muy niña, aparecía en el mis-
mo ballet. Es el primer recuerdo que
tengo de ella. En el programa de Ar-
mida figura también su nombre im-
preso por primera vez como el mío.
Fue uno de los momentos más emo-
cionantes de mi vida, la primera vez
que veía mi nombre impreso; lo veía
ya rodeado de un halo de inmortali-
dad. [...]
Era mi segundo año en Copenha-
gue; el dinero que me pasaban Guld-
berg y Weyse había disminuido. Yo me
había hecho mayor ese año o por lo
menos más pudoroso. Sufría tenién-
dole que hablar a alguien de mis ne-
cesidades y mis apuros. Me había ido
a vivir a casa de la viuda de un pa-
trón de barco y allí, aparte del aloja-
miento, no me daban más que una Andersen según Arthur Rackham.

16
CLIJ44
ron las dos primeras personas de la viera en mi lugar y tuviera que empe-
clase alta que acogieron amablemen- zar a ir al instituto. Era sencillamen-
te al niño pobre; me escuchaban con te espantoso. Sin embargo, yo iba con-
interés y yo las visitaba asiduamen- tento. Le había escrito a mi madre una
te. [...] carta rebosante de felicidad y lo úni-
La gente seguía diciéndome que de- co que sentía es que mi padre y mi
bería estudiar; me hablaban continua- abuela no vivieran ya para ver que por
mente de lo importante y hasta nece- fin iba a estudiar en el instituto. [...]
sario que era; me animaban a que me Yo no había vuelto a mi ciudad na-
dedicara al estudio e incluso había al- tal desde que saliera a correr aventu-
gunos que me reñían por no hacerlo, ras; mientras tanto había muerto la
diciéndome que era mi deber y que si abuela y también el abuelo. Mi ma-
no, no iba a llegar nunca a ninguna dre me había hablado muchas veces
parte, pero que se veía que yo prefe- de pequeño de la fortuna que me es-
ría hacer el vago. Lo decían en serio, peraba cuando heredara al abuelo,
pero nadie movía un dedo para ayu- que tenía casa propia; se trataba de
darme. Yo pasaba grandes apuros, te- una casa de maderas entramadas, pe-
nía grandes dificultades para salir queña y pobre, que se vendió a su
adelante. Un día se me ocurrió escri- muerte y enseguida se derribó. La ma-
bir una tragedia, llevarla al Teatro yor parte del dinero se fue en pagar
Real y con el dinero que me dieran por impuestos pendientes. [...]
representarla empezar a estudiar. Charles Dickens habla en sus nove-
Después de seis semanas en las que as de las penalidades de los niños po-
me dediqué a alimentar las ilusiones bres. Si hubiera visto lo que yo esta-
más descabelladas, me llegó la res- INFORMACIONES DANESAS, COPENHAGUE ba pasando y sufriendo, no lo hubiera
MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, 1975.
puesta, devolviéndome la obra con encontrado menos duro o menos dig-
una carta en la que decía que en un no de un relato humorístico. Hay co-
futuro me abstuviera de mandar obras bía tenido a bien asignarme por algu- sas en la vida de uno que están tan en-
como aquella que mostraban tal gra- nos años un tanto para mi sustento de lazadas con la vida de otros, que uno
do de incultura. [...] los fondos del erario público, y la Di- no tiene derecho sobre ellas, como si
rección de Escuelas de Bachillerato no fueran propias; por eso no quiero
La amistad de Jonás Collin me había concedido una beca para el hablar, como no quise hablar ni que-
instituto de Slagelse, donde acababan jarme en aquel tiempo, de ninguna de
También de aquella época viene mi de poner a un rector nuevo, que tenía las personas que me rodeaban, sino
amistad con el hombre que habría de fama de ser muy enérgico. Me quedé únicamente de mí mismo, que, y de
ser como un padre para mí, con unos mudo de la sorpresa, jamás hubiera ello estaba convencido, había elegido
hijos que considero como hermanos pensado que mi vida fuera a tomar ese un camino totalmente equivocado,
míos; una familia en la que puede de- rumbo; me sentía raramente impresio- pues sólo servía como objeto de con-
cirse que me he criado. Basta con que nado y no podía imaginarme muy miseración y de burla. Mis cartas de
diga su nombre, pues bien sabe la gen- bien el futuro que me esperaba. [...] entonces a Collin reflejaban un esta-
te de alguna edad lo que este hombre Un bello día de otoño salí de Co- do de ánimo tan sombrío y desespe-
ha hecho al servicio de la patria, en penhague en la diligencia para empe- rado, que le conmovieron profunda-
beneficio de todos en general y de zar la vida de colegial en Slagelse, mente. [...]
cada uno en particular; una de las per- donde también habían estudiado Bag- En septiembre de 1828 terminé el
sonas de más valía en el mundo de los gesen e Ingemann. A mi lado iba sen- bachillerato; precisamente ese año era
negocios, con el corazón más noble tado un joven estudiante que acaba- decano Oehlenschláger, que me dio la
y generoso, unido a la voluntad más ba de pasar su examen y que viajaba bienvenida al mundo universitario con
férrea. Se trata del Consejero Priva- a Jutlandia para presumir de bachi- un cordial apretón de manos; a mí me
do Jonás Collin. Entre sus muchas y ller y visitar a parientes y amigos, y emocionó como si fuera un acto de
diversas ocupaciones se contaba tam- estaba que se moría de la ilusión de una importancia enorme; tenía ya
bién la de ser director del Teatro pensar en la nueva vida que le espe- veintitrés años pero era todavía muy
Real. [...] Collin había hablado de mi raba; me aseguró que se sentiría el ser infantil en mi manera de ser y de ha-
caso con el rey Federico VI, que ha- más desgraciado del universo si estu- blar Í...1.

17
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

Vivía en plena euforia juvenil de observaba la Revista Mensual de Li- aplaudieron con gran regocijo, dan-
poeta, con todo me reía, a todo le sa- teratura, incurría en el tremendo error do «vivas» al autor. [...]
caba punta; en aquel estado de frene- de hacer una sátira de algo que para Me sentía la criatura más dichosa
sí escribí mi primera obra dramática, todo el mundo estaba ya más que pa- de la tierra, pensaba bien de todo el
un enredo heroico en verso, a la que sado de moda, como eran las grandes mundo, tenía entusiasmo de poeta y
di el título Amor en la Torre de Nico- tragedias. A pesar de todo, cuando la espíritu juvenil; empezaban a abrírse-
lai o lo que dice el público, que, como obra se estrenó mis condiscípulos la me todas las puertas, me pasaba el día
de reunión en reunión, muy satisfecho
de mí mismo; pero en medio de todas
aquellas emociones fuertes seguía
aplicándome celosamente en mis es-
tudios y me preparé solo, sin la ayu-
da del preceptor, para lo que llaman
segundo examen, que es una prueba
de Filosofía y Letras en la univer-
sidad, y lo aprobé con la nota más
alta. [...]
f*>
Un viaje crucial

*-vS No había visto hasta entonces más


que una pequeña parte de mi patria;
había estado en algunos lugares de
Fionia y Selandia y en los acantilados
de Mo'en, que no responden en abso-
: . ; ? ; : = luto a la idea tan fantástica que yo me
había hecho de ellos, sobre todo des-
pués de leer a Molbech. No me pare-
ció que fuera nada grandioso. Para el
verano de 1830 tenía en proyecto un
viaje más largo. Quería recorrerme
Jutlandia entera y llegar hasta el mar
del Norte. Después quería conocer a
fondo mi isla natal, Fionia. Lo que
menos me hubiera imaginado enton-
ces es la trascendencia que esta excur-
sión veraniega iba a tener para mí, el
cambio que se iba a producir en mi
vida interior. [...]
En toda Jutlandia se conocía mi
Viaje a pie y mi poesía burlesca, así
que me recibieron muy bien. Estuve
recorriendo las landas, me sentía muy
impresionado de tantas cosas desco-
nocidas para mí. Pero hacía mal tiem-
po y no había llevado ropa de abrigo,
por lo que me afectaba mucho la fuer-
te humedad del mar; [...] eso no im-
pidió que escribiera Fantasía del mar

mr^syi^í^-i del Norte y Cuadro de la costa oeste


de Jutlandia, pues aunque no había
llegado a verlo, lo conocía por lo que
H.CH, ANDERSEN, CHRISTINE'S PICTURE BOOK, LONDRES: KINGFISHER, 1984. me habían contado los demás. Í...1
iba a estudiar para teólogo; ella ocu-
paba todos mis pensamientos, pero
me iba a llevar una gran decepción,
porque amaba a otro y se casó con él.
Hasta muchos años más tarde no he
llegado a comprender que fue lo me-
jor para ella y para mí. Acaso ni si-
quiera pudo darse cuenta de la pro-
fundidad de mis sentimientos, de la
huella imborrable que dejaron en mí.
Se convirtió en excelente esposa de un
hombre de bien y en madre feliz. [...]
En mi Viaje a pie y en muchas otras
obras mías había mostrado una espe-
cial inclinación por la parodia. Mu-
cha gente desaprobaba esa predispo-
sición natural, de la que no pensaban
que pudiera salir nada bueno. La crí-
tica seguía insistiendo en ello sin dar-
se cuenta del cambio que se había
producido en mí, que mi corazón al-
bergaba ahora sentimientos más pro-
fundos. Para Año Nuevo salió un nue-
Sobre la bolsa que
Andersen tenía vo libro de poemas: Fantasías y
colgada al cuello esbozos, en el que daba testimonio de
hay una anotación la pena que entristecía mi corazón.
de Joñas Collin: Una opereta que escribí por entonces,
«Esta bolsa de y que lleva por título Despedida y
cuero fue hallada reencuentro, refleja también en cier-
después del ta forma mi historia sentimental, con
fallecimiento de la sola diferencia de que ahí se trata
Andersen de amor correspondido. [...]
descansando sobre
su pecho. La bolsa Por aquel entonces se empezaba a
tenía dentro una conocer a Heine, y a los jóvenes nos
larga carta del embelesaban sus poemas. [...] estaba
amor de su entusiasmado, había encontrado un
juventud, Riborg poeta que expresaba mis mismos sen-
Voigt. Queme la timientos y que hacía vibrar mi alma
carta sin leerla. J. con fuerza. Iba a ocupar en mi cora-
Collin.» zón el sitio que antes tuviera Hoff-
mann, quien, como puede verse en
Fueron unas semanas muy agrada- verso desconocido y tremendo, algo Viaje a pie, era el que más influencia
bles. Yo aproveché para escribir un que siendo tan grande, puede ence- había tenido hasta entonces en mi
par de poemas burlescos, como uno rrarse en cuatro versos: poesía. Puede decirse que en mi ju-
que lleva por título El ladrón de co- Hace poco tiempo vi dos ojos pardos, ventud sólo hubo tres autores que me
razones, y sobre todo estuve muy ocu- mi hogar y mi mundo en ellos he hallado, llegaran verdaderamente al alma: Wal-
pado escribiendo una novela que iba derraman dulzura, inocencia y paz, ter Scott, Hoffmann y Heine. [...]
a llamarse El bufón de Christian II, jamás en la vida los he de olvidar.
En la primavera de 1830 salí por
y pasé también el tiempo reuniendo Volvimos a encontrarnos allá por el primera vez de Dinamarca. Vi Lübeck
material sobre la época. [...] otoño en Copenhague. Yo tenía mon- y Hamburgo. Todo me sorprendía y
En mi viaje había visitado una rica tones de proyectos para el futuro; iba me interesaba; todavía no había ferro-
mansión en una ciudad sin importan- a dejar de escribir versos, que a fin de carril y la carretera ancha y arenosa
cia, y allí descubrí de repente un uni- cuentas no me servían para nada, e atravesaba las landas de Lünemburgo,

19
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

que eran como las describe Baggesen regalé mis poemas y él fue el primero zo simple pero certero cuadros y pai-
en El laberinto. [...] que me tradujo, la persona que intro- sajes que, si a veces no nos dicen tan-
0rsted me había dado una carta de dujo mi obra en Alemania. Esto de- to, es por no estar suficientemente fa-
presentación para Chamisso, que vi- cía de mí: «Además de tener ingenio, miliarizados con la tierra natal del
vía en Berlín. Me abrió la puerta él un gran sentido del humor y la inge- poeta. Quizá las traducciones no ha-
mismo. Era un hombre alto, con as- nuidad del pueblo, Andersen domina gan del todo honor a su obra».
pecto serio, la mirada franca y un pelo también un tono que despierta reso- Chamisso se convirtió desde enton-
que le caía en grandes bucles por los nancias más profundas. Tiene una ces en un fiel amigo. [...]
hombros. [...] Chamisso leía danés, le enorme facilidad para crear con tra- Mis amigos de Copenhague tuvie-
ron que admitir que el viajecito por
Alemania me había sentado muy
bien. Me apresuré a poner por escri-
to mis impresiones del viaje y las pu-
bliqué en un libro que titulé Sombras
chinescas de un viaje por el Harz y la
Suiza sajona, que más adelante se tra-
dujo al alemán y al inglés. [...]
De finales de 1828 hasta 1839 tuve
que vivir exclusivamente con lo que
sacaba escribiendo. No me pagaban
mucho y tenía que hacer unos esfuer-
zos enormes, especialmente porque te-
nía que poner cuidado en vestirme
como correspondía a los círculos que
frecuentaba. No se ganaba nada con
las colaboraciones en las revistas y
uno no podía pasarse la vida produ-
ciendo a toda mecha. Traduje un par
de obras para el Teatro Real y escribí
unos libretos de ópera. [...]

Groseros anónimos

De este período de mi vida recuer-


do sobre todo los ataques anónimos,
las groseras cartas traídas por un men-
sajero, en las que autoridades desco-
nocidas se mofaban de mí de la ma-
nera más infantil y descarnada.
Hay un dicho que reza: «Del árbol
caído todos hacen leña». Yo pude
comprobarlo entonces en mi propia
carne; en todas partes no se hablaba
más que de mis faltas. A nadie puede
extrañar que me resintiera bajo una
carga tan agobiante. Entonces iba a
quejarme a los que se decían amigos
míos y éstos lo que hacían era correr
la voz por toda la capital, que a veces
más bien parece un pueblo peque-
ño. [...]
Por aquel entonces solicité una bol-
Andersen en 1865, fotografía de C. Weller. sa de viaje. Desde niño se me había

20
CLIJ44
personal como literaria. Uno era la se-
ñora Lassso'e, hija de aquel Abraham-
sen que había escrito Quieres, hijo
mío, prosperar en el mundo [...].
Otra persona de gran valor para mí
era uno de los hijos de Collin, el jo-
ven Eduard, que hoy ostenta el cargo
de Consejero de Estado. [...] Como
no había tenido amigos en la juven-
tud ni en la infancia, deposité en él
toda la ternura de mi alma. [...]
Salí de Copenhague el lunes 22 de
abril de 1833. Al momento de partir
estaba terriblemente emocionado y
rogué a Dios con el mayor fervor que
me permitiera sacar tanto provecho
del viaje, que fuera capaz de produ-
cir una gran obra literaria, y si no, que
no volviera nunca y que muriera
en tierra extraña, lejos de Dinamar-
ca. [...]
Algún tiempo después escribí una
tragedia que llevaba por título La
mora, esperando acallar así las malas
lenguas y demostrar que tenía talen-
to dramático. Además, con lo que sa-
cara por esta nueva obra, unido a al-
gún dinero que había ahorrado, tenía
el proyecto de viajar otra vez al extran-
jero, incluso hacer un viaje bastante
Jenny Lind, «El Ruiseñor Sueco». Andersen la conoció en 1840. largo, no sólo ya a Italia, sino llegar
hasta Grecia y Turquía. Todo el mun-
educado en la más ferviente venera- pedían una beca; si no presentaba al- do reconocía que mi primer viaje ha-
ción por el monarca danés, el rey Fe- guna recomendación especial, iba a bía sido de gran provecho para mi de-
derico VI, y no veía otra forma de ex- ser difícil que me tuvieran en cuenta. sarrollo intelectual y también yo
presarle mi reconocimiento que Conseguí reunir las recomendacio- sentía que la vida y el mundo eran mi
llevándole un libro mío, que su Ma- nes necesarias. Debo haber sido el mejor escuela; tenía verdaderas ansias
jestad había consentido en que le de- único poeta en la historia de Dina- de viajar, de enriquecer mis conoci-
dicara. [...] marca que ha tenido que presentar un mientos acerca del hombre y de la na-
La gente pensaba que yo había certificado declarando que de verdad turaleza. En mi forma de pensar
dado ya de sí lo que podía, que más es poeta. Que yo sepa, ningún otro y sentir era todavía como un mucha-
arriba no iba a llegar nunca, así que había necesitado recomendación algu- cho. [...]
si quería viajar, tenía que ser ahora. na para que se le concediera una ayu-
Yo me daba cuenta de que los viajes da de viaje. [...] Por segunda vez en Italia
eran para mí la mejor escuela. Pero Las recomendaciones surtieron su
me habían dicho que si quería que se efecto y se me concedió la bolsa de Era el mes de octubre de 1840. Iría
atendiera mi solicitud, tenía que lle- viaje. [...] por segunda vez a Italia y pasaría des-
var una especie de recomendación de En el momento de la partida me de allí a Grecia y Constantinopla. Este
nuestros escritores más importantes y vino a la memoria el recuerdo de los viaje lo he contado a mi manera en
hombres de ciencia más doctos, acre- amigos. Entre otros ya mencionados El Bazar de un Poeta. [...]
ditando que era verdaderamente un tengo que referirme a dos en especial, Por aquel tiempo se observaba una
poeta, pues precisamente aquel año que en aquel tiempo tenían gran im- gran animación en la vida política da-
había muchos jóvenes excelentes que portancia para mi formación tanto nesa, cosa que tenía sus ventajas pero

21
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

también sus inconvenientes. [...] Yo,


por mi parte, no sentía ninguna ne-
cesidad de mezclarme en tales asun-
tos, ni tenía aptitudes para ello. Ade-
más que considero que en nuestros
tiempos la política es una desgracia
para muchos poetas. Doña Política es
la Venus que los atrae hacia su mon-
te, donde encuentran la perdición. A
esa poesía le pasa lo que a la prensa
diaria, que se coge, se lee, interesa un
momento y después se tira. [...]
Entre las familias más ilustres del
país me he encontrado siempre con
gente amable y bondadosa, que ha sa-
bido apreciar las cosas buenas que hay
en mí y me ha acogido en su círculo
de amistades. Estas personas me han
invitado también muchos veranos a
sus propiedades en el campo, donde
he podido gozar libremente de la na-
turaleza, de la soledad de los bosques
y de lo que es la vida en las casas se-
ñoriales; allí fue donde descubrí ver-
daderamente el paisaje danés y allí es-
cribí la mayoría de mis cuentos y mi
novela Las dos baronesas. [...]
Toda esa vida en los más diversos
ambientes influyó mucho en mi per-
sonalidad; he visto la misma nobleza
humana entre la aristocracia que en-
tre la gente más humilde; en lo bue-
no nos parecemos todos. [...]
De todo lo que he escrito lo que
más se considera en Dinamarca son,
sin duda alguna, mis cuentos. [...],
aunque hay que decir que el éxito lo
han tenido con el tiempo, pues la aco-
gida que se les dispensó en un princi-
pio no fue precisamente como para
dar ánimos a nadie. [...] Riborg Voigt, el gran amor de juventud de Hans Christian Andersen.
En un momento en que lo que hu-
biera necesitado era que se me dieran
ánimos para continuar por aquel ca- tos, debería estudiar primero los mo- que el lector supiera a qué atenerse,
mino nuevo que había emprendido, lo delos franceses. [...] Pero la necesidad había llamado a mis narraciones
que se hizo fue censurarme. que yo sentía de escribir cuentos era Cuentos para niños, aunque mi idea
Muchos amigos, cuya opinión yo tan grande que no pude dejar de ha- era que fueran también para los ma-
tenía en gran estima, se empeñaron cerlo. En el primer librito había na- yores [...].
también en disuadirme de escribir rrado viejos cuentos que había oído
cuentos pues, según la mayoría, care- de niño; los había narrado en el mis- Escribir cuentos
cía de talento para ello y además no mo tono natural en que los recorda-
era del gusto de la época. Otros opi- ba, pero sabía que la crítica iba a cen- Cada vez tenía más ganas de escri-
naban que si pretendía escribir cuen- surar ese lenguaje mío; por eso, para bir cuentos, no podía evitarlo; el aso-

22
CLIJ44
Mi deuda con Andersen
Ocurrió en 1970. No fui culpable villa del cuento real, para añadirle
del tremendo gazapo, pero podía algo tan lejos de El patito feo, que
parecerlo. Era en mi emisión «Bi- realmente era un cisne, con una cursi
blioteca Joven», cuyo guión litera- hada? Llamé a Prado del Rey, vomi-
rio y organización llevaba yo desde té insultos, y dije que debía arreglar- globan tranquilamente el nombre de
hacía tres años en TVE, tras haber- se enseguida. Me calmaron dicién- Andersen con los de Grimm y Pe-
conseguido mi propuesta de hablar dome que a veces una enmienda rrault. Y repito treinta mil veces que
de libros infantiles en el programa complicaba las cosas. «Mejor no tanto el académico francés Charles
Con vosotros. El 2 de abril de 1970, menearlo», etcétera. Total, que de- Perrault, como los bibliotecarios ale-
planeé un buen homenaje a Ander- seaba que nadie hubiera visto tal manes Jacob y Wilhelm Grimm,
sen, aprovechando para explicar por emisión. Pero no fue así, y tuve que eran excelentes recopiladores de los
qué la fecha del nacimiento de An- asegurar muchas veces que no había cuentos populares de las tradiciones
dersen —el 2 de abril— había sido sido culpa mía. Nadie que me cono- orales de Francia y Alemania, tal
la elegida por el IBBY (Internatio- ciera podía culparme, pero pasé un como Giacomo Basile lo fue de las
nal Board on Books for Young Peo- año entero con aquel tremendo narraciones italianas antes de los fol-
pie) para celebrar el Día del Libro trauma. cloristas citados. Pero Hans Chris-
Infantil. Conseguí que el 2 de abril de 1971 tian Andersen fue el auténtico crea-
Haciendo una síntesis de su obra, me hicieran la más bella de las dis- dor de sus cuentos. Todos ellos eran
expliqué cómo el gran escritor danés culpas. Montaron la emisión con originales, y únicamente El vestido
se reflejaba personalmente en sus una aparición de Andersen enfurru- nuevo del emperador está inspirado
cuentos y en especial en El patito ñado, «agradeciendo» con su para- en El paño maravilloso que encon-
feo, y luego le di al guionista técni- guas a la presentadora y al guionis- tramos en los cuentos de El Conde
co una buena edición del cuento de ta: «¿Son ustedes los culpables de Lucanor, de nuestro Don Juan Ma-
El patito feo para que lo represen- aquella monstruosidad de hacer sa- nuel. Los demás, sólo los copió de
taran. Y aquí fue mi choque tremen- lir una hada en mi Patito feol». Se su propia vida, puesto que en casi
do. Estaba viendo la representación le pidió perdón y se representó un todos encontramos fragmentos de su
del bello cuento, cuando, de pron- precioso Patito feo con auténtico fi- biografía. Empezando, naturalmen-
to, ante el patito lloroso, veo salir nal feliz. te, por El patito feo, ya que el ma-
una reluciente hada con su varita y Desde entonces, y desde mi pro- ravilloso cisne que fue como escri-
convertir el pato en cisne. No me fesión de crítica de libros infantiles, tor surgió gracias a la fealdad que
desmayé porque no sabía cómo ha- siempre he lanzado mi espada a fa- le impidió ser actor, una de sus pri-
cer para desmayarme, pero lancé un vor de Andersen, para censurar a los meras vocaciones.
bramido. editores, e incluso a los adaptado-
¿Cómo podían destrozar la mara- res de cuentos populares, cuando en- Aurora Díaz-Plaja.

mo de complacencia que algunos ha- madas de las que estábamos tan har- gente de todas las edades; lo que más
bían mostrado con los cuentos de mi tos. [...] divertía a los niños era lo que podía-
propia invención, hizo que me anifna- Como ya he dicho, para que los lec- mos llamar los adornos; a los mayo-
ra a escribir más [...].' Todas las navi- tores no se esperaran otra cosa, había res, en cambio, lo que les interesaba
dades salía uno y pronto se convirtie- titulado mis primeras narraciones eran las ideas que había detrás. Los
ron en el típico regalo de Pascuas; Cuentos para niños; las había escrito cuentos pasaron a ser lectura de niños
había un ejemplar debajo de cada ár- en el mismo lenguaje y con las mis- y mayores y yo creo que ésa es la meta
bol: Incluso se empezó a contarlos en mas expresiones con que se las con- a que debe aspirar todo narrador de
escena, lo que por lo menos no era tan taba de palabra a los pequeños y es- cuentos. Empezaba a ganarme el co-
aburrido como aquellas obras decla- taba convencido de que gustaban a razón de la gente; entonces suprimí el
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

«para niños» y publiqué tres libritos


más, ahora bajo el título de «nuevos

Aquel hombre que cuentos», todos de mi propia inven-


ción. [...]
Mis Cuentos tenían buena prensa,

tantos cuentos sabe tanto fuera como dentro de Dinamar-


ca, y eso me daba fuerzas para resis-
tir las ofensas que pudieran hacérse-
me por otros lados. Por fin se me
aceptaba. Era como si un rayo de sol
Contradictorio, ignorante, sabio, me calentara el corazón. Me sentía
ingenuo, ladino, bondadoso y renco- animoso y contento y deseando hacer
roso Ala de Cisne. El niño pobre muchos progresos en aquel campo,
aprendió desde la cuna a doblar el penetrar en los secretos del mundo de
espinazo ante los poderosos, y segui- los cuentos, estudiar a fondo el rico
rá haciéndolo de por vida. Pero a manantial de la naturaleza, de donde
menudo se burla de ellos, cruelmen- había de beber mi inspiración, y es
te, por boca de sus muñecos-títeres. verdad que si se leen mis cuentos si-
Mientras escribía sus cuentos, se- guiendo el orden en que han sido es-
guían hablando sus muñecos, seguía critos, se notará una progresión tan-
hablando él. A despecho de tantas to en la profundidad del pensamiento
como llegó a recoger, y a crear, Ala como en el dominio de los medios de
de Cisne sólo narró una sola histo- expresión e incluso, si se me permite
ria: la suya propia. Esa que está en decirlo, una mayor frescura y natura-
todos sus cuentos y que se elude y lidad. [...]
desvanece en El cuento de mi vida;
Hans Ala de Cisne fue, sin duda, un De aquella época data una amistad
redomado embustero, al que apasio- de gran importancia para mí; antes he
naban las sombras chinescas, todo hablado de diversos personajes públi-
escamoteo de la aparente realidad. cos que han influido mucho en mi ca-
Porque su realidad fue siempre rrera literaria, pero nadie ha podido
otra. [...] ejercer en mí más provechosa influen-
cia que la persona a la que voy a refe-
Se ha dicho repetidamente que del mundo tiene refugio, y cómodo rirme ahora. De ella aprendí a olvi-
Ala de Cisne amaba a los niños. asiento, tras el teatrito de títeres. darme de mi propio «yo» y descubrir
Pero esta afirmación se desvirtúa un Como no conocía el mundo, lo in- la esencia sagrada del arte; a recono-
tanto si se tiene en cuenta que él era, ventó. Como no conocía a los hom- cer, en suma, la misión que Dios me
tan sólo, uno más entre ellos. Prefe- bres, los inventó. Hubo de expresarse había encomendado como poeta.
ría su compañía, porque eran su en una lengua hablada por muy po- Tengo que remontarme al año 1840.
compañía natural, los únicos entre cos, aprendió a leer y escribir muy Un día, en el hotel de Copenhague en
los que no precisaba careta ni dis- tarde; y, sin embargo, tuvo por lec- que vivía, leí en el tablón de anuncios,
fraz. Hasta el último de sus días, fue tores preferentes al pueblo más nu- entre los nombres de otros huéspedes
un niño. Acertó donde jamás creyó meroso de la tierra: todos los niños de Suecia, el de Jenny Lind. Ya por
acertaría, logró lo que jamás pensó del mundo. Que se tenga noticia entonces sabía que era la primera can-
conseguir, se equivocó donde más —hay otros casos, pero carecen de tante de Estocolmo; aquel mismo año
empeño puso en deslumhrar a «las pruebas— sólo él y Peter Pan no cre- había estado en el país vecino, donde
personas mayores...». Asexuado, in- cieron jamás. se me habían dispensado toda clase de
temporal, inocente y sabio, quisqui-
honores, y me pareció oportuno ir a
lloso y vengativo, fue, como todos
Ana María Matute. ponerme a disposición de la joven ar-
los niños del mundo, profunda, in-
tista. [...]
maculadamente egoísta. El egoísmo
de todos los niños reside en cada Fragmento extraído del prólogo del libro La Yo la quería como un hermano y
sombra y oíros cuentos (Madrid: Alianza Edi- me sentía dichoso de haber encontra-
niño. El egoísmo de todos los niños torial, 1973).
do un alma como la suya. [...]
Después de su partida, seguimos en
Un corazón danés

Yo sufría muy especialmente con


aquella infortunada guerra; sentía,
más que nunca, las profundas raíces
que tenía en esta tierra, lo danés que
era mi corazón; hubiera querido alis-
tarme y dar la vida por la victoria y
la paz, pero al mismo tiempo, no po-
día dejar de pensar en todo lo que de-
bía a Alemania, en la aceptación que
había tenido allí mi obra y en la can-
tidad de alemanes a que me sentía
unido por lazos de gratitud y afecto.
Lodo aquello me hacía sufrir muchí-
simo y, por si fuera poco, algún que
otro fanático, como si percibiera mi
dilema, descargaba contra mí toda su
amargura y su furia. [...]
El año de 1850 empezó con una
gran tristeza para mí, una gran triste-
za para Dinamarca y para las Bellas
Letras. En mi primera carta del año
a Weimar, comunicaba la dolorosa
noticia:
Oehlenschláger ha muerto el veinte de
enero, el mismo día que Christian VIH y
casi a la misma hora; dos veces me pasé
Andersen hacia ¡850, daguerrotipo. aquella tarde a ver a Oehlenschláger, sabía
por los médicos que estaba a las puertas de
la muerte, y al pasar por Amalienborg, miré
contacto por carta; yo la quería mu- sabíamos todavía, más que por la las ventanas apagadas del palacio y me es-
chísimo. Volvimos a vernos en Alema- prensa. Sólo aquí reinaba todavía la tremecí al pensar que hace dos años temía
nia e Inglaterra; sobre nuestra amis- paz; aún se podía respirar tranquilo, por la vida de mi amado Rey y hoy estaba
ir al teatro y gozar de los placeres de lleno de inquietud por otro rey: el rey de la
tad podría escribirse un libro entero, . poesía. Fue una buena muerte.
pero quiero decir sólo una cosa: que la vida. Pero la paz no iba a durar mu-
con Jenny Lind descubrí la esencia sa- cho, la borrasca se estaba acercando Pero el año cincuenta fue también
grada del arte, con ella aprendí que a Dinamarca. De repente, estalló la re- el año de la victoria. Cuando llegó la
hay que olvidarse de sí mismo en aras vuelta en Holstein. La noticia se pro- noticia de la batalla de Idsted, casi no
de algo superior. Durante largo tiem- pagó como un rayo, estremeciendo a pude alegrarme del triunfo de nues-
po no ha habido persona que tuviera todo el país. [...] tras tropas, pues me acongojaba la
en mí influencia tan benigna como Grandes grupos de gente recorrían, muerte de tantos hombres y, especial-
Jenny Lind, y por eso guardo como día y noche, las calles cantando can- mente, la de Laesso'e; escribí a su ma-
el bien más preciado su recuerdo. ciones patrióticas; no es que se sobre- dre a media noche; no sé qué fuerzas
Corría el año 1848, año explosivo, pasara nadie, pero producía cierto de- le dio Dios para soportar aquella pér-
en el que las grandes tempestades de sagrado encontrarse con aquellas dida tan grande.
la época iban a salpicar también de hordas de gente extraña con rostros Tras la lucha y la victoria nos son-
sangre a nuestra patria. [...] desconocidos. Diríase que se trataba rió la paz —esa paz que esperábamos
Había una gran agitación en toda de otra raza. Muchos partidarios de con el corazón ansioso—. •
Europa. En París había estallado la la paz y el buen orden decidieron, por
revolución y Luis Felipe abandonaba ello, sumarse al tumulto callejero para
Francia con su familia. La oleada de impedir que se desbordara. Yo tam- * Fragmentos extraídos de El cuento de mi vida
revueltas se propagó a las ciudades bién formé parte del comité encarga- I y II (Madrid: Ediciones de la Torre, 1987), tra-
alemanas; aquí, en Dinamarca, no lo do de mantener el orden [...]. ducidos por Pilar Lorenzo.
&¥~\&- ÚOZA^lsítflb &*? •

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

Cronología de
Hans Christian Andersen
1805 El 2 de abril nace Hans Chris-
tian Andersen en Odense, isla de
Fionia (Dinamarca).
1816 Muere su padre, un zapatero re-
mendón.
1819 A los 14 años de edad va a Co-
penhague con la intención de
«llegar a ser famoso».
1820-1822 Tras los persistentes fraca-
sos en las artes y las letras, lo-
gra una beca para cursar estu-
dios de bachillerato.
1822-1827 Alumno en la escuela latí-
nica, en Slagelse y Elsinore, a so-
licitud de la Dirección del Teatro
Real, especialmente del señor
Collin, Consejero de Estado,
para concederle la posibilidad de
obtener «cierta educación».
1828 Concluye sus estudios de bachi-
llerato en Copenhague.
1829 Se costea la edición de su pri-
mera obra, Viaje a pie del canal
Holmen hasta la punta este de
Amager.
1830 Se enamora, en Faaborg (isla de «El hogar de mi infancia lo constituía una habitación de reducidas dimensiones.»
Casa
Fionia), de «los dos ojos par- donde Andersen pasó su infancia.
dos» de Riborg Voigt. Ella, fi-
nalmente, acaba casándose con primer librito de cuentos titula- 1840-1841 Viaja por Italia, Grecia,
otro hombre. do Cuentos de hadas para ni- Turquía y Austria.
1831 Viaja a Alemania. ños, que contenía entre otros 1842 Publica el libro de viajes El Ba-
1833-1834 Realiza su primer gran via- «La caja de yesca» y «La prin- zar de un Poeta.
je al extranjero, merced a una cesa y el guisante». 1843 Viaja a París, donde conoce a
suculenta bolsa de viaje de dos 1837 Es reconocido en Alemania Balzac, Dumas padre, Heine,
años. Visita Francia, Suiza, Ale- como un gran escritor. Víctor Hugo, Lamartine, Alfred
mania, Austria y, principalmen- 1838 Se le concede una «paga anual de Vigny y la actriz Rachel.
te, Italia. En Roma recibe la no- de escritor». 1844 Es huésped de los reyes de Di-
ticia del fallecimiento de su 1840 Traba amistad con la cantante namarca en la hacienda de Fóhr.
madre. sueca Jenny Lind, quien consi- 1845-1846 Viaja por Italia, Suiza,
1835 Se da a conocer en serio con la derará al escritor como un Francia, Austria y Alemania,
novela El improvisador y con el hermano. país este en el que visita a Jakob
Grimm. Problemas de salud le
impiden visitar España, tal
como tenía planeado.
1847 Aparece su primera autobiogra-
fía en alemán, en la editorial
Lorck, de Leipzig, bajo el título
El cuento de hadas de mi vida
sin ficciones.
Viaje por Inglaterra y Escocia.
1849 Recorre toda Suecia. Su libro de
viajes En Suecia aparece en 1851.
1851 Es nombrado catedrático de uni^
versidad.
1855 Aparece en Dinamarca una ver-
sión ampliada de su autobiogra-
fía El cuento de hadas de mi
vida.
1857 Huésped en Inglaterra, durante
varias semanas, de Charles
Dickens.
1862-1863 Viaja a España y realiza vi-
sitas al Norte de África. Ese
mismo año de 1863 aparece el li-
bro de viajes En España.
1866 Visita Holanda, Francia, Portu-
gal y nuevamente España. Una
visita a Portugal aparece en 1868.
1867 Es nombrado hijo predilecto de 1869, fotografía tamaño tarjeta de visita hecha por Thora Hallager.
su ciudad natal, Odense. Reci-
be, asimismo, el nombramiento
de Consejero de Estado. Visita
dos veces la Exposición Mundial
de París.
1872 Aparecen publicados sus últi-
mos cuentos.
1873 Realiza su última salida al ex-
tranjero, concretamente a Suiza.
1874 Recibe el nombramiento de
Consejero de Conferencias.
1875 Hans Christian Andersen falle-
ce en casa de la familia Mel-
chior, cerca de Copenhaghe, a
causa de un cáncer hepático.
Su tumba está en el cementerio
de Assistenskirkegaarden de la
capital danesa. •

Andersen en el lecho de muerte


en la propiedad campestre «Rolighed»,
al norte de Copenhague,
perteneciente a la familia Melchior.
Grabado de la época publicado por la
revista «Illustreret Tidende».
£¡^ $• GbnxilsLjfZ £-? •

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

La vida de Andersen
reflejada en sus cuentos
por Enrique Bernárdez 4

Los cuentos de
Andersen recogen,
con mayor o menor
disimulo, aquellos
acontecimientos más
relevantes de su vida.
Entre el material
literario en el que se inspiró,
figuran sus preocupaciones, sus
deseos y todo cuanto conformaba
su intrincada personalidad. El siguiente
artículo rastrea, en primer lugar, la huella
autobiográfica en los cuentos de Andersen,
y, reflexiona, después,
acerca de las versiones
de dichos cuentos y ^*^
cómo en muchos casos
éstas han traicionado
el verdadero
espíritu del autor.

VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS. MADRID ANAYA. 1989

28
CLIJ44
como suele suceder en los cuentos tra-
dicionales (o escritos «a la manera tra-
dicional»), sino que se introduce a sí
mismo en la narración como un per-
sonaje más, incluso como el personaje
principal. Así sucede en «Los fuegos
fatuos están en la ciudad», dijo la mu-
jer del pantano, donde «un hombre
que sabía muchos cuentos nuevos»
andaba sin embargo a la busca de al-
guno porque los sufrimientos de la
guerra habían hecho que «se le esca-
paran». No hace falta demasiada
perspicacia para adivinar quién es ese
VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID: ANAYA, 1989. hombre, aunque desconozcamos los
traumas personales que la guerra con
Alemania por el dominio de Slesvig
provocó en el escritor danés.
| _ |
|! ans Chnstian Andersen está contando cosas que él mismo ha Ciertamente, estos cuentos, donde
I ] era un niño de provin- sufrido y presenciado. lo autobiográfico —o por lo menos la
! ! cias, de familia pobre y En general, todos estos elementos presencia del autor mismo dentro del
sin aparentes perspectivas en la vida, desdicen un tanto de lo habitual en los cuento— es fácilmente detectable, no
a quien su talento condujo a la fama cuentos de tipo tradicional, aunque son los que más gozan del favor de los
y el éxito, tanto en su país como en sean de autor y no populares: en to- lectores. No son El patito feo ni El va-
prácticamente todo el mundo. No es dos ellos, la acción prima siempre so- liente soldadito de plomo ni El encen-
extraño que una vez alcanzada la glo- bre las descripciones de ambientes. Y dedor de yesca, La pequeña cerillera
ria le gustara recordar su trayectoria es que muchos de los cuentos son más o Los zapatos rojos. Los cuentos que
vital y mostrársela a sus millones de bien narraciones breves muy alejadas han tenido más éxito suelen ser los
admiradores. Así lo hizo en sus varias de los cánones habituales de los cuen- menos realistas, los más próximos a
autobiografías, escrita la primera de tos populares o los de autor. Baste la narrativa popular, y en ellos no re-
ellas en alemán en atención a su enor- comparar los de Perrault con los de sulta tan sencillo adivinar a la perso-
me éxito en ese país. Pero así lo hizo Andersen, por no mencionar los na de nuestro autor: nada nos haría
sobre todo en sus cuentos. En éstos cuentos populares alemanes adapta- pensar que el patito feo es Andersen,
podemos hallar, más o menos disfra- dos por los hermanos Grimm. mucho menos aún la niña indebida-
zados, los principales acontecimien- mente orgullosa por sus zapatos de
tos de su vida, pero también sus preo- Cuentacuentos baile. Y, sin embargo, en la inmensa
cupaciones y sus intereses. mayoría de estos cuentos se encuen-
El elemento autobiográfico de los También es posible imaginar a An- tran también muchos elementos auto-
cuentos es en ocasiones incluso ma- dersen en las diversas figuras de cuen- biográficos y es en ellos, muy a
nifiesto. El lector atento puede iden- tacuentos que van apareciendo en su menudo, donde encontramos la per-
tificar en ellos muchas cosas que pa- obra. El lector puede darse cuenta fá- sonalidad misma de Andersen y no
recen claramente tomadas de la propia cilmente de que todos esos persona- sólo su apariencia externa, que pare-
vida del autor. Hay cuentos narrados jes, habitualmente ancianos, que sa- cería limitada a sus cuentos más «de
en primera persona, como La dríada, ben numerosos cuentos y que son autor».
que parecen narrar vivencias auténti- capaces de hacer felices a los niños na- Sin embargo, la inmensa mayoría
cas. Menos evidentes, pero también rrándolos, son el autor mismo. Parte de los cuentos son «de autor», desde
claras, son las referencias a viajes, con de la fama de Andersen se debía pre- el tema y el argumento, al último de-
sus minuciosos paisajes y sus vividas cisamente a las sesiones, en Dinamar- talle de su redacción. El encendedor
sensaciones: las descripciones de los ca y Alemania sobre todo, en las que de yesca, El traje nuevo del empera-
Alpes suizos, las incomodidades del narraba en alta voz sus cuentos, fue- dor o La maleta voladora son elabo-
viaje en diligencia, los horrores de una ra ante una audiencia infantil o ante raciones de cuentos populares de dis-
mala fonda o los calores de Ñapóles, los reyes daneses, alemanes o suecos. tinto origen (danés, español y oriental
hacen pensar al lector que Andersen En sus cuentos, el autor no se oculta respectivamente), pero El patito feo y

29
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

El valiente soldadito de plomo son extrañar que también en esos cuentos sencia del autor, aunque fuera una
fruto única y exclusivamente de la aparezca algo suyo; precisamente la presencia tan sólo superficial. Claro
imaginación y el talento de nuestro lejanía impuesta por los personajes y que como Andersen se tenía a sí mis-
autor. Y si Andersen tenía afición, los temas permitía introducir en ellos mo en tan alta consideración como a
probablemente incluso necesidad de elementos más íntimos y personales sus cuentos, no pudo menos que ex-
introducirse a sí mismo en práctica- que en los cuentos «realistas», donde plicar en sus autobiografías el origen
mente todo lo que escribía, no es de cualquiera podía percatarse de la pre- personal y anecdótico de muchas de
sus historias, aunque calló otras mu-
chas cosas, demasiado íntimas y que
no debían satisfacerle en demasía.
Y es que Andersen escribió muchos
de sus cuentos a partir de pequeñas
o grandes vivencias propias, de sim-
ples anécdotas o de grandes preocu-
paciones de su vida. Hacer un breve
repaso de algunos de esos cuentos nos
puede servir para comprender mejor
al autor, pero también para entender
más profundamente la forma de com-
posición de sus cuentos.

El origen de los cuentos

Muy frecuentemente, el origen de


un cuento estaba en una anécdota mí-
nima, en un detalle sin importancia.
Andersen era capaz de construir un
cuento sobre cualquier cosa, y algu-
nos se deben a retos de amigos suyos:
«A ver si eres capaz de escribir un
cuento sobre un cuello de camisa» dio
lugar a El cuello; y El escarabajo sur-
gió de un proverbio árabe que le brin-
dó Charles Dickens. Otras veces el ori-
gen estaba en pequeñas cosas que
había presenciado: un cuello de bote-
lla que servía de bebedero para pája-
ros le llevó a imaginarse la posible his-
toria de la botella que había acabado
así su vida. Esa historia podía haber
adoptado centenares de posibles for-
mas distintas, pero la elección de An-
dersen es significativa de su manera
pesimista de ver la existencia huma-
na (y esta botella es más humana que
muchas personas de carne y hueso).
Una botella sirve para brindar; se
brinda en las bodas, pero el amor no
es siempre feliz y no es raro que un
viaje separe a los amantes, más aún
en un país marinero como Dinamar-
ca. El mar es peligroso y en él las bo-
VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID: ANAYA,
tellas sirven también para enviar men-
sajes, aunque nunca se sabe adonde
i. y i í
las conducirán las olas. Y nunca se
sabe las vueltas que da la vida, y no
es raro que lo que al principio parece
importantísimo, como una botella de
buen vino, acabe convertido en sim-
ple bebedero de pájaros pobres. De
todo esto, de una anécdota mínima y
la imaginación de Andersen, guiada
por sus preocupaciones y sus manías
vitales y literarias, surge un cuento tan
espléndido como El cuello de la
botella.
Lo mismo encontramos con deta-
lles que proceden de la vida misma de
Andersen. Así, el origen de Los zapa-
tos rojos está en un recuerdo de nues-
tro autor: los remordimientos que
tuvo cuando, en su Confirmación, se
alegró más de estrenar unas botas que
del acto religioso en sí.1 De este he-
cho simple surge un cuento que se
complica y desarrolla por vías aparen-
temente insospechadas, pero que re-
sultan explicables conociendo las
preocupaciones de nuestro autor;
aquí, la necesidad de que el orgullo
desmedido encuentre su castigo, aun-
que, el arrepentimiento sincero y el su-
frimiento consiguen el perdón. Natu-
ralmente, para ello Andersen hubo de
exagerar, de ir más allá de lo que ha-
bía sido su propia vivencia: el orgu-
llo de la niña2 es muy superior al
suyo propio, y más grave y duradero.
No deja de ser significativo que el
niño Andersen se alegrara de estrenar
sus primeras botas, aunque fueran
usadas, y que la niña elija con enga-
ño los zapatos, y no unos cualesquie-
ra, sino unos preciosos zapatos rojos VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID: ANAYA,

de baile, nada apropiados para la


iglesia. igual que ella siempre se consideró a El sapo (uno de mis cuentos favo-
El chelín de plata es comparable en sí mismo un tanto «fuera de lugar» en ritos, si se me permite esta opinión
su origen a El cuello de la botella. Du- casi todas partes, un tanto «bicho raro personal) estaba realmente en el bro-
rante uno de sus viajes, a Andersen le aunque valioso», al que no todos sa- cal de un pozo, en Portugal. ¿Qué ha-
dieron una moneda falsa. Imaginó ben valorar. En este cuento, como en cía allí? ¿De dónde venía? ¿Adonde
cuál habría podido ser la historia de otros, Andersen combina el hecho in- iba? ¿Qué sería de él? El sapo era feo,
aquella moneda... o más exactamen- trascendente —la moneda falsa de su como el mismo Andersen, y como él
te de una moneda que no era propia- viaje— con algunos de sus sentimien- decidió abandonar las comodidades y
mente falsa, sino simplemente «extra- tos más profundos: se vuelca a sí mis- la seguridad de su hogar para lanzar-
ña». Aquí, seguramente, Andersen se mo en un cuento surgido de un hecho se al mundo, a la aventura, al descu-
refleja a sí mismo en la moneda, pues de su propia vida. brimiento. Encuentra a quienes viven
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

satisfechos en una zanja o una col,


pero él siempre necesita ver más, lle-
gar más allá, y la muerte no será para
él sino la culminación del viaje. ¿Qué
diferencia hay entre el Andersen real
y el feo sapo de su cuento? Y en otros
muchos, incluyendo El patito feo, vol-
vemos a encontrar al que se arriesga
a lanzarse al ancho mundo renuncian-
do al mundo limitado de su hogar, de
su patria. Es éste, precisamente, uno
de los temas favoritos de Andersen y
de los más constantes en sus cuentos,
y perfecto reflejo de una de sus máxi-
mas aficiones y preocupaciones a lo
largo de toda su vida. Porque Ander-
sen viajó mucho, buena parte de sus
setenta años de vida transcurrieron en
el extranjero y la casi totalidad fuera
de su Odense natal. Cuentos, libros de
viajes y vivencias innumerables, fue-
ron el resultado de ese constante
viajar.
Sus padres tenían una guisantera,
y la pregunta por el posible destino de
aquellos pocos guisantes se desarro-
lló en Cinco guisantes de una vaina,
igual que La lápida surge de otro re-
cuerdo de infancia. Podrían multipli-
carse los ejemplos de anécdotas y re-
cuerdos que acaban convertidos en
cuentos, pero vale más la pena fijar-
se en algunos que tuvieron un naci-
VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID: ANAYA. 1989.
miento más complicado.
Más complejo es por ejemplo el ori-
gen del curioso cuento titulado La interpretar sin éxito una extraña me- más importantes de su vida: su amis-
sombra: la idea de escribir la historia lodía. Lo que en la realidad fue una tad con la familia Collin. El conseje-
de una sombra que se independiza de pesadilla, en el cuento se convierte en ro Jonás Collin fue el más constante
su dueño procede de una famosa na- un misterio apasionante que el perso- y decidido protector y mecenas de An-
rración del escritor alemán Adalbert naje —el autor— intenta resolver. En dersen, que fue aceptado en la fami-
von Chamisso. Pero en este cuento en- realidad, lo que se esconde en la casa lia casi como un miembro más, lle-
contramos elementos autobiográficos de enfrente es la Poesía, pero la per- gando incluso a (pensar en intentar...)
de los dos tipos que he mencionado: sona de carne y hueso no conseguirá cortejar a una de sus hijas. Y aunque
el externo, bien representado por la nunca averiguarlo, sólo su sombra tuvo amistad con un hijo del conse-
descripción de las callejuelas de Ña- será capaz de acceder al misterio y eso jero, éste siempre quiso mantener las
póles en un tórrido verano, descrip- le permitirá convertirse en un ser in- distancias. Por ejemplo usando el us-
ción que coincide con la que Ander- dependiente. ted, como desea la sombra ser trata-
sen nos ofrece en su autobiografía, da por su antiguo amo. Para los críti-
aunque hay una diferencia importan- La amistad con los Collin cos, parece seguro que Andersen
te: lo que en la realidad era un vecino quiso reflejar en este cuento esa rela-
desconocido que practicaba sin cesar Hasta aquí la anécdota real y su ción con el hijo de su mentor: amis-
la escala en su piano, se convierte en transformación en cuento. Pero en él, tad pero al mismo tiempo subordina-
un misterioso personaje que intenta Andersen refleja uno de los aspectos ción rechazada al cabo por la sombra,

32
CLIJ44
que no sería otra que el mismo An- una persona incomprendida, perse- escondía el alma del gran artista. No
dersen. Sombra, porque socialmente guida y rechazadas Pero es cierto que fue el suyo el único caso, sin embar-
no había comparación entre el hijo de nació en un hogar humilde y muy ale- go, y Andersen dedica varios cuentos
un pobre zapatero y el rico aristócra- jado del mundo del arte. Es cierto que a la vida, parecida a la suya, de un
ta; subordinación, porque Andersen se marchó de casa muy joven para gran artista danés que también tuvo
les debía mucho a los Collin. Pero fue buscar una vida mejor, igual que el una humildísima cuna: el escultor
la sombra, y no su amo de carne y patito, y que sufrió mucho hasta con- neoclásico Bertil Thorvaldsen, admi-
hueso, quien consiguió un atisbo al vertirse en el escritor más famoso de rado y respetado amigo suyo.
menos de la Poesía. Y la poesía per^ su país y uno de los más populares de Todo el mundo está de acuerdo en
mitió a Andersen, igual que a la som- Europa y de todo el mundo de su que El patito feo es una especie de
bra del cuento, independizarse y con- tiempo. Porque sus primeros años en autobiografía disfrazada. Pero pare-
vertirse también en persona de carne Copenhague, intentando abrirse paso ce que para él mismo era otro el cuen-
y hueso. Aunque eso sí, bastante más primero como cantante y actor, lue- to que reflejaba más profundamente
flaca (Andersen era muy delgado). go como dramaturgo y novelista, fue- sus preocupaciones vitales: El abeto,
Este cuento nos permite comprobar ron realmente difíciles, aunque reci- insatisfecho siempre con el momento
la complejidad del reflejo de los ele- bió mucha más ayuda que el presente, siempre a la espera de algo
mentos autobiográficos de Andersen desdichado patito. Podemos pensar aún mejor. Aunque, alcanzado su má-
en sus cuentos. No se trata simple- incluso que Andersen es injusto con ximo momento de gloria, el abeto
mente de reflejar paisajes, sensacio- sus favorecedores —tuvo varios en acaba en la basura y muere en el fue-
nes, lugares, hechos, anécdotas, sino esos primeros años— si nos fijamos go mientras que el cisne dice —en pri-
de combinar elementos de los más di- en los escasos favores que le hicieron mera persona— al acabar el cuento:
versos orígenes, muchos de ellos, qui- al patito feo sus sucesivos compañe- «¡Jamás soñé tanta felicidad cuando
zá la mayoría, procedentes de la pro- ros y, en algún caso, sus bienintencio- no era más que un patito feo!». Qui-
pia vida del autor, hasta crear nados protectores. En el hijo del za- zás esta contradicción refleje las con-
complejas obras de arte de las que no patero, como en el pato feo, se tradicciones personales del autor mis-
se puede decir, sin más, que sean
«autobiográficas».
Pero, además, Andersen cuenta su
vida en algunos cuentos. El ejemplo
paradigmático es El patito feo, uno de
esos cuentos en los que a primera vis-
ta nada parece recordar a su autor.
Veamos brevemente las similitudes en-
tre el cuento y la realidad.
En un nido de patos aparece un
huevo distinto, más grande que los de-
más y del que sale algo parecido a un
pato. Rechazado por todos, el patito
feo escapa al ancho mundo y tras in-
numerables penalidades, causadas las
más de las veces por la incomprensión
de los otros, descubre que es un her-
moso cisne; no sólo eso: es el más be-
llo de todos.3 Ni el humilde origen ni
los sufrimientos pudieron impedir esa
transformación, la culminación del
destino. Andersen no fue rechazado
con tanta brutalidad como el patito
del cuento, aunque ciertamente algu-
nas críticas a sus dramas fueron real-
mente demoledoras, y Andersen, con
un sentido un tanto victimista de su
propia vida, gustaba de verse como VILHELM PEDEÜSEN CUENIOS COMPLETOS. MADRID ANAYA 1<J89

33
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

mo, que cambiaba de humor con ex- ración al general.4 Georg llegó muy cia de clase y sus propias escasas pers-
cesiva frecuencia. alto, igual que Andersen, aunque hay pectivas, en aquel momento, de alcan-
El patito feo o El abeto están entre una diferencia: el hijo del portero se zar una buena posición económica
los primeros cuentos de Andersen, casa por fin con la hija del general y con la literatura.
pero el elemento autobiográfico está hasta tienen hijos y viven felices, Y es que la misma vida de
presente hasta el final. La llave del mientras que el autor del cuento si- H.Ch. Andersen le hizo difícil el
portal desarrolla un entretenimiento guió soltero hasta su muerte: es lo úni- amor: sus orígenes fueron muy humil-
«esotérico» —similar al juego adivi- co que le faltó para el éxito completo des, algo de lo que jamás podría li-
natorio del vaso, popular aún hoy— en esta vida. berarse. Aun siendo un escritor famo-
que Andersen llegó a practicar, y Tía so, no podía tener esperanzas de
Dolor de Muelas recoge los padeci- Fracasada vida amorosa casarse, por ejemplo, con la hija de
mientos dentales del poeta. El come- su mecenas, pues los separaba un
ta se basa en la aparición de un co- Y esto nos lleva a otro elemento de abismo social. Su timidez y su inse-
meta en dos ocasiones durante la vida su biografía que aparece reiterada- guridad le causaron nuevas dificulta-
de Andersen: una vez cuando tenía mente, siempre con los mismos tonos des: la que seguramente fue su gran
6 años, la otra casi al final de su vida. sombríos, a lo largo de todos los cuen- amor platónico, la cantante sueca
Vale la pena fijarse en cómo Ander- tos. Un elemento menos evidente, que Jenny Lind, no quiso ser más que «su
sen imagina en este cuento su propia puede confundirse con una simple hermana», lo que Andersen aceptó
muerte, pues no es nada raro que en convención literaria, pero que resulta porque le permitía al menos conser-
los que desarrollan uno u otro aspec- manifiesto si recordamos los conti- var una estrecha amistad con ella.
to de su vida el fin sea trágico y aun nuos fracasos amorosos del poeta da- De modo que unas veces por las ba-
terrible, como en El abeto. nés. Andersen, en efecto, no llegó a rreras sociales, otras por timidez,
También en su última época «rees- casarse nunca, pero es que ni siquie- Andersen siempre estuvo solo. Y esta
cribe» su vida en forma de cuento. El ra llegó a tener una relación amorosa soledad, seguramente origen de nu-
hijo del portero es un buen ejemplo con la mínima estabilidad. Sus amo- merosas frustraciones, la reflejó en
de ello: Georg es el hijo del pobre por- res, muy escasos por lo que sabemos, muchos de sus cuentos, aunque aña-
tero de una casa de vecinos. Su arte se quedaron en lo platónico o en mera diendo una tercera causa, muy en con-
le hará llegar a lo más alto, más arri- relación fraternal. Una vez, en los cordancia con su idea general de las
ba aún que la familia del general que principios de su carrera, se enamoró mujeres: el rechazo motivado por el
lo apreciaba, pero al mismo tiempo lo de una joven que probablemente ni indebido orgullo de la amada. Vea-
rechazaba por su baja extracción so- siquiera llegó a saberlo. Andersen re- mos algún ejemplo.
cial. Un conde será el mentor de nunció a ella movido —según él mis- En Ib y la pequeña Christine en-
Georg, que al final llenará de admi- mo escribió después— por la diferen- contramos, junto a elementos propios
del cuento fantástico popular, como
los misteriosos regalos de la gitana o
el hallazgo del tesoro, un motivo que
se repite con frecuencia en los cuen-
tos: dos niños crecen juntos y se quie-
ren como hermanos, pero al llegar a
la adolescencia el muchacho se ena-
mora perdidamente de la niña. Aquí,
la pequeña Christine lo rechaza por-
que prefiere una boda con mejores
perspectivas económicas, aunque es
en realidad el mismo Ib quien la em-
puja a ello, si bien movido precisa-
mente por su limpio amor y su deseo
de lo mejor para la amada.. La carta
que le escribe Ib recuerda algunas pa-
labras del propio Andersen en su
autobiografía, en las que explica su re-
nuncia a su primer gran amor. Claro
VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID: ANAYA, 1989
que la decisión de la muchacha ten-
drá su castigo: mientras Ib halla un pero como hemos tenido oportunidad nación de una larga serie de sufri-
tesoro, Christine muere en la pobre- de ver en estos pocos ejemplos la mientos. Claro que la tragedia puede
za. No sólo por este cuento, parece aportación de Andersen a las anécdo- serlo para nuestros ojos, pero no
como si Andersen quisiera vengarse tas, propias o ajenas que sirven de pri- siempre para los de Andersen. El que
de sus amores frustrados: al final, él mer origen de los cuentos suele ser de muere descansa, como en Bajo el sau-
llegará más lejos que aquellas que lo un carácter más bien pesimista. Cier- ce, o incluso alcanza la culminación,
rechazaron, siempre, claro está, por tamente hay cuentos que terminan lo que parece suceder en Los zapatos
motivos interesados y poco altruistas. bien, como El patito feo o El hijo del rojos o El sapo. Y estos finales tris-
Aunque no siempre es así. Un cuen- portero, pero son una minoría. Lo tes, pero en cierto modo gloriosos,
to que recuerda mucho la relación de normal es un fin trágico como culmi- son quizá los favoritos del autor. •
Andersen con Jenny Lind, Bajo el
sauce, termina con la felicidad de ella
y la muerte del infeliz enamorado.
Nuevamente encontramos aquí el mo-
tivo de los niños que crecen juntos y
el amor que despierta por fin en el
muchacho. Pero ahora se introduce
algo nuevo que, con toda seguridad,
Notas sobre
refleja la timidez del mismo autor: el
niño, Knud, no se atreve a declararle
su amor a Johanna. Ésta seguirá que-
riéndolo siempre, igual que Jenny
las versiones
Lind, pero cuando Knud se decide por
fin a comunicarle su pasión, ella lo re-
chaza porque sólo desea una relación
fraternal entre los dos... la misma que
de los cuentos
existió durante años entre Andersen
y Lind. Al igual que ésta, Johanna es
una gran cantante que triunfa en todo
de Andersen
el mundo.
Seguramente, este emotivo cuento
sitúa en el marco habitual de los cuen- Naturalmente, para la sensibilidad co, pero que habrá de concluir en la
tos la relación de Andersen con la actual los finales de la mayoría de los muerte, sus cuentos no podían ser de
cantante sueca. Como siempre que cuentos resultan quizá demasiado ne- otra forma.
nuestro autor introduce un elemento gativos, da la sensación de que el su- En algunos casos las versiones, in-
de su vida en sus cuentos, cambia algo frimiento sólo lleva al dolor, y que cluso para niños, no han podido eli-
para dar mejor sentido a lo que a él (casi) nunca encuentra reparación. Ni minar esos elementos pesimistas. Tal
mismo le había sucedido o, en térmi- estamos en el siglo xix ni somos An- sucede con La pequeña cerillera o El
nos más simples, para «justificarse»: dersen, de manera que no nos senti- valiente soldadito de plomo: estos
aquí viene a ser algo así como «nun- mos ya tan partidarios de esas formas cuentos difícilmente tendrían justifi-
ca le declaré mi amor, pero si lo hu- de acabar un cuento, sobre todo cuan- cación sin el trágico final. Pero se han
biera hecho me habría rechazado do éste va dirigido a los niños.5 De introducido algunas modificaciones,
igual que Johanna a Knud, y yo ha- ahí que las versiones más para niños sin embargo: la cerillera vuela a reu-
bría muerto lleno de desesperación». de los cuentos de Andersen opten nirse con su madre —y no con su
Como vemos, la imaginación de An- muy a menudo por aliviar el dolor y, abuela—, que es lo único que desea
dersen no solía ir en una dirección sobre todo por introducir finales me- la pobre niña. El elemento positivo
muy positiva, pero no podía ser de nos dramáticos. Claro que al hacerlo que introduce Andersen («No hacía
otro modo si él se veía a sí mismo se pierden algunos rasgos que, como frío, el hambre y el miedo habían de-
como el abeto de su cuento. hemos visto, son fundamentales en saparecido») se refuerza en muchas
Es más que probable que el tono Andersen: si él mismo era pesimista, versiones modernas para convertir la
trágico de tantos cuentos sea el refle- si veía incluso su propia vida como muerte de la niña en un suceso más
jo de la personalidad del autor. Cier- una carrera de sufrimiento aliviada jubiloso aún que en Andersen. Y por
tamente existe un factor de época, sólo por el éxito y el favor del públi- supuesto no es raro que desaparezca

.35,
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

el padre dispuesto a castigar a la niña por lo bajo, pero al fin le dio pena la
si no traía a casa suficiente dinero, Princesa y le contó quién era él en rea-
sustituido por un tío o un padrastro. lidad, lo cual le consoló mucho. ¡Y
Por cierto, no es nada habitual que todo fue felicidad desde aquel día!».
Andersen presente un padre negativa-
mente, pues suele introducir en sus Múltiples versiones
cuentos sólo padres buenos y abnega-
dos, como lo fue el suyo. Naturalmente, las modificaciones
En El valiente soldadito de plomo que se introducen en las infinitas ver-
es muy poco lo que se puede cambiar; siones de los cuentos tienen su justi-
el trágico fin da al cuento una belleza ficación, pues los más conocidos de
que desaparecería si el soldadito y la éstos han pasado a formar parte del
bailarina de papel se reunieran de al- acerbo de los cuentos populares y
guna forma más feliz y prosaica. Se cualquiera puede hacer con estas his-
introducen cambios, sin embargo; por torias de Andersen lo mismo que ha-
ejemplo, haciendo que no sea un niño cía él con las anécdotas o las viven-
malo sino una inocente corriente de cias que usaba como embrión de sus
aire la que arroje al fuego al soldadi- narraciones. Como hemos visto, An-
to, con lo que se pierde ese elemento dersen lo hacía siguiendo el camino
de maldad (pero, ¿inocente quizá, y sombrío y pesimista que su manera de
guiada por alguna mano misteriosa VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS, MADRID:
ser —y su época— le inspiraba. Hoy
más pérfida aún?). ANAYA, 1989. día podemos tomar el cuento mismo
Significativas son las alteraciones como anécdota y desarrollarlo por el
que encontramos en una reciente ver- Egipto, de eso estaba seguro. [...] El camino que a nosotros y a nuestra
sión de El sapo. Aparte de «adaptar- cuerpo estaba muerto, habían mata- época pueda parecer preferible. Natu-
lo para niños» convirtiéndolo en El do al sapo». La muerte en el pico de ralmente, no tendríamos el derecho de
sapito y de estar muy abreviado, se la cigüeña es al mismo tiempo la ga- decir que esa versión de El sapo es
conservan las principales aventuras rantía de un viaje mucho más intere- «un cuento de Andersen».
del feo protagonista. Pero el final, sante que todos los anteriores: ¡nada
como hemos visto que suele suceder menos que hasta Egipto! Las adaptaciones: cambios
con los cuentos, resulta demasiado El celibato de Andersen se refleja en el estilo de Andersen
«fuerte» para los niños de hoy, y al en muchos cuentos, como hemos vis-
sustituirlo por un final feliz se cam- to, y presta a gran número de ellos un Otra modificación que se realiza
bia también un elemento fundamen- matiz especial. Algunas versiones in- habitualmente en los cuentos, más
tal de las historias de Andersen: la im- fantiles cambian también esto. Una aún que la que acabo de comentar,
portancia del viaje, la idea de que adaptación de El porquero (titulada afecta al estilo. Éste suele ser uno de
siempre es mejor viajar aun a costa de El cuidador de cerdos) recoge algunos los mayores obstáculos para la traduc-
peligros y penalidades, el rechazo a las de los sucesos más importantes del ción, frecuentemente por motivos se-
perezosas comodidades del hogar. cuento, aunque curiosamente elimina mejantes a los que hicieron llover crí-
Esta versión termina en la siguiente el «cotilleo»: la olla mágica produce ticas sobre Andersen. El autor danés
forma: «Cuando se le acercó una ci- en esta adaptación una preciosa mú- escribió la mayoría de sus cuentos
güeña ya no habló de ir a ver mundo, sica, pero ya no permite ver lo que se —la excepción está formada por lo
sino que, en el último momento, dio guisa en cada cocina de la ciudad. El que son más «narraciones cortas» que
un gran salto que le libró de ser co- caso es que al final del todo, avergon- cuentos propiamente dichos— en un
mido. Y ya no paró hasta llegar a su zada la orgullosa princesa, el príncipe- estilo plagado de rasgos orales y enor-
tranquilo y seguro pozo». El sapo de porquero, descubierta ya su persona- memente descuidado, para los cáno-
Andersen acaba de forma muy dife- lidad para horror de la princesa, «en- nes literarios y estilísticos de su épo-
rente: «En ese mismo instante llegó la tró en su reino, cerró la puerta y echó ca... y aun de la nuestra. Desde el
cigüeña. Había visto al sapo en la el cerrojo. Y ella, que se quedara fue- punto de vista de la lengua escrita, los
hierba, descendió y cogió al animali- ra cantando...». Una princesa no pue- cuentos están llenos de repeticiones,
to sin ninguna consideración. El pico de ser mala hasta el final y su castigo de oraciones aparentemente mal cons-
se cerró, el viento silbó, no era nada debe acabar, de modo que la adapta- truidas, de un exceso de expresiones
cómodo, pero subió y subió; hacia ción concluye así: «El Príncipe se reía idiomáticas populares. El traductor

36
CLIJ44
explica el cuento, sino que se transfor-
ma buena parte de su sentido. Para
Andersen no se trata de simples suce-
sos «lógicos», sino que pretendió
mostrar cómo los vulgares y los me-
diocres acosan al que destaca porque
es diferente y mejor, y cómo el que lle-
va el genio dentro de sí llega mucho
más alto que los que intentaron cor-
tarle el paso. En esa versión «para ni-
ños», todo se convierte en una sim-
ple historia «lógica» que tiene, no
podría ser de otro modo, su conclu-
sión igualmente «lógica».
Las adaptaciones, como hemos te-
nido ocasión de ver en estas pocas no-
tas, modifican muchas veces elemen-
tos fundamentales de los cuentos: el
estilo por un lado, por otro buena
^e/^ parte de los elementos pesimistas y
trágicos que, en su mayoría, eran de-
bidos a la plasmación de la propia
que se arriesga a seguir el estilo del sentido del lector del cuento. La ma- personalidad de Andersen en sus
origen será acusado de mal estilista, yoría de los traductores introduce ne- cuentos. Claro que todo esto quiere
de desconocedor de su propio idioma, xos, incluso «completa» los textos decir que los cuentos se han converti-
como también le sucedió a Andersen. añadiendo frases enteras que sirven do en «propiedad pública», en «cuen-
De ahí que la inmensa mayoría de las para explicar, por ejemplo, una moti- tos populares» en el mismo plano que
traducciones existentes, al español vación. Un ejemplo bastará, aunque muchos de origen realmente popular.
pero también a otros idiomas, y no sea un tanto exagerado por pertene- Lo que no hace sino poner aún más
sólo en versiones «adaptadas para ni- cer a una de esas versiones adaptadas de relieve el valor de las narraciones
ños» sino en las que presuntamente para niños.6 El final de una adapta- del gran escritor danés. •
son reflejo fiel del original, realizan ción de El patito feo elimina las sen-
lo que podríamos llamar una «nive- saciones del cisne y la admiración de * Enrique Bernárdez es traductor de la obra de
lación» (más aún, un «allanamiento» quienes lo ven, pero añade una com- Hans Christian Andersen.
en todos los sentidos) del estilo origi- pleta explicación del cuento: «Admi-
nal, para adaptarlo a lo que se consi- rado y perplejo, quiso comprender lo
dera «buena lengua escrita». Se evi- ocurrido, pero hubo de conformarse
tan repeticiones, se introducen con su nueva belleza y gracilidad de Notas
movimientos. Anque nacido en un co- 1. Que en los países protestantes es el equiva-
«elegantes» subordinaciones donde el lente de nuestra Primera Comunión.
original danés presenta series de ora- rral de patos, ocas, gallinas y gallos, 2. Naturalmente, en el cuento es una niña. En
ciones coordinadas e incluso simple- procedía de un huevo de cisne llega- un varón no sería de esperar tan gran soberbia
mente yuxtapuestas, se seleccionan do allí por casualidad. Era lógico que e inconsciencia (de acuerdo con la radical mi-
su presunta madre lo encontrase tan soginia de Andersen, claro).
formas de expresión menos populares, 3. Por lo menos de Dinamarca. A este país se
más cultas. Pero sobre todo se expli- distinto a los demás patitos, y era ló- dedica un cuento patriótico: El nido de cisnes.
ca. El estilo de Andersen en sus cuen- gico también que su instinto le hubiese ¿Casualidad?
tos es extraordinariamente elíptico: si impulsado al encuentro de su verda- 4. Me inclino a ver a Jonás Collin como una
el lector es capaz de descubrir por sus dera especie». Un niño no debería ha- combinación del conde y el general.
5. Desde luego no quiero entrar en valoracio-
propios medios la causa de un hecho, ber podido comprender nada del nes de si esta postura es o no la más adecuada
o la relación entre dos frases y, en con- cuento, de ahí la necesidad de esta desde el punto de vista educativo.
secuencia, entre los sucesos que éstas prolija y repetitiva explicación, refor- 6. Parece que pensamos que los niños son ton-
reproducen, no hay necesidad ningu- zada además por la frase final: «¿En- tos. Andersen debía pensar que son suficiente-
mente listos para entender las cosas. Y alguno
na de expresarlo verbalmente. Tam- tendéis ahora este azaroso relato, ami- de sus cuentos presenta ejemplos de niños muy
bién la moraleja suele dejarse al buen guitos?». En realidad no sólo se inteligentes y avispados.

37
CLIJ44
€$^$- <X¿>?ycGL4f5 €s?.

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

El más feo era


1 más hermoso
por Teresa Maña 4

a historia del patito feo es qui-


zás una de las más conocidas
• dentro de la tradición de los
cuentos. Las narraciones de Andersen
—a pesar de no ser «cuentos tradicio-
nales» puesto que su origen es de crea-
ción del autor, muy distinto del ori-
gen recolector de los hermanos
Grimm— se convirtieron ya en vida
del autor en «cuentos populares», en-
tendiendo con ello aquellos cuentos
que forman parte de la cultura del
pueblo, que son transmitidos de unos
a otros, de viva voz, la mayoría de las
veces, y que son conocidos de todos.
Como en todo cuento de largo pa-
sado, en El patito feo se recuerda so-
bre todo el mensaje por encima de los
detalles arguméntales: el más feo pue-
de ser el más hermoso; deberá sufrir,
pasará penalidades, será rechazado
por engreídos que no le llegan a Ja
suela del zapato, pero al fin triunfa-
rá. El cuento ha simbolizado también
la vida de Andersen (1805-1875), co-
mo muestra Bettina Hurlimann, en su
historia de la literatura infantil, al ti-
tular «El patito feo» el capítulo dedi-
cado a Andersen, en una clara refe-
rencia a la que fue su vida.
Las ediciones de este cuento han
sido y son abundantes; en la relación
de libros españoles en venta del año
1992 se pueden contabilizar cerca de
setenta ediciones de este título en las CARMEN AGUIRREZABAL, L'ANEGUET LLEIG, GIJÓN: JUGAR,
) ' l h l * SUKIW1CST SJPü'i Sr¡
) ol.n (DAusiQig*
MAXWELL ARMFIELD (1910), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN,
JOHN HASSALL (1932), FAIHY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992. LONDRES: PAVILION, 1992

21L
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

SÁNCHEZ TENA, HISTORIA DE L'ANEC QUE NO N'ERA, BARCELONA; MENTORA, 1931.


VILHELM PEDERSEN, CUENTOS COMPLETOS I, MADRID; ANAYA, 1989.

que caben todos los estilos de ilustra-


ción y todo tipo de versiones. Entre
las que aquí mostramos, algunas for-
man parte de ediciones antiguas, nue-
vamente reeditadas, como los graba-
dos de ApeHes Mestres, A.W. Bayes
o las conocidas siluetas de A. Rack-
ham. Menos difusión han tenido otras
imágenes de ilustradores españoles:
Sánchez Tena, Torné Esquius y Piti
Bartolozzi. Esta última realiza los di-
bujos de una versión de Antoniorro-
bles, absolutamente partidaria, en que
el escritor, sin embargo, no inventa
nada: sencillamente, hace explícitas a
su manera las descripciones de Ander-
sen. Los patos jóvenes que no quie-
ren tener tratos con el patito feo son
«unos estupidillos "pollos-pera"»
que se saludan «extendiendo un ala,
a la manera fascista» y que no hacen
nada en todo el día «como buenos se-
ñoritos». Y la pata, que en esta ver-
sión disfruta de un título nobiliario,
encuentra una pérdida de tiempo edu-
ARTHUR RACKHAM, CUENTOS DE ANDERSEN. BARCELONA: JUVENTUD, 1933
car a un patito que parece «el hijo de

41
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

T. VAN HOIJTEMA (1894), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992

JOHN HASSALL (1932), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992. MARÍA RIUS, L'ANEGUET LLEIG, BARCELONA: LA GALERA, 1981
TORNE ESQUÍUS, CONTES D'ANDERSEN. BARCELONA: CATALANA, 1918

4¿ 43
CLIJ44 CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

APELLES MESTRES, CUENTOS DE ANDERSEN,


BARCELONA: BIBLIOTECA -ARTES Y LETRAS-, 1981

un obrero». Al final, como siem-


pre, la bondad triunfará porque el
patito no es sólo el más hermoso,
sino también el más bueno, y aun-
que sea «la más hermosa y bue-
na» de aquellas magníficas aves
«él no se pavonea lleno de sober-
bia, como tantos que se elevan
desde la nada».
Los ejemplos de ilustraciones
modernas nos aportan un prota-
gonista más humanizado con los
lagrimones que deja correr el pa-
tito de Maria Rius o prueban,
como Carmen Aguirrezábal, con
técnicas menos usuales, de dar
otras imágenes de este conocido
cuento. En todas ellas, sin embar-
go, prevalece una intención des-
criptiva que quizá no alcanza a
transmitirnos el sentido de la vida,
doloroso y poético a la vez, que
Andersen infundió a su
narración. •

* Teresa Maña es profesora de la Escuela


de Biblioteconomía y Documentación de
WILLIAM HEATH ROBINSON (1913), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992 Barcelona.

44
CLIJ44
LIBR LIBRO
NOVEDADES DOCUMENTALES

El asombroso libro del interior de las cosas


DEL INTERIOR Stephen Biesty
DE LAS COSAS Álbum ilustrado, de gran formato y encuadernado en caitoné, que nos introduce
en el asombroso mundo de las cosas por dentro. A través de sus páginas, el
lector podrá descubrir lo que no se conoce habitual mente; el interior de
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HANS CHRISTIAN ANDERSEN

Los ilustradores de
Andersen
por Montserrat Castillo"

La articulista repasa
la lista de ilustradores
—Pedersen, Frólich y
Arthur Rackham,
entre otros— que han
dado imagen gráfica a
las páginas escritas
por Andersen.
Finalmente, reseña las
principales ediciones
barcelonesas y la
aportación de los
ilustradores catalanes.

ARTHUR RACKHAM (1932), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION, 1992.

46
CLIJ44
p. „,..-
I ma, rostro y color a los
¡ cuentos tradicionales signi-
fica asumir un reto complejo y la
oportunidad de reflejar los sueños y
pesadillas personales y colectivos.
Una de estas oportunidades doradas,
sugerentes y plenas lo constituyen las
obras de Hans Christian Andersen.
Basándose en cuentos tradicionales,
Hans Christian Andersen escribió sus
propias narraciones entre 1835 y 1872.
Nos referimos, particularmente, a la
serie de cuentos maravillosos Eventyr.
Los ilustradores daneses fueron los
primeros en dar imagen y forma a la
fantasía de su compatriota, elevado,
ya en vida, a la categoría de gloria na-
cional.
El primer ilustrador de los cuentos
de Andersen del cual tenemos noticia
es Vilhelm Pedersen, con ilustraciones
publicadas en 1847. Vilhelm Pedersen
(nacido en Kóge en 1820 y fallecido
en Copenhague en 1859) ilustró nue-
vamente Eventyr en 1850, con 125 di-
bujos, de características tradicionales
y realistas, muy dentro del gusto de
la época, en una edición que ocupa
522 páginas, realizada en Copenha-
gue. Cinco años más tarde, ilustra con
55 dibujos Andersen's Historier, un
volumen de 167 páginas editado en la
misma localidad.
Nuevamente se reproducen las ilus-
traciones de ambas historias, junta-
mente con las ilustraciones de Lorenz
Frólich (Copenhague, 1820-1908), en
una edición realizada en Copenhague
en 1874, que consiste en la primera
edición completa de los Cuentos de
Andersen.
Heinrich Lefler, el refinado ilustra-
dor austríaco muy influido por el Ju- EDMUND DULAC (1911), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION. 1992
gendstil y que trabajó para editores
alemanes, decora e ilustra con sus di-
bujos altamente sofisticados DiePrin- La sensibilidad de tación de lo maravilloso. Arthur
zessin und der Schweinehirt, editado Arthur Rackham Rackham un hombre pequeño, metó-
en Viena en 1897. También encontra- dico, gris y de aspecto común, estaba
mos, en 1900, Eventyr, ilustrado por Otras de las ilustraciones históricas dotado de una imaginación tan pro-
Hans Tegner (Copenhague, 1853- que se hicieron célebres fueron las del digiosamente poética que creó un
Fredensborg, 1932), quien realizará ilustrador británico Arthur Rackham, mundo de fantasía jamás visto. Sus
otra versión en 1929. dotado como pocos para la represen- creaciones se apropiaban de las narra-
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

ANNE ANDERSON (1924), EAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: 199?

ciones que ilustraba y creó por sí solo versión en catalán, además de la de tacó por su capacidad extraordinaria
una tradición de ilustración que influ- castellano, a cargo de los poetas Jo- a la hora de representar las narracio-
yó en generaciones de dibujantes de sep Carner y Mariá Manent. Esta ver- nes maravillosas, ambientes fantásti-
los más variados países. Su ilustración sión, de la que se han hecho múltiples cos y, sobre todo, exóticos.
es rica en recursos, con dibujos a toda ediciones —aún actualmente—, se Las ediciones de las ilustraciones de
página, a la pluma y en acuarelas, pe- inscribe dentro de un proceso edito- Dulac tienen siempre una gran cali-
queñas ilustraciones a la pluma y las rial ocurrido en los años treinta cuan- dad. Edmund Dulac no dibujaba a la
delicadas siluetas que llenan sus li- do se editaban numerosas traduccio- pluma como Rackham, lo que permi-
bros. Ilustrador de los cuentos de nes de autores de otros países que tía incluir ilustraciones entre el tex-
Grimm, de cuentos de hadas ingleses, incluyen, además, las mismas carac- to. Sus procedimientos artísticos eran
de Peter Pan, deAlice in Wondeiiand, terísticas de edición e ilustraciones. muy complejos; su gran arte se basa-
su nórdica sensibilidad para el trata- Otro gran ilustrador histórico que ba en el dominio del color, median-
miento del color, su línea sinuosa ca- dejó una figuración memorable de los te el cual creaba todos los ambientes,
paz de transformar animales, árboles cuentos del escritor danés fue Ed- sugerentes, reales y al mismo tiempo
y flores en criaturas fantásticas, pro- mund Dulac, el gran dibujante fran- indefinidos. Sus modelos femeninos
porcionaron una de las mejores ilus- cés que realizó toda su obra en Ingla- son bastante semejantes a los de
traciones de los cuentos de Andersen. terra y que tomó la nacionalidad del Rackham en su estilización y calidad
De esta versión se hicieron nume- país que le había acogido y proyecta- etérea.
rosas ediciones extranjeras. Así, en do internacionalmente. Se hicieron Dentro de los ilustradores alemanes
España, las encontramos editadas por ediciones de su versión en otros paí- hay que destacar a Hugo Steiner que
Juventud, edición que reproducía, no ses. No conocemos ninguna edición ilustró Ausgewcihlte Marchen, dentro
solamente las ilustraciones de Rack- española, pero sí una alemana, reali- de la prestigiosa e impecable colec-
ham, sino que además era una copia zada en 1913 por Georg W. Dietrich, ción, una de las técnicamente mejor
de la lujosa edición británica. Así de los dos cuentos Die Schenelkóni- realizadas del mundo, Gerlach's Ju-
pues, en el año 1934 apareció con una gin y Marchen. Edmund Dulac des- gendbüchesei, editada en Viena y

48
CLIJ44
en Leipzig por Gerlach y Wiedling
en 1905.

Ediciones barcelonesas históricas


No era la versión de Arthur Rack-
ham la primera edición ilustrada en
España de los cuentos de Andersen.
El maravilloso cuentista danés había
sugestionado a numerosos dibujantes
también en este país. El naciente mun-
do editorial español de libros para ni-
ños se interesó desde el principio.
Así encontramos ya en 1881 una
TORNE ESQUIUS, CONTES D'ANDERSEN, BARCELONA: CATALANA, 1918
versión muy lujosa editada por la Bi-
blioteca Arte y Letras de Barcelona.
Son unos Cuentos de Andersen, con en el libro: 64 ilustraciones en el inte- Thomas y Verdaguer. Este libro es im-
dibujos del que poco más tarde sería rior, la ilustración en cubierta, 17 ilus- portante en la bibliografía del dibu-
el más prestigioso dibujante del mo- traciones en cabecera de capítulo, y jante, puesto que en él creó un estilo
mento, nos referimos a ApeHes Mes- 11 capitulares en plumas, que se repro- personal y libre, una obra indepen-
tres. Esta edición es quizá la más im- dujeron mediante fotograbado, y ade- diente ya de la de sus predecesores,
portante de las que conocemos en más ocho grabados reproducidos me- Tomás Padró o Eusebi Planas, a los
nuestro país con dibujos originales. diante xilografía. Los grabados xilo- cuales se había visto obligado a imi-
ApeHes Mestres realizó un trabajo de gráficos estuvieron a cargo de Fuster, tar para complacer a los editores.
ilustración y decoración importante y los de zinc fueron realizados por Seguidamente queremos mencionar

49
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

la presencia de diferentes traducciones


de cuentos de Andersen en la publi-
cación periódica La Rondalla del Di-
jous, aparecida en 1908, y editada por
Aveng, de Barcelona; una revista que
podemos incluir dentro de los ideales
del Modernismo respecto a la conser-
vación y difusión de la tradición
autóctona, junto con el conocimien-
to de las tradiciones de otros países.
La Rondalla del Dijous, sin ningún
tipo de pretensión artística, sino so-
lamente la simple difusión de los
cuentos y la distracción de los niños,
recogía cuentos y narraciones popu-
lares del país y traducciones de otras
culturas. Concretamente, dentro de La
Rondalla queremos citar la publica-
ción de «La princesa del pésol» y «El
soldadet de plom», con reproducción
de las ilustraciones de Hans Tegner. Al
tiempo que La Rondalla reproducía
ilustraciones extranjeras, Billy (Gui-
llen! Peres), ilustrador catalán y un co-
laborador habitual de la revista, se
daba a conocer mediante las ilustra-
ciones de Un company de camí de
Andersen, realizadas para la misma
editorial Avene.
Años más tarde, en 1918, Editorial
Catalana publica una edición respe-
tuosa tanto por su traducción al ca-
talán como por sus ilustraciones. Sus
Contes d'Andersen aparecen traduci-
dos por Joan d'Albaflor (seudónimo
de Josep Carner) y con 33 ilustracio-
nes de Torné Esquius, quien, dentro
del estrecho margen plástico que per-
mite la combinación del blanco y ne-
gro y del trabajo a la pluma, realiza
unas ilustraciones auténticamente in-
fantiles y al mismo tiempo sugeren-
tes y decorativas.
En 1923, Tipografía Catalana pu-
blica Tres cuentos d'Andersen ¡ilus-
tráis por Joan D 'Ivori. Ya en el pro-
pio título se destaca, al mismo tiempo
que el contenido, el trabajo del ilus-
trador: el afamado Joan D'Ivori (seu-
EUZABETH MACKINSTRY (1933), FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES PAVILION, 1992
dónimo de Joan Vila Pujol), un muy
conocido ilustrador catalán, especial-
mente dotado para la ilustración de
cuentos tradicionales, historias medie-
-vT)

L FROLICH. EL CUENTO DE MI VIDA II. MADRID DE LA TORRE. 1988

vales y cuentos maravillosos. Joan


D'Ivori realizó una ilustración muy
amplia (118 ilustraciones, dos orlas y
cuatro finales de capítulo), y al mis-
mo tiempo simplificada. Una ilustra-
ción que podemos emparentar con su
estilo de ilustración de historietas, con
detalles claros y precisos que facilitan
la comprensión del niño. Su versión
es muy adecuada a los pequeños, y
deja aparte totalmente su gran capa-
cidad de ilustrador-decorador de li-
bros de bibliófilo, en función de la co-
municación de las situaciones a los
jóvenes lectores.
Es un libro que le permite soñar,
entregarse al placer de la representa-
ción de un mundo tradicional-medie-
val y al tiempo maravilloso. Joan
D'Ivori realizaba en este libro la re-
presentación de su mundo de prefe-
rencias. Un mundo abierto a todos los
sueños y las pesadillas, los afanes y la
poesía del gran autor danés; un mun-
do en el cual muchos otros dibujan-
tes posaron sus visiones y más gran-
des intuiciones, y que genera hoy,
después de tanto tiempo, continuas
creaciones de artistas de todo el mun-
do. Pero éste es tema de otro artícu-
lo, es otro cuento, un cuento que ten-
dremos que explicar en un próximo
atardecer. •

* Montserrat Castillo es crítica e historiadora


del Arte. VILHELM PEDERSEN, CUENTOS DE HADAS PARA NIÑOS, VALLADOLID: FUENTE DORADA. 1979.
&¥<$• Gfa^ocisz^esz.

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

.v/i

Andersen viajero
ballos un poco deprisa, mientras que
allá lejos, cerca del horizonte, bien pa-
rece que el paisaje se mantenga inmó-
vil. Uno tiene absolutamente la visión
e impresión completas de todo el
paisaje.
Se cuenta una buena anécdota so-
bre un norteamericano que viajaba en
Hans Christian un carruaje de vapor por primera vez
y, viendo constantemente que una pie-
Andersen fue uno de dra miliar seguía a la otra tenía la im-
presión de viajar por un cementerio
los escritores más con un monumento funerario tras del
viajeros del siglo XIX. otro. Solamente lo recuerdo por el he-
cho de que perfectamente da una im-
Cuando viajaba, ya presión de la velocidad alcanzada, y
fuese por Italia, VILHELM PEDERSEN, EL CUENTO DE MI VIDA, MADRID: DE LA TORRE, 1987 es por ello que lo recuerdo a pesar de
que no veo en este viaje ninguna pie-
Turquía o España, dra miliar; en cambio puedo citar los
rojos banderines de los hombres de se-
portaba consigo
siempre una larga Viajando en tren * ñales. Viéndolos, ese mismo nortea-
mericano se hubiera dicho: «¿Por qué
hay tanta gente por ahí con un ban-
soga con la que poder derín rojo en la mano?».
salvarse por una ... La primera sensación es la pro-
ducida por el no muy fuerte tirón a
fuera tirado por caballos al galope. La
velocidad aumenta y a uno le parece
Debo hacer notar, de todas mane-
ras, que cuando a mucha velocidad
ventana en caso de los vagones y que pone tirantes las ca- que está volando. pasamos una tablilla que vi afianza-
¿Qué fue eso rojo que voló tan cer- da a un tablón, un hombre sentado
incendio. denas que los unen. Se oye de nuevo
la señal del pito y el convoy se pone ca, como un relámpago? Era uno de junto a mí me dijo: «Mire, ahora es-
El autor danés dejó en marcha, pero despacio; en los pri- los hombres de señales parado con su tamos en el Principado de Cóthen».
Después el hombre se tomó un rapé
meros momentos se va despacito, banderín. Uno mira por la ventanilla
constancia de sus idas como si fuera la mano de un niño la y hasta diez o viente metros de distan- y me ofreció. Yo asentí con la cabeza,
y venidas en algunos que tirara del pequeño vagón. Imper-
ceptiblemente aumenta la velocidad
cia los campos aparecen como si fue-
ran una corriente tan veloz como una
tomé una pizca, estornudé y pregun-
té: «¿Cuánto tiempo estaremos en
libros, como El Bazar mientras uno lee en su libro o estudia flecha. La hierba y las plantas pasan Cóthen?». Y el hombre contestó:
un mapa, de forma que no se presta en revoltijo, dando la sensación de «Verá, salimos de allá mientras usted
del Poeta, al que demasiada atención a lo que sucede que uno está a distancia de la tierra estornudaba».
pertenecen los ahora que ha comenzado la jornada, y viéndola girar. Hace daño a la vista He oído gentes que aseguraban que
puesto que el vagón se desliza como el mirar demasiado rato en una mis- con el ferrocarril se ha perdido toda
dos fragmentos un trineo sobre un llano campo neva- ma dirección, y unas docenas de me- la poesía que había en el viajar, y que
que a continuación do. Uno mira por la ventanilla y se da
cuenta de que se va deprisa, como si
tros más allá se ve el paisaje moverse
como cuando uno va en coche de ca-
el viejo y acumulante sombrero de
copa muy alta era hermoso. Respec-
les ofrecemos.
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

i*r Kismbaím-I'oj
Granada* Andersen nunca viajó sin
llevar consigo una larga
cuerda con la cual poder
mía: cada cámara, cada patio, es una
página distinta de la misma historia,
en la misma lengua y, sin embargo,
salvarse por una ventana siempre como un nuevo capítulo.
en caso de incendio.
La Sala de los Embajadores, don-
Aquello era delicioso, pero muy pe- de los monarcas árabes recibían a los
queño. No hallé la grandeza y espa- legados extranjeros, conserva todavía
cio que había imaginado; sin embar- la mayor parte de su antigua suntuo-
go, según iba avanzando por debajo sidad... Mas, ¿cómo reproducirla en
de aquellos arcos y a través de palabras? ¿Qué más da que os cuente
aquellos patios y salas, tenía la que la parte baja de las paredes está
sensación de que el espacio se revestida de azulejos verdes? ¿O que
dilataba. Era como transitar , toda la pared, de arriba a abajo, es se-
por un maravilloso bazar de mejante a un tul extendido sobre bro-
caprichosos encajes de piedra, cado de oro y púrpura? ¿Y que dicho
donde el agua cristalina salta- tul no es sino piedra labrada, labor
ba en los surtidores, fluía su- maravillosa de filigrana, iluminada
surrante por los canalillos la- por la luz que penetra por los ajime-
brados en el mármol de los ces en forma de herradura, cuyos ar-
suelos y llenaba los grandes es- cos reposan sobre airosas columnas de
tanques en los que nadaban mármol? ¿Y que rosetones abiertos
peces dorados. La parte infe- sobre las ventanas acentúan la lumi-
rior de las paredes, hasta la nosidad, permitiendo ver, como se
altura del pecho, estaba com- merece, el suntuoso artesonado de los
puesta por azulejos polícro- techos? Una fotografía, no palabras,
mos; la parte de arriba era toda podría reproducir semejante cuadro;
una superficie de cerámica co- mas con la fotografía quedaríamos
lor amarillo muy pálido, sin supeditados a su vista desde un ángu-
pulir, de apariencia marmórea, lo determinado. Hay que vagar de un
tan artísticamente cincelada, lado a otro, absorber toda la belleza,
que daba la impresión de un acercarse a la ventana abierta y mirar,
velo de encaje extendido sobre abajo, el romántico y angosto valle
el fondo rojo, verde y dorado. bañado por el Darro; después, volver-
Allí la tracería e inscripciones se para mirar a través del amplio za-
se entrelazaban formando ara- guán los ligeros y airosos arcos, cu-
bescos que confunden el ojo yos ornamentos asemejan plantas
con sus entradas y salidas; aun- trepadoras enredadas en los recovecos
que, fijándonos bien, se pue- de los arabescos.
den apreciar las formas regu-
lares y concretas. Las paredes El Patio de los Leones ostenta el
declaman versos de alabanza a mismo esplendor. Encajes de Bruse-
Dios y a su profeta Mahoma; las tejidos en porcelana; arcos de tul
y pregonan asimismo las gr bordado en piedra, sustentados por
Carta Je Andersen escrita en el papel de cartas del ferrocarril Leipzig-Dresden. des hazañas y la ca- esbeltas columnas de mármol que,
balleresca valentía de aquí, forman paredes divisorias, ar-
to a lo último tengo que decir que los reyes moros, y el cos, pabellones y alcobas. En cambio,
ta, pequeños y donde uno tenía que
todo el mundo puede bajar en cual- poder de la belleza. los leones de la fuente, en el centro del
apretarse, donde no existía, extingui-
quier estación y esperar allí el próxi- La Alhambra es patio, están malamente esculpidos,
da para uno en la mejor temporada
mo tren, si lo prefiere así por respeto como un antiguo li- son torpes y pesados. En el lado iz-
del año gracias al polvo y al calor; y
a esa prenda. Y por lo que respecta bro de leyendas, lleno quierdo, mirando al Darro, está la
en invierno, gracias a los malos cami-
a la dicha poesía del viajar, que se dice de signos de escritura Sala de las Dos Hermanas, así llama-
nos, puesto que en esos coches de pos-
perdida, mi opinión es completamente fantásticos trazados da por las dos enormes losas gemelas
ta no se puede sentir el ambiente de
la contraria: era en los coches de pos- sobre oro y policro- de mármol que cubren el suelo. Afa-
la Naturaleza.
nábanse allí los obreros en decorar

54 55_
CLIJ44 CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

—como ellos se empeñaban en lla- rar la magnitud del buen gusto origi- las; pasamos por reducidos patios, en-
marlo— la sala ya de por sí bellamen- nal. En el centro de la estancia se al- tramos en magníficas salas de baño,
te decorada. De las paredes pendían zaba el enorme pilón de mármol, aún a cuya entrada esperaban ninfas de
ahora pesados tapices de damasco y coloreado con la sangre inocente de mármol y sátiros rientes. Una luz te-
terciopelo rojo con bordes y flecos de los abencerrajes, la cual, habiendo pe- nue caía por las aberturas en forma
oro, que ocultaban en exceso cuanto netrado la piedra, sigue acusando a de estrella, iluminando aquel lugar
era realmente bello; tan sólo el rico ar- través de las generaciones al desdicha- donde grandes estanques de mármol
tesonado original del techo podía ad- do Boabdil. Según cuentan, se relacio- invitaban a darse un baño. En los mu-
mirarse en toda su magnitud. Alzar la na con dicha sala la última historia de ros pueden aún verse las tuberías de
mirada era como contemplar la coro- fantasmas conocida en España; aún hierro que conducían hasta aquí el
la de una hermosísima flor. suenan aquí por las noches los lamen- agua fría y la caliente. Volviendo a su-
Por el lado opuesto del Patio de los tos y estremecedores gritos y amena- bir un par de escalones, salimos a
Leones, se entra a la Sala de los Aben- zas de ánimas en pena. unas galerías formadas por delicadas
cerrajes. Todavía no había sido «ador- Fuimos conducidos a través de todo columnas de mármol que sustentan
nada» y por lo tanto se podía admi- un recinto de galerías, pabellones y sa- los arcos, desde donde se dominan los
jardincillos de flores y patios pobla-
dos de esculturas. A continuación es-
taba el pabellón llamado «el mirador
de Lindaraja»; es lo más lindo y ele-
gante que jamás se ha visto. Tal mi-
rador es un balcón volante, suspendi-
do en el aire, cual si flotase sobre la
fronda que trepa por la cima de la
montaña, sobre álamos y cipreses;
desde él se domina una parte de la ciu-
dad con sus viñedos y lomas cercanos.
Aquí estuvimos poco, porque ensegui-
da llegaron los trabajadores que te-
nían que «adornar y decorar» el re-
cinto. Tanta preparación era un
embrollo. Digamos que podía uno
perdonarles que pusieran más mace-
tas de flores en el patio de arrayanes
para aumentar la densidad del follaje
entre los estanques de mármol; pero,
¡que se utilizase de adorno palmeras
de papel en un país donde crecen las
palmeras! A mi entender, aquello era
tan fatal como enroscar serpentinas
de carnaval en torno a una preciosa
escultura antigua.
Hacklánder ha llamado muy acer-
tadamente a la Alhambra «un sueño
arquitectónico». El sueño acababa de
convertirse en una realidad que jamás
olvidaría. Sintiéndome edificado y
pleno regresé a Granada.

* Ambos textos pertenecen al libro de viajes


Andersen en 1846, cuadro pintado en Dresden por August Grahl. El Bazar de un Poeta, aparecido en 1842.
LIBRO A LIBRO
NOVEDADES NARRATIVA
Título: Historias de Snij'f
A u t o r : IAN WHYHROW
Sniff, un perro recogido por Ben y Sal, resulta ser un animal
divertidamente loco, que se mete en toda clase de líos.
A panir de 10 años / Humor

Título: La princesa ligera


A u t o r : GEORCE MAC DONALD
La princesa es ligera como el aire y no puede caminar a causa de un \
maleficio. Los divertidos trastornos que esta situación ocasiona se
solucionarán con la llegada de un príncipe...
\ ^^^%
Ilustrado por Sendak.
A partir de 12 años / Cuento ilustrado

Título. Cuando Shlemelfue a Varsovia


A u t o r : ISAAC BASHEVIS SINGER
El Premio Nobel nos relata las historias que escuchó a su madre, ésta
a su abuela y ésta a... Todas ellas, cuentos de un mundo donde la
\ ;
k ^
K
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.1M, r-f
fantasía y la imaginación eran valores supremos.
A partir de 12 años / Cuento ilustrado

Título: Madame Doubtfire


A u t o r a : ANNE FINE
Un libro realista y divertido que narra las vicisitudes de una familia
que, después de la ruptura de la pareja, intenta encontrar una
fórmula de convivencia satisfactoria para todos. Empezará a
solucionarse con la aparición de la estrafalaria Madame Doubtfire.
A panir de 12 años / Relaciones sociales --—J^VS?^?^

Título: El viaje prodigioso de Ferrán Pinol VI (América, 2" parte)


A u t o r : ROBERT SALADRIGAS
Sexto y último libro de la serie de viajes a lo largo del mundo de
Ferrán Pinol y el Sr. Argemí.
Otros títulos de la serie: El viaje prodigioso de Ferrán Pinol I, II, III,
IV y V.
A partir de 12 años / Viaje-aventura ^¿¿?ri

T i t u l o : Fugitivos
A u t o r : DAVID SKIPPER
Tim no se imaginaba que dentro de aquel disco prestado estaba toda *"*P>
la información sobre una importante operación de tráfico de drogas.
Comienza una aventura a muerte...
A panir de 14 años / Realismo-delincuencia
V-&¿//

í¥
Título: Como saliva en la arena
A u t o r : KLAUS KORDON
El diario de la joven Mundi y sus aventuras a lo largo de sus tres
etapas vitales: la vida en la aldea, la vida con los bandidos y la
vida en la ciudad
A partir de 14 años / Relaciones sociales

GRUPO
Santularia
«í>^ ^ . ü>^cú¿^S es? •

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

Andersen: el artista total


por Pilar Lorenzo'1

A partir de este año


se han abierto en
Copenhague las
puertas de la que
fuera la casa de
Andersen durante los
últimos años de su
vida. Concebida como
museo y centro
cultural, esta iniciativa
viene a saldar la gran
deuda pendiente de la
capital danesa con el
autor de Odense.
Las líneas que
siguen nos acercan
a la presencia
viva de Andersen
en su país natal.

¿No te parece que los cuentos de Andersen


son formidables? Estoy seguro de que tam-
bién dibujaba.
Carta de Vincent Van Gogh a su hermano
Theo, 1882.
Andersen en 1960, fotografía de Franz v. Hanfstaengel, Munich.

58
CLIJ44
L
WILLIAM HEATH ROBINSON, FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION,

os turistas que visitan Copen- tima etapa de su vida. Como museo dos por Andersen, lo que incluye el
hague en este año de 1992 se no presenta mucho más interés que la privilegio de echarse una siestecita so-
encuentran con una novedad: reproducción de la habitación desde bre los siete colchones de aquella prin-
unos autobuses pequeños, de color donde Andersen contemplaba el tra- cesa a la que, por ser tan princesa, un
amarillo, especialmente pensados siego de los barcos que entraban y sa- diminuto guisante no dejó conciliar el
para llevarlos a visitar los lugares de lían del puerto de Copenhague. Lo sueño.
mayor interés turístico de la ciudad. importante son las actividades que se Con esta casa de Andersen, Copen-
Desde hace algunos meses uno de los desarrollan a diario en el centro, como hague viene a saldar una cuenta pen-
lugares obligados es la casa de Ander- lectura de los famosos cuentos del es- diente con el escritor de Odense, que
sen, en el céntrico barrio marinero de critor, recitales de sus canciones, en- vivió en la capital la mayor parte de
Nyhavn. trañables para todo danés, además de su vida. Aunque sus huellas son visi-
La casa es un museo y centro cul- exposiciones relacionadas con su bles en muchos otros lugares de la ciu-
tural dedicado a la memoria del escri- obra. A los más pequeños se les ofre- dad, y muy especialmente en su sím-
tor, que se ha abierto en el edificio ce además la posibilidad de moverse bolo más universal, que es esa sirenita
contiguo al que éste habitara en la úl- en el mundo de los personajes crea- abandonada en una roca al borde del

59
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

agua, cuya soledad se ve turbada de imposible, que llevó siempre colgada


continuo por los miles de visitantes de al cuello en una bolsita de cuero, o tan
todas partes del mundo. reveladores de las debilidades de su
Copenhague, como toda Dinamar- personalidad como esa larga soga que
ca, gusta de presentarse al mundo transportaba en todos sus viajes para
bajo el signo risueño y fabuloso de las ponerse a salvo en caso de incendio),
fantasías de Andersen. Por eso los pueden verse también en el museo nu-
autobuses amarillos del circuito turís- merosos dibujos a lápiz y plumilla eje-
tico van adornados con motivos de cutados por el inigualable narrador de
otra de las maravillosas expresiones cuentos. Aunque sería más propio de-
artísticas del autor de los cuentos, cir que podían verse, pues lo cierto es
como son sus siluetas y recortables en que una de estas mañanas el museo
papel. amaneció con la triste sorpresa de un
En su culto al gran fabulador, la ca- robo en que había desaparecido, ade-
pital de Dinamarca pretende quizá más de manuscritos de cuentos como
competir con la ciudad natal del es- La sirenita, precisamente gran parte
critor, Odense, centro de peregrina- de la producción gráfica del autor.
ción de los andersianos, por ser allí Aunque el valor de esta pérdida sea
donde se encuentra su verdadero san- en primer lugar sentimental, como ex-
tuario: la casa-museo de Andersen. presión que son los dibujos de la com-
La casa se levanta en la calle don- pleja personalidad del escritor, no
de, según la tradición, vio la primera debe pasarse por alto el interés que la
luz el humilde hijo del zapatero y la obra gráfica de Andersen tiene en sí
lavandera, que acabaría siendo el ma- misma. Si en un principio sus dibu-
yor orgullo de su patria. Muchos hu- jos fueron considerados más bien una
biesen preferido que el museo se hu- curiosidad, hoy los críticos cada vez
biera abierto en la casa que el mismo se ocupan más de ese Andersen casi
Andersen consideraba suya, en una desconocido que es el Andersen dibu-
calle cercana, que es donde el escri- jante, y hay hasta quien afirma que
tor creció y de donde salió a los hubiera sido el ilustrador ideal de sus
14 años a buscar en la capital el espa- propios cuentos.
cio propicio para desarrollar su inge- Y es que, aunque lo que haya pa-
nio. Pero el sitio elegido para el mu- sado a la historia sean sus cuentos, el
seo fue el otro, cuando se inauguró en Andersen en 1862. autor de Odense tardó mucho tiem-
1905, con motivo de cumplirse el cen- po en dar con esta forma ideal por la
tenario del nacimiento del autor. del escritor, haciendo un recorrido pol- que canalizar el torrente de inspira-
las diversas etapas de su biografía. El ción que llevaba dentro. Cuando el
Un museo importante recorrido empieza con su partida de hijo del humilde zapatero se despidió
Odense, en la adolescencia, y nos lle- de su madre para ir a buscar fortuna
Lo que entonces no fue sino una va hasta la culminación de su gloria en la capital, no era escritor lo que
modesta colección con un par de ma- en los últimos años, que la ciudad de pretendía ser, o por lo menos no sólo
nuscritos originales, unas cuantas car- Odense también marcó con un home- eso. Él lo que tuvo claro desde muy
tas y algunos recuerdos más legados naje a Andersen como ciudadano de niño es que había nacido para algo
por Andersen, es hoy un museo im- honor e hijo predilecto de la villa. Si- grande y que un día demostraría al
portante, donde se reúnen todas las guiendo esta concepción general del mundo que era un bello cisne y no un
ediciones de su obra en la mayor par- museo, el edificio fue ampliado en patito feo. A veces imaginaba inclu-
te de los idiomas del mundo, así como 1930 con una bóveda decorada con so que aquéllos no eran sus verdade-
la cuantiosa literatura escrita sobre el unos vistosos frescos del pintor Niels ros padres y que él provenía en secre-
escritor más universal de Dinamarca. Larsen Stevns, que ilustran la vida del to de muy alta cuna.
La idea de la colección de objetos autor. Pero la inclinación artística le venía
que se exhiben en la casa-museo es la Entre los diversos recuerdos de la en realidad de padre y abuelo artesa-
de mostrar la relación que hay entre vida de Andersen (a veces tan senti- nos, dotados para algo más que para
la asombrosa vida y la fabulosa obra mentales como la carta de un amor el desempeño de su modesto oficio. El

60
CLIJ44
abuelo tallaba en madera animales de
fábula que regalaba a los niños, y el
padre construía los juguetes más pro-
digiosos para el pequeño Hans Chris-
tian. Entre ellos un teatro de guiñol
que tenía embelesado al niño, y en el
que el futuro escritor podía dar rien-
da suelta a su imaginación. Padre e
hijo juntos ideaban historias y perso-
najes, diseñaban decorados y un ri-
quísimo vestuario para los muñecos.
Andersen mostraba ya desde peque-
ño tal destreza con las tijeras, que su
madre tenía pensado que fuera sastre.
Los sueños del muchacho, sin embar-
go, iban mucho más lejos.
El teatro le fascinaba precisamente
porque era el compendio de todas las
artes para las que él se consideraba
con aptitudes. Tenía una bonita voz,
entretenía a las visitas recitando com-
posiciones propias y ajenas, y hasta
soñaba con bailar, a pesar de lo des-
garbado de su figura. Y fue para pro-
bar fortuna en el teatro y el ballet pol-
lo que decidió abandonar Odense a
los 14 años y marcharse solo a la
capital.

Sueños de actor frustrado

Pero las cosas no iban a ser tan fá-


ciles como él imaginaba. La triste ver-
dad es que fracasó en todos sus inten- Andersen, contador de cuentos.
tos y tuvo que ir aceptando que no era
aquello para lo que verdaderamente repetir en sus recortables y que a ve- El autor mismo se ha retratado en
servía. Dejó el canto, el baile, sus sue- ces son los mismos motivos de sus alguno de sus cuentos como el mago
ños de actor, pero no abandonó otras cuentos. Le gustaban las bailarinas de las tijeras, que hace las delicias de
artes menores, a través de las cuales como la del Soldadito de Plomo, tam- los niños: «Él sí que era simpático
podía dar vida a las figuraciones que bién de papel, con la pierna tan levan- —dice la pequeña protagonista de Las
llevaba dentro. tada que casi se pierde de vista. En sus flores de Ida—, se sabía las historias
Uno de sus mayores entretenimien- recortables Andersen las coloca en un más fantásticas y recortaba unas figu-
tos, durante toda la vida, fue, por eso, solitario nido de cigüeña, uno de sus ras graciosísimas: corazones con seño-
recortar figuras en papel, demostran- animales favoritos, lejos del mundo y ritas bailando, flores y grandes pala-
do en ello una habilidad que sencilla- cerca del cielo. Entre la nutrida gale- cios con puertas que se abrían...».
mente no tiene igual. Lo hacía apa- ría de personajes de pantomima que Naturalmente, los niños no eran
rentemente sin pretensión alguna, con pueblan la filigrana de sus recortables sólo una excusa para Andersen. Aun-
la excusa de complacer a los niños de de papel, los hay tan singulares como que la imagen que se pueda tener del
las muchas casas donde era invitado la figura del ahorcado con un cora- autor de los cuentos como personaje
asiduo, pero ponía en juego al hacer- zón en la mano, que se repite una y bondadoso, rodeado de pequeños que
lo toda su creatividad, de forma que otra vez y que no es sino la imagen escuchan embobados su lectura, no
resultaban verdaderas maravillas. de Amor, que recibe su castigo como corresponda del todo a la realidad
Tenía algunos motivos que gustaba ladrón de corazones. —entre otras cosas porque sus cuen-

61
CLIJ44
HANS CHRISTIAN ANDERSEN

tos no están destinados sólo a los ni- Así aprovechaba, por ejemplo, componía toda clase de historias, in-
ños—, lo cierto es que el escritor sin- cualquier ocasión para regalar a hijos tercalando entre tan variopinto mate-
tió siempre que los niños le entendían de amigos libros originalísimos que él rial siluetas y dibujos suyos allí don-
mejor y que sabían apreciar también mismo fabricaba aprovechando todo de era necesario para dar un sentido
estas otras expresiones artísticas suyas lo que pasaba por sus manos: recor- al conjunto. Una serie de estos cua-
que los mayores consideraban puro tes de periódico, fotografías, estam- dernos, dedicada a la niña Agnete
juego. pas, programas de teatro, con los que Lind, la titula Andersen Libro de es-
tampas del padrino. En la dedicato-
ria se leen estas líneas, que nos hablan
de las muchas aficiones del autor: «El
padrino sabía contar historias, mu-
chas y muy largas, sabía recortar fi-
guras y hacer dibujos, y por Navidad
sacaba un cuaderno de hojas blancas
y pegaba estampas de libros y perió-
dicos, y si no bastaban para la histo-
ria que quería contar, las dibujaba
él».
Los dibujos fueron efectivamente
otra de las cosas que empezó a hacer
jugando con los niños. Entre los ob-
jetos robados del museo de Odense se
encuentran dos cuadernos de dibujos,
en su mayoría a lápiz, hechos por el
autor para Otto Zink, un niño de seis
años, el pequeño de la casa donde An-
dersen estuvo yendo a comer todos los
jueves durante los años 1830-1833.
El escritor estaba invitado varias ve-
ces a la semana en casa de diferentes
personalidades de la burguesía de Co-
penhage, que en parte se compadecían
de su soledad y en parte encontraban
interesante la compañía de Andersen.
Éste se sentía tremendamente halaga-
do por su trato con tan distinguidas
familias, pero los enormes complejos
sociales que arrastró toda su vida ha-
cían que experimentara al mismo
tiempo cierta incomodidad en esas
ocasiones. Buscaba entonces refugio
en los niños de la casa, entretenién-
dolos y obsequiándolos como mues-
tra de agradecimiento a sus padres.
Así fueron surgiendo también estos
dibujos para el pequeño Otto, que se-
guramente servirían para ilustrar his-
torias que el escritor le contaba. Los
dibujos son una expresión muy inte-
resante del mundo interior de éste. Al-
gunos parecen viajes a través de las
fantasías que luego poblarían sus
WILLIAM HEATH ROBINSON, FAIRY TALES FROM HANS ANDERSEN, LONDRES: PAVILION. 1992. cuentos: flores con cabeza humana,

62
CLIJ44
brujas que se dirigen al aquelarre, se- Este dibujito
hecho a pluma
res prodigiosos que parecen sacados de una capilla
de un cuadro de El Bosco. Otros pue- bañada de sol
den interpretarse como expresión de en un bosque,
la soledad del artista creador ante la muestra el genio
pictórico de
angustia que le produce ese torrente Andersen. El
de imaginación que lleva dentro, des- motivo lo pudo
bordándose en todas direcciones y sin haber sacado de
hallar forma definitiva en qué em- Suiza, el sur de
Alemania o de
plearse. Austria.
Ése debía ser precisamente el esta-
do de ánimo del escritor por aquellos
años. Su vocación ya entonces la te-
nía clara, pero lo que escribía no aca-
baba de ser satisfactorio. Se le acha-
caba sobre todo un subjetivismo y
sentimentalismo excesivos, una inca-
pacidad de salir de las nebulosas de
su propio mundo interior y dar for-
ma a una creación objetiva.

Viaje a Italia

Por eso fue definitivo para la vida


y la obra entera de Andersen el viaje
de estudios que hizo a Italia en 1833.
NFORMACIONES DANESAS, COPENHAGUE: MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, 1975
La inspiración que de allí sacó le hizo
encontrar la forma definitiva de su
arte, y la prueba es que un año des- Todo le conmueve, desde la arqui- bujos, de un trazo asombrosamente
pués de su regreso a Dinamarca pu- tectura clásica hasta la humilde car- seguro y vivo para un aficionado,
blicaba su primera colección de cuen- nicería de enfrente de su casa, donde como se define a sí mismo. En cierto
tos. Los curioso es que esa inspiración tocinos y longanizas sirven de marco sentido están adelantados con rela-
le llega al escritor a través de la gran a una imagen de la Virgen María; des- ción a su época, donde la única pin-
cantidad de dibujos que hace duran- de esos pinos que parecen «paraguas tura de la naturaleza que se concibe
te todo el viaje. abiertos» y esos cipreses que semejan es su expresión idealizada. Por eso se
En Italia, Hans Christian Andersen «paraguas cerrados», hasta la gran- dice que más bien habría que buscar-
descubre la realidad con ojos de pin- diosidad del Vesubio en la Italia más le un parecido con Van Gogh, sólo
tor y se abre al mundo exterior. Su meridional que, como más abigarra- que éste produce su obra medio siglo
círculo de amistades en Roma no es da, es también la que más le gusta. después.
tampoco de escritores, como podría En su novela El improvisador, que Tras el viaje a Italia decae el inte-
esperarse, sino de pintores y esculto- es un producto de este viaje a Italia, rés de Andersen por el dibujo. La ex-
res, con los que se siente mucho más Andersen presenta a un pintor danés plicación podría verse en que, a tra-
cómodo y los que parecen entenderle que expresa el impacto que la realidad vés de este arte, el escritor había
mucho mejor. italiana produce en el autor mismo: encontrado por fin la tarea para la que
La luz y los colores de los paisajes «No lo vas a creer, pero en mi mundo estaba destinado: desentrañar la ma-
italianos, junto a las joyas artísticas nórdico, donde las calles están tan gia oculta en la realidad sencilla y co-
del país, abren sus ojos y le enseñan limpias y tan bien trazadas, he senti- tidiana, narrándola en sus cuentos. •
a observar la realidad. Desde el pri- do muchas veces nostalgia de la su-
mer momento, Andersen encuentra ciedad y el desorden de una ciudad
aquel mundo «pintoresco», en el sen- italiana; es algo tan expresivo, justo
tido de lo que merece ser pintado, y lo que necesita un pintor».
* Pilar Lorenzo ss profesora de la Universidad
ve en él plasmada la fantasía que an- Éstas son las expresiones que el es- de Copenhague y traductora de Hans Christian
tes sólo hallaba en su propio interior. critor ha tratado de captar en sus di- Andersen.

63
CLIJ44
HANS CHRIST1AN ANDERSEN

Andersen en España
Selección bibliográfica

El jabalí de Bronce, Madrid: Susae- Andersen: Contes I y II, Barcelona:


ta, 1970. Publicacions de PAbadia de Mont-
Cuentos de Andersen, Madrid: Susae- serrat, 1987.
ta, 1974. O soldadiño de chumbo, Vigo: Gala-
Cuentos de Andersen, Barcelona: No- xia, 1988. (Edición en gallego.)
guer, 1977. La colina de los Elfos, Barcelona: Ju-
La pequeña sirena, Barcelona: Timun ventud, 1988.
Mas, 1979. Andersen. Cuentos, Barcelona: Plaza
O abeto, Vigo: Xerais, 1984. (Edición Joven, 1988.
en gallego.) Viaje por España, Madrid: Alianza
ízala, Madrid: Anaya, 1984. (Edición Editorial, 1988.
en vasco.) El mechero, Madrid: Altea, 1989.
Andersen: cuentos escogidos, Palma ANDERSEN. La bruja pelona, Barcelona: Toray,
de Mallorca: J.J. Olañeta, 1985. 1989.
Ditona, Barcelona: La Galera, 1985. tián: Elkar, 1986. (Edición en La campana, Barcelona: Toray, 1989.
(Edición en catalán.) vasco.) Cuentos completos I, IIy III, Madrid:
La Sombra y otros cuentos, Madrid: El cuento de mi vida I y II, Madrid: Anaya, 1989.
Alianza Editorial, 1986. Ediciones de la Torre, 1987. Ahatetxo itsusia, Gijón: Júcar, 1989.
La princesa y el guisante, Barcelona: Cuentos de hadas para niños I y II, (Edición en vasco.)
Lumen, 1986. Madrid: Gaviota, 1987. El porquero!, Barcelona: Destino,
Berunezko soldadutxoa, San Sebas- Cuentos escogidos de Andersen, Ma- 1989. (Edición en catalán.)
drid: Mondadori, 1987. El vestit nou de ¡'emperador, Barce-
O Ricote da carapucho, Santiago de lona: Barcanova, 1989. (Edición en
Compostela: Sotelo Blanco, 1987. catalán.)
(Edición en gallego.)
La donzelleta de la mar, Barcelona:
Hymsa, 1987. (Edición en catalán.)
Paradisuko baratzea, San Sebastián:
Erein, 1987. (Edición en vasco.)
Las flores de la pequeña Ida, Barce-
lona: Beascoa, 1987.
Es la pura verdad, Barcelona: Labor,
1987.
El Cerro de los enanitos, Madrid:
Alonso, 1987.
El coriu feu, Gijón: Júcar, 1987.
Los cisnes salvajes, León: Everest,
1987.
Los cuentos de Andersen, Barcelona:
ANDERSEN. Crítica, 1987. ANDERSEN

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CLIJ44
Rosemary Wells
Buenas noches, Lucas
Buenas noches, fe v i v a n ^nxiO'•••

Lucas
Rosemary Wells.
Ilustraciones de la autora.
Traducción de Vivian Samudio.
Colección Austral Infantil.
Editorial Espasa-Calpe.
Madrid, 1992.
450 ptas.

Una noche el pequeño Lucas no


puede conciliar el sueño. Oye sonar
el teléfono y al descolgarlo se da de
bruces con su abuela, que sorpren-
dentemente surge del interior del
aparato. Juntos pasarán un rato
muy agradable, a pesar de la hora. toria de amistad, ilustrada por ella
Lo malo es que nadie cree lo que el misma, entre un niño y su abuela
niño dice y, para colmo, el teléfono —por lo visto este tipo de relacio-
acaba por romperse. nes son más enriquecedoras que las
La autora de Carlos el tímido habituales entre padres e hijos—,
ofrece al lector una entretenida his- que se lee con comodidad y agrado.
La pilota
Fina Masgrau.
Ilustraciones de Lourdes Bellver.
Colección Xino-Xano, 6. Los ratoncitos
Editorial Tándem.
Valencia, 1992. golosos
265 ptas.
Edición en catalán. Andy Langley.
Ilustraciones de John Collins.
Xino-Xano es el título de la nueva Traducción de C. Peraire del Molino.
colección de libritos infantiles que Editorial Molino.
acaba de lanzar al mercado la edito- Barcelona, 1992.
rial valenciana Tándem. Se trata de 650 ptas.
una colección dirigida a prelectores.
De ahí que los textos, muy sencillos Libro destinado a prelectores, cuya
y cómodos de leer, se presenten con finalidad no es otra que la de ayudar-
letra manuscrita, acompañados de los a distinguir los diferentes tipos de
claras, sencillas y sugerentes ilustra- alimentos. Para ello, se narra una pe-
ciones, tanto en blanco y negro como queña historia protagonizada por cin-
en color, que facilitan la comprensión co ratones golosos a más no poder.
del contenido al tiempo que lo enri- Página a página el niño descubrirá
quecen. cuáles son los alimentos preferidos de
El tándem Fina Masgrau-Lourdes los ratones.
Bellver vuelve a mostrarse eficaz a la Presentado en cartón plastificado se incluyen ventanas, de tal forma que
hora de crear obras para los que co- duro, a prueba de todo, el volumen ios elementos que van apareciendo co-
mienzan a leer. muestra un atractivo diseño en el que bran una nueva dimensión.

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CLIJ44
LIBROS/NOVEDADES

DE ó A 8 AÑOS El lobito bueno


José Agustín Goytisolo.
Ilustraciones de Juan Ballesta.
Así es Sally Ann Colección Tren azul, 5.
Editorial Edebé.
Terrance Dicks. Barcelona, 1992.
Ilustraciones de Carme Solé Vendrell. 530 ptas.
Traducción de Vimala Devi.
Colección Tucán, 12. Ocho años median entre El lobi-
Editorial Edebé. to bueno editado por Laia, y el que
Barcelona, 1992. ahora presenta Edebé. El texto de
690 ptas. José Agustín Goytisolo no ha per-
dido, por supuesto, ni un ápice de
Sally Ann es una muñeca de trapo la mordacidad y ternura de la pri-
que por esas cosas de la vida va a dar mera edición. Las excelentes ilustra-
con su cuerpo al armario de una es- ciones de Juan Ballesta, tampoco.
cuela, donde tendrá por compañeros Por ello, es de aplaudir la recupe-
a un buen montón de muñecos y de- ración de este libro infantil —en la
más juguetes. El problema que planea misma colección aparecen también
sobre todos ellos es el inminente cie- El príncipe malo, El pirata honrado
rre de la escuela. y La bruja hermosa—, uno de los indicado para lectores, ya sean pe-
En la literatura infantil todo es po- más emblemáticos del escritor bar- queños o mayores, dispuestos a con-
sible, lo cual constituye un alto ries- celonés. templar el mundo al revés, sin pre-
go literario para el autor, ya que a ve- En suma, un libro especialmente juicio alguno.
ces esta licencia puede llegar a
confundirse con el todo vale. Si esto
sucede, la obra pierde interés. No es
este el caso, afortunadamente, del pre-
sente librito de Terrance Dicks. En él, El drac Basili
el mundo de los objetos cobra vida
con entera naturalidad, aunque, eso PonQ Pons.
EL DRAC BASILI
sí, guardando un mínimo de puntos Ilustraciones de Aina Bonner. Dtbuix.» JAÍn:. II»;

que son los que a la postre hacen que Colección Titelles, 8. ••••~.\

la historia sea creíble. Editorial Molí.


Mallorca, 1992.
375 ptas.
Edición en catalán. ¿X
w
Llorenc e Ignasi son dos hermanos. im¿
ASI'ES SALLY ANN Un día que estaba nevando se topan
al volver de la escuela, en pleno bos-
que, con un enorme dragón que echa
fuego por la boca. Los dos niños al lograrán domesticar al pobre bicho
verle echan a correr como unos des- que, cosas de la vida, será a partir de
cosidos, pero, en un momento de des- entonces un bobalicón más de esos a
cuido, Llorenc, haciendo gala de una los que llaman animales de compañía.
fina puntería, logra introducir un par Bien planteado, aunque no tan bien
de bolas de nieve en la boca del dra- resuelto, el presente librito, muy en el
gón, quien verá cómo su fuego se apa- gusto de lo que se lleva, se lee, eso sí,
ga lentamente. Al final, los dos crios con facilidad y soltura.
Volando por
las palabras
Antonio García Teijeiro.
Ilustraciones de Arcadio Lobato.
Colección Ala Delta, 141.
Editorial «Edelvives.
Barcelona, 1992.
475 ptas.
La abuelita
aventurera Volando por las palabras es el últi-
mo trabajo poético de Antonio Gar-
cía Teijeiro, uno de los pocos escrito-
Ana María Machado.
res que desde el rincón gallego
Ilustraciones de Pablo Núñez.
mantiene encendida en nuestro país la
Traducción de Manuel Barbadillo.
antorcha de la poesía infantil. nado de poemas en los que el autor
Colección El Barco de Vapor, 224.
Tres de los poemas recogidos en este pone de manifiesto un buen sentido
Serle B, 45.
libro («El reloj daba las siete», «Yo del ritmo poético y una enorme capa-
Ediciones SM.
quiero reír» y «Mi árbol tenía») ha- cidad para poetizar diferentes elemen-
Madrid, 1992.
bían aparecido previamente en CLIJ tos, algunos propios del mundo infan-
495 ptas.
n° 25, en la sección «Tinta Fresca», til, otros de la naturaleza.
dedicada en aquella ocasión al escri- El libro, de hermosa factura, se en-
Una anciana que vive en lo alto de tor gallego. riquece con las finas ilustraciones de
unas montañas desea viajar por todo Se trata, en suma, de un buen pu- Arcadio Lobato.
el mundo. Como no posee mucho di-
nero para costearse los pasajes de
avión, decide fabricar un globo case-
ro y lanzarse a la aventura, por cier-
to, acompañada de todos los anima- Tragoncete, peligro
les —una vaca, un gato, un ratón, un
perro y hasta una mosca— que son público
amigos suyos.
Ana María Machado es, sin duda Jacqueline Held.
alguna, una de las escritoras para ni- Ilustraciones de Rosy.
ños más reputadas de Brasil. Con una Traducción de Joélle Eyheramonno.
cincuentena larga de títulos en el mer- Colección Renacuajos.
cado, algunos de ellos traducidos al Editorial Anaya.
español, e importantes galardones en Madrid, 1992.
su haber, puede ser considerada como 525 ptas.
una autora ya consolidada.
El volumen que El Barco de Vapor Regresa el lobo Tragonéete con nue-
ofrece en su serie blanca destinada a vas aventuras. En esta ocasión, no se
primeros lectores, por cierto, esplén- le ocurre más que participar en un
didamente ilustrado por Pablo Núñez, concurso automovilístico en el que si
recoge una divertida historia protago- gana puede llevarse un estupendo co- Breve, aunque suculenta historia,
nizada por un personaje recurrente en che descapotable. Sólo tiene un pro- narrada con un lenguaje próximo al
cierta literatura infantil, el de la abue- blema, bueno, varios, pero el más gor- mundo de los niños, destinada a lec-
la extravagante. do es que no sabe conducir, por lo que tores no demasiado avezados. La rima
Libro entretenido, bien escrito y se pone manos a la obra y acude a la interna del texto y la correcta dispo-
mejor ilustrado, muy adecuado para autoescuela Triquiñuela para sacar el sición de éste y de las ilustraciones,
los pequeños que se inician en el mun- carné. Lo logrará, y también el coche, hacen del presente un libro muy reco-
do de la lectura en solitario. pues queda el primero en el concurso. mendable.

67
CLIJ44
LIBROS/NOVEDADES

!
u

DE 8 A 10 AÑOS El misterio de
los eucaliptos
Contes per a un Paul Cox.
Ilustraciones del autor.
món millor Traducción de J.G. López Guix.
Caligrafía de M. Dolores Alcalá.
Enric Larreula. Colección Álbumes, 1.
Ilustraciones del autor. Serie Las Aventuras de Archibaldo el 1&2 rfrvMeAJuo de.
Colección El Petit Esparver, 41. koala en la isla de Rastepap.
Editorial J.J. de Oiañeta.
£&> 4uca£¿p£o4
Editorial La Magrana.
Barcelona, 1992. Palma de Mallorca, 1992.
600 ptas. 2.000 ptas.
Edición en catalán. tico personaje, Archibaldo, detecti-
El editor mallorquín J.J. de Ola- ve de profesión, esta primera entre-
Siete son los cuentos que componen neta añade a su ya amplio abanico ga narra las peripecias del susodicho
el presente volumen. Ambientados en literario una nueva colección de ál- personaje allá por la isla de Raste-
lugares tan dispares entre sí como bumes ilustrados destinados al pú- pap, en medio del Pacífico.
Norteamérica o el continente africa- blico infantil y juvenil. La colección Dos álbumes más, El enigma de
no —el titulado París-Dakar se sitúa Álbumes arranca con un primer vo- la isla flotante y El caso del libro con
en pleno rally automovilístico—, to- lumen, muy atractivo, por cierto, del manchas, están en preparación. En
dos ellos guardan una cierta simetría escritor e ilustrador francés Paul su momento daremos cuenta de
formal y un mismo trasfondo ideoló- Cox. Protagonizada por un simpa- ellos.
gico que ocupan valores como la
amistad, la solidaridad y la justicia.
El autor pone el acento en la denun-
cia de algunas de las lacras de nues-
tro siglo, como son la explotación y
Los cuentos de
el colonialismo. Nana Bunilda 2 ° NANA °'
Enric Larreula obtuvo el pasado
año el Premio Lola Anglada con esta Avelino Hernández, Fernando Lalana BUNILDA i
interesante colección de cuentos que y Joles Senell. )?
incluye ilustraciones realizadas por el Ilustraciones de Mercé Aránega, Manuel
propio autor. Boix y Javier Serrano.
Colección Los Cuentos de Nana
« *
d|&
i L IT. 111 E5FARVEK
Bunilda, 2.
- '- JjM mi '""™ >
• ; . : -!-

I 'i£5&¿¿^'¿&¿&&F r

Editorial Toray-RTVE.
Barcelona, 1992.
875 ptas.
I %• Segunda entrega de Los cuentos de
rtvE H9 H i :

áf^BPP Nana Bunilda, ese entrañable perso-


naje creado por el tándem Company-
Asensio y hecho famoso a partir de
de Joles Senell. Las ilustraciones co-
rresponden a Mercé Aránega, Manuel
5¿ /"• • V * * B ¿ .
la serie televisiva que tanto éxito Boix y Javier Serrano, respectiva-
alcanzó. mente.
CONTES PER A UN En esta ocasión los cuentos inclui- Tres cuentos de estilos diferentes,
MÓN MILLOR dos son: No te duermas, mi pastor, de muy recomendables para pasar un
Avelino Hernández; La planta, de Fer- buen rato. Se ha de subrayar la boni-
nando Lalana, y El diente de Clara, ta edición de la obra.

BDK30KS HE LA MAORAHA . 68
CLIJ44
LWfBiCCwOR

Maria Dolors Alibés


La lluna vol un fill

La lluna vol un fill


María Dolors Alibés.
Ilustraciones de Lluís Fuella.
Colección El Vaixell de Vapor, 156.
Serie BV, 40.
Editorial Cruílla.
Barcelona, 1992.
615 ptas.
Edición en catalán.

A la luna, desde siempre, desde


toda la vida, le habría gustado tener
un buen puñado de hijos e hijas, al editorial 5Sn.ii lia
menos eso es lo que la escritora cata-
lana Maria Dolors Alibés afirma en paralada, la autora sabe tejer unas
este su último libro publicado en tramas que, si bien, en algunos casos,
Cruilla. Lo que sucede es que una no van más allá del planteamiento ini-
Trocólo, el duende cosa son los deseos y otra bien distinta
las realidades.
cial, seducen por el humor que des-
pliegan.
de la imprenta Si algo caracteriza a los relatos de
Alibés es su excelente planteamiento.
En La lluna vol un fill nos hallamos
ante un librito muy divertido y esti-
Juan Miguel Sánchez Vigil. A partir de una idea central o de una mulante, surgido a partir de una muy
Ilustraciones de Kano. situación, por lo general, bastante dis- buena idea.
Colección Ala Delta, 137.
Editorial Edelvives.
Zaragoza, 1991.
540 ptas. Tengo mucho cuento
Los duendes son, a menudo, culpa- José González Torices.
dos de cuantas erratas se cometen en Ilustraciones de Ma Jesús Leza.
las imprentas. Sobre ellos recae el peso Colección Altamar, 52.
de la duda. Sin embargo, la bella his- Editorial Bruño.
toria que el fotógrafo, ensayista y es- Madrid, 1992.
critor Juan Miguel Sánchez Vigil re- 660 ptas.
lata en este libro viene a desmentirlo.
En él evoca la azarosa vida de Pao- Lo serio, ya se sabe, no es contra-
lo Trocólo Horus, famoso duende de rio de lo divertido sino de lo aburri-
imprenta nacido en la ciudad italiana do. Eso es lo que se desprende de la
de Milán en el año 1891, pero instala- lectura de algunos de los catorce re-
do más tarde en nuestro país. latos breves incluidos en el presente
A partir de las peripecias y trave- volumen.
suras del duende, el autor saca a relu- Narrados en clave de humor, todos
cir sus vastos conocimientos sobre el ellos consiguen atrapar al lector de
mundo de la impresión gráfica, aun- principio a fin. Las disparatadas si-
que, eso sí, de forma amena y muy en- tuaciones que el autor plantea y el pe-
tretenida. culiar registro lingüístico utilizado,
Narrado con soltura y oficio, el li- contribuyen a acentuar el interés del
bro auna humor, acción y unas pin- niño por el libro. lumen que cumple a la perfección con
celadas de erudición. Todo ello lo Personajes de lo más variopinto y la finalidad de la colección en la que
convierten en una lectura harto reco- lugares con nombres tan curiosos va incluido, que no es otra que la de
mendable. como hilarantes se suceden en un vo- provocar una sonrisa en el lector.

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CLIJ44
LIBROS/NOVEDADES

DE 10 A 12 AÑOS Un Monstruo
en el Armario
Carmen Vázquez-Vigo.
Ilustraciones de Gustavo Otero.
(íttstmcidns • l i n o i'Vrnánder Colección El Barco de Vapor.
Serie Oro, 3.
Dúas bágoas Ediciones SM.
Madrid, 1992.
por Máquina 945 ptas.

Filia Casalderrey
Editado por vez primera en febre-
ro del pasado año, el presente volu-
men está gozando de una vida pú- la cuarta edición ya— en la cuidada
blica, cuando menos, ajetreada, a Serie Oro de la colección El Barco
pesar de lo breve de su existencia. de Vapor.
Hace unos meses, su autora, Car- Se trata de un buen libro, narra-
men Vázquez-Vigo, fue galardona- do con justeza y sensibilidad, en el
da con el Premio Nacional de Lite- que se evoca esa curiosa chispa emo-
ratura Infantil por él, y SM poco tiva que salta con frecuencia en la re-
después lo reeditó —el libro va por lación entre los niños y sus abuelos.

Dúas bágoas
por Máquina
Los nonovios
Fina Casalderrey.
Ilustraciones de Lino Fernández. de Olivia
Colección Merlín. LOS Braulio Damero.
Editorial Xerais.
Vigo, 1992.
NONOVIOS j/? Ilustraciones de AVI.
750 ptas. DE OLIVIA m Colección Catamarán, 36.
•^t\ Editorial SM.
Edición en gallego.
Madrid, 1992.
390 ptas.
Máquina es el nombre de un perro.
Le llaman así porque siempre está en
movimiento de aquí para allá. Duran- Olivia es muy guapa. Tiene once
te unos días Máquina se ausenta de años, aunque aparenta algunos más,
casa. Todos están preocupados, espe- y es una ligona. Todos los chicos de
Braulio Harnero
cialmente la pequeña Xusta. la clase están coladitos por ella. Lo
Lugar común en la literatura infan- malo es que Olivia no quiere novios
til es la relación amistosa entre niños por el momento, sólo amigos, o me-
y animales. El presente volumen sigue jor aún, «nonovios».
las coordenadas habituales que impo- Desenfadado relato que tiene como
ne dicho tipo de relatos. Narrado con telón de fondo las simpáticas relacio-
ternura y sensibilidad, el libro, en el nes entre niños y niñas. Narrado con
que las ilustraciones no están a la al- desenvoltura y mucho desparpajo, so-
tura de las circunstancias, le valió a bresalen los diferentes personajes que
su autora el Premio Merlín de Litera- recorren unas páginas, sin duda, muy
tura Infantil 1991. estimulantes y divertidas.
^f
ENEIDA VIRGILI
Aiaptsüó ¡le Migad ocít
¡! lusrrjücns tJc ,'jumc M.inal

tOS ÉRLñíTES
DEM « i
Eneida
Gianni Rodari Virgilio.
GIP Adaptación de Miquel Dole.
Ilustraciones de Jaume Marzal.
EN EL TELEVISOR Colección El fanal de Proa, 21.
Editorial Proa.
Barcelona, 1992.
Eilitvms /Vai
1.450 ptas.
Edición en catalán.
caminado a ensalzar las virtudes ro-
La última de las adaptaciones in- manas, especialmente encarnadas en
cluida en la colección El fanal de Proa la personalidad de Eneas, arquetipo
es el clásico de Virgilio La Eneida, de moralidad y valentía.
poema épico que evoca los albores del Una oportunidad inmejorable para
pueblo de Roma, al que hace descen- el público infantil de acercarse a uno
der directamente de los dioses y hé- de los clásicos de la literatura univer-
roes homéricos Venus y Eneas. La sal. Como es habitual en El fanal de
obra rezuma un profundo sentimien- Proa, la presentación es pulcra y es-
to tanto patriótico como religioso, en- merada.

Gip en el televisor Yo vi al yeti


Gianni Rodari. César Pérez de Tudela.
Ilustraciones de Rita Culla. Ilustraciones de José Luis Tellería.
Traducción de Angelina Gatell. Colección Ala Delta, 142.
Colección Los Grumetes de la Editorial Edelvives.
Galera, 155. Zaragoza, 1992.
Editorial La Galera. 575 ptas.
Barcelona, 1992.
750 ptas. César Pérez de Tudela se convirtió
hace unos años en el alpinista más cé-
Son tres las partes que componen lebre de este país. Sus idas y venidas
el presente volumen. La primera de por algunas de las montañas más em-
ellas la ocupa Gip en el televisor, el pinadas y altas del planeta le auparon
relato que da título al libro. Escrito en a ese pedestal privilegiado desde el
1962, es una muestra inmejorable del que saludan los aventureros.
imaginativo y fantasioso mundo lite- La colección de relatos que, con el
rario de Gianni Rodari. sugestivo título de Yo vi al yeti, apa-
El volumen se completa con Otras rece ahora en la serie verde de la co-
historias en órbita, nueve cuentos en lección Ala Delta, recrea, combinan-
total de hermosa factura todos ellos, do a partes iguales ficción y realidad,
y con dos breves relatos protagoniza- historias y leyendas de los muchos lu-
dos por dos ladrones divertidísimos, gares en los que el propio autor ha vi-
Motti y Pachetto. vido hermosas aventuras.
En suma, un libro excelente que le En suma, un libro de lectura refres-
proporcionará al lector unos momen- cante, en el que el autor hace gala de
tos de grata lectura. Como puede ver- unas dotes de narrador nada desde-
se el genio rodariano sigue vivo. ñables.

71
CLIJ44
LIBROS/NOVEDADES
LA ANTORCHA
JILL PATÓN WALSH

DE 12 A 14 AÑOS La antorcha
Jill Patón Walsh.
Ilustraciones de Juan Carlos Eguillór.
Traducción de Javier Lacruz.
Colección Las Tres Edades, 15.
Editorial Siruela.
Madrid, 1992.
2.500 ptas.

Cal y Dio están a punto de con- riada con suma pasión y vigor, en
traer matrimonio, tal como rigen las la que merece especial elogio la at-
ancestrales leyes de su aldea. Ése mósfera simbólica y mítica construi-
será el primer paso tan sólo de una da por la autora.
fascinante aventura, que llevará a Las ilustraciones del libro perte-
Dio, protector del más precioso te- necen a Juan Carlos Eguillór, uno
soro de su pueblo, y al resto de sus de nuestros ilustradores más dados
amigos a vivir un viaje que les reve- a la experimentación y que mejores
lará los secretos del pasado, del pre- resultados ha obtenido, como que-
sente y del futuro también. da de manifiesto en las cuidadas pá-
Excelente novela de iniciación, na- ginas de La antorcha.

Lirios de agua para


Bandido
una diosa
Juan Farias.
Ilustraciones de Violeta Monreal. Juana Aurora Mayoral.
Colección A toda máquina, 30. Ilustraciones de Alicia Cañas Cortázar.
Editorial Susaeta. Colección Altamar, 53.
Madrid, 1992. Editorial Bruño.
445 ptas. Barcelona, 1992.
660 ptas.
Mucha hambre y mucha miseria se
reúnen en estas bellas páginas salidas En este año del 92 plagado de con-
del probado ingenio de Juan Farias. memoraciones muchos son los auto-
Tan sólo el amor y el cariño a rauda- res que han vuelto la vista atrás, unos
les que aquéllas destilan compensan con más o menos ira que otros, en
las penurias de los protagonistas, un busca de un pasado no por lejano ol-
ladrón, en el fondo más bueno que el vidado. Fruto de ello ha sido la proli-
pan, su esposa y el hijo de ambos. feración de títulos acerca del Descu-
Ambientada en la mágica Galicia brimiento de América y sobre las
de la edad medieval, la novela, corta culturas precolombinas.
pero intensa, ofrece un fresco en el A este último grupo pertenece el
que valores como la libertad y la soli- presente libro de Juana Aurora Ma-
daridad recorren las almas de los pro- yoral. Bajo la forma de un relato de
tagonistas. misterio, se nos presenta la vida y las En suma, una rigurosa novela his-
Ilustrado por Violeta Monreal, el li- costumbres de una de las civilizacio- tórica, entretenida y útil para com-
bro garantiza unos gratos momentos nes más potentes y refinadas de la prender más y mejor tanto el ayer
al lector y, además, se lee de un tirón. América indígena. como el hoy.

72
CLIJ44
mmmmMmmmmmaaamámm
José Luis Olaizola
El hijo del quincallero

MÁS DE 14 AÑOS
W BARCANOVA

que, mirando al futuro, huyen de la


El dia deis mutants maldad de la Tierra.
Antoni Ribera, pionero en nuestro
Antoni Ribera. país de la investigación ufológica, es
Colección El fil d'Ariadna, 12. también uno de los primeros escrito-
Barcelona, 1992. res en cultivar el género de la ficción
850 pías. científica. El libro que ahora reseña-
Edición en catalán. mos ofrece al lector la posibilidad de
desconectar por unas horas del mun-
Estamos en el período de transición do de la lógica racional para entrar en
El hijo del que se inicia en el primer cuarto del
siglo xxi y concluye hacia la mitad.
una dimensión regida por otros pará-
metros: seres diferentes, valores nue-
quincallero El homo sapiens se halla al borde de
la extinción y una nueva era, más per-
vos, concepción del tiempo y del es-
pacio distinta. Los amantes del género
José Luis Olaizola. fecta, desarrollada y sabia, se vislum- disfrutarán con esta sugerente y atrac-
Colección El Barco de Vapor, 227. bra en el horizonte. Sin embargo, la tiva novela, cuyo único «pero» sea,
Serie R, 66. vieja especie humana aún hará de las quizás, algún que otro pasaje un tan-
Ediciones SM. suyas. Marte será el refugio para los to hinchado.
Madrid, 1992.
650 ptas.

Corre el año 1516. En Daimiel se ha


asentado por unos días una familia de Los Dioses Tutelares
quincalleros. Mientras los padres se
dedican a arreglar toda suerte de ca- de los Wankas
charros de hierro y cobre, el hijo ma-
yor, Martín, aprende el oficio de pas- Carlos Villanes Cairo.
tor que le enseña el señor Cándido Ilustraciones de Jano V.
Martínez. Por entonces, se acerca a la Colección Libros de los Malos
villa la cuadrilla de la Santa Herman- Tiempos, 40.
dad, milicia popular creada por los Editorial Miraguano.
Reyes Católicos para limpiar los ca- Madrid, 1992.
minos de bandoleros y salteadores, di- 1.400 ptas.
cen ellos. La intolerancia organizada
contra la diferencia se pone en mar- Interesante recopilación de leyendas
cha. Ante esta amenaza, los quinca- pertenecientes al acervo de la tradi-
lleros ponen pies en polvorosa, pero ción oral de los wankas, pueblo andi-
dejan a Martín, por quien el señor no del Perú. Dicha etnia cobró rele-
Cándido ha pagado una buena canti- vancia y esplendor hacia mediados del
dad de dinero. A partir de ese mo- siglo xv. Por entonces, los incas ini-
mento, la vida del joven sufre un cam- cian una larga y cruenta guerra de
bio radical. conquista que no daría fruto alguno.
José Luis Olaizola apela sin rodeos Con la llegada de los españoles, los
a la respuesta solidaria del lector ha- wankas se les unirán para luchar con-
cia el protagonista de la novela, Mar- tra sus enemigos hasta vencerlos. páginas los principales mitos, leyen-
tín, y obtiene lo que busca gracias a El autor del libro, escritor y antro- das, ritos y costumbres de este pueblo,
un notable ejercicio que une a partes pólogo peruano nacido en territorio tomados todos ellos por él mismo di-
iguales emoción, aventura y acción. I wanka, nos ofrece en unas hermosas rectamente de relatos orales.

73
CLIJ44
LIBROS/NOVEDADES

••:':'y^!-yrn

El disfraz
Ulf Stark

El disfraz
Ulf Stark
Traducción de Jesús Pardo de
Santayana.
Colección Alfaguara Juvenil, 457.
Editorial Alfaguara.
Madrid, 1992.
i1
800 ptas.

Narrada en primera persona, lo te


que le confiere un indudable carác- vista infantil, la tensión creada en-
ter intimista, la novela echa a andar tre una madre muy, pero que muy
el mismo día del cumpleaños de la
protagonista, una niña de doce años
loca, y una niña que intenta, en este
caso, poner un poco de orden en
El mandarí
que ha de soportar cuantas locuras casa y en su vida. José María Eca de Queirós.
se le pasan a su madre por la cabe- Lectura cómoda, que aparte de Traducción de Jordi Moners.
za, por ejemplo, mudarse de casa en entretener hace reflexionar al lector. Colección El Grill, 20.
un día tan señalado como ese. La prosa contundente de Ulf Stark, Editorial Tres i Quatre.
Fruto de la literatura realista nór- basada en frases medidas y punzan- Valencia, 1992.
dica, el libro retrata, no sin cierta tes, logra dar con el registro acorde 800 ptas.
crudeza y siempre desde el punto de con la historia que cuenta. Edición en catalán.

Emparentado estéticamente por la


crítica con Vicente Blasco Ibañez,
José María Eca de Queirós (1845-1900)
La frontera invisible es considerado hoy como uno de los
escritores portugueses más sobresa-
Joan Manuel Gisbert. lientes del pasado siglo. Diplomático
Colección Gran Angular, 119. de profesión, pasó casi toda su vida
Editorial SM. fuera de su país, y fue tan sólo en su
Madrid, 1992. madurez cuando exhibió sus dotes
725 ptas. como creador literario.
La obra que Tres i Quatre ofrece al
El Centro Teosófico de París reci- lector, en traducción de Jordi Moners,
be una confidencia. Al parecer, la po- huye, sin embargo, de las coordena-
licía está utilizando a una persona do- das naturalistas que tanta influencia
tada con poderes paranormales para obraron en él tras la lectura de Zola.
resolver los más oscuros casos de ase- Se trata más bien de un relato fanta-
sinato. Movidos por su afán investi- sista y fantástico, como el propio Eca
gador, los teósofos tratan de conectar de Queirós afirma en la carta intro-
con el vidente, pero ello no será nada ductoria que sirve de pórtico al libro.
fácil. En él se narra la apasionante his-
Los libros de Joan Manuel Gisbert toria de un gris oficinista lisboeta que,
podrán estar mejor o peor resueltos, tras asesinar por mandato del diablo
pero, al menos, al lector le cabe la se- lonés, quien, finalmente, consigue ar- a un mandarín chino, viajará hasta el
guridad al abordarlos de que disfru- mar una narración muy sólida y en- lejano país asiático para exculpar su
tará de lo lindo, pues no decepcionan. tretenida, en la que no falta esa pin- delito y apaciguar su mala conciencia.
Eso ocurre con el presente. Intriga, celada ocultista tan de su gusto. La Excepcional relato de esos que ac-
misterio y acción son los ingredientes frontera invisible fue finalista del Pre- tivan la imaginación y las ganas de
puestos en juego por el autor barce- mio Gran Angular 1991. leer.

74
CLIJ44
LIBROS/DE AULA
(-:. TIluMPSoN SKTlA > J.M M-:0>\

LA TRADICIÓN
DEL INDIO NORTEAMERICANO

SOCIALES CIENCIAS

La tradición del
indio norteamericano
E. Thompson Seton y J.M. Seton.
Traducción de Bartolomé Gilí.
Colección Hesperus, 31.
Editorial J.J. de Olañeta. En sus páginas se estudian las
Palma de Mallorca, 1992. creencias, tradiciones, organización
1.300 ptas. social y costumbres de unos hombres
y mujeres con los que la historia no
El presente volumen fue publicado ha sido del todo justa. Así pues, un
originariamente en 1937. En él, los libro interesante para desmontar fal-
dos autores trazan, a partir, principal- sos mitos y para indagar en otras cul-
mente, de muchos testimonios perso- turas y en otras formas de vivir, ocu-
nales, una semblanza del pueblo in- pación esta última de lo más
dio norteamericano, que huye, como edificante, espiritualmente hablando,
cabía esperar, del tópico que les redu- que uno pueda desarrollar.
ce a meros salvajes. • A partir de 12 años.

¿A qué distancia
Del cali a la sinagoga está el cielo?
Vicenc Villatoro. Peppo Gavazzi.
Colección Biblioteca Básica d'História Traducción de Antonio Carrasco
de Catalunya. Santana.
Editorial Barcanova. Editorial Akal.
Barcelona, 1992. Madrid, 1992.
775 ptas. 1.375 ptas.
Edición en catalán.
De la mano de Peppo Gavazzi, as-
Interesante aproximación a la vida trónomo de profesión, podrá el lector
de los judíos catalanes de la Edad Me- acercarse un poquito más a los mis-
dia y a su relación con el resto de la terios que encierra el universo. Gra-
población, relación que fue de convi- cias a su potente telescopio, la luna,
vencia o persecución según la época el sol y los planetas están a tiro de pie-
y según aumentara o disminuyera la dra y es más fácil entender sus movi-
fiebre antisemita de las autoridades mientos y la función que desempeñan.
católicas del momento. Las excelentes fotografías y las ilus-
Escrito por el periodista y narrador traciones (realizadas éstas por el pro-
Vicenc Villatoro, cuya obra de crea- pio autor) realzan un libro, cuidado-
ción literaria está fuertemente impreg- más denostadas, y al tiempo más samente editado en formato álbum,
nada por los ambientes judíos, el li- atractivas, de cuantas han echado raí- que hará las delicias de los amantes
bro permite al lector joven un primer ces en suelo catalán. de la astronomía.
acercamiento a una de las culturas D A partir de 14 años. • A partir de 10 años.

75
CLIJ44
PROSES DE VIATGE
£dició de Joan de Déu Doménech LIBROS/DE AULA

LITERATURA VARIOS

Proses de viatge
Autores Varios.
Edición de Joan de Déu Doménech.
Colección Tinell, 4. El volumen que ahora presentamos
Editorial Bruño.
Madrid, 1992.
ofrece un excelente puñado de prosas
de viaje, como reza en el mismo títu-
El transporta
750 ptas. lo, de autores tan diversos como
Edición en catalán. Aurora Bertrana —una de las muje-
res más intrépidas de la Península—,
La reciente colección Tinell, pues- Josep M. de Sagarra y Santiago
ta en circulación por Bruño en cata- Rusiñol.
lán, ofrece al estudiante una serie de Libro interesante, a todas luces, que
obras literarias de innegable calidad, le deja a uno con tan buen sabor de
pertenecientes a todas las épocas. boca como para no resistirse a com-
Cada volumen se acompaña de las pletar las lecturas que, por razones ob-
pertinentes notas y actividades, des- vias, en él aparecen en dosis muy pe-
tinadas a un mejor aprovechamiento queñas.
del libro por parte del lector. D A partir de 12 años.

Temas constantes en El transporte


la literatura española Brigitte Coppin.
Ilustraciones de Jean-Marie Poissenot.
Amparo Medina y Bocos Montarelo. Traducción de Catherine Tussy.
Colección Monografía, 21. Colección Benjamín Información, 64.
Editorial Akal. Editorial Altea.
Madrid, 1991. Madrid, 1992.
1.250 ptas. 750 ptas.

A pesar de que el objeto de estu- La evolución de los medios de


dio de. presente volumen sea la histo- transporte utilizados por el hombre ha
ria de la literatura española desde la ido paralela a su propio desarrollo
Edad Media hasta el siglo XX, si bien como ser humano.
no en todos los casos siguiendo un es- El siguiente librito da respuesta a
tricto orden cronológico, no puede ser cuantos interrogantes pueda planteár-
considerado como un manual al uso. sele a uno acerca del tema. Cómo vue-
Cada capítulo ofrece uno de los te- lan los aviones, de qué están construi-
mas de estudio —son siete en total los dos los barcos, cuáles son los medios
elegidos de entre los muchos posi- del futuro, son algunos de ellos.
bles— y está dividido en tres partes: complementarias, tendentes a favore- Ilustrado con dibujos de corte rea-
una exposición teórica, una selección cer el estudio y la reflexión por parte lista, el libro posee un indudable
de textos literarios representativos y, del estudiante. atractivo para los primeros lectores.
por último, una serie de actividades • A partir de 14 años. D A partir de 6 años.

76
CLIJ44
Es tu Tierra JOSEP ROSELL • X A N LÓPEZ DOMÍNGUEZ

¡Cuídala!
Josep Rosell.
Ilustraciones de Xan López Domínguez.
Ediciones B.
Barcelona, 1992.
1.200 ptas.

Parece ser que la Tierra está en pe-


Enciclopedia deis ligro y, tal como dice la copla, se mue-
re de dolor. De ahí, las voces de aler-
llocs misteriosos ta que desde diversos sectores sociales,
no todos ellos militantes del funda-
Philip Wilkinson. mentalismo ecologista, se han levan-
Ilustraciones de Robert Ingpen. tado, no sin razón.
Traducción de Maria García, Anna Jené Al pairo de dicha corriente de opi-
y Francesca Luna. nión, hace unos años, no demasiados,
Colección Les Altres Enciclopédies. las empresas editoriales han lanzado
Editorial Barcanova. al mercado libros que intentan con-
Barcelona, 1992. cienciar a los lectores acerca de nues-
8.900 ptas. tra malsana relación con la natu- aconsejar acerca de sencillos cambios
Edición en catalán. raleza. de actitudes y de hábitos, que pueden
El que ahora presenta Ediciones B, atenuar, sin duda, ese mal, aún repa-
por cierto con unas bellas ilustracio- rable, al que se ve sometida día y no-
De la mano de Philip Wilkinson nes de Xan López Domínguez, va di- che la Tierra.
puede el lector pasearse por algunos rigido al público infantil, y pretende • A partir de 10 años.
de los lugares —cuarenta exactamen-
te— más fascinantes y enigmáticos del
planeta. Rincones del mundo como el
Taj Mahal, la ciudad de Mohenjo-
daro o Catal Hüyk, que han llenado
de poesía y simbolismo el imaginario Trucos de cartas
colectivo de la humanidad.
Las excelentes ilustraciones de cor-
te realista del australiano Robert Ing-
TRUCOS Vanessa Bailey.
Colección Manos Mágicas.
Editorial Edelvives.
pen, premio Hans Christian Andersen
1986, evocan la vida cotidiana que en-
volvía a dichos lugares, así como todo
CARTAS Zaragoza, 1991.
800 ptas.
su componente mítico.
Excelente volumen, pues, cuidado- Concisa guía para aquellos que de-
samente editado y cuya presentación seen adentrarse en el mágico mundo
es digna de encomio. Lástima que a de los juegos de cartas. Con unas bre-
los autores se les acabaran los pasa- ves y claras explicaciones y un buen
jes a las puertas de los Pirineos y se soporte gráfico —las fotografías le
quedaran sin conocer lugares como permiten al futuro ilusionista captar
las cuevas de Altamira, la mezquita de sin problemas todos los trucos que se
Córdoba o la Alhambra de Granada, le muestran—, el libro posee un indu-
maravillas que, sin duda, no hubiesen dable atractivo para los niños, aun-
estado de más en un libro, por lo de- JUEGOS Y ACTIVIDADES que, también, para los no tan pe-
más, muy bello. queños.
D A partir de 14 años. D A partir de 8 años.

77
CLIJ44
LIBROS/ENSAYO

El cuarto de ías Ínulas


Madame d'Aulnoy

El cuarto
de las hadas
Madame d'Aulnoy.
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca.
Traducción de Emma Calatayud.
Colección La Edad de Oro, 2.
Editorial Siruela.
Madrid, 1991.
2.900 ptas.

Madame d'Aulnoy es en realidad


Marie-Catherine le Jumel de Barne-
ville, poetisa y novelista nacida en ron en su momento de tanto o más
L'Escola de 1650 en Eure, conocida sobre todo por prestigio que los del propio Perrault.
haber sido la responsable de la exten- En suma, se trata de un libro de
Bibliotecárias sión del gusto por los cuentos de ha- muy buena factura, de los que pelliz-
das entre la nobleza gala de la época.
1915-1939 El siguiente volumen, prologado
can las más sensibles fibras del lector.
Por ello, se debe aplaudir su edición,
por el poeta e investigador Luis Alber- realizada, por cierto, según las nor-
Assumpció Estivill i Rius.
to de Cuenca, reúne un total de diez mas de rigurosa calidad que caracte-
Colección Quaderns de Treball, 12.
de los mejores cuentos de Madame rizan todas las publicaciones de
Edita Escuela Universitaria Jordi Rubio
d Aulnoy, algunos de los cuales goza- Siruela.
i Balaguer de Biblioteconomía i Docu-
mentación de la Diputación de Bar-
celona.
Barcelona, 1992.
4.900 ptas. Crece como persona
Edición en catalán.
Miguel A. Conesa Ferrer.
La Diputación de Barcelona ha pu- Colección Biblioteca Pedagogía.
blicado la primera historia de la Es- Editorial Mensajero.
cuela de Bibliotecárias, fundada en Bilbao, 1992.
1915 por la Mancomunidad de Cata- 970 ptas.
luña, según un proyecto de Eugeni
d'Ors. El volumen recoge los prime- Aportar un sencillo método de cre-
ros veinticinco años de dicha institu- cimiento personal a partir de los cuen-
ción, creada como complemento de tos del escritor danés Hans Christian
un amplio plan de formación de una Andersen es, por descabellado que
red de bibliotecas populares. parezca, el objetivo que Miguel A.
El repaso al itinerario histórico de Conesa Ferrer se propone con el pre-
la escuela —se incluyen los planes de sente libro.
estudio, los profesores y los alumnos, Éste está dividido en dos partes.
además de referir la bibliografía al al- Primeramente, el autor ofrece unas
cance de éstos— concluye en 1939, pinceladas teóricas acerca del qué,
con la entrada de las tropas franquis- cómo y por qué del crecimiento per-
tas en la ciudad de Barcelona. sonal, para pasar a continuación a co-
Al tiempo que historia de la Escue- mentar algunos cuentos de Andersen
la, el volumen ofrece un retrato de la a la luz de las reflexiones previamen- posibilidad de que el lector pueda to-
sociedad catalana y española del mo- te esbozadas. mar conciencia de su potencia creati-
mento, lo cual contribuye a realzar la Una propuesta original e interesan- va mediante la inmersión en cada uno
importancia del libro. te, cuyo mayor atractivo reside en la de los relatos seleccionados.

78
CLIJ44
LOS MÁS LEÍDOS

La lista de libros más


leídos de este mes ofrece
muy pocas sorpresas,
pues, que la presencia de
autores españoles sea pí- ,.:""
rrica —Bernardo Atxaga
es el único— ya no extra-
ña a estas alturas. Los tí-
tulos que la componen
son, salvo excepciones,
obras previsibles y algu-
nas de ellas clásicas y ha-
bituales en este tipo de
clasificaciones.
Los datos de esta sec-
ción los aportan desinte- . ...m ; , ; ,.
resadamente las bibliote-
cas municipales de
Cádiz; Ordizia (Guipúz-
coa); Antonio Machado,
de Fuenlabrada (Ma-
drid); Sagrada Familia,
de La Coruña; y Jespus,
de Vilanova del Camí
(Barcelona).

AVI, LOS NONOVIOS DE OLIVIA, MADRID- SM, 1992

Título Autor Editorial


Behi euskadun baten
memoriak Bernardo Atxaga Pamiela
Com Obélix va caure a la
marmita del druida quan
era petit Goscinny Grijalbo
¡Devolvedme mis piojos! PEF Altea
El joven Indiana Jones Autores varios Molino
El pequeño vampiro
en la granja A. Sommer-Bodenburg Alfaguara
El pequeño vampiro lee A. Sommer-Bodenburg Alfaguara
La historia interminable Michael Ende Alfaguara ÍLdiciptis tai Qrg.niera
:,%¡i'-' I}ISTKlfiU<2l5:i:.., ;::.
Las aventuras de Pinocho Cario Collodi Altea " ' ,,'!'\iléncia: (96) 15ó'"Ó8 r4t''"'
Barcelona: (93) 318 87 99
Rebeldes Susan E. Hinton Alfaguara Alacant (*•>) ?11 01 92
Mallorca: (971) 72'44''72
Viaje al centro de la Tierra Julio Verne Anaya
LIBROS/RECIBIDOS

A la Roma deis Papes El meu amic Pau Abandonada


ALTEA Fiona Macdonald CRUÍLLA Francesc Sales Francine Pascal
II. Nick Harris/John James Falsas apariencias
A París amb el Rei Sol Francine Pascal
Madrid, 1992 Fiona Macdonald
Barcelona, 1992 Lucha por la fama
Animales II. Mark Bergin L'avió EDELVIVES Francine Pascal
Cuerpo humano Granotes Gallimard Jeunesse Los ratoncitos traviesos
Las cosas de cada día Lucy Baker II. Donald Grant Andy Langley
Un ratón en casa Foques El vescomte minvant Zaragoza, 1992 II. John Collins
Henrietta Antoni Dalmases La torre animada Mi primer libro de las horas
Lucy Baker
II. Francesc Salva José Luis Olaizola Claire Llewellyn
Lloros
Lucy Baker Feu-me cas! El gran libro sorpresa
ANAYA Rinoceronts Anke de Vries de la selva
Lucy Baker II. Mercé Aránega
Els selvanyols
EDICIONES B Brainwaves Limited
Guerra i revolució
Madrid, 1992 Jordi Llimargas Donatella Ziliotto
Tragonéete
Jacqueline
está malito
Held
II. Anna Ferrández
Els anees de Vilablanca
Barcelona, 1992 OLAÑETA
Cómo llegar a ser detective
II. Rosy Maria Antonia Colom
Tragonéete y el lápiz mágico
BRUÑO II. Carme Solé
de animales
Jacqueline Held El secret de la Lena
Steve Parker Mallorca, 1992
II. David Anstey La vida de la mujer piel roja
II. Rosy Michael Ende
Madrid, 1992 II. Jindra Capek
Altas Colinas Beverly Hungry Wolf
Poesies Jill Barklem
Russica
La escalera secreta
BARCANOVA Vicent Andrés Estellés Mariasun Landa
Jill Barklem
II. Laura Medina
Cachorros SM
L'última por Brainwaves Limited
Barcelona, 1992 COLUMNA Miquel Rayó Cosas de la casa
Ximpanzés II. Macsolís Joanne Flindall Madrid, 1992
Barbara Taylor Cork Tao El lápiz de Rosalía
Lleons Barcelona, 1992 Justin Denzel Antón Conizas
Luci Baker Contra la nit d'Oboixangó II. Tha II. Margarita Menéndez
A l'Imperi de Carlemany Jordi Sarsanedas Kim, el nen de l'avió EMPÜRIES Hermán
Fiona Macdonald Contcs d'ahir i d'avui Helma van der Berg-Bakker Lars Saabye Christensen
II. John James Joan Sales II. Antonia Cortijos II. Federico Delicado
Barcelona, 1992
Cop d'escombra al rei
cogombre
Christine Nóstlinger
TIMUN MAS

Barcelona, 1992
LA MAGRANA En Teo es vesteix i juga
Disfresses
Violeta Denou
Barcelona, 1992 Hansel i Gretel
50 Poemes (Antología) Tony Ross
Lluís Alpera Frankenstcin insólito
Brian Aldiss y otros

MEDITERRÁNIA XERAIS
Barcelona Vigo, 1992
Petita historia de Josep
Tarradellas Na grande Roma dos Papas
Fiona MacDonald
Albert Arbós
II. Nick Harris/John James
II. Pilarín Bayés
Na Francia de Carlomagiio
Fiona MacDonald
II. John James
MOLINO Na Babilonia de Hammurabi
Fiona MacDonald
II. Gerald Wood
Barcelona, 1992 En París co Rei Sol
Ambiente hostil Fiona MacDonald
JON ZABALETA, KATIXA ETA KROKO, SAN SEBASTIÁN: ELKAR, 1992. Francine Pascal II. Mark Bergin

80
CLIJ44
Cisuscz/Berer
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Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil L, ENCANTUSO.

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EL ENANO SALTARÍN

La pregunta fatídica
M e mandan mu-
chas cartas y
postales. Mi casa
está en medio del bosque, y lle-
gar hasta aquí, sobre todo
cuando hace mal tiempo, no es
criba al «señor
ministro de las escue-
las» para que construyan
en la suya un campo de fútbol
fácil. Por eso mi cartero, que «de verdad».
está a punto de jubilarse y ya no ¿Para qué sirve leer? Ésa pa-
va en bicicleta, está un tanto rece una buena pregunta. Pero
amoscado conmigo. Hemos no lo es en absoluto. Cuando
quedado que sólo vendrá una alguien se la hace —como mi
vez cada quince días, salvo ur- amigo Rubén—, quiere decir
gencias. Hoy se ha ido más que hemos llegado tarde, que
tranquilo y me ha dado la car- no hemos sabido evitar que se
ta de Rubén. hagan esa pregunta tan utilita-
Rubén es un niño de ocho ria y pragmática, tan «adulta».
años que tiene una endemonia- Los libros no sirven... Ellos se
da letra y escribe los renglones sirven de nosotros para hacer-
muy pegados al principio y los nos crecer, para multiplicarnos
va abriendo al final, como una y ensancharnos. También para
tijera. Me dice que a él no le conocer y comprender mejor el
gustan los libros y que leer se mundo real —y el otro—. Para
le hace pesado y aburrido. Lo impulsar firmemente nuestros
que más le gusta del mundo es sueños y quimeras, como la de
jugar al fútbol. En su escuela ser un famoso futbolista. Si Ru-
tienen «un patio para enanos bén no lee —o lee lo imprescin-
como tú, de tierra y con dos dible—, probablemente sea por-
porterías viejísimas, de esas de que nosotros, la sociedad, la
balonmano». Es un delantero escuela, la familia, todos, pre-
nato —afirma— y tiene las ro- guntamos, a destiempo y com-
dillas peladas y relucientes de pulsivamente: ¿para qué sirve
mercromina. Me adjunta una MABEL LUCIE ATTWELL, PETER PAN AND WENDY,
HODDER ESTOUGHTON, LONDRES Isa.]. Rubén? Y ya se sabe que los ni-
lista con los nombres de sus hé- ños aprenden por imitación. No
roes y el número de goles que me la pregunta que le movió a le contestaré. Así el cartero ten-
ha marcado cada uno. Después escribirme: «¿Para qué me sir- drá menos trabajo.
de contarme todas esas intere- ve leer libros y más libros?». Fi-
santes cosas, acaba por hacer- naliza ordenándome que le es- El Enano Saltarín.

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¿Leer para qué? Queridos monstruos Cinco lenguas _para leer^ Novela juvenil
¡Felices libros! IMUUIIII Entrevista: Roald Dahl ItlíltiÜ líiilreiiita: Ciirístine Nóstlínger Londres: coleccionistas de cuentos II
80 títulos en busca de lector JÍIHTÍIW Edgar A. Poe por J.J. .Millas ,UHUI!I!I MUjiici Obiols en Tinta Fresca Finta Fresca: Paco Martín .l¡

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Galicia
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Clásicos: Artlnir Cunan Doyle
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J.A. Govtisolo: ganas de leer
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Hadas y brujas El libro de conocimientos ¿Mujercitas? rMotiosBísiss: mira


Clásicos: Richmal Crompton Colegas: Arnold Lobel El Congreso de Salamanca l|ií'H'll!!i Chequeo al sector HlrlH
El auténtico Enano Saltarín ¿Quién no gusta de Toitrnier? Clásicos: Julio Vcrne ,(.MP<MI índice: primer año de CLIJ

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